El calentamiento global. Los climas y su modificación Se entiende por clima la síntesis de las condiciones meteorológicas de una zona geográfica durante un período de tiempo dado o, dicho de otra manera, es una representación del tiempo atmosférico medio. Es decir, el clima es una aproximación a los estados termohidrodinámicos de la atmósfera y sus variaciones para un período determinado, en base a ciertos valores estadísticos (medias, variancias, distribución de la frecuencias y probabilidades de ocurrencia de valores extremos…) de una serie de parámetros representativos (temperatura, presión, precipitación, viento, etc…).
Por tanto, un estado climático es independiente de cualquier estado meteorológico instantáneo, por ejemplo, cuando hablamos del clima mediterráneo estamos expresando unas características particulares (temperaturas moderadas, veranos secos, etc…) que son independientes del tiempo meteorológico que pueda darse un día determinado en un lugar de la región mediterránea.
Las condiciones meteorológicas varían continuamente, los anticiclones se suceden a las borrascas, las temperaturas suben o bajan, se producen precipitaciones... No obstante, a escala de tiempo de la vida humana, el clima en un lugar determinado, permanece prácticamente constante.
Sin embargo, el clima de la Tierra no es constante. En realidad, ha venido variando continuamente desde la formación de nuestro planeta hace 4.500 millones de años. A lo largo de su historia, el clima de la Tierra ha pasado por sucesivas épocas de glaciaciones y períodos interglaciares, con un período de unos 100.000 años aproximadamente. En estos ciclos, la temperatura media del planeta ha variado en un rango de unos 5ºC a 7ºC. En la actualidad nos encontramos en una fase interglaciar relativamente cálida.
Los cambios experimentados por el clima a lo largo del tiempo, como resultado de procesos naturales se denominan variabilidad del clima. La principal causa natural de estos cambios son las modificaciones en el balance entre la energía solar absorbida y emitida por la Tierra (forzamiento radiactivo), factor responsable de la temperatura media del planeta.
Estas perturbaciones, que se desgranan más adelante como los factores naturales de cambio climático, se pueden deber a una variación en la energía solar que llega al planeta, o bien a las propias modificaciones e interacciones entre los elementos que constituyen el denominado sistema climático, que son:
– la atmósfera: capa gaseosa que envuelve la Tierra – la hidrosfera: agua en estado líquido en la superficie terrestre – la litosfera: corteza exterior sólida – la criosfera: agua en estado sólido que cubre parte del planeta
– la biosfera: conjunto de los seres vivos Las variaciones en el clima afectan a estos sistemas provocando una serie de cambios en los mismos, que a su vez, influyen en el clima. Esto se conoce como procesos de retroalimentación, que pueden ser positivos (amplificando la perturbación inicial) o negativos (atenuando o anulando dicha perturbación).
Por ejemplo, al calentarse La Tierra parte de los hielos polares se funden. Estos son más brillantes que los océanos, por tanto al fundirse se oscurece ligeramente la Tierra y aumenta la absorción de luz solar, con lo cual se incrementa la temperatura, lo que se denomina efecto Albedo, que también veremos en profundidad en las siguientes secciones.
Un ejemplo de retroalimentación negativa sería que al aumentar la cantidad de CO2 en la atmósfera las plantas a través del proceso de la fotosíntesis lo absorben y crecen más, por tanto consumen más cantidad de CO2 lo que hace disminuir la cantidad de CO2 en la atmósfera.
Otras veces las perturbaciones causan efectos contrapuestos, por ejemplo al aumentar la cantidad de CO2 en el aire se calienta la tierra, y con ella los océanos por lo que se evapora más agua. Por un lado el vapor de agua es un "gas de invernadero" que retiene calor y que contribuye a que se caliente más la Tierra, pero por otro, se generan más nubes, que reflejan parte de la radiación procedente del Sol, lo que actúa en sentido contrario.
Factores naturales de cambio climático: o
o o o o o
Variación en la producción de energía del Sol: Las variaciones en la radiación solar tienen un reflejo inmediato en la temperatura media terrestre.Los ciclos de actividad solar asociados al nº de manchas solares, con máximos relativos cada 11 años, son un ejemplo de ello. Variaciones en la órbita de la Tierra: Su influencia en la distribución estacional y latitudinal de la radiación solar puede ser la causa fundamental de los ciclos glaciares. Variación de la excentricidad de la órbita elíptica de la Tierra (período del orden de 100.000 años). Variación del ángulo del eje de rotación con la perpendicular a la eclíptica (~41.000 años). Rotación de este eje a la perpendicular al plano de la eclíptica, precesión de los equinoccios (~22.000 años). Variabilidad interna del sistema climático: Las variaciones en los subsistemas que forman el sistema climático, así como sus interacciones, producen modificaciones en el clima, y éstas a su vez, influyen en los subsistemas (procesos de realimentación).
Dentro de las variaciones internas del sistema climático cabe citar por su importancia el forzamiento radiativo debido a los denominados gases de efecto invernadero y a los aerosoles. Los gases de efecto invernadero, como se describe con detalle en el siguiente apartado, absorben parte de la energía procedente del Sol contribuyendo a aumentar la temperatura de la Tierra.
Por su lado, los aerosoles (partículas en suspensión en la atmósfera) procedentes en gran medida de las erupciones volcánicas, reflejan parte de la radiación solar provocando una disminución de la temperatura del planeta. En los últimos años se ha constatado que las emisiones de determinadas sustancias, producidas por actividades humanas, están haciendo aumentar sustancialmente las concentraciones de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, potenciando el efecto invernadero.
También la emisión de aerosoles a la atmósfera debido a determinadas actividades humanas es significativa, lo cual puede contribuir al enfriamiento del planeta, paliando en parte el efecto anterior. Conviene señalar en este punto que el tiempo de permanencia de los aerosoles en la atmósfera es muy inferior al de determinados gases de efecto invernadero, por lo cual domina el primer efecto. Como conclusión se extrae que la actividad humana está influyendo en el clima, a través de diversos mecanismos.
Son factores antropogénicos de cambio climático:
o
Aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, con la consiguiente intensificación del efecto invernadero.
o
Desertización / deforestación. La pérdida de cubierta vegetal produce modificaciones en la cantidad de energía reflejada por la Tierra (albedo) además de influir sobre el equilibrio del CO2 presente en la atmósfera, el contenido de humedad del suelo, la escorrentía, etc…
o
Emisión de aerosoles: Principalmente el azufre, aumenta la reflectividad de las nubes provocando una disminución de las temperaturas.
o
Reducción de la capa de ozono estratosférico: Debida a la emisión de CFC´s a la atmósfera. El ozono estratosférico tiene un papel fundamental en la absorción de la radiación ultravioleta procedente del Sol. Su disminución tendrá consecuencias en el clima.
El Convenio Marco sobre el Cambio Climático define como cambio climático “aquellas variaciones del clima que se puedan achacar directa o indirectamente a las actividades humanas que modifican la composición de la atmósfera terrestre y se suman a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”.
Los gases de efecto invernadero. El dióxido de carbono EL EFECTO INVERNADERO A la Tierra llega una cantidad de radiación solar, de la cual parte es reflejada al espacio (aproximadamente 1/3) y el resto es absorbida por los componentes del sistema climático: atmósfera, hidrosfera, criosfera, litosfera y biosfera.
Cuadro 1.1 Esquema del Sistema climático
Parte de las radiaciones absorbidas y emitidas por la Tierra quedan retenidas de forma similar a como sucedería en un invernadero, cuyo funcionamiento se basa en que el cristal que recubre las plantas deja pasar la radiación del Sol, y en cambio retiene la radiación emitida por el suelo y las plantas, creando un ambiente más cálido en el interior que en el exterior.
Así pues, como se muestra en el cuadro 1.1 la atmósfera es prácticamente transparente para la radiación procedente del Sol (principalmente en la parte visible de onda corta del espectro), pero no ocurre lo mismo para la radiación de onda larga que proviene del planeta. Esta última es absorbida por determinados gases presentes en la atmósfera.
Estos gases son conocidos como gases de efecto invernadero, y desempeñan un importante papel en el calentamiento de la atmósfera, ya que gracias a su existencia, la temperatura de la Tierra tiene un valor medio global de unos 15ºC, esencial para la vida, en lugar de los -18ºC que tendría si estos gases no estuviesen presentes en la atmósfera. La energía procedente del Sol que penetra en la atmósfera, es absorbida y posteriormente emitida por los gases de efecto invernadero. De igual manera sucede con la superficie de la Tierra, pues ésta absorbe la energía
calorífica que le llega del Sol remitiéndola posteriormente. La consecuencia de ambos fenómenos es su contribución al calentamiento global de la atmósfera inferior.
La influencia en el calentamiento de la atmósfera debido a la concentración en ésta de los gases de efecto invernadero queda patente en la tabla 1.1, donde comparando la situación existente en los dos planetas más próximos a la Tierra, comprobamos que Venus, cuya atmósfera tiene una mayor concentración de CO2 (uno de los principales gases de efecto invernadero) experimenta un mayor calentamiento.
Tabla 1.1: Comparativa de las temperaturas en Venus, la Tierra y Marte.
Temperatura superficial sin efecto invernadero
Temperatura superficial observada
Calentamiento debido al efecto invernadero
Venus
-46°C
477°C
523°C
Tierra
-18°C
15°C
33°C
Marte
-57°C
-57°C
10°C
EL PROBLEMA DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Las concentraciones en la atmósfera de los gases de efecto invernadero han variado a lo largo de la historia de nuestro planeta por causas naturales, como lo demuestran los análisis del aire atrapado en testigos de hielo del Antártico. Sin embargo, durante los mil años anteriores a la Revolución Industrial su concentración fue relativamente constante. A partir de mediados del siglo XVIII, tras la Revolución Industrial, las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera han ido aumentando sin control debido fundamentalmente a la utilización de combustibles fósiles.
En la reacción química de combustión de estos compuestos además de energía en forma de calor y otros productos, se produce CO2 que se emite a la atmósfera. Desde las primeras calderas de carbón utilizadas en la industria y los transportes, a las actuales centrales térmicas para la producción de electricidad, los automóviles, los aviones, las calderas de
calefacción…, la utilización de combustibles fósiles (carbón, derivados del petróleo y gas natural) ha venido incrementándose continuamente ligada al progreso de nuestra sociedad.
Cuadro 1.2 Evolución de la concentración media mensual de CO2 en la atmósfera. Observatorio de Mauna Loa, Hawai. A mediados de los años 50 se iniciaron una serie de mediciones de la concentración de CO2 en la atmósfera para lo que se eligieron ubicaciones alejadas de las fuentes de emisión, entre ellas el volcán Mauna Loa en la isla de Hawai. La curva de las concentraciones allí medidas durante las últimas décadas, muestran sin lugar a dudas un aumento constante en la concentración de CO2 en la atmósfera, pasando de 315 ppmv en 1958 a 360 ppmv en 1985 (cuadro 1.2). Los picos en esta gráfica reflejan la variación de CO2 estacional debido a la absorción de las plantas de hoja caduca.
A finales de la década de los 80, en la estación soviética Vostok se realizaron experimentos de sondeo profundo en los hielos antárticos a partir de los cuales se pudo conocer la variación experimentada en la concentración de CO2 en la atmósfera durante los últimos 160.000 años y su estrecha relación con la variación en la temperatura media del planeta (cuadro 1.3).
Cuadro 1.3 Análisis de aire atrapado en testigos de hielo. Fuente IPCC
A partir de estas “burbujas de aire fósiles” se calculó que la concentración de CO2 al comienzo de la era industrial era del orden de 290 ppmv y que anteriormente había variado entre 190 ppmv y 280 ppmv. Nunca anteriormente se habían registrado concentraciones superiores a los 300 ppmv, como ocurre en la actualidad.
En el transcurso de los últimos cien años se ha registrado un calentamiento de la atmósfera de entre 0,3ºC a 0,6ºC y se ha constatado un retroceso de los glaciares de montaña y un aumento de 1 a 2 mm/año del nivel del mar.
Poco a poco, los distintos datos parecía que corroboraban la teoría mantenida por algunos científicos de que las actividades humanas podían estar cambiando el clima de la Tierra, provocando de esta manera una intensificación del efecto invernadero que implica el aumento de la
temperatura global del planeta, con sus consecuencias inmediatas (como el aumento del nivel del mar, el desplazamiento de los ecosistemas) e indirectas. Ante esto, en 1988 se estableció el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), bajo los auspicios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial, con el objetivo de que los científicos evaluasen la información científica disponible sobre el problema y estableciesen sus conclusiones para la revisión por parte de los gobiernos. En 1990 el IPCC presentó su Primer Informe de Evaluación.
En este informe se afirma que efectivamente, las emisiones producidas por las actividades humanas aumentan las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera intensificando el efecto invernadero y se prevén las consecuencias que se derivarían si no se limitasen estas emisiones.
A pesar de las incertidumbres inherentes en las previsiones de un sistema tan complejo como el clima, las gravísimas consecuencias que se derivan de un cambio brusco en el mismo aconsejaron la adopción de una política preventiva para frenar el cambio climático. Esta actitud es bastante significativa, ya que se trata de un problema muy complejo, cuya relación causa-efecto se determina a nivel general, pero no de una forma directa (no se puede, por ejemplo, establecer una relación directa entre las emisiones de CO2 causadas por los coches y unas inundaciones) lo cual dificulta mucho el establecimiento de responsabilidades.
Este hecho unido a la idea (errónea, por otra parte) de que se trata de un problema futuro, cuyas consecuencias tardarán en aparecer varias generaciones, supone a priori un obstáculo a la hora de establecer políticas que contribuyan a frenar el cambio climático.
A pesar de la dificultad que supone la confrontación con los intereses creados y el establecimiento de políticas que hoy pueden ser consideradas impopulares, aunque sean necesarias para mañana, después de considerar la magnitud de las consecuencias que supondría continuar con un crecimiento ilimitado de las emisiones de gases de efecto invernadero, se ha conseguido un consenso internacional y que poco a poco (quizá demasiado despacio) se vayan estableciendo líneas de actuación tendentes a la limitación de estas emisiones.
Cuadro 1.4 Concentraciones atmosféricas de CO2, CH4 y CFC´s según las hipótesis formuladas por el IPCC. (Primer informe del IPCC)
Con objeto de evaluar la situación, el IPCC estableció una serie de hipótesis de emisiones de gases de efecto invernadero y estudió la evolución prevista de la concentración de estos gases en la atmósfera: – escenario A: continuación de las emisiones mundiales a nivel de las de 1990.
– escenario B: reducción de las emisiones a la mitad en 1990. – escenario C: reducción de un 2% anual de las emisiones a partir de 1990. – escenario D: aumento anual del 2% entre 1990 y el 2010 y reducción del 2% anual a partir del año 2010. En el cuadro 1.4 se representa la evolución prevista en las concentraciones de CO2, CH4 y CFC’s según las hipótesis anteriores. Como puede observarse, de continuar las emisiones al ritmo actual, las concentraciones de estos gases en la atmósfera seguirán aumentando, y cuanto mayores sean estas concentraciones, mayor será el esfuerzo a realizar para conseguir la estabilización de las mismas en algún momento. Resulta absolutamente necesario y urgente la implantación de medidas y políticas eficaces en el control de las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que de no intervenir sobre las mismas, los cambios previstos en el clima para el próximo siglo harán que las temperaturas medias mundiales sean superiores a las registradas en los últimos 150.000 años. La velocidad de variación de las temperaturas mundiales sería superior a la sucedida naturalmente en la Tierra en los últimos 10.000 años y el nivel del mar aumentará entre 3 y 6 veces más rápidamente que en los últimos 100 años.
LA CAUSA: GASES DE EFECTO INVERNADERO
Se denominan genéricamente gases de efecto invernadero a aquellas sustancias presentes en la atmósfera, que absorben parte de la radiación solar originando un calentamiento de la atmósfera.
Algunos de estos gases forman parte de la composición natural de la atmósfera, pero su concentración está aumentando debido a las emisiones antropogénicas y a la deforestación (disminución de los sumideros).
A continuación se presenta una descripción general de estos compuestos, cómo operan y su importancia en el contexto del cambio climático como potenciales contribuidores al cambio del clima. o Vapor de agua Debido a que su concentración viene determinada internamente por el sistema climático y no se ve afectado por fuentes o sumideros de origen antropogénico, no se incluye en los inventarios de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el vapor de agua contribuye fuertemente al efecto invernadero. Se estima que el forzamiento radiativo debido al vapor de agua produce un calentamiento de unos 20ºC. El calentamiento de las capas bajas de la atmósfera aumenta la evaporación, lo que a su vez contribuye a incrementar la temperatura (retroalimentación positiva).
o
Dióxido de Carbono (CO2)
Se trata del compuesto que más contribuye al efecto invernadero después del vapor de agua, por ser el más abundante en la composición de la atmósfera.
Se calcula que su presencia en la atmósfera supone un calentamiento terrestre del orden de 15ºC. Sus principales fuentes naturales son los océanos, volcanes, incendios, así como la respiración de los seres vivos o la descomposición de materia orgánica.
Como fuentes antropogénicas encontramos la utilización de combustibles fósiles (producción de energía, transporte…), los procesos industriales y la deforestación. La fotosíntesis de las plantas actúa como su principal sumidero junto con los océanos (que a su vez constituyen la principal fuente de origen natural).
Las fuentes de CO2 son conocidas cuantitativamente y la permanencia del gas en la atmósfera se evalúa en más de100 años.
o Metano (CH4) A pesar de ser el tercer gas de invernadero más importante, sólo se conocen sus fuentes semicuantitativamente. En la naturaleza las fuentes más importantes son los incendios, los océanos y la fermentación anaeróbica que se produce en pantanos, en la digestión de los rumiantes...
De origen antropogénico podemos citar los incendios, la agricultura (por ejemplo en los cultivos de arroz) y la ganadería, así como las emisiones fugitivas de combustibles o los escapes de biogás en los vertederos de residuos. Su principal sumidero es el radical oxhidrilo, presente en la atmósfera; se oxida y da lugar a CO2 y vapor de agua, dos gases de efecto invernadero importantes. Su permanencia en la atmósfera es de unos 11 años.
o Óxido nitroso (N2O) Unicamente se conocen las fuentes de este compuesto a nivel cualitativo, tanto las naturales (emisiones de suelos y océanos, desnitrificación de suelos, tormentas y volcanes) como las antropogénicas (utilización de combustibles fósiles, fertilizantes nitrogenados, procesos industriales, deforestación…)
El N2O es fuente primaria de otros óxidos de nitrógeno, y da origen a nieblas de contaminación fotoquímica.
Los sumideros más conocidos son la fotolisis en la estratosfera y otros que todavía no están perfectamente estudiados.
El óxido nitroso permanece mucho tiempo en la atmósfera (alrededor de 130 años). o Ozono (O3) troposférico Es un contaminante secundario, que se forma en presencia de la luz del Sol a partir de las emisiones de NOx, CO, COVs, etc… teniendo una creciente importancia en las ciudades debido a las emisiones de los automóviles.
El ozono absorbe la radiación infrarroja y ultravioleta. De este modo, el ozono presente en las capas altas de la atmósfera (conocido como ozono estratosférico) es beneficioso para la vida, ya que nos protege de los rayos u.v., pero este mismo ozono cuando se encuentra en las capas bajas de la atmósfera (ozono troposférico) absorbe la radiación infrarroja procedente de la tierra dando lugar al efecto invernadero.
La falta de observaciones adecuadas impide cuantificar el efecto sobre el clima de las variaciones de O3 troposférico, pero se están realizando estudios al respecto. o Clorofluorcarbonos (CFC´s) Se trata de compuestos de origen exclusivamente antropogénico, con una permanencia en la atmósfera muy larga debido a su estabilidad química.
Aunque la concentración de estos compuestos en la atmósfera es baja, poseen un gran poder como gases de efecto invernadero y además causan la destrucción del ozono estratosférico.
Los CFC’s se utilizan en sistemas de refrigeración y aire acondicionado, propulsores de aerosoles, extintores de espuma… y sus fuentes son conocidas cuantitativamente. No se conocen sumideros. Se destruyen en la estratosfera mediante complejas reacciones fotoquímicas. o
Hidrofluor-carburos (HFC´s)
Se trata de compuestos artificiales creados como sustitutos de los anteriores para evitar el daño a la capa de ozono. Sin embargo, su comportamiento como gases de efecto invernadero es similar a los CFC´s. o
Perfluoro-carburos (PFC´s)
Se utilizan en procesos industriales como la producción de aluminio y la fabricación de semiconductores. Su permanencia en la atmósfera es extremadamente alta.
o
Hexafluoruro de azufre (SF6)
Se utiliza como aislante de circuitos eléctricos, gas trazador, para la fabricación de magnesio… Su elevado potencial de calentamiento atmosférico y largísima permanencia en la atmósfera, lo convierten en un compuesto a tener en cuenta pese a su escasa producción.
En las gráficas del cuadro 1.5, en la página siguiente, se representa el aumento en la concentración en la atmósfera de algunos de los gases de efecto invernadero desde la revolución industrial como consecuencia de las actividades humanas. La intensificación del efecto invernadero producida por el aumento de la concentración de estos gases en la atmósfera lleva asociados una serie de cambios en el clima que resulta sumamente complejo calcular, debido al gran número de procesos implicados (la formación de nubes, las corrientes marinas, etc…).
Cuadro 1.5 Gráficas de la evolución de las concentraciones de los gases de efecto invernadero desde 1750. Fuente IPCC.
Sin embargo, sí es posible calcular con bastante exactitud, el forzamiento radiativo debido a los distintos gases de efecto invernadero, por lo que se utiliza esta magnitud para comparar los efectos de estos gases.
A la hora de evaluar la contribución de los distintos gases al efecto invernadero no sólo es importante su capacidad para intensificar este efecto, sino su tiempo de permanencia en la atmósfera. Para ello se define un índice llamado Potencial de Calentamiento Global (GWP).
El Potencial de Calentamiento Global define el efecto de calentamiento integrado a lo largo del tiempo que produce una liberación instantánea hoy de 1kg de un gas de efecto invernadero, en comparación con el causado por el CO2. Así, se tiene en cuenta los efectos radiativos de cada gas, así como sus diferentes tiempos de permanencia en la atmósfera.
En la tabla 1.2 se muestran los GWP asociados a los gases de efecto invernadero más importantes y su contribución relativa para un periodo de tiempo dado.
Tabla 1.2 Potenciales de calentamiento global. Fuente IPCC.
LAS CONSECUENCIAS DEL CALENTAMIENTO
La velocidad de respuesta del sistema climático a la variación en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera es lenta, debido fundamentalmente a la inercia térmica ejercida por el océano. Esto quiere decir que los gases de efecto invernadero que ya están en la atmósfera causarán una serie de efectos sobre el clima.
Cuanto más tiempo continúen las emisiones, mayor será el esfuerzo que habrá que realizar para hacer disminuir en un futuro la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera hasta un nivel adecuado y más se tardará en alcanzar esta estabilización de la atmósfera. Mientras tanto, los cambios se seguirán produciendo.
Algunos científicos opinan que es posible que existan determinados niveles de concentración críticos, que si se superan darán lugar a que el clima de la Tierra sufra una modificación mucho más drástica, pasando de un estado de equilibrio a otro nuevo. De ser así, cuanto antes se empiece a reducir las emisiones para conseguir una estabilización de la atmósfera, mayores garantías existirán de no superar tales niveles críticos.
Por otra parte, tan importante como la magnitud de los propios cambios en el clima, es la velocidad con que se produzcan, que será vital para propiciar, o no, la adaptación de los ecosistemas a los mismos.
Los cambios en el clima afectarán a la salud humana, los ecosistemas terrestres y acuáticos y también los sistemas socioeconómicos. Sectores básicos en el desarrollo de la humanidad, como la agricultura, silvicultura, pesca y recursos hídricos son especialmente sensibles al cambio climático.
A la hora de valorar la capacidad de adaptación de los sistemas al cambio climático se definen tres parámetros:
-
Sensibilidad: grado de respuesta de un sistema a un determinado cambio en el clima.
-
Adaptabilidad: grado en que un sistema se anticipará o adaptará a un cambio en el clima.
Vulnerabilidad: estima hasta qué punto un cambio en el clima puede dañar un sistema, y depende no sólo de la sensibilidad del sistema al cambio, sino también de su capacidad de adaptación. En función de estos parámetros se puede afirmar que aquellos ecosistemas que ya sufren una presión importante por la actividad humana son especialmente vulnerables al cambio climático a causa de sus escasas posibilidades de adaptación natural.
En cuanto a los países, tendrán más dificultades para adaptarse a los cambios en el clima las poblaciones que habitan territorios áridos, zonas costeras o pequeñas islas, sobre todo en aquellos casos en que la densidad demográfica sea especialmente alta (esto afecta particularmente a los países en vías de desarrollo).
El IPCC realiza una serie de previsiones acerca de los impactos previstos de carácter global, al descender a nivel regional estas previsiones se hacen más inciertas, y a nivel local no es posible definir cuál será el comportamiento exacto de los sistemas. Para ello hace un análisis de la sensibilidad de los sistemas, que se resume a continuación: o
Ecosistemas terrestres y acuáticos.
La composición y distribución geográfica de muchos ecosistemas (bosques, pastizales, desiertos, etc...) variará al responder las especies a los cambios en el clima, lo cual puede tener una especial incidencia entre otras cosas en la producción de alimentos, medicinas, etc... Bosques. Se prevén importantes cambios en los tipos de vegetación en aproximadamente 1/3 de la superficie mundial de bosques, como consecuencia de los cambios de temperatura y disponibilidad de agua. Desiertos. Destaca la previsión de que la desertificación de zonas semiáridas se intensifique. Ecosistemas montañosos. Se prevé que la distribución en altitud de la vegetación se desplace a mayor altura. Ecosistemas costeros. Son particularmente vulnerables, especialmente a la subida del nivel del mar, y pueden tener graves repercusiones sobre el abastecimiento de agua dulce, la pesca, etc... o Hidrogeología y recursos hídricos. En los modelos se prevé que entre un tercio y la mitad de la masa de glaciares montañosos desaparezca en los próximos 100 años. El cambio climático supondrá una intensificación del ciclo hidrológico global, con importantes repercusiones en los recursos hídricos regionales. Los cambios en la cantidad total de precipitación y en su frecuencia e intensidad influyen directamente en la magnitud y el momento de la escorrentía, así como en la intensidad de las crecidas y las sequías, pero los efectos regionales concretos son de momento, inciertos. La cantidad y la calidad de los abastecimientos de agua plantean ya graves problemas en numerosas regiones, incluidas algunas zonas costeras bajas, deltas e islas pequeñas, resultando los países de estas regiones particularmente vulnerables.
o
Infraestructura humana.
Con el cambio climático aumentará la vulnerabilidad de algunas poblaciones costeras a las inundaciones y las pérdidas de tierras debido a la erosión.
Se estima que unos 46 millones de personas están expuestas cada año a inundaciones a causa de mareas de tempestad. Si no se adoptan medidas de adaptación, y no se tiene en cuenta el crecimiento previsto de la población, con una elevación del mar de 50 cm esta cifra crecería a unos 92 millones y con una elevación de 1 m, a unos 118 millones de personas.
Según las previsiones, el nivel del mar seguirá creciendo en los próximos siglos después del 2100. Las pérdidas de tierra estimadas varían desde el 0,05% en Uruguay, el 1% en Egipto, el 6% en Países Bajos y el 17,5% en Bangladesh, hasta el 80% en el Atolón de Majuro, en las Islas Marshall. Algunas naciones insulares pequeñas y los países con mayores densidades demográfica serán más vulnerables, y su población puede verse forzada a una migración interna o internacional.
Disminución del capa de hielo, aumento del nivel del mar
INTRODUCCIÓN Debido al crecimiento de la población, de las economías y de la urbanización, las zonas costeras han experimentado grandes cambios durante el siglo XX. En la actualidad, un 10% de la población mundial reside en zonas costeras de elevación inferior a 10 m. Las 136 ciudades portuarias del mundo con más de 1 millón de habitantes albergan una población total de 400 millones de personas, un 10% de las cuales están expuestas a una inundación costera cada 100 años.
El Cuarto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, 2007) predice un aumento del nivel del mar de entre 0,18 y 0,79 m entre 19802000 y 2090-2100, si se incorpora una posible respuesta dinámica rápida del manto de hielo. Se señala asimismo en el Informe que la parte de ese aumento vinculada a las variaciones de la dinámica del hielo es muy incierta, y no cabe excluir un aumento de mayor magnitud.
En la medida en que persiste el rápido desarrollo de las costas, la sociedad es cada vez más vulnerable al aumento y variabilidad del nivel del mar, como evidenció el huracán Katrina en Nueva Orleans en 2005. Otros aspectos del cambio climático, sumados al descenso de nivel de la tierra firme, intensifican considerablemente ese efecto, aunque la importancia relativa de estos factores varía en función de la ubicación geográfica.
Es necesario conocer más a fondo del aumento y variabilidad del nivel del mar, con el fin de reducir las incertidumbres asociadas a las proyecciones de ese aumento y contribuir así a una más eficaz planificación, gestión y adaptación en las costas, en presencia de las múltiples presiones que acusan las regiones costeras. EL NIVEL DEL MAR HA VARIADO DURANTE LOS CICLOS GLACIALES
En el transcurso de los ciclos glaciales de los últimos millones de años, el nivel del mar ha oscilado en más de 100 metros a medida que aumentaba y disminuía la extensión de los mantos de hielo, particularmente en Europa septentrional y América del Norte (Figura 1).
Estas variaciones del nivel del mar, así como los promedios mundiales del cambio de temperatura a ellas vinculado, reflejaban inicialmente las variaciones de la radiación solar en la superficie de la Tierra (por efecto del vaivén de la órbita terrestre en torno al Sol y de la orientación del eje del planeta), posteriormente amplificadas por los efectos de retorno asociados a las variaciones del albedo de la Tierra y de la concentración de gases de efecto invernadero. Veremos el efecto Albedo a continuación.
En la Figura 1 podemos ver el nivel del mar durante los últimos 500.000 años, en comparación con los niveles actuales. La estimación ha sido tomada de Rohling et al. (2009), y está basada en mediciones del contenido en 18O de carbonatos del Mar Rojo central, que proporcionan una serie temporal más continua que las inferencias paleocronológicas directas del nivel del mar.
Figura1:
La magnitud de las temperaturas mundiales esperadas para finales del siglo XXI es similar a la del último período interglacial, sobrevenido hace aproximadamente 125 000 años. Los datos paleocronológicos indican que, por aquel entonces, el nivel del mar aumentaba aproximadamente entre 6 y 9 m por milenio, llegando a superar en 6 a 9 m los valores actuales, con temperaturas polares entre 3°C y 5°C superiores a las actuales. Estas condiciones pueden servir de referente para las previstas a partir del siglo XXI.
Durante los 100 000 años siguientes, el nivel del mar descendió hasta 130 m por debajo de los valores actuales, al tiempo que se formaban los mantos de hielo de la Europa septentrional y de América. Entre 20 000 y 7 000 años antes de nuestros días, aproximadamente, los mantos de hielo se contrajeron bruscamente y el nivel del mar aumentó con gran rapidez en torno a 1 m/siglo en promedio durante muchos milenios, llegando a alcanzar posiblemente, durante la desglaciación, varios metros por siglo. Posteriormente, y hasta hace 2 000 años, el nivel del mar aumentó más despacio. En los últimos 2 000 años transcurridos hasta el siglo XVIII, los datos paleocronológicos indican que el nivel del mar ha variado a un menor ritmo.
¿QUÉ ES EL EFECTO ALBEDO? El efecto albedo es un parámetro que influye en la regulación de la temperatura terrestre y, por ello, también en el cambio climático. Es importante conocer sus causas y consecuencias. La palabra albedo proviene del latín “albus”, que significa luz blanca o color pálido. Aunque también puede referirse a la propiedad de iluminación del suelo y su atmósfera. Esta última acepción será la que nos interese. La determinación del albedo es importante para evaluar la insolación total además de ser uno de los parámetros más relevantes en la aplicación de modelos de balance radiativo Tierra-Atmósfera.
El albedo absoluto se puede definir como la relación entre la radiación solar reflejada por una superficie, Integrada sobre todas las longitudes de onda de la luz solar, dividido entre la radiación solar incidente sobre esa misma superficie, también integrada sobre todas las longitudes de ondas de la luz solar. El albedo varía con el tipo de cubierta terrestre, la cual presenta una característica espectral y una reflectividad bidireccional propias. El albedo de un suelo varía con el color, la humedad, el contenido de materia mineral y orgánica y el estado de la superficie. Disminuye a medida que aumenta su contenido de humedad, materia orgánica, y rugosidad de la superficie.
Los suelos con tonalidades claras poseen un albedo mayor que los oscuros, por tanto, los suelos arenosos poseen un albedo mayor que los arcillosos.
Los datos de satélite constituyen una herramienta importante para determinar el albedo, además de que dichos datos poseen una adecuada cobertura tanto espacial como temporal.
La Tierra refleja parte de la radiación que recibe del Sol a través de tres actores principales: la atmósfera, las nubes y la superficie terrestre. La radiación reflejada por esta superficie terrestre es el albedo. Así pues, podemos decir que el albedo es la cantidad de radiación solar que es devuelta a la atmósfera tras chocar con la superficie terrestre.
La variación de albedo, es decir, la distinta cantidad de luz que es reflejada o absorbida se debe al color de la superficie que recibe los rayos. Dicha variación da lugar a dos efectos principales: el refrigerante o de enfriamiento (cuando la luz es reflejada) y el de calentamiento (cuando la luz es absorbida). Además, el albedo puede alterarse de forma natural, con la presencia de catástrofes, como los incendios forestales, los huracanes o las plagas.
De esta forma, los colores claros reflejan más la luz y, por tanto, producen el efecto de enfriamiento. Mientras que los colores oscuros absorben más luz y, por ello, producen el efecto de calentamiento. Por ejemplo, las zonas cercanas a los polos tienen un albedo alto, porque el hielo y la nieve reflejan la radiación solar. Sin embargo, los bosques tienen un albedo bajo, porque el color oscuro de las copas de sus árboles hace que la radiación sea absorbida, contribuyendo al calentamiento global. Pero los bosques, no sólo pueden aumentar la temperatura terrestre, sino que también pueden disminuirla, a través del enfriamiento que produce la evapotranspiración o proceso que transfiere el agua desde la superficie a la atmósfera, dando lugar a la formación de las nubes. Así pues, en latitudes bajas predomina la evapotranspiración y en latitudes medias y altas, lo hace el efecto albedo. También puede contribuir al enfriamiento terrestre el carbono absorbido por las plantas en su fotosíntesis.
EL NIVEL DEL MAR AUMENTA MÁS RÁPIDAMENTE Los datos obtenidos en núcleos de sedimento costero y otros datos paleocronológicos del nivel del mar, así como los escasos registros mareográficos de larga duración (anteriores a 1900), las reconstrucciones del nivel del mar durante el siglo XX y los datos altimétricos obtenidos mediante satélites indican que la rapidez del aumento del nivel del mar se ha incrementado en un orden de magnitud aproximadamente, pasando de apenas unas decenas de milímetro al año durante los milenios anteriores hasta cerca de 1,7 mm/año durante el siglo XX. Desde 1993, la tasa de aumento ha sido superior a 3 mm/año, más que en cualquier otro periodo de duración similar del siglo XX, tal como se puede ver en la Figura 2, que muestra el nivel mundial medio del mar entre 1870 y 2008 con estimaciones de error de 1 desviación típica; valores actualizados de Church and White (2006; en rojo), Jevrejeva et al. (2006; en verde) y, entre 1950 y 2000, de Holgate and Woodworth (2004; en azul). La línea negra indica el nivel mundial medio del mar medido con los altímetros TOPEX/Poseidon/Jason-1 y Jason-2 (aplicando un procesamiento estándar, como en Church and White 2006) entre 1993 y 2008. Los valores de las series han sido convertidos de modo que adopten un valor común al comienzo del registro altimétrico, en 1993.
Figura 2:
¿POR QUÉ AUMENTA EL NIVEL DEL MAR?
A la variación del nivel del mar contribuyen muy diversos procesos físicos, ninguno de los cuales produce una señal espacialmente uniforme (Figura 3). A escalas de tiempo decenales, los factores que más contribuyen son:
I)
El deshielo de glaciares y casquetes de hielo (que aumentó en los años 90)
II) La dilatación térmica del océano superior, con aportaciones menores pero apreciables vinculadas a la dilatación térmica del océano profundo y a los mantos de hielo.
Otros factores intervinientes son el almacenamiento de agua en embalses y la extracción de agua de los acuíferos. Con respecto al periodo de 1961 a 2006, Domingues et al. (2008) han elaborado una explicación aproximada del aumento observado (Figura 4; Tabla 1) combinando estimaciones revisadas de las contribuciones que representan la dilatación térmica del océano superior y los glaciares y casquetes de hielo con estimaciones razonables, aunque menos seguras, de la aportación por dilatación térmica del océano profundo y de los mantos de hielo de Groenlandia y de la Antártida del mar, y sus componentes.
En la gráfica de la Figura 4 se pueden observar estas distintas dilataciones. Los componentes son: dilatación térmica en los 700 m superiores (rojo), dilatación térmica del océano profundo (naranja), mantos de hielo de la Antártida y Groenlandia (azul cian), glaciares y casquetes de hielo (gris), y almacenamiento en tierra firme (verde). La suma de las distintas contribuciones está representada en azul. Para estos valores, las estimaciones de 1 desviación típica de error respecto de la dilatación térmica del océano superior están indicadas mediante líneas azules más finas. Los valores estimados del nivel del mar están indicados mediante la línea negra (Domingues et al. (2008)), la línea de puntos amarilla (Jevrejeva et al), y la línea de puntos roja (observaciones con altímetro satelital). Las estimaciones de 1 desviación típica de error del nivel del mar están representadas en la zona gris. Todas las series temporales han sido alisadas mediante promediación móvil a 3 años, y han sido obtenidas tomando como referencia el año 1961 (Domingues et al. 2008) Figura 4:
Gracias a las mediciones mediante altimetría satelital de las variaciones de volumen del océano y de los mantos de hielo, a las mediciones gravitacionales desde satélite de las variaciones de masa del océano y de los mantos de hielo, y a las boyas perfiladoras Argo, que han permitido medir la variación de las temperaturas del océano superior y la dilatación térmica del océano superior, nuestro conocimiento de los factores que influyen en el nivel del mar es ahora mejor que en 2003.
El análisis de estas y otras observaciones indica que está aumentando la contribución de los glaciares de montaña y de los casquetes de hielo, así como de los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida, por efecto del aflujo de hielo hacia el océano en esas dos regiones.
Con todo, los registros son todavía de corta duración, subsisten algunas discrepancias, y las estimaciones cuantitativas con respecto al siglo XXI basadas en magnitudes físicas son actualmente incompletas.
Es particularmente preocupante el rápido adelgazamiento dinámico de los contornos de los bancos de hielo en Groenlandia y en la Antártida, como se puede observar comparando las imágenes del casco polar ártico entre 1979 y 2005 que se muestran a continuación:
Es importante conocer más en detalle las contribuciones al aumento del nivel del mar, con el fin de imponer unas limitaciones observacionales más realistas a los modelos climáticos utilizados para obtener proyecciones de ese aumento en el Quinto Informe de Evaluación del IPCC.
A modo de resumen se pueden ver en la siguiente imagen los procesos que contribuyen a la variación del nivel del mar. Adaptado de Causes of sea level rise from climate change (2002). En PNUMA/ GRID-Arendal Maps and Graphics.
DISTRIBUCIÓN REGIONAL DEL AUMENTO DEL NIVEL DEL MAR
La distribución regional del aumento del nivel del mar es importante, ya que sus alteraciones a nivel regional o local y las de la tierra firme a nivel local son las que más directamente afectan a la sociedad y al medio ambiente. Los datos altimétricos satelitales indican variaciones regionales
apreciables de la tasa de aumento del nivel del mar (Figura 5), que en algunas regiones ha sido cinco veces superior al promedio mundial desde 1993.
Sin embargo, teniendo en cuenta la duración relativamente breve de los registros altimétricos, esa variación regional refleja en gran medida la variabilidad del clima, particularmente en el Océano Pacífico ecuatorial. Su evolución exhibe una pauta vinculada al movimiento del agua en el interior de los océanos en respuesta a pautas de viento variables asociadas a ciertos fenómenos climáticos, como El Niño-Oscilación Austral, y está reflejada en gran medida en las pautas regionales de dilatación térmica del océano.
Durante el siglo XXI la variabilidad climática persistirá, y las poblaciones costeras resultarán afectadas conjuntamente por las pautas de aumento del nivel del mar en largos periodos, por la variabilidad natural del nivel del mar y, naturalmente, por sus variaciones extremas causadas por tempestades y olas.
En la Figura 5 se observa la distribución espacial de las tasas de aumento del nivel del mar, tomando como referencia el promedio mundial durante el periodo comprendido entre enero de 1993 y diciembre de 2009, a partir de datos altimétricos satelitales (disponible en http://www.cmar.csiro.au/sealevel/). Figura 5:
Las variaciones de masa de los mantos de hielo (y de los glaciares y casquetes de hielo) influyen también en la distribución regional del aumento del nivel del mar, dado que alteran el campo gravitacional de la Tierra y el movimiento elástico de la corteza terrestre. En consecuencia, la contribución de los mantos de hielo se traduce en una disminución relativa del nivel del mar en las proximidades de los mantos de hielo menguantes, y en un aumento superior al promedio mundial (de hasta un 20% aproximadamente) en regiones distantes de ellos. Así, la aportación de los mantos de hielo al aumento futuro del nivel del mar podría tener efectos desproporcionados en algunas regiones alejadas y potencialmente vulnerables.
LAS PROYECCIONES DEL IPCC ACERCA DEL AUMENTO DEL NIVEL DEL MAR EN EL SIGLO XXI.
El Tercer Informe de Evaluación del IPCC (IPCC, 2001; 3IE) contenía proyecciones promediadas de diversos modelos para 2100 tomando como referencia el año 1990 y abarcando todos los escenarios de gases invernadero; su magnitud era de 30 a 50 cm (en gris oscuro en la Figura 6).
La horquilla aproximada de valores del conjunto de proyecciones obtenidas para todos los escenarios es de 20 a 70 cm (en gris claro). En conjunto, incorporando la incertidumbre respecto a las estimaciones de la contribución total de los hielos terrestres, las proyecciones arrojan un aumento del nivel del mar de entre 9 y 88 cm (líneas exteriores, en negro).
En la Figura 6 muestra el aumento proyectado del nivel del mar para el siglo XXI. La horquilla de valores de aumento del nivel del mar promediados mundialmente para el periodo 1990-2100 según el informe de evaluación del IPCC (2001) está representada mediante líneas y regiones sombreadas (el sombreado oscuro representa la envolvente promedia de los modelos respecto de todos los escenarios de gases invernadero considerados, el sombreado claro representa la envolvente de todos los modelos respecto del conjunto de escenarios, y las líneas exteriores incorporan un margen adicional de incertidumbre respecto de los procesos tierra-hielo).
Las proyecciones del 4IE del IPCC publicadas en 2007 (límite de confianza: 90%) están representadas mediante barras verticales a la altura de 2095: la barra magenta es la horquilla de proyecciones de los modelos, y la barra roja representa esa misma horquilla ampliada para incorporar la posible contribución adicional, no muy bien cuantificada, de una respuesta dinámica de los bancos de hielo de Groenlandia y de la Antártida al calentamiento mundial. La flecha en rojo indica que «no cabe excluir valores más elevados, aunque nuestros conocimientos sobre estos efectos son demasiado limitados para poder evaluar su probabilidad o para aportar una estimación óptima de una cota superior de aumento del nivel del mar»; Fuente: Church et al. (2008).
Figura 6:
Las proyecciones de los modelos utilizados para el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC (IPCC, 2007; 4IE) constan de dos partes. La primera representa el aumento del nivel del mar estimado (con un intervalo de confianza de 90%) por efecto de la dilatación térmica del océano, los glaciares y los casquetes de hielo; los modelos indicaban que en 2095 la contribución de los mantos de hielo representará un aumento del nivel del mar de entre 18 y 59 cm (línea magenta).
Esta contribución es similar, aunque ligeramente inferior, al intervalo de valores equivalente indicado en el 3IE (región en gris claro). La segunda parte refleja una posible respuesta dinámica rápida de los mantos de hielo de Groenlandia y de la Antártida occidental, que podría contribuir de manera acelerada al aumento del nivel del mar. Teniendo presente esta posible contribución, se efectuó una estimación ad hoc de la respuesta dinámica de los mantos de hielo, que incorporó un margen adicional de 10 a 20 cm de aumento del nivel del mar (línea roja).
Sin embargo, a falta de un conocimiento más detallado de esa respuesta, esta última contribución no fue incluida en las proyecciones del 4IE, dado que no se disponía de modelos adecuados para obtener estimaciones cuantitativas. El IPCC (2007) indicó claramente que no cabía excluir una
contribución de mayor magnitud. Comparándolas en esos términos, las proyecciones del 3IE y del 4IE del aumento del nivel del mar para el siglo XXI son similares, especialmente en el extremo superior del intervalo de valores.
LA EVOLUCIÓN ACTUAL DEL NIVEL DEL MAR COINCIDE CON LAS PROYECCIONES DE MAYOR PENDIENTE
Recientes observaciones efectuadas con altímetros satelitales entre 1993 y 2006 (Figura 7) y mediciones del nivel del mar costero obtenidas entre 1990 y 2001 evidencian que la evolución del nivel del mar coincide con la cota superior de las proyecciones del 3IE de 2001. Como se acaba de indicar, esa evolución es también equivalente a la cota superior de las proyecciones de 4IE 2007, una vez incluido el margen de incertidumbre vinculado a los hielos terrestres. Recientes mediciones altimétricas indican que, desde 1993, el nivel del mar sigue aumentando a una tasa próxima a la cota superior de las proyecciones. Estas observaciones no indican necesariamente que el nivel del mar seguirá describiendo esa trayectoria; podría divergir de esos valores en sentido creciente o decreciente, en función del cambio climático natural o antropógeno o ambos.
Habiendo constatado que el aumento del nivel del mar se aproxima a la cota superior de las proyecciones del IPCC, varios autores (Rahmstorf 2007; Grinsted et al., 2009) desarrollaron parametrizaciones relativamente simples del aumento del nivel del mar basándose en la relación existente entre los valores históricos mundiales observados del nivel del mar y los registros atmosféricos de temperatura en superficie. En términos generales, estos modelos semiempíricos han arrojado unas proyecciones cuyos valores superan a los del 4IE. Aunque reflejan un intento de subsanar el conocimiento insuficiente de las posibles contribuciones futuras de los mantos de hielo, los procesos conducentes al aumento del nivel del mar no están en ellos explícitamente contemplados, sino que han sido representados mediante un pequeño número de parámetros determinados estadísticamente. La validez de tales modelos ha sido cuestionada, por lo que urge evaluar tanto su utilización como su aplicabilidad.
La Figura 7 muestra el aumento observado del nivel del mar mediante mareómetros y altímetros satelitales, comparado con las proyecciones del 3IE del IPCC. Los datos del nivel del mar han sido obtenidos principalmente de mareómetros (valores anuales, en rojo) y de altímetros satelitales (datos trimestrales, en azul, hasta mediados de 2006). Figura 7:
EL NIVEL DEL MAR SEGUIRÁ AUMENTANDO DURANTE SIGLOS
Los glaciares y casquetes de hielo (excluyendo las regiones polares) contienen una cantidad limitada de hielo (en términos aproximados, menos de 40 cm de aumento equivalente del nivel del mar si se deshelaran en su totalidad), por lo que su contribución al aumento del nivel del mar es limitada. Sin embargo, la dilatación térmica del océano proseguirá durante siglos, incluso después de que se estabilicen las concentraciones de gases invernadero en la atmósfera, debido a la lentitud de la transferencia de calor de la superficie al océano profundo. El aumento del nivel del mar que se alcance dependerá de la concentración de gases invernadero y de las temperaturas de la atmósfera; las simulaciones mediante modelos climáticos parecen indicar una elevación del orden de 0,5 m por ºC de calentamiento mundial.
Los mantos de hielo de Groenlandia y de la Antártida son, a largo plazo, los más preocupantes en lo que se refiere al aumento del nivel del mar. El deshielo del manto de hielo de Groenlandia (que contiene una cantidad de agua suficiente para elevar el nivel del mar en aproximadamente 7 m)
está aumentando en masa y en extensión. Simulaciones efectuadas con modelos indican que el deshielo de su superficie aumentará más rápidamente que la precipitación de nieve, configurando un umbral de estabilización de la temperatura por encima del cual el manto de hielo de Groenlandia seguirá fundiéndose durante miles de años. El valor estimado de ese umbral es un aumento de temperatura de tan sólo 3,1° ±0,8° C promediado a nivel mundial (1 desviación típica) por encima de las temperaturas anteriores a la era industrial. De no aminorarse las emisiones de gases invernadero, es probable que el umbral resulte rebasado durante el siglo XXI, con lo que el planeta se vería abocado a un aumento inexorable del nivel del mar de varios metros aunque, si el deshielo fuera sólo superficial, el proceso duraría centenares o miles de años.
La descarga de los glaciares y corrientes de hielo de Groenlandia parece indicar una respuesta dinámica, que podría acelerar el aumento debido al deshielo superficial. Introduciendo limitaciones cinemáticas, estimaron que un aumento del nivel del mar superior a 2 m de aquí a 2100 era físicamente irrealizable, aventurando una estimación más plausible de aproximadamente 80 cm, que concuerda con la región superior de las estimaciones del IPCC y con la tasa de aumento actual. Faltaría por incorporar a este valor una aceleración apreciable vinculada a las contribuciones de los mantos de hielo.
Es urgente analizar más a fondo los procesos que determinan las variaciones de los mantos de hielo, con el fi n de mejorar las estimaciones de la tasa y cronología del aumento del nivel del mar durante el siglo XXI y en periodos de tiempo más prolongados. VARIACIONES DE LOS VALORES EXTREMOS DEL NIVEL DEL MAR
El aumento del nivel del mar es más perceptible durante los episodios extremos (períodos en que el nivel del mar es superior al promedio). Tal es el caso de las numerosas mareas de tempestad asociadas a los ciclones intensos, que se han cobrado numerosas víctimas desde hace muchos años en los países de baja elevación, como sucedió en Bangladesh y en las mareas de tempestad de 1953 y 1962 del noroeste de Europa. Algunos ejemplos recientes han sido el huracán Katrina, en Nueva Orleans, y el ciclón Nargis en Myanmar.
Un análisis de los niveles extremos del mar durante el siglo XX indica que, para una altura dada, las inundaciones costeras son actualmente más frecuentes que en los comienzos del siglo XX. Estos datos reflejan más una respuesta a las variaciones del nivel medio del mar que una alteración de la frecuencia o intensidad de las tempestades.
Un análisis efectuado en varias ubicaciones indica que es probable que, de aquí a 2100, las inundaciones que actualmente sobrevienen una vez cada 100 años lo hagan más de una vez al año en muchos lugares. Además, las subidas más extremas del nivel del mar serán superiores y, por consiguiente, tendrán mayores repercusiones.
Subsiste la incertidumbre sobre si el calentamiento mundial acrecentará la frecuencia de las tempestades. Es probable que las alteraciones que se experimenten varíen regionalmente. Si las
regiones polares se calientan más que los trópicos, la disminución de la diferencia de temperaturas entre el ecuador y los polos podría dar lugar a un menor número de tempestades de menor intensidad en latitudes medias, y a un aumento del número e intensidad de las tempestades en latitudes altas. En el 4IE se concluía que la mayoría de los modelos climáticos del clima futuro indican un desplazamiento hacia los polos de las trayectorias de las tempestades si aumentan las temperaturas.
La predicción de las alteraciones que experimentan las tempestades tropicales tiene también numerosas incertidumbres, ya que su pequeña escala horizontal hace necesaria una alta resolución de los modelos. Experimentos realizados con modelos de circulación general atmósferaocéano acoplados, acompañados de un aumento de gases invernadero, proyectan un aumento de la temperatura de la superficie del mar y de la humedad atmosférica en la región tropical. Resultados recientes indican un menor número de ciclones tropicales, aunque de mayor intensidad.
EL NIVEL DEL MAR Y LA SOCIEDAD - NECESIDAD DE MEDIDAS DE ATENUACIÓN Y ADAPTACIÓN
La atenuación del cambio climático será esencial si se desean evitar los efectos más severos del aumento del nivel del mar en todo el mundo, en particular si continúa la dilatación térmica del océano o si se produce un hundimiento parcial de los bancos de hielo de Groenlandia o de la Antártida o de ambos. Las proyecciones del nivel del mar para 2100, según el escenario de emisiones de gases invernadero más cuantiosas del 4IE del IPCC (IPCC 2007), son aproximadamente un 50% más elevadas que en el escenario de emisiones menos cuantiosas. A largo plazo, la dilatación térmica del océano es aproximadamente proporcional a la magnitud del calentamiento mundial, y el manto de hielo de Groenlandia desaparecerá probablemente en buena parte por efecto del cambio climático antropógeno, a menos que se reduzcan sustancialmente las emisiones.
Aunque se consiga atenuar el calentamiento mundial, será esencial adoptar medidas de adaptación al aumento del nivel del mar. A lo largo del siglo XXI, el nivel del mar alcanzará valores sustancialmente diferentes de los actuales. En las costas que experimentan hundimiento debido a procesos naturales o artificiales, como es el caso de numerosos deltas densamente poblados y de sus ciudades, los efectos serán más intensos. El aumento del nivel del mar ocasionará, en particular: 1. Inundaciones costeras más frecuentes. 2. Cambios del ecosistema, como la pérdida de marismas y manglares. 3. Una mayor erosión de las playas y acantilados no rocosos. 4. La salinización de las aguas superficiales y subterráneas. Estimaciones indicativas sugieren que están actualmente amenazados por las inundaciones costeras unos 200 millones de personas y una infraestructura cifrada en un billón de dólares. La exposición a estos fenómenos sigue aumentando rápidamente, debido sobre todo a las tendencias socioeconómicas, y en ausencia de adaptación los riesgos se incrementan a medida que aumenta el nivel del mar.
Unas medidas de adaptación apropiadas pueden reducir considerablemente las repercusiones del aumento del nivel del mar. Los planes de adaptación podrían consistir en un retroceso frente a la elevación del mar mediante la zonificación planificada de las regiones costeras vulnerables, en la modificación de la infraestructura costera construyendo, por ejemplo, centros de protección frente a ciclones, o en la protección de las regiones costeras más valiosas. La adaptación planificada es más eficaz en términos de costo y causa menos trastornos que la adaptación forzosa en respuesta a los efectos de los fenómenos extremos, y ha de ser abordada en el contexto de las múltiples presiones que padecen las regiones costeras por efecto de un rápido desarrollo de las costas.
Nuestros conocimientos sobre el aumento y la variabilidad del nivel del mar han progresado considerablemente durante el último decenio, en gran medida gracias a las mejoras espectaculares de los sistemas de observación in situ y satelitales, y a la mejora de los modelos del sistema climático.
Sin embargo, la amplia diversidad de las actuales proyecciones para el siglo XXI del aumento del nivel del mar promediado mundialmente refleja principalmente un conocimiento inadecuado de los factores que controlan ese aumento y su distribución regional.
La mejora de las observaciones y de los modelos de los océanos mundiales, de los glaciares y de los casquetes de hielo, así como de los bancos de hielo de Groenlandia y de la Antártida, y la detección temprana de una posible contribución creciente de los mantos de hielo, son factores cruciales para poder adoptar decisiones sobre la planificación de las medidas de atenuación y adaptación en relación con los gases invernadero. La gran incertidumbre, actualmente, está en averiguar en qué medida los bancos de hielo de Groenlandia y de la Antártida contribuirán al aumento del nivel del mar durante el siglo XXI y en años posteriores.
La planificación y los avisos tempranos en previsión de fenómenos extremos, mediante una mejora de los modelos de marea de tempestad y de su aplicación práctica, son aspectos importantes de la gestión de las zonas costeras en algunas regiones. Para lograr que las naciones puedan acceder a la información necesaria para planificar medidas de adaptación será necesario seguir avanzando en la implantación de sistemas de observación, y mejorando los modelos del sistema climático y los recursos locales de apoyo a la toma de decisiones. Última modificación: viernes, 6 de abril de 2018, 13:09
¿Qué es el desarrollo sostenible? INTRODUCCIÓN El concepto de desarrollo sostenible fue descrito por el Informe de la Comisión Bruntland de 1987 como “el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades”. El desarrollo sostenible fue el tema central de lo que se ha dado por llamar la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992. Fue allí cuando los políticos de casi todos los países del mundo firmaron acuerdos en materia de cambio climático y de biodiversidad. Al final de la Cumbre publicaron una declaración con una lista de 27 principios en materia de medio ambiente y de desarrollo sostenible.
La sostenibilidad es un paradigma para pensar en un futuro en el cual las consideraciones ambientales, sociales y económicas se equilibran en la búsqueda del desarrollo y de una mejor calidad de vida. Estos tres ámbitos –la sociedad, el medio ambiente y la economía– están entrelazados. Por ejemplo, una sociedad próspera depende de un medio ambiente sano que provea de alimentos y recursos, agua potable y aire limpio a sus ciudadanos.
El paradigma de la sostenibilidad constituye un cambio importante desde el paradigma anterior del desarrollo económico con sus nefastas consecuencias sociales y ambientales, que hasta hace poco tiempo eran consideradas como inevitables y aceptables. Sin embargo, ahora comprendemos que estos graves daños y amenazas al bienestar de las personas y del medio ambiente como consecuencia de la búsqueda del desarrollo económico, no tienen cabida dentro del paradigma de la sostenibilidad.
Podríamos preguntarnos entonces, ¿cuál es la diferencia entre desarrollo sostenible y sostenibilidad? La sostenibilidad suele considerarse como un objetivo a largo plazo (es decir, un mundo más sostenible), mientras que el desarrollo sostenible se refiere a los muchos procesos y caminos que existen para lograr ese objetivo (por ejemplo, la agricultura y silvicultura sostenible, la producción y consumo sostenible, el buen gobierno, la investigación y transferencia tecnológica, la educación y formación, etc.).
DESARROLLO SOSTENIBLE: ORIGEN DEL TÉRMINO Y RASGOS PRINCIPALES
El origen del concepto de desarrollo sostenible está asociado a la preocupación creciente existente en la comunidad internacional en las últimas décadas del siglo XX al considerar el vínculo existente entre el desarrollo económico y social y sus efectos más o menos inmediatos sobre el medio natural. Esto, como se expondrá algo más adelante, no se trataba de un conflicto nuevo.
Lo nuevo fue la magnitud y extensión alcanzada por el mismo, que condujo a una valoración sobre sus consecuencias futuras, incluida dentro de ellas la capacidad de supervivencia de la especie humana.
La toma de conciencia a nivel mundial de la estrecha relación existente entre el desarrollo económico y el medio ambiente, tuvo su expresión en el marco de las Naciones Unidas con la creación por este organismo en el año 1983 de la Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente, integrada por un grupo de personalidades del ámbito científico, político y social, representativo de los diversos intereses existentes en la comunidad internacional.
Para dirigir esta Comisión fue designada la señora Gró Harlem Brundtland, en aquel entonces primer ministro de Noruega, quien tenía un papel destacado por sus criterios e intervenciones en los temas ambientales.
La Comisión recibió el mandato de elaborar un informe que diera respuesta a las siguientes inquietudes:
o
Analizar los temas vinculados al desarrollo y el medio ambiente y formular propuestas al respecto. o Proponer nuevas formas de cooperación internacional capaces de influir en los temas de desarrollo y medio ambiente para alcanzar los objetivos propuestos. o Promover niveles de comprensión y compromiso con estos objetivos por parte de individuos, organizaciones, empresas, institutos y gobiernos. En abril del año 1987 la Comisión publicó y dio a conocer su informe, titulado “Nuestro futuro común” (“Our common future”, en inglés) conocido también como “Informe Brundtland” (Brundtland, G.H., 1987) en el cuál se introduce el concepto de desarrollo sostenible, definido en estos términos:
“Está en manos de la humanidad asegurar que el desarrollo sea sostenible, es decir, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”.
La interpretación de este concepto, resumido en el enunciado antes expuesto, no puede realizarse al margen del resto del contenido del informe donde fue acuñado. Tampoco es posible reseñar dicho documento, que se trata de un texto muy extenso y fundamentado. Pero al menos, para entender lo que se pretendía con el concepto de desarrollo sostenible, es necesario destacar
algunas de las conclusiones recogidas en el “Informe Brundtland”, que se mencionan a continuación.
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o
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Los modelos de crecimiento económico imperantes a nivel mundial, conducen inevitablemente al agotamiento paulatino de los recursos naturales del planeta, a la degradación ambiental y al aumento de la pobreza, reforzando la idea de falta de solidaridad intergeneracional. Sin embargo, con una intención positiva y conciliadora, el informe consideró que con una distribución más equitativa y racional de los bienes se podría crecer y reducir la pobreza, pero para ello era imprescindible lograr una acción consecuente de los líderes políticos y una participación efectiva de los ciudadanos en integrar los objetivos del desarrollo económico y social con la conservación ambiental, lo cual agrupó en la categoría de desarrollo sostenible. Desde el punto de vista social, el informe consideró importante analizar el crecimiento demográfico en su vínculo con la disponibilidad de recursos naturales y con los requerimientos de alimentación, recursos energéticos, agua, infraestructura técnica, vivienda y espacio físico. Para enfrentar los retos del presente, y en especial los del futuro, era necesario disponer de una población instruida y sana, aspectos deficitarios a nivel mundial. En el caso del componente natural o ecológico, el informe alertó sobre la pérdida de biodiversidad y el riesgo de extinción de numerosas especies, así como la intensa degradación o fragmentación de muchos ecosistemas, lo cual compromete los servicios que estos brindan a los seres humanos. Los recursos naturales marcaban algunas limitaciones al crecimiento económico, particularmente el agotamiento de los recursos no renovables y la capacidad de la biosfera de absorber los efectos de la actividad humana, pero los avances tecnológicos podían permitir su utilización más eficiente, a partir de emplearlos en menor medida, reducir la emisión de desechos y aumentar los niveles de reúso.
Varias pautas fueron recomendadas en el “Informe Brundtland” para lograr un compromiso entre el desarrollo económico y el medio ambiente, que de hecho han marcado el rumbo político de las relaciones entre ambos en los últimas décadas, dentro de las cuáles se pueden destacar (Gómez Gutiérrez C. y J. A. Díaz Duque, 2013): o o o
Los gobiernos debían realizar un papel más dinámico como difusores de información sobre los recursos naturales y la calidad ambiental, y promover una contabilidad anual de dichos recursos como un activo más a escala social. Se debía reforzar el papel regulador de los gobiernos en temas ambientales, reconociendo el papel de los incentivos destinados a disminuir costos y utilizar de modo eficiente los recursos naturales. Había resultado muy limitado el papel realizado por Naciones Unidas y sus agencias internacionales, entre ellas el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para fomentar un desarrollo sostenible, al no constituir este un objetivo prioritario y predominar un enfoque fragmentado y una escasa coordinación entre sus agencias, lo cual fue valorado críticamente y susceptible de un cambio profundo.
Sobre todos estos aspectos, es innegable que se ha producido con posterioridad un cambio apreciable a nivel internacional. La “Primera Cumbre de la Tierra”, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, adoptó como objetivo político el concepto de desarrollo sostenible y dio paso a un conjunto de acuerdos internacionales llamados a enfrentar varios de los problemas ambientales recogidos en el “Informe Brundtland”. Numerosos países, entre ellos Cuba, incluyeron dicho objetivo en su constitución u otros cuerpos legales, y han creado ministerios, agencias o institutos
que promueven este propósito. Tanto en Naciones Unidas y sus agencias especializadas, como a nivel de los gobiernos y organismos regionales, la agenda ambiental ha ganado un espacio mucho más amplio y el flujo de recursos financieros y las acciones de divulgación sobre los recursos naturales y el medio ambiente se han multiplicado.
Los temas relacionados con el medio ambiente son ahora tratados de modo frecuente en los medios masivos de comunicación, y en el público común existe una mayor percepción acerca de la importancia de los recursos naturales y las consecuencias derivadas de los problemas ambientales.
Estas preocupaciones ambientales han llegado también al mundo empresarial. Muchas grandes corporaciones y empresas tratan de modificar su imagen adoptando políticas respetuosas con el medio ambiente y se ha abierto un espacio comercial a los llamados productos limpios, producciones ecológicas o producciones agrícolas kilómetro cero, iniciativas que destacan la no generación de residuos, los alimentos producidos sin consumo de fertilizantes o pesticidas químicos, o sin necesidad de traslado a grandes distancias con consumo de combustible. En este contexto, el empleo del término desarrollo sostenible, se ha popularizado y es hoy de uso frecuente, aunque en ocasiones con interpretaciones deformadas.
Sin embargo, resulta aún débil una formulación rigurosa y sobre bases objetivas de los avances hacia un desarrollo sostenible. Dentro de las interpretaciones incorrectas se encuentran quienes consideran que sostenible significa que se puede mantener ilimitadamente un crecimiento económico en el tiempo (H.E. Daly y J.B. Coob, 1994). Algunos soslayan el hecho de que recursos naturales como el suelo y el agua, son limitados en un país o región concreta y piensan que la tecnología puede superar estas barreras (López Ornat, A., 2004). Otros utilizan el término como un sinónimo amistoso con el medio ambiente.
No faltan críticas que le señalan su carácter muy general y poco riguroso, que trata de buscar un compromiso entre el pensamiento vigente de lograr a ultranza un crecimiento económico permanente y las preocupaciones medioambientales sobre el futuro de la humanidad, dando lugar a una mitología del desarrollo (Naredo, J. M., 2006).
PRINCIPIOS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
Todos los programas para el desarrollo sostenible deben considerar los tres ámbitos de la sostenibilidad –medio ambiente, sociedad y economía– así como también una dimensión subyacente de la cultura. Puesto a que el desarrollo sostenible se adecúa a los contextos locales de estos tres ámbitos, adoptará formas muy variadas en todo el mundo. Los ideales y principios que constituyen la sostenibilidad incluyen conceptos amplios tales como equidad entre las generaciones, equidad de género, paz, tolerancia, reducción de la pobreza, preservación y restauración del medio ambiente, conservación de los recursos naturales y justicia social.
La Declaración de Río, que surgió de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, también llamada Cumbre de la Tierra, que se llevó a cabo en la ciudad de Río de Janeiro en 1992. Un total de 172 gobiernos participaron, incluidos 108 jefes de estado o de gobierno. El Programa 21 es el documento oficial de la Cumbre de la Tierra. Contiene 27 principios entre los que se incluyen los siguientes:
o
Los seres humanos tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza. o El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades ambientales y de desarrollo de las generaciones actuales y futuras. o Erradicar la pobreza y reducir las disparidades en los niveles de vida en los distintos pueblos del mundo es indispensable para el desarrollo sostenible. o La protección del medio ambiente constituye parte integrante del proceso de desarrollo y no puede considerarse en forma aislada. o Las medidas internacionales que se adopten con respecto al medio ambiente y el desarrollo deben considerar también los intereses y necesidades de todos los países. o Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberán reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas. o Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la gestión ambiental y el desarrollo. Por lo tanto, es imprescindible contar con su plena participación para lograr el desarrollo sostenible. o La guerra es intrínsecamente destructiva para el desarrollo sostenible. La paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente son interdependientes e inseparables. Estos principios pueden guiar las acciones de los gobiernos, las comunidades y las organizaciones para definir los objetivos de sostenibilidad y crear programas para ayudar a lograr estos objetivos. PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
No todos los conceptos asociados con la sostenibilidad están incorporados en los 27 principios del desarrollo sostenible de la Declaración de Río. Los principios que acompañan al desarrollo sostenible son perspectivas que han llegado a ser parte del diálogo mundial sobre sostenibilidad, como:
o
o o o o o
Se debe usar un enfoque del pensamiento sistémico, más que un enfoque que mire los problemas de manera aislada. El pensamiento sistémico es el proceso para comprender cómo los elementos que componen un sistema influyen unos a otros en el conjunto. El enfoque sistémico, ha sido definido como un planteamiento para la solución de problemas, en el cual los “problemas” son considerados como partes de un sistema general, más que como partes aisladas, resultados o eventos. Los temas de sostenibilidad están vinculados y son parte de un “todo”. Entender los temas locales en un contexto global y reconocer que las soluciones a los problemas locales pueden tener consecuencias mundiales. Comprender que las decisiones individuales de los consumidores afectan y dan origen a la extracción de recursos y a procesos de manufactura en lugares distantes. Tomar en cuenta los diferentes puntos de vista antes de llegar a una decisión o hacer un juicio. Reconocer que los valores económicos, religiosos y sociales compiten en importancia cuando las personas con distintos intereses y orígenes interactúan. Ver que todas las personas poseen atributos universales.
o o
Saber que la tecnología y la ciencia por sí solas no pueden resolver nuestros problemas. Poner énfasis en el papel que juega la participación pública en la comunidad y en las decisiones de los gobiernos. Las personas cuyas vidas se verán afectadas por las decisiones que se tomen deben participar en el proceso que llevará a las decisiones finales. o Exigir mayor transparencia y responsabilidad en las decisiones gubernamentales. o Emplear el principio cautelar –actuar para evitar la posibilidad de un daño ambiental o social grave o irreversible incluso cuando el conocimiento científico sea incompleto o sea poco concluyente. Es importante que los educadores, los líderes y los ciudadanos reconozcan que el desarrollo sostenible es un concepto en evolución y que la lista de perspectivas de sostenibilidad puede, por ende, aumentar o cambiar.
VALORES DENTRO DEL PARADIGMA DE LA SOSTENIBILIDAD
Desarrollo sostenible significa valorar la biodiversidad y la conservación, junto con la diversidad humana, la inclusión y la participación. En el ámbito económico, hay quienes defienden la satisfacción de las necesidades para todos, mientras que otros prefieren la igualdad de oportunidades económicas.
Otro medio para transmitir los valores inherentes al paradigma de la sostenibilidad es la Carta de la Tierra, una declaración de principios éticos fundamentales para construir una sociedad mundial justa, sostenible y pacífica.
El desarrollo sostenible incluye numerosos temas de raíces ambientales, sociales, económicos y políticos, estos temas son complejos y suelen ser difíciles de definir, así como de solucionar. Entre los temas se incluye la reducción de la pobreza, el cambio de los patrones de consumo, el crecimiento de la población mundial y la protección de la salud humana, los cuales presentan desafíos para nuestros sistemas sociales y económicos.
¿Qué es el desarrollo sostenible? INTRODUCCIÓN El concepto de desarrollo sostenible fue descrito por el Informe de la Comisión Bruntland de 1987 como “el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades”. El desarrollo sostenible fue el tema central de lo que se ha dado por llamar la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992. Fue allí cuando los políticos de casi todos los países del mundo firmaron acuerdos en materia de cambio climático y de biodiversidad. Al final de la Cumbre publicaron una declaración con una lista de 27 principios en materia de medio ambiente y de desarrollo sostenible.
La sostenibilidad es un paradigma para pensar en un futuro en el cual las consideraciones ambientales, sociales y económicas se equilibran en la búsqueda del desarrollo y de una mejor
calidad de vida. Estos tres ámbitos –la sociedad, el medio ambiente y la economía– están entrelazados. Por ejemplo, una sociedad próspera depende de un medio ambiente sano que provea de alimentos y recursos, agua potable y aire limpio a sus ciudadanos.
El paradigma de la sostenibilidad constituye un cambio importante desde el paradigma anterior del desarrollo económico con sus nefastas consecuencias sociales y ambientales, que hasta hace poco tiempo eran consideradas como inevitables y aceptables. Sin embargo, ahora comprendemos que estos graves daños y amenazas al bienestar de las personas y del medio ambiente como consecuencia de la búsqueda del desarrollo económico, no tienen cabida dentro del paradigma de la sostenibilidad.
Podríamos preguntarnos entonces, ¿cuál es la diferencia entre desarrollo sostenible y sostenibilidad? La sostenibilidad suele considerarse como un objetivo a largo plazo (es decir, un mundo más sostenible), mientras que el desarrollo sostenible se refiere a los muchos procesos y caminos que existen para lograr ese objetivo (por ejemplo, la agricultura y silvicultura sostenible, la producción y consumo sostenible, el buen gobierno, la investigación y transferencia tecnológica, la educación y formación, etc.).
DESARROLLO SOSTENIBLE: ORIGEN DEL TÉRMINO Y RASGOS PRINCIPALES
El origen del concepto de desarrollo sostenible está asociado a la preocupación creciente existente en la comunidad internacional en las últimas décadas del siglo XX al considerar el vínculo existente
entre el desarrollo económico y social y sus efectos más o menos inmediatos sobre el medio natural. Esto, como se expondrá algo más adelante, no se trataba de un conflicto nuevo.
Lo nuevo fue la magnitud y extensión alcanzada por el mismo, que condujo a una valoración sobre sus consecuencias futuras, incluida dentro de ellas la capacidad de supervivencia de la especie humana.
La toma de conciencia a nivel mundial de la estrecha relación existente entre el desarrollo económico y el medio ambiente, tuvo su expresión en el marco de las Naciones Unidas con la creación por este organismo en el año 1983 de la Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente, integrada por un grupo de personalidades del ámbito científico, político y social, representativo de los diversos intereses existentes en la comunidad internacional.
Para dirigir esta Comisión fue designada la señora Gró Harlem Brundtland, en aquel entonces primer ministro de Noruega, quien tenía un papel destacado por sus criterios e intervenciones en los temas ambientales.
La Comisión recibió el mandato de elaborar un informe que diera respuesta a las siguientes inquietudes:
o
Analizar los temas vinculados al desarrollo y el medio ambiente y formular propuestas al respecto. o Proponer nuevas formas de cooperación internacional capaces de influir en los temas de desarrollo y medio ambiente para alcanzar los objetivos propuestos. o Promover niveles de comprensión y compromiso con estos objetivos por parte de individuos, organizaciones, empresas, institutos y gobiernos. En abril del año 1987 la Comisión publicó y dio a conocer su informe, titulado “Nuestro futuro común” (“Our common future”, en inglés) conocido también como “Informe Brundtland” (Brundtland, G.H., 1987) en el cuál se introduce el concepto de desarrollo sostenible, definido en estos términos:
“Está en manos de la humanidad asegurar que el desarrollo sea sostenible, es decir, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”.
La interpretación de este concepto, resumido en el enunciado antes expuesto, no puede realizarse al margen del resto del contenido del informe donde fue acuñado. Tampoco es posible reseñar dicho documento, que se trata de un texto muy extenso y fundamentado. Pero al menos, para entender lo que se pretendía con el concepto de desarrollo sostenible, es necesario destacar algunas de las conclusiones recogidas en el “Informe Brundtland”, que se mencionan a continuación.
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Los modelos de crecimiento económico imperantes a nivel mundial, conducen inevitablemente al agotamiento paulatino de los recursos naturales del planeta, a la degradación ambiental y al aumento de la pobreza, reforzando la idea de falta de solidaridad intergeneracional. Sin embargo, con una intención positiva y conciliadora, el informe consideró que con una distribución más equitativa y racional de los bienes se podría crecer y reducir la pobreza, pero para ello era imprescindible lograr una acción consecuente de los líderes políticos y una participación efectiva de los ciudadanos en integrar los objetivos del desarrollo económico y social con la conservación ambiental, lo cual agrupó en la categoría de desarrollo sostenible. Desde el punto de vista social, el informe consideró importante analizar el crecimiento demográfico en su vínculo con la disponibilidad de recursos naturales y con los requerimientos de alimentación, recursos energéticos, agua, infraestructura técnica, vivienda y espacio físico. Para enfrentar los retos del presente, y en especial los del futuro, era necesario disponer de una población instruida y sana, aspectos deficitarios a nivel mundial. En el caso del componente natural o ecológico, el informe alertó sobre la pérdida de biodiversidad y el riesgo de extinción de numerosas especies, así como la intensa degradación o fragmentación de muchos ecosistemas, lo cual compromete los servicios que estos brindan a los seres humanos. Los recursos naturales marcaban algunas limitaciones al crecimiento económico, particularmente el agotamiento de los recursos no renovables y la capacidad de la biosfera de absorber los efectos de la actividad humana, pero los avances tecnológicos podían permitir su utilización más eficiente, a partir de emplearlos en menor medida, reducir la emisión de desechos y aumentar los niveles de reúso.
Varias pautas fueron recomendadas en el “Informe Brundtland” para lograr un compromiso entre el desarrollo económico y el medio ambiente, que de hecho han marcado el rumbo político de las relaciones entre ambos en los últimas décadas, dentro de las cuáles se pueden destacar (Gómez Gutiérrez C. y J. A. Díaz Duque, 2013): o o o
Los gobiernos debían realizar un papel más dinámico como difusores de información sobre los recursos naturales y la calidad ambiental, y promover una contabilidad anual de dichos recursos como un activo más a escala social. Se debía reforzar el papel regulador de los gobiernos en temas ambientales, reconociendo el papel de los incentivos destinados a disminuir costos y utilizar de modo eficiente los recursos naturales. Había resultado muy limitado el papel realizado por Naciones Unidas y sus agencias internacionales, entre ellas el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para fomentar un desarrollo sostenible, al no constituir este un objetivo prioritario y predominar un enfoque fragmentado y una escasa coordinación entre sus agencias, lo cual fue valorado críticamente y susceptible de un cambio profundo.
Sobre todos estos aspectos, es innegable que se ha producido con posterioridad un cambio apreciable a nivel internacional. La “Primera Cumbre de la Tierra”, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, adoptó como objetivo político el concepto de desarrollo sostenible y dio paso a un conjunto de acuerdos internacionales llamados a enfrentar varios de los problemas ambientales recogidos en el “Informe Brundtland”. Numerosos países, entre ellos Cuba, incluyeron dicho objetivo en su constitución u otros cuerpos legales, y han creado ministerios, agencias o institutos que promueven este propósito. Tanto en Naciones Unidas y sus agencias especializadas, como a nivel de los gobiernos y organismos regionales, la agenda ambiental ha ganado un espacio mucho
más amplio y el flujo de recursos financieros y las acciones de divulgación sobre los recursos naturales y el medio ambiente se han multiplicado.
Los temas relacionados con el medio ambiente son ahora tratados de modo frecuente en los medios masivos de comunicación, y en el público común existe una mayor percepción acerca de la importancia de los recursos naturales y las consecuencias derivadas de los problemas ambientales.
Estas preocupaciones ambientales han llegado también al mundo empresarial. Muchas grandes corporaciones y empresas tratan de modificar su imagen adoptando políticas respetuosas con el medio ambiente y se ha abierto un espacio comercial a los llamados productos limpios, producciones ecológicas o producciones agrícolas kilómetro cero, iniciativas que destacan la no generación de residuos, los alimentos producidos sin consumo de fertilizantes o pesticidas químicos, o sin necesidad de traslado a grandes distancias con consumo de combustible. En este contexto, el empleo del término desarrollo sostenible, se ha popularizado y es hoy de uso frecuente, aunque en ocasiones con interpretaciones deformadas.
Sin embargo, resulta aún débil una formulación rigurosa y sobre bases objetivas de los avances hacia un desarrollo sostenible. Dentro de las interpretaciones incorrectas se encuentran quienes consideran que sostenible significa que se puede mantener ilimitadamente un crecimiento económico en el tiempo (H.E. Daly y J.B. Coob, 1994). Algunos soslayan el hecho de que recursos naturales como el suelo y el agua, son limitados en un país o región concreta y piensan que la tecnología puede superar estas barreras (López Ornat, A., 2004). Otros utilizan el término como un sinónimo amistoso con el medio ambiente.
No faltan críticas que le señalan su carácter muy general y poco riguroso, que trata de buscar un compromiso entre el pensamiento vigente de lograr a ultranza un crecimiento económico permanente y las preocupaciones medioambientales sobre el futuro de la humanidad, dando lugar a una mitología del desarrollo (Naredo, J. M., 2006).
PRINCIPIOS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
Todos los programas para el desarrollo sostenible deben considerar los tres ámbitos de la sostenibilidad –medio ambiente, sociedad y economía– así como también una dimensión subyacente de la cultura. Puesto a que el desarrollo sostenible se adecúa a los contextos locales de estos tres ámbitos, adoptará formas muy variadas en todo el mundo. Los ideales y principios que constituyen la sostenibilidad incluyen conceptos amplios tales como equidad entre las generaciones, equidad de género, paz, tolerancia, reducción de la pobreza, preservación y restauración del medio ambiente, conservación de los recursos naturales y justicia social.
La Declaración de Río, que surgió de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, también llamada Cumbre de la Tierra, que se llevó a cabo en la ciudad de Río de Janeiro en 1992. Un total de 172 gobiernos participaron, incluidos 108 jefes de estado o de gobierno. El Programa 21 es el documento oficial de la Cumbre de la Tierra. Contiene 27 principios entre los que se incluyen los siguientes:
o
Los seres humanos tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza. o El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades ambientales y de desarrollo de las generaciones actuales y futuras. o Erradicar la pobreza y reducir las disparidades en los niveles de vida en los distintos pueblos del mundo es indispensable para el desarrollo sostenible. o La protección del medio ambiente constituye parte integrante del proceso de desarrollo y no puede considerarse en forma aislada. o Las medidas internacionales que se adopten con respecto al medio ambiente y el desarrollo deben considerar también los intereses y necesidades de todos los países. o Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberán reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas. o Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la gestión ambiental y el desarrollo. Por lo tanto, es imprescindible contar con su plena participación para lograr el desarrollo sostenible. o La guerra es intrínsecamente destructiva para el desarrollo sostenible. La paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente son interdependientes e inseparables. Estos principios pueden guiar las acciones de los gobiernos, las comunidades y las organizaciones para definir los objetivos de sostenibilidad y crear programas para ayudar a lograr estos objetivos. PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
No todos los conceptos asociados con la sostenibilidad están incorporados en los 27 principios del desarrollo sostenible de la Declaración de Río. Los principios que acompañan al desarrollo sostenible son perspectivas que han llegado a ser parte del diálogo mundial sobre sostenibilidad, como:
o
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Se debe usar un enfoque del pensamiento sistémico, más que un enfoque que mire los problemas de manera aislada. El pensamiento sistémico es el proceso para comprender cómo los elementos que componen un sistema influyen unos a otros en el conjunto. El enfoque sistémico, ha sido definido como un planteamiento para la solución de problemas, en el cual los “problemas” son considerados como partes de un sistema general, más que como partes aisladas, resultados o eventos. Los temas de sostenibilidad están vinculados y son parte de un “todo”. Entender los temas locales en un contexto global y reconocer que las soluciones a los problemas locales pueden tener consecuencias mundiales. Comprender que las decisiones individuales de los consumidores afectan y dan origen a la extracción de recursos y a procesos de manufactura en lugares distantes. Tomar en cuenta los diferentes puntos de vista antes de llegar a una decisión o hacer un juicio. Reconocer que los valores económicos, religiosos y sociales compiten en importancia cuando las personas con distintos intereses y orígenes interactúan. Ver que todas las personas poseen atributos universales.
o o
Saber que la tecnología y la ciencia por sí solas no pueden resolver nuestros problemas. Poner énfasis en el papel que juega la participación pública en la comunidad y en las decisiones de los gobiernos. Las personas cuyas vidas se verán afectadas por las decisiones que se tomen deben participar en el proceso que llevará a las decisiones finales. o Exigir mayor transparencia y responsabilidad en las decisiones gubernamentales. o Emplear el principio cautelar –actuar para evitar la posibilidad de un daño ambiental o social grave o irreversible incluso cuando el conocimiento científico sea incompleto o sea poco concluyente. Es importante que los educadores, los líderes y los ciudadanos reconozcan que el desarrollo sostenible es un concepto en evolución y que la lista de perspectivas de sostenibilidad puede, por ende, aumentar o cambiar.
VALORES DENTRO DEL PARADIGMA DE LA SOSTENIBILIDAD
Desarrollo sostenible significa valorar la biodiversidad y la conservación, junto con la diversidad humana, la inclusión y la participación. En el ámbito económico, hay quienes defienden la satisfacción de las necesidades para todos, mientras que otros prefieren la igualdad de oportunidades económicas.
Otro medio para transmitir los valores inherentes al paradigma de la sostenibilidad es la Carta de la Tierra, una declaración de principios éticos fundamentales para construir una sociedad mundial justa, sostenible y pacífica.
El desarrollo sostenible incluye numerosos temas de raíces ambientales, sociales, económicos y políticos, estos temas son complejos y suelen ser difíciles de definir, así como de solucionar. Entre los temas se incluye la reducción de la pobreza, el cambio de los patrones de consumo, el crecimiento de la población mundial y la protección de la salud humana, los cuales presentan desafíos para nuestros sistemas sociales y económicos.
También se incluye la protección de la tierra en que vivimos, del agua que bebemos, del aire que respiramos y de los recursos que utilizamos, así como otros desafíos actuales importantes como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. La lista es extensa; y todos ellos, además de los temas relacionados, pueden abordarse desde una perspectiva de sostenibilidad. Luego de la Cumbre de la Tierra en 1992, a los gobiernos y comunidades se les encomendó la responsabilidad de crear planes de sostenibilidad. Para ello, los gobiernos y la sociedad civil deben identificar las prioridades que existen y crear objetivos de sostenibilidad; luego, pueden elaborar planes para lograr estos objetivos. Idealmente, a nivel nacional, cada ministerio o secretaría debería incluir la sostenibilidad dentro de sus objetivos, planes y políticas, ya que es responsabilidad de todos los sectores gubernamentales y de las sociedades el trabajar por un futuro más sostenible.
Los gobiernos y la sociedad civil, así como también las personas, deben ser responsables de lograr un futuro más sostenible; y todos deben contribuir a su manera. En los 40 capítulos del Programa 21 se describen diversas maneras de progresar en muchas áreas, que van desde la agricultura a la eliminación de desechos. Sin embargo, la comunidad educativa debe cumplir una función especial. Como se menciona explícitamente en cada uno de los capítulos, la educación es un ingrediente esencial para lograr un futuro más sostenible.
Por ejemplo, sólo con educación la próxima generación de ciudadanos, votantes, trabajadores, profesionales y líderes estará preparada para contar con conocimientos perdurables sobre la sostenibilidad. Sin educación, se pondrá en peligro el avance hacia un futuro más sostenible. Ciertamente, aprender la manera de ir hacia adelante.
Aspectos económicos, sociales y medioambientales del desarrollo sostenible INTRODUCCIÓN
Como hemos visto, en el año 1987, con la publicación del Informe Brundtland, popularizó el concepto de desarrollo sostenible que bajo otras acepciones como, por ejemplo, ecodesarrollo, se venía utilizando desde los años setenta. Con este concepto, se plantea la búsqueda de progreso económico que no descuide aspectos cualitativos, tales como la calidad de vida o la preservación del medio ambiente sin olvidar un compromiso ético con las generaciones venideras. A partir del informe Brundtland, el mundo es concebido como un sistema global cuyas partes están interrelacionadas considerándose el concepto de desarrollo sostenible como un proceso multidimensional que afecta al sistema económico, ecológico y social pasando a ser una variable a tener en cuenta en las decisiones de política económica.
Se define la sustentabilidad ecológica como la capacidad de un ecosistema de mantener su estado en el tiempo, manteniendo para ello los parámetros de volumen, tasas de cambio y circulación invariables o haciéndoles fluctuar cíclicamente en torno a unos valores promedio.
Por otro lado, la sustentabilidad económica está inserta en un concepto de renta definida como la cantidad máxima que un individuo puede consumir en un período determinado de tiempo sin reducir su consumo en un período futuro. Según esta definición de renta, el cálculo de la misma, medido en términos de producto nacional o interior bruto, debe hacerse incluyendo la riqueza y los recursos medioambientales de un país. En caso contrario, la medición no indicaría el grado de sustentabilidad.
Y, por último, se considera alcanzada la sustentabilidad social cuando los costes y beneficios son distribuidos de manera adecuada tanto entre el total de la población actual (equidad intrageneracional) como entre las generaciones presentes y futuras (equidad intergeneracional). Desde un punto de vista social, los agentes sociales y las instituciones desempeñan un papel muy importante en el logro del desarrollo sostenible a través de una correcta organización social, que permita el desarrollo duradero y de las
técnicas adecuadas como son las inversiones en capital humano o, por ejemplo, el incremento de la cohesión social.
Sin embargo, en los últimos años, una de las cuestiones más preocupantes ha sido el conocer si realmente se siguen pautas de sustentabilidad, es decir, si se tienen indicadores que nos alerten sobre la evolución positiva o negativa de este proceso.
ECONOMÍA Y SOSTENIBILIDAD
Mientras los indicadores económicos como la producción o la inversión han sido, durante años, positivos, los indicadores ambientales están resultando cada vez más negativos, mostrando una contaminación sin fronteras y un cambio climático que degradan los ecosistemas y amenazan la biodiversidad y la propia supervivencia de la especie humana. Estudios como los de Meadows sobre “Los límites del crecimiento” establecieron la estrecha vinculación entre ambos indicadores, lo que cuestiona entre otras cosas, la posibilidad de un crecimiento sostenido e indefinido y plantea la necesidad de un Desarrollo Sostenible, reorientando el actual sistema socioeconómico. Surgen así propuestas que, con distintas denominaciones (Economía Verde, Economía del Bien Común, Economía Sostenible, Economía Solidaria…), convergen en potenciar la cooperación (en su sentido más amplio, que incluye al conjunto de la biosfera y a las generaciones futuras) frente a la competitividad destructiva en defensa de intereses particulares a corto plazo.
Un crecimiento económico acelerado en un planeta finito hace pensar los límites del crecimiento. Debemos recordar, en primer lugar, que desde la segunda mitad del siglo XX se ha producido un crecimiento económico global sin precedentes. Por dar algunas cifras, la producción mundial de bienes y servicios creció desde unos cinco billones de dólares en 1950 hasta cerca de 30 billones en 1997, es decir, casi se multiplicó por seis. Y todavía resulta más impresionante saber que el crecimiento entre 1990 y 1997 –unos cinco billones de dólares- fue similar al que se había producido ¡desde el comienzo de la civilización hasta 1950! Se trata de un crecimiento, pues, realmente exponencial, acelerado, que viene medido en cada país por el Producto Interior Bruto (PIB), magnitud que indica el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales durante un período de tiempo (normalmente un año) y que es usada como una medida del bienestar material de una sociedad. Y el proceso no ha hecho sino acelerarse en los comienzos del siglo XXI, en particular en los llamados países emergentes (China, India, Brasil…) que cubren más de la mitad de la población humana.
Y cabe reconocer que este extraordinario crecimiento ha producido importantes avances sociales. Baste señalar que la esperanza de vida media en el mundo pasó de 47 años en 1950 a 64 años en 1995 y 68 años en 2011, con cifras que superan los 80 años para los países más desarrollados. Esa es una de las razones, sin duda, por la que la mayoría de los responsables políticos, movimientos sindicales, etc., parecen apostar por la continuación de ese crecimiento. Una mejor dieta alimenticia, por ejemplo, se logró aumentando la producción agrícola, las capturas pesqueras, etc. Y los mayores niveles de alfabetización, por poner otro ejemplo, estuvieron acompañados, entre otros factores, por la multiplicación del consumo de papel y, por tanto, de madera… Estas y otras mejoras han exigido, en definitiva, un enorme crecimiento económico, pese a estar lejos, es
importante resaltar, de haber alcanzado a la mayoría de la población generando una brecha entre países desarrollados y en desarrollo.
Sabemos, sin embargo, que mientras los indicadores económicos como la producción o la inversión han sido, durante años, sistemáticamente positivos, los indicadores ambientales resultaban cada vez más negativos, mostrando una contaminación sin fronteras y un cambio climático que degradan los ecosistemas y amenazan la Biodiversidad y la propia supervivencia de la especie humana. Y pronto estudios como los dirigidos por Donella Meadows sobre “Los límites del crecimiento” establecieron la estrecha vinculación entre ambos indicadores, lo que cuestiona la posibilidad de un crecimiento sostenido, advirtiendo de un serio peligro de extralimitación en el crecimiento económico, crecimiento de la población y deterioro del planeta que puede calificarse de auténtico “ecocidio”, neologismo con el que se hace referencia al deterioro del medio ambiente y los recursos naturales como consecuencia de la acción directa o indirecta de los seres humanos sobre los ecosistemas.
Más recientemente, un amplio equipo de 29 científicos (Rockström, 2009) han abordado la cuestión de los límites planetarios con un nuevo enfoque, que intenta definir el marco de seguridad para las sociedades humanas: han buscado establecer indicadores que señalen los límites biofísicos que no debemos sobrepasar para que no se produzcan procesos de consecuencias potencialmente catastróficas. Han detectado así nueve límites interdependientes que se refieren a la concentración de CO2 en la atmósfera, la acidificación oceánica, la concentración de ozono estratosférico, la fijación de nitrógeno y el vertido anual de fósforo al mar, el consumo de agua dulce, la proporción de tierras cultivadas, la pérdida de diversidad biológica, la carga de aerosoles y la contaminación química. Los autores consideran que ya hemos transgredido tres de estos umbrales (CO2, pérdida de biodiversidad, fijación de nitrógeno) y dado que todos estos límites son interdependientes, advierten del peligro de que ello pueda arrastrarnos a sobrepasar los demás, si no se adoptan urgentemente medidas correctoras.
Para proporcionar información científica acerca de las consecuencias de los cambios en los ecosistemas para el bienestar humano y las opciones para responder a esos cambios, se creó la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (EM), un programa de trabajo internacional, inaugurado por el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, en junio de 2001. El balance final de la EM es que la actividad humana está ejerciendo una presión tal sobre las funciones naturales de la Tierra que se están alcanzando límites que ponen seriamente en peligro la capacidad de sustentar a las generaciones futuras. Cabe señalar que, al mismo tiempo, la evaluación muestra que, con las acciones apropiadas, es posible revertir la degradación de muchos servicios de los ecosistemas en los próximos 50 años, pero que los cambios requeridos en las políticas y en la práctica son sustanciales y no están en curso en la actualidad.
DISTINCIÓN ENTRE CRECIMIENTO ECONOMICO Y DESARROLLO SOCIAL
Puesto que la economía humana es un subsistema de un ecosistema global que no crece, aunque se desarrolle, está claro que el crecimiento de la economía no es sostenible en un período largo de tiempo”. Ello lleva a Giddens (2000) a afirmar: “La Sostenibilidad ambiental requiere, pues, que se
produzca una discontinuidad: de una sociedad para la cual la condición normal de salud ha sido el crecimiento de la producción y del consumo material se ha de pasar a una sociedad capaz de desarrollarse disminuyéndolos”. Disminuyéndolos a nivel planetario, por supuesto, porque son muchos los pueblos que siguen precisando un desarrollo social y tecnocientífico y, en definitiva, un crecimiento económico capaz de dar satisfacción a las necesidades básicas.
Pero lo que no debería seguir siendo una opción es continuar un crecimiento económico global que conlleva un insostenible impacto ambiental, cuyo origen antrópico está fuera de toda duda, pero que no ha sido tomado suficientemente en consideración, aunque hayan surgido ya propuestas de crecimiento cero e incluso de decrecimiento y se hable de “a-crecimiento” como un rechazo de la lógica del crecimiento por el crecimiento.
Propuestas que tienen su plasmación práctica en movimientos como el de “comunidades en transición” (también conocidas como ciudades en transición, red de transición o movimiento de transición), surgidas para hacer frente al problema del cambio climático y del agotamiento del petróleo. Resulta en cualquier caso evidente que se precisan urgentes medidas correctoras que pongan fin al proceso de degradación. La grave crisis financiera y económica que el conjunto del planeta está viviendo actualmente aparece como una seria advertencia de la necesidad y urgencia de dichas medidas, pero constituye también, como ha señalado el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-Moon, una oportunidad para impulsar un desarrollo auténticamente sostenible, una economía sostenible (verde, ecológica, baja en carbono), fuente de empleos verdes, sostenibles asociados a recursos de energía limpios y renovables- que desplace a la economía “marrón”, basada en el uso de combustibles fósiles: “En un momento en que el desempleo está creciendo en muchos países, necesitamos nuevos empleos. En un momento en que la pobreza amenaza con afectar a cientos de millones de personas, especialmente en las partes menos desarrolladas del mundo, necesitamos una promesa de prosperidad; esta posibilidad está al alcance de nuestra mano”. Con ese objetivo el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha lanzado un plan para reanimar la economía global al mismo tiempo que, como señala Ban KiMoon, “se enfrenta el desafío definitorio de nuestra época: el cambio climático”. La crisis económica se puede ver como una oportunidad para avanzar en la transición a la Sostenibilidad. Pero, ¿Qué obstáculos debemos superar? Se ha empezado así a defender la necesidad de un Nuevo Pacto Verde, para salir de la crisis, del mismo modo que el New Deal permitió superar la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado. Debemos referirnos a este respecto al informe que con este título (Green New Deal) hizo público la New Economics Foundation en Julio de 2008. Este informe, accesible en la red, señala que la economía mundial ha de hacer frente a una triple crisis: la financiera, la aceleración del cambio climático y la inevitable diminución en la extracción de petróleo. Estos tres hechos superpuestos crean una situación de enorme gravedad y exigen, como durante la Gran Depresión, el lanzamiento de un programa capaz de restaurar la confianza pública y reorientar el uso del capital hacia prioridades públicas, sociales y a la Sostenibilidad. Por esa razón, la Cumbre de la Tierra que tuvo lugar en Rio de Janeiro en 2012 (20 años después de Rio 1992, de ahí que se conozca como Rio + 20), incorporó como uno de sus dos temas principales “Economía verde dentro del contexto del Desarrollo Sostenible y de la erradicación de la pobreza”, junto con el del “Marco institucional para el Desarrollo Sostenible”.
Por supuesto estas medidas tienen un elevado coste económico, que puede verse como un serio obstáculo para su adopción; pero como ha mostrado el Informe Stern, encargado por el Gobierno
Británico en 2006 a un equipo dirigido por el economista Nicholas Stern, ex director de economía del Banco Mundial, así como otros estudios de conclusiones concordantes, si no se actúa con celeridad el proceso de degradación provocará una grave recesión económica mucho más costosa con secuelas ambientales irreversibles.
La fiscalización de las transacciones financieras especulativas, reclamada reiteradamente, mediante una pequeña tasa impositiva podría proporcionar buena parte de los fondos necesarios y contribuir al propio tiempo a combatir esas transacciones puramente especulativas. Se ha propuesto así aplicar dicha tasa sobre las transacciones de divisas, en lo que se conoce como Tasa Tobin (así denominada por ser una propuesta lanzada inicialmente por el Premio Nobel de Economía norteamericano James Tobin), impulsada por el movimiento ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Ayuda a los Ciudadanos) y otros grupos “altermundistas”. Más recientemente, la ONG Intermón ha propuesto tasar las transacciones que realizan las entidades financieras entre sí. A dicha propuesta, conocida como Tasa Robin Hood, se han sumado muchas otras ONG, miles de economistas, numerosas universidades y, cabe destacar, el Parlamento Europeo, lo que hace concebir esperanzas acerca de su posible aplicación.
CONCEPTO DE ECONOMÍA SOSTENIBLE
Estas y otras medidas se incluyen en propuestas de remodelación del sistema productivo que, con distintas denominaciones (Economía Verde, Economía del Bien Común, Economía Solidaria, Economía Sostenible…), convergen en realzar la cooperación (en su sentido más amplio, que incluye al conjunto de la biosfera y a las generaciones futuras) frente a la competitividad destructiva en defensa de intereses particulares a corto plazo.
Esta reorientación, que supone hacer posible la transición a sociedades sostenibles, exige cambios en el mundo empresarial y tecnocientífico, en la acción política (que ha de regular adecuadamente la actividad empresarial y financiera) y en cada uno de nosotros. Podemos referirnos a algunos pasos positivos en esa dirección como la Responsabilidad Social Empresarial, la Inversión Socialmente Responsable, que encuentra en la Banca Ética, la garantía de inversiones respetuosas con la Sostenibilidad ambiental y el respeto de los Derechos humanos. Igualmente, positiva ha sido la creación de instituciones como CERES (Coalition for Environmentally Responsible Economies), entre cuyos principios figuran la protección de la Biosfera, el uso sostenible de los recursos naturales, etc.
Esta coalición ha promovido la inclusión en una “Climate Watch List” de aquellas empresas que transgreden gravemente sus principios y ha impulsado, junto con el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), la creación de “Global Reporting Initiative” (GRI), un centro concebido para aumentar la calidad de las memorias de sostenibilidad de las compañías – públicas o privadas- con un triple balance: económico, social y medio ambiental.
También debemos recordar la importancia que están teniendo los microcréditos en la resolución de la “exclusión social” (pobreza, hambre y marginación social). En un mundo de crecientes
desigualdades la aplicación de los programas de créditos para las personas más desfavorecidas se contempla como posible solución para contribuir a reducir la pobreza mundial.
El Grameen Bank (“Banco de la aldea”), lanzado por Muhammad Yunus, economista y Premio Nobel de la Paz en 2006, es actualmente la entidad bancaria más grande de India, tiene como objetivos conceder microcréditos a sus miembros e incluir en sus servicios a los que están económica y socialmente excluidos, es decir, presta a los más pobres de los pobres, a los que no poseen nada y por tanto sin garantías de ningún tipo. El 97 por ciento de sus prestatarios son mujeres. Se trata de un modelo que por sus éxitos ha inspirado a otras personas e instituciones a poner en marcha sistemas similares: el Projek Ikthiar en Malasia, el Programa Grameen Trust para dar a conocer las metodologías de los microcréditos, los BOT (Build, Operate and Transfer), el Aceh Grameen Credit Project (AGPC) creado en Indonesia después del Tsunami, el proyecto de crédito Asociación Civil Guatemalteca Grameen, UNV GT en Zambia, etc.
Estos son ejemplos de medidas concretas positivas, pero se requiere una propuesta global, articulada, de transformación del modelo económico imperante a nivel mundial. Eso es lo que se pretende desde Naciones Unidas con la propuesta de Economía Verde como alternativa a la actual economía “marrón”, contaminante y depredadora, que nos ha conducido a la grave situación de emergencia planetaria que estamos sufriendo. Veamos lo que explica al respecto el documento del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) “La economía verde en el contexto del Desarrollo Sostenible y la erradicación de la pobreza”:
Aunque el concepto de Economía Verde ha existido desde hace varios años, el tema fue introducido oficialmente a la mesa de discusión cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió organizar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible en Río de Janeiro, Brasil, en 2012 con el objetivo de: “obtener un compromiso político renovado a favor del Desarrollo Sostenible, evaluando los avances logrados hasta el momento y las lagunas que aún persisten en la aplicación de los resultados de las principales cumbres en materia de Desarrollo Sostenible y haciendo frente a las nuevas dificultades que están surgiendo”.
En reconocimiento a la necesidad imperante de los países en desarrollo de erradicar la pobreza como principal prioridad en sus decisiones de política pública, y de la estrecha relación que tienen el estado de los recursos naturales con la capacidad de las sociedades para mejorar el bienestar de las personas y promover el desarrollo, se habla de la economía verde en el contexto del Desarrollo Sostenible y la erradicación de la pobreza, y no únicamente de economía verde. La inclusión explícita de la necesidad de acabar con la pobreza, de una forma que se garantice que no volverá a aparecer y que se mantendrán los recursos naturales, resalta al menos dos temas. Primero, que no se puede hablar de economía verde independientemente de acciones directamente ligadas a atender las necesidades de los grupos más vulnerables; y segundo, que no puede existir una economía verde si los patrones de consumo y producción no garantizan que la mejora en el estado del medio ambiente y los beneficios sociales estén presentes en el corto, mediano y largo plazo.
Bajo estas premisas entonces, la economía verde es la que mejora el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales y las escaseces
ecológicas. En su forma más básica, una economía verde es aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de forma eficiente y es socialmente incluyente. Tal como indica este documento del PNUMA, el concepto de Economía Verde existe desde hace varios años. Sin embargo, con motivo de la Cumbre de la Tierra Rio+20, asistimos a la publicación de una serie de documentos que atacaban las propuestas de una economía “verde”, denunciada como una maniobra para disfrazar las prácticas depredadoras e insolidarias del capitalismo. Así, Le Monde Diplomatique en español, en su número 200, de junio de 2012, incluye el artículo “Los retos de Rio+20”, en el que se critica a la economía verde como un concepto defendido por los portavoces del neoliberalismo, un “concepto-trampa” que se limita a designar, la mayoría de las veces, un simple camuflaje verde de la economía pura y dura de siempre, un ‘enverdecimiento’, en suma, del capitalismo especulativo, al que habría que contraponer el de “economía solidaria”.
Autores críticos, con planteamientos en general progresistas, parecen haber olvidado el origen del concepto de economía verde, surgido, como acabamos de ver, como alternativa a la economía “marrón”. Difícilmente puede verse en los planteamientos de La economía verde en el contexto del Desarrollo Sostenible y la erradicación de la pobreza un simple camuflaje verde de la economía pura y dura de siempre. Un ‘enverdecimiento’, en suma, del capitalismo especulativo.
Por supuesto hay quienes pretenden disfrazar sus comportamientos depredadores utilizando la expresión economía verde. Es lo que han hecho siempre apropiándose de expresiones como “natural”, “ecológico”, “sostenible”, “globalización” como muchas otras incluso “libertad” o “solidaridad”. ¿Debemos por ello renunciar a estos conceptos en vez de denunciar su uso distorsionado? Si lo hiciéramos favoreceríamos su propósito de dejar las cosas como están al servicio de sus intereses particulares: la ciudadanía ya no escucharía críticas a la economía “marrón”, contaminante, depredadora e insolidaria, sino críticas a la economía verde, que nació para combatirla.
No tiene sentido confrontar economía verde y economía solidaria: una economía solidaria ha de ser necesariamente verde para ser sostenible. Y quienes han introducido el concepto de economía verde lo han hecho contra la realidad de la economía “marrón”, que busca el máximo beneficio particular a corto plazo sin preocuparse de las consecuencias socioambientales. Por eso se habla de Economía Verde en el contexto del Desarrollo Sostenible y la erradicación de la pobreza. La Economía Verde, como la Economía del bien común, suponen propuestas convergentes de remodelación profunda del sistema productivo con el objetivo de contribuir a la construcción de un futuro sostenible. Todas estas medidas y propuestas suponen un cuestionamiento radical del crecimiento económico como objetivo social. El aumento del Producto interior bruto (PIB) deja de considerarse un indicador de progreso y se proponen nuevos índices, como el IBES (Índice de bienestar económico sostenible), el IPG (Índice de progreso genuino o real), el Índice de Riqueza Inclusiva (IWI, Inclusive Wealth Index o “PIB verde”) o el FIB (Índice de Felicidad Bruta), que toman en consideración aspectos esenciales para el bienestar humano, tanto los positivos, que lo mejoran (el voluntariado, el cuidado de familiares…), como los negativos que contribuyen a su deterioro (la degradación ambiental, la pérdida de recursos naturales, las desigualdades de renta, etc.).
Para reorientar adecuadamente el modelo económico, es necesario tener presente el estudio detenido de las causas del actual crecimiento insostenible, guiado por intereses particulares a corto plazo, como el hiperconsumo depredador de una quinta parte de la humanidad, o que el que responde a la explosión demográfica o los desequilibrios y conflictos asociados. Y junto al análisis de la situación y sus causas cabe remitirse, muy en particular, al estudio de las medidas necesarias y posibles para avanzar hacia la Sostenibilidad.
Empleos asociados a la economía sostenible:
Una breve síntesis de los yacimientos de empleos sostenibles en la perspectiva de una transición a la Sostenibilidad, que constituye la alternativa real a las reiteradas crisis económicas que el crecimiento económico depredador e insolidario provoca. Empleos para avanzar hacia la Sostenibilidad, como alternativa al crecimiento económico depredador e insolidario
Entendemos por empleos sostenibles todos aquellos que contribuyan a sentar las bases de un futuro sostenible y satisfactorio para el conjunto de los seres humanos, es decir, que contribuyan a la necesaria transición desde la actual situación de emergencia planetaria a sociedades sostenibles en las que se universalicen y respeten todos los Derechos Humanos.
Los presentaremos resumidamente, agrupados en los siguientes apartados:
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Lograr la transición energética, sustituyendo los recursos fósiles por energía limpia y renovable. Ello exige eliminar los actuales subsidios a los recursos que dañan el medio ambiente (programando alternativas de trabajo) y dar ventajas fiscales a las energías renovables y descentralizadas Incrementar la eficiencia de aparatos, sistemas y procesos, favoreciendo el ahorro energético y reduciendo el consumo de otros recursos básicos (agua, suelo cultivable…) Incrementar, en particular, la eficiencia de los edificios (que pueden convertirse en generadores locales de energía), priorizando las rehabilitaciones (aislamiento térmico, sistemas de ventilación…) y el diseño urbano sostenible para una mejor eficiencia energética, reducción de la contaminación, etc. Desarrollar formas de almacenar la energía procedente de fuentes renovables que faciliten la conversión de los suministros intermitentes de estas fuentes de energía en recursos permanentes (hidrógeno, pilas de combustible). Desarrollar redes inteligentes de distribución de energía eléctrica. Impulsar formas de transporte sostenible y fortalecer las infraestructuras adecuadas. Promover políticas alimentarias sostenibles que contemplen toda la cadena, desde la producción, almacenamiento y transporte hasta el consumo, evitando la degradación ambiental de la agricultura industrial (que concentra la tierra en pocas manos y practica el monocultivo) y garantizando una producción diversificada y sostenible y el bienestar campesino, dotando de servicios al mundo rural (la agricultura sigue siendo el sector que más empleo genera a escala planetaria) Impulsar la investigación e innovación en proyectos sostenibles (aplicando siempre el Principio de Precaución) Protección y restauración de los ecosistemas (infraestructuras ecológicas, áreas terrestres y marítimas protegidas) y defensa de la biodiversidad, evitando las extracciones
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depredadoras y favoreciendo el uso sostenible de los servicios ambientales, imprescindibles para el bienestar humano. Combatir todas las formas de contaminación y realizar una adecuada reducción y gestión de residuos Mitigación del (y adaptación al) cambio climático Favorecer el turismo sostenible, respetuoso con el medio ambiente y la diversidad biológica y cultural
SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL
Como hemos visto, para lograr un crecimiento sostenible tenemos que ser capaces de satisfacer nuestras necesidades económicas, sociales y ambientales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para cubrir las suyas. Desde una perspectiva medioambiental, esta premisa cobra mayor relevancia puesto que son los recursos naturales, el lugar y la materia prima necesaria para el desarrollo de las actividades económicas y sociales.
Las principales preocupaciones medioambientales actuales incluyen la fuerte emisión de gases de efecto invernadero, que está dando lugar al cambio climático, la calidad del aire, el estrés hídrico y la calidad del agua, las pautas de consumo no sostenibles, el tratamiento de los residuos, la pérdida de la biodiversidad, la degradación del suelo y, en general, el uso insostenible de los recursos naturales. Todos estos elementos han sido señalados en diversos informes sobre la sostenibilidad.
El fuerte crecimiento económico ha supuesto un incremento del nivel de vida, pero también una mayor presión sobre el medio ambiente. También han aumentado esta presión factores como la evolución demográfica, la sectorial y los cambios en los valores socioculturales.
Uno de los objetivos más importantes de las estrategias de desarrollo sostenible es fomentar el consumo y la producción sostenibles atendiendo al desarrollo social y económico, respetando la capacidad de carga de los ecosistemas y disociando el crecimiento económico de la degradación medioambiental. El diagnóstico en materia de sostenibilidad en la producción y el consumo se realiza desde la perspectiva de la eficiencia en el uso de los recursos y la producción y el consumo sostenibles.
Conseguir que la economía en su conjunto y que cada rama productiva en particular mejoren su eficiencia en el consumo de recursos naturales tiene efectos positivos tanto sobre la sostenibilidad ambiental como sobre la reducción de los contaminantes con efectos locales y globales y la disminución de los residuos generados, pero también mejora la competitividad de la economía, puesto que supone una reducción de costes y una disminución de los riesgos asociados a la dependencia energética o a la variabilidad climática en el caso del agua. En lo referente a la eficiencia energética, un consumo energético eficiente permite desacoplar la contaminación del crecimiento económico, lo que significa producir “más con menos”.
BIODIVERSIDAD EN PELIGRO
Uno de los efectos más peligrosos del cambio climático y la ausencia de un desarrollo sostenible es la amenaza de extinción de distintas especies vegetales y animales, por la amenaza de sus hábitats y ecosistemas. Puede que solo queden 20 o 30 tigres en el sur de China en estado salvaje, con números tan bajos es difícil precisar. Se sabe que sólo en América es mayor el número de tigres en manos privadas, que el número de tigres que sobrevive en estado salvaje. En Europa la población del Lince Ibérico está tan amenazada que puede convertirse en la primera especie de grandes felinos en extinguirse desde el tigre dientes de sable. Estos son solo algunos ejemplos del impacto que estamos generando en el aire, en el mar y en la tierra que nos rodea.
Los desastres y procesos naturales fueron los responsables de las cinco extinciones vividas en el registro geológico. Hoy en día el planeta se enfrenta a la sexta, y esta vez no existe duda alguna acerca de su origen: somos nosotros mismos. Cientos de años de desinterés por nuestro impacto sobre el mundo natural nos ha dejado con un mayor número de estadísticas que las plantas y animales que representan.
Y no solo se ven afectadas las plantas y los animales. La investigación conjunta llevada a cabo por las Universidades de Ausburg y Yale sobre las fuentes de minerales que nos quedan estimaron el momento en que desaparecerán por completo, de seguir nuestro patrón de consumo actual. Los resultados que obtuvieron para 2006 muestran que tenemos 15 años más de platino, de 15 a 20 de plata, y de 20 a 30 de zinc. Además, añadieron que ciertos recursos clave desaparecerían aún más rápido, si surgen nuevas tecnologías más comerciales y crece la población.
Parecería lógico pensar que, si están acabándose nuestros recursos, deberíamos hacer mejor uso de los mismos. La Inspección Geológica de los Estados Unidos (USGS) analizó la proporción de nuestro consumo que proviene de materiales reciclados y descubrió que, de forma global, sólo reciclamos el 26% de la hojalata, el 31% del cobre el 26% del zinc que utilizamos.
A medida que se va agotando el suministro de minerales presentes bajo la tierra, el panorama para las especies que viven por encima también es desolador. Los arrecifes de coral, las selvas húmedas, las praderas, están todos siendo víctimas de la erosión como resultado de la pesca o de la agricultura, recibiendo el impacto de la pesca de arrastre o despejada para crear ranchos para la ganadería o plantaciones de soja y de café. Los proyectos de ingeniería civil tales como las carreteras y las presas destruyen la zona selvática y sedimentan los ríos. El modelo reciente elaborado por la Unión Internacional para la conservación de la naturaleza y los recursos naturales (IUCN) predice reducciones dramáticas en el porcentaje de hielo de los océanos en los próximos 50 a 100 años debido al cambio climático global, con un dramático impacto sobre los osos polares. Como resultado de esto, se espera que se produzca una reducción de la población de por lo menos el 30% en los próximos 45 años.
En muchos países del mundo, la necesidad de un cambio ha sido ampliamente reconocida. A finales del año pasado, 16,4 millones de hectáreas, un área del tamaño de Portugal e Irlanda
juntas, recibió el estatus de zona protegida al norte de Brasil. Las nuevas áreas protegidas forman el corredor de conservación más grande del mundo y las conecta a lo que era hasta ese momento la mayor zona de conservación en el Amazonas. Esta calificación proporcionará protección ante la tala ilegal, el cultivo de soja y la explotación minera.
El convenio sobre Biodiversidad fue suscrito por 150 líderes de gobiernos en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992. Este convenio reconoce que la diversidad biológica va más allá de las plantas, los animales y los micro-organismos y sus ecosistemas: también incluye a la gente y a nuestra necesidad de contar con fuentes seguras para la alimentación, medicinas, aire y agua fresca, refugio y un medio ambiente limpio y saludable en el que podamos vivir.
Sin embargo, las acciones voluntarias como la moratoria de la Comisión Ballenera Internacional cuyo objetivo es proteger las ballenas de las devastadoras consecuencias de la caza industrial pueden ser irrespetadas con mucha facilidad. La moratoria es frágil y debe ser defendida rigurosamente en contra de los retos que representan particularmente Noruega, Islandia y Japón. Son necesarias nuevas leyes. Es también vital el asegurar la cooperación para identificar lo que debe ser llevado a cabo y que los objetivos sean también vitales.
¿CUÁLES SON LOS OBJETIVOS DE LA UE PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE? La mayoría de los aspectos discutidos en Río de Janeiro en materia del desarrollo sostenible en el ámbito económico, ambiental y social. Incluye los siguientes siete retos fundamentales: o El cambio climático y energía limpia. o El transporte sostenible. o El consumo y la producción sostenibles. o La conservación y la gestión de los recursos naturales. o La salud pública. o La inclusión social, demografía y migración. o La pobreza en el mundo. Si tomamos como ejemplo la renovada Estrategia Europea de Desarrollo Sostenible (‘renovada’ porque es una actualización de la anterior que fue formulada en 2001) establece la manera en la que podemos satisfacer nuestras necesidades sin empobrecer la calidad de vida de las generaciones venideras.
En febrero de 2005, la Comisión Europea tomó conocimiento del progreso alcanzado hasta el momento y concluyó que la situación se estaba deteriorando. Así, en su apuesta por detener las tendencias destructivas conducentes a la explotación de los recursos naturales y la degradación ambiental y para enfrentarse al desempleo, la inmigración y la salud pública, el Consejo de la UE adoptó la Estrategia en junio de 2006. En 2007, fue publicado un informe de progreso que puede ser consultado en la página Web de desarrollo sostenible en: ec.europa.eu/sustainable/.
El primero de los objetivos específicos a largo plazo es limitar el cambio climático, y la UE hará presión sobre los países que la conforman para que cumplan con los compromisos que
suscribieron en 1997, a través del Protocolo de Kioto y el resto de los acuerdos suscritos por los Jefes de Estado durante el Consejo Europeo de Primavera en marzo de 2007 para reducir los gases de efecto invernadero en un 20 por cierto para 2020. Los objetivos se podrán cumplir a través de una amplia gama de programas y normas legales.
Aun cuando permanece en los primeros lugares de la lista, el énfasis se ha puesto, entre otras áreas, en la solidaridad inter-generacional. El cerrar la brecha de la pobreza es un aspecto central de la estrategia y describe las formas en que puede ser llevada a cabo, a través del aumento del empleo, de la implantación de políticas sociales efectivas y asegurándonos de que la educación y la formación sean flexibles y estén al alcance de todos.
También se incluye la protección de la tierra en que vivimos, del agua que bebemos, del aire que respiramos y de los recursos que utilizamos, así como otros desafíos actuales importantes como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. La lista es extensa; y todos ellos, además de los temas relacionados, pueden abordarse desde una perspectiva de sostenibilidad. Luego de la Cumbre de la Tierra en 1992, a los gobiernos y comunidades se les encomendó la responsabilidad de crear planes de sostenibilidad. Para ello, los gobiernos y la sociedad civil deben identificar las prioridades que existen y crear objetivos de sostenibilidad; luego, pueden elaborar planes para lograr estos objetivos. Idealmente, a nivel nacional, cada ministerio o secretaría debería incluir la sostenibilidad dentro de sus objetivos, planes y políticas, ya que es responsabilidad de todos los sectores gubernamentales y de las sociedades el trabajar por un futuro más sostenible.
Los gobiernos y la sociedad civil, así como también las personas, deben ser responsables de lograr un futuro más sostenible; y todos deben contribuir a su manera. En los 40 capítulos del Programa 21 se describen diversas maneras de progresar en muchas áreas, que van desde la agricultura a la eliminación de desechos. Sin embargo, la comunidad educativa debe cumplir una función especial. Como se menciona explícitamente en cada uno de los capítulos, la educación es un ingrediente esencial para lograr un futuro más sostenible.
Por ejemplo, sólo con educación la próxima generación de ciudadanos, votantes, trabajadores, profesionales y líderes estará preparada para contar con conocimientos perdurables sobre la sostenibilidad. Sin educación, se pondrá en peligro el avance hacia un futuro más sostenible. Ciertamente, aprender la manera de ir hacia adelante.
El pico del petroleo INTRODUCCIÓN
El petróleo es un recurso único, que constituye para la humanidad una fuente de energía muy eficiente, fácil de extraer, transportar y utilizar, así como una materia prima con la que obtener una gran variedad de materiales. La abundante disponibilidad de petróleo ha sido determinante en los profundos cambios que ha experimentado la humanidad en el último siglo, hasta llegar al estado de
dependencia del “oro negro” en la que se encuentra el mundo actual, pues está presente en casi todo lo que utilizamos y es la fuente de energía que mueve el 95% del transporte mundial.
Se estima que la humanidad ha consumido, en tan sólo cien años, cerca de la mitad del petróleo existente inicialmente, el cual necesitó de millones de años para formarse en el subsuelo de diversas áreas de nuestro planeta. Numerosos estudios vienen advirtiendo desde hace décadas que, una vez consumida la mitad de las reservas de petróleo del planeta, el ritmo de extracción comenzaría a decaer. Esto significa que la generación de comienzos del siglo XXI se enfrenta al descenso de la disponibilidad del recurso más esencial para el mantenimiento del sistema económico y del modo de vida actuales; lo que constituye tal vez el mayor desafío al que se enfrenta la sociedad de nuestros días, puesto que no existe ningún otro recurso conocido con sus cualidades y prestaciones. Pese a las inversiones realizadas, en la actualidad no se dispone de sustitutos que puedan reemplazarlo como fuente de energía, en especial para obtener carburantes para el transporte, ni como materia prima para los más de tres mil productos de uso común que se obtienen del petróleo.
En los últimos años viene manifestándose una progresiva disminución de la producción excedentaria de petróleo, debido a las dificultades para incrementar la oferta al ritmo que lo hace la demanda, de forma que el precio del crudo ha experimentado un notable ascenso. En los próximos años cabe esperar que este proceso se vaya acentuando, en especial a partir del momento en que la producción de petróleo empiece a decaer. Los incrementos en los costes energéticos y los desabastecimientos pueden llevar a la economía mundial a una recesión sin precedentes, cuyos primeros síntomas se están haciendo notar de forma cada vez más evidente.
El petróleo ha sido también esencial en el incremento de la capacidad de producir y distribuir alimentos y en los avances logrados en medicina, contribuyendo a la multiplicación explosiva de la población mundial, desde los mil millones de seres humanos a mediados del siglo XIX hasta los aproximadamente seis mil quinientos millones de la actualidad.
¿QUE ES EL PETRÓLEO?
El petróleo se forma bajo la superficie terrestre por la descomposición de organismos marinos. Los restos de animales minúsculos que viven en el mar —y, en menor medida, los de organismos terrestres arrastrados al mar por los ríos o los de plantas que crecen en los fondos marinos— se mezclan con las finas arenas y limos que caen al fondo en las cuencas marinas tranquilas. Estos depósitos, ricos en materiales orgánicos, se convierten en rocas generadoras de crudo.
El proceso comenzó hace muchos millones de años, cuando surgieron los organismos vivos en grandes cantidades, y continúa hasta el presente. Los sedimentos se van haciendo más espesos y se hunden en el suelo marino bajo su propio peso. A medida que se van acumulando depósitos adicionales, la presión sobre los situados más abajo se multiplica por varios miles, y la temperatura aumenta en varios cientos de grados. El cieno y la arena se endurecen y se convierten en esquistos y arenisca; los carbonatos precipitados y los restos de caparazones se convierten en caliza, y los tejidos blandos de los organismos muertos se transforman en petróleo y gas natural.
Una vez formado el petróleo, éste fluye hacia arriba a través de la corteza terrestre porque su densidad es menor que la de las salmueras que saturan los intersticios de los esquistos, arenas y rocas de carbonato que constituyen dicha corteza. El petróleo y el gas natural ascienden a través de los poros microscópicos de los sedimentos situados por encima. Con frecuencia acaban encontrando un esquisto impermeable o una capa de roca densa: el petróleo queda atrapado, formando un depósito. Sin embargo, una parte significativa del petróleo no se topa con rocas impermeables, sino que brota en la superficie terrestre o en el fondo del océano. Entre los depósitos superficiales también figuran los lagos bituminosos y las filtraciones de gas natural. Por lo tanto, los yacimientos de petróleo se forman como resultado de una presión intensa sobre capas de organismos acuáticos y terrestres muertos, mezclados con arena o limo. El yacimiento mostrado en la figura está atrapado entre una capa de roca no porosa y un domo salinífero. Como no tienen espacio para expandirse, el gas y el petróleo crudo están bajo una gran presión, y tienden a brotar de forma violenta por el agujero perforado.
CRISIS ENERGÉTICA
La energía que vemos manifestarse en nuestro planeta, ya sea la que da lugar al movimiento del aire y de los océanos, a las nubes y a las lluvias, o la que se manifiesta en forma de vida, procede de las reacciones de fusión nuclear que tienen lugar en el Sol. Las plantas absorben la energía del Sol a través de la fotosíntesis, y los animales la toman, directa o indirectamente, de las plantas.
Esto está en consonancia con la ley de la conservación de la energía que afirma que la energía no puede crearse ni destruirse, sólo se puede cambiar de una forma a otra.
A lo largo de millones de años, una parte de la energía absorbida de este modo por los seres vivos fue quedando enterrada en forma de materia orgánica y se fue transformando lentamente, mediante procesos físico-químicos, en diversos compuestos orgánicos sólidos (carbón), líquidos (petróleo) y gaseosos (gas natural).
Estos compuestos, denominados “combustibles fósiles”, son finitos y no renovables, puesto que necesitan de millones de años para formarse, y son únicos en la Naturaleza, pues no existen otros elementos que se hayan formado de esa manera ni que, por tanto, acumulen una cantidad de energía tan grande y tan fácil e inmediata de aprovechar, por simple combustión.
Hace unos 250 años, con el inicio de la Revolución Industrial, el ser humano comenzó a servirse de la energía almacenada en esos compuestos —empezando por el carbón—, es decir, empezó a extraerlos del subsuelo y a quemarlos, transformándolos en gases y emitiéndolos a la atmósfera. Así pues, se puede decir que al quemar los combustibles fósiles masivamente lo que el ser humano viene haciendo es trasladar a la atmósfera, en forma de gases, toneladas de materiales orgánicos, ricos en carbono, que llevaban en el subsuelo millones de años.
La energía obtenida al quemar estas fuentes fósiles dio a la humanidad la posibilidad de explotar con mayor intensidad otros recursos naturales, como el agua, las tierras o los recursos pesqueros, lo que posibilitó la explosión demográfica del último siglo y el modo de vida basado en el elevado consumo energético del que hoy disfruta aproximadamente un tercio de los habitantes del planeta.
Los combustibles fósiles continúan siendo la fuente energética básica, pues no sólo aportan el 80 % de la energía que se consume en el mundo, sino que también contribuyen al aprovechamiento de las demás fuentes energéticas conocidas.
Si la Tierra fuese infinita y sus recursos ilimitados, la población y el consumo energético podrían seguir aumentando indefinidamente. Pero nuestro planeta es limitado, y por tanto también lo son sus recursos y sumideros.
Esto significa que algún día el proceso de extracción de materiales del subsuelo y su emisión a la atmósfera nos llevaría al punto en que los recursos comenzasen a dar síntomas de agotamiento; y los sumideros, de empezar a saturarse.
Y ese es precisamente el punto en el que estamos: mientras la humanidad continúa creciendo en población y necesidades energéticas, los geólogos avisan de que el suministro de combustibles fósiles va a empezar a decaer —empezando por el petróleo y el gas natural—, y los climatólogos advierten que el incremento detectado en las concentraciones de los gases producto de su combustión no tiene precedentes, al menos en los anteriores cientos de miles y probablemente en millones de años.
En el gráfico se puede observar la evolución aproximada del porcentaje de reservas de petróleo y de las concentraciones de anhídrido carbónico (CO2) en la atmósfera a lo largo del siglo XX.
Como hemos analizado en las primeras secciones, entre los gases cuyas concentraciones están aumentando notablemente destaca el dióxido de carbono (CO2), que tiene la propiedad de actuar como un “invernadero”, lo que parece que está iniciando una alteración impredecible en el equilibrio climático de nuestra atmósfera.
A partir de este punto no se puede saber qué pasará con exactitud en las próximas décadas, tanto respecto a cómo será el proceso de adaptación para vivir con cada vez menor disponibilidad de energía y materiales procedentes de los combustibles fósiles, focalizándose hoy en día en la eficiencia energética, como tampoco se puede estimar con exactitud respecto a la respuesta que pueda tener el sistema climático ante la acumulación de determinados gases de efecto invernadero en las capas bajas de la atmósfera.
LA DEPENDENCIA DEL PETRÓLEO DEL MUNDO ACTUAL
El petróleo, por su fácil obtención, versatilidad, facilidad de transporte y almacenaje, y la gran cantidad de energía que proporciona por unidad de volumen, se convirtió, desde el inicio de su extracción comercial masiva a principios del siglo XX, en el combustible fósil que más contribuyó al formidable desarrollo de la industria, la agricultura y los medios de transporte, permitiendo la especialización de las zonas productivas de todo el mundo. Todo ello posibilitó el incremento de la producción y del comercio a nivel mundial, pero también fue llevando a una mayor dependencia de la energía y de los productos proporcionados por el mismo.
Hoy en día, nuestra sociedad y modo de vida actuales son posibles gracias al uso intensivo del petróleo, pues actividades tan básicas como la industria, la producción eléctrica, los transportes, la construcción, el turismo, la agricultura, la pesca, la ganadería, la minería, la medicina, etc., son muy dependientes de su disponibilidad.
En concreto, la producción comercial de alimentos se basa en el uso intensivo del petróleo, que posibilitó la mecanización de la agricultura y la extensión de los regadíos. El petróleo se emplea tanto en forma de energía —para el arado, siembra, recolección, bombeo del agua, tratamientos, cosecha, transporte, conservación y distribución—, como en la fabricación de los insecticidas, abonos y conservantes alimentarios.
Se estima que, con el actual modelo de producción y distribución, por cada caloría de alimento que llega al consumidor final se requiere una media de unas ocho calorías de combustible fósil, básicamente de petróleo. El petróleo forma parte de todo tipo de plásticos, productos químicos, materiales de construcción, etc., de manera que está presente en casi todos los bienes de uso común utilizados en nuestros días.
La lista sería interminable y abarca objetos tan variados como componentes internos y cubiertas de aparatos electrónicos, cueros sintéticos, detergentes, productos de limpieza, cosméticos, pinturas, lubricantes, PVC, fertilizantes agrícolas, medicamentos, aislantes, asfaltos, fibras sintéticas para la ropa, muebles, botellas, pañales, ordenadores, cámaras de fotos, baterías, gafas, lentillas, champús, teléfonos móviles, pastas de dientes, bolígrafos, neumáticos, etc.
Es necesario también para el mantenimiento de los servicios básicos urbanos como el suministro de agua potable, recogida de basura, mantenimiento de calles y jardines, servicios de bomberos, protección civil, policía, etc. No debe sorprender por tanto que, si el funcionamiento de la sociedad depende en tal medida de un recurso, cualquier variación en su precio afecte a todos los sectores económicos.
En los años 50 del siglo pasado, el científico estadounidense M. King Hubbert demostró que la evolución que experimenta la explotación de cualquier pozo petrolífero sigue una curva en forma de campana, llamada por ello “curva de Hubbert”.
Esto significa que, si bien al iniciarse la explotación, la producción de petróleo aumenta rápidamente, de forma que se puede extraer cada vez mayor cantidad con muy poco esfuerzo, a medida que va pasando el tiempo el aumento de la producción va perdiendo fuerza, hasta que se alcanza un máximo a partir del cual la producción comienza su declive hasta el agotamiento del pozo.
En el tramo ascendente de la curva de Hubbert (antes de llegar al máximo), el petróleo es abundante, de buena calidad y fácil de extraer, pero en el tramo descendente cada vez es más escaso, costoso de extraer, de peor calidad y de menor pureza. El cenit del petróleo es el término que se aplica a la parte superior de la campana de Hubbert, es decir, al tramo en el que se logra la máxima producción, y se alcanza cuando se ha extraído aproximadamente la mitad del petróleo existente inicialmente.
Si la evolución de la producción de cualquier pozo petrolífero muestra una curva en forma de campana, lógicamente, si se suman las producciones de varios de ellos la curva que se obtiene tiene también una forma similar. Esto significa que la producción de cualquier yacimiento, país productor o la mundial en su conjunto también presentan una evolución en forma de campana. Conociendo este hecho, y aplicando una serie de cálculos matemáticos, Hubbert dedujo en 1956, con notable precisión, que el cenit de la producción de petróleo de EE. UU., que entonces era el mayor productor de crudo del planeta, se alcanzaría aproximadamente en 1970. Para la producción mundial, Hubbert estimó que el cenit tendría lugar a finales del siglo XX o a principios del siglo XXI, y demostró también que si las reservas mundiales superasen en vez y media a las que él consideraba más probables, el cenit mundial sólo se retrasaría sólo ocho años.
Numerosos estudios han venido verificando la validez de los resultados de Hubbert y muestran que ya se ha consumido aproximadamente la mitad de las reservas iniciales, lo que indica que estamos en los años del cenit de la producción mundial de petróleo, tal como se ve observa en la siguiente gráfica.
El descenso de la oferta mundial de “oro negro”, en el contexto de creciente demanda, unido a la fuerte dependencia existente hoy en día, y sin otras alternativas energéticas que puedan reemplazar a corto plazo la gran cantidad de energía que proporciona, puede abrir una brecha entre la demanda y la oferta que se vaya haciendo cada vez más profunda, lo que puede llevar a desabastecimientos en los mercados internacionales y a una subida de los precios del crudo.
El encarecimiento de la energía puede generar procesos inflacionarios que se extiendan a todos los sectores económicos y tener impactos imprevisibles sobre las economías de todos los países, lo que puede poner en riesgo el equilibrio del sistema financiero internacional y desencadenar intensas crisis sociales.
Así pues, aunque se estima que al ritmo de consumo actual queda petróleo para unos 40 años, el desafío más inminente al que se enfrenta la sociedad de principios del siglo XXI es el que supone alcanzar el máximo de la producción mundial de petróleo y entrar en el declive de su producción.
EL CÉNIT DEL PETRÓLEO
La fecha exacta no es lo trascendente, sino el hecho de que estamos en los tiempos en que la producción ya no va a poder incrementarse de forma significativa, y en todo caso la tendencia que se espera para los próximos años es que comience a disminuir.
En realidad, lo más probable es que no se conozca que se ha pasado el cenit hasta varios años después de superado, o que incluso ya se haya sobrepasado hoy en día pues la producción presenta fluctuaciones de un año para otro, de manera que el tramo superior de la curva de producción mundial puede presentar la forma de una meseta alargada con varios picos máximos. No se conocen tampoco con exactitud las reservas de los principales países productores de la OPEP, que pueden ser menores que las publicadas oficialmente por sus gobiernos, pues en los años 80 las aumentaron, sin ninguna base científica, para tratar de acceder a mayores cuotas anuales de producción, que se asignaban según las reservas declaradas por cada país.
En la Conferencia sobre el Cenit del Petróleo de mayo del 2003, el Profesor Kenneth Deffeyes, autor de “El Cenit de Hubbert: La Inminente Escasez del Petróleo Mundial”, explicó que el cenit pudo haber sido en el 2000, pues la producción mundial ha dejado de aumentar desde ese momento, pese al aumento de la demanda y la presión de los gobiernos occidentales a los países productores para que aumenten su producción y evitar el alza de precios.
El Instituto de los Recursos Mundiales (Wold Resources Institute) publicó un informe ya en 1996 que decía: “Si persiste el crecimiento de la demanda mundial en un modesto dos por ciento anual, la producción podría comenzar a declinar hacia el año 2000 (…) incluso aunque se den enormes aumentos del petróleo estimado como recuperable (lo cual es poco probable), apenas daría para algo más de otra década (desde 2007 a 2018). En consecuencia, a menos que se reduzca de forma muy acusada el crecimiento de la demanda, la producción de petróleo comenzará pronto su largo declive”.
Muchos de los principales campos y países productores han entrado ya en declive. Cuando la producción de un país exportador cae por debajo de su consumo interno, pasa de ser exportador neto a importador neto, con lo que empieza a presionar sobre los mercados internacionales de crudo. Los países que se mantienen en la parte ascendente de la curva de Hubbert se ven obligados a aumentar su producción para cubrir, no sólo el incremento de la demanda internacional, sino también la disminución de las producciones de los que ya han pasado el cenit, lo que cada vez resulta más dificultoso y lo será más a medida que más campos y países productores vayan superando el cenit y entrando en el declive de sus producciones.
Otra evidencia clara de la proximidad del cenit de la producción mundial de petróleo es que, si bien la demanda continúa aumentando, el descubrimiento de grandes yacimientos viene disminuyendo desde los años sesenta, pese al empleo de tecnologías cada vez más sofisticadas y la competencia de las empresas petroleras por hacerse con el mayor número de yacimientos.
Desde los años ochenta el consumo de petróleo supera a los descubrimientos, de forma que en la actualidad se ha alcanzado la alarmante proporción de que por cada barril que se descubre se
consumen cuatro. Esto significa que casi todo el petróleo que se está consumiendo hoy en día procede de los grandes yacimientos descubiertos hace varias décadas.
En la anterior gráfica se muestran los descubrimientos anuales de yacimientos de petróleo desde 1930, expresados en volumen de reservas incorporadas por año (barras verticales) y extracción mundial de petróleo hasta el año 2003 (curva azul). Se observa que a partir de los años ochenta la extracción de petróleo comienza a superar al petróleo que se descubre cada año.
En este sentido hay que señalar que la demanda, lejos de reducirse, los últimos años viene experimentando una fuerte subida, en especial a causa del gran crecimiento económico de países como China e India, cuyas poblaciones suman 2.300 millones de personas. Cada vez aparecen más informaciones y estudios sobre la crisis energética, así como se van sucediendo las manifestaciones de personas vinculadas al mundo de la energía y del petróleo, que alertan de la situación en la que nos encontramos y de las consecuencias que se pueden derivar del encarecimiento de los precios del petróleo.
A modo de ejemplo, la petrolera estadounidense Chevron-Texaco, ha iniciado una campaña a través de la web “Will You Join Us?” (¿Te unes a nosotros?), que empieza diciendo: La energía será uno de los asuntos definitorios de este siglo. Una cosa parece estar clara: la era del petróleo
de extracción fácil se ha acabado. Lo que se haga a partir de ahora determinará el éxito en responder a las necesidades energéticas del mundo entero durante el s.XXI y los siguientes.
PROTOCOLO DE AGOTAMIENTO DEL PRETRÓLEO
Ante la inevitable e inminente reducción de la oferta de petróleo que cabe esperar en los próximos años, la medida aparentemente más lógica, sencilla e inmediata que se puede adoptar es tratar de reducir el consumo energético, para ir adaptándolo a la realidad geológica marcada por la curva de Hubbert.
Si en lugar de actuar de este modo se opta por forzar la explotación de los yacimientos petrolíferos del planeta, el efecto que se puede esperar es que se alargue la meseta de la parte superior de la campana de Hubbert, es decir, que se logre atrasar el inicio de la caída de la producción mundial de petróleo, pero de lograrse, el efecto posterior será que cuando se inicie la caída ésta resulte más pronunciada.
A modo de ejemplo, sería como si, ante la disminución de caudal de un depósito de agua que se está agotando, se opta por añadir más grifos. Al principio se logrará mantener el caudal, pero a costa de agotar más rápidamente el depósito, de manera que después el agua dejará de salir de forma más repentina. Así pues, el ahorro energético es la medida aparentemente más sencilla e inmediata de aplicar, pero no está exento de dificultades para ser aplicado, que se verá en los próximos temas.
Es interesante ver también otros protocolos no tan conocidos como el de Kioto, pero que cosechan suficiente prestigio para tenerlos en consideración. En el año 2000 se creó una red internacional de científicos llamada Asociación para el Estudio del Pico del Petróleo (ASPO en sus siglas inglesas), que lleva años advirtiendo que nos acercamos al cenit de la producción mundial de petróleo. En 2005 lanzó la idea de un Protocolo de Agotamiento del Petróleo, conocido también como “protocolo de Rímini” o “de Uppsala”, para adaptarse paulatinamente –y de manera consensuada a escala planetaria– a un modelo energético post-petróleo. De acuerdo con dicho protocolo, los países importadores de petróleo acordarían reducir sus importaciones y los países exportadores a reducir su ritmo de exportaciones en un porcentaje anual. Una ventaja de este protocolo es que no hace falta que todos los países lo ratifiquen. El país que lo adopte, aunque sea unilateralmente, saldrá beneficiado porque su adopción le llevará a tomar medidas de transición energética que todo el mundo, tarde o temprano, tendrá que adoptar. De hecho la sociedad sueca ha reaccionado ya con un acuerdo fruto del trabajo conjunto de investigadores, industriales, funcionarios gubernamentales, sindicatos, etc., para lograr una sociedad sin petróleo. Directivos de ASPO, como Colin J. Campbelll y Kjell Aleklett elaboraron el de nominado Protocolo de Uppsala, que como muchas otras iniciativas ecológicas de personas comprometidas con el medio ambiente ha pasado desapercibida. El protocolo se centra en el agotamiento del petróleo, y es el siguiente:
“CONSIDERANDO que el paso de la historia ha registrado un aumento en el ritmo de cambios, tal que la demanda de energía ha crecido rápidamente en paralelo con la población mundial en los últimos doscientos años, desde la Revolución Industrial;
CONSIDERANDO que el suministro de energía que demanda la población ha provenido fundamentalmente del carbón y del petróleo, que se han creado de forma muy lenta en el pasado geológico y que tales recursos están inevitablemente sujetos al agotamiento;
CONSIDERANDO que el petróleo proporciona el noventa por ciento del combustible para el transporte, que es esencial para el comercio y juega un papel crítico en la agricultura, necesaria para alimentar a una población en expansión; CONSIDERANDO que el petróleo está distribuido de forma irregular en el planeta, por razones geológicas bien conocidas y la mayoría del mismo concentrado en cinco países que bordean el golfo Pérsico;
CONSIDERANDO que todas las áreas productivas del mundo ya se han identificado con la ayuda de tecnologías avanzadas y con un cada vez mayor conocimiento geológico, siendo evidente que los descubrimientos alcanzaron un cenit en los años sesenta, a pesar del progreso tecnológico y una búsqueda diligente;
CONSIDERANDO que el pasado cenit en los descubrimientos conduce inevitablemente a un cenit correspondiente de la producción en la primera década del siglo XXI, suponiendo que no se da una reducción drástica de la demanda:
CONSIDERANDO que el efecto del declive de este recurso vital afecta a todos los aspectos de la vida moderna, lo que tiene graves implicaciones políticas y geopolíticas;
CONSIDERANDO que es conveniente planificar una transición ordenada a un nuevo entorno mundial de un suministro reducido de energía, haciendo las provisiones anticipadas para evitar el gasto de energía, estimular la entrada de energías sustitutivas y aumentar la duración del petróleo remanente;
CONSIDERANDO que es deseable enfrentarse a los retos que surgen de una forma cooperativa y equitativa, que pueda tratar las preocupaciones relacionadas con el cambio climático, la estabilidad económica y financiera y las amenazas de conflicto por el acceso a los recursos críticos.
SE PROPONE, POR TANTO: 1. Convocar una convención de naciones para considerar este asunto, con vistas a conseguir un Acuerdo, con los siguientes objetivos: 1. Evitar lucrarse con la escasez, de forma que los precios del petróleo puedan mantener una relación razonable con los costes de producción.
2. Permitir a los países pobres realizar sus importaciones. 3. Evitar la desestabilización de los flujos financieros que surjan de los excesivos precios del petróleo. 4. Promover que los consumidores eviten el despilfarro. 5. Estimular el desarrollo de las energías alternativas. 6. Este Acuerdo tendrá las siguientes líneas generales: 1. Ningún país producirá petróleo más allá de su tasa actual de agotamiento, que se define en la producción anual como un porcentaje de la cantidad que se estima queda por producir. 2. Cada país importador reducirá sus importaciones para ajustarse a la Tasa Mundial de Agotamiento, deduciendo cualquier producción local. 3. Se regularán detalladamente las definiciones de las diferentes categorías de petróleo, sus exenciones y cualificaciones y los procedimientos científicos para la estimación de la Tasa de Agotamiento. 4. Los países signatarios cooperarán para proporcionar información sobre sus reservas, permitiendo auditorías técnicas, de forma que se pueda determinar con precisión la Tasa de Agotamiento. 5. Los países signatarios tendrán el derecho a apelar la valoración de su Tasa de Agotamiento si cambian las circunstancias.”
Cumbre del clima y protocolo de Kioto INTRODUCCIÓN
Desde la celebración en 1979 de la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima (en la que se consideró por primera vez el cambio climático como un problema grave) hasta hoy, se han sucedido las reuniones internacionales de carácter científico y político sobre cuestiones relacionadas con el cambio climático, así como las negociaciones al más alto nivel sobre las estrategias a establecer en relación con este problema, denominadas Conferencia de las Partes (COP). Todo ello es sin duda una muestra de la importancia que el cambio climático está suponiendo para nuestra sociedad.
Con objeto de evaluar el problema científicamente, identificar las respuestas adecuadas e informar a los gobiernos, se crea en 1988 el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) bajo los auspicios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial.
Desde entonces, el IPCC ha presentado dos Informes de Evaluación, estableciendo desde el primero de ellos (1990) que “las emisiones producidas por las actividades humanas aumentan sustancialmente las concentraciones atmosféricas de los gases de efecto invernadero. Estos aumentos potencian el efecto invernadero…” Además, advertían que de continuar con el ritmo de emisiones de estos gases se producirían una serie de efectos como el aumento de la temperatura media global y elevación del nivel del mar.
EL CONVENIO MARCO SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO
Gracias a la labor del IPCC, la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima (Ginebra, 1990) condujo a las Naciones Unidas a adoptar la Resolución 45/212, de 21 de diciembre de 1990, sobre la Protección del Clima Global para las Generaciones Actuales y Futuras. Esta resolución estableció un Comité de Negociación Intergubernamental con el mandato de preparar un Convenio Marco sobre Cambio Climático que sería presentado a la firma en Río de Janeiro durante la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992. Más de 150 países firmaron en la llamada ‘Cumbre de la Tierra’ el Convenio Marco sobre Cambio Climático, que entró en vigor el 21 de marzo de 1994. En la actualidad han suscrito el Convenio 166 países.
El objetivo último de este Convenio es “lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático. Ese nivel debería lograrse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible”. En la definición de este objetivo es importante destacar dos aspectos: Por un lado, no se determinan los niveles de concentración de gases de efecto invernadero que se consideran interferencia antropógena peligrosa en el sistema climático, reconociéndose así que en aquel momento no existía certeza científica sobre qué se debía entender por niveles no peligrosos.
Por otro lado, se sugiere el hecho de que el cambio del clima es algo ya inevitable por lo cual no sólo deben abordarse acciones preventivas (para frenar el cambio climático), sino también de adaptación a las nuevas condiciones climáticas (por ejemplo en infraestructuras para proteger de la subida del nivel del mar a los territorios más afectados).
El Convenio sobre Cambio Climático se basa en tres principios básicos: o
Principio de precaución: dada la amenaza de daños severos e irreversibles, la falta de certeza absoluta en el conocimiento científico del problema no debe ser utilizada como excusa para posponer las acciones que permitan mitigar los efectos del cambio climático. o Principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, que establece la necesidad de acuerdos globales en la lucha contra el cambio climático, pero que reconoce que los países desarrollados deben soportar los compromisos que conlleve esta estrategia. o Necesidad de garantizar el desarrollo de los países pobres, promoviendo el concepto de desarrollo sostenible. En líneas generales, las principales aportaciones del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático son las siguientes: -
Se reconoce la existencia del problema.
Se establece la necesidad de estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero a un nivel que evite una interferencia peligrosa de las actividades humanas en el sistema climático. Se advierte de la necesidad de conseguir este objetivo antes de que sea “demasiado tarde” (con tiempo suficiente para poder adaptarse a los cambios del clima que resulten inevitables). Se reconoce la responsabilidad de los países desarrollados en el problema, y por tanto se pide a estos países el mayor esfuerzo en la estabilización de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Se asume la necesidad de potenciar la investigación científica sobre el cambio climático, así como el desarrollo y transferencia de tecnología a los países en desarrollo. Se apuesta por el desarrollo sostenible y la educación de los ciudadanos en materia de cambio climático. El órgano supremo del Convenio es la “Conferencia de las Partes” que se reúne anualmente para desarrollar el contenido del Convenio y examinar los compromisos cuantitativos de limitación de las emisiones de los países desarrollados hasta que se alcance el objetivo último del Convenio. Hasta el momento se han celebrado veintidós Conferencias de las Partes.
Las principales lagunas en este Convenio fueron por un lado que aunque se asumió en general como compromiso político que los países de la OCDE debían limitar sus emisiones para el año 2000 a los niveles existentes en 1990, las duras negociaciones entre los distintos intereses dejaron ambiguo el texto referente a este compromiso. Por otro lado, no se incluía en el Convenio ninguna referencia a compromisos posteriores al año 2000.
CONFERENCIA DE LAS PARTES (COP)
La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). De la misma manera, la COP en calidad de reunión de las Partes del Protocolo de Kioto (CMP) es el órgano supremo de dicho instrumento. Tanto la COP como la CMP se reúnen anualmente con la función de supervisar y examinar la aplicación de la Convención y desarrollar el proceso de negociación entre las partes de la Convención ante nuevos compromisos. Las funciones de la COP se establecen en el artículo 7 de la CMNUCC.
Algunas de estas funciones son:
o
Examinar periódicamente las obligaciones de las Partes, los arreglos institucionales en el marco del Convenio, y la evolución de los conocimientos científicos y tecnológicos sobre el cambio climático. o Promover y facilitar el intercambio de información sobre las medidas adoptadas por las Partes para abordar el cambio climático y sus efectos. o Preparar los inventarios de emisiones de gases de efecto invernadero por las fuentes y la absorción por los sumideros, y medidas para reducir emisiones y fomentar su absorción. o Guiar al mecanismo financiero de la Convención estableciendo políticas, prioridades y criterios para financiar actividades que implementen la Convención. o Establecer los órganos subsidiarios que se estimen necesarios para la aplicación de la Convención. o Todas aquellas funciones que sean necesarias para la consecución del objetivo de la Convención. En la COP participan principalmente las Naciones Unidas, sus organismos especializados y, las Partes, es decir, todo país miembro de la Convención. Cada Parte en la Convención está representada en la COP por una delegación autorizada a representar y negociar en nombre de su gobierno. Debido a la relevancia de lo discutido en las COPs participan también diversos
organismos en calidad de observadores, como el caso de los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales (ONGs).
La COP sigue un formato parecido al de la asamblea de Naciones Unidas, donde las Partes se encuentran organizadas en cinco grupos regionales: África, Asia, Europa Oriental, Europa Occidental y otros (Australia, Canadá, Islandia, Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y los Estados Unidos de América), y América Latina y el Caribe.
Durante las negociaciones, los países también se agrupan según sus intereses comunes. Por ejemplo, el Grupo de los 77 y China (G77 + China) agrupa a todos los países en desarrollo y es el más utilizado para establecer posiciones comunes de negociación. También coordinan sus posiciones, incluso reuniéndose previo a cada COP: el grupo de países africanos, el grupo de países menos adelantados, la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés), la Unión Europea, el “grupo paraguas” (Australia, Canadá, Islandia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Rusia, Ucrania y los Estados Unidos de América), el Grupo de Integridad Ambiental (compuesto por Suiza, República de Corea y México), e inclusive la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Entre los observadores se encuentran las organizaciones inter-gubernamentales o multilaterales (IGOs, por sus siglas en inglés), bancos de desarrollo como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial, o el Centro Caribeño para el Cambio Climático (Caribbean Community Climate Change Centre), y Organizaciones No Gubernamentales (ONGs). Más de 1300 ONGs y más de 80 Organizaciones Inter-Gubernamentales están registradas como observadoras ante la CMNUCC.
La primera Conferencia de las Partes (COP1) tuvo lugar en Berlín entre marzo y abril de 1995 y su principal resultado fue la adopción del llamado ’Mandato de Berlín’, que venía a solucionar la falta de objetivos concretos de limitación de emisiones del Convenio, poniendo en marcha el proceso de negociación de un ‘Protocolo u otro instrumento legal’ que contuviera obligaciones concretas de limitación y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para después del año 2000, citándose los años 2005, 2010 y 2020. Este nuevo instrumento jurídico desembocó en el Protocolo de Kioto adoptado en diciembre de 1997.
En diciembre de 1995 se publicó el Segundo Informe de Evaluación del IPCC, en el que se afirma que “el balance de las pruebas sugiere una influencia humana perceptible en el clima mundial”, lo que supone un importante avance en la consideración del problema por encima de las incertidumbres científicas que aún subsisten.
En este Segundo Informe destacan la evaluación de las alternativas de estabilización de la concentración de gases a distintos niveles (y sus implicaciones en términos de la emisión global de tales gases), así como el análisis de las tecnologías disponibles y de las posibles políticas de mitigación.
A pesar de la extensa información que proporciona al respecto, el IPCC no entra a definir qué es nivel peligroso, debido a la importancia de las consideraciones políticas que subyacen en esta definición. La Segunda Conferencia de las Partes (COP2) se celebró en Ginebra en julio de 1996 y su principal objetivo consistió en conseguir un apoyo político al Segundo Informe del IPCC, dada su importancia para las negociaciones posteriores que iban a sucederse dentro del Convenio. Esto revestía una especial importancia debido a la campaña de desprestigio llevada a cabo por los representantes de los intereses multinacionales de las industrias del carbón y el petróleo.
En diciembre de 1997 se celebró en Kioto la Tercera Conferencia de las Partes (COP3), en la que se adoptó el Protocolo de desarrollo del Convenio, que se venía negociando desde el Mandato de Berlín, conocido como Protocolo de Kioto, que se analiza en el apartado siguiente.
La Cuarta Conferencia de las Partes (COP4), celebrada en Buenos Aires en 1996 y la Quinta Conferencia de las Partes (COP5) que tuvo lugar en Bonn en noviembre de 1999, estuvieron dedicadas al desarrollo de las cuestiones que se plantean en el Protocolo de Kioto, así como a avanzar en el contenido del Convenio, especialmente en las materias del interés de los países en desarrollo
EL PROTOCOLO DE KIOTO
En diciembre de 1997, tras dos años y medio de intensas negociaciones, y con objeto de fortalecer la respuesta colectiva al cambio climático, en la COP3 celebrada en Kioto, Japón, se aprobó un acuerdo que representaba una considerable ampliación del alcance de la Convención y el robustecimiento de los medios puestos a su disposición, por medio del cual se establecían compromisos jurídicamente vinculantes de reducción y limitación de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Debe aclararse que, si bien en el propio Protocolo se recogían las normas básicas para la mitigación del cambio climático, no se especificaba con detalle cómo deberían aplicarse estas mismas normas. Asimismo, se preveía un proceso independiente y oficial de firma y ratificación del Protocolo por los gobiernos nacionales, antes de que pudiera entrar en vigor.
El Protocolo contiene metas vinculantes de reducción y limitación de emisiones de gases de efecto invernadero para 37 países industrializados y la Comunidad Europea. Conjuntamente, las emisiones de los seis gases de efecto invernadero incluidos bajo su control deberían reducirse en al menos un 5% hacia 2012 sobre la base de las emisiones que se registraban en 1990. Con excepción de los Estados Unidos, todos las Partes que son países altamente industrializados han ratificado el Protocolo de Kioto.
El Protocolo de Kioto entró en vigor luego de que de que se lograra la ratificación del acuerdo por un número tal de países firmantes de la Convención Marco sobre Cambio Climático, cuyas emisiones de dióxido de carbono equivalente (CO2e) representaran más del 55% del total global cuantificado para 1990. Esto se logró con la ratificación por parte de Rusia en noviembre de 2004. Con este hecho se allanó el camino para que el Protocolo de Kioto entrase en vigor el 16 de febrero del 2005, con la ratificación de 154 países que contribuían entonces al 61% de las emisiones de CO2e globales.
En el contexto de Kioto, la aplicación del principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y de las respectivas capacidades significaba que las Partes del Anexo I asumían el liderazgo de las acciones destinadas a mitigar el cambio climático mediante objetivos cuantificados de limitación y reducción de emisiones (QELROs).
En el Artículo 3 del Protocolo se establece que las partes correspondientes al Anexo I de la Convención deben reducir el total de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 5.2% con respecto a las emisiones que tenían en 1990. Esto se debía cumplir en lo que se conoce como el período de compromiso comprendido entre el año 2008 y el 2012 (Primer Periodo de Compromiso).
La principal aportación de este Protocolo fue el establecimiento de límites obligatorios a las emisiones durante el período del 2008 al 2012 y la ampliación de la lista de los gases de efecto invernadero para incluir a perfluorocarburos (PFCs), hidrofluorocarburos (HFCs) y hexafluoruro de azufre (SF6).
Los límites definidos se expresan como reducciones con respecto a un año de referencia (1990, salvo para los nuevos gases, para los que se permite utilizar alternativamente 1995 como año base). Además, se estableció que antes del año 2005 se comenzará a considerar los nuevos compromisos de limitación de emisiones para después del 2012, en el que finalizó el período regulado por el Protocolo de Kioto.
Los compromisos de limitación de emisiones del Protocolo de Kioto son los que se observan en el Cuadro 1. Además de los objetivos citados, el Protocolo introdujo, con objeto de facilitar a los países desarrollados la reducción de las emisiones, los llamados mecanismos de flexibilidad, entre los que se incluyen:
o
o
El comercio de derechos de emisión. Mediante este mecanismo las partes pueden comprar o vender parte de su ‘cantidad asignada’ (cantidad máxima de emisión permitida en el período de compromiso) a otra parte, de forma que su nivel permitido de emisión se reduzca o aumente en dicha cantidad. Precisamente. Mecanismo para un desarrollo limpio. Este mecanismo establece un sistema de obtener financiación adicional para los proyectos destinados al desarrollo sostenible, de forma que los países desarrollados puedan restar de sus emisiones la reducción obtenida en los proyectos que financien.
Cuadro 1 Compromiso de limitación de las emisiones de gases de efecto invernadero para el período 2008-12 (Protocolo de Kioto).
LAS SIGUIENTES CUMBRES DEL CLIMA. COP4 – COP22
La Cuarta Conferencia de las Partes (COP4), celebrada en Buenos Aires en 1996 y la Quinta Conferencia de las Partes (COP5) que tuvo lugar en Bonn en noviembre de 1999, estuvieron dedicadas al desarrollo de las cuestiones que se plantean en el Protocolo de Kioto, así como a avanzar en el contenido del Convenio, especialmente en las materias del interés de los países en desarrollo.
La COP6 celebrada en el año 2000 tuvo lugar en Bonn, Alemania: Los Estados Unidos de América (USA) propuso que las áreas forestales ya agrícolas se convirtieran en sumideros de dióxido de carbono, la Unión Europea rechazo la propuesta. La COP6bis fue 2001 también en Bonn, Alemania, ya que después del fracaso de la COP6, los Estados Unidos rechazaron el protocolo de Kyoto y solo participaron como observadores. Se establecieron los principios de las sanciones para los países que incumplieran los objetivos acordados.
La COP7 en 2001 se realizó en Marrakech, Marruecos: llegaron a más acuerdos sobre las negociaciones de Kyoto en documentos llamados, Acuerdos de Marrakech y los gobiernos expresan estar listos para ratificar finalmente Protocolo de Kioto. La siguiente COP8 de 2002 fue en Delhi, India: la Unión Europea intento aprobar sin éxito una declaración sobre más acciones a los países miembros. La COP9 en 2003 se desarrolló en Milán, Italia: se concentraron en afinar los últimos detalles para el protocolo de Kyoto. COP10 en 2004 en Buenos Aires, Argentina: comenzaron las propuestas sobre lo que sucederá cuando termine el protocolo de Kyoto. La COP11 del año 2005 en Montreal, Canadá, fue la primera reunión tras la entrada en vigor del protocolo de Kyoto y se complementó con la reunión de las partes. En la COP12 del 2006 en Nairobi, Kenia se creó un fondo internacional para financiar la adaptación de los países pobres en relación con el cambio climático, hubo mucha tensión en muchos países de la Unión Europea.
La COP13 en 2007 tuvo lugar en Bali, Indonesia: se adoptó el plan de Bali, se avanzaron los procesos de establecer nuevos compromisos de reducción de emisiones, requiriendo acciones más rápidas en esta área. Se inició el proceso de negociación para el segundo periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto, que tendría vigencia entre 2012 y 2020. La primera fase de cumplimiento del protocolo fue prevista para 2008-2012. Los países desarrollados debían haber reducido sus emisiones en 5,2% en relación con 1990 (que no se logró). Los compromisos de Kioto resultaron insuficientes. Por lo tanto, en Bali se fijó una hoja de ruta (Bali Road Map) con el fin de posibilitar la implementación plena, efectiva y sustentada de la Convención y trazar los lineamientos hacia un acuerdo post 2012. La hoja de ruta se centró en torno a lograr una visión común basada en cuatro “pilares”: Mitigación, Adaptación, Tecnologías y Financiamiento, más una visión compartida sobre la reducción de emisiones provenientes de la deforestación y la degradación de bosques (REDD+). Se delinea el proceso para negociar un acuerdo global post-2012 que debía completarse hacia 2009 (Plan de Acción de Bali). El plan serviría para lograr un resultado acordado y adoptar una decisión en la Conferencia de Copenhague del año 2009. La COP14 del 2008 fue en Poznan, Polonia: se consideraron los puntos del plan de Bali como la mitigación, adaptación, tecnología y financiamiento. En la COP15 2009, que tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca: A pesar de las grandes expectativas y la fuerte repercusión mediática, no se logra la firma de un acuerdo vinculante post 2012. Se compromete financiamiento climático adicional para 2010-2012. Se acuerda la creación del Fondo Verde del Clima a fin de centralizar y coordinar los recursos financieros disponibles.
La Conferencia de Copenhague fue una de las que más interés atrajo ya que más de 40 mil personas aplicaron para una acreditación en la misma. En esta conferencia se firmó el acuerdo de Copenhague, en el cual se logró fijar la meta de que el límite máximo para el incremento de la temperatura media global sea 2ºC. Sin embargo, no se mencionó como se alcanzaría esta meta en términos prácticos, no se establecieron objetivos para el 2050, ni incluyeron propuestas para el IPCC. Adicionalmente en el acuerdo se hace referencia a mantener el incremento de la temperatura bajo los 1,5ºC, una demanda clave hecha por países en desarrollo vulnerables.
La COP16 del 2010 se celebró en Cancún, México. La Conferencia de Cancún fue importante para asegurar que en las Conferencias de las Partes se llegue a compromisos políticos para enfrentar el cambio climático. Dentro de los ejes logrados en los acuerdos de Cancún resalta la creación del Fondo Verde para el Clima para proveer financiamiento a proyectos y actividades en países en
desarrollo. Adicionalmente se acordó en Cancún la puesta en marcha hasta el 2012 un mecanismo tecnológico para promover la innovación, desarrollo y difusión de tecnologías amigables al clima.
En 2011 tuvo lugar la COP17 en Durbán, Sudáfrica, donde una de las cuestiones sin resolver siguió siendo el futuro del Protocolo de Kioto que pidió a las naciones industrializadas reducir las emisiones. De acuerdo con la resolución aprobada en Durban, los principales emisores de gases de efecto invernadero como EE.UU. y los países de reciente industrialización -Brasil, China, India y Sudáfrica- están dispuestos a iniciar un proceso que se completará en París en el 2015 y que concluirá con un acuerdo legalmente vinculante de protección climática.
En el año 2012 tuvo lugar en Río de Janeiro una cumbre importante que no fue oficialmente una COP. Esta cumbre fue llamada "Conferencia de desarrollo sostenible de Naciones Unidas". Se celebró entre el 20 y 22 de junio de 2012 en Río de Janeiro (Brasil), fecha que se hizo coincidir con el 20º aniversario de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, motivo por el que se le conoce popularmente como "Río+20". Las 193 delegaciones que participaron lograron alcanzar un acuerdo mínimo sobre unas bases de futuro, pero no quedó ausente de fuertes críticas por parte de las organizaciones ecologistas, que llegaron a calificar el texto del acuerdo como "colosal fracaso".
La COP18 tuvo lugar en ese mismo año 2012 en Doha, Catar. Se confirma la falta de acuerdo para una solución más decisiva. Se extiende el Protocolo de Kioto hasta 2020, comprometiendo sólo a la Unión Europea, Australia y un puñado de otros países en desarrollo.
En 2013 se celebra la COP19 en Varsovia, Polonia. Se llega a un modesto acuerdo que establece una hoja de ruta hacia el 2015. Todos los Estados deberán comunicar sus contribuciones en materia de reducción de gas de efecto invernadero antes de la Conferencia de París, (primer trimestre de 2015.) Se progresó también en el apoyo a los países más vulnerables al cambio climático. La COP20 del año 2014 tiene lugar en Lima, Perú. Resulta poco provechosa. Se adopta la decisión de la Conferencia de las Partes: “El Llamado de Lima a la Acción Climática”, acuerda reglas básicas sobre las contribuciones nacionales, jerarquiza la adaptación, y contribuye a darle forma a algunos de los aspectos sustantivos del acuerdo que se espera alcanzar en París. El Llamado a la Acción reitera su invitación a cada una de las Partes para que comunique a la Secretaría Ejecutiva de la Convención sus contribuciones nacionales determinadas hacia el primer trimestre del 2015.
La COP21 se celebró en el 2015 en París, Francia. Se reunieron representantes de 195 países. Se logra firmar un acuerdo jurídicamente vinculante (El Acuerdo de París), el primero en el que tanto naciones desarrolladas como países en desarrollo se comprometen a gestionar la transición hacia una economía baja en carbono. Establece el objetivo de lograr que el aumento de las temperaturas se mantenga bastante por debajo de los dos grados centígrados acordados en Copenhague y compromete a los firmantes a "realizar esfuerzos" para limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grados en comparación con la era pre-industrial. Para lograr estos objetivos, los países se comprometen a fijar cada cinco años sus objetivos nacionales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. El texto establece que los países ricos seguirán ofreciendo apoyo financiero a los países pobres para ayudarles a
reducir sus emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático, aunque no hace mención a montos específicos.
En Noviembre del 2016 se celebra la COP22 en Marrakech, Marruecos. Representantes de 200 países aprueban una declaración de apoyo al Acuerdo de París, para mantener el aumento de la temperatura muy por debajo de los 2 ºC, pero sin efectos prácticos. Se reafirma la intención de financiación del acuerdo anterior.
ESTRATEGIAS DE ACTUACIONES INTERNACIONALES
Con el desarrollo del protocolo de Kioto, y una vez establecidos los objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para aminorar el calentamiento mundial, en función del conocimiento científico, fue necesario analizar los posibles mecanismos a nuestro alcance para lograr este objetivo.
El cambio climático es un problema global que exige respuestas a escala local. En el contexto internacional, se admite que los países desarrollados tienen una doble responsabilidad: por un lado, limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero y por otro, establecer mecanismos de cooperación con los países en vías de desarrollo, que por su parte, deberán tomar medidas para la adaptación de sus economías a un desarrollo sostenible.
Las estrategias que se han desarrollado están enfocadas por un lado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y por otro, a impedir la destrucción de los sumideros y a mejorar su eficacia. Esto ha implicado actuar sobre elementos esenciales en la economía mundial, como la producción y el consumo de la energía o la utilización de la tierra. Por otra parte, es necesario afrontar los efectos del cambio climático preparando medidas de adaptación a los mismos.
En general, y con un objetivo a largo plazo, se han planteado programas de investigación que permitan ampliar los conocimientos sobre el cambio climático, así como la creación y desarrollo de nuevas tecnologías que contribuyan a limitar sus efectos y adaptarnos a los que resulten inevitables.
Para ello es indispensable implementar los sistemas de observación y vigilancia del clima y los océanos a nivel mundial. Pero, a un nivel más concreto y con un horizonte más corto, las herramientas con las que se ha contado y cuya aplicación es necesaria en prácticamente todos los sectores de nuestra actividad son las siguientes:
o
El ahorro y la eficiencia energética, que permiten disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, utilizando menos energía para obtener el mismo resultado en procesos industriales, transporte, edificios... o La utilización de fuentes de energía más limpias, que proporcionan la energía necesaria para garantizar el desarrollo económico emitiendo menos gases de efecto invernadero a la atmósfera. o Una mejor gestión forestal, permitiendo así el aumento de la superficie forestal. o Mejora de la agricultura y la ganadería, que permita sin afectar a la seguridad de los alimentos disminuir las emisiones procedentes de estos sectores, gestionando mejor los desechos del ganado, modificando la utilización y composición de los fertilizantes, etc… o Mejor gestión de los vertederos controlados y de las aguas residuales. o Eliminación paulatina de los CFC´s, según el Protocolo de Montreal. Todo esto ha llevado a hacer una revisión de la planificación energética, la política industrial, la gestión de los recursos, así como un cambio de comportamiento en relación por ejemplo con los transportes o la infraestructura de la vivienda.
El planteamiento de estrategias en común entre todos los países, teniendo en cuenta las diferencias entre los países industrializados y los países en vías de desarrollo es importante, pero no podemos quedarnos ahí, estas estrategias deben dar paso a la puesta en marcha de políticas y medidas que deben forzosamente abordarse a nivel estatal y local.
MEDIDAS DE LA UNIÓN EUROPEA PARA CUMPLIR OBJETIVOS
Desde el principio de las negociaciones la Unión Europea participó como conjunto de los estados que la conforman, adoptando una posición común y unos objetivos únicos para la Unión. Este objetivo colectivo se reparte posteriormente en cuotas nacionales, para lo cual se estableció una intensa negociación que, de forma similar a lo que ocurre a nivel internacional entre países desarrollados y países en desarrollo, que ha desembocado dentro de la Unión en un mayor compromiso de aquellos países que más han contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero y en uno menor para aquellos cuya industrialización no ha alcanzado el mismo grado de desarrollo.
Siguiendo con la evolución de los acuerdos internacionales, la Unión Europea en un principio se marcó como objetivo la estabilización de sus emisiones conjuntas al nivel de 1990. Este objetivo, que no se ha alcanzado, nunca llegó a ser repartido en cuotas nacionales.
La Unión Europea, a través del Consejo de Ministros de Medio Ambiente, ha insistido en la “extrema importancia de un pronto y sustancial desarrollo” de políticas y medidas comunes y coordinadas en materia de cambio climático.
Como medidas comunes se ha instado a la Comisión a promover las siguientes:
-
Reducir o suprimir las subvenciones a los combustibles fósiles.
Diferenciar los niveles impositivos en productos, incentivando el ahorro y la eficiencia energética. Creación de un plan de acción sobre la eficiencia energética de aparatos y equipos electrodomésticos, mediante normativa de eficiencia, certificación, etiquetado y acuerdos ambientales a nivel comunitario. Desarrollar un programa europeo para nuevas tecnologías en el ámbito del Programa Marco de la Energía y las mejores técnicas disponibles previstas para la prevención y control integrado de la contaminación (Directiva Marco IPPC). Reducir las emisiones de CO2 en vehículos, con iniciativas como el acuerdo entre la Comisión y Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles, el etiquetado energético de los vehículos, los incentivos fiscales a la eficiencia y la limitación de velocidad de vehículos pesados. -
Avanzar en la consideración internacional de la imposición al combustible de aeronaves.
Estudiar las implicaciones de las emisiones procedentes de los distintos sistemas de tratamiento de residuos, en relación con la estrategia comunitaria al respecto, en particular el desarrollo de la Directiva sobre vertederos. -
Avanzar en el plan de acción para prevenir y reducir las emisiones de CH4.
Estudiar soluciones para las emisiones de N2O, en particular las provenientes de catalizadores en vehículos. Habilitar mecanismos que permitan la contribución de las actividades de investigación y desarrollo tecnológico del Quinto Programa Marco I+D a los objetivos de la estrategia sobre cambio climático, en particular sobre energías renovables.
En cuanto a la acción coordinada de los Estados miembros, el Consejo acuerdó emprender las siguientes acciones: Tomar medidas para que la liberalización de los mercados energéticos fomente también objetivos ambientales. Desarrollar estrategias nacionales para un incremento sustancial del uso de fuentes renovables de energía. -
Fomentar el mercado de la cogeneración energética.
-
Potenciar la vía de los acuerdos ambientales con los sectores de actividad.
Favorecer políticas de transporte que influyan en la demanda teniendo en cuenta imperativos ambientales. -
Revisar las normas nacionales sobre la eficiencia energética en los edificios.
Estos propósitos deben plasmarse en los correspondientes instrumentos normativos para garantizar su aplicación en los Estados miembros. Por lo que respecta a su posicionamiento en la negociación internacional sobre cambio climático la Unión Europea basa su línea de acción en los siguientes elementos principales:
En cuanto a los llamados ‘mecanismos de flexibilidad de Kioto’, se pretende que la compraventa de emisiones, que veremos más adelante, no se convierta en una excusa para dejar de actuar a nivel doméstico y que se garantice la igualdad de acceso por parte de todos y los objetivos generales del Convenio y del Protocolo. Por lo que respecta a la acción doméstica en los países desarrollados, se persiguen formas de facilitar la cooperación y coordinación en la implantación de políticas y medidas. Para asegurar la eficacia, se exige el desarrollo de procedimientos rigurosos para tratar los casos de incumplimiento del Protocolo. Para asegurar la transparencia, se pretende el desarrollo de directrices comunes sobre sistemas nacionales de inventarios de gases de efecto invernadero, información y revisión.
ACTUALIDAD Y FUTURO DEL CAMBIO CLIMÁTICO
El cambio climático se ha venido configurando como uno de los principales desafíos para las sociedades contemporáneas. En la actualidad hay un alto consenso científico sobre las causas y efectos del cambio climático, tal y como reflejan los informes del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) desde comienzos de los noventa. Así, pocos discuten hoy la vinculación entre cambio climático y las emisiones de GEI de origen humano, mayoritariamente producidas por la combustión fósil para suministrar servicios vinculados a la energía. Como indicamos con anterioridad, energía y cambio climático son dos caras de una misma moneda, lo que exige tomar decisiones difíciles porque por un lado el cambio climático tendrá importantes efectos (globalmente negativos) sobre el bienestar humano pero, por otro, el sector energético garantiza la cobertura de necesidades humanes básicas como iluminación, calefacción, movilidad o comunicación.
Los efectos asociados a fenómenos de cambio climático son diversos. En un informe de evaluación del IPCC (2007) enumeran algunas de las consecuencias vinculadas a la subida de temperaturas y otras modificaciones en el clima de la tierra: mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, subida en el nivel del mar, pérdida de tierra útil para el cultivo y por ello mayor escasez de alimentos, redistribución de los recursos hídricos, pérdidas de biodiversidad, intensificación de flujos migratorios, etc.
Desafortunadamente, la complejidad de los sistemas climáticos y las limitaciones en el conocimiento científico no permiten definir con exactitud las consecuencias del cambio climático, que están sujetas por tanto a una importante incertidumbre. Incertidumbre que, por otro lado, no solo se relaciona con las limitaciones de la ciencia del clima y la dificultad para el acopio de datos para ratificar teorías sino también con las dificultades para transportar la modelización de nuestras
sociedades (preferencias) y tecnologías en el largo y muy largo plazo. Ello dificulta tremendamente la definición de objetivos basados en análisis coste-beneficio y ha dado paso a decisiones más discrecionales. De hecho, esto explica que las últimas cumbres climáticas (desde Copenhague) pivoten en torno al objetivo de mantener la subida media de temperaturas globales dentro de 2 grados Celsius, un nivel que se considera (exógenamente) umbral de cambios importantes para los sistemas ecológicos y económicos en el planeta. Como veremos a continuación, a día de hoy este objetivo es tan ambicioso que ha de llevar a una alta descarbonización del sistema energético hacia mediados de este siglo, prácticamente total en las economías avanzadas.
Así, los estudios recientes del IPCC (2011) e IEA (2011) indican que se está cerrando la ventana de poder limitar el aumento de temperaturas a 2ºC. Por ello la Agencia Internacional de la Energía considera que la temperatura global media se incrementaría en torno a 3.5ºC, incluso si los países aplicasen todas las medidas acordadas en la conferencia de Cancún. De hecho, si las emisiones siguen creciendo al ritmo actual, el aumento de temperaturas se aproximaría a los 6ºC con respecto a la situación pre-industrial. Esto indica la insuficiencia de los esfuerzos actuales para combatir el cambio climático y las dificultades para lograr acuerdos internacionales que alcancen los objetivos fijados.
En China, por ejemplo, el aumento simultáneo de población y capacidad económica introducen fuertes demandas sobre el sector energético cuyas restricciones pueden ser percibidas como una amenaza al modelo de crecimiento económico. La situación de EE.UU. respecto al gas natural, aunque menos extrema, presenta similitudes y refleja el rechazo de muchos países a ajustar sus sistemas energéticos a los nuevos objetivos climáticos a costes elevados.
Por ello puede decirse que los distintos gobiernos se encuentran en una posición difícil, siendo conscientes de las grandes transformaciones que necesitan sus sistemas energéticos, pero sin que exista un acuerdo global por las características de la externalidad climática. Buena parte de las aportaciones se han centrado en la definición de sistemas que posibiliten la consecución de acuerdos, favoreciendo la negociación a pequeña escala, los procesos transparentes de verificación, los horizontes temporales próximos y la adopción de medidas coste-eficientes, dentro del presupuesto anual. Cualquiera que sea la solución al problema del cambio climático, las energías renovables han de jugar un papel fundamental. De hecho, estas tecnologías pueden permitir la reducción a gran escala de las emisiones de GEI si se convierten en alternativas económica y técnicamente viables a las fuentes energéticas fósiles convencionales. Ello permitiría solucionar uno de los fenómenos que limitan los avances en este campo puesto que la corrección del cambio climático dejaría de verse como una amenaza al estilo de vida actual o a las posibilidades de crecimiento económico. Por ello, la innovación y el avance tecnológico son fundamentales para el éxito de las estrategias contra el cambio climático, lo que ha llevado a muchos gobiernos a actuar en este sentido mediante políticas que promuevan el avance tecnológico de estas alternativas y su implantación y despliegue en la práctica.
Huella de carbono. Cálculo y verificación ¿QUÉ ES LA HUELLA DE CARBONO?
La huella de carbono es el cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se generan por las diversas actividades humanas y económicas. Representa el cálculo de las emisiones GEI asociadas a organizaciones, eventos o actividades, o productos, de cara a determinar su contribución al cambio climático. La huella de carbono se puede calcular para las empresas, países, organizaciones, sectores industriales, eventos, proyectos, hogares y personas. La huella de carbono es expresada en una unidad de masa (toneladas, kilogramos o gramos) de CO2 equivalente (Recoge los GEI: CO2, CH4, N2O y CFC).
En este sentido se han desarrollado diversas metodologías concretas para el cálculo de la Huella de Carbono en organización, producto o evento, en función de los compromisos adquiridos por dichas organizaciones en cuanto al cálculo, la compensación de las emisiones GEI o la reducción de las mismas. Esta se calcula por razones fundamentales, que son cuantificar o medir la contribución de las actividades humanas al cambio climático. A partir de ahí se pueden buscar las formas y opciones más adecuadas para reducir o neutralizar estas emisiones, ya sea en la misma actividad o con otra que genere capturas o reducciones similares. De esta manera, se busca que las actividades continúen desarrollándose, pero de una manera más sostenible y compatible con la protección de nuestro planeta.
Etapas en las que se basa la huella de carbono para mitigar el cambio climático:
I. Medir (HC Calculada): cálculo de la huella de carbono con referenciales reconocidos internacionalmente, determinando las toneladas de CO2 obtenidos. II. Reducir (HC Reducida): cálculo de la huella de carbono con referenciales reconocidos internacionalmente, demostrando (organización / producto) la reducción de sus emisiones respecto al periodo anterior. III. Compensar (HC Compensada): cálculo de la huella de carbono con referenciales reconocidos internacionalmente y las toneladas de CO2 resultantes se cancelan con CER’s (Certified Emission Reductions) o VER’s (Verified Emission Reductions). Como se ha visto en secciones anteriores, los gases de efecto invernadero considerados en la huella de carbono son principalmente: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (grupo de HFC), perflourocarbonos (grupo de PFC), hexafluoruro de azufre (SF6) y trifluoruro de nitrógeno (NF3). Vamos a volver a definir brevemente los principales gases según donde se producen:
Dióxido de carbono (CO2): Liberado como producto de la combustión de combustibles, algunos procesos industriales y cambios en el manejo de los diversos usos de suelo.
Metano (CH4):
Emitido en la minería de carbón, rellenos sanitarios, ganadería y extracción de gas y petróleo, y de cualquier fuente de descomposición anaeróbica de residuos orgánicos.
Óxido nitroso (N2O): Producido durante la elaboración de fertilizantes y la combustión de combustibles fósiles, y cuyo contribuyente más significativo es el sector transporte. Hidrofluorocarbonados (HFC): Se emiten en algunos procesos industriales y se los usa con frecuencia en refrigeración y equipos de aire acondicionado.
Perfluorocarbonados (PFC): Desarrollados e introducidos como una alternativa para reemplazar a algunos gases que destruían la capa de ozono, estos gases son emitidos en una variedad de procesos industriales.
Trifluoruro de nitrógeno (NF6): Se trata del segundo GEI más contaminante. Se usa como un grabador en la microelectrónica y en la fabricación de pantallas planas de cristal líquido.
El cálculo de la Huella de Carbono está dirigida a cualquier producto empresa, o evento no importa su tamaño o actividad. En primer lugar, es una certificación de máximo interés para para todas aquellas empresas que estén sometidas por ley a limitaciones en la emisión de gases de efecto invernadero. Y además a cualquier empresa que desee reducir estos gases y emisiones de CO2, disminuir costes energéticos, anticiparse a futuras exigencias y normativas, adaptarse a mercados de exportación, comprometerse con la resolución de un problema que nos afecta a todos o mejorar su imagen y frente a clientes, accionistas y empleados. En España, como en muchos otros países el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha creado un Registro Nacional de Huella de Carbono para facilitar y promover la reducción y compensación de emisiones de GEI, y beneficiar a las empresas que lo hagan mediante diferentes programas y actuaciones. En definitiva, los beneficios del cálculo y verificación de la huella de carbono son múltiples:
Para las organizaciones o productos: o o o
Impacto positivo en imagen ambiental de la organización, demostrando su compromiso con la lucha frente al cambio climático. Control de las emisiones generadas y de las fuentes de emisión, que permite realizar medidas efectivas para la reducción del cambio climático y para el control e identificación de oportunidades de ahorro de costes y oportunidades de acceso a nuevos mercados. Responde a las nuevas exigencias de clientes e inversores, respecto a los compromisos ambientales que esperan de sus proveedores, ofreciendo información pública, veraz y
fiable, en un mercado que valora preferentemente a las empresas y productos más sostenibles. o Reduce los costes de operación ya que mejora la eficiencia energética. o Suministra un elemento importante en el área de Responsabilidad Social Corporativa. o Reducción de costes ambientales asociados a los costes energéticos, por su gestión y control. o Comunicar la huella de carbono a todos los elementos de la cadena de valor incluidos los consumidores finales. Para los consumidores finales: o o
Facilita el entendimiento de la huella de carbono cuando toman las decisiones de compra o en la utilización de los productos y servicios, Ofrece mayor información sobre el ciclo de vida del producto y las emisiones GEI asociadas al momento de adquirir bienes o servicios y hacer compras sostenibles.
¿CUÁLES SON Y EN QUÉ CONSISTEN LOS PROCESOS DE CÁLCULO, VERIFICACIÓN Y NEUTRALIZACIÓN DE LA HUELLA DE CARBONO?
El primer paso es llevar a cabo un diagnóstico inicial con el fin de conocer la actividad y detectar las necesidades de la organización, evento o producto, estudiando las fuentes de emisión y definiendo el alcance del cálculo. En base a dicho diagnóstico, se valoran las diferentes alternativas. Una vez definido el alcance y el método de cálculo, se realiza el Cálculo de la Huella de Carbono. Puede incluirse un informe con propuestas de mejora para la reducción de la Huella y la optimización de los procesos. Se puede optar a la Verificación de la Huella por terceras partes independientes (por ejemplo, una Entidad de Certificación) y obtener su certificado (esta fase es opcional). El proceso consiste en:
o
Establecer los límites de la huella de carbono e identificar las fuentes de emisión de GEI y los responsables de proporcionar dicha información. o Revisar la información recopilada para el control de calidad. o Estimar las emisiones de GEI. o Preparar el informe de la huella de carbono. La metodología utilizada dependerá si se calcula la huella de una organización, evento, producto o servicio. La metodología se basa en la aplicación de tres instrumentos que actúan como estándares internacionales de medición de la huella de carbono de un evento:
o o
Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol). Directrices 2006 del IPCC para inventarios nacionales de gases de efecto invernadero (GL2006) e ISO 14064. Hay diversas normas y referencias para el cálculo de la huella de carbono:
PAS 2050 (BSI/DEFRA/Carbon Trust-UK). Basada en la metodología de análisis del ciclo de Vida (norma ISO 14004 y 14044: 2006) y en la norma de ecoetiquetado (ISO 14021)
PAS 2060 (BSI). Especificaciones para la demostración de la neutralidad del carbono en organizaciones. “GHG Protocol” (a Corporate Accounting and Reporting Standard). Protocolo internacional elaborado por el WRI/WBCSD, para el cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero en el que posteriormente se basó la ISO 14064. ISO 14040 y 14044.- Normas de Análisis de Ciclo de Vida: son herramientas de gestión ambiental que se basan en la recopilación y evaluación, conforme a un conjunto sistemático de procedimientos de las entradas y salidas de materias primas, de energía y de emisiones durante el ciclo de vida de un producto o servicio. ‟ISO 14064-1.- Inventario de Gases de Efecto Invernadero. Especificación con orientación a nivel de las organizaciones para la cuantificación y el informe de las emisiones y remociones de gases de efecto invernadero, validación y verificación. ISO 14067 partes 1 y 2. Huella de Carbono de producto): Cálculo y comunicación. Esta norma seguirá las directrices marcadas por el borrador del estándar “Product Life Cycle Accounting and Reporting Standard” elaborado por GHG Protocol. ‟ISO 14069.- Cuantificación y comunicación de las emisiones de GEI para las organizaciones. Guía de aplicación de la norma ISO 14064-1. La verificación de la Huella de carbono es un proceso que consiste en verificar la información reportada en el cálculo de la huella, en función de la metodología utilizada bajo principios objetivos. El fin de la validación es que los datos suministrados no contengan omisiones, distorsiones o errores que puedan afectar el valor de las emisiones notificadas.
Con los resultados de la huella de carbono, la organización tiene la posibilidad de establecer medidas para reducir o neutralizar sus emisiones, para contrarrestar su huella de carbono. Para ello, la totalidad de la huella se compensa con la misma cantidad de bonos de carbono generados a partir de proyectos de captura o reducción de emisiones de GEI.
De esta forma, la organización, evento o producto se convierte en “carbono neutral” y se apoya la sostenibilidad de proyectos locales que contribuyen a la mejora de la calidad de vida de los habitantes y a reducir los impactos en el ambiente.
¿QUÉ ES EL MERCADO DE CARBONO? El mercado de carbono es un sistema de comercio a través del cual los gobiernos, las empresas o las personas pueden vender y/o comprar reducciones de GEI. Fue establecido en el año 1997, durante la Tercera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), donde se promulgó el Protocolo de Kioto, que definió objetivos de reducción de emisiones para los países desarrollados. Uno de los principios más importantes es que independientemente en qué parte del mundo se reduzcan las emisiones de GEI, el efecto global es el mismo, permitiendo las transacciones entre países distantes entre sí. La unidad de transacción es una tonelada métrica de dióxido de carbono equivalente.
Actualmente existen dos tipos de mercado de carbono:
o
El mercado regulado, donde el precio se determina en base a los compromisos que han asumido los países y los créditos de carbono son “commodities”, en el sentido que no hay diferenciación de precio. La motivación de compra es el cumplimiento de los compromisos asumidos en el Protocolo de Kioto. o El mercado voluntario, donde los créditos de carbono difieren en cotización unos de otros, dependiendo de sus atributos ambientales y sociales, ya que la motivación principal de compra es reputación o responsabilidad social ambiental. Por lo tanto, el comercio de derechos de emisión es un instrumento de mercado, mediante el que se crea un incentivo o desincentivo económico que persigue un beneficio medioambiental: Que un conjunto de plantas industriales reduzcan colectivamente las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera. Los elementos básicos de un esquema de comercio de derechos de emisión son, típicamente: 1. Autorización de emisión: Permiso otorgado a una instalación afectada por el régimen de comercio de derechos de emisión determinada que la autoriza a emitir gases a la atmósfera. No se puede comprar ni vender. 2. El derecho de emisión: Es el derecho a emitir, desde una instalación afectada por este régimen, una determinada cantidad de gases a la atmósfera. El derecho de emisión es transferible: se puede comprar o vender. 3. Techo de emisiones: Es el volumen total de derechos de emisión que se ponen en “circulación”. El techo se sitúa por debajo de lo que correspondería a un escenario de emisiones tendenciales. Determina el objetivo medioambiental, y da valor económico al derecho de emisión al crear escasez. 4. Asignación de derechos: Mecanismo por el que se reparten los derechos de emisión entre las instalaciones afectadas. Puede hacerse de forma gratuita, mediante subasta, etc. 5. Cumplimiento: Las instalaciones afectadas por el comercio de derechos de emisión deben entregar una cantidad de derechos de emisión equivalente a las emisiones reales producidas. No se establecen límites de emisión individuales, pero sí un límite global y la citada obligación de cubrir las emisiones con derechos. 6. Seguimiento de las emisiones: Las instalaciones sujetas al comercio de derechos de emisión deben llevar un control de sus emisiones, con objeto de que se pueda determinar qué cantidad de derechos de emisión deben entregar. 7. Registro de derechos: Un registro electrónico que sirve para llevar la contabilidad de los derechos de emisión en circulación: cuántos hay y a quién pertenece. Actualmente existen mercados de emisiones que operan en distintos países y que afectan a diferentes gases. La Unión Europea puso en marcha el 1 de enero de 2005 el mercado de CO2 más ambicioso hasta la fecha (Directiva 2003/87/CE). Cubre, en los 27 Estados miembros, las emisiones de CO2 de las siguientes actividades: centrales térmicas, cogeneración, otras instalaciones de combustión de potencia térmica superior a 20MW (calderas, motores, compresores…), refinerías, coquerías, siderurgia, cemento, cerámica, vidrio y papeleras.
El régimen Comunitario de comercio de derechos de emisión afecta globalmente a más de 10.000 instalaciones y más de 2.000 millones de toneladas de CO2, en torno al 45% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en la Comunidad.
MÉTODOS PARA LA RECOPILACIÓN DE DATOS La recopilación de datos es una parte integral en la elaboración y actualización de un inventario de gases de efecto invernadero. Se deben establecer actividades formalizadas de recopilación de datos, adaptarlas a las circunstancias nacionales de los países y revisarlas en forma periódica como parte de la instrumentación de buenas prácticas. En la mayoría de los casos, la generación de fuentes de datos nuevas se verá limitada por los recursos disponibles y será necesario priorizar. Resultan necesarios los procedimientos de recopilación de datos para buscar y procesar los datos existentes (es decir, los compilados y guardados para otros usos estadísticos diferentes del inventario), así como para generar nuevos datos por sondeos o campañas de medición. Entre otras actividades se incluyen mantener flujos de datos, mejorar las estimaciones, generar estimaciones para categorías nuevas y/o reemplazar las fuentes de datos existentes cuando ya no están disponibles las fuentes utilizadas en la actualidad.
Los principios metodológicos de la recopilación de datos sobre emisión de gases invernaderos que respaldan las buenas prácticas son los siguientes:
o
Énfasis en la recopilación de datos necesarios para mejorar las estimaciones de las categorías principales que son las más grandes, presentan el mayor potencial de cambio o la mayor incertidumbre. o Selección de procedimientos para la recopilación de datos que repetidamente mejoran la calidad del inventario, de acuerdo con los objetivos de calidad de los datos. o Instrumentación de actividades de recopilación de datos (priorización de recursos, planificación, instrumentación, documentación, etc.) que se traducen en la mejora continúa de los conjuntos de datos usados en el inventario. o Recopilación de datos / información a un nivel de detalle adecuado al método usado. o Revisión de las actividades de recopilación de datos y de las necesidades metodológicas con regularidad, para guiar la mejora progresiva y eficaz del inventario. o Inclusión de acuerdos con los proveedores de los datos para suministrar flujos de información coherentes y continuos. En este apartado se ofrece una orientación general para la recopilación de datos nacionales e internacionales existentes y nuevos. Es aplicable a la recopilación de datos sobre los factores de emisión, la actividad y la incertidumbre. Cubre: o
La creación de una estrategia de recopilación de datos que permita alcanzar los objetivos de calidad de estos en cuanto a la oportunidad, coherencia, exhaustividad, comparabilidad, exactitud y transparencia. o Las actividades de adquisición de datos, incluidos la generación de datos de nuevas fuentes, el manejo de datos restringidos y confidencialidad, y la utilización del dictamen de expertos, o La transformación de los datos en bruto en un formato útil para el inventario. Las recomendaciones relativas a la selección de factores de emisión se concentran en comprender y generar datos medidos. La orientación sobre los datos de la actividad hace hincapié en la generación y utilización de datos nuevos procedentes de censos y sondeos, así como en orientar sobre el uso de los conjuntos de datos internacionales existentes.
Recopilación de datos existentes:
Si bien la lista que se presenta a continuación no es exhaustiva, ofrece un punto de partida para las fuentes posibles de datos específicos de un país: o o o o o o
Organismos nacionales de estadísticas. Expertos del sector, organizaciones de partes interesadas. Otros expertos nacionales. Base de datos de emisiones del IPCC. Otros expertos internacionales Organismos internacionales que publiquen estadísticas, p. ej. las Naciones Unidas, Eurostat o la Agencia Internacional de Energía, OCDE y el FMI (que lleva datos sobre la actividad internacional y económica). o Bibliotecas de referencia (bibliotecas nacionales). o Artículos científicos y técnicos que son parte de libros, publicaciones e informes sobre el medio ambiente. o Universidades. o Búsquedas en la Web de organizaciones y especialistas o Informes de inventarios nacionales de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Clasificación de los datos disponibles:
Es mejor comenzar las actividades de recopilación de datos con una clasificación inicial de las fuentes de datos disponibles. Es un proceso iterativo en el que se crean los detalles de los datos disponibles. Este proceso de clasificación puede resultar lento y exigir cuestionamientos hasta poder llegar a un dictamen definitivo acerca de la utilidad de un conjunto de datos para el inventario.
El objetivo por el cual se recopilaron los datos originalmente puede ser un indicador importante de la fiabilidad. Las autoridades regulatorias y los organismos de estadísticas oficiales tienen la responsabilidad de tomar muestras representativas y mediciones exactas, por lo que con frecuencia adoptan los parámetros acordados. Muchas veces, las estadísticas oficiales (puesto que tienen un proceso de revisión más elaborado) se demoran mucho en estar disponibles, pero los datos preliminares pueden estar disponibles con anterioridad. Se los puede usar siempre que esté documentada su validez y se la pueda contrastar con los objetivos de calidad de los datos establecidos por el sistema de gestión de la calidad.
Selección entre los datos nacionales e internacionales publicados:
En la mayoría de los casos, es preferible usar los datos nacionales puesto que las fuentes de datos nacionales suelen estar más actualizadas y brindar mejores vínculos a los originadores de los datos. La mayoría de los conjuntos de datos internacionales se basan en datos de origen nacional y, en algunos casos, los datos procedentes de organismos internacionales reconocidos pueden resultar más accesibles y más aplicables al inventario. En algunos casos, los grupos tales como las asociaciones internacionales de comercio o los organismos internacionales de estadísticas poseen conjuntos de datos específicos del país para las industrias u otros sectores económicos, que no están en poder de las organizaciones nacionales. Muchas veces, los datos internacionales fueron objeto de un control y una verificación adicionales y pueden haber sido ajustados con el fin de aumentar la coherencia, aunque esto no
necesariamente redunde en mejores estimaciones si los datos ajustados se recombinan con la información nacional. Se alienta a los países a desarrollar y mejorar las fuentes de datos nacionales para no depender de los datos internacionales. La verificación cruzada de los conjuntos de datos nacionales con los datos internacionales disponibles puede ayudar a evaluar la exhaustividad y a identificar posibles problemas con algún conjunto de datos.
Datos sustitutos:
Es preferible utilizar datos que estén directamente relacionados con el elemento que se está cuantificando, en vez de datos sustitutos (es decir, datos alternativos que tienen una correlación con los datos que reemplazan). Sin embargo, en algunos casos, los datos aplicables directamente pueden no estar disponibles o tener vacíos (p. ej. si los programas de sondeo y muestreo son infrecuentes). En estos casos, los datos sustitutos pueden ayudar a subsanar los vacíos y generar una serie temporal coherente o un promedio del país.
Por ejemplo, si un país tiene información para aplicar un método de cálculo para algunas de sus instalaciones, pero no para todas, se pueden utilizar los datos sustitutos para cubrir estos vacíos. Los datos sustitutos deben guardar una relación física y estadística con las emisiones del conjunto de plantas, entidades o productos para los cuales no hay información disponible.
Se deben seleccionar estos datos alternativos sobre la base de las circunstancias y la información específicas del país, y de una relación entre los datos y las emisiones (es decir, un factor de emisión) elaborados a partir de la información de un subconjunto representativo de las fábricas o entidades cuyas emisiones son conocidas.
Para seleccionar y usar datos sustitutos para estimar las emisiones o absorciones, es una buena práctica que los países sigan los pasos que se detallan a continuación:
1. Confirmar y documentar la relación física existente entre las emisiones / absorciones y los datos sustitutos de la actividad. 2. Confirmar y documentar una correlación estadísticamente significativa entre las emisiones / absorciones y los datos sustitutos de la actividad. 3. Por medio del análisis de regresión, desarrollar un factor específico del país que relacione las emisiones / absorciones con los datos sustitutos.
GENERACIÓN DE DATOS NUEVOS:
Puede ser necesario generar datos nuevos si no existen los factores de emisión, los datos de la actividad u otros parámetros de estimación representativos, o si no se los puede estimar a partir de las fuentes existentes. La generación de datos nuevos puede implicar programas de medición para los procesos industriales o las emisiones relativas a la energía, el muestreo de los combustibles para detectar contenido de carbono, las actividades de cambio de uso de la tierra y muestreo de silvicultura, o nuevos censos o sondeos para los datos de la actividad.
Conviene que aborden la generación de datos nuevos quienes cuentan con la pericia adecuada (p. ej. las mediciones efectuadas por organismos competentes con equipos calibrados correctamente o los sondeos y censos realizados por cualquier autoridad nacional de estadísticas). Estas actividades suelen exigir muchos recursos y se las considera más apropiadas cuando la categoría es principal y no hay otras opciones.
Generación de datos por medición:
Es posible usar las mediciones para cuantificar directamente las emisiones de gases de efecto invernadero o para calibrar y verificar los modelos usados. Al considerar el uso de los datos de medición, constituye una buena práctica verificar si cubren una muestra representativa; es decir, que sean típicos de una proporción razonable de toda la categoría, y también si se usó un método de medición adecuado. Los mejores métodos de medición son aquellos creados por organismos oficiales de normas y probados en el campo para determinar sus características operativas.
Usar métodos de medición normalizados mejora la coherencia de los datos medidos y le brinda al compilador del inventario más información acerca del método, como los niveles estadísticos de incertidumbre, los límites inferiores de detección, la sensibilidad y los límites superiores de medición, etc.
Las normas de la Organización Internacional de Normas (ISO, del inglés International Standards Organisation), las normas europeas (EN) o las normas nacionales validadas adecuadas de, por ejemplo, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (USEPA, del inglés, U.S. Environmental Protection Agency) o la asociación de ingenieros alemanes (Verein Deutscher Ingenieure, VDI), pueden satisfacer estos criterios. Constituye una buena práctica que el que esté recopilando el inventario de emisiones documente las normas de medición o gestión de la calidad utilizadas.
EJEMPLO DE CÁLCULO DE LA HUELLA DE CARBONO DE UN PRODUCTO
Una vez que una empresa u organización decide dar el paso para calcular la huella de carbono de uno o varios de sus productos, esta deberá definir como hemos visto, los objetivos y alcances
de su estudio, realizar un análisis de inventario de los datos, clasificarlos y caracterizar los impactos para su posterior interpretación. El dato último obtenido de la huella de carbono puede tener varias utilidades: aplicaciones directas al producto, establecer mejoras ambientales a través de planes estratégicos, políticas públicas, etc. Por lo tanto, se deben seguir los siguientes pasos definidos por la PAS 2050:
Se elabora un mapa de procesos, como un ciclo de vida del producto (que veremos en siguientes temas), desde las materias primas para su producción hasta el residuo del producto, incluyendo todos los materiales, la energía y los residuos generados. Con este mapa se pretende identificar todos los materiales, actividades y procesos que forman parte de la producción del producto. Esto conlleva un proceso de análisis que posteriormente, servirá como herramienta de gran utilidad a lo largo de todo el ejercicio del cálculo sirviendo como referencia gráfica y guía tanto para la recopilación de datos como para el propio cálculo.
Se comienza separando los componentes del producto seleccionado (materias primas, empaquetado, etc.). Hay que centrarse primero en las entradas más significativas e identificar sus respectivas entradas, procesos de fabricación, condiciones de almacenamiento y requisitos de transporte.
La unidad funcional es aquella a la que se van a referir las entradas y salidas del sistema bajo estudio, por ejemplo, en función de su formato para venta: 1 lata, brick, botella, pack, o según superficie o volumen: 1 hectárea, m2 o litro. La unidad funcional siempre hace referencia al CO2 equivalente, se habla de CO2 porque es el GEI más abundante, pero en los cálculos se tienen en cuenta todos. Para mayor facilidad, es conveniente recoger y calcular la huella usando escalas grandes tipo 1 tonelada, para finalmente presentar la huella en la unidad funcional más usada según producto.
Después se debe hacer un listado de los materiales que se utilizan en los distintos procesos de producción, así como de las actividades involucradas: producción y transporte de materias primas usadas, materiales usados en los envases, distribución, minoristas, consumo y tratamiento del residuo.
Para calcular la huella de carbono se debe sumar todos los materiales, energía y residuos de todas las actividades del mapa de procesos y multiplicarlo por sus factores de emisión. Los GEI son calculados para cada actividad y convertidos a dióxido de carbono equivalente (CO2eq) usando factores de conversión, estos convierten los diferentes GEI (CH4, N2O, CFCs…) a la misma unidad para poder ser sumados. Los más relevantes y usados suelen ser los del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) definidos para un horizonte a 100 años, en el caso de los factores de emisión para las fuentes de emisiones derivadas del consumo de electricidad, vapor o calor adquiridos suelen estar publicados por lo proveedores de electricidad o por la propia red eléctrica local.
Normalmente, se realiza un balance de entradas y salidas para asegurarse la correcta contabilización de todos los flujos de entradas, salidas y residuos para no dejarnos nada sin contabilizar.
Este dato se reducirá del positivo obteniéndose un resultado final neto de las emisiones de GEI. Esta huella, según la cantidad de absorción de carbono podrá ser incluso negativa, los productos cuyas huellas sean negativas son necesarios para ayudar a la mitigación del cambio climático.
Ejemplo de cálculo de la producción de mejillón:
Lo primero es fijar objetivos y definir el producto. El objetivo podría ser el de evaluar el perfil ambiental del cultivo del mejillón en Galicia de acuerdo a la metodología ambiental PAS 2050 (que sigue la norma ISO 14040/44 de ACV), dicho perfil ambiental se cuantificará en términos de su huella de carbono, midiéndose en kilogramos de dióxido de carbono equivalentes (kg CO2eq). También se calculará el potencial de fijación de carbono en la concha, es decir, las remociones de GEI del mejillón, obteniéndose la huella de carbono neta del producto. Hay que identificar los límites y el mapa de procesos, El sistema a estudiar abarca todo el proceso de cultivo de mejillón en las rías gallegas, desde la obtención de la semilla de mejillón hasta la descarga en puerto del mejillón de talla comercial, es decir, del origen a la puerta. También se tienen en cuenta los procesos de producción de la infraestructura (batea y embarcaciones), combustibles, lubricantes, pinturas, alquitrán, etc.
Lo siguiente es elegir la unidad funcional. Todas las entradas y salidas identificadas en el proceso se referirán a 1 kg de mejillón.
Se define el mapa de procesos del sistema que permitirá la identificación de las fuentes de emisiones y los puntos críticos a lo largo del proceso productivo:
En la recogida los datos utilizados serán fundamentalmente primarios, recogidos a través de entrevistas con los productores, aquellos datos no disponibles se obtendrán de la base de datos Ecoinvent®.
Para la construcción de 1 batea se tendrán en cuenta los materiales usados: lino, nailon, polipropileno, madera eucalipto, hormigón, plásticos y hierro. Para el cultivo de 1 kg de mejillón se calcularán las emisiones que causan el lino, nylon, polipropileno, hormigón, plásticos, hierro, algodón, pintura antifouling, alquitrán, diesel, lubricante, pintura, madera de pino y de eucalipto.
También se tendrán en cuenta las emisiones causadas durante la extracción de la mejilla del medio natural. De esta manera, los datos de entrada son iguales a los de salida de forma que el balance de masas es igual.
También se hará un cálculo de las remociones, o el CO2 que se fija en el proceso de cría del mejillón. Este proceso suele producirse en los productos que pueden fijar C02, como por ejemplo en los productos forestales. El cálculo se hará mediante la cuantificación de CO2 en la concha del mejillón en el laboratorio y mediante la determinación de la relación entre la masa de la concha seca de mejillón y la masa de mejillón fresco. Así se obtiene la cantidad de CO2 que fija el mejillón en su crecimiento y, por tanto, retira del medio ambiente.
El cálculo de las emisiones se hace multiplicando la cantidad de elementos inventariados (datos de actividad) por su correspondiente factor de caracterización o conversión, que en este caso serán los propuestos por el IPCC con un horizonte temporal a 100 años (IPCC, 2007).
Estos datos servirán para comunicar el impacto ambiental de la producción de mejillón. Se informará a través de la web de la empresa con el fin de darle la máxima difusión posible. Así mismo se elaborarán notas de prensa para comunicar a los medios de comunicación y otros agentes interesados sobre los objetivos propuestos por la empresa de cara a reducir las emisiones de GEI y contribuir así a la mitigación del cambio climático gracias a un cultivo que, no solo emite GEI, sino que además, por la capacidad del mejillón de fijar carbono en su concha, también reduce CO2 antropogénico, obteniéndose una huella de carbono negativa en la producción de mejillón natural.
El fin último de la empresa a la hora de calcular la huella de carbono del mejillón es el de poder competir con otros productos alimenticios, similares o no, en los mercados y supermercados, por lo que se verificarán los cálculos para obtener una etiqueta con un sello reconocido internacionalmente que permita a los consumidores identificarlo fácilmente.
También servirá para fijar objetivos de reducción de emisiones. Las asociaciones de mejilloneros podrán proponer entre sus empresas algunas de estas actuaciones:
o o
Comprar embarcaciones construidas con materiales que requieran baja demanda energética, Reutilizar, en la medida de lo posible, aquellos materiales y/o utensilios en los que sea posible.
EJEMPLO DE CÁLCULO DE LA HUELLA DE CARBONO PARA UN EVENTO
Para el cálculo de la huella de carbono para la COP20 del año 2014 que se celebró en Lima, Perú. Fue realizada por A2G, y se consideraron las actividades antes, durante y después del evento, como la construcción, el transporte de participantes, la energía, etc. Las fuentes de emisiones consideradas: -
Antes del evento: o o o o o
Combustible en la generación de energía eléctrica. Combustible en los vehículos. Viajes aéreos – infraestructura. Consumo de agua. Transporte de material. Durante el evento:
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Combustible en la generación de energía eléctrica. Viajes aéreos participantes. Movilidad local. Generación de residuos. Consumo de energía eléctrica - Hospedaje. Emisiones GEI en alimentos. Consumo de agua. Después del evento:
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o Viajes aéreos. o Infraestructura. El protocolo de medición puede variar según los estándares aplicados. En este caso los estándares considerados fueron: Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol), Directrices 2006 del IPCC para inventarios nacionales de gases de efecto invernadero (GL2006) e ISO 14064.
La sede de la COP20 de Lima (Perú) albergó a 14.632 participantes, provenientes de 194 países. Las diferentes actividades desarrolladas reportaron un total de 39,664 toneladas de CO2 equivalente (tCO2eq), siendo la fuente de “viajes aéreos de participantes” la que generó más emisiones de GEI: 81 % del total, tal y como se aprecia en la siguiente gráfica:
Para la neutralización de la huella se utilizaron créditos de carbono provenientes de proyectos REDD+ implementados en cuatro Áreas Naturales Protegidas por el Estado Peruano que conservan diversidad biológica y promueven el desarrollo sostenible. REEDD+ es La Reducción de Emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la Deforestación y Degradación de los bosques, la conservación y el incremento de las capturas de CO2, un mecanismo de mitigación del cambio climático desarrollado bajo la CMNUCC (Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). Considerando que un bosque es un depósito de carbono, las actividades REDD+ evitan pérdidas como emisiones de gases de efecto invernadero (conservación, no deforestación, no degradación), mantienen el depósito o stock de carbono (conservación, gestión sostenible), o incrementan el depósito por su efecto de retención o sumidero de carbono (conservación, restauración, gestión sostenible).
Estas actividades de manejo sostenible del bosque son posibles gracias a la alianza entre el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado Peruano (SERNANP) y organismos no gubernamentales dedicados a la conservación, a través de los contratos de administración del estado Peruano.
Los tres proyectos han alcanzado los más altos estándares internacionales como el Verified Carbon Standard (VCS) y el Climate, Community and Biodiversity Standards (CCB Standards). La Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD) es en un mecanismo que incentiva a los países en desarrollo a proteger y administrar los recursos forestales. Al otorgar un valor financiero en el carbono almacenado en los árboles a fin de evitar su tala, “REDD+” incluye el rol de la conservación, el manejo sostenible de los bosques y la mejora de los stocks de carbono en estos.