Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Uriel Vega Harmon – 637209 México Contemporáneo – Jesús Montiel
Despotismo Presidencial
Introducción: La mano dura del despotismo presidencial Jamás será olvidada aquella fecha en Octubre de 1968 en la cual el curso de la Historia Mexicana daría un vuelvo sin precedentes. La sangre se derramó de nueva cuenta, y la aparente estabilidad se vio sucumbida ante el temor y la angustia de una sociedad que terminó por perder su confianza en un gobierno que emanaba autoritarismo y despotismo. Y habrán de pasar enteras generaciones para ver recuperado lo que se perdió en confianza, pero miles de vidas jamás serán restablecidas y la huella que dejó esta masacre, será una de las lecciones más duras a aprender en México, quien apenas comienza a entender el concepto de Democracia aplicada. Que los sucesos del pasado no se repitan, proclamamos nosotros, el pueblo, los mexicanos. De 1964 a 1970, se vio en México un cambio radical en la manera de Gobierno. De un estado con mentalidad socialista, a un estado con temor a cualquier indicio de ideología comunista. De una estabilidad política y social, a
un
quebrantamiento
del
orden
público
sin
precedentes,
mas
un
crecimiento económico palpable. Gustavo Díaz Ordaz tomó el poder el 1º de Diciembre de 1964, su gobierno se caracterizó por un nuevo autoritarismo sin anterior similitud, quizá sólo comparable con la rigidez de la dictadura porfirista o de aquellos viejos virreinatos. Pero, ¿quién es Gustavo Díaz Ordaz? He aquí su biografía:
Nacido el día 12 de marzo de 1911 en San Andrés Chalchicomula (hoy ciudad Serdán), Puebla. Estudió Derecho en la Universidad de Puebla graduándose como abogado en 1937. Oficial de justicia y juez de Tecamachalco; posteriormente Presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje y más adelante del Tribunal Superior de Justicia. Ya en ese entonces era clara su manera firme de conducir cualquier conflicto y de gestionarle de la manera más fría y contundentemente posible. En 1943 fue diputado federal y posteriormente senador de la República. Fue director de asuntos jurídicos y oficial mayor en la Secretaría de Gobernación y en 1958 obtiene la titularidad de esa dependencia. En 1963 es designado candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República, resultando electo y tomando posesión del cargo el 1 de diciembre de 1964. Su mandato terminó el 30 de noviembre de 1970. Al final de éste, le fueron reconocidos varias obras importantes como lo son: La construcción de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas en las Truchas y la ampliación de la infraestructura hidráulica llegando a construir 107 presas. Se iniciaron las obras del metro en la ciudad de México y promulgó una nueva Ley del Trabajo teniente a mejorar la situación laboral de los obreros. Durante su gestión se organizó en México la Olimpiada de 1968. Pero sin duda, lo que siempre opacará su mandato, es que en este se originó el Movimiento Estudiantil 1968, que culminó con la sangrienta matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de Octubre de 1968. Dejó el poder el 30 de Noviembre de 1970 y se retiró del ámbito político, sin embargo, siete años después, el gobierno de José López Portillo le designa embajador de México en España. Falleció en la ciudad de México el 15 de julio de 1979.
Política: Despotismo, un nuevo nivel del autoritarismo y una masacre inolvidable
Como ya se había mencionado anteriormente, este gobierno se caracterizó por un ejercicio del poder rígido y autoritario que no toleraba la crítica y mucho menos la disidencia. Es difícil escribir de la política de este sexenio sin verse involucrado directamente con el aspecto social. Y es que, como comentó José Luis Reyna, la principal característica de este periodo fue una “escasez de canales institucionales de participación para una sociedad cada vez más compleja.” Fue en la década de los 60’s, en medio de una Guerra Fría que amenazaba
día
a
día
a
calentarse,
que
sectores
de
la
sociedad
anteriormente rezagados en el plano de la participación política comenzaron a reclamar una transformación en el Estado. Así fue como tales sucesos globales recayeron en México dando pie a la formación de grupos estudiantiles, en los cuales se incluía la participación de las mujeres. Pero más allá de los trágicos sucesos del 68, hubo otros momentos que dieron a relucir a la sociedad el autoritarismo presente en el Estado, y mejor dicho, en el Presidente. El primer conflicto al cual se vio expuesto el mandato fue el Movimiento de Protesta Organizado por los Médicos, principalmente del ISSSTE, debido a la explotación que se venía viviendo en los grupos de residentes e internos. Díaz Ordaz dejó en claro desde ese momento la marcha que seguiría su gobierno: Tanto los movimientos, como las asociaciones de médicos que se conformaron, fueron completamente suprimidas. Gran cantidad de médicos fueros destituidos, y otro gran número fue puesto bajo arresto tras el uso de la fuerza pública para terminar con las huelgas implantadas a modo de propuesta por los empleados del sector salud. Distintas
críticas
y
reclamos
sociales
no
se
hicieron
esperar:
Descontento en el campo, manifestaciones en Sonora y aparición de grupos Guerrilleros en Guerrero.
Mas el Gobierno una vez más dio a conocer su
mano dura, y no fueron pocos los medios de comunicación que fueron
censurados o desaparecidos completamente de la escena sociopolítica del país. La Política Interna puede entonces describirse en una sola palabra utilizada por historiadores modernos, y ésta es simplemente: Despotismo. No hay otra prueba más grande de Despotismo en el señalado gobierno que los sucesos que acontecieron durante el año de 1968. Bajo un contexto de inequidad y falta de apoyo al sector educativo. Bajo la excusa del temor a de una toma del gobierno por parte de la izquierda comunista aparentemente instalada y creciendo fértilmente en la tierra de las instituciones educativas.
Dichas fueron las razones sobre las cuales se
cobijó Díaz Ordaz para exonerar sus acciones: Revisiones a dormitorios que iban en contra de los Derechos Humanos, remoción del Rector de la UNAM por contrariar su autoridad y sus ideas, represión de cualquier estudiantado que presentara una amenaza factible para la estabilidad del país. Sus temores se convirtieron en una mecha que él mismo se encargaría de encender poco a poco. Y, en lugar de evitar la aparición de manifestaciones en su contra, fueron sus actos los que dieron pie a las mismas. Y no se entrarán en detalles acerca de la evolución del conflicto estudiantil que nació y murió, literalmente hablando, durante los meses de Julio y Octubre. Mas son importantes de mencionar algunos acontecimientos y características de dicho movimiento. A principios de Agosto se formó un Comité Coordinador de Huelga y surgió una Coalición de Profesores en apoyo a las brigadas de estudiantes, sin dejar a un lado el apoyo brindado por distintas universidades privadas del país. Y es que Parafraseando a Enrique Krauze: “En el movimiento había católicos panistas y hasta curas. La gran masa de jóvenes rebeldes tenía un simple entusiasmo liberatorio, similar al de sus congéneres en Europa y Estados Unidos. Actuaba movida por las emociones más que por las ideas o las ideologías. Fueron tres los principales sectores que componían en el movimiento estudiantil del 68: 1 – La base estudiantil radical alumnos de preparatorias,
vocacionales, y escuelas de educación superior. Éste era el núcleo del movimiento. 2 – La Izquierda universitaria y estudiantil, así como algunos pequeños grupos del sector juvenil del Partido Comunista. 3 – Un grupo profesional compuesto por profesores e intelectuales procedentes del ala humanista de la Universidad y de algunas escuelas del Politécnico; la misma administración universitaria tomó parte en el movimiento. La participación de este sector muestra el malestar de las nuevas generaciones de profesionales. Los sectores participantes tenían rasgos en común: 1- no se encontraban en crisis económica y 2 – pertenecían a clases medias en ascenso. Criticaban así mismo, el modelo cultural impuesto por el gobierno, el cual, invocaba al nacionalismo mientras se hacía más dependiente de la economía extranjera. Lo que jamás terminaron los gobernantes de entender es que los estudiantes mexicanos no buscaban un cambio violento; su movimiento
era
reformista
y
democrático,
querían
acabar
con
las
condiciones impuestas por el régimen que les rezagaba, pero no querían destruir al régimen El cierre de este movimiento es bien conocido por todos: El 2 de Octubre de 1968, en la plaza de las Tres Culturas, cuando un orador anunciaba la suspensión de una de las marchas, un helicóptero lanzó bengalas y los primeros disparos se dieron origen, pareciendo provenir del edificio Chihuahua. Fue el escuadrón Olimpia, policiacos vestidos de civil que llevaban en la mano izquierda un guante blanco como contraseña y portaban ametralladoras, quienes iniciaron el fuego, confundiendo a los militares quienes, ignorantes de la existencia de dicho escuadrón, levantaron fuego contra los estudiantes. La noche se volvió roja, el resto ya es Historia. Desde ese entonces de algo no cabe duda, la política jamás ha vuelto a ser la misma en el país, la imagen que la sociedad tenía del estado sucumbió desquebrajada ante la masacre.
Pero no fue la masacre lo único que se vio en este gobierno. Es la política exterior mantenida un caso interesante. Con excepción de algunos problemas
y
discrepancias,
kas
relaciones
con
Estados
Unidos
se
desarrollaron básicamente en un plano de concordia que permitió la firma de varios acuerdos bilaterales. Esto logrado a pesar de la firme posición del Estado
Mexicano
en
contra
del
intervencionismo
y
el
imperialismo
estadounidenses, y las claras declaraciones públicas hechas en contra de ello por parte del gobierno. También es destacable que durante el gobierno, uno de los acuerdos internacionales más importantes fue el tratado de Tlatelolco, firmado en 1967 en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México por 21 países iberoamericanos. Dicho tratado tenía la intención de prohibir la fabricación, posesión y la utilización de armas nucleares en América latina.
Economía: Fin del Desarrollo Estabilizador El Desarrollo Estabilizador que se había mantenido como factor común entre los últimos gobiernos fue también parte de la política económica implantada por el Presidente Díaz Ordaz. Sin embargo, este modelo económico presentaría un agotamiento que lo llevaría a su final en este sexenio. Durante el sexenio de Díaz Ordaz la economía de México tuvo uno de los periodos de mayor crecimiento bajo la política proteccionista. El modelo de sustitución de importaciones fue profundizado, avanzando de la fabricación de bienes de la industria ligera, a la fabricación de bienes intermedios y de capital. Sin embargo, para lograr el crecimiento económico, se necesitó establecer un sector económico con dinamismo capaz de estimular el ahorro y de canalizar de manera eficiente los recursos hacia las actividades productivas. La inversión pública feredal fomentó la producción y cantidades
de gasto social, siendo estas las mayores vistas hasta ese momento y usualmente ligado a una mera intención de compensar los acontecimientos del 68. Pero, a medida que la inversión pública aumentaba, también lo hacía el déficit de las finanzas públicas y la necesidad de préstamos fue indudable: La deuda interna y externa se vio aumentada. Pero eso logró mantener estable y creciente a la economía, sin embargo, el modelo económico se vea debilitado. Los principales factores del debilitamiento del modelo de la sustitución de importaciones fueron: la pérdida de la competitividad en la industria, el rezago del sector agropecuario, la creciente dependencia financiera del exterior, y la explosión, debido a la inminente industrialización del país, demográfica urbana. A pesar de los innegables logros, la administración terminó arrojando un saldo negativo a finales del periodo debido al descontento de las clases medias en ascenso y a las presiones económicas del Exterior.
Sociedad: Resquebrajamiento permanente de la relación Sociedad-Estado
Pero no cabe duda que el sector que tuvo un mayor impacto durante este sexenio fue la sociedad misma en su totalidad. Los movimiento sociales presentados en la época, fruto de la resistencia a un autoritarismo con tintes despóticos, fueron diversos y, sin embargo, todos fueron sometidos con una mano rígida que generó una imagen tiránica del Estado y un pueblo con horror a éste. Ya fueron mencionados los aspectos políticos que envolvieron la situación sociopolítica de dicha administración, sin embargo, cabe mencionar algunos aspectos importantes como: 1 – La sociedad, en especial aquellos de clase media, incluyendo a estudiantes, profesores, pensadores y literarios, mantenía una ideología socialista impulsada por el panorama internacional posbélico. 2 – Sectores
sociales rezagados en el pasado, tales como los estudiantiles y las mujeres, se levantaron en busca de libertad para participar en la vida política del país. 3 – El sexenio anterior había dado tierra fértil para la aparición de ideologías socialistas, de hecho, dicho gobierno se autocatalogó a sí mismo de izquierdista, sin caer en un verdadero comunismo. 4 – La presión ejercida por Estados Unidos para tomar partido en la Guerra Fría, ocasionó un temor sin precedentes en el Estado, quien buscó a toda costa eliminar aquellos brotes socialistas que pareciesen terminar en el florecimiento de una revuelta de índole comunista. El choque ideológico fue catastrófico: Sólo cabe mencionar como ejemplo la masacre del 68 o simplemente los actos autoritaristas de la administración. El costo por aquellos actos provenientes del poder presidencial que se sintieron en la población, trajo consigo consecuencias que perduran hasta hoy. Fueron dichos actos la gota que derramó el vaso, y es posible decir, sin temor a la equivocación, que los hechos ocurridos durante ese sexenio fueron la gota que derramo el vaso para que la ciudadanía perdiera, de manera abrupta, la confianza en el sistema político mexicano.
Conclusiones: Poder sin autoridad = Tiranía Y es que quizá Gustavo Díaz Ordaz no se percató en su momento, pero es la sociedad en la cual debe residir la soberanía, o por lo menos, es la fuente de la cual emana el poder real del Estado. Volcar dicho poder y autoridad sobre la población misma, es ir en contra de la legitimidad del pueblo y es quebrantar la naturaleza misma del poder hasta llegar a convertirse en una mera dominación. Y alguna vez alguien dijo: “No hay autoridad sin poder, pero poder sin autoridad es tiranía.” Y eso fue, fue una tiranía que terminó por cortar los lazos que unían, ya decadentemente, a la sociedad con el gobierno. Habrán de pasar muchas administraciones, aún en nuestros días, para que en un momento dado, aquella confianza que algún día se otorgó sea devuelta. Mientras tanto, el fruto maldito de dicho resquebrajamiento ha sido la indiferencia ante el quehacer político mexicano, gran debilidad del estado que nos ha traído y nos traerá, a menos que se trabaje en ello, consecuencias negativas para el país.
Bibliografía: Delgado de Cantú, Gloria M. “Gobierno de Miguel Alemán Valdés” Historia de México: Legado Histórico y Pasado reciente. México: Pearson Educación. 2004. “Gustavo Díaz Ordaz.” BuscaBiografías.com. 2007.
Internet. Agosto 26 de
2007. Url: http://www.buscabiografias.com/cgi-bin/verbio.cgi?id=4886