Edward Christopher Hill

  • June 2020
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Edward Christopher Hill, historiador cuya prolífica obra se inscribe en la denominada corriente socialista británica, nos ofrece una profunda y novedosa reflexión alrededor de uno de los temas más controvertidos de la historia europea: La revolución inglesa. Si bien algunos historiadores habían incursionado en esta coyuntura histórica previamente, la mayoría se limitaron a hacer explicaciones estrechas, que apelaban a la reivindicación de los acontecimientos y los personajes convencionalmente denominados históricos. De tal forma, nuestro autor hace en primera medida un llamado a la reescritura de dicha historia, que no se reduzca a las interpretaciones simplistas según las cuales la revolución es básicamente la expansión de los límites del poder parlamentario en desmedro del monárquico, en connivencia con los movimientos religiosos derivados del puritanismo; también es necesario superar la recolección erudita de datos en secuencias ausentes de problemas, que además de volver tediosa la historia, ignora por completo los actores y los procesos subyacentes a los que responden ciertos fenómenos encontrados en dicha coyuntura. Estas primeras salvedades nos dejan ya vislumbrar su reticencia hacia las corrientes positivistas y lógicopositivistas tradicionalmente vindicadas. El propósito de este breve escrito, es hacer una descripción de las estrategias metodológicas que utiliza Hill para la explicación y la argumentación de sus hipótesis sobre la Revolución Inglesa, utilizando como medio su escrito The world turned upside down: radical ideas during the English revolution1, y los comentarios a su obra realizados por Harvey Kaye en su texto Los historiadores marxistas británicos2. También pretendo ver en qué medida se acoplan las mismas, a las propuestas explicacionales expuestas por Jerzi Topolsky en su texto Metodología de la historia.3 En primera instancia, el autor parte de una postura que demuestra cómo el conflicto entre las clases sociales, entendido no como una simple confrontación mutuamente violenta (aunque evidentemente pudiera tomar esta forma) sino como un antagonismo de intereses basado en experiencias de vida disímiles, es indudablemente uno de los factores que incide en los procesos de transformación de la estructura social. Sin embargo, Hill se 1

Hill Christopher, “The world turned upside down: Radical ideas during the English revolution”, Harmondsworth, Penguinn, 1975. 2

Kaye Harvey, “Los historiadores marxistas británicos”, Universidad de Zaragoza, 1989.

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Topolsky Jerzi, “Metodología de la historia”, 2da ed., Cátedra, Madrid, 1985.

abstiene de construir categorías absolutas que otorguen idealizadamente a los actores unos intereses abstractos y generalizados que probablemente no tuvieron, además de replantear de paso aquella clásica premisa marxista que teóricamente hacía extensiva la ideología de la clase dominante a todas las restantes como resultado de las inocuas relaciones de poder. La propuesta de Hill es hacer una sociología del conocimiento (aunque él no lo sitúe necesariamente en esos términos) que devele las múltiples fuerzas y causas que se concretaban en un determinado fenómeno social (una secta, una movilización, etc.) cuyos fines raramente eran unidireccionales, así sus participantes tuvieran una proveniencia social aparentemente similar. Esto no significa que metodológicamente el historiador deba abstenerse de usar los conceptos que se utilizan convencionalmente para nombrar un grupo social, en este caso, señores, peones, clero, mercaderes etc. Simplemente vindica una posición que se niega a que estos grupos y en consecuencia sus intereses, sean homogéneos y herméticos. Esto se ilustra perfectamente en los primeros capítulos de su texto, donde el autor nos introduce a una coyuntura histórica donde los procesos de larga y mediana duración, llegan a un punto de inflexión acicateado por los sucesos acontecimentales4: paralelamente a los sistemas de producción feudales de propietario aristócrata y peón en servidumbre, existían también mercados que conectaban las manufacturas independientes de distintos condados (sobretodo del sureste, la región más progresista de la isla) y sistemas agrícolas de propiedad comunal por fuera de las relaciones típicamente feudales. Mientras la iglesia anglicana se vindicaba como iglesia nacional, muchas sectas y movimientos de religiosidad radical (los anabaptistas, los familistas los ranters, los grindtonianos, los sectarios, etc.) se organizaban en los lugares más inusitados de Inglaterra. También existían por fuera de los objetivos de los partidos políticos establecidos (realistas y parlamentaristas) toda una suerte de propuestas políticas populistas e igualitaristas, tanto dentro del ámbito cotidiano de algunas comunidades, parroquias y sectas, como dentro de los criterios políticos (que nuestro autor considera tempranamente democráticos) establecidos y publicitados del New Model Army y de los denominados Levellers, ambos actores importantes de la revolución y paradójicamente los más olvidados por los historiadores y la tradición popular. Por eso, uno de los objetivos secundarios de Hill es sacar a flote estos movimientos que tienen mucho que decir a las organizaciones

4

Hill no utiliza los términos que Braudel, sin embargo, me atrevo a parafrasearlo pues encuentro que lo expuesto por el primero se acopla perfectamente a la metodología de las múltiples temporalidades de la historia típica de los segundos Annales, que probablemente Hill conoció.

políticas “no alineadas” de la actualidad en el terreno de la ideología5, aspecto que profundiza maravillosamente nuestro autor, dándole a la información documental un tratamiento pulcro y minucioso que en diálogo con el contexto histórico, logra revivir un campo de subjetividades donde las acciones políticas y las creencias religiosas difuminan sus límites en una amalgama solo posible en la Inglaterra revolucionaria del Siglo XVII. En general, la intención implícita del autor en su propuesta metodológica es mostrarnos cómo una sociedad en movimiento continuo, no se puede comprender desde modelos convencionales como el de Base/Superestructura (en la medida en que los factores que entran en juego en el fenómeno son de diversa índole y recíprocamente codeterminantes, por lo que es imposible darle prioridad a unos sobre otros, y mucho menos una determinación catóptrica) o el de la conciencia de clase (pues parte del supuesto de que la clase social es en sí misma algo objetivo y homogéneo e ignora u omite las innumerables posibilidades de ser por fuera de la misma); para lograr entender un fenómeno a cabalidad, es necesario utilizar modelos de mayor flexibilidad. En esta medida, el enorme paso que da Hill hacia la incorporación de elementos culturales paralelamente a los económicos en la explicación histórica, lo sitúa en una posición vanguardista, a comparación de sus contemporáneos. Así las cosas, podemos afirmar que la explicación histórica que Hill nos ofrece, es estructural en la medida en que incluye diversas expresiones sociales (económicas, políticas, religiosas) implícitas en la complejidad del fenómeno, para de esta forma crear una red causal mucho más amplia del mismo. Si bien esta postura podría ser peligrosa por su eclecticismo y sus límites indeterminados, Hill, que dedicó toda su carrera intelectual6 a este tema en particular, posee la erudición para asumir esta postura sin 5

Cabría hacer un anexo: Hill se vale de fuentes primarias de todo tipo, sin embargo, la libertad de prensa sin precedentes que se presentó entre 1640 y 1660, le brindan un valiosísimo material que no duda en socializarlo y darle su respectiva interpretación. 6 Su prolífica obra nos lo demuestra: Society and Puritanism in pre-revolutionary England, Intellectual origins of the English revolution, The world turned upside down: radical ideas during the English revolution, Milton and the English revolution, The agrarian legislation of the revolution, Economic problems of the church: from archbishop Whitgift to the long parliament, The two commonwealths, The English revolution:1640, Some intellectual consequences of the English revolution, A bourgeois revolution, The century of revolution: 1603-1714, Puritanism and revolution, Reformation to the industrial revolution: A social and economic history of Britain, Protestantism and the rise of capitalism, Change and continuity in seventeen century England, Society and Puritanism, God´s English man: Oliver Cromwell and the English revolution, The intellectual revolution of the seventeen century, The English civil war: interpreted by Marx and Engels, Historians and the rise of British capitalism, John Bunyan and the English revolution, The Norman yoke, Antichrist in seventeenth century England, Winstanley: the law of freedom and other writings, The religion of Gerard Winstanley, The world of Muggletonians.

temor a perderse en honduras desconocidas. Claro que no por esto vindica la explicación histórica erudita tradicional; por el contrario, su concepto explicativo trasciende la tradicional recopilación y memorización de datos, y apela a la problematización dinámica de los mismos en variables (de conexión causal, por supuesto) internas y externas, propias del fenómeno. En palabras de Hill: “Los historiadores de la ciencia distinguen entre causas internas y externas en el avance del conocimiento científico; entre el desarrollo lógico de estructuras de ideas por un lado, y las respuestas a la presión social y las necesidades técnicas por otro. Mi propósito es observar las causas internas y externas del florecimiento de ideas radicales de todo tipo en las décadas posteriores a la guerra civil inglesa.”7 Es evidente para el que se enfrenta directamente a algún texto de Hill, que esta metodología la hace extensiva a fenómenos históricos de distinta índole. La postura teórica de Hill es estructural (en la otra acepción del concepto), pues supera las pretensiones cientificistas del positivismo, desde donde la historia es un objeto estático, y el conocimiento del mismo, acumulativo de acuerdo a la cantidad de datos que se posean. Él mismo advierte en la introducción de su texto: “La historia tiene que ser reescrita, pues aunque el pasado no cambia, el presente sí; cada generación le hace nuevas preguntas al pasado y encuentra nuevas áreas de simpatía. […] Ninguna cantidad de trabajo detallado sobre la evidencia cambiará la esencia factual de la historia. Pero la interpretación puede variar de acuerdo a nuestras actitudes, a nuestras vidas en el presente. Así, la reinterpretación no solo es posible sino necesaria”8. Los argumentos y las hipótesis de Hill también pueden ser considerados como dialécticamente explicativos, pues tal como lo dice Topolsky, “la materia de investigación adopta la forma de un todo dinámico que está en estado de desarrollo y movimiento condicionado internamente. […] El problema de la explicación en la investigación […] se traslada desde una posición en cierto sentido, externa respecto al proceso histórico, a una posición interna, lo cual significa que la explicación del movimiento y el desarrollo se busca en el proceso histórico mismo”9. 7

Hill Christopher, El Mundo al revés: ideas radicales durante la revolución inglesa, página 85. Hill Christopher, El Mundo al revés: ideas radicales durante la revolución inglesa, página 15. 9 Topolsky Jerzy, Los métodos de la historia, página 157. 8

A este punto de la reflexión, creo que es claro cómo la metodología utilizada por nuestro historiador puede tener en sí misma rasgos de cualquiera de las posturas explicacionales expuestas por Topolsky (descriptiva, estructural, lógica, dialéctica etc.), que desde mi lectura, no deja de ser una aglomeración secuenciada temáticamente de ciertas tendencias historiográficas y sus respectivas puntualizaciones teóricas y metodológicas. Por último, podemos concluir haciendo una breve consideración sobre el texto de Hill en particular, pero que probablemente esté conectada con otros de sus trabajos. El objetivo de fondo del autor radica en rastrear la red causal lógica que conlleva ineluctablemente a los acontecimientos aparentemente inusitados de la revolución inglesa; para este fin, se vale de un medio muy similar al utilizado por su contemporáneo francés Fernand Braudel, es decir, encontrar la raigambre de lo aparentemente acontecimental en una estructura de regularidades donde los primeros se insertan, sin por esto negar las transformaciones que se hacen evidentes en el desarrollo del proceso. Este es el primer objetivo del autor: mostrarnos que la hostilidad contra los privilegios materiales de la aristocracia, la reticencia frente a las ortodoxias de la iglesia y sus fueros, y la búsqueda de un poder político cada vez más abierto a la participación y la inclusión de sectores tradicionalmente

ignorados

no

son

fenómenos

particulares

de la coyuntura

revolucionaria, sino que respondían a determinaciones de temporalidades medianas y estructurales. Evidentemente la confluencia de estos factores en un momento donde surgían simultáneamente el empirismo científico, la ética profesional del protestantismo y su religiosidad individualista, la dinamización de los mercados en la cuenca del atlántico, y los primeros visos republicanos, por solo nombrar algunos de los fenómenos más representativos, provocaría toda una suerte de efectos de importancia incalculable, en los que no tengo competencia expositiva suficiente: sería necesario apelar a los trabajos de Hill dedicados exclusivamente a esta temática. De cualquier forma, es la obra de Christopher Hill un dechado de coherencia, erudición y compromiso histórico, lo que la convierte por ende, en un legado invaluable para la posteridad.

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