El Adagio De Albinoni

  • May 2020
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View El Adagio De Albinoni as PDF for free.

More details

  • Words: 351
  • Pages: 1
El Adagio de Albinoni De pronto la vida había pasado, raudamente, con todos los colores de la noche, todos los sonidos de la juventud, todos los tactos de la plenitud y todos los pensamientos de siempre. No estábamos viejos, pero la vida había pasado y no nos quedaba futuro. No estábamos viejos, pero nos quedamos sin futuro, el tiempo se acortó sin aviso, sin tiempo para entender. Ella se había dormido dulcemente, profundamente. Hacía calor y había un significativo silencio en el medio de la ciudad. Ella dormía para no despertar. Su sueño era quieto, respirando con calma, como quien lentamente se va hundiendo en un agua oscura. Yo estaba allí sin saber que hacer, también en silencio e inmóvil como para no perturbar ese sueño largo, interminable, reparador, por fin sin rastros de dolor ni angustia. Entonces puse música: el adagio de Albinoni, sentí que debía ser muy parecido al rumor que ella estaría escuchando lejanamente, apenas audible y que entonces, habría armonía porque los dos estaríamos escuchando lo mismo, una vez mas, quizás la última. Los violines del adagio se deslizaban suavemente por las lomas verdes de la paz de la tarde, de la melancolía de la vida que no se repite, que sucede los momentos sin recordar que son únicos, que forman parte del misterio. Hay un latido lento en el adagio, hay un discurrir expresivo que se superpone y trae a la memoria emociones sutiles. Hacia el final casi imperceptible de los violines que van callando hasta el silencio, sentí que el tiempo había pasado y que la tarde estaba avanzada. Había sido una tarde soleada y calurosa de Buenos Aires, sin gente en las calles, los pocos caminantes esperaban que llegara el fresco de la noche. Me quedé más silencioso y quieto que nunca. No quería romper ni interrumpir ningún sentimiento, ninguna pena, ninguna inconsciencia. Me dejé engañar por el sueño suave y tranquilo de ella. Hasta que ya de noche tarde, lentamente, junté mis cosas, apenas besé su frente y me fui. Así pasó el primero de sus últimos días de sueño sin final. J.M.G.C.

Related Documents