El Arte Como Hecho Signico.docx

El arte como hecho sígnico Mukarovsky plantea el arte como un signo, es decir, una realidad o producto social. El arte es un signo porque funciona como intermediario entre el autor y el espectador. Abre con una premisa asociada a la influencia de la conciencia colectiva en el contenido de la conciencia individual. Su justificación se basa en el hecho de que en toda conciencia individual existen contenidos que pertenecen a la conciencia colectiva, y porque todo contenido psíquico que desborda la conciencia individual adquiere carácter de signo simplemente por su comunicabilidad. A partir de esta inferencia preliminar, el autor indica que las dificultades entre el signo y su componente significativo se acentúan en la medida que cada “contenido psíquico” puede rebasar la conciencia del sujeto al advertir, de forma indefectible, su potencial comunicativo. Según el autor, el estudio del carácter o ciencia del signo ha sido conducida por los lingüistas como Ferdinand de Saussure. De igual forma, existe un conjunto de ramas o áreas que observan al signo lingüístico como una entidad que posee una conformación y atributos específicos, situación que se puede observar en el caso de las obras de arte. De este modo, la obra de arte no puede ser identificada como un ejercicio autobiográfico de ningún tipo y tampoco refleja o representa el estado de ánimo o el sentir del espectador. Es decir, la obra representa algo del mundo exterior que puede ser comprendido por todos. Para el estructuralismo existe algo objetivo, algo que es comprensible para todos, y este algo es lo que hace posible el estudio de la obra. con planteamientos procedentes de F. Saussure, define el signo como un compuesto de símbolo externo (o significante) y de contenido (o significado), indicando que la obra de arte sólo adquiere significación por medio del acto de la recepción de esta. Mientras que la obra sirve como intermediario entre su autor y la colectividad, Mukarovsky añade el término “cosa” que representa la obra artística en el mundo sensorial y que es accesible a la percepción de todos, sin distinción alguna. Pero la obra de arte no puede ser reducida tampoco a esta “obra cosa”, porque a veces ocurre que la obra cosa cambia totalmente tanto su aspecto como su estructura interna al trasladarse en el tiempo y en el espacio. Por ejemplo, en la traducción de una obra.

Otro ejemplo que presenta está en la poesía surrealista y la clásica. Dice que la primera deja casi todo a la imaginación, porque ara empezar, el surrealismo surgió de la mezcla de fundir el sueño con la realidad, al principio tenemos esa complicidad nocturna, la noche resulta enajenante, hasta que llega el día, y se alivian las penas y dolores. Y es que no podría comprenderse este movimiento sin el valor de las imágenes, como las quejas siendo palomas encadenadas, la pena frágil cual cristal, el débil corazón de arena, la luz como el amor y el balcón como el corazón. En este poema, Safo tiene un estilo honesto, directo y claro. Incluso cuando describe un sentimiento tan visceral como los celos, no proyecta ira, odio o rencor, sino que muestra dolor acompañado de resignación. Entonces, deja claro que al rechazar que la obra de arte se identifique con la subjetividad, también rechaza la teoría hedonista. Y en todo caso, a lo máximo que se podría aspirar sería a denominarlo esto como un “significado secundario”. Después, sostiene que toda obra de arte es un signo autónomo compuesto de un objeto material creado por el autor; un objeto estético instalado en la conciencia colectiva, y la relación entre ambos y la cosa significada o realidad. Sin embargo, la obra de arte también está definida por su autonomía y es justamente esa situación, es decir, la distancia entre “obracosa” y “realidad” lo que agrega una nueva línea problemática en esta discusión. Ese “algo” no está determinado ni queda muy claro. Para el autor, más allá de los estudios y categorías filosóficas o históricas en las que se intente intercalar a las expresiones artísticas, resulta necesario considerar que el arte puede simbolizar un período o un fenómeno social, a riesgo de que la sistematicidad de la historia del arte sea mezclada con la historia de la cultura. Cualquier modificación del contexto social y cultural en el que vive esa obra de arte provocará que el artefacto deje de ser visto con las mismas perspectivas y que, en consecuencia, produzca nuevos objetos estéticos, o sea, nuevos significados. Por eso el arte, más que cualquier otro fenómeno social es capaz de caracterizar y representar una época dada. Aunque destaca que existen algunas excepciones, como el caso de los poetas malditos, pues sus obras no encajan con los valores de su época. Y nuevamente hace una aclaración para no dar la impresión equivocada respecto a esto. (cita)

y a su vez destaca la importancia de no utilizar la obra de arte como documento histórico o sociológico sin una interpretación previa En resumen, dice que para estudiar el arte de manera objetiva se debe contemplar como un símbolo compuesto por: diapositiva Pero los problemas no se acaban aquí, porque además de su función de signo autónomo, la obra artística tiene otra función más, y esa es la comunicativa. Explica que existen «artes de tema»; (por ejemplo, una obra literaria, la pintura o una escultura) donde esta función es muy evidente.

De esta manera, considera que ese «significado» (al que denomina "objeto estético") posee mayor valor que el «significante» (es decir, el "artefacto"), puesto que es el que permite existir a éste en la conciencia del receptor.

el arte como signo es un hecho social que sirve como mediador, más que como portador, de referencias compartidas