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El arca del pacto Éxodo 25:10-22 INTRODUCCIÓN La importancia del Tabernáculo queda marcada por la cantidad de capítulos que se le dedican en el libro del Éxodo: 25 a 37, constituyendo una tercera parte del libro. Su objeto era permitir que el Señor morara en medio de Su pueblo (25:8) y procurar a los hombres pecadores un medio de comunión constante con el Dios santo (v. 22; 29:42–46). Efectivamente, hay una inmensa diferencia entre el descenso del Señor, rodeado de fuego devorador, con todas las amenazas del Sinaí (19:10–22) y por otra parte su morada permanente en medio del campamento (40:34–38). Este cambio se hizo posible gracias al Tabernáculo y el sistema sacrificial y el sacerdocio que éste conllevaba. En el Tabernáculo se reproducían la imagen y la sombra del santuario celestial. Moisés lo construyó según el modelo que Dios le había dado en el monte (25:9, 40; 26:30; 27:8). Su ejecución fue conforme a todo lo que el Señor había ordenado (esto se afirma 18 veces; cfr. 39:32, 42, 43, etc.). No se dejó nada en absoluto a la inventiva o iniciativa humanas. Cada uno de los detalles tenía su importancia y significado espiritual. La epístola a los Hebreos confirma que el santuario hecho de mano del hombre era «imitación del verdadero», establecido por el Señor en el cielo (He. 8:2, 4–5; 9:11, 23–24). El ritual, culto, los sacrificios, el sacerdocio de Aarón, son todos tipos y profecías de la persona, sacrificio y sacerdocio de Cristo, nuestro sumo sacerdote. Por definición, estos tipos y ordenanzas eran temporales: las vestiduras, utensilios, divisiones del santuario, velo, sacrificios, abluciones, etc., todo esto ha cedido su puesto al culto rendido en espíritu y en verdad, habiendo todo ello sido cumplido por la venida de Cristo (He. 8:5; 9:1–10; Jn. 4:23–24). Introducir estas cosas en el culto cristiano, como lo hacen la Iglesia de Roma y sus imitadoras, es confundir los pactos, y volver al Antiguo Pacto, que ya ha quedado abrogado en favor del Nuevo. Veremos 3 secciones en nuestro pasaje en esta noche: A. Las instrucciones para la edificación del arca B. El contenido dentro del arca C. La importancia del arca Veamos nuestro primer punto: A. Las instrucciones para la edificación del arca 10

Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. 11 Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. 12 Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. 13 Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. 14 Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. 15 Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. 16 Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré.

17

Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. 18 Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. 19 Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. 20 Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. 21 Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. 22 Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel. Expliquemos un poco acerca de que cual era el papel del arca del testimonio, lo explicaremos un poco más a detalle más adelante. (Ex 25:10–16). El arca era la pieza más importante del mobiliario del tabernáculo. Estaba colocada en el sanctum interior de la tienda, denominado “lugar santísimo”. La cubierta o tapa de la parte superior del arca se llamaba “el propiciatorio” (kappōret, del verbo kipper, “hacer expiación”) y estaba resguardada por dos querubines de oro. Según Levítico 16:2, el Señor le dijo a Moisés: “yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio”, así que debía asegurarse de dejarle claro a Aarón que el sumo sacerdote no debía entrar allí salvo una vez al año, el día de la Expiación. En cuanto a Moisés, sin embargo, el Señor “se encontraría” con él allí y le “hablaría” todos los mandamientos, de modo que pudiera entregárselos a los israelitas (Ex 25:22). De hecho, el arca era el depositario de las dos tablas de piedra de la *ley, que el Señor estaba a punto de darle a Moisés en el monte (Ex 25:16; cf. Ex 24:12; 34:28; Ex 40:20; Dt 10:5; 1 Re 8:9). Así pues, al arca se la denomina algunas veces “el arca del testimonio” (’ărōn hā‘ēdut, e.g., Ex 25:22; o “el arca del pacto de Jehová”, ’ărōn bĕrît yhwh, e.g., Nm 10:33). Poner video de youtube ¿Cuál es un aspecto importante que debemos aprender respecto de las instrucciones de Dios para la construcción del tabernáculo, y del arca del pacto? Un aspecto muy importante a resaltar es que Dios no le dejo nada a la imaginación al pueblo, de como harían ellos esta edificación tan importante. Quería dejar muy en claro, el hecho de que Dios es celoso en la forma de como el pueblo se ha de acercar a él, y en que lugar. Nos enseña la reverencia con el que se harían las cosas. Dios les dio el mapa, les dio en otras palabras los planos para construir el tabernáculo. Más adelante veremos incluso que Dios selecciono y proveyó gente especializada para esta tarea, o sea que no lo haría cualquier persona. Ex. 31:1-11. Es decir, no sería alguien que tenga buenas intenciones para realizar el trabajo, si bien todo el pueblo pondría las ofrendas para la construcción del tabernáculo. Sin embargo, para la edificación de este, no lo haría cualquiera. Hay algunos principios importantes para nosotros. Por un lado, Dios nos da muchas veces instrucciones claras respecto de la adoración y la forma de como nos hemos de acercar a él.

Hay un principio que nosotros creemos con claridad, que las Escrituras han de dirigirnos, este es nuestro mapa, para hacer todas las cosas. No será nuestra imaginación, ni nuestra opinión. Culto de adoración Esto también se refleja en la manera en cómo muchas iglesias tienen sus servicios de adoración público en la iglesia contemporánea tristemente está centrado en dos elementos no bíblicos que están íntimamente ligados; el pragmatismo y el consumismo. El pragmatismo define la adoración de la iglesia en base a aquello que trae resultados a la congregación. Muchas iglesias han optado por agregar una serie de elementos que son atractivos a la cultura y no necesariamente están fundamentos en las Escrituras. Para motivos funcionales el pragmatismo se basa en aquello que le gusta a la gente. En otras palabras, esta fundamentada en lo que consume el pueblo. El parámetro para determinar que es aquello que se realizará en el culto de adoración público y como se llevará a cabo está dirigido por una visión antropocéntrica. Es el hombre quien determina como se ha de llevar acabo el servicio al Señor. Es por esta razón que encontramos iglesias para diferentes tipos de consumidores. Adoración basada en el verdadero estándar El llamado del creyente a adorar, tanto en toda su vida como dentro de la congregación no ha de definirse ni en el pragmatismo, ni en el consumismo sino en el estándar de Dios. La confesión bautista de Londres de 1689, lo enfatiza de la siguiente manera en su capítulo 22:

1. La luz de la naturaleza muestra que hay un Dios, que tiene señorío y soberanía sobre todo; es justo, bueno y hace bien a todos; y que, por lo tanto, debe ser temido, amado, alabado, invocado, creído y servido con toda el alma, con todo el corazón y con todas las fuerzas.1 Pero el modo aceptable de adorar al verdadero Dios fue instituido por él mismo, y está de tal manera limitado por su propia voluntad revelada que no se debe adorar a Dios conforme a las imaginaciones e invenciones de los hombres o a las sugerencias de Satanás, ni bajo ninguna representación visible ni en ningún otro modo no prescrito en las Sagradas Escrituras.2 1. Jer. 10:7; Mr. 12:33. 2. Gn. 4:1-5; Ex. 20:4-6; Mt. 15:3,8,9; 2 R. 16:10-18; Lv. 10:1-3; Dt. 17:3; 4:2; 12:29-32; Jos. 1:7; 23:6-8; Mt. 15:13; Col. 2:20-23; 2 Ti. 3:15-17.1 Por otro lado, hay que aclarar que si bien Dios ha instituido principios que nos han de dirigir. Debemos entender que hay aspectos en el Nuevo Testamento que no son iguales al del A.T. En otras palabras, en muchas iglesias no vamos a ver que en cada culto la gente ande muriendo. En otras palabras, no será un sistema rígido como lo fue en el A.T. sino que son sombras de la obra de Cristo. Eso dice la Palabra de Dios. Más bien en el N.T. veremos los elementos con claridad que pertenecen al día del Señor. Pero Dios nos da una libertad dentro del marco que él ha establecido.

B. El contenido dentro del arca El pasaje en cuestión solo nos señala que estaban las tablas, pero en Hebreos vemos que hay dos elementos más. Hebreos 9:4 en la cual había una urna de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que retoñó y las tablas del pacto;

1

Tomado de la CBL 1689, cap. 22, art. 1.

Las Tablas Exo: 32:15-16 Las dos tablas eran obra de Dios, y estaban escritas por Dios. Lo que estaba dentro del arca, era señal del antiguo pacto. Era un testimonio del pacto que hizo Dios con su pueblo. Los diez mandamientos fueron escritos por Dios en dos tablas, conocidas como las tablas de la ley, las tablas del pacto o las tablas del testimonio, y fueron dadas a Moisés: 

Éxodo 31:18: “Y cuando acabó de hablar con él en el monte Sinai, dio a Moisés las dos tablas del testimonio, las tablas de piedra escritas por el dedo de Dios”.

Estas tablas cubrían las leyes relacionadas con la adecuada adoración a Dios y la conducta adecuada hacia las personas. Estas leyes están enumeradas en Éxodo 20:2-17.   



Éxodo 25:16: “y pondrás en el Arca el testimonio que te daré”. Éxodo 31:18: “Y cuando acabó de hablar con él en el monte Sinay, dio a Moisés las dos tablas del testimonio, las tablas de piedra escritas por el dedo de Dios”. Éxodo 34:29: “Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte Sinay con las dos tablas del testimonio (las que estaban en mano de Moisés al bajar del monte), no advirtió Moisés que la tez de su rostro resplandecía por haber hablado con Él”. Éxodo 40:20: “Después tomó y puso el Testimonio dentro del Arca, y colocó las varas en el Arca, y puso el propiciatorio encima del Arca”.

La vara de Aarón Aarón fue el hermano de Moisés. Probablemente, la vara, fue la misma vara que se volvió serpiente y consumió las varas de los hechiceros del Faraón egipcio. 





“Esa vara fue pieza fundamental en los acontecimientos que llevaron al faraón a liberar a los israelitas. Cuando se volvió una serpiente y devoró las varas de los magos egipcios, la superioridad del poder del Señor fue demostrada (Éxodo 7:8-13). Fue usada para convertir las aguas del Nilo en sangre (Éxodo 7: 14-23) V 1, p 4 p 4 y para traer las plagas de las ranas (Éxodo 8:1-15), y los jejenes o piojos (Éxodo 8:16-19). Cuando Moisés extendió la vara sobre las aguas del mar Rojo, a los israelitas se les permitió pasar por medio de tierra seca; pero el ejército de Faraón fue destruido (Éxodo 14).”1 Éxodo 4:1-5: “Pero Moisés respondió, y dijo: ¿Y qué si no me creen, ni atienden mi voz, sino que dicen: YHVH no se te ha aparecido? 2 Entonces YHVH le dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. 3 Él le dijo: Arrójala al suelo. Y él la arrojó a la tierra, y se convirtió en una serpiente, y al verla Moisés huyó. 4Pero YHVH dijo a Moisés: Extiende tu mano y atrápala por su cola. Él alargando su mano, la sujetó, y se tornó vara en su palma. 5 Esto es para que crean que YHVH, el Dios de tus padres, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob se te ha aparecido”. Números 17:10: “Y YHVH dijo a Moisés: Vuelve a depositar la vara de Aarón delante del Testimonio para que se guarde por señal a los hijos rebeldes, para que hagas cesar sus murmuraciones contra mí, y no mueran”

La vasija con maná  El maná fue la comida dada por Dios a los israelitas para sostenerlos durante el tiempo en que estarían en el desierto por 40 años: o Éxodo 16:35: “Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra habitada. Comieron maná hasta que llegaron al límite de la tierra de Canaán”.  Este maná tenía un sabor como de hojuela con miel: o Éxodo 16:31: “Y la casa de Israel llamó su nombre ‘maná’; y era como granos de culantro, blanco, y su sabor era como de hojuela con miel”.  A los israelitas se les permitía reunir maná sólo por un día, con excepción del Shabbath, cuando se les permitía recoger doble porción.

o Éxodo 16:33: “Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un homer2 lleno de maná, y ponlo delante de YHVH, a fin de conservarlo por vuestras generaciones”. o Números 11:7-9: “Y el maná era como semilla del culantro, y su aspecto como el aspecto del bedelio. 8 El pueblo se dispersaba para recogerlo y lo molían en molinos o lo machacaban en morteros, y lo cocinaban en ollas o hacían bollos con él, y su sabor era como el sabor del bollo de aceite. 9 Por la noche, cuando el rocío descendía sobre el campamento, el maná descendía con él”. Estos objetos testificaban o evidenciaban las obras de Dios a favor de Israel. Su inclusión no significaba que no existieran otros objetos como testimonio o evidencia. Los codornices (Éxodo 16:13) y el agua que brotó de la peña (Éxodo 17:1-7) también daban testimonio a la intervención sobrenatural de Dios, pero no se ordenó que su pusiera un codorniz o un envase de agua en el "arca del testimonio". Habiendo Moisés acabado “de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse”, ordena a “los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti” (Deuteronomio 31:24-29). Ya que el “arca del pacto” había que colocarla en el “lugar santísimo” (Éxodo 26:33-34), se deduce que el “libro de la ley” también fue colocado en aquel “lugar santísimo” del “tabernáculo”, ubicación que indicaba, ciertamente, su origen divino y gran valor. C. La importancia del arca El santuario donde se encontraba el arca del pacto, este lugar santísimo donde Dios hablaba a Moisés y donde su presencia habitaría era en realidad una figura del verdadero santuario celestial donde Cristo entró para presentarse delante de Dios, como un sacrificio eterno para salvación de los creyentes. Heb. 9:24 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Por tal razón aquellos que desechan a Cristo, son como aquellos que pisotean el arca de Dios en el A.T. desechan a Dios, su castigo será mucho más grande. Porque no están aborreciendo a la representación de Dios sino a Dios mismo. Heb. 10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? El arca era un elemento sumamente vital, cuando se perdió el arca el pueblo había entendido que Dios los había juzgado, que su presencia no estaba con ellos. 1 Sa. 4 En 1 Sa. 5 vemos como el arca de Dios, es decir Dios juzgaba también a sus enemigos trayendo dolor a los filisteos.

Aun su pueblo era indigno de estar en su presencia. Cuando devolvieron el arca muchos fueron heridos.

19 Entonces Dios hizo morir a los hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo morir del pueblo a cincuenta mil setenta hombres. Y lloró el pueblo, porque Jehová lo había herido con tan gran mortandad. 20 Y dijeron los de Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿A quién subirá desde nosotros? 1 Sa. 6

1.2. La Gracia del Pacto En el monte Sinaí, Dios, por medio de Moisés como mediador, entró en un pacto formal con la nación de Israel. El pacto se basaba en la gracia. La nación de Israel ya estaba en pacto con Dios a través del pacto anterior con Abraham. Formalmente, Israel era elegido por la promesa a los padres, no por sus méritos (Deuteronomio 7:6-8). El orden de los acontecimientos que condujeron al pacto de Dios con Israel muestra también que este fue un pacto de gracia. Israel primero fue sacado de la esclavitud / servidumbre; solamente después Dios hizo pacto con ellos y le dio la ley. Primero fue la liberación y la salvación; luego fue la ley y el llamado a la obediencia. La secuencia de eventos fue afirmada por los Diez Mandamientos mismos. En el prólogo de los mandamientos, la declaración de Dios de que Él los liberó fue la razón dada para obedecerle: "Yo soy Jehová tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre" (Éxodo 20:2). Las mismas palabras y patrones fueron reafirmados en la segunda entrega de la ley en Deuteronomio 5:6. Primero Dios liberó a Israel, y luego les dio la ley. Este orden de la salvación seguido por la obediencia hacía hincapié en que el pacto era la relación primaria. La promulgación de la ley era una parte del pacto, pero la gracia era lo más importante, no la ley. Israel no había sido bendecido porque guardaba la ley, sino que Israel era bendecido por la gracia de Dios, y en agradecimiento guardaba la ley. La gracia de la relación de Dios con Israel demuestra que el Pacto Mosaico no era una actualización del Pacto de las Obras (que terminó en Adán), sino que caía bajo el Pacto de la Gracia. Israel fue salvado por gracia, no por obras. En este pacto, por lo tanto, la ley tenía una función diferente. 37 Robertson, TCotC, pp. 176,177. 49 La confirmación del pacto se produjo en Éxodo 24:1-8. Los Diez Mandamientos y el libro de la ley estaban ligados por pacto a Israel al derramarse sangre: "Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas" (Éxodo 24:7-8). La aspersión de la sangre sobre el pueblo y el libro fue el vínculo de pacto en la sangre. La aspersión de la sangre del pacto era también evidente en los sacrificios. El tabernáculo y más tarde el templo mostraban que Dios estaba en medio de Israel, pero que no podían entrar en Su presencia. El tabernáculo en Israel se encontraba en el centro del campamento (la morada de Dios en medio de su pueblo), pero sólo el sacerdote podía venir ante Dios, y sólo con sangre. Las estructuras del tabernáculo y del templo mostraban la santidad de Dios. Dios estaba con su pueblo, pero sólo podían acercarse a Él a través del derramamiento de sangre. 1.3. El Punto Central del Pacto El punto central del pacto era Dios mismo atándose a la nación de Israel a través de la ley. 1.3.1. La ley era parte del Pacto. A pesar de que este pacto era parte del Pacto de la Gracia, el énfasis principal era la entrega de la ley, mostrando el pecado de Israel y su necesidad de un salvador. La necesidad de la obediencia era evidente en todos los pactos (por ejemplo, Génesis 17:1; Mateo 5:17-20); pero el énfasis fundamental en este pacto era la descripción completa y detallada de la voluntad de Dios dada a Moisés.38 1.3.2. Las Diez palabras: Un resumen de la Ley El "pacto de la ley" se inició con la entrega de las Diez Palabras o Diez Mandamientos, un resumen claro de la ley de Dios. Exegéticamente, las diez palabras se distinguen del resto de la ley (Éxodo 34:28; Deuteronomio 4:13; 9:9, 11). Estas palabras van seguidas de una serie de mandamientos que estaban escritos en el libro de la ley. Las diez palabras, escritas en piedra, indicaban el resumen externo completo de la ley.39 La Teología Reformada ha dividido tradicionalmente la ley en tres partes: la ley moral, que se resume en las Diez Palabras; la ley ceremonial, relativas al sacerdocio, los sacrificios, las fiestas y otros rituales; y la ley civil, la ley que regía el diario

vivir. Esta distinción no se estableció claramente por medio de Moisés, (a pesar de que las Diez Palabras son independientes), pero se ve en la estructura de la propia ley. Esta distinción ha resultado útil para decidir qué parte de la ley se aplica en el Nuevo Testamento. La ley moral sigue siendo obligatoria; la ley ceremonial se cumplió en Cristo; y la ley civil estableció los principios que son la base de la sociedad actual 1.3.3. El fracaso de Israel en obedecer la Ley A Israel se de dio la ley, y sin embargo no pudo obedecerla. Este resultado fue planeado por Dios. En Levítico 26 y Deuteronomio 28 a 30, Dios describe su pacto con Israel. Si le 38 Robertson, TCotC, p. 172. 39 Robertson, TCotC, p. 172. 50 obedecían, ellos serían bendecidos, pero si lo desobedecían, serían juzgados y expulsados de la tierra. Después de haber colocado las dos alternativas ante ellos, Dios les dijo que ellos le desobedecerían, y él los expulsaría. Misericordiosamente, este no sería el final de su historia, ya que después de haber sido expulsados, Dios los traería de vuelta a la tierra de Israel. Esta restauración del Israel literal es una alusión a la restauración del Nuevo Pacto en Cristo. La razón del fracaso de Israel es demostrarle a Israel y a todas las naciones que las obras no pueden justificar al hombre. Israel y las naciones no pueden ser justificados por guardar la ley. Los hombres, debido a su condición pecaminosa de Adán en adelante, no pueden adorar a Dios aceptablemente sin la intervención de Dios. La historia de Israel demuestra que el hombre no puede adorar a Dios aceptablemente y que Dios tiene que intervenir por Su gracia. 1.3.4. . La función de la Ley Ya que la ley fue dada en el marco del Pacto de la Gracia y no del Pacto de las Obras, ¿por qué se le dio la ley a Israel en lo absoluto? La primera razón por la que se le dio la ley a Israel fue para demostrarle su pecado de modo que pudiera esperar la salvación de Dios. Pablo hace este punto: ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo (Gálatas 3:21-25). La ley también demostraba la santidad de Dios, describiendo la obediencia que Dios demandaba de Israel y su pueblo: "Porque yo soy Jehová que te trajo de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Por lo tanto, seréis santos, porque yo soy santo" (Levítico 11:45). Una tercera razón por la que se le dio la ley fue para que Israel pudiera conocer la voluntad de Dios. Puesto que Dios era el Salvador de su pueblo, se esperaba que Israel mostrase su amor a Él por la obediencia. 1.3.5. La Ley Ceremonial La ley era más que los Diez Mandamientos; incluía información sobre los sacrificios, el templo y el sacerdocio. Esto se conoce comúnmente como la ley ceremonial. La ley ceremonial señalaba a Cristo. En Juan 2 nos dice que Jesús era el templo y que el templo se realizaba en él. La ley ceremonial era tipológica, señalando a Cristo. Tenía tres partes: los sacrificios, el tabernáculo/templo, y el sacerdocio. Como tipos, no tenían poder para salvar. Su poder estaba sólo en que señalaban a Cristo. Si la ley moral (los Diez Mandamientos) mostraba a los hombres su pecado, la ley ceremonial (el sacerdocio, el tabernáculo/templo / y los sacrificios) les señalaba el remedio de Dios por el pecado. En el libro de Hebreos nos dice que los sacrificios no salvaban, sino que señalaban la obra de Cristo y lo que Dios realmente quería, es decir, la obediencia: 51 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí.Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre (Hebreos 10: 1-10).

El Pacto Mosaico no era independiente, sino que se basaba en el pacto con Abraham. El Pacto Mosaico era parte del Pacto de la Gracia. El elemento clave del pacto era la ley, que se resumía en las 10 palabras o mandamientos escritos en piedra. En este pacto, Moisés era el mediador entre Dios e Israel. Moisés, Israel y la ley estaban vinculados en un pacto. Todos los Judíos nacidos bajo este pacto estaban bajo la ley y así bajo sentencia de muerte. La única salida era esperar al Mesías que había de venir. En la venida del Mesías y en el pago por el pecado, se entraba en un nuevo pacto, con un nuevo mediador, y en una nueva jurisdicción, una de la gracia, no de la ley.

Un poema muy antiguo, el “Cántico del Arca” de Núm. 10:35-36, arroja cierta luz sobre la función de esta durante el peregrinaje en el desierto. Era un símbolo de la presencia de Dios para guiar a los peregrinos y liderarlos en la batalla (Núm. 10:33,3536). Si actuaban sin fe, dejando de seguir esta guía, las consecuencias podían ser dramáticas (Núm. 14:39-45). Algunos pasajes sugieren que el arca también se consideraba trono de la deidad invisible o estrado de sus pies (Jer. 3:16-17; Sal. 132:7-8). Estos significados diversos se deben interpretar como complementarios en lugar de contradictorios. El arca se diseñó para ser trasladada. Su tamaño (alrededor de 1,20 m de largo [4 pies], 75 cm de ancho [2,5 pies] y 75 cm de profundidad [2,5 pies]) y su forma rectangular eran apropiados para este propósito. Se utilizaban postes permanentes para acarrearla ya que nadie podía tocarla y solo el personal sacerdotal (levítico) estaba autorizado a transportarla. El arca fue el objeto más importante del tabernáculo en el período del desierto, aunque su relación con el tabernáculo concluyó después de la conquista de Canaán. El arca desempeñó un papel importante en las narraciones de la “guerra santa” durante el cruce del Jordán y la conquista de Jericó (Jos. 3–6). Después de la conquista se la ubicó en diversos lugares tales como Gilgal, Siquem (Jos. 8:30-35; Deut. 11:26-32; 27:126) o Bet-el (Jue. 20:26), según el sitio donde se reuniera la confederación de las tribus para adorar. Finalmente se instaló en forma permanente en Silo, donde se construyó un templo para alojarla (1 Sam. 1:9; 3:3). Debido a la superstición infiel de los hijos malvados de Elí, las tribus hebreas fueron derrotadas en la batalla de Eben-ezer y los filisteos capturaron el arca (1 Sam. 4). Los acontecimientos relacionados con el arca en las ciudades de Asdod, Gat y Ecrón se narran a fin de magnificar el poder y la gloria del Señor del arca. El Señor venció a Dagón y derramó una peste sobre el enemigo hasta que buscaron el perdón del Dios de

Israel mediante ofrendas simbólicas por la culpa, y enviaron de regreso el objeto temido siguiendo el ritual correcto (1 Sam. 5:1–6:12). Los hombres de Bet-semes se alegraron

con el retorno del arca hasta que desacertadamente violaron su santidad al mirar en su interior (1 Sam. 6:13-15,19-20). Luego la llevaron a Quiriat-jearim, donde permaneció relativamente descuidada hasta que David la trasladó a su nueva capital y santuario en Jerusalén (1 Sam. 6:21–7:2; 2 Sam. 6). Pareciera que Abinadab y sus hijos (2 Sam. 6:3) habían servido fielmente al Señor del arca hasta que uno de ellos, Uza, cayó muerto al tocar imprudentemente el objeto santo durante el primer intento de David de transportarla desde su “collado” en Quiriat-jearim a la ciudad del rey. David, por temor, le dejó el arca a Obed-edom geteo, cuya casa fue bendecida a causa de la santa presencia. De manera más cuidadosa y con un gran fervor religioso, David tuvo éxito la segunda vez que intentó llevar el arca a su ciudad capital (2 Sam. 6:12-19).

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