LA ARTICULACION REGIONAL Y LOCAL
Enviado el Lunes, 11 de Abril del 2005 (9:24:52) por admin
La Articulación Regional y Local : En busca de un sistema de gestión estratégica Pública moderna Dr. Carlos Haefner V
I. Introducción La problemática del desarrollo Regional, descentralización y participación social constituyen parte importante de los temas ejes de la agenda modernizadora en América Latina. En los últimos años, las investigaciones y publicaciones sobre estos puntos se han desarrollado y expandido en forma significativa, lo que hace pensar que el debate sobre la descentralización recién se inicia, particularmente en ámbito socio antropológico. Dar cuenta sobre las formas y complejidades que involucra la conformación de una matriz socio - política articulada sobre la base de la descentralización regional y local del Estado es un proceso siempre complejo dada la variedad de experiencias existentes y de no pocos enfoques interpretativos que se han desarrollado para reducir tal complejidad en los últimos años. En Chile se pueden consignar innumerables trabajos que desde diversas ópticas analizan la articulación local - nacional, y otros importantes esfuerzos orientados a comprender y analizar las reestructuraciones económicas espaciales en las regiones de los procesos de apertura de mercados. De igual manera, se ha iniciado una interesante reflexión para diagnosticar y prospectar el estado del arte de la puesta en marcha de los procesos de descentralización política - administrativa, en particular de los llamados Gobiernos Regionales y sus necesarias y vitales mejoramientos de su gestión estratégica y asociatividad con los restantes actores relevantes de los territorios regionales, provinciales y locales. Esfuerzos de indagación que nos parecen altamente relevantes, pues creemos que a medida que se consolida el modelo económico neoliberal, la regionalización y descentralización son más que un simple proceso de readecuación institucional , sino que más bien apuestan a consolidar estrategia moderna de articulación Estado - comunidad organizada, en un contexto de complejidad societal caracterizada por la creciente diferenciación de los sistemas parciales del sistema social. En este trabajo se presentan algunas reflexiones derivadas de una de las líneas del estudio realizado en la Región de Los Lagos en el marco del Programa " Aplicación, fortalecimiento y Modernización de la Gestión Pública", proyecto FNDR, código BIP N° 20148695 durante el primer trimestre del año 2000, y que tuvo por objetivo analizar y caracterizar los procesos de articulación entre el Gobierno Regional de Los Lagos y los Gobiernos municipales de dicha región en torno a las temáticas de coordinación de las inversiones , planificación del desarrollo social y territorial, asistencia técnica, políticas de desarrollo productivo y social y participación social en la toma de decisiones estratégicas.
II. La modernización del sistema político como diferenciación La observación de la modernización del sistema político en Chile en las últimas dos décadas requiere situarse en la postura teórica que permita penetrar en la comprensión de los descentramientos que exhibe la complejidad societal actual, vale decir en aquellos perspectivismos que dan cuenta de la presencia de un sistema social policéntrico, como es el caso de la contundente propuesta de N. Luhmann, para quién la sociedad moderna puede ser descrita como un gran sistema social estructurado primordialmente sobre la base de una diferenciación por funciones. Vale decir, la política, la economía, la religión, la educación, son sistemas de funciones que tienen la particularidad de seleccionar un entorno social en la medida de sus propias posibilidades estructurales, autopoiéticas. En otras palabras, todo sistema parcial observa la sociedad a partir de la propia función. La consecuencia es que en la sociedad moderna no se puede hablar de una jerarquía basado en un primado funcional. Todas las funciones son importantes y necesarias. La sociedad moderna es acéntrica. El sistema político ya no puede ser considerado como el centro o el núcleo de la sociedad. Más bien la descripción dominante de las sociedades modernas complejidad organizada - se realiza en torno a la diferenciación (sistema - entorno) como principio de estructuración y cambio social. Una sociedad moderna funcionalmente diferenciadas se muestra como constelaciones policontexturales, comporta una ilimitada variedad de contextos, clasificaciones, de capas, de ámbitos de ahí la divergencia con el paradigma aristotélico monocontextural -, ya no existe un observador, oficialmente reconocido de la sociedad, Dios, el rey, el partido, una secta, sino que existen multitud de observadores igualmente legítimos. La diferenciación funcional al fragmentar la sociedad en una variedad significativa de subsistemas especializados, parcialmente autónomos con tendencia centrífuga origina el problema de la unidad y de la integración de las sociedades modernas. La emergencia de una sociedad sin centro que regule, integre y coordine los distintos sistemas de vida social plantea un problema fundamental para la teoría social y política de fin de siglo. Dado que en estos procesos de diferenciación funcional de sistemas societales - incluidas las emergentes- el Estado deja de ocupar un rol central, la política pasa a ser una de las funciones de la sociedad; la economía sé autonomiza y entra en su propia dinámica autopoiética. El Estado deja de ser un orientador fundamental de la actividad económica y pierde su carácter tutelar de la iniciativa privada. Observamos al Estado perdiendo su unidad monolítica, y finalidades históricamente reconocidas; como afirma acertivamente D. Rodriguez se pasa del Estado modernizador a la necesidad urgente de lograr la modernización del Estado. En el marco de este enfoque, el análisis de la política no se establece dentro de las preguntas tradicionales de la filosofía práctica ni tampoco tiene al Estado como coordenada clave de interpretación, sino que se organiza en torno a la diferenciación, autonomía, especificación funcional, complejidad y diferenciación interna del sistema político, como afirma, Rabotnikof se verifica desde la teoría, el ya anticipado tránsito de la sociedad políticamente constituida al sistema político como subsistema diferenciado. Desde la perspectiva Luhmaniana, se reconoce que en los sistemas políticos evolucionados es posible observar, por una parte, una diferenciación estructural tripartita de política, administración y público y, por otra, el código político se estructura a partir de la distinción gobierno - oposición. Tanto la diferenciación
tripartita como la reformulación del código surgen a partir de una diferenciación (interna) de tipo jerárquico por una diferenciación funcional, constituyendo ambas transformaciones logros evolutivos del sistema político. Para Luhmann los sistemas políticos actuales se fundan sobre la triple diferenciación de Política, Administración y Público; afirmando que el progreso reside sobre todo en una considerable expansión del tipo de comunicación, con ello también en una mayor dependencia de la comunicación interna y en una mayor diferenciación de los subsistemas dentro del sistema político, los cuales, al alcanzar una mayor interdependencia recíproca, pueden llegar a percibirse y tratarse como entorno respectivo, filtrando y simplificando el proceso comunicativo. Dicha división tripartita entre administración, política y público trae consigo la diversificación de tres tipos de relaciones intersistémicas (administración - público, política - público, política - público, administración - política y sus complementarias) que no pueden reducirse a una lógica de acción u orientación, más bien cada una de ellas se plantea de modo autoreferente. Sólo a partir del examen de cómo funciona la autoreferencia se puede plantear la cuestión de sí el sistema es capaz de percibir y recoger los problemas de los otros subsistemas y si éstos requieren o no, y en que medida, de una solución política. Considerando que lo político es lo que el sistema político define, al interior de un marco de un código propio, como "político" y que se precisa distinguir entre funciones netamente políticas y funciones administrativas; siendo una función parcial de la política en la sociedad la provisión de legitimación, mientras que la función parcial específica de la administración es el empleo de tal legitimación en la producción de decisiones vinculantes. La observación de la dinámica sistémica de dicha triada en el contexto de una profundización de los procesos de autoreferencialidad que exhiben nuestros países, mediante la implementación de una lógica reformista que apunta a modernizar el sistema político, administrativo y público, constituye una oportunidad significativa para dar cuenta de la marcha y alcances de tales dinámicas, pues como afirma el mismo N. Luhmann la dificultad de lograr la separación entre política y administración ha resultado ser un serio obstáculo en el camino a una mayor diferenciación funcional en los países en desarrollo. III. La modernización del Estado desde la Descentralización y los Gobiernos Regionales En particular, el camino seguido de modernización por los países de América latina se puede definir como el de una monetarización, la cual es consecuencia de la diferenciación del subsistema económico. Esta diferenciación lleva a definir el ámbito económico exclusivamente en términos de operaciones de pago realizadas mediante el uso del dinero. En estos nuevos escenarios de globalidad financiera y económica el Estado debe ser modernizado para que pueda acompasar sus esfuerzos a los lineamientos estratégicos que día con día se organizan en los sistemas societales y volver a potenciar - aunque ya no desde la centralidad - la función administrativa y coordinadora de las decisiones políticas. Modernizar el Estado se ha entendido , en gran medida en los últimos años, como una modernización de la gestión pública, esto es , se desarrollan propuestas y vías pertinentes para que éste alcance cada vez mayores niveles de eficiencia, eficacia y
calidad en la gestión de los servicios y políticas públicas. Propuestas que tiene una orientación económica - administrativa en el sentido de buscar mejorar las capacidades gerenciales del aparato público. Como afirma, D. Santibañez estas estrategias se han concentrado en bosquejar, impulsar y potenciar, cualitativa y cuantitativamente, procesos de modernización que ponen de manifiesto la potencia de la lógica del mercado y el enfoque de la administración empresarial. Vale decir, tales discursos reformistas imbuidos de una racionalidad de fines, que se han establecido en el imaginario social latinoamericano en los recientes años, apuntan a señalar como deseable y esperable el advenimiento de niveles de modernización conforme a los modelos de los países desarrollados. Entendiéndose que la globalización actuará como catalizador de un desarrollo activador de igualdad de oportunidades e inclusión social. Se aboga por potenciar la racionalización, basados en los principios de eficacia y eficiencia, protegidos bajo el alero de un liberalismo económico triunfante. Entre las estrategias más referidas y difundidas que se han diseñado para hacer operativa tal racionalidad modernizadora; destaca la que propugna que la modernización del sistema político se sustenta en el desenvolvimiento sistemático de procesos de descentralización políticos y administrativos del Estado. Probablemente, una de las expresiones más palpable de esta tendencia de modernización / descentralización este representada en los complejos procesos de diferenciación sociales, políticos y económicos que ha debido enfrentar la sociedad chilena en el último cuarto de siglo. En tales procesos de cambio, la vinculación entre modernización económica, reforma del Estado y descentralización han conformado partes dinámicas de una misma apuesta por redefinir la relación entre la sociedad chilena y el sistema político. Es por ello, que la diferenciación del sistema político que se plantea desde la descentralización se ha nutrido parcialmente con políticas de democratización, por ejemplo, mediante la búsqueda de canales de participación institucionalizada en el nivel municipal y regional. Lo cual ha redundado en un eje discursivo que proyecta una suerte de triada ineludible en la configuración de un Estado Moderno: Democracia, Descentralización y Desarrollo Regional y Local. En el fondo, la pretensión es que la descentralización sea vista como una alternativa para repotenciar la función administrativa y coordinadora de las decisiones políticas que el Estado no abandona a pesar de haber perdido su carácter de núcleo articulador del sistema social derivado de la funcional diferenciación que presentan los sistemas sociales. De hecho, el discurso político en Chile, desde el año 1973 a la actualidad, ha estado fuertemente marcado por la tendencia de refundación de lo estatal a la luz de los nuevos escenarios de expansión y profundización de una economía de mercado, con fuerte raigambre neoliberal. Por tanto, en la lógica de tal semántica modernizadora, los denominados procesos de regionalización y descentralización marcan un hito trascendental para apoyar e impulsar el proyecto de refundación del sistema político administrativo del país. Este proceso se refuerza desde el advenimiento del sistema democrático en 1990, el cual en los siguientes años ha sido expandido y profundizado mediante el desarrollo de cuerpos legales - Ley 19.173 de Gobierno y Administración regional - que han facilitado una nueva institucionalidad, principalmente la creación de los llamados GOBIERNOS REGIONALES y , también, una política cada vez más nítida de modernización global del sistema público nacional.
En consecuencia el discurso político actual - y en gran medida el de las últimas dos décadas - respecto de reformar el Estado chileno, se articula en torno a la tematización sobre la autonomización del sistema político en el operar económico - desdiferenciación del sistema político - y la generación de procesos que permitan potenciar la capacidad resolutiva del Estado con eficiencia y eficacia mediante el desarrollo de un modelo descentralizado de gestión pública; en donde el logro de una efectiva y eficaz articulación de los Gobiernos Regionales con los Gobiernos Municipales constituyen, sin duda, la posibilidad real de resolver - al menos - algunas de las contingencias que se generan en un mundo globalizado que si bien expande opciones también genera significativos riesgos y exclusiones para los habitantes de las regiones del país. IV. Gobierno Regional y Gobiernos Municipales : un acoplamiento estratégico en suspenso Nuestra observaciones nos muestran, en términos generales, que el sistema políticoadministrativo , en tanto sistema social en cuyo interior despliegan sus respectivas autoreferencias los Gobiernos Regionales que prestan funciones , se encuentra condicionado estructuralmente para relacionarse y coordinarse efectivamente en el nivel sistémico de la organización. Por tanto, desde esta perspectiva, es posible argumentar que la modernización de éstos sistemas pasa por sus capacidades de auto observación de su deriva y por la incorporación de distinciones que les permita asumir la conducción de los proceso de cambios en su gestión. Crucial , entonces, son las distinciones que deben operar en el plano de las comunicaciones, tanto internas como con el entorno. Las observaciones realizadas en el sistema Gobierno Regional de Los Lagos y sus procesos modernizadores, nos advierten de los altos niveles de improbabilidad comunicativa que se manifiesta hacia y con la comunidad regional. Dicha Improbabilidad comunicativa con el entorno se refuerza a partir de la percepción que sostienen otras organizaciones respecto a la creciente burocratización que afecta al sistema de decisión descentralizada. En este punto nos hace mucho sentido lo planteado por Luhmann respecto a que la burocracia al interior del sistema político puede ser descrita como una sobreproducción de decisiones y las resultantes necesidades de decisión derivadas de los resultados que con ellas se puede lograr. Vale decir, la burocratización constituye así la consecuencia directa de las crecientes prestaciones políticas en ámbitos en los que no puede obtener resultados recurriendo primariamente a la producción de decisiones vinculantes. Tal sobreabundancias de decisiones nos puede alentar a plantear que el Estado y sus procesos internos de diferenciación, como los Gobiernos Regionales, están en una suerte de encrucijada debido a un problema de adaptación entre sistema y entorno, o sea la incapacidad del Gobierno Regional - en cuanto subsiste político - para establecer la suficiente transparencia propia y de ahí su relación comunicativa con otros subsistemas - como el municipal- y la denominada sociedad civil - que continuamente están enfrentados en un proceso de retroalimentación dinámica y circular. La cuestión central para los Gobiernos Regionales , en un ambiente de diferenciación funcional y complejidad organizada , es como identificar políticas contingentes, más que resignarse al simple diseño planificador incapaz de superar las rigideces que implica adherirse a alternativas teóricas - normativas que ya han probado con escaso éxito sus posibilidades explicativas. Por tanto, El sistema político descentralizado no puede dejar de contemplar la idea de pluralidad como fundamento mismo de sus
operaciones y de asumir que hoy se desenvuelve en una realidad compleja y contingente. En la medida que todas las tendencias que se han sido configuradas desde una modernización reflexiva se complejizan, las organizaciones regionales deben estar atentas a enfrentar dos demandas constantes de su entorno :un creciente interés de racionalización en la toma de decisiones y la democratización de los espacios sociales. Por tanto, el éxito de la modernización descansa en la búsqueda de un adecuado acoplamiento entre organización regional, los gobiernos locales y la comunidad organizada; apuntando a radicalizar la heterorefencia, donde el énfasis en la acción se traslada desde la misma institución hacia los usuarios. Si asumimos que modernizar el Estado es acercarlo a la comunidad, nuestras observaciones nos indican que el gobierno Regional no están siendo exitosos en su afán por acoplarse a la creciente complejización social y cultural que presenta el sistema societal actual. Agravando con ello los efectos generados por las indudables dificultades que existen hoy para una conducción central de los temas / problemas societales más relevantes a nivel regional. Lo que equivale decir, que el Gobierno Regional no ha podido establecer mecanismos eficaces que la capacite para escuchar ( en el sentido de procesar) soluciones - ampliación de espacios - de la sociedad civil y de las demandas crecientes de los gobiernos municipales por participación en la toma de decisiones estratégicas que involucran sus territorios. Advertimos una creciente debilidad y legitimidad de las actuales estructuras de participación y de toma de decisiones, diseñadas para propiciar la articulación entre Estado descentralizado ( Gobiernos Regionales - Municipios ) y la denominada sociedad civil. De hecho, en el tiempo que ha transcurrido de la puesta en marcha de las organizaciones regionales , éstas son bloqueadas en su operatividad por la naturaleza y características que ha tenido y sigue mostrando el proceso de conformación de la estructura descentralizada del país. Por cierto que es una paradoja que la descentralización haya sido diseñada, implementada y regulada desde el centro político del país. Todo ello ha redundado en la presencia de una descentralización más formal que real. Como se sabe gran parte de las decisiones estratégicas de las regiones son gatilladas por un claro ambiente de dirigismo centralizado; que más elocuente es el hecho de que el presidente del Gobierno Regional es , al mismo tiempo, el Intendente de la Región, que es el funcionario de confianza del Presidente de la República en ella. De igual manera, el órgano colegiado del Gobierno Regional; los Consejeros Regionales, son elegidos de manera indirecta por los concejales de la Región y, que por tanto , son resonantes a estructuras partidarias ,lo que les ha restado credibilidad y representatividad en la sociedad civil organizada. Asimismo, se observa un débil y fragmentado sistema de participación ciudadana en la toma de decisiones regionales y comunales. Del mismo modo, existe una percepción general de aquellas instancias que contemplan la participación ciudadana en la toma de decisiones descentralizadas, como son las denominadas Estrategias de Desarrollo Regional y los Planes de Desarrollo Comunal no han sido lo suficientemente amplios y propiciadores de participación social. La crítica más recurrente que existe en la Región de Los Lagos en torno a la Estrategia de Desarrollo Regional es que tanto su formulación en 1994, como su actualización en 1999 no cumplió con los requisitos sustantivos de incorporar participativamente a los actores relevantes de la Región, por lo cual se le reconoce una baja capacidad de orientador de la toma de decisiones estratégicas, tanto a nivel público - sectorial y
municipal - como de los sectores sociales y productivos. En consecuencia, desde los municipios de argumenta un desconocimiento de las directrices estratégicas a seguir en la formulación de su planes de inversión social , lo que sumados a un importante déficits en la generación de sus propios planes de desarrollo municipales hace pre suponer una importante debilidad del sector descentralizado para enfrentar las contingencias sociales, políticas y económicas presentes y futuras. El desarrollo permanente de una planificación contingente constituye el desafío real para los regiones que deben enfrentar desigualmente los efectos colaterales de una globalización creciente. La efectividad del proceso de descentralización en la Región de Los Lagos , vale decir , una adecuada interlocución Gobierno Regional, Gobiernos Municipales, sector privado y comunidad organizada supone que , primeramente, el Gobierno Regional debe lograr diseñar e implementar un sistema de gestión altamente diferenciado de la lógica de una administración pública sectorial que hoy sigue persistiendo y obstaculizando la descentralización pública. Este sistema diferenciado puede ser definido como un sistema de gestión pública estratégica , que se caracterice por contar con capacidades tecno - políticas, articulado por equipos de trabajo de alto nivel que le permita asumir las complejidades de una gestión regional moderna e innovadora , vale decir, coordinar, articular, regular, evaluar y planificar estratégicamente las visiones parciales - sectoriales y municipales en el marco de una apuesta por un desarrollo regional con visión sistémica. Este objetivo involucra grandes complejidades y desafíos. Hay que tener claridad que el éxito de un cambio en la deriva de sus actuales coordinación de acciones está asociada , no sólo a las posibilidades de estructurales como sistema, sino especialmente, en lograr generar mecanismos que puedan provocar resonancias en el conjunto del aparato público desconcentrado y municipal respecto de que el proceso descentralizador puede constituir un camino plausible para aminorar los crecientes procesos de exclusión social que muestra la región . Sin embargo para ello, se requiere avanzar en paralelo en la necesaria y urgente modernización de gran parte de las anquilosadas instituciones públicas desconcentradas de la región, como también la puesta en marcha de un innovativo profundo proceso de asistencia técnica a los gobiernos municipales, de manera que éstos puedan abordar en forma capacitada los desafíos que emanan por una apuesta estratégica asociada al desarrollo económico local. Dicha doble modernización constituye un tarea de proporciones para lograr una gestión y cultura pública acoplada a las nuevas complejidades societales ; donde una internalización real de la práctica descentralizadora por parte de sus directivos y cuerpos técnicos sirva de punto de inició a la configuración de un sistema de decisiones imbuida de una lógica de gestión pública basada más en prioridades regionales que de las sectoriales y , por tanto, en un esquema menos centralizado y más orientado a la participación ciudadana, en el cual el eje conductor del proceso sea la condición de que la ciudadanía pueda elegir democráticamente a sus autoridades regionales y romper, mediante este acto más de un siglo de centralismo asfixiante e inmovilizador de la ciudadanía.BIBLIOGRAFIA Beriain, Josetxo, La integración en las sociedades modernas. Ed. Anthropos, Barcelona , 1996
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Carlos Haefner V. Departamento de Antropología Universidad de Chile
[email protected] http://rehue.csociales.uchile.cl/antropologia/congreso/s0102.html