EL DECLIVE VOCAL
El declive vocal al que asistimos desde hace tiempo es un tema complicado y espinoso en el que no se puede frivolizar y del que habría que hacer un estudio aún más profundo que el presente. Para llegar a un conocimiento de causa lo más completo posible, es necesario
hacer
examen
de
conciencia
y
depurar
responsabilidades, por más doloroso que pueda ser. Actualmente, se tiende a descargar la culpa exclusivamente sobre el profesor de canto. Si bien es un factor importante, no es el único responsable ya que hablamos de declive vocal, es decir, de por qué una persona con la voz formada, se supone, de repente llega un momento en el que desaparece de la escena, nunca mejor dicho, en un plazo de tiempo relativamente corto. Distinta cosa sería hablar de la posible carencia de buenos profesores para los primeros pasos de un cantante, profesores con conocimientos técnicos, anatómicos, fisiológicos e, incluso, lingüísticos. Después de mucho hablar, leer e investigar sobre el tema, se puede llegar a la conclusión de que la carencia de voces es un hecho que se viene gestando desde hace mucho tiempo y que se debe a varios factores. Y hay diversas opiniones con respecto a los factores. La más curiosa es la de Piero Cappuccilli que atribuía uno de los factores al medioambiente: la contaminación, la calidad de la alimentación... Incluso se oyen voces en favor del factor genético, es decir, que genéticamente no existen ya voces como las de antaño. En cambio Carlo Bergonzi decía que voces sí nacen pero que la voz es un trabajo muscular al que hay que dar mucho tiempo para que se ejercite y fortalezca, tiempo del que no se suele disponer. 1
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Además se suele pensar que, si se tienen las notas de un papel, se tiene el papel, lo que no es cierto porque, muscularmente, el cuerpo no está preparado físicamente para realizar tal esfuerzo. Y es que el canto es un arte que tiene mucho de entrenamiento físico. Como muestra un botón: Ghena Dimitrova se trasladó a los 18 años a Sofía para estudiar canto y el éxito no le llegó hasta los 40 años más o menos. Ella misma ha dicho que eso fue lo que le permitió madurar vocalmente. Pensemos un momento si alguno de nosotros estaría dispuesto a plantearse seriamente esa posibilidad: comenzar una carrera a los 18 años para comenzar a sobresalir a los 40. Hay que tener también en cuenta que un cantante no es un pianista que comienza sus estudios a los 6 u 8 años. El cantante comienza, generalmente, tras la etapa de muda de la voz. Es decir, el hecho de la carencia vocal es innegable desde hace ya varios años. Voces muy importantes y prometedoras como el caso de Chris Merrit, que desaparecen de la escena internacional en poco tiempo. Pero no es correcto atribuir todo a una única causa como la supuesta carencia de buenos profesores de canto, sino a la concurrencia de varios factores como son la infraestructura que rodea a un teatro (gerentes, agentes...) y al propio alumno o cantante. Gerentes, dirección de teatros, agentes, casas discográficas Directores de escena Directores musicales Profesores de canto Responsabilidad del propio alumno
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Gerentes, dirección de teatros, agentes, casas discográficas Ante la escasez de voces y la necesidad de programar títulos para distintos teatros, todos los profesionales que se ocupan de cuestiones,
por
así
decir,
más
administrativas,
buscan
desesperadamente voces aunque sean jóvenes. Es algo legítimo, pero peligroso porque, a veces se ofrecen papeles de envergadura a voces muy jóvenes que, eso sí, llegan a todas las notas. Quizá no sea el papel incorrecto para ese cantante, pero sí se ofrece en el momento incorrecto. Así se captan voces jóvenes que son lanzadas al estrellato antes de estar preparadas y asentadas. Se propone entonces a voces jóvenes, que canten papeles que, en la vida se hubiera pensado ofrecer a una persona aún sin formar. Pero si pueden sacar adelante la producción, no les importa que en dos años la voz esté completamente arruinada ya que, acabarán encontrando otras voces en su momento que acepten hacer lo mismo. Y no sólo ocurre esto en voces líricas. No hace falta que recordemos cómo los intereses de casas discográficas y de niveles de audiencia se mueven en esta misma dirección. La opinión de René Kollo es muy valiosa ya que atribuía la desaparición paulatina de la ópera como género al hecho de querer sacar Tristanes, Brunhildas o Turandots de repente, de un cajón. Se necesita formar cantantes en tres meses como ya hemos comprobado con ciertas experiencias “televisivas”.
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Antes, como cuentan ciertas figuras de primer plano, existían teatros donde contrataban al cantante que pasaba a formar parte de una plantilla fija. Ahora eso no existe. Los teatros se nutren de unos cuantos títulos al año y de figuras contratadas especialmente para el caso según “caché” no por contrato fijo laboral. Según Bernd Weikl, el cantante era contratado en un teatro, recibía un salario fijo y se esperaba que pasara varios años en un elenco estable donde cantara 3 ó 4 veces por semana. ¡Qué diferente con las compañías de hoy día donde hay función doble casi todos los días y el descanso se limita al lunes! Y así queremos sacar adelante cantantes y no quemarlos... En cuanto a la industria discográfica y como la propia Dimitrova antes citada ha dicho, las voces pequeñas son más fáciles de grabar. Así, papeles como los que forman parte de su repertorio, son cantados por voces no apropiadas para ellos, pero más fáciles de registrar.
Directores de escena La dificultad de Rigoletto es bien sabido que no viene tanto del rol vocal como de la postura de jorobado que hay que adoptar. Esto es algo en lo que coinciden la mayoría de los barítonos. Algo tendrán que ver las exigencias escénicas con la técnica vocal. La importancia del director de escena es indiscutible en el montaje de cualquier obra. Hoy en día, cuando vamos al teatro, no sólo nos importan los intérpretes, sino también el director musical, la orquesta y el director de escena. 4
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Se habla de escasez de voces, de directores musicales especializados en el repertorio de ópera, pero también hay que reconocer
la
escasez
de
directores
como
Zefirelli,
cuyo
conocimiento de la escena, la música y la voz era magnífico. Pero los grandes directores sólo pueden ser contratados por teatros importantes que pueden permitirse pagar sus altos cachés. Sin embargo, ¿qué decir de las pequeñas compañías donde el director de escena es el propio empresario? Muchos directores, por no decir la mayoría, no son especialistas en la voz y no tienen en cuenta las condiciones acústicas de la sala cuando hacen un montaje y ubican los elementos escénicos. Los materiales del decorado también deberían ser especiales, para que no absorban el sonido. Incluso hay que contar con la incidencia del mundo de la imagen en la escena. Se pide al cantante que tenga “buena presencia”. Existen casos sangrantes de jóvenes cantantes a los que no se les contrata por estar demasiado gordos, por ser demasiado bajos o no ser agraciados físicamente. Se escuchan incluso comentarios del tipo: “canta fatal, pero da tan bien en escena...” Hay un caso, el de Simon Estes, al que le costó mucho salir adelante por ser de color. Por otro lado, tenemos una famosa pareja que, según su casa discográfica, desde que se casaron, sus discos se venden mucho más que en solitario.
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Directores musicales Es evidente que hay pocos directores de la talla de Bonynge, Böhm, Levine, Fürtwängler, Kleiber... Muchos directores son sinfónicos e inexpertos en la mecánica de producción vocal. No tienen la paciencia de educar las voces jóvenes. No saben que cada voz requiere un acompañamiento distinto y que los “tempos” han de adaptarse a la capacidad pulmonar de cada cantante. Esto lo han declarado en ocasiones personajes como Kraus, Solti, Giulini o Levine. Contaba Kraus que cuando Tullio Serafin le eligió para hacer Fenton, le citaba todos los días en su propia casa para montarle el papel. En conversaciones privadas algún director ha llegado a reconocer incluso que, de alguna manera, en ocasiones piden volúmenes de canto insostenibles para voces (sobre todo en repertorio antiguo) grandes con gran cantidad de “mordiente”. A veces han de dirigir orquestas pequeñas y la voz ha de ajustarse a esa sonoridad y no sobresalir. Esto obliga al cantante a “tragarse” la voz con el consiguiente perjuicio. Otros no sacan las sonoridades adecuadas a la orquesta y se establece un “tour de force” entre orquesta y cantante que acaba dañando su voz. Un apunte de hasta qué punto un conocido y reputadísimo director puede equivocarse es el caso de Karajan y el sentido común, la prudencia y la cabeza de algunos cantantes que supieron decir que no, aunque otros sucumbieron. Por ejemplo Freni y Ricciarelli dijeron sí, aunque sólo una vez. Freni con Traviata y Ricciarelli con Turandot. Luego se arrepintieron y desecharon inmediatamente el papel porque no convenía a sus voces. Sin 6
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embargo Agnes Baltsa dijo no a Kundry cuando eso podía haber lanzado su carrera. Pero ella consideró que lo más valioso era su voz. ¿Somos capaces de hacer eso mismo? Profesores de canto: Nicolai Gedda decía que ningún maestro, por bueno que sea, lo es para todos ya que nunca es comprendido por todos por igual. Y según Carlo Bergonzi, la voces jóvenes, a veces, tienen un carácter ambiguo que no se define hasta que no se trabajan. El mismo fue clasificado de barítono en sus comienzos. En cuanto al papel del profesor de canto en la carencia de voces, debo puntualizar algo; si lo que discutimos es la responsabilidad del profesor de canto en la carrera de un cantante cuando éste decide cantar un papel a pesar de que no deba hacerlo y desoyendo la opinión de su profesor, en este caso, es claro que al profesor de de canto no se le puede hacer responsable por ello. Si de lo que hablamos es de la falta de buenos profesores de canto en cuanto a la formación de nuevas voces, este tema correspondería tratarlo en otro artículo, referido al profesor de canto y sus requisitos, no en uno referido al declive vocal. También quiero, en este apartado, dejar constancia de un hecho que todo cantante conoce aunque no reconoce, y es el asistir a clase con un profesor o profesora de renombre pero de pésimos resultados. Y lo hacen con plena conciencia de lo que hacen porque, normalmente, el profesor de renombre, tiene unos contactos que un profesor normal no tiene. Muchos alumnos avanzados van buscando no los consejos técnicos sino los contactos. Pero se corre un riesgo, y es que un alumno principiante 7
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y ansioso de no equivocarse de su elección, acuda a ese profesor por la garantía que le dan los alumnos sin darse cuenta de que esos alumnos ya vienen con la técnica asimilada que les enseñó otro profesor, éste de menos renombre. Este es un tema tratado por Ramón Regidor en su libro Temas del canto: Desde el momento de haber decidido someter gran parte de mi vida a la enseñanza del canto, he tratado de resignarme ante el convencimiento de que, más pronto o más tarde, seré menospreciado, despreciado u olvidado por mis alumnos.(...)El maestro puede decir y explicar mucho, pero nunca podrá introducirse en el cuerpo de su alumno y pulsar el órgano fonatorio del mismo, ni confundirse con el espíritu de su alumno y manejar la sensibilidad de éste. El maestro opera siempre desde fuera. Por ello, el alumno ha de ejercitarse mucho consigo mismo en solitario, equivocándose, buscando caminos y soluciones, experimentando entre clase y clase. Y es
precisamente
en
esta
soledad,
donde
acabará
encontrándose consigo mismo como cantante. Pero toda esta experiencia íntima, a nada conduciría sin las bases bien asentadas del maestro, sin la guía y las correcciones de éste (...). La parte puesta por el maestro, aunque parezca pequeña, hace posible la fructificación del trabajo en solitario (...). La soberbia del alumno le induce a subestimar o a dejar en el olvido la parte puesta por el maestro en su formación y a sobre valorar la realizada por él mismo. (...) Yo sé que algunos de mis alumnos, más pronto o más tarde, correrán hacia otros maestros, buscando novedades que puedan beneficiarles y
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olvidarán agradecer mis enseñanzas y que, hasta es muy posible, hablarán mal de mí. Muy triste esta visión, ¿verdad? Como muestra un botón. Todos conocemos el caso de cierto programa de televisión y su formación de cantantes en tres meses, ¿alguien se ha molestado en leerse el curriculum del cuadro de profesores? Es curioso, cuanto menos, que ninguno de sus reputados profesores de canto, no tengan la carrera de canto ni aquí ni en el extranjero. Es curioso que uno tenga conocimientos del canto y otros tengan estudios de solfeo o que su experiencia profesional sea cantar en anuncios. Y es que tener una titulación de canto no será fundamental, pero sí una forma de garantía. Y a esto lo llamo intrusismo profesional. ¿O no? Por otra parte, quienes se presentan a los castings ¿realmente buscan un trabajo serio y se han informado de los conocimientos de los profesores, o buscan una carrera rápida y salir por televisión y hacerse famosos? Hagamos autoreflexión, por favor, para dejar de ser pasto de los problemas vocales con el consiguiente tratamiento médico e, incluso, quirúrgico.
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Responsabilidad del propio alumno: Este es un tema muy delicado porque se juntan varios factores a su vez: la edad del alumno de canto, la duración de la carrera de canto, los problemas económicos, la necesidad de amortizar los gastos acarreados por los estudios de canto... Además enlaza con los anteriores. Hay que ser comprensivos, pero, por duro que sea, más dura es la vida y no se puede echar las culpas sobre todos los factores anteriores sin hacer examen de conciencia y buscar las propias culpas. La carrera de canto, como ya hemos dicho con anterioridad, se empieza después de la muda de la voz, así que se termina, lógicamente, más tarde que una carrera con cualquier otro instrumento. Tal como está organizado el mundo del arte, el artista, o tiene otro trabajo, o debe aceptar cantar papeles que no le van o cantar en pubs, salas de fiestas o a la vez que sirve platos en un restaurante. No existen becas (bueno, quizá existan, pero no hay muchas, ni son muy cuantiosas), mecenas, subvenciones... No hay más que hablar con los cantantes que actúan en pequeñas compañías para darse cuenta de los niveles económicos de que hablamos. Además hay que contar con la precariedad laboral, actúan una vez y no saben cuándo volverán a llamarlos. Aparte de pasarse el día de audición en audición. Kraus decía que hace falta, para la longevidad vocal, un conocimiento exacto y profundo de nuestra propia voz, el instrumento que debemos manejar, porque no se puede manejar un instrumento que no se conoce a medias; la evaluación de nuestras cualidades vocales y, lo más importante, aceptar las limitaciones. 10
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Por último, la elección de un repertorio que se adapte al instrumento y dedicación a ese repertorio hasta convertirse en especialista. Asimismo, y al igual que Gedda, Freni o Gruberova, atribuía la falta de longevidad vocal al abandono de la técnica. Según Gedda, los cantantes piensan que después del debut pueden dejar el estudio atrás con toda tranquilidad y que será la técnica, más que otra cosa, la que determinará la duración de la capacidad del cantante. Si se quiere tener una carrera larga, es esencial tener una buena técnica y para ello, hace falta toda la vida ya que como ha dicho Nina Walker todos los músculos, incluso los que controlan la laringe y el diafragma se han construído una memoria. Si algo cambia en el cuerpo hay que aprender de nuevo el papel con la nueva configuración muscular. De hecho Hermann Prey, el mismo Gedda, Kiri Te Kanawa y otros muchos, cada vez que montan un papel nuevo o lo retoman después de algún tiempo, lo llevan a sus profesores de canto. Bernd Weikl ha reconocido que surgen voces fabulosas, pero se arruinan prematuramente porque los tenores con voz de Tamino, por ejemplo, se embarcan en papeles de tenores wagnerianos. No se dan cuenta de que deberían rechazarlos porque ponen en peligro la futura carrera al abordar algo para lo que no están preparados ni física, ni biológicamente. Ni puede existir un Tristán de 25 años, ni hay manera de saltarse el proceso y acelerarlo. Es cuestión de paciencia y maduración vocal. Nada puede reemplazar al tiempo. De hecho Kirsten Flagstad cantaba Amina a los 20 años. En esto me remito al caso expuesto anteriormente de Ghena Dimitrova, comienza a estudiar canto de forma seria a los 18 años en Sofía y el debut le llega a los 40. Hagamos auto análisis ¿Algún 11
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cantante se plantea que le suceda esta posibilidad de forma seria? ¿Qué sentiría? ¿Tendría la paciencia y la persistencia de aguantar? ¿O querría conseguir el triunfo en tres meses, como nos están acostumbrando ahora? Si incluso el mismísimo Thomas Allen ha reconocido que se planteó, en alguna ocasión, cantar papeles que no eran de su repertorio por la necesidad de sobrevivir. Digamos que debido a la sociedad de consumo y de inmediatez que nos ha tocado vivir, cualquier persona quiere rentabilizar las inversiones cuanto antes. Lo tenemos en todos los aspectos de la sociedad: la empresa que usa la publicidad, el profesional que quiere rentabilizar cuanto antes sus inversiones, las casas discográficas que quieren rentabilizar sus productos y, ¿por qué no?, el cantante joven que quiere comenzar a rentabilizar su voz cuanto antes. Y hablo del cantante en general, no sólo del lírico. Así que con una base mínima y unas facultades naturales, dejan de asistir a clase y comienzan a moverse por coros, pequeñas compañías... He de decir que esto no es censurable, es más, es comprensible debido a la edad del alumno de canto, a las condiciones precarias de trabajo... Pero el hecho es que comienzan a someterse a un ritmo frenético de ensayos, viajes, actuaciones, grabaciones... El soporte muscular se cansa porque no está en condiciones (nadie se hace atleta olímpico en tres meses). Este cansancio hace que el cantante tire de garganta. Encima cantando repertorio que no es apropiado porque para decidir el repertorio adecuado hay que haber hecho un trabajo previo y tener medianamente asentada la voz. La voz necesita tiempo para formarse y el repertorio, tiempo para interiorizarse. Tomemos ejemplo de grupos que para sacar un álbum al mercado tardan años 12
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a veces. Ni incluso las voces privilegiadas pueden saltarse ese tiempo (como el tan comentado caso de la eurovisiva cantante hecha en programa de televisión). Cuando la presión del entorno es muy fuerte, se hace a veces insostenible la situación y hace falta de buena cabeza para dilucidar qué parte de la presión corresponde a la necesidad de los que presionan de rentabilizar el producto y no a la verdad. Cada cantante debe ser suficientemente maduro para poder separar lo que pertenece a la industria de lo que no. También se deben rodear de personas imparciales que busquen su bien y no el de su cuenta bancaria. ¿Qué más les da a este tipo de personas, un cantante si cada año tienen un puñado nuevo? En cuanto al cantante y enlazando con todo lo anterior, hagamos un pequeño test: ¿Quién es capaz de decir no a Karajan (si aún viviera)? Y quien dice Karajan, dice cualquier otro: Levine, Muti... O, ¿quién dice que no a una casa discográfica? O, ¿quién le dice que no a Almodóvar? O, ¿quién dice que no a Eurovisión? ¿Somos capaces de aceptar sin rechistar todo lo que nos imponga el maestro de canto por más disciplina que eso signifique? ¿Somos capaces de dedicarnos a hacer ejercicios respiratorios durante un año sin cantar una sola nota como en el caso de Caballé en sus principios? ¿Somos capaces de tener paciencia y no aceptar cantar ningún repertorio que no sea el nuestro aunque eso signifique trabajar en otras cosas que no estén relacionadas con la música? Y así, tantas y tantas cosas...
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Por último una anécdota y una cita que espero que sean lo suficientemente esclarecedoras de lo que he querido exponer. En primer lugar la anécdota que cuenta Samuel Ramey. Una vez se le acercó Astrid Varnay tras una representación y le dijo: “Tiene Ud. una maravillosa voz de bajo, pero siga mi consejo y no deje que nadie le convenza de cantar Wagner”. Y una cita de una cantante tan brillante como terriblemente inteligente, Brigitte Fassbaender: “La gente que habla de la crisis del canto debería hablar también de la crisis de directores musicales, de directores de escena y de directores de compañías de grabación. Porque todo
se
origina
en
la
falta
de
tiempo
para
trabajar
correctamente. El gran enemigo de nuestro arte, el verdugo de los cantantes jóvenes es el comercio. Para resistirlo hay que ser muy fuerte, lo suficiente como para decir: no gracias.” Sin comentarios.
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