Desarrollo Sostenible: Decrecer Para Crecer

  • May 2020
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Desarrollo Sostenible: Decrecer Para Crecer as PDF for free.

More details

  • Words: 4,091
  • Pages: 17
I Premio de Ensayo

“Sostenibilidad y Desarrollo Económico”

Desarrollo sostenible: decrecer para crecer

Alumno de Ingeniería Industrial Universidad de Cantabria Enero de 2009

ÍNDICE

1. Introducción

3

2. La mano de Adam Smith

4

3. Crecer sin límite

5

4. La Utopía de la Igualdad Planetaria

6

5. Límites y desarrollo

7

6. Límites y justicia social

8

7. Conclusión

9

ANEXO I – La función exponencial

12

ANEXO II – Escenario energético de la

14

Utopía de la Igualdad Planetaria

ANEXO III – Definiciones y conceptos

16

2

1. INTRODUCCIÓN La vida es bella en este oasis que es el mundo desarrollado. Estómagos satisfechos, educación, sanidad y prestaciones por desempleo para todos, coche, moto y teléfono móvil último modelo. La economía crece y sale el sol todas las mañanas. No se puede pedir más. No obstante, basta abrir los ojos para ver que la instantánea anterior no es más que el idílico velo que oculta una realidad dramática, en la que otras palabras mucho más ásperas se yerguen como gigantes que ensombrecen nuestras luminosas vidas de consumidores felices. Desastre ambiental, superpoblación, guerras, injusticia, desigualdad, pobreza, hambre. Palabras que, a pesar de ser terriblemente importantes, apartamos de nuestro camino porque resultan amargas compañeras de viaje. Por el mismo motivo nuestros políticos procuran no mencionarlas en sus pomposos discursos. Es esa costumbre de no llamar a las cosas por su nombre, como si silenciando la palabra desapareciese la tragedia que se retuerce tras ella. Gracias a esta maravillosa habilidad, que nos permite ver solo lo que queremos ver, hemos aceptado una idea simplona de la realidad y nos hemos instalado confortablemente en ella. Sin complicaciones ni preguntas incómodas. Como vacas que, sin pensar demasiado, rumian alfalfa en un establo. ¡Hay alfalfa de sobra! Pero en tiempos de crisis, como ahora, incluso la alfalfa puede escasear, y entonces la gente empieza a ponerse nerviosa y a exigir medidas a sus representantes políticos. Naturalmente, estos ya han encontrado la solución ideal que, en palabras de Sarkozy, consiste en refundar el capitalismo, y es probable que en pocos años todo haya vuelto a la normalidad. Sin embargo, la crisis financiera parece un problema menor si la comparamos con la verdadera gran crisis que se avecina: la medioambiental. El calentamiento global, el agotamiento de los recursos naturales y la destrucción de ecosistemas son bombas de relojería que nos van a estallar en la cara en cuestión de décadas. Y por si fuese poco, el problema de la superpoblación no hace sino acelerar la cuenta atrás. No estamos hablando ya de salvar a los ositos del Ártico, proteger los bosques amazónicos o dejar de ensuciar el aire que respiramos. Lo que está en juego ahora es la propia supervivencia de la especie humana. ¿Podrá el renacido capitalismo de Sarkozy evitar el colapso planetario que se aproxima?

3

2. LA MANO DE ADAM SMITH La economía estudia las relaciones sociales que se establecen entre los seres humanos cuando estos actúan para satisfacer sus necesidades. Pero el estudio de algo tan abstracto como el comportamiento humano exige un modelo simplificado basado en unas hipótesis generales, que deben definir las claves sin perderse en el laberinto de la psicología. En este sentido, la economía clásica, con Adam Smith a la cabeza, describió al ser humano como un egoísta que sólo encuentra motivación para ser productivo ante la perspectiva de salir beneficiado. Así, no es la benevolencia del tendero la que nos proporciona la cena, sino su propio interés. Por eso el sistema económico debe potenciar y dar libertad a los sujetos económicos, para que actúen según sus propios intereses y puedan crear riqueza. Por si fuese poco, la enorme complejidad de los intercambios económicos va a ordenarse de forma natural en los mercados gracias a la libre interacción de los egoísmos individuales; es la famosa mano invisible. La conclusión final es que la unión de egoísmos individuales produce el máximo altruismo colectivo. Estos principios fundamentales constituyen la base teórica sobre la que se levantan el liberalismo económico y el capitalismo, y son los rasgos que caracterizan al sistema que ha imperado a lo largo de los dos últimos siglos: un sistema de producción e intercambio de bienes basado en el capitalismo y en el libre mercado, controlado débilmente por los Estados, y encaminado a maximizar el desarrollo económico mediante la optimización de los beneficios individuales. No es el objetivo de este ensayo discutir si el liberalismo económico consigue todo lo que promete. Sin embargo no se puede negar que el modelo propuesto por Adam Smith en el siglo XVIII funciona bastante bien. Desde su implementación se ha conseguido mejorar enormemente la calidad de vida de la población mundial, como reflejan todos los indicadores sociales (esperanza de vida, tasa de mortalidad infantil, alfabetización, etc.). Además, para los defensores del libre mercado la pobreza no puede atribuirse al propio sistema, sino que se debe a la mala gestión de los gobiernos, muchas veces corruptos, de los países subdesarrollados. En efecto, el libre mercado cumple eficazmente con su cometido. Incluso el mercado actual, que no es tan libre como le gustaría a Adam Smith, sigue poniendo de acuerdo todos los días a millones de egoísmos individuales. La mano invisible funciona razonablemente bien.

4

3. CRECER SIN LÍMITE En la época de Adam Smith la población mundial era de 800 millones de personas, y parecía imposible que el planeta se nos pudiese llegar a quedar pequeño. Hoy somos cerca de 7000 millones, y la ONU prevé 9300 millones para el año 2050. Sin embargo, no fue hasta la década de los 70 del siglo XX cuando comenzaron a oírse las primeras voces que alertaban de la existencia de límites físicos del crecimiento, algo tan obvio como ignorado. En 1972 el club de Roma encargó al Massachussets Institute of Technology (MIT) un estudio cuya principal conclusión es que «en un planeta finito, las dinámicas de crecimiento exponencial (de población y producto per cápita) no son sostenibles»1. No se necesita un complejísimo modelo matemático para darse cuenta de ello; basta con comprender las implicaciones físicas de un crecimiento continuo de la economía, de la población o del consumo de recursos. Por ello es conveniente que el lector acuda en este momento al Anexo I, incluido al final de este ensayo, en donde se describe la función exponencial y se analizan sus dramáticas consecuencias. A la vista de los resultados resulta evidente que un planeta limitado no puede admitir crecimientos continuados, pues en pocas décadas se alcanzan dimensiones absolutamente inadmisibles. Personalmente, creo que los efectos sociales dañinos inherentes al industrialismo capitalista (desigualdad, injusticia global, alienación de las personas, etc.) son motivos suficientes para que busquemos otros modelos alternativos. Ahora bien, su mayor contradicción es de una naturaleza totalmente diferente: el industrialismo capitalista no tiene en cuenta los límites físicos del planeta. La mano milagrosa de Adam Smith, además de invisible, es ciega. Obsesionada por crecer, pisa a fondo el acelerador sin ver que vamos directos al desastre. Como conclusión de lo expuesto hasta ahora, me parece oportuno enunciar en este punto la tesis del ensayo, que es la siguiente: No es posible un crecimiento económico continuo en un mundo limitado. Sin embargo, la razón de ser de la economía liberal y productivista es crecer. Por ello, si queremos evitar un colapso medioambiental planetario, debemos crear una forma alternativa de habitar la Tierra que respete sus límites físicos.

1

“Los límites del crecimiento”, Donella Meadows y otros. 1972.

5

4. LA UTOPÍA DE LA IGUALDAD PLANETARIA Para que la sociedad industrial capitalista fuese un modelo económico válido debería poder afrontar los retos económicos globales, lo que significa proporcionar a cada ser humano un nivel de bienestar superior a cierto umbral, siempre dentro de los límites de la sostenibilidad. Para comprobar si el capitalismo posee estas cualidades, supongamos que conseguimos realizar lo que a partir de ahora llamaré la Utopía de la Igualdad Planetaria. Imaginemos que desde 2008 los países subdesarrollados se suben al tren del crecimiento, y en el año 2018 una nueva clase media mundial de 7300 millones de personas disfruta de un nivel de vida equivalente al de un ciudadano español actual. Se trata de evaluar el consumo de recursos en ese escenario utópico, pero para simplificar el análisis consideraré solo la evolución del consumo mundial de energía primaria. Puede esperarse que el consumo de otras materias primas, el volumen de emisiones contaminantes y otros parámetros relacionados con el crecimiento económico sigan tendencias similares. Conviene al lector saltar ahora al Anexo II, en donde se desarrolla en detalle el escenario energético de la Utopía de la Igualdad Planetaria. El primer dato concluyente que puede extraerse es que, para que en 2018 toda la población consumiese la misma energía que un español medio actual, al menos habría que doblar la producción mundial de energía. ¿De donde vendría toda esa energía? Las reservas de combustibles fósiles se agotarían en la mitad del tiempo previsto, el cambio climático se aceleraría, nos veríamos obligados a construir miles de centrales nucleares… No parece una situación muy sostenible, pero seamos optimistas y supongamos que los avances técnicos permiten satisfacer la ingente demanda energética. Desde el año 2018 hasta 2050 la producción crece solo lo necesario para mantener el consumo per cápita de la población creciente, lo que obliga a generar 2.5 veces más energía que en el año de referencia, 2008. Desde 2050 la producción crece un modesto 1% anual, gracias al ímpetu de los egoísmos individuales actuando libremente en los mercados. La economía sigue creciendo y los ministros están contentos. En esta situación el consumo de energía en 2100 será 4.1 veces el de 2008, en 2200 alcanzará un valor 12 veces superior, y para el año 2500 habrá multiplicado por 220 el consumo de referencia del año 2008. Si se acepta el modelo anterior como una aproximación válida de la realidad, la disyuntiva está en saber si es posible satisfacer consumos de energía, agua,

6

alimentos, aluminio, acero, etc. decenas de veces superiores a los actuales. Aunque los científicos no se ponen de acuerdo sobre donde se encuentran exactamente los límites físicos del planeta, en lo que sí coincide toda la comunidad científica es en que tales límites existen. Y con crecimientos continuos, sobrepasarlo es cuestión de tiempo. De siglos. Quizá de décadas. A la vista de todo esto, está muy claro que debemos cambiar nuestra forma de habitar el mundo. Ahora bien, ¿cómo debería ser el nuevo sistema?

5. LÍMITES Y DESARROLLO Nos encontramos en una encrucijada verdaderamente complicada. Por un lado, consideramos el desarrollo económico deseable e incluso irrenunciable. Pero por otro lado los límites físicos del planeta nos obligan a limitar el consumo de recursos. ¿Es el desarrollo sostenible un oxímoron imposible? En primer lugar, y puesto que la propia supervivencia de la Humanidad depende de ello, garanticemos la sostenibilidad del sistema, que pasará necesariamente por el respeto a los límites físicos del planeta. Para ello definiremos la cantidad máxima de recursos que podemos consumir mundialmente, y nos comprometeremos a no sobrepasar ese límite. Llegados a este punto ya estaremos habitando sociedades sostenibles. La cuestión entonces será si podemos desarrollarnos bajo las nuevas condiciones. Desde luego, no es posible un desarrollo basado en el aumento continuo del consumo de recursos, en primer lugar porque violaríamos las reglas que nos hemos propuesto respetar, y en segundo lugar, porque ya sabemos que ese tipo de desarrollo, a la larga, conduce a un colapso medioambiental catastrófico, y por tanto al subdesarrollo o la extinción. Por consiguiente, en mi opinión es imprescindible una redefinición del concepto de desarrollo que lo desligue del crecimiento económico. El ser humano es mucho más que el homo oeconomicus de los libros de economía, y medir su riqueza solo en términos económicos es caer en un reduccionismo simplista y empobrecedor. A partir de cierto nivel de bienestar material, consumir más no nos hace más felices. Por eso, y a pesar de lo que diga la publicidad, hemos de modificar estas actitudes, no solo porque son medioambientalmente insostenibles, sino por la deshumanización y alienación que producen en las personas. No estoy defendiendo que volvamos a las cavernas, sino que empleemos nuestra inteligencia y nuestra creatividad para habitar el planeta de un modo sostenible y

7

humano, dejando en segundo o tercer plano las pseudo-necesidades que solo consiguen hacernos menos libres, más insatisfechos, más infelices y, en definitiva, más pobres. Y de paso, destruir al planeta y por ende a nosotros mismos. Esto no significa que haya que renunciar al desarrollo económico. Entiendo que debe seguir siendo un elemento clave en la configuración de la sociedad, pero nunca el único ni el más importante. Cualquier forma de desarrollo económico será deseable si respeta los límites de consumo de recursos y contribuye al desarrollo integral de la sociedad. No obstante, y debido precisamente a la limitación de recursos, el desarrollo económico debe buscar nuevas vías basadas en la mejora tecnológica, la eficiencia y la innovación. Creo, por tanto, que el desarrollo sostenible sí es posible, siempre que entendamos la riqueza y el desarrollo en términos mucho más amplios que los económicos, poniendo la economía al servicio del ser humano, y no al revés.

6. LÍMITES Y JUSTICIA SOCIAL. En los capítulos anteriores se ha mostrado la imperiosa necesidad de cambiar el rumbo de la economía, limitando el consumo de recursos y redefiniendo el concepto de riqueza y de desarrollo. Solo en estas condiciones puede darse el desarrollo sostenible que, por otra parte, ha de ser un objetivo fundamental de la Humanidad. Sin embargo, hemos dejado de lado una cuestión fundamental: la justicia social. Una sociedad que se desarrolla sosteniblemente no necesariamente es justa. Si el desarrollo solo beneficia a una parte de la población, mientras que el resto vive en la pobreza, entonces esa sociedad tampoco es deseable. El mundo actual es tremendamente injusto. El disfrute de las bondades del desarrollo solo está al alcance de una minoría, mientras que el resto vive en condiciones a veces terribles. Según el liberalismo, la solución vendrá de la mano del crecimiento económico y del desarrollo de los países pobres, pero nunca del reparto de los recursos que ya se consumen. Si son pobres es porque no saben desarrollarse, no porque nosotros seamos ricos, así que no les debemos nada. Es obvio que la situación cambia drásticamente al limitar el consumo mundial de recursos, porque si un sujeto consume más de lo que le corresponde, estará privando de ese recurso a otros sujetos, es decir, estará acaparando recursos. La única manera de conjugar desarrollo sostenible y justicia social es no permitiendo la existencia de

8

estos acaparadores, ya que lo contrario significaría condenar a la miseria a los países o personas menos poderosos, agresivos o competitivos. Surge entonces la necesidad de repartir el “derecho al consumo de recursos” entre toda la población. Nótese que no hablo de repartir los recursos, sino solo el derecho a su consumo. Que después se consuma o no todo lo que se tiene derecho a consumir dependerá del buen funcionamiento de la economía de cada país y del esfuerzo de cada individuo. Esto es, no todos iguales, pero sí todos con iguales derechos.

7. CONCLUSIÓN Lo que se propone en este ensayo es, en definitiva, un cambio paulatino pero firme en la forma en que el ser humano habita el planeta Tierra, en pos de tres objetivos claramente diferenciados, aunque interrelacionados: 1. La sostenibilidad, que implica limitar el consumo de recursos. 2. La justicia social, que obliga a repartir equitativamente el derecho a consumir estos recursos. 3. El desarrollo, que debe respetar los dos objetivos anteriores, y abarcar más aspectos que el mero desarrollo económico. Lamentablemente, creo que el ser humano moderno no puede alcanzar estas metas, ya que ha sido socializado y educado en un mundo que funciona de otra manera, con unas escalas de valores radicalmente diferentes, que ignoran los límites físicos del planeta y sacralizan el crecimiento económico como si fuese la solución a todos los problemas de la Humanidad. Es descorazonador tener que admitir que el hombre moderno no está dispuesto a vivir en un mundo sostenible, justo y próspero. Habría de producirse un cambio fundamental en el carácter del ser humano, una transformación cultural colectiva que nos haga comprender que la satisfacción ilimitada de los deseos no produce bienestar ni felicidad, y que no merece la pena pasarse la vida deseando lo que no se tiene, cultivando una insatisfacción crónica que nos aleja de nuestra verdadera esencia, de lo que verdaderamente somos o podemos llegar a ser. Sólo la creatividad, máximo exponente de la inteligencia humana, puede guiarnos en esta evolución tranquila pero imprescindible, para crear posibilidades donde antes no las había, reinventar al hombre y su visión del mundo y de sí mismo. Este es el fin más alto en el que puede empeñarse la inteligencia. Renunciar a él es un sacrilegio que

9

supone despreciar nuestra faceta más humana, someternos a la deriva del mundo y abandonarnos a nuestra suerte. Si los argumentos no son suficientes para convencernos, se encargará de hacerlo lo que algunos llaman la pedagogía de las catástrofes: cuando todo se derrumbe, -y es cuestión de tiempo-, entonces no nos quedará más remedio que creérnoslo. Solo que quizá ya sea demasiado tarde. De momento seguimos acelerando. Vamos cada vez más rápido a ninguna parte. En esta espiral sin fin lo importante es la velocidad, no la dirección, y el que se para a pensar pierde el paso y se queda atrás. Trabajar más para ganar más dinero y comprar más cosas, pero siempre necesitar más, y más… y al final morir sin apenas haber vivido. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero ¿qué sentido tendrá conservarla cuando hayamos perdido la razón? Espero equivocarme, no obstante, y que dentro de unas décadas, cuando tal vez encuentre este ensayo entre viejos papeles de principios de siglo y lo relea, me eche a reír feliz, y piense en lo pesimista que fui al escribir aquel ensayo, y en cómo la Humanidad supo inventar otra forma de habitar la Tierra, próspera, sostenible y justa.

10

ANEXOS

11

ANEXO I - LA FUNCIÓN EXPONENCIAL Según Albert Bartlett, profesor emérito de la Universidad de Física de Colorado, el mayor defecto de la raza humana es nuestra falta de habilidad para comprender la función exponencial. El siguiente ejemplo muestra porqué. Imaginemos un parámetro que represente aproximadamente el consumo de recursos (energía, alimentos, materias primas, etc.) de la economía mundial. Supongamos que este parámetro tiene en el año 0 un valor unidad, y después crece moderadamente, por ejemplo al 2% anual. A continuación se muestra el consumo de recursos en los años siguientes. AÑO

CONSUMO DE RECURSOS (FACTOR)

0 5 10 20 50 100 150 200 250 300 400 500 1000 2000

1 1,10 1,21 1,48 2,69 7,24 19,49 52,48 141,26 380,23 2754,66 19956,57 8 4·10 1.5·1017

Figura I.1

Consumo de recursos (factor)

25001

20001

15001

10001

5001

1 1

51

101

151

201

251

301

351

401

451

501

Año

Figura I.2. Evolución del consumo de recursos creciendo al 2% anual.

12

Sucede que en solo 35 años el consumo de recursos se duplica, en 70 años ya se ha multiplicado por 4, en 105 años es 8 veces mayor, en 140 años 16 veces mayor, y así hasta que 500 años después el planeta consumiría 20000 veces más recursos que el primer año. Para el año 1000, el factor será 4·108, 400 millones de veces mayor. Y para el año 2000, 1.5·1017, es decir, 150000 billones de veces mayor, un número difícil hasta de imaginar. El mismo razonamiento puede aplicarse a cualquier otro parámetro, como la población mundial, el consumo de energía o las emisiones de CO2. En pocas palabras, crecimientos continuos de una magnitud, aunque sean pequeños, acarrean incrementos enormes en cortos periodos de tiempo. Pero esto no es magia; es la función exponencial. Es cierto que un crecimiento del 2% es pequeño, pero la clave está en que cada año crece respecto del último valor alcanzado, que es cada vez mayor. El 2% de 1 es 0.02, pero el 2% de 1000 es 20. No son necesarios grandes análisis matemáticos para entender este fenómeno. Se puede demostrar que si una magnitud crece al p %, entonces doblará su tamaño en un periodo T aproximado de:

T=

70 años. p

Así, si la economía española creciese al 7% (el sueño de cualquier ministro de economía) su tamaño se duplicaría cada 70/7 = 10 años.

Tamaño de la economía (factor)

35 30 25 20 15 10 5 0 1

26

51

Año

Figura I.3. Evolución del volumen de la economía si creciese un 7% anual.

13

ANEXO II – ESCENARIO ENERGÉTICO DE LA UTOPÍA DE LA IGUALDAD PLANETARIA

Datos iniciales (se considerarán iguales para el año 2008) Consumo per cápita de energía primaria en España en 2007 = 37500 kWh2 Consumo mundial de energía primaria en 2005 = 139·1012 kWh3 Población mundial en 2008: 6700 millones de personas4 Suposiciones La población mundial en el año 2018 será de 7300 millones de personas, y en 2050 será de 92005, fecha a partir de la cual supondremos que la población dejará de crecer. En el estado utópico de Igualdad Planetaria que se alcanzará en 2018, cada ser humano consumirá la misma energía que un español medio del año 2008. Desde 2018 el consumo de energía crecerá a un modesto 1% anual. Cálculos El consumo mundial de energía primaria en 2018, una vez alcanzado el estado utópico de Igualdad Planetaria: (37500 kWh / persona y año) · 7300·106 personas = 273·1012 kWh / año Tomando el consumo de energía del año 2008 como la unidad, el consumo ha aumentado en un factor: 273/139 = 1.96 El consumo mundial de energía primaria en el año 2050, si solo crece lo necesario para mantener el consumo per cápita, será: (37500 kWh / persona y año) · 9200·106 personas = 345·1012 kWh / año Y el consumo ha aumentado en un factor: 345/139=2.48

2

IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético del Gobierno de España) World Consumption of Primary Energy by Energy Type and Selected Country Groups, 19802004 (XLS). Energy Information Administration, U.S. Department of Energy 4 U.S. Census Bureau 5 UNDESA (United Nations Department of Economic and Social Affairs), 2006 3

14

Desde el año 2050 consideramos que la población se estanca en 9200 millones, y que el consumo de energía crece a un ritmo pausado del 1% anual. Resultados La siguiente tabla representa la evolución del consumo de energía desde 2018, considerando un crecimiento continuo del 1% durante 10 siglos, en el supuesto utópico de igualdad planetaria planteado. AÑO CONSUMO DE ENERGÍA (1012 kWh) FACTOR 2008 2018 2050 2100 2150 2200 2300 2500 3000

139 273 345 567 933 1534 4151 30673 4396673

1 1.96 2.5 4.1 6.7 11 29.9 220 31630

Figura II.1

Consumo de energía (factor)

12

10

8

6

4

2

0 2008

2058

2108

2158

2208

Año

Figura II.2. Consumo de energía en el escenario de la Utopía de Igualdad Planetaria, (detalle de los 200 primeros años)

15

ANEXO III – DEFINICIONES Y CONCEPTOS

CAPITALISMO: Estructura económica en la cual los medios de producción operan principalmente en función del beneficio y en la que los intereses directivos se racionalizan empresarialmente en función de la inversión de capital y hacia la consecuente competencia por los mercados de consumo y trabajo asalariado.6

DESARROLLO SOSTENIBLE: Aquel desarrollo que logra satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.7

HUELLA ECOLÓGICA: Parámetro que mide la cantidad de suelo biológicamente productivo que necesita un ser humano, o una comunidad, para satisfacer su consumo total de recursos y asimilar los residuos producidos por tiempo indefinido. Se utiliza para evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo de vida. Diversos estudios indican que la huella ecológica de la Humanidad está un 20% por encima de las posibilidades de regeneración de la Tierra8.

LIBERALISMO ECONÓMICO: Teoría económica que defiende la no intromisión del Estado en la economía, ya que la libre interacción de los sujetos, siguiendo sus egoísmos particulares, conduce al máximo altruismo colectivo.

PRODUCTIVISMO: Orientación de un sistema económico hacia la maximización del crecimiento económico y el aumento de la producción de bienes materiales.

6

Extraído de Wikipedia Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo: Nuestro Futuro Común ONU (11/12/1987) 8 “Living Planet Report 2006”, elaborado por WWF, Global Footprint Network y ZLS. 7

16

17

Related Documents