EL ARMA DE FUEGO COMO SIMBOLO DE PODER
ARMA • Objeto o instrumento que sirve para atacar a una persona o animal o para defenderse de ellos. • Medio que utiliza una persona para conseguir un fin determinado, especialmente el que utiliza para atacar a otras personas o defenderse de ellas.
ARMA DE FUEGO Se definiría como una máquina termodinámica destinada a imprimir a una bala o balas una energía de movimiento que les permita desplazarse a distancia, siguiendo unas directrices preestablecidas, para ceder a un objeto determinado la fuerza suficiente y necesaria para el logro de unos efectos previstos, utilizando para ello como medio de propulsión la deflagración de la pólvora.
Hay personas que piensan que la tenencia y uso de armas de fuego, les permiten actividades lúdicas y laborales y que las consideran como una garantía de seguridad personal y familiar y también quienes opinan, que las armas de fuego lo único que aportan son riesgos importantes, en la mayoría de las ocasiones innecesarios para la convivencia social normal.
SIMBOLO • Signo que establece una relación de identidad con una realidad, generalmente abstracta, a la que evoca o representa. • Figura retórica de pensamiento por medio de la cual una realidad o concepto normalmente de carácter espiritual se expresa por medio de una realidad o concepto diferente, entre los que se establece una relación de correspondencia, de modo que al nombrar el concepto simbólico se sugiere o se evoca el concepto real.
PODER • Tener la capacidad o facultad de hacer determinada cosa. • Estar [una persona] en condiciones de hacer determinada cosa por no haber nada que lo impida.
Los símbolos llegan a nosotros cuando menos los esperamos: pintados en baldosas de una plaza pública o tatuados en el lugar más íntimo que un tatuaje pueda hallar, los símbolos aparecen en nuestras vidas de la nada y sin pedir permiso. Por ello, y más allá de quien los creo y de sus intensiones, los símbolos tienen poder
Tienen por un lado el poder de engañar, engañando al hacernos creer que lo que retratan o representan está aquí. Nos engañan cuando creemos que quien lleva al símbolo lo encarna, es decir, cuando creemos que ese símbolo y esa persona son lo mismo.
Además nos engaña cuando este dibujo nos hace pensar en algo que no nos interesaba pero que ahora está presente. En conclusión, nos engaña cuando creemos en el símbolo.
Pero más allá del engaño, los símbolos tienen otro poder: el símbolo puede dar forma a lo que no tiene forma, pudiendo así materializar lo que antes era solo sensaciones, ideas, intuiciones, creencias o valores.
Los símbolos tienen el poder de ayudar a definir lo que se es y lo que no a partir de plantear instantáneamente comparaciones, porque al ver un símbolo algo es grande o pequeño, rudo o suave, místico o terrenal solo en relación a otros símbolos, otros contenidos y otras emociones
Los símbolos son mensajes que si logran decodificarse, dan poder. No el poder del tener razón, del poseer algo, de la importancia personal, sino el poder de la autocomprensión. El símbolo no tiene valor en sí mismo, sino como herramienta para activar un proceso de descubrimiento
La Ausencia del Padre y su Sustitución por al Arma de Fuego
Por su función parental el Padre es el principal creador de límites para los hijos e hijas. Su eclipse ha provocado entre los jóvenes en las escuelas y en la sociedad un aumento de la violencia, que es precisamente la falta de consideración de límites.
El debilitamiento de la figura del padre ha desestabilizado la familia. No sólo ha ocurrido el eclipse del padre, sino también la muerte social del padre. La ausencia del padre es, a todas luces, inaceptable. Desestructura a los hijos e hijas, borra el rumbo a la vida, debilita la voluntad de asumir un proyecto y conseguir una vida autónoma.
La tradición psicoanalítica dejó claro que el padre es el responsable de la primera y necesaria ruptura de la intimidad madre-hijo/hija y la introducción del hijo/hija en otro continente, el transpersonal de los hermanos/hermanas, abuelos, familiares y otras personas de la sociedad.
En el orden transpersonal y social debe prevalecer el orden y la disciplina, el derecho, el deber, la autoridad y los límites deben valer entre un grupo y otro. Aquí la gente trabaja, entra en conflictos y realiza proyectos de vida. Por esta razón, los hijos/as deben demostrar seguridad, valor y disposición a hacer sacrificios, ya sea para superar las dificultades o para lograr algún objetivo
El padre es el arquetipo y la encarnación simbólica de estas actitudes. Es el puente hacia el mundo social y transpersonal. El niño, al entrar en ese mundo nuevo, debe poder orientarse por alguien. Si le falta esta referencia, se siente inseguro, perdido, sin iniciativa.
Es en este momento cuando se establece un proceso de importancia fundamental para la psique del niño con consecuencias para toda la vida: el reconocimiento de la autoridad y la aceptación de los límites, que se adquiere a través de la figura del padre. El niño viene de la experiencia de la madre, del regazo, de la satisfacción de sus deseos, del calor de la intimidad en el que todo es seguro, en una especie de paraíso original.
Ahora, tiene que aprender algo nuevo: que este nuevo mundo no prolonga simplemente el de la madre; que en él hay conflictos y límites. Es el padre quien conduce al niño a reconocer esta dimensión. Con su vida y su ejemplo, el padre aparece como portador de autoridad capaz de imponer límites y establecer responsabilidades.
Es propio del padre enseñar al hijo/hija la importancia de estos límites y el valor de la autoridad, sin los cuales no ingresan en la sociedad sin traumas. En esta etapa, el hijo/hija se aleja de la madre, y puede incluso no querer obedecerla más, y se acerca al padre: busca ser amado por él y espera sus directrices para la vida. Es tarea del padre ayudar a superar esta tensión con la madre y recuperar la armonía con ella.
Qué sucede cuando el padre está ausente en la familia o hay una familia solo materna? Los niños parecen mutilados, se muestran inseguros e incapaces de definir un proyecto de vida. Tienen dificultad para aceptar el principio de autoridad y la existencia de límites. Una cosa es este principio antropológico del padre, una estructura permanente, fundamental en el proceso de individuación de cada persona. Esta función personalizadora no está condenada a desaparecer. Ella seguirá siendo internalizada por los hijos e hijas durante todo el ciclo de vida, como una matriz en la formación de la personalidad sana. Ellos la reclaman.
Alfred Adler fue uno de los primeros alumnos y primer disidente de las teorías de Freud, creador de la llamada psicología individual. Plasma toda su obra en base a tres principales postulados: los sentimientos de inferioridad, los impulsos de poderío y los sentimientos de comunidad. Para él, los sentimientos de comunidad son los que atenúan los sentimientos de inferioridad (que además son congénitos y universales) y controlan los impulsos de poderío.
Adler hace énfasis en que un fuerte sentimiento de inferioridad, la aspiración de superioridad personal y un deficiente sentimiento de comunidad son siempre reconocibles en la fase precedente a la desviación de la conducta. Además, la actividad antisocial que se dirige contra el prójimo es adquirida precozmente por aquellos niños que caen en la errónea opinión de que todos los demás pueden ser considerados como objetos de su pertenencia. Su comportamiento peligroso dependerá del grado de sentimiento a la comunidad. El delincuente, según Adler, posee una convicción de su propia superioridad, consecuencia posterior y compensatoria a su inferioridad de la temprana infancia.