Edad Emocional Y Social

  • July 2020
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DEPARTAMENTO de FORMACIÓN PEDAGÓGICA DESARROLLO PSICOLÓGICO EDAD EMOCIONAL Y SOCIAL

Prof. Gladys Geisse G. La Psicología caracteriza la emoción como un estado afectivo de origen innato, influido por la experiencia y que experimenta todo ser vivo. En el ser humano la experiencia de una emoción involucra un conjunto integrado de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que influyen en el modo como ese ser humano percibe esa situación. Charles Darwin observó que los animales experimentaban un repertorio de emociones que colaboraban en la supervivencia de la especie y les facilitaban la adaptación. En el repertorio de emociones que experimenta el ser humano y que cumplen una función adaptativa en su interacción con su contexto, se distinguen básicamente las emociones de: agrado y desagrado, sorpresa, alegría, miedo, aversión, ira y tristeza. De la finalidad adaptativa de las emociones, podríamos decir que tienen diferentes funciones. El agrado nos acerca a las situaciones, el desagrado nos aleja de ellas; la sorpresa ayuda a orientarnos frente a nuevas situaciones; la alegría nos motiva a la reproducción de la situación; el miedo nos protege del peligro; la aversión nos produce rechazo hacia aquello que tenemos en frente; la ira nos induce hacia la destrucción y la tristeza nos induce a la soledad. Las emociones poseen unos componentes conductuales particulares. Unos, que son la manera como éstas se expresan externamente en gestos, acciones y palabras, voluntarios o involuntarios . Otros, son los componentes fisiológicos involuntarios de las emociones expresados en temblores, sonrojos, sudores , respiración agitada y aumento del ritmo cardíaco. Dependiendo de cómo nos movemos, expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas y risas que expresan diferentes grados de alegrías, que comunican lo que sentimos, que no hacen necesaria su expresión verbal y que en muchas ocasiones es difícil explicar con palabras. Las expresiones faciales de nuestras emociones también afectan al que nos observa, nuestro llanto transmite tristeza, nuestra risa contagia a los otros. Las diferente expresiones faciales de las emociones son intencionalmente reconocidas y en las diferentes culturas hay un lenguaje emocional similar. Las emociones son otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos interactuando en un grupo social (Reeve,1994) La Psicología moderna destaca el rol de la emoción en la existencia del hombre y la concibe como una función adaptativa del organismo humano al entorno que lo rodea. Por lo tanto, cada individuo experimenta una emoción

en forma particular, dependiendo de sus experiencias, aprendizajes y de las características de la situación. Desde el punto de vista biológico “las emociones son diposiciones corporales dinámicas que definen los distintos dominios de acción en que nos movemos. Cuando uno cambia de emoción, cambia de dominio de acción” (Maturana,1997,p.15) Por eso mismo, “no hay acción humana sin una emoción que la haga posible como acto y no es la razón lo que nos lleva a la acción sino la emoción. Cada vez que escuchamos a alguien que dice que él o ella es racional y no emocional, podemos escuchar el trasfondo de emoción que está debajo de esa afirmación en términos de un deseo de ser o de obtener”. Por eso es que, en un modo de vida basado en el estar juntos en las interacciones recurrentes , es necesaria una emoción muy poderosa, fundadora de esa fuerza integradora y aglutinadora del vivir en la convivencia,”sin la cual ese modo de vida en la convivencia no sería posible. Tal emoción es el amor. El amor es la emoción que constituye el dominio de acciones en que nuestras interacciones recurrentes con otro hacen al otro un legítimo otro en la convivencia.”(op.cit,p.23) “El amor es la emoción que constituye el dominio de conductas donde se da la operacionalidad de la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia, y es ese modo de convivencia lo que connotamos cuando hablamos de lo social. Por eso digo que el amor es la emoción que funda lo social; sin aceptación del otro en la convivencia no hay fenómeno social( op.cit.,p.24) . El amor es la emoción, la disposición corporal dinámica , que constituye en el hombre sus acciones de coexistencia en aceptación mutua, en cualquier dominio de relaciones” La aceptación mutua no puede tener lugar como una forma espontánea y mantenida de vivir con otro si no hay autoaceptación, y, por lo tanto, autorrespeto.Y la autoaceptación y el autorrespeto no pueden surgir como características de la ontogenia del niño en la relación materno-infantil si esta relaciòn no fluye en la mutua aceptación corporal”(Maturana y Verden-Zöller,1995,p.84) También se dan los procesos cognitivos de interiorización y conocimiento del “yo” individual, del conocimiento de “sí mismo”, de la imagen de “sí mismo” y de la relación del “yo” y los “otros”. El “yo” o el “sí mismo” es la identidad de un individuo en una comunidad, y como tal surge en la distinción de una corporalidad como un modo de itersección de diferentes redes de coordinaciones de acciones o conductas en el conversar de esa comunidad. Debido a esta forma de constitución del yo, éste y la conciencia corporal van juntos y no hay ninguna posibilidad de autoidentidad en conciencia de sí mismo sin conciencia corporal ”Si este proceso ocurre durante un tiempo suficientemente prolongado a lo largo de la vida del niño o niña, que se desarrolla, éste crece en conciencia corporal aceptándose a sí mismo y a los otro en la praxis de una dinámica social”(op.cit,p.85) Y es esta red de interacciones recurrentes en la praxis del amor la que amplía y estabiliza la convivencia social. El niño o niña , se desarrolla socialmente en la red de interacciones que acontecen al interior de la familia primero y, posteriormente, con su incorporación a grupos más amplios: vecindario, jardín infantil, escuela, grupo de amigos. Cada grupo socio-cultural socializa a sus integrantes, desde el nacimiento a la muerte y crea los espacios iteractivos en dónde se producen

los procesos de socialización entre los individuos en formación y los agentes socializadores influyentes. . Existe consenso en cuanto a que el apego por la madre o por la persona que lo cuida representa el inicio de la vida emocional y social del niño; y se relaciona con el papel que ésta desempeña en su cuidado. Cada pareja madre(cuidadora)-niño(niña) establece sus propias formas de interacción. Los diversos aspectos del apego: contactos visuales, miradas de seguimiento, caricias y abrazos, balbuceos y llantos, comienzan a obrar como un sistema de retroalimentación de la interacción entre ambos. En este sistema de retroalimentación, la meta del niño es la proximidad de la madre(cuidadora). Algunas madres hablan mucho a sus hijos o los tocan frecuentemente y los estimulan y motivan más que otras. El apego sirve para proteger al lactante aumentando sus posibilidades de supervivencia al incrementar la disponibilidad de alimento y la oportunidad de aprender de su progenitora(cuidadora). Una vez establecido por completo ese sistema, el niño y su madre(cuidadora) actúan como socios, por lo que la relación entre ella y el niño puede describirse como una sociedad. El apego es la primera experiencia social verdadera del lactante y el inicio del desarrollo social y emocional del niño Al estar con su madre, el niño permanece cerca de la fuente que le proporciona alimento, protección, atención y tranquilidad. El ambiente en que nace el niño. El ambiente en que nace el niño tiene tanta influencia en su desarrollo como los factores biológicos(genéticos heredados); porque contribuye a determinar su desarrollo físico, perceptual-cognoscitivo(intelectual), emocional y social. Al nacer, cada lactante entra a un ambiente familiar cultural y socialmente particular que lo irá marcando, de una u otra forma, en la convivencia. La familia transmite parte de la cultura, la que es propia de la convivencia familiar. Las habilidades y los valores de los progenitores, son aprendidos en las rutinas del grupo familiar(Mc Candless,1981). Probablemente, cuando los padres llegan a sus casas o a buscar a sus hijos al jardín infantil, los segundos corren contentos hacia los primeros, haciendo contacto en una fiesta de abrazos y caricias recíprocas, los padres cogen sus manos, el niño les pasa la mochila, o les muestra algún juguete, etc. En el acontecer cotidiano cada día el niño es despertado en la mañana, es saludado con una caricia a la que él responde con un beso o un abrazo. Se le ayuda a vestir, mientras el pasa prendas para que se las coloquen y se pone algunas de ellas. En el momento del aseo personal recibe indicaciones sobre la manera de hacerlo, probablemente hace preguntas y el adulto le responde con explicaciones pertinentes. Aún más, posiblemente, estos padres juegan con sus hijos, todos ríen, les ayudan a realizar las tareas que les resulten difíciles, aceptan sus errores sin negarlos o descalificarlos, o talvez les llamen la atención, de tanto en tanto. En todas las rutinas, se realizan actividades de acción recíproca. Considerar que estas conductas se dan de manera unilateral sería un error, puesto que una relación es siempre producto de una doble descripción (Bateson,1990).

Las palabras: dependiente, mañoso, egoísta, agresivo, tonto, atrevido, intruso y tantas otras con las que se caracteriza al niño, no tienen sentido y, si lo tienen para alguien, su expresión conduce a la desvalorización, a la negación del niño en la convivencia familiar, escolar u otras. Quien dirige tales expresiones hacia el niño no se incluye en la relación que tiene con él. Más bien considera a éste como si creciera dentro de una burbuja. Así, por ejemplo, si el niño responde con rabia a la acción injusta de esa persona, esta calificará al pequeño como rabioso e insolente, sin considerar que es su propia acción la que ha provocado un cambio en este niño. Recordemos que las relaciones humanas se fundan en la aceptación del otro como legítimo otro en la convivencia (Maturana 1991). Los errores que cometen los niños hacia otras personas corresponden a las acciones que éste realiza en respuesta a las que ellas le dirigen, algunas de las cuales son, también equivocadas. La fuente del error surge de la relación, no es algo intrínseco al niño. Para comprender tanto el desarrollo social como el desarrollo de otros funcionamientos psicológicos y comportamentales del niño, es necesario situarse en la relación más que en las personas o hechos relacionados (Beteson 1985). Existen procesos de socialización afectiva,orientados a la formación y mantenimiento de vínculos afectivos y sociales entre las personas,son procesos de socilización conductuales que determinan los hábitos sociales y desarrollan las habilidades de interacción interpersonales(Clemente y Hernández,1996) Hacia los tres años, la mayoría de los niños interactúan con un entorno social y físico que se amplía poco a poco. Si bien es cierto que los padres continúan con sus hijos en la reciprocidad de las acciones actuando en la calle y en otros lugares, tal cómo actúan en el hogar, los dejan más tiempo en libertad incursionando en el espacio próximo a sus viviendas, observándolos para evitar que se lastime . E. Eriksson explica que, en general, los niños de cuatro a cinco años de edad poseen una conciencia que comienza a extenderse más allá del propio cuerpo, hacia las personas que lo rodean. Aprende a cooperar con los demás y a dirigir así como a ser dirigido; empieza a tomar iniciativas y a guiarse por su natural sentido de curiosidad, también él debe comenzar a aprender que existen cosas que no debe examinar ni explorar, sin embargo, el excesivo control por parte de los padres puede acabar con la espontaneidad y curiosidad naturales del niño Todas las personas nacen con una serie de características diferentes, pero muchas más son las formas distintas de comportarse o de enfrentar los retos de la vida, que son aprendidos desde la infancia. Por ejemplo, a las niñas les está permitido expresar sus emociones de tristeza y pueden llorar

libremente; pero a los varones se les exige ser valientes y seguros de sí mismos. La cultura los obliga a condicionar sus expresiones emocionales como producto de las prácticas de las costumbres interaccionales. Todo aquello tiene que ver con la competencia que cada cual posee para interactuar con el mundo social, en forma receptiva y adecuada, tiene que ver con las cualidades que configuran un carácter con buena adaptación social. Es el conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar adecuadamente los sentimientos en forma personal y social. El buen manejo de los sentimientos, de la motivación, del interés, de las expectativas, de la empatía, es lo que se ha definido como Inteligencia Emocional. De la misma manera que se reconoce el cociente intelectual(CI), se puede reconocer la Inteligencia Emocional. Todo hombre posee inteligencia emocional en mayor o menor grado. El hombre inteligente emocionalmente, sabe interconectar sus emociones con él mismo; sabe qué es lo que siente; puede verse a sí mismo y ver a los demás en forma positiva y objetiva. Además posee suficiente grado de autoestima; reconoce sus propios sentimientos; es capaz de expresar sentimientos positivos como negativos y es también capaz de controlarlos; sabe establecer el equilibrio entre exigencia y tolerancia; sabe superar las dificultades y las frustraciones; posee una escala de valores y reconoce valores alternativos; sabe dar y recibir; y se caracteriza por ser una persona positiva. (Goleman,1996).

Ejercicio Personal . 1. Comente las ideas más significativas de esta lectura, con otras

personas que Ud. siente poseen más experiencia que usted en el tema. 2. Registre esos comentarios y preséntese con ellos a la clase en que se trabaje este tema.

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