DEL VIRREINATO DE LA NUEVA GRANADA A LA PRIMERA FASE INDEPENDENTISTA: Fragmentación del poder e Independencias. Óscar Javier Castro1
Resumen Este ensayo trata de mostrar las principales características de la fragmentación del poder en el Virreinato de la Nueva Granada hasta la primera fase independentista. El problema de la fragmentación del poder es explicado desde cuatro aspectos centrales, que pueden estar ligados entre sí: a) las alianzas y disputas entre los poderes locales, provinciales e interprovinciales; b) los conflictos entre los diferentes entes territoriales por el control de territorios y privilegios; c) la falta de control político-administrativo efectivo de buena parte de los entes territoriales; y, d) los problemas topográficos de gran parte del territorio neogranadino, que dificultaban las comunicaciones entre ciudades, villas, parroquias, etc. Estos aspectos van a jugar un papel central al momento de producirse las independencias.
Palabras Clave Virreinato de la Nueva Granada, Conflictos, Fragmentación del poder, Entes territoriales, Independencias, Soberanía, Autonomía.
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Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Miembro del Grupo de Investigación “Constitucionalismo Comparado”.
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I.
Introducción
Este ensayo trata de mostrar las principales características de la fragmentación del poder en el Virreinato de la Nueva Granada hasta la primera fase independentista. El problema de la fragmentación del poder es explicado desde cuatro aspectos centrales: a) conflictos y alianzas entre los poderes locales, provinciales e interprovinciales; b) luchas entre los diferentes entes territoriales por el control de territorios y privilegios; c) limitado control político-administrativo de buena parte de los entes territoriales; y, d) los problemas topográficos de gran parte del territorio neogranadino, que dificultaban las comunicaciones entre ciudades, villas, parroquias, etc. Las independencias de las colonias hispanoamericanas comienzan a gestarse en el momento en que los ejércitos de Napoleón, en 1808, invaden la Península Ibérica y los reyes españoles abdican en favor del Emperador francés, quien nombra a su hermano José Bonaparte como nuevo Rey. Sin embargo, en la mayoría de entes territoriales tanto en España como en las colonias se resistieron a reconocer al nuevo monarca. La resistencia española promovió la instauración de Juntas Supremas de Gobierno y la reasunción de la soberanía en los pueblos. Así, la mayoría de pueblos empezaron a reclamar su autonomía y soberanía. Este proceso empezó a llevarse a cabo en la Nueva Granada desde 1810, pero no fue homogéneo; por el contrario, fue bastante heterogéneo al punto en que los reclamos por autonomía y soberanía se hacían desde lo local, provincial e interprovincial. Obviamente, lo anterior conllevó a que se desatara una serie de guerras civiles que desgastaron económica, social y políticamente a los distintos pueblos.
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Los conflictos surgidos en esta primera fase independentista tienen explicaciones bastante complejas que van más allá del mote de patria boba, el cual fue impuesto por algunos de los actores enfrentados en ese momento. Lo que se observa en este ensayo es que los conflictos internos venían configurándose desde el período colonial tardío y algunos de ellos se exacerbaron en el momento de las independencias. De estos conflictos surgieron tres proyectos hegemónicos: a) el de las Provincias Unidas de la Nueva Granada; b) Cundinamarca; y, c) España. Estos tres proyectos trataron de imponerse en medio de la dispersión y para ello entablaron ásperas luchas armadas y políticas entre sí y contra los proyectos más débiles, que se verían obligados a someterse o a aliarse a alguno de los más fuertes.
II. El establecimiento del Virreinato Nueva Granada
de la
El virreinato de la Nueva Granada empezó a configurarse desde principios del siglo XVIII (1718)2, antes de este periodo la tutela político-administrativa del territorio recaía sobre el Virreinato del Perú, aunque esto no pasaba de ser mera formalidad; ya que la autoridad de éste no tuvo control efectivo sobre los extensos territorios de la Nueva Granada, Quito, Panamá y Venezuela. De tal manera que, estos territorios eran prácticamente autónomos. Como bien señala Alfonso Múnera, las audiencias (Santafé3 y Quito) y presidencias tenían comunicación directa con la Corona y sus organismos4. Según el informe de Francisco ANTONIO MORENO Y ESCANDÓN, Fiscal Protector de Indios, Juez y Conservador de Rentas Reales, el Virreinato se estableció en 1718 y el primer Virrey, Jorge de Villalonga, se posicionaría en 1719. Véase: COLMENARES, GERMÁN, Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I, Bogotá, Banco Popular, 1989, p. 155 y s. 3 La Audiencia de Santafé fue creada en 1547. 4 MÚNERA, ALFONSO, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el caribe colombiano (1717- 1810), Bogotá, Banco de la República, Áncora Editores, 1998. p. 29-30. Ver también; KÖNIG, Hans, En el camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de la 2
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Este primer intento de establecer el Virreinato apenas duró 5 años, debido a la pobreza del mismo y a que no se solucionaron los problemas que se querían resolver: la falta de control y organización político-administrativa de los diferentes entes territoriales circunscritos al Virreinato. En 1723 la Corona resolvió, por demanda del mismo virrey, suprimir el Virreinato5 y volver a la designación de un Presidente, quien regiría la Audiencia de Santafé. De tal manera que no sería sino hasta 1740 que el Virreinato nuevamente empezó a funcionar6. La reinstalación del Virreinato fue, en parte, consecuencia de las nuevas necesidades políticas y económicas de la Corona, así como también por la necesidad de proteger militarmente las posesiones coloniales ante los ingleses y piratas7. Los territorios que componían el Virreinato, por lo general, eran desconocidos e inhóspitos. Según Francisco Antonio Moreno y Escandón, la mayor parte de ellos eran inhabitados o estaban bajo el dominio de “indios bárbaros” y de extranjeros. Éste describe los límites territoriales del virreinato de la siguiente manera: “El virreinato de Santafé confina con (…) Nueva España, por Costa Rica y Nicaragua, y dividiendo términos con la Audiencia de Guatemala, queda de su distrito, con la provincia de Alange y Veragua, toda la costa del Sur, desde el seno de Chiriquí, por el de Guayaquil, hasta cerca de Caboblanco; por donde internado a tierra abraza la provincia de Quito y sus dependientes por Jaén, Loja y Mainas, lindando por la de Chachapoyas, y circunvecinas pertenecientes al virreinato y Audiencia Real de Lima, por cuya parte se extiende hasta el río del Marañón o Amazonas, hasta la línea divisoria de la corona de Portugal, partiendo con la provincia de Guayana, de este virreinato, por la extensas e incultas tierras del lago de Parima, y establecimientos franceses y holandeses, en Cayena y Esequivo; formación del estado y de la nación de la Nueva Granada, 17501856, Bogotá, Banco de la República, 1994. 5 COLMENARES, GERMÁN, op. cit., p. 15 6 Ibid., p. 156. 7 KÖNIG, HANS, op. cit.
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volviendo por este lado del mar y costa Norte, antes de la embocadura del río Orinoco, y siguiendo toda ella, con inclusión de las islas de Trinidad y Margarita como gobiernos dependientes del Virreinato de Santafé, y su Capitanía general, forma un lunar la provincia de Venezuela o Caracas, que aunque en su origen estuvo comprendida en este virreinato se le desmembró por justas consideraciones para su mejor gobierno dándole por costa hasta confinar con la jurisdicción de Maracaibo con algunos lugares tierra adentro, poniéndole por línea el río nombrado Boconó que la deslinda con la ciudad de Barinas, y Gobierno de Maracaibo, habiéndose agregado algunas misiones, como después se explicará, y de este modo abrazando el mismo puerto y laguna del mismo nombre sigue el distrito del virreinato toda la costa Norte por el río de el Hacha, Santamarta, Cartagena y el Golfo del Darién hasta que por Portobelo y el Istmo de Panamá se restituye por Veraguas al deslinde con la Audiencia de Guatemala, y virreinato de Nueva España”8.
Teniendo en cuenta la descripción de Moreno y Escandón el territorio del Virreinato abarcaba gran parte del norte de sur América y una porción de centro América. Pero, como ya se señaló, la mayor parte del territorio era inhabitado y estaba fuera de control por parte del Estado colonial, ya que éste sólo ejerció control sobre una porción del territorio que componía el Virreinato. Los entes territoriales sobre los que la burocracia estatal colonial tuvo influencia estaban ubicados en las zonas Andina, Costa Caribe, Pacífica y algunas partes de los Llanos Orientales. En los Andes y la Costa Caribe se concentraba la mayor parte de la población, que estaba compuesta de indígenas, mestizos, blancos, negros, pardos y “gentes de otros colores”9. Según Martha Herrera, la población que habitaba COLMENARES, GERMÁN, Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I, Bogotá, Banco Popular, 1989, p. 154 y s. 9 Sobre el tema véase los excelentes trabajos de HERRERA ÁNGEL, MARTHA, Poder Local, Población y Ordenamiento Territorial en la Nueva Granada –Siglo XVIII-. Santafé de Bogota, Archivo General de la Nación, 1996. Especialmente, capítulo II. También: Ordenar para Controlar. Ordenamiento espacial y control político en las Llanuras del Caribe y los Andes Centrales Neogranadinos. 8
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en los Andes centrales y las llanuras del Caribe a finales del siglo XVIII era de aproximadamente 383.39810, mientras la población que estaba bajo el control de la Audiencia de Santafé era de, por lo menos 760.65011. Y una cifra aproximada de gran parte de la población del virreinato era de 1’349.089 habitantes12. Esta última cifra incluye la población que estaba bajo el control de la Real Audiencia de Quito. a. La organización político-administrativa Virreinato de la Nueva Granada
del
La forma en que el Estado colonial organizó política y administrativamente el territorio del Virreinato de la Nueva Granada ha sido bien estudiada por Martha Herrera. Según ella, no había claridad entre los funcionarios de la Corona sobre el ordenamiento espacial y político del Virreinato. Por ejemplo, los conceptos que utilizó Francisco Silvestre para denominar “las divisiones básicas del virreinato eran los gobiernos y los corregimientos (de provincia) y no las provincias”13, como lo haría J. Antonio de Pando. Otro ejemplo es el de Moreno y Escandón, quién dividió los territorios en “‘Gobiernos Militares y Plazas de Armas”, Siglo XVIII. Colombia, Academia Colombiana de Historia, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2002. 10 HERRERA, MARTHA, Ordenar para Controlar, p. 104. Según la autora, la composición demográfica de la población del censo de 1778 en el Caribe era de 61% de libres, 18% de blancos, 12% de blancos y 9% de esclavos. Mientras en los Andes era de 37% de blancos, 34% de libres, 28% de indios y 1% de esclavos. 11 HERRERA, MARTHA, Poder Local…, p. 112. La población a la que hace referencia es del total de 14 provincias: Santafé, Veraguas y Alange, Panamá, Portobelo, Darién, Chocó, Neiva, Santiago de las Atalayas, San Juan de Girón, Santa Marta, Cartagena, Antioquia, Mariquita y Tunja. 12 Esta cifra es dada por Martha Herrera comparando las cifras que establecieron Francisco Silvestre y Josef Antonio Pando entre 1770 y 1778. Véase: “las divisiones político- administrativas del virreinato de la nueva granada a finales del período colonial”, en: Revista Historia Crítica No 22, Bogotá, 2001. p. 86 13 HERRERA, MARTHA, “las divisiones-políticos administrativas…”, op. cit., p. 84. Negrillas de la Autora. Véase también: Poder Local, población y Ordenamiento Territorial…”. Ídem.
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“Gobiernos Políticos del Distrito de la Audiencia de Santa Fe de Provisión Real” y “Gobiernos de provisión de los Señores Virreyes’”14. La autora optará por las denominaciones que estableció Pando, éste estableció a las provincias como divisiones principales, y, a su vez, éstas se dividían en Corregimientos. Estas dos divisiones territoriales se subdividían, dependiendo al tipo de poblaciones, en: ciudades, villas, pueblos de indios, pueblos de misioneros, misiones, parroquias, sitios, haciendas, minerales, real de minas, asiento de minas, ranchería, aduana, venta, puerto, isla, presidio, caserío, entre otros15. De los asentamientos mencionados las ciudades y villas eran las únicas que poseían cabildos. De ahí su importancia, pues éstas adquirían cierto grado de autonomía que los demás asentamientos no tenían y aún más podían sujetar a las demás poblaciones cercanas a su dominio políticoadministrativo. Lo anterior puede permitir comprender mejor las relaciones de poder político, económico y social que se pudieron dar entre los diferentes grupos sociales que se establecieron en los diversos asentamientos del territorio del Virreinato, que de por cierto era bastante heterogéneo. b. local
La fragmentación del poder: lo provincial y lo
El objetivo de la creación del Virreinato de la Nueva Granada era establecer mayor control y organización político-administrativa en sus entes territoriales. Por un lado, se buscaba fortalecer el papel del Estado colonial en el control y organización de los asentamientos, ya fueran pueblos de indios, ciudades, villas, misiones, sitios, rancheríos, etc. La cuestión era mantener su preponderancia ideológica y la lealtad de sus vasallos a través de la religión16 o la fuerza, como elementos Ibíd. Íbid., p. 90 16 La religión en la sociedad colonial e incluso en la republicana jugó un papel importante en la dominación y subyugación de los pueblos indígenas, así como para el control social y político de los demás grupos sociales. No en vano en el centro de cada ciudad, 14 15
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fundamentales. Por otro lado, la Corona trataba de establecer mayor control sobre las rentas e impuestos, así como mejorar la defensa militar de los territorios en ultramar ante el acecho de piratas e ingleses. Los aspectos mencionados trataron de ser llevados a cabo con las reformas borbónicas, éstas buscaban darle mayor eficiencia a la administración del Estado colonial. Sin embargo, tales reformas en la Nueva Granada iban a encontrar la oposición de los poderes provinciales y locales ya instalados, éstos defendieron sus privilegios políticos, sociales y económicos de vieja data, con diferentes estrategias. Por ejemplo, un mecanismo bastante recurrente, no sólo en la Nueva Granada, fue el de las alianzas entre grupos familiares y clientelares. Tales alianzas se articulaban y extendían en los diferentes entes territoriales, que iban desde lo provincial y lo local. Los matrimonios entre hijos de familias nobles -grandes hacendados, mineros, comerciantes y burócratas- fueron bastante recurrentes a pesar de estar prohibidos por la Corona17. No obstante, cabe destacar que las relaciones clientelares no fueron meramente entre los sectores sociales dominantes, sino también de éstos con los sectores subalternos y viceversa. Otra prohibición que estableció la Corona, pero que muy poco se cumplió fue la convivencia de blancos, mestizos o ‘gentes de colores’ en los pueblos de indios18. Lo anterior puede ayudar a explicar el porqué del progresivo mestizaje en la sociedad neogranadina y la consecuente desaparición de las ‘repúblicas’ de blancos e indios establecida por la Corona. La población de mestizos, pardos, mulatos, zambos, blancos pobres y negros, ya a mediados del siglo XVIII era bastante numerosa en el Virreinato, pero ello no indica que la población indígena estuviera disminuida o fuera la menos numerosa. No es raro encontrar pueblo, sitio o parroquia se erguía una Iglesia. La autoridad eclesiástica cumplió un papel fundamental en la sociedad colonial e incluso en la republicana. 17 URIBE URÁN, VÍCTOR MANUEL, Abogados, Partidos políticos y Estado en la Nueva Granada: 1790-1850. Pittsburgh, manuscrito, 1992. Véase, especialmente, capítulos I, II y III. 18 COLMENARES, GERMÁN, op, cit., p. 161
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afirmaciones de algunos autores de que la población indígena, a finales del siglo XVIII, en el Nuevo Reino de Granada estaba, prácticamente, diezmada. Sin lugar a dudas, para algunos intereses era menester verlos disminuidos en los censos. Sobre todo en la zona Andina en donde había intereses concretos de los grandes y pequeños hacendados. Más adelante explicaré qué intereses y el porqué de ellos. Además otro factor que muy pocos autores tienen en cuenta es la aún numerosa población indígena flotante, aquella que no había sido sometida por el Estado colonial y que incluso seguía desafiándolo19. Para entender mejor lo anterior es pertinente tener en cuenta la distribución poblacional en los entes territoriales que hacían parte del virreinato, así como las formas de control y organización que ejerció el Estado colonial en sus territorios. Como ya señalé, las zonas Andina y Caribe fueron los entes territoriales en donde mayor control hubo, pero, éste no fue absoluto; ya que un buen número de indígenas y ‘gentes de otros colores’ vivían al margen del control estatal colonial. Teniendo en cuenta lo hasta aquí dicho, cabe plantear las siguientes hipótesis: la fragmentación del poder en los diferentes entes territoriales –provincias, ciudades, villas, parroquias, pueblos de indios, rancherías, sitios, caseríos, entre otros- que componían el Virreinato de la Nueva Granada, derivaba, por un lado, de la falta de control de una gran parte del territorio por parte del Estado colonial. En tales entes territoriales, por ejemplo, Santa Marta, Río Hacha, los Llanos Orientales, la Amazonía y gran parte del Pacífico eran habitados por un buen número de indígenas, negros, mulatos, zambos, pardos y hasta extranjeros, quienes colocaban sus propias reglas. Y por otro lado, también podemos encontrar diferentes conflictos sociales, políticos y económicos entre localidades y provincias o viceversa que estaban bajo el control del mismo Estado colonial que, de una u otra manera, fragmentaban el poder. Tal fragmentación puede ser explicada desde dos aspectos Véase: HERRERA, Controlar... 19
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MARTHA,
Poder Local...También: Ordenar para
fundamentales: en primer lugar, las autoridades centrales tuvieron sinnúmero de problemas para desplazarse a los diferentes entes territoriales que estaban retirados de Santafé, ya que las dificultades topográficas del territorio podían hacer que un viaje durará semanas, cuando no meses, este problema es constantemente mencionado por las autoridades coloniales20 y viajeros. En segundo lugar, hubo conflictos entre los principales núcleos de poder: ciudades y villas. Y, a su vez, en el interior de las provincias, las ciudades y villas se vieron desafiadas por el surgimiento de nuevas élites que se erigían desde los pueblos, parroquias o sitios. Estos nuevos poderes locales empezaron a consolidarse en la Nueva Granada desde mediados del siglo XVIII y le hacían contrapeso a las élites o poderes provinciales –estos grupos de poder, por lo general, se asentaban en las capitales de las provincias21. Tanto las élites provinciales como las locales le podían hacer contrapeso a la Corona; no obstante, ésta también se beneficiaba de la fragmentación de poderes provinciales y locales para mantener el control político-administrativo cediendo algunos privilegios a los diferentes sectores dominantes de la sociedad. Ahora bien, el objetivo a seguir es analizar cómo se establecía la organización político-administrativa en el siglo XVIII y el porqué de la fragmentación del poder en las zonas en que el Estado colonial tuvo injerencia. Un aspecto importante a tener en cuenta es la forma en que el Estado colonial se organizó política y administrativamente. Aquí retomaremos las formas de organización que se dieron en Ibíd. Con el término élites provinciales o poderes provinciales hago referencia a los grupos dominantes que tenían poder no sólo en la capital provincial sino en gran parte de la provincia. Incluso se podrían encontrar familias que extendieron sus tentáculos más allá de sus provincias, a éstas las llamaremos élites o grupos de poder interprovincial. Ahora bien, con el término élite hago referencia a los grupos sociales dominantes en lo económico, político y social, puede ser que dominen uno o dos campos e incluso los tres. El término élite también está asociado con los términos grupos dominantes o de poder, términos similares pero no iguales; sin embargo guardan entre sí una estrecha relación. 20
COLMENARES, GERMÁN,
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el siglo XVIII en buena parte del territorio del Virreinato. Como ya había señalado, las principales divisiones territoriales fueron las provincias y corregimientos, y, a su vez, éstas se subdividían en ciudades, villas, pueblos de indios, parroquias, sitios, rancherías, caseríos, haciendas, asentamientos de minas, misiones, entre otras. La fundación de uno u otro ente territorial varió, según el espacio y el tiempo. Por ejemplo, según los datos establecidos por Martha Herrera, a mediados del siglo XVIII los asentamientos predominantes en la zona Andina –en este caso en las provincias de Santafé y Tunja- eran los pueblos de indios con 170, le seguían las parroquias o sitios con 79, mientras las ciudades (2) y villas (1) apenas llegaban a tres. En la costa Caribe –en este caso las provincias de Cartagena y Santa Marta- predominaban las parroquias o sitios con 65, le seguían los pueblos con 49 y las ciudades (8) y villas (5) llegaban a 1322. El objeto de señalar los tipos de asentamientos en las cuatro provincias es para establecer las ventajas y desventajas que podían tener sus habitantes y en especial los sectores dominantes que residieran en ellos. Como ya señalé, en las ciudades (principales y secundarias) y villas se establecieron los cabildos. Éstos, sin lugar a dudas, le permitieron a los sectores dominantes locales mayor autonomía política y administrativa ante los demás entes territoriales que no los tenían. Además, los cabildos le permitieron a los sectores dominantes locales defender sus intereses no sólo ante los demás sectores sociales sino también ante la Real Audiencia establecida en Santafé. Las ventajas para los poderes locales, seguramente, eran mayores si éstos tenían redes familiares o clientelares dentro de la alta –y media- burocracia. De esta manera era mucho más fácil ganar pleitos por tierras, comercio, propiedades e incluso para ascensos burocráticos en el aparato estatal colonial. Un ejemplo claro de lo anterior lo muestra en sus diferentes estudios sobre los abogados Víctor M. Uribe Urán23, éste HERRERA, MARTHA, Ordenar para Controlar..., op, cit. Ver cuadro No 1. p. 101. 23 URIBE URÁN, VICTOR. Abogados… También véase: Rebelión of the Young Mandarines Lawyers, Political, Parties, and the State in Colombia, 1780-1850. University of Pittsburgh, Dissertation for the degree of Doctor of Philosophy, 1993. 22
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muestra cómo la élite de abogados y sus familias tejieron fuertes redes interprovinciales24, provinciales y locales. Asimismo destaca que éstos (los abogados) poco se opusieron al Estado colonial y más bien fueron el soporte de éste. Cabe preguntarnos hasta qué punto. Obviamente, hay excepciones y el mismo autor nos muestra algunos casos, como, por ejemplo, el de Antonio Nariño, entre otros. Sin embargo, para analizar los conflictos sociales, políticos y económicos de la sociedad colonial hay que indagar sobre los intereses de otros sectores sociales como, por ejemplo, el de los llamados orejones, los caciques indígenas y los sectores subalternos, que eran compuestos en gran parte por mestizos, blancos pobres, mulatos, pardos, zambos e indígenas. Estos grupos, colectiva o individualmente, ejercieron presión sobre los grupos dominantes para obtener algunos beneficios o para subvertir las “justicias”25 que éstos realizaban a su favor. Un trabajo interesante que examina el rol de los grupos subalternos en política durante la época colonial tardía es el de Margarita Garrido. Ella muestra algunos de los mecanismos de presión y participación política los vecinos e indígenas ante las élites criollas26, así como nos da pistas sobre el tipo de conflictos entre vecinos e indígenas. Estos últimos conflictos son retomados por Martha Herrera en su trabajo Poder Local, Población y Ordenamiento Territorial en la Nueva Granada, en él muestra cómo los vecinos (blancos pobres y mestizos) en la zona Andina (Santafé y Tunja) trataban de apropiarse o se apropiaban de los territorios de los indígenas. Sin embargo, éstos últimos no carecieron de mecanismos de defensa, bien fuera ante los vecinos o ante las élites criollas. URIBE URÁN hace referencia a redes regionales; pero aquí no utilizaré el concepto región, ya que en tiempos de la colonia y en gran parte del siglo XIX este término no fue utilizado, éste viene a ser usado hasta finales del siglo XIX. Cabe señalar que Martha Herrera y Catalina Reyes también lo utilizan. 25 Terminó utilizado por Martha Herrera. Poder Local... Ibíd. 26 GARRIDO, MARGARITA, Reclamos y Representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815. Santafé de Bogotá, Banco de la República, 1993 24
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Como observamos, los conflictos entre los diferentes sectores sociales de la sociedad colonial fueron bastante complejos. La cuestión es que no hubo un pleno dominio de los peninsulares o criollos sobre los demás sectores sociales, por lo general, se establecieron pactos y alianzas entre los distintos grupos sociales. Es así que, en parte, se explican las pugnas entre poderes locales y provinciales27. Varios ejemplos de lo anterior son los conflictos políticos y económicos entre las élites cartageneras y momposinas. La primera fue capital de la provincia y además era uno de los puertos comerciales y fortalezas más importantes que tenía la Corona en ultramar. Allí se asentaron la mayoría de comerciantes españoles y buena parte de la administración colonial. De ahí su rivalidad con Santafé. La segunda fue una próspera villa de la misma provincia, que se lucraba del contrabando y del comercio hacia el interior o hacia el exterior. Volviendo a la rivalidad entre Cartagena y Santafé, tanto Alfonso Múnera28 como Catalina Reyes29 resaltan los conflictos entre las élites de estas dos ciudades, que rivalizaron por intereses políticos, económicos y sociales, que son bien documentados por los autores mencionados. Estos mismos autores enfatizan cómo en el momento de las independencias tanto Cartagena como Santafé también rivalizaron contra uno de los fortines realistas: Santa Marta. Antes de continuar con los conflictos desatados durante la primera fase independentista (1810-1816) es pertinente reflexionar sobre las disputas que se dieron cuando se Con el término poder provincial me refiero a los grupos sociales dominantes (ya fueran grandes hacendados, mineros, comerciantes, burócratas civiles o eclesiásticos) que tenían poder más allá de la ciudad- capital de la provincia. De tal manera que, se entiende por poderes provinciales a las élites que tenían injerencia en buen parte de la jurisdicción de la provincia, es decir, su influencia llegaba a corregimientos, ciudades secundarias, villas, parroquias, sitios, caseríos, haciendas, minas, etc. 28 MÚNERA, ALFONSO. El fracaso de la nación…op. cit. 29 REYES CÁRDENAS, CATALINA. “Soberanías, Territorios y Conflictos en el Caribe Colombiano Durante la primera República. 1810-1815”, en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 30, 2003, pp. 156 y ss. 27
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trataron de aplicar las reformas borbónicas en algunos de los territorios del Virreinato. En primer lugar es de destacar que algunos sectores locales y provinciales se opondrían, en gran parte, a las reformas borbónicas, como veremos más adelante. La oposición a las reformas por parte de las élites criollas se debió al anunció del nombramiento de peninsulares en los principales cargos burocráticos, así como mayores privilegios para éstos en el comercio ultramarino. Asimismo, las nuevas élites locales, los indígenas y demás gentes pobres no estaban dispuestas a pagar más impuestos. En el caso de los indígenas, éstos no estaban dispuestos a ceder más de sus territorios y sobre todo con las anunciadas anexiones o agregaciones de pueblos de indios y “corregimientos tenues”30. Las nuevas élites locales vieron con ‘malos ojos’ las propuestas impositivas del regente visitador Francisco Gutiérrez de Piñeres. De esta manera, el aumento de la carga impositiva generó la oposición de pequeños propietarios, ya fueran hacendados, artesanos, comerciantes o burócratas, éstos empezaron a articular alianzas con algunos sectores de las élites criollas y con algunas comunidades indígenas. Obviamente, los demás sectores sociales, como ya mencioné, también vieron fortalecidos sus intereses con tales alianzas. Por el momento trataremos de examinar algunos de los intereses de las nuevas élites locales y las comunidades indígenas. En primer lugar, las nuevas elites locales empezaron a forjar sus propias redes de poder desde las parroquias, sitios y villas. Y, en parte, se oponían a los grupos dominantes de las ciudades. Es de tener en cuenta que los vecinos más pudientes que, por ejemplo, rodeaban los pueblos de indios, por lo general, buscaban erigir una parroquia, o transformar ésta en una villa. Y lo que se buscaba era nada menos que ganar autonomía política y administrativa frente a las ciudades o villas a las que estaban circunscritos. Lo anterior, por lo general, iba en detrimento de los pueblos de indios; que si bien no eran tan sumisos como se cree si veían como los blancos, 30
HERRERA, MARTHA.
Poder Local…, p. 24
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mestizos, pardos, y demás gentes de color trataban de apropiarse de sus tierras y recursos31. Incluso, como señala M. Herrera, se daban cifras que, por un lado, podían aumentar o, por otro, disminuir la población indígena según fueran los intereses. En cuanto al primer caso: si, por ejemplo, los vecinos querían erigir una parroquia éstos tenían que mostrar que la población indígena estaba por debajo de los límites establecidos por la Corona, y que ellos –los vecinos- eran lo bastante numerosos para sufragar los gastos de la iglesia. Si los vecinos estaban en capacidad de erigir y costear su parroquia, éstos terminarían apropiándose de las tierras de los indígenas. Y los indígenas terminarían siendo anexados a otro pueblo de indios. Por ejemplo, entre las propuestas de los oidores a mediados del siglo XVIII estaban las de anexar los pueblos de indios o “corregimientos tenues” y vender sus tierras a los vecinos o “blancos”32. En cuanto al segundo caso: los curas- quienes tenían bastante poder en la sociedad colonial-, corregidores o autoridades indias para mantener sus privilegios (cobro de impuestos, mano de obra) tenían que mostrar que, efectivamente, había una población indígena viable. Por ejemplo, en afán de cumplir con los requisitos algunos curas colocaron a algunos mestizos como indios. Obviamente, algunos de éstos elevaron sus quejas ante las autoridades. En segundo lugar, las comunidades indígenas, obviamente, trataron de defender sus propiedades territoriales, y así como en ocasiones fracasaron en otras tuvieron éxito. Las quejas de los atropellos y el rompimiento de los pactos son una constante queja de los indígenas ante las autoridades locales y provinciales. Como muestra Margarita Garrido, cuando las autoridades locales no atendían sus reclamos o quejas, éstos apelaban a las altas instancias burocráticas de la Corona. Las autoridades locales no atendían las quejas de los indígenas porque, por REYES CÁRDENAS, CATALINA, “Ordenamiento territorial en el Nuevo Reino de Granada, 1750-1810, pp.153-188, en: REYES, CATALINA y MONTOYA, JUAN DAVID (Eds). Poblamiento y movilidad social en la historia de Colombia, siglos XVI- XX, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2007. 32 HERRERA, MARTHA. Poder Local…pp. 24, 90 y ss. 31
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lo general, había sobornos o confabulaciones para ladear “las justicias” del lado de los sectores sociales dominantes. Los reclamos y quejas no solamente eran hechos por las comunidades indígenas, sino también por los criollos, mestizos, pardos y demás gentes. Cuando se rompían los pactos y alianzas establecidos entre los diferentes grupos, el gobierno o las autoridades e incluso con la Corona, por lo general, tal rompimiento se traducía en conflictos. Es así como, por ejemplo, podemos observarlo en los alzamientos comuneros más importantes de la Nueva Granada, en 1781, contra las propuestas reformistas borbónicas. Ante la llegada y procedimientos del regente visitador general Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres una buena parte las poblaciones se sublevaron, ya que la implantación de intendentes, las altas tasas impositivas y la anexión de pueblos indios generaron algunas alianzas entre algunos grupos que antes tenían conflictos, así indígenas, pequeños propietarios (hacendados, artesanos, comerciantes) e incluso las élites criollas forjaron algunas alianzas, en oposición al “mal gobierno”; sin embargo al mismo tiempo gritaban vivas al rey33. El levantamiento comunero neogranadino a finales del siglo XVIII tuvo un alto impacto social, político y económico al punto que frenó las principales reformas propuestas por la Corona. Obviamente, la pacificación dejo muertos y sabores de traición por parte de las élites criollas hacia los sectores sociales medios y bajos, puesto que las capitulaciones hechas no se cumplieron. No obstante, hubo algunos logros como la devolución de algunos territorios a las comunidades indígenas y el detenimiento del aumento de impuestos. Las élites criollas por su parte siguieron sosteniendo gran parte de sus privilegios hasta el final del período colonial (1810) e incluso hasta la primera fase independentista (1816) que se vieron alteradas por la invasión del Ejército Expedicionario comandado por Morillo.
Véase la introducción de MARGARITA GONZÁLEZ en El Vasallo Instruido. Trascripción realizada por la autora. Bogotá, U.N.C., 2000, pp. 726. 33
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De tal manera que los anteriores conflictos de la sociedad colonia no desaparecerían con la transición hacia las republicas; por el contrario como veremos en algunos casos se exacerbaron. Hacia 1810, como señala Martha Herrera, “las poblaciones habían crecido, se habían formado élites locales cuyos intereses podían diferir de los de las élites capitalinas y surgía la necesidad de una mayor autonomía frente a la capital”34. Y es precisamente desde 1810 que algunas ciudades secundarias, villas y parroquias exigen mayor autonomía e incluso su soberanía ante las capitales provinciales. En el siguiente apartado trataré de mostrar algunos aspectos al respecto.
II. La primera fase independentista, 18101816: autonomías y soberanías. a.
Las independencias
La invasión de las tropas francesas en 1808 a la península ibérica, y la consecuente abdicación de los Monarcas españoles, empezaría a cambiar las cosas para las colonias españolas. Si bien las colonias siguieron jurando lealtad al rey y/o más adelante a la nueva nación española. Tal situación no duraría mucho; pues, por un 34
HERRERA, MARTHA.
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Poder Local..., p. 125.
lado, las tropas francesas prácticamente habían ocupado la mayor parte del territorio español, y, por otro lado, los conflictos entre las mismas facciones de peninsulares fueron abriendo paso para que los criollos americanos optaran por la independencia. Esto último se exacerbó en la medida en que los peninsulares incumplieron las promesas hechas a los criollos, con respecto a la igualdad en la participación política. En 1810 La Suprema Junta de Gobierno de España señalaba: “Desde este momento españoles americanos, os veis elevados a la dignidad de hombres libres; no sois ya los mismos que antes encorvados bajo un yugo mas duro mientras más distantes estabais del centro de poder; mirados con indiferencia, vejados por la codicia y destruidos por la ignorancia. Tened presente que al pronunciar o al escribir el nombre del que ha de venir a representar[o]s al congreso nacional, vuestros destinos ya no dependen ni de los ministros, ni de los virreyes, ni de los gobernadores; están en vuestras manos” 35.
Estas y otras misivas llegaban de España animando a los criollos a enviar a sus representantes bien fuera a la Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino e Indias o más adelante a las Cortes. La invitación era apoyar la causa contra el tirano: Napoleón y todos sus partidarios, los afrancesados. Asimismo, algunos sectores peninsulares anunciaban a los criollos americanos el reconocimiento de la igualdad política. Sin embargo, en 1810, cuando en la Isla de León se instalaron formalmente las Cortes de Cádiz los criollos vieron que las promesas no se cumplían, pues no había una participación equitativa entre los representantes americanos y peninsulares; ya que los primeros, apenas contaban con 60 representantes, a pesar de tener una población más numerosa en sus territorios; mientras los segundos contaban con 240 representantes 36. Así, lo anterior fue radicalizando la postura de algunos Citado, por Catalina Reyes. “Soberanías, Territorios y Conflictos…”, p. 174 36 REYES, CATALINA. “Soberanías, Territorios…”, p. 175 35
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criollos y de algunos sectores sociales. Igualmente, otros sectores sociales seguían jurando lealtad al rey o a la nueva nación española, esto según sus intereses políticos, económicos y sociales. Ante las circunstancias mencionadas los criollos neogranadinos fueron formando en los diferentes entes territoriales sus Juntas Supremas de Gobierno, por lo general, en las ciudades o villas, en donde había cabildos. Las Juntas Supremas se fueron constituyendo desde los primeros meses de 1810. La importancia de los cabildos en la sociedad colonial ya la había mencionado, y aunque algunos autores afirman que éstos estaban perdiendo importancia a finales del siglo XVIII, cabe anotar aquí que con las independencias los cabildos recuperaron su importancia, ya que desde ellos se estructuraban los intereses locales o provinciales. Algunos de esos intereses ya se han examinado para el período colonial tardío. Lo que sucede en el momento de las independencias es que los conflictos entre provincias y de éstas contra sus propias subdivisiones territoriales se intensifican. Parte de esos conflictos, como ya se mencionaba, eran consecuencia de los diferentes intereses económicos, políticos y sociales entre las élites provinciales, interprovinciales y locales. Éstas últimas se estaban fortaleciendo a finales del período colonial con la expansión de la población mestiza, parda, mulata, y gente de los demás colores. Los conflictos civiles ocurridos durante la primera fase independentista, por lo general, son tratados por la bibliografía como producto de conflictos o peleas “bobas”. Sin embargo, la estructuración política y administrativa que venía desde el período colonial no puede tenerse como compacta; y, por tanto, es erróneo concluir que el territorio del Virreinato era una unidad política y administrativa solvente. Para establecer un proyecto idealista tal vez, pero la realidad muestra otra cosa. Lo que había en el Virreinato de la Nueva Granada era una gran diversidad de pueblos y asentamientos que en muchos casos estaba fuera del control del Estado colonial. Así que es importante señalar lo anterior ante las interpretaciones y explicaciones que dan cuenta del primer período de las independencias como el
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desenlace de conflictos ‘bobos’ que no permitieron llevar a cabo el proceso de la unidad nacional o el establecimiento del Estado nacional. Recientemente historiadores y politólogos como Catalina Reyes, Guillermo Sosa37, Armando Martínez Garnica38, Leopoldo Múnera39, entre otros, han cambiado las interpretaciones y explicaciones que se tenían sobre el período muy comúnmente llamado, por la historiografía oficial e incluso no oficial, la patria boba. Hacen falta estudios que profundicen más sobre el tema, ya que es recientemente que se ha empezado a darle un giro importante a las interpretaciones sobre la independencia Colombiana. Este período, a mi modo de ver, debería ser llamado el de las independencias y las republicas, ya que en la primera fase independentista lo que se bosquejan son diversos proyectos de Estados-provincia y ciudades-Estado. El bosquejo de tales proyectos es consecuencia de lo que se fue articulando durante el período colonial. Como veíamos el Estado colonial no tenía un control efectivo sobre gran parte del territorio. Además donde logró cierto control lo hizo a través de pactos y alianzas entre los diversos sectores sociales. De tal manera que, la unidad entre los diferentes entes territoriales que componían el virreinato era débil y en algunas partes inexistente. Incluso la forma que usó la Corona para dominar, aparte de la religión y la espada, fueron las intrigas y se valió de los conflictos entre los distintos grupos sociales asentados en los diferentes entes territoriales del virreinato. Lo anterior es parte del legado colonial y no se puede borrar de tajo, a menos que se quiera cambiar la historia para mostrar que Representación e Independencia, 1810-1816. Bogotá, ICANH, Fundación Carolina, 2006. 38 MARTÍNEZ GARNICA, ARMANDO. El legado de la Patria Boba. Bucaramanga, UIS, 1998. 39 MÚNERA RUÍZ, LEOPOLDO. “La génesis del Estado en Colombia: 18101831”, en: LEOPOLDO, MÚNERA Y RODRÍGUEZ, NATHALY (eds), Fragmentos de lo Público-Político. Colombia Siglo XIX, Bogotá, La Carreta Editores, UNIJUS, 2008, pp. 11-84. El autor realiza una importante crítica a las interpretaciones y explicaciones de corte teleológico y normativo, que de por cierto son abundantes. Tema que, seguramente, dará para múltiples debates. 37
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efectivamente había unidad y que todo esta bien hasta que en el momento de la independencia unos pocos truncaron el proyecto de unidad nacional en defensa de sus intereses. Lo que se observa es que desde al época colonial se venían constituyendo diversos intereses provinciales, interprovinciales y locales que con la eclosión de las independencias se agudizaron. Si examinamos, por ejemplo, las actas y constituciones, éstas reflejan la diversidad de planteamientos y proyectos de Estado, nación, republica e incluso monarquía que se trataron de llevar a cabo en ese período40. De la diversidad de proyectos que se estructuraron se observa que tres de ellos, durante la primera fase independentista, trataron de establecer su hegemonía: a) Cundinamarca –proyecto liderado por la provincia de Santafé-; b) las Provincias Unidas de la Nueva Granada –proyecto liderado por la provincia de Cartagena-; y, c) España. Los dos primeros proyectos eran americanos y de tendencia republicana, mientras el tercero era europeo y de tendencia regalista. Más adelante explicaré algunas de sus características. b.
Autonomías y soberanías
En primer lugar es importante aclarar, aunque someramente, algunas diferencias notorias de lo que se entendía por los conceptos autonomía y soberanía para el periodo colonial tardío e independentista: en el primer período se hacía referencia por autonomía al margen o límite que tenían los gobiernos locales ante los provinciales y de éstos frente al gobierno central. Por ejemplo, los cabildos de las ciudades secundarias o de las villas eran autónomos en la toma de algunas decisiones políticoadministrativas de su jurisdicción ante el cabildo de la capital provincial, sin embargo, éstos no eran soberanos; ya que la soberanía recaía en la Corona o el rey, tras el pacto y alianzas de ésta o éste con el pueblo. En el segundo período el soberano español (el rey) dejo de cumplir con sus deberes y pactos con el pueblo. De tal LEOPOLDO MÚNERA, define esta heterogeneidad de proyectos y planteamientos políticos como el pluriverso de lo político, ob., cit, pp. 67 y ss. 40
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manera que la soberanía revirtió, nuevamente, en el pueblo. Así, en los inicios del periodo independentista la soberanía revertía al pueblo y de éste a la nación41. En la Nueva Granada en el momento de las independencias surgió una eclosión de reclamos por autonomías y soberanías. Los diferentes entes territoriales, tales como: provincias, ciudades, villas, parroquias o sitios no sólo reclamaban mayor autonomía sino también su soberanía42. Lo anterior exacerbó los diversos conflictos entre provincias, ciudades, villas, parroquias o sitios, que venían del período colonial tardío; ya que este fue un momento propicio para que los sectores dominantes, aliados a otros sectores sociales, locales o provinciales entraran a disputar sus intereses políticos, económicos y sociales contra los que ellos denominaban tiranos o usurpadores. De esta manera en algunos entes territoriales reclamaban la reasunción de la soberanía popular no solamente ante España, sino también ante los entes territoriales a los que estaban sujetos. Este es el caso, por ejemplo, de la villa de Mompox que reclamaba su soberanía ante la capital de la provincia: Cartagena. También la villa de Sogamoso hacia lo propio ante Tunja y así sucesivamente encontramos casos similares. Sin embargo, no todos los entes territoriales que hacían parte del virreinato se declararon independientes de España. Por ejemplo, las provincias de Santa Marta, Panamá, Río Hacha, Sobre el tema de soberanía popular y el Estado moderno, Véase: MARQUARDT, BERND, “El Estado de la doble revolución ilustrada e industrial (1776-2008)”, en: Historia Universal del Estado, tomo 3, Bogotá, La Carreta Histórica, Universidad Nacional de Colombia, 2009, pp. 205 y ss. También Véase: MÚNERA, LEOPOLDO, op. cit., pp, 52 y ss. 42 Según Thibaud, “El proceso de creación de las Juntas americanas, que ocurren entre 1809 y 1810, lleva a una fragmentación territorial total. La desaparición de la regulación imperial produce así una disgregación territorial enorme. Desde abril hasta septiembre de 1810, cada ciudad, villa o pueblo quiere recuperar su soberanía, y formar un gobierno autónomo”. Véase: THIBAUD, CLEMENT, “Formas de Guerra y construcción de identidades políticas”, en: Análisis Político No. 45, 2002, pp. 34 y ss. 41
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Pasto, Veraguas entre otras, declaraban su lealtad al rey. Así que éstas no reclamaron para sí la soberanía, puesto que seguían concibiendo al monarca como soberano. Obviamente, las provincias, villas, parroquias o sitios y demás entes territoriales que seguían siendo realistas entraron en conflictos políticos y armados con los patriotas. Por ejemplo, Santa Marta y Río Hacha tendrían fuertes enfrentamientos con Cartagena y las fuerzas confederadas de las Provincias Unidas, así como la provincia de Pasto con el Estado de Cundinamarca43. Estos conflictos no surgieron de ipso facto o en el momento de las independencias, sino que, como ya había señalado, muchos de ellos provenían de la época colonial. Teniendo en cuenta lo anterior, los reclamos por autonomía y soberanía en el momento de las independencias no fueron homogéneos, sino más bien heterogéneos, esto según los intereses de los diferentes sectores sociales que componían los diferentes entes territoriales. Para el caso de la Nueva Granada, por ejemplo, en las primeras actas de independencia la ruptura no era absoluta, ya que aun se juraba lealtad al Rey. Es el caso, por ejemplo, de Santafé. En el acta de independencia de esta ciudad se señalaba que: “(…) la Nueva Granada, que protesta no abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto y desgraciado monarca don Fernando VII, siempre que venga a reinar entre nosotros, quedando por ahora sujeto este nuevo Gobierno a la Junta de Regencia…”44.
Sin embargo, las mismas condiciones y el de vacío de poder fueron sentando las bases, para que los criollos americanos buscaran legitimar las declaraciones de MARTÍNEZ GARNICA, ARMANDO, op. cit. Cabe aclarar que el autor utiliza divisiones territoriales tales como: provincia- corregimiento y villas o cantones. Pp. 33 y ss. También véase: REYES, CATALINA. “Soberanías…”, pp. 191 y ss. 44 Véase: “Acta de la Independencia Santafé de Bogotá”, en: Proceso Histórico del 20 de Julio de 1810. Bogotá, Banco de la República, 1960, pp. 153 y ss. 43
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independencia absoluta en las diferentes provincias, ciudades y villas. Una de las primeras provincias en declararse totalmente independiente de España fue Cartagena, en su acta de independencia se declaraba: “Nosotros los representantes del buen pueblo de Cartagena de Indias, con su expreso y público consentimiento, poniendo por testigo al Sér Supremo de la rectitud de nuestros procederes, y por árbitro al mundo imparcial de la justicia de nuestra causa, declaramos solemnemente a la faz de todo el mundo, que la provincia de Cartagena de Indias es desde hoy de hecho y por derecho independiente; que se halla absuelta de toda sumisión, vasallaje, obediencia, y de todo otro vínculo de cualquier naturaleza que fuese, que anteriormente la ligase con la corona y gobierno de España, y que como tal Estado libre y absolutamente independiente, puede hacer todo lo que hacen y pueden hacer las naciones libres e independientes”(sic)45.
Esta declaración de independencia de las autoridades de Cartagena no fue porque éstas en su mayoría lo quisieran así, sino que, más bien, fue por la presión de algunos criollos ilustrados –sobre todo los momposinos - y de una buena parte de la población de mestizos, mulatos y pardos de la provincia que obligaron a las autoridades a firmar el acta de independencia absoluta de España46. Otras provincias, ciudades, villas y parroquias siguieron el ejemplo de Cartagena, mientras otras siguieron jurando lealtad al rey. Las primeras reclamaban su soberanía, que era la soberanía del pueblo. Las segundas optaron por seguir guardando su fidelidad al monarca. Ambas posiciones, obviamente, trataban de mantener sus privilegios e intereses, que no eran solamente económicos. Ahora bien, cabe preguntarnos, ¿Cómo justificaban los diferentes entes territoriales su lealtad a la monarquía o soberanía? Las respuestas obviamente son múltiples, sin embargo se tratará de responder lo anterior desde dos posiciones: la primera era la que defendían los realistas 45 46
Íbíd., pp. 250-257, aquí 257. REYES, CATALINA. “Soberanías…”, pp. 181 y ss.
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fundamentándose en el legado cultural de la madre patria. Tal legado era revindicado por los sectores sociales (altos, medios y bajos) que veían como sus privilegios e intereses iban en detrimento con los cambios propuestos por los criollos republicanos. Por ejemplo, los indígenas asentados en las provincias de Pasto, Río Hacha y Santa Marta decidieron defender la causa realista por que veían en ella garantizados algunos de sus intereses. Sus acciones no eran meramente por ignorancia como trataron de mostrar algunos criollos; por el contrario, las comunidades indígenas sabían bien de las intenciones de los criollos de acabar con sus pueblos y resguardos. No obstante, hubo comunidades indígenas aliadas de los criollos republicanos, como, por ejemplo, los pueblos y resguardos asentados en las provincias de Santafé y Tunja. La otra posición la podemos observar en las actas y constituciones redactadas por los criollos patriotas. Obviamente, las actas y constituciones buscaban legitimar, de alguna manera, los nuevos proyectos incluso el monárquico constitucional. Efectivamente, detrás de las promulgaciones constitucionales47 se mantenían los intereses de los diferentes sectores sociales dominantes, éstos invocaban la soberanía popular; pero lo cierto es que el acceso de la mayoría del pueblo a las instancias de poder estaban bastante limitadas: basta analizar los requisitos para elegir y ser elegidos en las constituciones políticas de Cundinamarca, Cartagena, Tunja, Antioquia, Mariquita. Por ejemplo, en la constitución de Cundinamarca en el titulo VIII, de las elecciones, artículo 3 se especifican los requisitos, cualidades y quienes eligen a los electores o apoderados de las parroquias48: “[Art.] 3. Reunidos todos los parroquianos el día 3 de noviembre en la casa de juzgado, si la hubiere en el pueblo, o si no en la del mismo MARQUARDT, BERND, ob., cit, pp. 183 y ss. El autor analiza en buena parte de este tomo (3) el impacto del constitucionalismo moderno en los Estados modernos, que se fueron formando después de lo que él llama la doble revolución: la ilustrada y la industrial, pp. 147 y ss. 48 Igualmente, se hacía para los corregimientos, villas y pueblos. 47
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alcalde, con quien concurrirán el Cura y el sujeto que en el año anterior haya sido juez del lugar, si no son dos los alcaldes; y los tres unidos examinarán con la posible brevedad y diligencia los que sean varones libres, mayores de veinticinco años, padres o cabezas de familia, que vivan de sus rentas u ocupación sin dependencia de otro, que no tengan causa criminal pendiente, que no hayan sufrido pena difamatoria, que no sean sordomudos, locos, dementes o mentecatos, deudores al tesoro público, fallidos o alzados con la hacienda ajena; y los que resulten con aquellas cualidades y sin defectos son los que deben sufragar en la elección primaria”49. Como se puede analizar la elección de los electores o apoderados en las parroquias era hecha por autoridades tradicionales (coloniales) y, de por sí, bastante excluyente; no sólo porque el elector tenía que vivir de su propia renta u ocupación, sino también porque ni las mujeres ni la mayoría de ‘ciudadanos’ cumplían los requisitos exigidos. Era elegido un elector por cada quinientos habitantes y otro cuando hubiese un excedente no menor a la mitad. Las parroquias que no cumpliesen con el requisito mínimo de población podían elegir un apoderado50. Después se procedía a realizar un segundo cernido. Los electores de las parroquias tenían que reunirse en el pueblo cabecera del corregimiento y presentarse a las autoridades correspondientes: al corregidor o alcalde. Éstos se encargarían de revisar los padrones de todas las parroquias y elegían un elector por cada cinco mil “almas”, y otro por sí había un excedente de dos mil quinientos, para que los representara en las elecciones que se harían en la capital de la provincia, es decir, Santafé. El último cernido ocurría cuando los apoderados de los corregimientos viajaban a la capital para elegir a los representantes de los tres poderes públicos: ejecutivo, judicial y legislativo51. POMBO, MANUEL y GUERRA, JOAQUÍN. Constituciones de Colombia, Tomo I, Bogotá, Banco Popular, 1986, p. 352. Las cursivas son mias. 50 Ibíd., p. 354 51 Ibíd., pp. 358 y ss. El número de representantes del Cuerpo Legislativo era de 1/10.000 y otro si hubiere un excedente de 49
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Ahora pasemos a examinar cuáles eran los requisitos exigidos a los máximos representantes del poder público del Estado monárquico de Cundinamarca. Para ser senador, según el Título VII, artículo 29, dice: “Para ser miembro del Senado se requiere, además de las circunstancias prescritas en el artículo 14 del titulo IV, la edad de treinta y cinco años cumplidos, con doce años de residencia en esta provincia, sobre la vecindad adquirida con cualquiera otro título; y tener un manejo, renta o provento equivalente al capital de diez mil pesos” 52. Asimismo para ocupar otros cargos (altos y medios) se exigían requisitos que, si bien no expresan la cuantía, sólo muy pocos ciudadanos los reunían: las élites (políticas, económicas y sociales)53. De manera que, con tales requisitos y formas de proceder en las elecciones para elegir tanto apoderados -que eran miembros de los grupos de poder de sus respectivos entes territoriales- como 5.000, p. 360. 52 Ibíd.., p. 347. Las cursivas son mías. El art. 14 del Titulo IV dice: Para ser miembro de la Representación Nacional se requiere indispensablemente ser hombre de veinticinco años cumplidos, dueño de su libertad, que no tenga actualmente empeñada su persona por precio, y si lo estuviera por voto, se considerará absolutamente impedido para la parte ejecutiva y para entrar a las corporaciones de censura judicial, quedando expeditos por sí y con arreglo a los cánones, los religiosos y los individuos del clero secular para tener representación en el Colegio Electoral y en el Cuerpo Legislativo, siempre que los Regulares sean prelados o se hallen en alguna especie de emancipación con carácter o ministerio público. Tampoco pueden ser miembros de la Representación Nacional los dementes, sordomudos (…) ni los que vivan a expensas de otro en calidad de sirvientes domésticos, ni los que carezcan de casa abierta, ni los que hayan dado muestras positivas de ser opuesto a la libertad americana y consiguiente transformación del Gobierno, p. 321 53 En la constitución republicana de 1812, por ejemplo, enfatiza que “para ser miembro del Poder Ejecutivo se requiere… tener una renta o manejo… equivalente a cuatro mil pesos. Véase: POMBO & GUERRA, op. cit., Tomo II, p. 33. Es de aclarar que tal suma de dinero para este tiempo es elevada y que muy pocos la poseían.
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representantes de los poderes públicos se buscaba equilibrar las balanzas tanto de los poderes locales como provinciales. El número reducido de representantes por parroquias, villas, ciudades, corregimientos y provincias, no dejó contentos a algunos sectores sociales de los entes territoriales que querían mayor participación, y por el contrario veían en detrimento sus privilegios. Para no quedarnos sólo con el ejemplo de la constitución monárquica de Cundinamarca -que a propósito no duraría más de un año; pues el 7 de abril de 1812 la constitución de Cundinamarca tomó el modelo republicano, en el que los requisitos exigidos para elegir y ser elegido no variaron mucho54-, pasemos ahora a analizar los requisitos y procedimientos que se esbozan en la constitución del Estado de Cartagena de Indias. Los procedimientos para la elegir y ser elegido están estructurados, más o menos, como los que se enuncian en la constitución de Cundinamarca, lo que cambia es la denominación de algunos entes territoriales55. En cuanto a los requisitos, según el Título IX, de las elecciones, eran: “Artículo 1. Todo ciudadano que tenga las cualidades prescritas por la constitución, tiene derecho a concurrir por sí, o por medio de su apoderado, a la elección de los funcionarios públicos. 2. Las cualidades necesarias para tener en ejercicio este derecho, son: la de hombre libre, vecino, padre o cabeza de familia, o que tenga casa poblada y viva de sus rentas o trabajo, sin dependencia de otro; y serán excluídos; los esclavos, los asalariados, los vagos, los que tengan causa criminal pendiente, o que hayan incurrido en pena, delito o caso de infamia, los que en su razón padecen defecto contrario al discernimiento, y finalmente aquellos de quienes conste haber Ibíd. Tomo II, Los requisitos para ser Senador, prácticamente no cambiaron. Véase Título IV, art. 75, p. 28. También una buena parte del art. 14 del Título IV siguió igual. Véase Titulo III Art. 8, pp. 15 y s. 55 Ibíd. Tomo II. Véase pp. 152 y ss. 54
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vendido o comprado votos en las elecciones pasadas”(sic) 56. Tales requisitos, igualmente que los de las dos constituciones de Cundinamarca, excluyen a las mujeres y a un buen número de la población. Los requisitos que se requerían para ser miembro de los altos cargos burocráticos se expresan en el Título IV, de la Convención General de Poderes, artículo 6: “Para ser miembro de la Convención de Poderes, a más de las cualidades que exige el desempeño de sus respectivas funciones, se requiere general e indispensablemente ser hombre libre con vecindad lo menos de seis años, en cualquiera de las provincias de la Nueva Granada y domicilio actual en ésta; propietario o que viva de sus rentas sin dependencia ni a expensas de otro”57. De las tres constituciones examinadas se puede observar que la representación local (villas, ciudades secundarias, parroquias o sitios) era reducida y bastante exclusoria. De ahí que los sectores sociales dominantes de estos entes territoriales, por lo general, buscaran emanciparse de sus cabeceras municipales o capitales; pues si se declaraban independientes y soberanas e incluso si buscaban afianzar un aliado que les brindará mayor autonomía era mucho más ventajoso para sus intereses políticos y económicos. Por ejemplo, ese fue el caso de Mompox que en 1810 se independizó no sólo de la Corona sino también de Cartagena. Y como ésta última reaccionó ante tal hecho con amenazas de represión e invasión, los momposinos se aliaron al proyecto que lideraba la provincia rival de Cartagena: Santafé. Sin embargo, Mompox no fue el único caso, como bien señala Catalina Reyes, “en el occidente Cartagena debió enfrentar a los realistas surgidos en su propio territorio. En 1813 los pueblos de la sabana de Corozal y riberas del río Sinú no 56 57
Ibíd., p. 151. Cursivas mías. Ibíd. p. 110. Cursivas mías.
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aceptaron la declaratoria de independencia total de Cartagena y procedieron a jurar lealtad a Fernando VII y obediencia al Consejo de Regencia”58. Estos pueblos procedieron a realizar sus alianzas con Santa Marta que era una provincia realista. En otras provincias que tampoco declararon su independencia de España como Panamá, Veraguas, Río Hacha y Pasto, los sectores sociales dominantes o subalternos de estos entes territoriales también defendían sus intereses; ya fueran políticos, económicos o sociales. Hasta aquí la hipótesis planteada y que se ha tratado de verificar es que los conflictos entre los diferentes grupos sociales, como entre los entes territoriales, fueron un factor clave en la fragmentación del poder en el Virreinato de la Nueva Granada y esto se exacerbó en el momento de las independencias. Así, al desaparecer el elemento cohesionador, que era la Corona, la unidad que había en el Virreinato se tornó aún más débil. Asimismo, hemos visto que al momento de las independencias se dio una eclosión de autonomías y soberanías que estaban ligados a los intereses políticos, económicos y sociales de las elites y sectores subalternos locales, provinciales o interprovinciales. Esta gran maraña de intereses entre los diferentes sectores sociales que se asentaban en los diferentes entes territoriales es compleja y los estudios realizados al respecto son pocos. c. Los conflictos y algunas de sus características: los proyectos hegemónicos
En el momento de las independencias, los primeros conflictos bélicos surgidos no fueron directamente o, precisamente, contra la Corona. Como bien señala Clement Thibaud, “los pueblos rivalizan para lograr la preeminencia regional o para resistirse a la “tiranía” de la capital provincial”59. Es así como, por ejemplo, observamos algunos de los conflictos ya mencionados: Cartagena/Mompox, Cartagena/ Cundinamarca, 58
REYES, CATALINA.
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THIBAUD, CLÉMENT,
“Soberanías…”, p. 189 op, cit. p. 36
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Socorro/Cundinamarca, Tunja/Sogamoso y así sucesivamente. En otras palabras, los conflictos que predominaron durante la primera fase independentista (1810-1816) fueron las guerras intestinas. Estos primeros conflictos de la etapa emancipatoria en la Nueva Granada son vistos, por Thibaud, como pertenecientes al mundo prerrevolucionario, ya que “son rivalidades entre cuerpos antiguos, pueblos, familias más o menos prominentes que se expresan con poca violencia, en interminables sitios donde se intentaba negociar frecuentemente, más aún, son combates que se libraban sobre un fondo de amistad y de identidad común española”60. Sí bien es cierto que la guerra no había adquirido un carácter moderno, no podemos sostener enfáticamente lo de una identidad común española, puesto que posturas como la de Fermín de Vargas o Antonio Nariño a finales de la colonia sostienen un referente de identidad neogranadina, que se aparta de la española61. En lo que si estaría de acuerdo con Thibaud es que estos conflictos se definen claramente como guerras cívicas; sin embargo no estaría de acuerdo en afirmar que estas guerras eran propias del mundo antiguo, según él, estarían ajenas “al momento político de la ruptura revolucionaria (…) la guerra cívica ni se origina en una guerra previa de una identidad nacional ni la puede generar”62. Lo anterior conlleva a reflexionar el punto de sí, efectivamente, tales guerras cívicas promueven o no un sentido de identidad nacional. En primer lugar es de aclarar que la identidad nacional en esos momentos no era como la definimos hoy día, es más no se utilizaba tal término. No obstante, si hiciéramos una referencia de la identidad que empezaban a tener los nuevos ciudadanos con respecto a la nueva nación (moderna), ésta estaría más bien enfocada a los entes territoriales provinciales o locales. Sin embargo, incluso, en la primera fase independentista, observamos que hay esfuerzos por parte de algunos criollos de la élite Íbíd., p. 38 Al respecto Véase KÖNIG, HANS, op. cit., pp. 114 y ss., 147 y ss. También véase: ORTIZ, SERGIO ELÍAS. Colección de Documentos para la Historia de Colombia. Bogotá, 1965. El autor compila varios documentos que dan cuenta de los procesos por subversión que se le siguieron a Fermín de Vargas y a A. Nariño, pp. 13-78. 62 Ibíd., p. 39 60 61
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por tratar de las sentar bases de concebir una nación o patria más allá del territorio de donde se nació. Es así como, por ejemplo, encontramos que en el primer Congreso del Reyno llevado a cabo el 27 de septiembre de 1811 por los representantes de las provincias soberanas de Antioquia, Cartagena, Neiva, Pamplona y Tunja buscaban: “unirse en a una asociación federativa, que remitiendo a la totalidad del gobierno general las facultades propias y privativas de un solo cuerpo de nación reserve para cada una de las provincias su libertad, su soberanía y su independencia, en lo que no sea de interés común, garantizándose a cada una de ellas estas prerrogativas y la integridad de sus territorios, cumpliendo con este religioso deber y reservando para mejor ocasión o tiempos más tranquilos la constitución que arreglará definitivamente los intereses de este gran pueblo”...63.
En primer lugar, cabe destacar que se empezaba a romper la concepción del concepto medieval de nación, que estaba relacionado con el lugar de nacimiento. Y lo que se propone en tal congreso es crear una nación (política) moderna que trataba de vincular a los diferentes sectores sociales de los entes territoriales de una buena parte de lo que era el virreinato de la Nueva Granada a unirse en una confederación de Estados soberanos. En segundo lugar, con esta acta se daba nacimiento a la Confederación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada. Y como se puede observar las provincias participantes se constituían es Estados soberanos e independientes que sólo relegaban una parte de su soberanía al Congreso de la Unión. Para evitar los problemas de la eclosión de autonomías y soberanías el Congreso decreto en el artículo 2: “Son admitidas y parte de por ahora de esta confederación todas las provincias que al tiempo de la revolución de la capital de Santafé, en 20 de julio de POSADA, EDUARDO, Congreso de las Provincias Unidas, 1811-1814. Tomo I, Bogotá, Fundación Francisco de Paula Santander, 1989, p. 1. El subrayado es mío. 63
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1810, eran reputas como tales, y que, en continuación y en uso de este derecho, reasumieron, desde aquella época, su gobierno a administración interior, sin perjuicio no obstante de los pactos o convenios que hayan hecho o quieran hacer algunas de ellas y que no se improbarán en lo que no perjudique la Unión”64.
Sin embargo, el naciente Congreso no tenía la suficiente fuerza para aplacar los fuertes intereses locales y provinciales de vieja data. Así que la unidad no duraría mucho porque, como mostraré más adelante, pronto se empezó a disolver65. Por un lado, este proyecto trató de solucionar el problema de la fragmentación del poder mediante una unidad donde se le reconocía a los principales entes territoriales su autonomía y soberanía y la igualdad ante las demás. Sin embargo, las nacientes provincias, ciudades y villas que deseaban liberarse de sus cabeceras o capitales- provinciales no quedaron conformes con tal pacto y algunas formarían alianzas más adelante con el otro proyecto hegemónico: el de Cundinamarca. El Estado de Cundinamarca después del segundo Congreso realizado en Villa de Leyva, en 181266, decidió separase de la Unión. Al Cundinamarca separarse de la Unión aceptó pactos y alianzas de anexión de entes territoriales de la provincia de Tunja y Pamplona, que hacían parte de la Unión. Además anexó a otros entes territoriales por la fuerza. La anterior situación condujo a que estos dos proyectos resolvieran sus diferencias por la vía armada. Dos de las batallas más representativas fueron la ocurrida en 1813 en Santafé, con triunfo para el Estado de Cundinamarca y el consecuente reconocimiento por parte del Congreso de las Provincias de los tratados impuestos por Cundinamarca. Estos se expresaron en 6 artículos en Ibíd., p. 2 MÚNERA, op. cit, a través de su ensayo realiza un sugestivo análisis sobre el problema de la unificación política, en la construcción del Estado en Colombia, durante el período independentista. 66 Las provincias que enviaron sus representantes al Congreso fueron: Antioquia, Cartagena, Casanare, Cundinamarca, Pamplona, Popayán y Tunja. Véase, en: POSADA, EDUARDO, Congreso de las Provincias Unidas, pp. 49 y ss. 64 65
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los que se ratificaba los lazos de amistad, paz, apoyo y reforzamiento militar67 y diálogos entre las partes. No obstante, tales acuerdos no durarían mucho; pues, con la segunda batalla ocurrida en 1814, las fuerzas de la Unión lograron someter al Estado de Cundinamarca. Así, éste fue adherido al proyecto confederal. De esta manera el objetivo de los representantes del Congreso, que era fortalecer la “unidad” parecía llevarse a cabo; pero lo cierto es que internamente se desarrollaban distintos conflictos que el Congreso de la Unión muy poco pudo hacer para resolverlos. Camilo Torres señalaba algunos de los problemas refiriéndose a los intereses y mezquindades de los ciudadanos de Cundinamarca que “no quieren la unión”68. Aunque, los conflictos e intereses entre los diferentes sectores sociales - dominantes y subalternostambién afectaban la unidad de las Provincias Unidas; ya que las disputas y luchas entre los distintos entes territoriales, así como entre militares venezolanos y neogranadinos, eran problemas cotidianos. Por otro lado, la disolución de los proyectos republicanos comenzó con el regreso del rey Fernando VII al trono, en 1814, y la decisión de éste de recuperar los territorios en ultramar. Para ello, la Corona española organizó una Expedición militar, que saldría al mando del General Morillo. Tal Expedición salió de España a comienzos de 1815 y a finales del mismo año ya tenía control sobre buena parte de los territorios que antes controlan las fuerzas patriotas. Según Rebeca Earle, el Ejército Expedicionario fue bien recibido por la gente, quienes los veían como sus salvadores; sin embargo éstos cometieron diversos atropellos contra la población, en la que ni las mismas autoridades se salvaron de tales abusos69. Eso, sin 67
POSADA, EDUARDO,
68
POSADA, EDUARDO,
Congreso de las Provincias Unidas, p. 103 y ss. Congreso de las Provincias Unidas 1814-1816, Tomo II, pp. 26 y ss. 69 EARLE, REBECA, “Popular participation in the wars of independence in New Granada”, en: MCFARLANE, ANTHONY y POSADA –CARBO, EDUARDO (Eds), Independence and Revolution in Spanish America: Perspectives and problems, London, University of London and Institute of Latin American Studies, 1999, pp. 96 y ss.
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lugar a dudas, les fue quitando el apoyo de la población. Otros elementos que permiten entender y explicar el debilitamiento del Ejército Expedicionario son: las inclemencias climáticas y las fugas de la soldadesca. En fin, con la reconquista (1816-1819) gran parte de los líderes republicanos tanto locales como provinciales que no huyeron fueron fusilados o asesinados. Y los escasos reductos patriotas se concentraron en los llanos orientales y sus alrededores. Desde allí las fuerzas patriotas empezaron a reorganizarse para enfrentar a las fuerzas españolas en lo que será la segunda fase independentista (1819-1824) y que dará paso al proyecto de la República de Colombia (1819-1830). En esta segunda fase Simón Bolívar y otros líderes republicanos lograron articular las fuerzas patriotas contra el enemigo en común: España. Sin embargo, los conflictos, ya señalados, no habían desaparecido y seguían gestándose al punto de que, al momento de desaparecer el enemigo externo, los conflictos volvieron a exacerbarse y las disputas nuevamente cambiarían el mapa político administrativo del antiguo territorio del Virreinato.
IV.
Conclusiones
Como observamos desde el establecimiento del Virreinato de la Nueva Granada la fragmentación del poder
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era un problema central en la organización políticoadministrativa del Virreinato. El Estado colonial no pudo establecer un control y organización político -administrativo efectivo en los vastos territorios del Virreinato. Durante el período colonial tardío en los entes territoriales del Virreinato se fueron desarrollando conflictos y disputas entre los poderes locales y provinciales que, por lo general, terminaron exacerbándose en el momento de las independencias. Este problema es, comúnmente, mostrado por la bibliografía como consecuencia de conflictos y peleas “bobas”, surgidas en ese momento. Sin embargo, el problema es que no explican la forma en que se dio la transición del Estado colonial a los Estados republicanos surgientes. Y es por ello que hablamos de la eclosión de diferentes proyectos de Estado y nación, que iban de lo local, lo provincial y lo interprovincial. Los conflictos desarrollados en el período colonial tardío pueden ayudar a comprender, interpretar y explicar mejor el porqué de los conflictos intestinos durante la primera fase independentista. Lo anterior puede contribuir a realizar reinterpretaciones sobre el problema de la construcción del Estado-nación en Colombia. Tal problema, por lo general, se aborda como un hecho de que la construcción del Estado nacional tenía que establecerse dentro de lo que era la jurisdicción territorial del Virreinato o, de por lo menos, de la jurisdicción de la Real Audiencia de Santafé. Así, lo anterior impide observar otros proyectos de Estado y Nación que trataron de llevarse a cabo desde lo local, lo provincial o interprovincial. Además de examinar con más detenimiento los intereses políticos, económicos y sociales que tenían los diferentes sectores sociales dominantes y subalternos en tales proyectos.
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