EL ABSOLUTO NEGA TIVO Por EDUARDO NICOL Universidad Nacional de ·!11cxico
1.
LAreflexi6n Iilos6fica
de los primeros pensadores parte del dato de Ia pluralidad, la diversidad y el cambio de lo real. Si este es un dato primario, y lo es, en efeolo, Ia tarea de Ia ciencia habria de consistir en una hUsqueda del principia de unidad, de pe!"mancneia y de orden. Pcro Ia misi6n de La filosofia no es imponer el orden radonal en un mundo que apareciera en la experienda como un abigarrado y confu~o desorden. Son las ideas que nosotros formamos sin metoda sobre Ia rca lidad las que pueden resultar oscuras y con!usas. E~tas ideas son opiniones. La diierencia entre Ia d()X(] y Ia epi.tteme estriba, cicrlamcntc, en que la segunda forma t'Onccptos claros y distinlos, porq uc r>rocedc de acuerdo con estos cuatro rcquerimientos f undamentalcs: racionalidad, objetividad, mctodo y sistema. Pero b doxa nose hade oonfundir con Ia experiencia primm· ia de lo •·cal. Esta con fusion tan corn(tn, la cual rP~tparcce en In {iloooiia dcsde Plat6n haHa llusserl, sc basa en el hecl10 de que La opinion cs ''in{irmc" o insegura, como dice Arisl6tcles, lo cual cs cierto; pero Ee infierc de ahi que tambien cs inestable !'1 objeto mismo de Ia opinion, cl contenido de experiencin sobre el cu4l se forma Ia opinion. De ahi e.'a degradaciOO de Ia experiencia prtcientifica, esa desconfianzn de los :tpariencias, que es un Iugar comun en La meta· li~ica, y que ln enderez6 tradicionalmente bacia uno$ niveles superiorcs o rna~ "puros", situados encima o "mas alla" (meta) del nivcl meramentc empirico. 63
Peru cl objcto de la doxa y el ohjcfo de la r.pi$teme !on uno y el mi~mo objcto: no bay do; realicladcs. Hay dos manera~ de re· presenturla. Si lo entendcmos asi, atlvertimos enser;uids
eriencia primaria? Desde luego, sc prC$Cilta como pluralidaJ, diversidad y camhio; pero no c11 csto solo: Ia unidad tambicn es lmtlato primario.' La permonencia de lo real (no de las "c:osa~" reales), y Ins regula· rjdades del cambio, nH1rtifiestan aei rojsmo C$a racionalidad, ere ordcn inmanente que los griegos designan precisamcntll con I a pal a· bra orden ( c<•lmos). Reali dad y orden son una rismu cosa. Por esto dice Hcniclito que ellogOJ lo gobierna todo : lo real es racional. En cicrto modo, pull!!, no e~ incorrccto aiirmar que Ia ciencia par,t e en b~ca de un pri ncipio de unjdad, de permnncncia y de orden, puesto que debe establccerse sobre 61 de manera expreea. Pcro csta no es una h\1~queda aventuracla, que emprenrueseroos sin saber de antemnno si cl principjo existe o no, si la pesquisa resultara eventuu lmente deiraudada, y si dcpendera en suma del ingenio personal del IiJ,6llofo proponcr una teoria de lo~ principios que rcrulte plausible. Los principios son cvidcncius oomunC$, pilecicntificas. La ciencia, en general, invcstign Ia lextura de Ia rcalidad; pcro si esta realidnd no se presenloro desde luego como un orden, no podrla surgir siquiera cl ()royecto de semejunte invc»tigaci6n. La unidad, la permanencia y el orden aon condiciones de posibil idad de Ia ciencia (y tambicn, mas radicalmeote ann, de Ia e:ustencia).
2. N LIESTRA c.xistcncin puedc orgnnizarsc porque lu realidad en que se desenvuelve, y de Ia cunl forma parte, eR {'Lia mtsma "orga· nica". Mas atentos a Ia Cugacidatl de todas las cosas, y de Ia prup ia cxistencia, que a ese Ja to de Ia organ izacion real, los filo~ofos ban J>1.'11Sado u wces que Ia tarea de inve&igar l o que las cosas son, y como funcionan, debra culminar en Ia formulacion de una hipotesis sobre los principio~. Si no conocemos las leyes de lo real, miis des· conocidos aun tendrian que set los principios que ~ustentan esas leyes. Pero es diricil adrojtir que loR principios r uedan ser hipol~ Cf. F~ NICOL, Los principi
fico;. En vcrclad, no fOil Ia ruspide, sino el cimicnto de Ia construe. ciOn cientHica. La raz6n ricntifica no debe ni puede forjar por i misma ~~~ olra rnz6n de l:h co•a•, Ia cual ~e encuentra en ellu, y ca condieion de todo J)f'n•amien.to humano. AtJui bay algo rmis ,rrne que Ia ambi,·aleru:1a de Ia palabra lo~:os. Ia rual de>igna a Ia •a Ia razbn huma· nn ) Ia raz6o d(' las rD'85. Exi!te una propen!icm tenaz a entender el principia de racionaliclad (todo lo real es racional) como algo que <'mana'<' d(' Ia raz6o humans; como si, r10r este princi(Jio, pudiera el hombrr clrridir soberanamente sobre lo que puede ser, r('huFa nrlo el >er a lo IJUC no PC acomode con su rnciooalidad." En efeclo, rn su forma l'Xlrcmn, t•l absoh11 ismo -dl' Ia raz6n rondu« a una invcr.i6n do los tO:rmiuog del prindpio, o sen a una idcntifi~1ci6n: lotio lo rucionnl es ri•td. En r~4c cru;o si se truta dr In rnz6n humunn, Ia del fil6sofo; ~ro de una raz{}n ya deshumaniznda por el rango ab;Qioto qur ~f' le utribuye. Lo que pudiera llumurse "necesidnd de absoluto" S(' ha marufestado en al~unos de 10'1 mejores momm.tos rle Ia filosofla, y ha &ido una rc~pue•ta de Ia raz6n nl problema, \ita! y te6ric:o, que plantea cl caricttr mudaclizo, efimero y relatho de Ins cosa.s. Como QU.iera que -e oonciba lo inmcdiato, parec:e que el absoluto no figura entre los dato, prima rio•. Oecimos que "parec:r" que asi ~a. haciendo una prudcntr ~nhcdad. porque no debemos prrjuzgar, Ba..crtida f'OT I~ presocniticoc, y en particular por Empi'dodl'•. Oi~umo<, en tcrrnino, modernos, c1uu no hay nada en d co~mos que ofrrzca Ia raWo ultima de su propio ser. No la ofrece ningun et1tc en !i mi•mo y por si mismo; y como Ia ciencia . e insti· o Parmcui.W ~
tt
qnirn. ~TJlrcsnmcnle, idc.nlifica lo que purde scr pen·
y lo que vu,'tlo aer. m y R6, 1·2. 65
tuye precisatnente como un saber de las coaas "en sl mismas y por si mismas" (como dice muy bien Platun, al acuiinr esta formula), nnda tiene de extraiio que la meta£isir.a, para encontrar esa raz6n ti hima, ahsoluta, suiicicntc, indague "mas alia" de .lo que aparcce como constitutivamente insuuciente. Se va iniciando asi cl proceso de division entre Ia ciencia primers y las ciencias segundas; el cual culminara en Heidegger, oon su !coria del Iundamento inacional de La meta!isica. Tal \' Cll por csto, por esto solo, haya de tomar nota la filosoiia dc una posici6n en la euul ese "mas alla", esa traseendencia que denota Ia preposi· cion meui, re entiende como lo metal6gir.o y lo mctacientHico. La disociaci6n, aparentemcnte inevitable, se accntua cunndo, en ve<.r. de examiuu.r !a.~ cos;tS, con$idernmos sus relaciones. Tampoco parecc que hayamos de encontrar uqui el ahsoluto. Pues, si los entes rnismos no da11 su ult ima raz6n de ser j,c6mo podrian daroosla esaR relaciones de unos con ouos? T...as relaciones podran cualiiiearse de necesarias, y Ia necesitlad es, en cfecto, ntcihuto l6gico de la ley cientii:ica. Pero lo necesario no es lo a.b~oluto. El sistema integral de las relatividades no logra establecerlo la. ciencia positiva; y nunque lo consiguiese, no seria por e!lo Ct'C sistema meoos contirtgente. Es juslamente en esa integridad tlonde sc cifra el problema. Suponiendo que la ley partku.lar, lo que nbarea un car~po del imitado tie relaciones, Iuese segura, o sea que nos diese la raron defirtitha de ese campo, es el conjunto iutep;ral, c1 de toda~ las l cyes posihles (cl ~istema de universo, como se ha llamndo a esta ambicioo), el que revelarin so hnrfnseca insuficicncia: el que siguc requiricndo una raz6n !ina!. El problema de csta rMAin trascicnde el ortlen de problemas que cortciernen a la fisica, y a las otras ciencias: estA "mrus allA". De lo que se trata es de saber si esta mfu! alla de Ia ruzou humo.na, y si, por tanto, trasciende a Ia propia melafisica . .En toclo caso, Ia mctaii~iea tradicional asumi6 la misi6u de hacerle f rente. Por esto sc ba podido afirmar que lo propiamente metafisico, o no es algo roul, o es "una realidad distinta", Ia coal tra!!ciende Ia rcalidad de Ia experiencia com(m.• Conclusion peUgrosa para Ia meta{isicn. Pues el dh•orcio entre la ciencia primera y las ciencias ~"'UD das se agrava nsi cada vez: ya no es la mctafisica unu in\'CEtigaci6n de los problemas radicalcs que presents Ia reulidad comti.n, y para los cuales carecen de compelencia especifica las cicncias particu· • LA otru rtali.bcl, o cl otro ser, de quu bnhla Ploton rn d Fed,)n, 74d. 66
lares, Eino Ia ciencia de una renlidad que no cae siquiera bajo el cxamen de esas otras ciencin•. Ya en Crecia (con Arist6teles, mode· licamcnlc) s~ produjo una cspecie de distribuci6n sistematica de los territorios respectivoo. La mision de investip;ar aqucl sistema interno de Ia rcaliclad habia de curnplirse idealmente en una cooperaci6n de las ciencius parliculares, y de cstas con Ia Iilosofia; pero a Ia !ilo· sofia sola, en su mas alta acepci6o, le correspondia establecer c1 Iundamento absoluto, el t>oporle inconmo\ ible de e$!! orbe de rei a· tividades organizadas que es nueHra realidad. El fundameoto, sin duda alguna, lenia que ser racional. Pero ya vemos que era inevi~abl e e que lo requiere, lo nccesita. El enle es. pcro a la ,.ez no es suiiciente; sc comprentle rncionalmente, pero, por acucioso que sea nuestro examen, no libra esa deseada rawn Ultima de su ser. Por eliminaci6n, Ia "uhimidad" tr nia que situarse "mAs
alia". En algunos casos, csto significara literalmente mas allii d~ Ia existcncia; y, para el hombre, mas alia de Ia vida y de la mucrtc, como en el sistema de Ia prim~ra mntlurez plat6nica (Fedun, ltepubli<:a). En otros caso~. el absoluto de Ia tr~cendencia sc prcci~ara en ln noci6n de una calll'a primera, de una intrl igencia reelora, de un Dios personal. Pero ser[Lip;ualmente trascendentc en cl sistema pan· teista, aunque se diria que aqul el absoluto divino sea inmanentc. Pues, en
- -• Eriro., Deliniciones, Vll.
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rosidad, han de reconocer que era muy otendible, y racionalmente justHicado, el empciio de enC'ontrar cl absolutu en Ia trascendencia. Las di£icul.tad~.s, y hast11 ~I d<'l'CfC!Iito que esto ha traido a Ia meta· fisica, pro~ienen del hccho de que lo troscendente parcce que no se prescnta en el ambito !le Ia cxpcrieneia, que eo el Ambito de una ciencin po!ible. Serlo algo tan racional, que s61o la ra:Wn pura puede alcanurlo. Si Ia metafi~ica, entonces, pe,...iste en su aiAn de absoluto, queda automtlticamente in\llidada como ciencia: y si, por e) contrario, 8c retrae al orbe de Ia inmanencia, queda romida en las relaJividade~, o e~ ~uplantads por Ia ciencia positiva. Sin embargo, cabe peru;ar que Ia •ltuacion, r~umida, en ei'!OS lc~rminos teoriro•, no toma en cul'nla todllb las altcmativu. P11es, nunque las cosas que e~i ten Eean relativas o contingentcs, el hecbo mi mo dl' In exi•tencia no ('~ contingent!', smo nf'Ce5ario, en el !'ell· tido d .. absoluto. (En e to, Spinuza tenia raz6n). La afirmacioo "hay str", qlle (':l.prtt, reH•Ia que el ~er e• ab-oluto, l'n !U inmaneocia. aunque cada cn.e rea rclativo, eflmero y contingfntc. La cuntraprucba, si se nece· !itara, Ia proporciona In impo•ibilidau de pen~;IC Ia abrolu.ta y total incllitencia. Esto cs lo que signi£ica, como ve~:tmos, Ia irracionali· dad de la Nada, y lo que dett'rminn las paratloj:u dr todo sistema mctaii~ico en que apa rezra cstf' P>Cudoconcepto. Pero tleelle ahora hrmos de tcner prescntr que \rna reiorma de Ia metafi~ica implica necesuriamrnte una critica de Ia raz6n' (o una $erie succsh•n de criticas). Porquc Ia racionalidud de los meta· lisicao de lu tmscendrncia es inobjctnblc, hay que insislir en ello. 1\lgunas son, en vcrdad, l'jrmplos 5Uperio(e., de pcrfeccion formal. Y sin embargo, ec r·l'chaznn hoy como itwalidas cicntilicamentc. lEn que consit.tc, pucs, Ia rnz6n cicntifira? DNiput!s do las filosofins criticaa del empirismo y do KanJ, Ia mrtafisicn parcci6 condenodn a rcn11ncior a Ia truseendencia del orden inmnncnte, n t!'C sulto hncia lo alJ~oluto; en suma, al inlenlo de poncr el ~er a salvo de Ia corrosion del tiempo. La renuncia forzosa, por ra7.ones estrictamentc epistemol6gicas (si se qlliere, tamhim ontol6gir.u: relativas al ser de Ia raz6n), csta renllDci.a, decimos, Ita eliminodo Ia teologia, o tcodiceu, del campo de las medi·
mas
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• wa~. f'_ l'lrcot, 1/iJtoriciJmfl ~xiJlenrioliJtM (c:uyo sublitulo t.S Lo ltiMor;citJatl dJ s~r r lo ra:6n). El Cok~io de Mc.riro. 1950; "'f!UU'da Mici6n ~ida, \ladrid. Tt'CIIOOI. t9GO. En particular, aobre b critica de b r.tzon •imb61ica, \"tanof' 'ldajiJim UoJ prinripios tk Ia ~i~nriu, a•u.-. citadua.
Gil
taciont~ ml'!afi-ica!. Por lo menus. mientru Ia mrlafisia manticne
cl c:aractcr propio de una ciencia. y mas alin de Ia ciencia primera. Pero Ia rcnunt'ia £la obliga tambii'n a desi~tir d.. Fu tradicioo&l bU>qUeda de lo ab-oluto? Fonnular e:-la pregunta ~ui1nle a plan•~r. ron l'arll<'ler de aprcmio, Ia cuestioo fundamental elJUf £'S metajisiCD! que tod~ los fil6sofo" tienen que plantcan>e hoy (indu'lO quienes no Ia juJ~An po..ible), y a Ia que Heidt!(p;l'r ha tr&tado de dar wlud6n tn t'l t'Oncxido trabajo que !leva ~ titulo. l"'"ici6n de Hcidrgger es, sin regatro nlguno, dr ~umo originalidad. Atribuimos ~iemtlre a Ia originnlidad filos6Iica una ! uerza de (Jrumoci6n hacia el futuro, una e8rJecie de potmria tlu iluminnci6n del camino que h~hriin de sep;uir los demu8. l::n C'!lte caso, sin emhargo, fuer?.n ~ reconveer que Ia originalitlnd de lleidcflgcr mira baciu alro , E~ lo que Jlamariamos "la Ultimo po•iciOn posib'c". F'ormnlmentc (IO•iblr. Lo cual ni •ignifica que Cl'IU ultima posici;in re•ueha dl'finiii•amcnte rl problema, sino que revd11 Ia drsviacion r.ardinal del camino en que apar~cen ella y sus anteccdente<-. SOlo en e.-te '-('Jllido ,... iluminadora. F.n bre\h palubra.•, la dttliaci6n a que no• rtferimo.-, o ~e;~, Ia proclucciun dt- un fal•o problema. rt>i!(Uien.e;;: l' tla;lo que el ahsoluto tiene que rcr mcional, entoncc~ In incompatibilidad tiel Ser y Ia Nada, por su opo~ici6n contraria., con.•tituyr d prill('i(Jio mi•mo
3. L 1
Ia constantc en e:,~u linra, Ia tercera y ultima de Ia! posibilidades re~uha Iormalmrnte, casi mednicamente, dd juego de las variables: con•i•te en pre:-cindir de Ia condicion de racionalidud. F.5ta es la pooiei6n original de Heid~f'r. £1 Ser y Ia i\'ada ~i~en ~iendo con· trari0<1, pl'ro en una rclaci6n que es mrtalogiea, por In indole misma de In Nada, y del condicionamiento por ella de Ia captacion dd Scr. La noelafisiea tiene, entonce~. un fundomento ab;.oluto, pero irracionn l. No cntra en el plan de c5tns rcnexione,; ovorar cl proeeso por el cual llega Parmcnide~ n su priucipio de rn1.6n. F.n rigor, no hay proce,oo ni hay llcgada, puc~ Ia filosofia rntera del eleam reside en e..e principio, y no o;e avarta de el: todo lo que •c aiiade se ~brr· aiiade, se monta encima del principio, ~ cxlrae fie cl sin reb~ar EU perlmctro. Esto quiere drcir que, para Parmenidfs, !0<1 atrihotos del Ser de,ICnlkn. dl' Ia Nada. l'or £er In Nada lo qui' es ( e1 alroluto no Scr), pol" esto eu rontrnrio ticne que ser ahi'mporul e inm6,-tl (okincton ), como un elcmo preccntc, "sin pa.•ndo ni futuro"! Esta e;, Ia Jlrimt-ra 'CZ. en Ia h.U-toria de lu fi!O:!ofia, que In ~uprema racionalidad -e tlh·orcia de lo real y tie ~a CTil<'riendn. Hubicra basiJido con ella para que, rn lo •uc~-ivo, !'e dr•coniiara tonto de Ia razon como tle Is• llomaclas aporirnciu. Sobre lotio ruando pretend., Jorjar ella mismn el absolute. La po8ici6n de Par· menitles es extrema, y nv mcnos parad6ji<'a, inevitablemente, que t()C]as Ia! otras en que In Nada aparece. A
C$
• 88, S-6. 'iO
Ser y el Pensar It nee imposible el error) . Para evitar est as para· dojas del absolutismo, se iniciaron las restricciones ya en Platon, con el Sofista. Ahi cmpe2.6 a formarse el programa de una metaHsica dialtietica, con una teoria del no·scr. Ad\ irtamos que esa Iue una dialectica sin Nada,' y J>Or ~o Ia metalisica que es posible y necesario haccr hoy toma contacto con Ia platonica, pasando en cierto modo )>Or cn~ima de la hcgcliana.
4. E L
segundo paso de Ia dialectica ( el tereero, si incluimos, como es debido, al iniciador de Ia marcha, que es lleruclito) lo da Hegel en su muh'lla L6gica. Que ltayan tenido que tra11scurrir mas de dos milcnios entre un paso y el siguiente es, sin duda alguna, lo mas asombroso que encoutr amo$ en lu ltistoria de In filosoHa. Pero es, al mismo ,tiempo, Ia clave para entcnder esa hi£toria. En efecto: cuondo Jlegamos a la figura t•cvolucionaria de Hegel, nos prcguntamos c6mo es po· Eible que, stibitamcnte, se rompa Ia tradici6n que ha venido asentando el pensamicnto ontol6gico en el principio de no contrndicci6o. En rigor, Ia prcgunta debiera y debe tener una direeci6n opucsta: ;.como I"S po~ible que csa tradicion se haya mantenido eon tal uniformidad y por tanto tiempo? Kant re1>roehnbn n Ia metafisica tradicional EU impcrfecciiin cientilica, patente, srg•i n cl, en Ia eonlusa divcrsidad de sisfemas contrapue~to~. D("~pu(·s de meditar sobre cl Sofisca, cl reproehe a Ia mctafisica (5i tuviera ~entido hacer rcprochcs a! pasado) debicra hacersele por csa fundamental uniformidad. Por eslo, incidental· mente, Ia criti ca nelunl de Ia mctafisica, o sea su ncccsaria ~reno vac ion, ba de tencr tn8)'0r (llcance y radical idud que Ia Crft.ica kantiana; pucs Kan t Ita de quedar ind uido en esa trudicion que el mi~mo conu·ibuye a prolongar eon su reforma. El quiebre se produce con Hegel. En todo caso, a partir de Plat6n y de su intcnto de "parricidio",• la tarca filos6fica futura qued6 muy bien demnrcada. En primer Iugar, babia <1ue desenvolver (tnaliticamente la teoria del no·~er. Ya el!taba re\·elada Ia gran verdad, a saber, que Ia contradicci6n no es irracional; era preciso entonces averiguar si los entes eon· A """ t>rctcndido contrario dd Ser, Dice Platun, "hoce muc:ho tiempo que lo hemos dc.t><'tlido. •in proocupamos por saber •i cs o no <:$, oi cs r;w:ional o ent
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tienen en 5i mismQ$ el n<>-~r.' En este CA~<>. babria que im·e.•tigar ~i este no·ser es uniforme, o si, por d contrario, Ia distinta manera de integrarsc el ser y el no-scr es lo que determina Ias formas espccifieas de constitucibn ontologie:., y lo q ue permite di$tinguir las varias categorla~ o 1·egiones de lo real. En segundo Iugar, y sobrc ~sta ba~e, podia Ia mcta£isica reanudar su vocacionul bU~que da del absoluto. Pero, sobre e~ta base precisa, y l'On esta l6giea dialt!etica, Ia metafisiea no se plantec7 el problema del absoluto sino ba!ta Hegel. Arist6teles no incluye el no-ser entre Ins eategorias ontologicas. Y aunque el tambicn JlCns6 rcformar Ia logica de Parmcnidc;., como su maestro, lo <JUC hizo fue mas binn refor:.~arla; y es cl fJeso de csa autoridad combinada el que se hu ejercic.lo sobre los ~istemas posteriores, inclu~ive aquellos que mas discrepan aparentemente del aristotelico. Ln vcrdadera reforma tenia que emprenderse, o reanudarse, coo ttna critics del principio de no contradicci6n ( esto lo hizo Hegel) ; y tenia que cumpliT>c con una definitive eliminaci6n de Ia Nada, como fundamelllo ubsolu to negativo (esto cs, pre· cisnmente, Io que no hizo Hegel; pcro tampoco lo ha hecho Heidcgger) . Vencida por Hegel Ia tirania clcl principio de no contradieci6n, el dato primario ya no se de>S de s.-r y no·ser que comtituyen la tcxtura del entc real. Es por esta lextura intcrna que ln realidad se presenta ercctivnmente como una plural idad, una diversidad y, on suma, un devcnjr. l 'Cunl es, entonrA'.s, el principio del Dcvcnir, eo general? No nos equivoquemos en Ia interpretacion del apriorismo de Hrgel. El punto de partida efccti10 t j Ia experiencia de lo real, parn Hegel como para cualquier otro fil6.ofo, salvo Parmenides, nnturalmente. Su prop6sito es el mismo en que se han empeiiado tantas otras filoso rlns: "salvar l a realidad''. En los eistemas queno son dialecticos, t"•to significaha poncr nl ser a salvo del ticmpo. Pero, una vez que Pe reconoce q ue el tiempo no es un puro accidente, sino que eUA cntraiiado en todo lo que es ique recurso <JUCda? ;,D6ndc pucde situan:e el nbsoluto? Paree~ e1•idente (y cste es el error de Hegel, ~i cabe hablor de erro=) que el absolulg ' Porque, scglin Plot6n, cl no·ser corr
con~tituciun.
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no puetle encontrarse en el orbe mismo cle la e.xistcncia. 0 $Ca que, literalmcnle, el absoluto no exisle. El s.er de la cxisteucia es sm· determinado: Da-Sein.. El absoluto adquiere a~i, originariamente, dos caractcres n~.gativos: indeterminacion o inexisl.encia. i.No baslana eso para que no se hablara mas de eJ? Sin embargo, es nece· sario: el dcvenir lo requiere. Sol!> queda entonces el recurso de si tuar el absoluto en cl nivel, puramente especu]ativo, de lo pura· mente abstracto. Ahi est!in, aunque no existan, el Ser y la Nada . La par adoja que cont.iene csta {&rmula no cousiste ni en su oscuridad, pues l as explicaciones de Hegel sm1 diB.fanas, ni en una pretendida irrarionalidad ("el Ser no existc"), pues, destle el punto de vi~ta c~trictamcnte formal, el Libro Priroero de la Logica eshi construido de manera impecable, y es mas riguroso aun que el Poema de Parmenides. La paradoja es inhercnte a toda cons· trucci6o en cuyo cimien.to se haya implantado Ia Nada. Este ci· miento, o este "comienzo", como lo llama cl, es Io que preocupa a Hegel: "la dificultad de asignar a la fi.losofia un comienzo", a cuya bll5queda nos iropulsa "el intert\$ que sentimos por la vcrdad, por Ia razon abs·oluta de todo"."' Por motivos qtte no cs nccesario examinar aqui, piensa Hegel que este "comienzo" no puede coilsisti r en un contenido determi· nado, ni tampoco puede ser un criterio epi;;tcmol6gico. El comienzo ha de ser l6gico (en ~entido hegcliano, o sea metafisico) . .1\ero, pant ser absoluto, ha de ¢er puro, y la purc1.a consiste en la total privacion de determinaciones. Esto es el Ser: lo in media to indelerminado. Ahota bien: del puro Ser absoluto no deriva Ia existencia. Entiendase que nose trata de una dcrivacioo genctica, sino logica.u Si es lcgitimo o no que la metafisica "constr\!)'a" racionalmentc este genero de derivaciones, es una cuesti6n apartc; de lo que se trata ahora es de entender como y por· guc puede ingrc:oar un comJlonentc negativo en el fundamento o eomienzo de esa derivaci6n, put":S ahi resido el nudo de l a famosa cuestion 2. que es me.tafisic.a? La derivaciiin logics requiere, adcmas del Ser, un absol uto negativo en e1 comienzo, porque lo derivado, que cs cl Dasein, el ser·ahi, el entc temporal, es un compuesto cttlltativo de ser y de L6g.i('.n, libro Primcro_, primc:r "polrrafo. H La Nadu de HP.Ct:L no es como tl
cs lo que lo identifica con Ia Nada.
no-ser. Y piensa Hegel (como pensaru lambien Heideggcr en un contexto similar) que end a uno de los elementos de esa composicion rcquiere ~~~ <:orrespondienle Jundumento absol uto. De suerte que la parte de scr positiva, por asi decirlo, <JUC hay en el enle concreto, ha de rcferir$C al puro Scr, lo cual !C comprer1de, aunque no se ad.mi!a csa noci6n de purC7a; mientras que Ia parte de no-ser que bay en el ente tiene que rcferirse, de J>Urecido modo, al absoluto negativo que es la Nada, lo cual ni se comprende ni se admile. Pucs Ia mas rigurosa racionalidad no impone esc genero de corrcspondcncias y simctrlas; no exige en modo alguno que el cxistente l1aya de concebirse como un compueslo ontol6gico, con una doble procedencia. Dccir que el no·ter es un componente del ser no es sino una manera de hablar. En rigor, no hay composici6n, porque esta implicaria que elno->cr posec de a)gfm modo una suficieucia equiparable a la del otro componenle, de donde Ia equipa· taci6n de Ia Nada con e1 Ser. "No hay una sola cosa en el cielo ni en Ia tierra que no contenga a la vez el Ser y Ia Nada", afirma Hegel. Pero lo iinico que las casas "contienen" es el scr. Las cosas son. Esto l's lo primario. Cuando invcsligamos W/llb son, y esto cs algo distinlo, advcrtimos que la forma de su ser "conticme", si qtticre exprcsarse nsf, cl no-ser; pero el no-scr •tampoeo es lo mismo que Ia Nnda, ni ticne por que referirse a Ia Nada, -4'ues la Nada no es un rcfrrenciaL lnrluso "l6gicarncntc", s&lo pucde haber un absoluto: csla es la cucsti6n. Y sicndo unic;o, el absolulo s6lo pucdc ser posilivo. La identidad del Ser y la Natla r-~ una opernci6n de 16gica dialiiclica formalmenle Jegitima o co rrccta, pero no aclara Ia rcalidad del Deveuir. Lo que deviene ha de comprenderse por el Ser, o mejor dicho, por JiU ser. l Y c6mo tiene que eomprendcrse el no-ser? El no-ser tambieu se comprcnde por e1 Ser, porque es forma de ser, y nada mAs.
5. E N!Ieidcgger persistc Ja imagen de csa simetdn hegeliaml que coneclaba el ser del enle con cl Scr puro, y no-ser con Ia pura Nada. Pero lleidegger, quien ha tenido In agudeza do advertir la irracionalidad de la Nada, no decide !>Or ello desecbarla. Mas bien se cnfrenta a Ia di!icultnd que entraua mantcnerla en su irracionalidad. Lo que desecha es la faciJjdad que depara la l6gica dialectica. D<: ahi resul ta In paradoja final, Ia originaliund de la "til· lima posicion posible", que cs Ia de un flllld~.m~mto nee;atiVQ, y metal6gico, para la metafisica. • 7-1
En efecto: "ln cicncia no quiere ~aber nuda de In Nuda''."' ;.A que viene entonr,('s Ia pregunta por Ia Nada? En vcrdad, hay una imposibilidad formal de preguntar acerc.1 de Ia Nada. Y sin em· bargo, Ia cuesti6n esta enclavada en el dominio 16gico: !!urge del examen del acto loj!ico de Ia negaci6n. Exi·te el no, ex:iste Ia negatividad. W. Nada, al parceer, seria una especie de Ia negaciOn: Ia negaci6n total y ab,n que circunscrihc Ia metafisica"; 12
cs ll~<~tafisu:a. § 1. (Trad. csp. de X. Zobiri).
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pero tnmbien Ia cuesli6n acerca de Ia Nuda "abarca la metnLlsica entern". 1l ;. Por que cs asi? AI explicarlo, Heidegger salta, sin prC'-cnir al lector, sin juHificarlo expresamente, lid oivcl 16gico al nivel cxistencial. Resuha que hay una ncgatividnd cxistcncial, aparte o · distinta de Ia opernci6n que efectua el entendimieoto al negar. 0 mejor dicho: el acto logioo de Ia negaci6n no es sino una variante del acto existencial de "anonadar'', del que son una mueslra Ia contravencion, Ia execracicm, cJ frnr.aso, Ia prohihici6n, Ia privaci6n. Ellector podra averiguar por su cuenta Ia relaci6n que cxista entre esas actitudes o disposicioncs "anonadantes" que se dan en Ia cxislencia alguna vez, y las opcracioncs logicas de negacion que enconlramos expresaclas en proposicion~s como "A no es B", "cste mineral no cs de hierro", "Juan no cs un buen hombre". J::l becho es que, ;egun Heidegger, las dos manerns de anonadar terian testimonio suficicnle de "In palencia de Ia Nada''; de csa Nada que eo Ia angustia se revelur!a originariamente. La negatividad es una a01itud aoonadante "que atraviesa de punta a punta In existencia", y cs testimonio de " Ia perenne y ensombrecicla ptllencia de Ia Nacla". Con esto, estemos o no de acuerdo, se lu1 deshordndo definitivamente el ordeo racional. Y esta "" ~s una obscrvacion critica, pues el propio Heideggcr afirma que estamos "qucbranlando cl )lOder del enlendim~nlo en r,sta eue~ti<\n del Scr y de Ia Nada", y que cor1 esto ~ermina "la sobcra· nia dl' Ia l6gica deotro de la iilosofia", y Ia idea misma de Ia logi ca "sc disuelve end torbellioo de ttn interrogante mas radical". La Nada ya no e8, como en Ia tradici6n, cl contraconcepto del Ser. Ser y Nadn estan conlrapuestos, y por CSIO se equiparan; pero de Ia Nada no hay ooncepto. Sin embargo, de ella depende que Ia melafi•ica pucdn "reoonquistar" el entc con los conceptos; pero solo despues de nna inlcrrogacion que va '.'mas ali a". Este "mas alla" es eJ que da Sllntido auteotico a Ia palahra meta-fi•ica, y s~ re£iere a lo que Heidegger llama ~rascendcncia: Ia expeoenda angustiosa de "~obrepasar el cntc en total". La verdad de Ia metafuica " habita en e;tos nbismos inson· dables'', ante los cuales "Ia presunta sobriedad y superioridad de Ia ciencia se convicrte en ridicul~z., ;i no toma en serio Ia Nada". La filosofia "jamas podru ser medida con el patron proporcionado por In idea de Ia ciencia". IS
Op.
cil~
§ 3.
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6. P UEOF.N
anotarse algunos lemas de mcd itaci6n que sugiere Ia "ultima posici6n posible" de Heidegger en su trabajo (.Que t>s melufi.sica? a) Aunquc cs cicrtn c1ue nunea podemos lograr una a prehension total del Ser, cs dudoso que Ia captaci6n de esn totalidad sea Ia condici6n (mica de posibilidad de u.na "expcriencia" del absoluto. La prc,rncia del Ser cs un ahsoluto. Y tambiiln es dudoso que esta presencia se desvanezca totalmente en una experiencia como Ia angu~tia, o en cualquier otra; o que al rcgreso de tal "desvanecimiento'' quede e1 pensador mejor equipado para rcvelar cl Scr. b) Aunque Hcidegger aiirma, como Hegel, que Ia Nada cs algo "pel'lenecit!ntc a) fer mismo del cnte", Je hccho purccc que sea pertencncia excl usivn del cnte humano. lleidegger no ha llcvado a cabo una fenomcnologia tiel no·ser, como componcnte f()rrrwl (real) del se1· dr los crates. Ha indicudo formas de Ia negatividad eJristencial (por eete camino lo ha seguido Sartre). Pero, ni estas actitudes o comportamicntos pueden considerarsc constitutivos o definitorios del ser humano, ni es por abi por donde puede acomelerse el problema del no-ser de los entes, em general. c) Heidegger, a pesar de ser notoriamente un fil6sofo de Ia temporalidad, no hn coneetado sistematicamenle ( ontologicnmfnte) cl tiempo con cl no-ser, como bi7.0 HegeL Convcndria indagjtr si e~e imperio de Ia 16gica en Ia filosofla, que ill pretendc concluir, es mlis bien el de In 16gica preclialecticn. Pues, hoy por hoy, no se atisba otra manera lie tratar Ia cuesti6n del ser y el tiempo, del scr y el no-ser, q ue con una nueva 16gica dialectica. Esto quiere decir, en suma, ponerec en Ia linea que sefialan estos hitos : Ueraclito-Piat6n-Hegcl." d) Sobre las dos irracionalidadcs de Ia Nada, ambas reconocidas y basta rroclamadas por Heidegger. Prirncro, I'S irracional porque nu se puede dar raz6n de ella (no se puede dccir que es Ia Nada). Segundo, es irracional porque sc haec patcnte en una expcricncia llpicnmentc al6gica. La irracionalidad, pucs, no puede ~er nunca objecion rontra Heidegger. Si acaso, Ia objcci6n debe ir enderezadn haria su concepcion irracional del Iundamcnto de Ia metufisica, o sea, u ~u concepcion metacientllica de Ia filosofia pnmera. e) A esle resl>ecto, hay que recordar que Ia experiencia fun·
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" La llamada CriliCil de Ia ra;tin dialeclica dr ohj..·to do un c.x:~mcu uporte.
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SAJITR£
hubris do scr
damcntatlora (In RII{.,''U~t io, rcvelaJoro de la Nada) prescnta estos caroeter~s: es subjctivn; no cs romun a todos los sujctos, ni siquiera a todos los fi16sofo~; es excepcional en cl •ujeto mi•mo que ll egue a \ ivirln; no puede por ello ecn ir de reirrcncial, para el re!rate logico del ser, pues, nparte de e!lo car(·ncia d'" unirersaliJad, es impo~ible "concrbir" ( pen•nr en conceptos) In requerido tran•iciun del nivrl irrarional de esa l':
del Ser.
Na obra suya (£l ser r cl tiem.po 1'5 otra coso), l l!'idt'AAer concibc- a In mctafi,.ica como una pura dt,xa filo•Ofirn, ""Jire,iva, cuando moi.•, de C'xpl'riencias o rhencias subjetiva•. El programs dr. una re!clrma dl' In metafi~c:t, reforms que e-. inl'luclible, dado! lo• tfnninos cle Ia •itunciUn te6rica, ha Je incluir lo• puntos ~iguienll'o: a) Reforma o crhica dl' la ra:tbn, en Ia linea dr tradici6n clc In on tologia diuiCCiica. ., c) l n~~slignci6n si•tematica rle las forma.• Je no-ser, cs decir, de Ia.~ formns como el nu·Her nparecc realmente en el ser de los c:ntcs, lo mismo hu manos que no humnno~. d) Rcvelncion del u r (hay scr) como el absoluto que cs objeto dt> ~xpcricncin pricnaria y comun, y condici6n de posibilidnd a In \'Cz de Ia cxistcncin en ¢odos ~us modalidades, y de !a cit>ndo en todos ~us cnmpos y tcndendus uoctrinales.
Es ineludible concluir que,
I'll
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