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É+-.. 1610; Locke: 'Epístola acerca de la tole¡ancia",l6E9; Yoltatue: "Tratado sobte la toletañcia",1763; etc...
^si, como Bayle con su "Dbtionabe histotique titique" uno de los más importantes p¡ecursores de la E ¡.ciclopedia (deDiderct, D'Aleñbert, etcéte¡a). Esta llnea se lxolonga, en el si6lo XDi con la crltica histódca de Renan y Strauss, enbe muchos otros. La bibliogafla disponible sobre el tema es ab¡umado¡a, y especiálmente suge¡ente.
Nos mueve a ¡ealizar esta breve exposición ace¡ca de las tole¡ancias el inte¡és por identiJicar los elementos que constifuyen s¡r concepto, así codrc examina¡ si es posible y d$eable diferenciar dive¡sos tipos de tolerancla. Para ello es necesario hacer una primera preci.sión de conceptot dar un pequeño vistazo al proceso histórico que ha seguido su evolució¡r, definir su fundamento y sus llmites, si se t¡ata de un de¡echo o de una virfud, si requie¡e instrumentos legales conc¡etos, pa¡a así poder concluir válidamente una serie d€ elementos que nos sean ¡ltiles pa¡a identficar y definii la tole¡ancia o las tole¡ancias. Brevemente se a¡aliza¡á taribién la impofiancia modena del concepto de tolerancia y sú relevancia pa¡a efectos de polltica legislativa.
.
IL- Concepto y definición
.
Resulta muy paradóiico, ante la ingerite cantidad de material esc¡ito acerca de la tolerancia, que po(hs veces se oÍrezca una definicié¡ de su conc€pto con examen por¡nenorizado de sús elementos. Si se toha en considetación que los autores lon
ítuy proclives a adietiva¡ la tolerancia (religiosa, libeül,
de pensamiento, vertical, horizontal, interna, extema, estatal, del pueblo, etc...) comprenderemos laanarqula epistemológica en que se mueve el $tudio de este importante concepto.
Sin caer en el prejuicio de estimar necesa¡iamente apropiada la c¿lidad conceptual del Dir¿ronaño rle la L¿ngua Es?añola dz la Real Academin Espa-
'
iolal, cuya popularidad no lleva
vfutuosidad, consideramos sensato exarninar su ofe¡ta, al menos como Punto de Part¡da: a su
To¡¿¡an¿ia: (sustantivo femenino) Acción y efecro de tolera¡. 2, Respeto o consideración hacia las opiniones o p¡ácticas de ios demás, aunque sean difercntes a las nüegtms, 3. Reconocimiento de inñunidad política para los qu€ profesan religiones distintas de la admitida oficialm€nte. (...) De
1 Diciondio
de la Len$a Esp.ñola de l¡ Real Academia Español¡, visésima pdnera eüoó¡, 1992.
cültos. Derecho ¡econocido por la ley para celebia¡ privadamente actos de culto que no son los de la religión del Estado.
T¿l¿¡rr (verbo tra nsitivo) Sufrir,llevar con pacienPermifr algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expreeamente. (...) cia. 2.
L'ctfo: (adjetivo) lusto, pe.mitido, según iusticia raz6n. (...)
y
Éxclúyendo las acepciones relativas a la tolerancia de tipo mercantil (en atención a la conve¡sión de d¡versos patrones de medida), o a [a toleÉncia a los alimentos o medicinas, estas siete definiciones corelalivas son las que nos interesan. El análisis cruzado de ellas permitiría aclarar válidamente el concepto de la tolerancia como la acción y erecto de permitir álgo que no se tiene ni por iusto ni perdritido, segi¡ justicia y razó& sin ap¡obarlo e)eresament€.
Po¡ supuesto qu€ esta definlciór¡ puede ser matizada de dive$os modos con las mismas deñniciones arriba transcritas, sin embarSo es necesado aceplar que la que forrnolamos aqul es üna de las definiciones que ¡ecesadamente se colige de las premisas susceptibles de aplicación. Es necesario aceptar además que esta posible definición no ¡os satisface, pues se acerca más bien a la lenidad de qúien soporta supinamente actuaciones cont¡a la iusticia y la ¡azó& supuesto de hecho que no corresPo[de A la tolenncia, al úrenos codro consideramos que debe entenderse. Claro que cabe argumentar, pa¡a quien oponga dogmas religiosos a la autonomla de 9u razén, que las Pefionas que cfeen en un cr¡lto dive¡so se encoenlran erradas, y que por ello si¡ er¡of P¡oduce iniustici4 prodr¡ce un erro¡ conbario a la ñzón, y que por ello lia tolerancia religiosa conduce a aceitar se¡enamente la actitud illcita (en iusticia y
razón) de la pe¡sona de convicciones religiosas diversás. Sin eñbargo, este mismo planteamiento asociado a actifudes fundamentalístas, o apenas piadosas, tiende a degenerar po¡ el contra¡io en la intoleÉncia, pues/ deseándose la salvación y la corrección religiosa del próiimo, se le pirede obligar a abandonar su "error". La idea de la condena de [a conciencia er¡ada se vincula en él con el convencimiento de que debe existü una instancia con autoridad para decidi¡ sob¡e el er¡ot, con lo cual se vuekea abrü, de p¿ren par,las puertasa la peraecución de los disidentes de la fe. Claro,los modos de const¡eñi¡le a abandona¡ la conducta e¡rada, su Novm,sRr 1999
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seuozD¡ sP¡elu ¡od 4r¡¡t)o ?ppeld ap sauoze¡ ¡od ru s:,uJrJuof,ap Pelr¡qfl elrod ou,JoJre ¡p sel¡e^t¡ -afpe trls'otlnJep sprrua¡i]rp sel upqpuodos eS
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'Epup¡alolül el ue¡puaBua saua¡nb of,qprdop o¡uauresuad Ia f oursppuet Io a¡u¡r¡ -esr:ord uos anb sornoqes ef,{,or¡gur8op o¡uarw -eorad ¡ap €r!d!t ugl'E3au o u-opeu¡¡gú ¿ur áf -n¡qsuoc 'eapr eunS¡e ep ugpJaJ¡oJr4 e[ o uo¡]Ja¡¡ -or e¡ eas el laua¡sos 'alqpqsor¡¡ap olue¡tr_¡rouor [a a8r¡ ou anb ua 'sal€¡ou sen¡dpqp se¡ ua sand 'ouafe ¡oJIa la ¡aualsos ap e[ epll¡rúordl[o) fnrú ugpelu¡4e eun efnlFsuoJ a¡¡ed ¿.qo ¡o¿ 'oueü¡nq o¡ual4pualua láp pr¡er€ sorpnlsa sns 3p qÉüent -esuoJ ortror s.fJup¡alol E rapuáJ¿p e¡ed goluettrnS -J¿ sns pjlu¡ntu¡ e)ftol oqraq ap ,pueu¡nq ugzeJ e¡ aprapod ¡a ezlle¡ru anb,uor:er¡sn¡ q apo¡uarur -l^oru la opol p d za4ello^ e ¡Bluorua¡ soü¡apod EI '¡o¡¡a fap ugpe¡dare aluelpuarsapuoJ e[ oltror El ,rapualua p¡¡rnrad anb o¡uaroe¡a un afn¡cur ou eo -u?ralol q áp o¡daruor 1a anb ap ug¡ceur¡¡e e1
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'oqJaq aP sols¡odn5 sgrtr e as¡apr¡¡lxe aqap f apand 'alu¿lapp sgru sou¡a¡o oruo) '¿nbunp /uglcEJuua^ ap alq¡ldarf¡rs olue{ur /uglr4do
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'opqtunt¡e ¿q as aPuop a¡uaruep -lualap sI,r¡I sorüa¡ezllgu¿ [¿nJ ol ¡ouprunq olual¡¡ Jpuatue laP ssrdo¡d sEqlsqape¡sr sp[ ap u-op -uqt ua o¡ua{¡r¿pr¡nt ns ¿¡¡uanrua ,¡{Jo'I/eso!3lla¡ e'pu"¡alot q ap odruw ¡ap oquap ¡¡duals ,sal -ua8ra.qp sauo¡u¡do sll sa¡o¡¡e ¡É¡aplsue ap sof¿l ,{ 'o!¡e4üor Ia ¡od ln¡AI '¡o¡¡a ün eluaü¡sF¿sareu edn¡¡suor epuara¡¡p esa anb reraprsuoc o¡ca,rrol
'qr¡o+s¡{ ú[ alua¡[EPs¡e]I.u opp,qÉouÉp ¿q ol ou¡ot 'e¡ell3oq q ua ugp€u¡a¡¡ q e¡sprl esonFdsá¡ ugls ¿¡¿u¡ e¡ apsop 4 uapand ,oso18¡¡at o¡¡nc
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or
lfnÉd?atEFflt¡¡ :úütecs la paz social y
sur¡ealista en que Constantino divisó una cruz con
norñ¿lidid
d¿ las reláciones comer€iáles- No en bdlde sabfan los bueAos pdncipes de la antigüedad la
la famosa locución latina "in hoc signo vinces", $¡e le pemtitió agr€gar los eristianos a su6 legio-
qüe el aespeto por l¡s tradiciones de los p¡reblos conquistadoE, era tarantía de lealtad y estabilidad, noción que tuvo que recordar ¡nucho tiempo despúég Nicolás Maqúiavelo en su katado El Prírcip¿. El impedo fornano constituye u¡ ej€mplo tfpico.
neg.
La mejor condición esbatégica del c¡ist¡anismo degeneró en una dificultad p¡ogres¡va para que los paganos y iudíos desar¡olla¡a¡r 9us cullos. la com:rnidad cristiana. radicada e€pecialmente en las clases bajas urbanas. antes düramente hostigada por el Imperio Romano en sú kiste etapa formativa, viéndose ahota tole¡ada, con un arnplio poder y hacienda, y habiendo ¡ecibido múlti¡ks beneñcios iu¡ídicos y tributa¡ios, asume u¡ movimiento pendular y se tortra excepcionalmente intolera¡te, tanto que muchos auto¡es, indüyendo la mayoda de los dásicos, como Locke, co¡rsideran al catolicismo ¡oriano como la ve¡sión pa¡adigmática de la intole¡ancia, y por ello afirmaba, paradóiicamente, que no debían se¡ tolelados ni el1o9 ni los ateos. Intole¡atrcia que se tomó ¿bsoluta al s€r adoptada por Roma como oficial la religión católi-
Sin errba¡go durante esta época la toleÉncia religíosa era de tipo horizontal e¡t¡e diveisos trupos
distintd ctedos, y muy limitada, pues internañente cada cledo tendla a most¡alse muy intoIerante, castigando seveaamente la apostasf¡, la he¡eifa o el atefsmo, por eiemplo.T con
Ya en sus famosas M¿dif¿¿ioíee el sabio emperador pagano Marco Aurelio (quien gobemó Roma desde el6ño 16l hasta el l60denuestra era) que defu¡rdió los ideales estoicos que conducen j h fulicida4 dedicó uno de los doce üb¡os que las constifuían a la tolerancia; que en aquella época se ammodaba meior en la sociedad gracias al p¡edominio de las religiones politelstas. Ciertamente hubo en la antigüedad muchas Bociedades tolerantes, lo cual se deb¡ó principalmente al poütefsmo, como acabamos de decir¿ y a los inte¡eses come¡ciales, que todo hay que decirlo, pueg antes como ahora (poco después del R€nacimiento), ta¡nbién se dictaron muchas leyes de tolerancia. no por con6ideraila un valor fundamental, sino en atención de inte¡eses económicos y políticos. Recuéides€ el descalabro económico que significó pa¡a España la intolerancia de los Reyes Catóücos que les impulsó a expulsa¡ a la comunidad iudJa de sus ieinos,
ca.
De este ñodo, la lucha cont a las hereifus desencadenad¿ desde lá calda del Impe¡io ¡omano (476 e.c.\ y^ presagjaba pa¡a Europa lartos siglos de lnlolerancía. Episodios destacados de aquella intole¡áncia fueron las cruzadas en Tier¡a Santa o en Europa (catarismo), la gueÍa contra los infieles, la expulsión de judlos (1492) y mo¡iscos (1609) en la penlnsula lbética o la p¡áctica de las conve¡slo. nes forzosas ¡ealizádas en las pos€siones españoIas en Am&ica, cuya nefasta i¡nplantación fue estudiada por ,u¡istas tan significativos como F¡ancisco deVitoria (Delñlb), o por FrayBartoloméde las C¿sa3, quierl reivindicando la conciencia del abo¡igeD qúe sí eñ propieta¡io de un alma, darnó por su líbe¡tad p¡oponiendo la sustitt¡ción de su trabaio servil medianle el subte¡fugio de la encomienda, por el de la esdavifud ¡t€gra, pues los ne8¡os sí que no tenlan alma.3
Roma, no obstanle s¡¡ politeGúo, se ab¡e a la tolerancia religiosa en el año 313, tras emitirse el Edicto de Milá¡ se$ln el cI¡al los emperado¡es de Oriente y Occidente aceptaba¡ la libertad de cúttos, lo que favo¡eció la expansión del cristianismo. Sin er¡rbargo, no deberros cae¡ en la ingenuidad de considera¡ que 9e rcivindicaba condescendientemente un b€neñcio para los cultos dive¡sos del ronuno, pues en realidad aquello e¡a consecúencia, i¡n pago político, del apoyo miütar que la cieciente y pode¡osa comu!¡ldad cristiana brindó a Constanlino pam apartar del pode¡ a su desaforfunado suegro Mateñcio y totnar su lnga! tras mo¡ir áhogado en el Tíbe¡ en su vergonzosa ¡etirada. Esta es la explicación de aquella famosa visión
Du¡ante la edad ¡nedia
Dé
lú Ca$ qriAió posteriommte
211
su IDsrúra y
reivind¡(ó
el¿lñ¿ de las lús negrcides, s¡n mbárgo áquell@ argü.
h.¡
sido un
erpeciálnente
Vq Kymlicka, w (196), fo¡io
ideas más avanza-
mundo, prepa¡ando el c¿mino al¡acionalismo ciendfico y a la reforma ptotestante.e
ñ€ntos
7
1a9
dagen ma heria de tolerancia fue¡on l¿s de Cuillermo de Occam (1300-1350) pues estableció una separación tadicál entre la fe y ta ciencia, y la ¡etigión y el
g¡a
to'Ú
lastre p¿ra sú búéna le@ldaciórr
en cuent¿ los gránd6 exhibió €n aqueld .al€ndrs. Ver tspi¡ar tátu{re (1981, tuüo É4.
y siguierte6-
1m
s¡ se
nérit6qúe
NóvrEaBRE 1999
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fzÍ /(96ót) ¡áFqád ¡áA Zr
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lizarse, pe¡o sl es entendible y útil que promueva la to¡era¡rcia estatal respe€rto de ot¡os qrltos, sin emba¡go aqr¡ella €lrddica continúa acenhrándo el fundautefrto dé la tolemncia €h el e.¡or:
ilustraciór! el enaialopedbmo e instituciones como la masone¡la, 6e comenzó a teorizar la tolera¡rcia algo riás allá del ámbito religioso, $tableci€¡do sú principal furdamento en la aulonornía de la ¡azón humana. Obviamente los fllósofos de esta última época muestran sensibles difurencias con .espe¿1o a sus teorías, sin emba¡go todas ellas pasan por el mismo crisol del racionalismo y de la autonoÍria de la conciencia, lo que en el fondo entrañá también la noción del libre albedlo.
además debe distingüirs€ siempre entre el error y e[ earado, au¡que sebate de pe¡sonás vlctimas del er¡or o de la falta de conocimiento de las cosas
viñq¡ladas con valores ético-¡€ügiosos.
¡
Cab€ concluii, sin duda, que de u¡ra aulo¡idad dogmática nunca podrá obtenerse un concePto útil de toleranci¿, puesto que el do¿pra y ella son incompatibles.
Iv- Fúrdamento de la Tolerancia El p€queño repaso histérico que se hüo en la sección ante¡ior perlnite comp¡ende¡ con mayot facilidad cuál puede se¡ el centro de g¡avedad del concepto de la tolera¡cia, y que es casualÍtenle el que perñite abifulo hacia área9 diver6as de la libertad de culto religioso. Con lo que hemos examinado hasta ahora, enconhamos lias situientes ofuas de fundañenlo de la tolerancia: 1) la condescendencia con el error aieno; 2) la aceptación de las diferencias naturalet sin caüficarlas; 3) la simple prevalencia de la aplicación de la máxima de o¡o; 4) La libertad, la libertad d€ conciencia y la ¡u:onomía d€ la ¡azón; 5) la ausencia de certezas en el conocimiento no ve¡iñcable. Adveitimos qúe est¿ selección de ptoposicioñes que hemos colocado no p¡etende s€¡ completa ni cor¡ecta, ni siquiéra que pueda categorizalse ¡¡nifofinemer¡te, ni muest¡a una í¡cesió¡r dracrónica, pero rcsulla apropiada pata núestfos efectos €xpositivos.
En la actúalidad se ha dicho con algln fundamento que, mi€rt¡as existan libe¡tad y Phrfalismo en un régimen de¡nocrático,la tole¡ancia se manifustará de modo autónomo y natural,l'sin emba¡99 loe gobiernos han estimado conveniente establecer 1¿ toletancia rcligiosa como u¡ p¡incipio constitucional positivo. Dürante el Período fra¡qubta, el "Fuero de los Españoles" disponla que nadi€ seú ñolgtado por sus creencias o Por el erercicio púvado de su cnlto. No se perñitirán ot¡as cercmonias ni manifestaciones que las de la iglesia caróIica, 1967 con la promulgación de la denominada Ley de Libe¡tad Religiosá, la evolución de la tolerancia ha aido constante en España, contándose aho¡a con la Ley Orgánica 7/ 19E0, de 5 de Júlio, de Libe¡tad Reügiosa, que desarrolla el d€recho fundaúental a la libertad religiosa y de cullo del arfculo 16 de la Consütución Española, planteando un aspecto impo¡tante en 9u áñlculo 7.1 al posibütar la susc¡ipción de ac,ue¡dos o convenios de coope¡acióñ enbe las confesiones acatólicas y el Estado.6
lin e;bargo desde
En primer lugar debemos rechazar que el fundañento de la toletan ci'a seala cofiilesNen¡l¿ttcís cott
el ntor, ptesto que tal afirriacióL como se ha reile¡ado va:rias v€ces a havés de la exPosiciór! pa e de ún p¡eiuicio probablemenle dogmático en la mayor paaté de las hipótesis, y que cae indusive e¡r el fánatismo como obnubilación de la razón que es. No debemos ser tolerantescon el error ajeno,lo que ocr¡¡re es que sencillamente no nos encontramos en capaodad de sostene¡ que la diferencia ajena se trate de u¡ error. Sálvando los llmites de ia tole¡aneia, que más adelante anal¿aremos, el ámbito .ubie¡to po¡ la tolerancía es el de las oPiniones e ideas, qúedardo excluido apatentemente el campo del codociñienlo veriñcable. pues €n estas hipótesis sl podrlamos hablar de er¡or comprobable positivaqrente. Aho¡a bie& volvi€ndo al error, si se hata de iuicios acerca de opiruones o ideas ajenas dife¡entes, no erdste ningún mélodo que permita ac¡edita¡ con ce¡teza la cor¡ección o inco¡rección de úna opinión. tas habrá más 6ensatas, y menos sensatas, las más complejas y las más
Listo este suci¡to ¡epaso al P¡oceso histórico que ha enhentado el concepto de la tolerancia, podemos recapitular entre otras cosas, que el concepto de la tolerancia no se ma¡úfestó en la antigúedad coño consecuencia de la volúntad Polltica ahiuista, sino más bieñ po¡ razones utilita¡ias (paz social orden); que el fortalecimiento de las ¡eligiones monot€lstas agudizó la intolerancia, sustentándola en co¡rsiderar error la diferencia ajena; que el dogea y el fanatismo peÍmitieron remontar Ia intole¡ancia hásta límites i¡rsosPechados y que, tr¡s la refoma protesta¡te y el ádveñimiento de la 13
lt
15
Ver F€ts{her (199ó), fotio 123. ver in extens, Tomás y v¡liente (19ú). Ver tüdán Vill¡oFpa (1996), folio 130. 12:¿
NovúvtsRE 1999
úl 'ggt orlqt (f86I) á¡Dry4 ¡Eu!&g ¡.^ 6t 'r9 o{ot 1966d eDurJ ¡a at
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la o^!lo¡¡¡ or¡¡pl! elsa opuals'eu¡a¡ul oruoJ ¿u -tetxe otuet Pvlreqrl Pl aP ugDets¡JiuPrtr oruo) qop -u9lpua¡ua qrJue¡alo¡ q ap ¡o^et u¡ so¡e8alE 6n6 op -¿zl¿.qr¡al ¿q sep¡aql soto€glg ap o4¡Jelor Jg
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6ó6I ¡r¡OG¡^oN táp rg¡Ed r '(966 ráqrq¡d .¡¡ ¿t '€s olo, '(%6t) súuqJ ró^ 9t
-ql¡ruas 6€pr¡a¡aJ¡p spl ,¡o¡¡a [p ug!Énl? ¿pot ap qD -uasnP s[ esa¡gN 's.rrue¡alol ¿l ap Fn¡daJuoJ o I¿rr -ua¡aJlp oluauála pas psppo¡dlr"¡ ¿I anb e)¡tdl¡l a¡r:aweuesalau ou anb of,(pluoauoq la ¡r¡) a¡uaú -erordoar asrera¡o¡ uaqap. zaÁ n€ ¿ sol6á Á gosoÉ -rfa¡ soPa.¡r sol uor ü9!r¿lo¡ u¡ a¡ue¡alol ¡as aqep eluarulErFra^ op¿lsil Ia oruot trlb¿ sou¡a so.qo e soun 60I es¡ü¡alol uaqop eJgpEd Epua Fuot ap sauozer rod anb sol ,sosoÉTla¡ so¡l¡D salua¡alp sol orror !s¿ 'sP.E)ua¡atrp s¿¡sa ¡eldaJ" aqep opElsg ¡a sand 'osor3¡1a.r ou ,{ orp¡od odg ap ua¡q sgu 6á 'sorssJqsap Fbt anb opadÉe alsa e qFü{ ás ou ugrurdo ns ua anb 'e¡Jue¡elol q ep pu¡alIa anb o¡ rod 'ses.raa¡p ep¡,1 ap sPrq¡oj f safna !p sopa¡f, ap €¡Ju¡ts.D€ q sJÉgI €ás atrb ,¡{e ap ,sopp¡sa sol f so¡qand so¡a.qua seDue¡rrrp sapuE¡3 sq l?Jnleu opou¡ ap lp{ldxe e alualpua¡ ánborua u¡r arqs 'oruqqtu¡alap otnlosq€ s9rü Ia uá ¡asJ u]s o¡¿d 'a¡quo¡{ lá arqos rr¿c¡éla sor¡¡á¡xa s¡¡o¡JsJ sol anb op¿Ja alueuodu¡! Ia opu¿Jqsap ¿r'naFbsaluol I '¡o¡¡e la uo) euafu p¡¡ua¡arrp El ¡sJgl¡uapl ¡od u9pÉdDoa¡d el euopueq! ¡nb o¡uenr ua spuEr
'or!.¡padotJpua lap I ugps¡sn qap auar^o¡dorggso[lo ¡ar¿ ns ap eusd ¡ode{ú q anb alqeJqsap opu¡!6ór's¿so!3Tr¿¡ sEI e olgs ou f sau -olurdo srl 6¿pol e apuaFxa as anb f 4n3¡s p of,p9 ol¡r.u¡p) un oruor 'so¡ltrl ün ol[oJ elJr¡€¡elol q P ¡qpuo¡ uqrqrlel Bueuospu¡ slrlsrFg I Pn] jgt! orüo) ouls 'qrtua¡uaÁuoJ aldrms epIe¡oI[ so^llor¡¡ ¡od a¡uar¡¡elos EpP4dsu! gzlnb 'IsDos ppua^!^uot ap pISa¡ oltro¡ olgs ou ¿pue¡alo¡ q áp ¿apl ¿I p pqep e¡relp^ enb op¡úa¡uoo ¡a uor o¡re¡edura sour -epod o¡o ap pu¡Ix9u¡ q ap otp? opFaNor If 'pgp$pn ¿q)nr¡r ep 9¡as sou aluelape spu¡ anb gap! e¡sa oupu¡ e.qs¡nu ap er¡alJ sor¡¡u8ua¡ -ue¡l otqsq¿uE la u. ¡o€f, ap alqFda¡sns u"¡ /op -!ú.qsu! IEru olqand lap qr¡uE¡aplu¡ El opot a¡qos ¡od oprrtr4 u"rl sgltrapp ls¡tu¿¡alotr4 sauoplsod ua a¡uaEef,rfgp€¡Pd oPlpr uPq 'atuEapP 99r¡r sou¡ -a¡áA ornor ?so[á ep sounS¡e anb ¡qe ap f 'uaplo p I ¡enos ze{ v¡ rod ugnednroard ¡e¡aadse opp -a¡ usq s¡ruP¡alol el ¿ opga¡a.r ueq as anb so¡osg¡ -lt sof sopo¡ anb ¡ep¡ota¡ aq¿l 'uap¡o I F,¡ros zpd ns p¡¿d f opslsg un ap pepmqe¡sa e¡ ered e¡uasard -ar o¡da;ruor a¡sa anb prpq¡¡n el ¡gtsrse¡ sori¡aqap 'o8¡pqrsa ür.s lsI¡EqrS ap ouepepn¡r un anb e¡.ruds3 ap ouEpep'lp un IenSI p.LreuopJ¿¿¡ ou 'sopslpr+ ¡as u€!¡rBgap so¡qand so¡ ,{ seuosrad se¡ anb ua eu¡¡qt EI epate aob orr3q¡or¡s ouqu¡urra¡ap ue"€ un l¿rl a¡uar¡¡e¡.^qo ¡o¡ua uof, sorrre(ap ou ¡od r¡ar¡anb gou anb ou '€ua[e pep¡a^ e[ ap ¡aJua uoJ ap u9¡¿lpq Á ue¡p.qsoE sou en6 s.¡Je¡sn8 sou o¡! -ns ol p anb sa orr39l oI 'sope¡le sou¡B¡sa F 'anb a( '¡or¡¡ [áp E¡pt q efnlrx¿rpgnl ¡eltrpd u¿ p.Du¿ !^ -uoc ap ei¡t¡ou zPJlta Plsa 'sorusfiu so.qosou soPPl -e.q ¡as sou€Feasap ou¡oJ g9urap soJ s ¡¿l€.9 sor[ -aqap anb atuauBll]Juas auagsos anb q sa 'pr!8qup gJr3g¡o¡,rur er¡,rgpr e¡ ua eouamag ue.€ uol epv[ -aüa¡ sol¡¡P¡luoJt¡a anb,('sgruap se¡ sepo¡ uea¡rap anb e¡ ap p¡uaurepun¡ er¡¡? sr¡¡¡ol¡ q sa anb o¡uau -¿pury opol uo, oriqp 9q aa anb q ¡p 'q¡o ap Er¡ -!x9ü¡ e.l ugltr-r¡rJop ns q¡Jertr osu¡Jse [a úa oi¡¡IsF -ue¡.rodru¡ ogep¡ad ¡aor¡l un e¡(qgsuor ¿púe¡elo¡ aP Ofuallepury ot[o) t14!t9u" v1 ÉJ
-alol q ap or¡¡ápor¡ oldaJuoJ o¡pnu¡ anb Ir "¡¡odp -uns 'ousgdord o¡lsanu e,red a¡uar:rgnsur u.r¡sanu soü as 's€au9¡¡a n s¿¡ra¡:ror ap sq¡s Feípe e ¡¿¡l¡ er'sPql9¡rol[áp sapq¡aql sq ¡p o^n¡I$uor otuaulala 'spuapuor ap pv¡raq¡¡ e¡ uor a¡uarn¡ed -pu.ud as,rvcgguap¡ e apuep p!¡u€¡álot ¡p pep¡ ns anb ours /¡o¡¡a lap a¡ualpueJrapuor ug.Dqderp ap uglrqa¡ sun ¿as ¿.l¡r¡¡¡eJol q ánb opusSau pz.froal ¡lu¡u¡e¡¿p sgnf u¡![b s¡ e¡Étlo^ 'ouele ror.¡e I¡ ¡¿¡¡odos ep p€plrpdp¡ q ap ugpury ua ppup¡qol el 4qeruor E uepu¿I qoueds¡ EnSua¡ q ap qnu -epprp pl ouor ErllgtEJ u9ÉIa¡ el o¡uel'setuuslp seuafe sauorurdo se¡ se¡¡pppJa^ o seaug¡la oüoJ ¡erIJ¡FJ e ¡p.qua p¡pd ,sorpguSop epnp uls ue!¡ -ás anb ?€p¡a ap so!¡al!¡J opuaÉof,sa sor¡¡€!¡p -ua¡qo oqraaord orod ¡nb e¡aupto ep'¡lqÉú¿lul sa sEqw¡¡d srl ¡p feF¡ts(tr opryeluoi l¿ o¡ed 'es¡pu -!t¡¡¿xa Apand Is 'seuorúr.do f soo¡nf acnpord arib 'oa¡srnrqp or¡39¡ olua¡uesuad ¡ap ugrc ¡a sa anb
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'o,ro ap erur-xgur e¡ ugpu¡dare ¡e¡ ep oappu la ua esopr¡9.guorue t¡g¡darP as alua¡¡r
o.¡pEg¡qdunepsot!ára¡E spnpr4so¡rd /saldrurs
esrética oñcial {¡e violentara el ámbito de libertad de los ciudadanos y especialmente su conciencia. Por ello noreco!¡oda un derecho natural a la libertad ¡eligioBa, sino un derccho a no se. inte¡ferido en su cu lto por razones religiosas.¿ El pensamiento de l,ocke tiene importantes a¡istas epistemolóticas que nos serán útiles con lo que examinamos
pdncipal fundam€nto de la toleranci¿ que el Estado debe preservar, pues siendo lag opiniones cuesüones internaüzadas po¡ los sujetos, no pueden las illstifuciones polJticas, sociales o ¡eligtosas, incur-
siona¡ en la conciencia humana pa¡a replend€tla, coregüla o guiarla. La autonoflla de la conciencia y el ent€ndi$ie.to devienen dredulares para toleÍar las opiniones diversar, y nólese que eslos planteamientos libe¡ales pe¡miten entende¡ la tolerancia fuera de los tradicionales llmiter tligiosos, de aM que 6e pr¡edan transplantar con toda p¡opiedad al ter¡eno de otro tipo de convicciones como podrlan serlo las sociales y pollticas, y siempre reivindicando la razón {rente al dogúra, la ¡azón f¡ente al fatratismo. Nót€se la identificación del pensamiento ante¡ror con el movi¡niento encidoFdista, que conclula, en relación con los temas de tolerancia, fanatis¡no, guperstición, etc...:
seguidament€.
Finalmente podemos desplazar el c€nho de g¡avedad del concepto de toleÉncia en la constataciúttr de la Áusencía de certems ei el conocimicnto no oeriÍi.able;B co¡cltlgión a la que se puede arriba¡ únicañente si se admite inicialmente 1) lá libertad de pensar y de opina¡; 2) el aba¡dono de.l dogmatismo y del fanatismo, 3) la autonomla de la ¡azón y de la concieneia humana. Nótese qire esta oferta defi¡ritoria es neutrá, no se encu€nha comp¡ometida ni con p¡incipios éticos, ni con la satisfacción de intereses prlblicos, sino que es más bien de tipo epistemolótico y objetlvo: el conoclmiento humano del mu¡do y, sobre todo, de las ideas, carece de pr¡ntos de referencia. Así como el tiempo y el espacio son relativos y no absolutos por no existir pa¡ámetros de medicióq o puntos quietos/ el pensamiento indúctivo o reductivo (que no el dogmático que es deductivo) siempre gene¡aá conclusior¡es p¡ovisionales, qúe aunque 9e mantengan v¡álidas durante mucho tiempo, nada garantiza sü veracrdad ni que su comportamiento será sier¡pre vál! do. Con esto no p¡etendemos caer en el más absoluto relativismo ni en n¡ triste escepticismo, únir c¿rmente que¡emos poner de relieve como ya lo hicie¡a Popper con su teo¡la del falseamiento, que pod¡eños estar seguros de lo que no e3, pero que nunca pod¡eños estaf setu¡os de lo que es; Por ello autores como toseph Bochenski'1sostienen que las ciencias, exactas y ¡norales, avanzan negativamente, asentándose (rnicamente en la seguridad de sus erorcs, pero nunca en la de sus aciertos. Si la autonomía de la razón permite ar¡ibai a una conclusión semejante a esta, ve¡emos que Para admiti¡ la tolerancia son innecesarias las motivacion* éticas. HabÍa que se¡ extraordina¡iamente
Log prog¡esos en el camino de la verdad sólo se
logran en una situ¿ción de libertad. Por €so la tolenncia es un simple drctado de la Pmdencia. con la p¡ohibición de la duda sistemática y de la evisión de las conclüsiones, los elrcr€s se etemizan y se evita €l p¡oSreso de los conocimientos.4 Entre los libe¡ales existe u¡ largo y seciente debate sob¡e cuál es el valor fundamental de la teo¡la libe¡al, si €s la autonoúla o la tole¡ancia, autores como Kymlicka sostienen qr¡e la concepción libe¡al de la tole¡anci,a no e9 una alternativa a la aulonomla, 6ino que má6 bien depende del cosrpromiso con ella, por lo que se t¡atarla de una relaci6n sifltt iótica.tl En las doct¡inas cut¡actualistas de Lockg su pensamiento sob¡e la toletancia, lejos de constituir simplemente r¡na ¡espuesta a un p¡oblema público conc¡eto (el l¡atamiento iurídico que ha de otorgarse al disidente reügioso) supone una emPtesa en la qle están implicada3 no sólo c,uestiones fundamentales de libe¡tad y autoridad, sino otras diñensiones como la posibilidad y llmites del conociñiento, po¡ lo que encuent¡a la tolerancia como un problemaenel queinc¡den diversas perg pectivás de análisis. Aunque el pensamiento de Locke conoció üvefsas etapas evolutivas, en gene' ral entendía la vida,la libertad y la p¡opiedad coElo bienes sup.emor, y aquella lib€rtad inclula sin duda la de concienciar por lo que el magistiado, el gobernante no podfa exhalimitarse en sus funcio¡¡es imponiendo, po¡ decido de algún modo, u¡¡á
En
gere.¡l eEüimd aquí el nagnrfi@ hab¡¡o folio 253 y siguientei
.üsi¿rte el @mbio de pa.ádiAEÁs ciénti8c6, @mo ¡a revolución Copeñicaú, Newto¡ea¡¡, o Einsteireána, han pú6to.n düd¡ t¿mbién las ettezas
[email protected] en el @nociñiento velif¡dble. No hay erteza ni a.nrtl¡ de que el
23 Nó
cidtlfi.o nodeño r€sulte definitivo ¡i cierloBo.heGki prcffico aúto¡ en t€tus de r oefia. Al @stelL¡o $ en.üent¡m kad¡.idat múy P@s ob¡d süyás. v.s. b Eitodía Act@l, eütada po¡ el 'Fon¿to de Cúltu¡a pa¡adiSma
lo*ph 20 ver Espin¿r Lafüe.te (1981), foliós 99 y 101, de L Enc¡clop'd iá (1765). 21 vé¡ Kimücta {199ó), foüos 214 y 21t
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¡e olr¡únJ ua salu€fau¡es sar¡oÉnlJuor u u?qu¡¿ sElsrfEuorJe¡ sojosgF¡ so¡ ap e¡roleu e1 .eropeSp -saaur pn¡rD¡nd e¡ ap eEuantrasuor Eun ¡¡uarú¿llÉ -uas er¡as'E Églouralsld¡ pn4^ er¡n €¡álnbrs E!¡as ou qr:rue¡alol E.I 'ou?unq o¡ua¡m¡pua¡ua ¡a ered ,roua o pepraa ap sope.€ ¡e.raua3 ua se¡qrnbaseu¡ salqqr.rea ap gredrrp¡ed Éun epeJ anb ou¡s ,o¡ap -epra,r ,( o¡rap orgpuap oNa$¡.f¡ouoJ [a a¡q¡xa ou fer¡ q u.n5a6'pcJpg¡eú epnp eun ¡p sDu¡niasuot ouror sa¡uaSraa¡p sauo¡ur.{o sq 8€po¡ noJ se}ue¡ap}
F
-:::i:+,j{¡9:''' ficar el de¡echo de los ciqdadanos a apartarle del poder. En cuanto a los llmites de la tolenancia, es dato que los fiia en función del ord€n público y de la paz social, pu€s no pueden se¡ toleradas aqüellas opiniones o conductas que sean cie¡tamente peligrosas para los principales valores de la sociedad civil, preocupación constante de los filósofos liberales.
común', ya que podemos mi¡a¡lo aotr lentes de tipo iusnatúfalisla, o bien de tipo positivista. Ante lia evanescencia de la priñer posibilidad, 6omos proclives a admitir el "bien com(¡n- según la deliúitación que conforma €l de¡echo positivo, de tal suerte que jurfdicamente podian tole¡arse todas lás opiniones y las manifestaciones de ellas que ¡o estuvieran expresamente prohibidas po¡ le¡ con lo que prácticamen-
o¡a¡to al ámbito subjetivó de la tole¡ancia,
te podíaÍros identificar lo intole¡able con lo
nos encoñtramoscon una opinión de Locke que ha
ilícito.tNótese sin embargo el ampllsimo trargen de intole¡ancias que atentan conEa el bien común y que no obsta¡te no constituyen illcitos ni penales ni administrativos.
En
el abismo de la polisemia del "bien
sido muy criticada casualmente por intolehnte y qr¡e también compartió con Miltont, pues él conside¡aba qr¡e no me¡eclan ser tolerados lo9 católicos, po¡ t¡atarse de la religión más intolerante, y de los ateos, pues no les conslderaba dignos de confianza en la socied¿d civil, pue6 estimaba las conücciones religiosas indispensables en una buma personalidad humana.
En igual sentido, en su Encidopedia del Estado (Staotbrikofl), elliberal ilust¡ado alemán Carl von Rotteck sostenía que las crnvicciones, orientacio. nes, actividades rcligiosas y acciones ieligiosas sólo pueden ser obieto de ¡egulación estatal y legal cuando entran en pugna con el blen público.r
... la exclusión de católicos y áteos del prograrna
de tole¡ancia piopuesto por Locke, exclusión qüe es difícil de jüstificar desde los principioÉ gen€¡ales de sü teoía, es r¡na muestra de cómo una teo.ía de la tolerancia conlleva lambia en alguna medida crerta dosis de intol€rarcia. Aun tratándose de ün pensado¡ tán ¡acionál como Locke, el profeta del coññon sense, ÍambiéÍlos prEuicios tienen cabida en su teorfu de la tolerancia. El carácter s€lectivo de todo pensamiento so¡re la tolerancia se r€fleja en la combiñación s¡multánea d€ grados de fueEa y liberta4 lo que convierte f¡ecuentemeñte en bonosa la línea divisoria entrc la tolerancia y la intolerancia. Otra mueslra del pre(ario equitibrio tolerancia-intol€rancia viene suminist¡ada por la constatación de que, en la misma medida que Locke fue evolucionando hacia una políticá más libe¡al en mate¡ia ¡eligiosa, fue ¡efo¡zando al misúo tiempo el papel interventor del Estado en €l ámbito de la moralidad. Su idea de qu€ la estabilidad sooal precisaba cierta üniformidad de opinión ¡especro de determinadas cuestiones morales fundamentales le llevó a p¡opone¡ una creciente legislación estatal en materias de vicio y virtu4 a 8n de contra¡restar la influencia tendencialmente desint€g¡ado¡a de la tole¡ancia.¡
En ¡rn pedodo poste¡io¡, Voltaire, tardlo masón, p¡opugnaba que el Estado debla toletar todo menos la intolerancia; sin embargo, resultaba menos dadivoso en su ape¡t¡üa a la tole¡a¡cia que los propios Bayle y Locke, pues ambos exclulan a los católicos y a los ateos, mientrag que el primeto no
tole¡aba tampoco otros coleclivos intolerantes más,tl Sin emba¡go, también afirmó qrte la única intolerancia que ocurre po¡ amor a la hu¡na¡idad es aquella en que los ¿tTores sor ¿¡itos difrr¡didos po¡ los fanáticos.t Con esto podíramos matiza¡ un Poco su Ptopuesta de dejar descubiertos de la tolerancid a los intole¡antes, pr¡es les estarla identificando con aquellos que envhtud del dogñalismo y del fanatfumo incu r¡en en conductas contÍarias a ir¡sticia, y en concreto contra¡ias a Ia tey, por lo que
corsabido llmite de Ia "ley como o¡den púbüco", al concepto de lo tolerable. En ot¡as palabias,.no sedan tole¡ados los intolera¡tes, puesto que su intolerancia constituirla una antijuiiücidá4 un ilcito, ante el cual reaccionarla la ley. En relación con los ateos, aunque VoltaAe les conside¡aba corho gente en la cual no se puede confiar y tíende a excluirlos de la toletancia 8e¡etal, te¡mina po¡ recomendar la tolerancia úniversal: en el fondo podrlamos habla¡ del
La mayola de los ñlósofos son unifo¡mes en cuanto a que no pueden ser toleadas aquellas opinioneso rranife6taciones divergentes susceptibles de enlra¡ en pugna co^ el Ueñ coñúr, lo o.tal tiene la vi¡tuosidad de delimitar claramente el ámbito positivo de la tolerancia, pero no6 deia ante
29
Nóiese cómo de la
déñ¡ici6n
de
Nevo en ontrúcúelemdtoqúeriñe.on tole¿ncia brindada por Iá Esp¿íG
30 Ver Fets.h€r (1995), 27 Ver Felscher (r9%), foüo 71-
37
^6deñk
folio 1ú.
ve. Cis¡ercs (196), fo¡io ó3. fóto 9e
32 V€r Féts.her (1995),
V€¡ Solar Catón (19ó), folio 257.
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-r¡¡! ed ua ope¡J uggu.ru ¡vsaro¡d qs ,oql? opEalg -oJ ns ep a|J€d oruo! sDue¡alo¡ q ¡ezEup¡e8 eqap opets3 Ia enb qa¡d¡alüI es ale¡t as anb ¡otn€ Iap oPr¡alpuadap apuop 'Bopr¡qulrúpÉ sol a¡qos op -Írr$suoJ rapod lap /o[vqs qÉ¿q €qlr¡e ap ?Jp¡a^ uglr¿ler ue ¡puopua as 'otur¡ ¡od 'op¿lsx pp rtt -¡rr.¡rtot e1 salq¡Jos Í sp¡lllod seuor-qdo sel r o$el ¡od 4¡apua|xa as Épue¡apr qsÍ 'Ip.¡rtJo pr€gloopt
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'su¡aporú ¿Jll9¡Jorsáp pppalcos q ap salup¡alo¡ul sol ua^anru as anb ua olrrnbsa¡ Ia oPotu a]se ap opr¡a!¡qrr .EIruE¡aIo¡r4 P[ ap r¡gp¿lÍ8a¡ pun opuap?rl ,o^B¿8aú oppuas ua P.rruPralol ¿l sáruo¡r¡a ¡eF8a¡ o¡psuasul ¿llBsa¡ oN 'ugr.Jr¡a^¡rd ap IBAaI or¡rs.$@aü¡ uaua! ou anbunE 'ulr¡¡oJ ualq Ia uq¡¡te onb salup¡alolu! sauopen¡ -re d€auoFr.do ap s!6at9dlti ap o¡ueqe o¡drre rm a¡s¡x¡ anb souraa sand 'qouera¡o¡ q a.rqos .re¡sfa¡ ap PPplsorou q ap p¡¡aJE uglsfDslp q á¡qp ugTxag -a¡ g¡sll u9¡tror ua,rq l¡ :¿pus¡apl q ap le]ue¡[ -epu¡t a$r[!l F !{e aIJ ut¡sor ualq lap sa¡úrl sof ap¡oqsap u9¡r¿npg n6 opuprr lal eI op¿¡r¡agüa ea^ as alus¡afolq Ia anb r( 'a.rdrna¡s "a¡ue.ra¡o1 ras aqep es.plrue¡alo¡ ap oldoruoll¿ lqDuelsnsuor sa ou pep¡cord¡car ap eapr q anb a¡red ns rod er¡¡dru¡ anb ol ?rpDo¡dDa¡ ap ugoeS¡¡qo u¡s arado eoue.r -alol q arb sa ,o4p!¡nf o¡ua¡ureuap.ro ¡a a¡¡rurad anb o¡ ,{ 'eu,ropotrl qouapua¡ el ,¿^¡¡rugep úd
' 'sa¡gua8 so¡ uon ugpe¡ -e¡ ua so¡¡up¡srrg súr4dsa ueur.ud opue*r a¡uau -¡erradsa 'uouera¡o¡q e¡ e ,{ ouspeuE ¡e sauop -nar seung¡e e ue.zue¡ ánb sol uos aluattrec¡fgpp¡pd anb 'sorp¡ seualqord sa¡dg¡4ur ¿ge¡uá áluartr -¿¡tgruSoo ,¿¡ap¿p¡a^ ug€qe¡, q ue ¡aa¡r ou ap ¡oü¡ Jap 'ouafE ¡o¡Ja Iap p¿p¡A¡sn¡¡¡ad ¿J ua oua[¿
olueúPPuqt ns E.qu¿ntua aluel0l¿¡¡,u¿D sos¡ar^lp soper¡ ep sotlnJ ¿p peuaqll ,{ qJu¡lÉp€ el ellu -PP 'ou o so)F9.¡Jourap Souráportr sopplsx sol ap soungf€ue e¡o¡{p'pDplro¡dp¡¡ ¡p s¡uoz¿¡ lod anb o¡ed 'alue¡alolu¡ aluai¡¡¿u¡atu! pu¡o¡ as (solosglg sol ap ugp¡ar e¡ oa¡es) sa¡rpf1¡a.r se¡ e aluaraqu¡ er -¡r9rq8op q Ap o,quap a¡rb ¿ps q[ spup¡a¡ot eun 'tso8qe! úruü4oj elsou¡aual ¡¿8nI ¡aúpd ug
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'qDue¡alol q aP ugl¡nt -gsq eI p so^ppla¡ 6ol)ads¿ sou¡3p (aluaúe4¡s -od) aluau¡erIp!¡nf ¡qn8a,r ap pep¡saeau q raaa.rd 394nb ?4$ru¡ad sou f /¿r¡apoü¡ ¿rFg¡Jo¡rap pÉpapos el u3 qr¡ue¡olol el ap o¡nl[t la ¡€¡¡3n€ 9¡glU¡ad Ugpras qsa ep olo¡¡Esep Ja so.qo soqt -nru Á ¡áq¡sFC uauapsos o(¡oo f l¿l 'sqlJ¿¡Joúap rel ua Olq¿süadglPq pnFI^ ¿un ap oloq upt Plp.q as o!¡e¡tuot Ia ¡od Is o'o Heurge Osee ua odg 9nb ap f oqra.rap tm afn¡psuor enup¡alol q rs ¡er4ru¡a¡ -ap ap soua¡ete¡l ¡{ 'alq¡sod e¡o¡¡ e¡ .reqece ¡apua¡ -a¡d úIs 'E^pafpe qlJupralol q sour¿¡€u¡Epxe lrug oId9f,ea|seuA uqp¡l¡psr¡ ¿r¡¡s¡ur eI ap 'Bapl pr¡¡srur el ¿P sPtDE sPs¡a IP ollo uor opuPr"¡sap rqrtu¿¡ -¡[ot ¿[ ¡e^lpfPe ualads se¡otn¿ sos¡a,qD sol sgL[ -apv 's.rtu¿¡alol ap tolaruoc ap ea¡sa.áOrd u9¡s -a¡ns ¿uir uot gou¡qt¡P:¡¡uorua sou Ppuan¡asuoJ ua I oppa¡uor ns opv.rrea pq ,eFaralqqsa p¡Ed sauop -€rrqor¡ sq opr¡¿.¡¡¿^ sand /o¡¡aÉ sa f 'operqurq) sq epu€¡alol ap o¡daJuoJ J3 a¡lb op¿ru¡lrE soEa¡¡ osnpul 'sDu?¡¿{ot eP ug¡¡lulJap Elos sun elapaa ou enb ep p¿ptg.qsod et pf opea¡ue¡d souaq
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que el obietivo de establecerlas no haya sido Preciámente la preocupación por garantiza! la toleran-
la4 o bien interpretando qüe no hay derecho a Ia tole¡ancia, sino que correlativamente el Estado carece de la autoridad contractual de imPedir el
lib¡e
cia.
€Frcicio de los cultos y de las opiniones.
Sin que se trate de una suce6ión histórica de conceptos de tolerancia, y sin Peduicio de que sus conceptos se enqrenk€n yuxtaPuestos con ot¡os ya rnenoonados, enco ramos tañbién la idea de toletancia líbenl. Esfa oPción de tolerancia se en-
Se antepone a la denominada tolerand¿ de Eatado,la toleraficit de¡ P¡reblo, una toleÉncia que no s€ de6ne e¡tema o teéricamente, sino que es la que refleia una coñt¡nidad en concteto, y en la que e$ padfica la docúina en que tiene una esPecial ¡espoffabilidad el Estado Por evitar que la sencillei del pueblo le arastre al fanatisú¡o, al ¿log' matismo y de ahí a la intolen¡cia- En las sociedades democ¡áticas modemas se hace evidente que la ooinión Dública tiende a conve¡tirse en el 6ite_ rio ie la várdad y en crit€rio de actuació¡ de los mbernantes, lo cual no tend-ría inconveniente si iada ciudadano se comportara racionalmente, Pero coÍro ello ¡ro ocl¡rte, cor¡e €l iiesgo la sociedad modeña de ceder a los P¡ejuioos intoletanles.
cuentra deteflninada Po¡ dos valores: en Primer lugar la idea de tibe¡tad, y en segundo lugar el comp¡ogúso con la ¿utonomla de la razón, consecuencia di¡ecta de la libertad de conciencia, qu€ po¡ otra Pa¡te no Puede sef imPuesla desde afuera, y mucho me¡os examinada. En este senhdo la iolerancia es consecr¡encia de la überlad y de ta constatación de que a nadie se le Puede convence¡ acerca de lo que no cree. S€ habla ásimismo, más bien Pa¡a ekos didáclicos, de rna tolercncit tor¿o¿r¿I, de modo qÍe si va hablaños entendido la tolerancia vertical como ía relación de ¿rriba h¡cia abaio del Estado en relación con los administrados y los dive$os gñ¡pos de opinión o cultos ¡eliSiosos,la horizontal se_ rla la reláción eústente al ñismo nivel ent¡e estos diversos ¡gupos, donde habla en consecuencia un elemenlo de ¡eciprocidad en la coet3tencia de $rs respectivas tole¡ancias.
PeIo lo que .dtica Marcuse no e3, en reaüdad, la tolemncra en sí, sino la inefectividad de la übertad de opinión en una sociedad cuyos miembros s€ lian vüelto incapaces de leconocer sus intel€ses en materia de lib€rtad y de autodelerminacióry po¡ efecto del bienestar y del exceso de estímülos, de la man¡pulación y de [a distracción.s Él lema resúlta mucho Írás complejo de lo q1re aparenta, Pues entraña escoge¡ entfe m¡lltiPles va-
La patente de tolerancla dictada por el emPerador
II el20 de o.tubre d€ 1781-que estableció la i$raldad civil d€ €atólicos y ho católicos, a tá vez
viltuosidades teleológicas, pues habrá auiores que oPinan que el Esta¿lo ha de ser mlnimo y q{re Pol tanto no tien€ el de_ be¡ de educa¡ a sus ciudadanos, miéntlas que otros considerarán i¡rdisPensable que el Estado gule, fotme y eduque a sus habitantes, lo cual puede generai importantes tensiones en relación con la libertad ycon la propü idea de tolerancia Sin embarto, au tores tan calificádos como Locke o Voltaire opinaban que eran las ley$ lasque deblan orienlar ei compor-amiento de la sociedad civil de modo ql'e se evitara la incu-rsíón en los b¡atismos, que s;njunto al dogmat¡smo,los Progenitores de toda lntolerancia. ¡ijabtes de Estado posibles y süs
José
qüe abolió la ce¡súra eclesiástica- es ün eiemPlo de un acto de tol€rancia ve¡tical Púbüca. Tañbién la Cafta sobre la tolerancia de John Locke, escrita
en 1685 se c€nha en casos de toleranciá vertical pública.
Un buen ejemplo de toleiáncia horizontal es el contrato tocial hipotéticamente supuesto como remedio a los costos de la anarqr¡fa. Si se quie¡e recur¡ir a un eieúplo de tole¡ancia horizontal pública no melamente supuesto sino real, Puede pensarse en la tolerancra recíProca Sarañtizada con la fundación de la Confederación Suza después de la batalla d€ Morgarten (1315) pot Pañe de los repr€sentantes de los cantones de U¿ Schwyz y Unte¡walden o con el acuerdo de los Pilgerfathers" en el "Mayflower" (1620) con miras a crca¡ un "cr¡erpo político civil" .t
Moderrlamente no existen disPosiciones legales espedñcamente establecidas Pa¡a evitar que hs nalas o Ia opinión E1büca 8€ vean influidas Poi preluicios intol¿¡antes; no obstanle la oristencla de ia r-epresión penal al racbmo,la imPosibÜdad de apologizarlo m televisión o en l¿ Prensa escdta, y tódas ias disposiciones análogas, sin duda aPortan muchísimo en la lucha contta la intolerancia, aun3ó
ModemaÍrenle, en los re8ímenes deño(fátihablt también áela tol¿m¡cia política. A1l¡
cos, se
37 ver
Ve¡ Fets.her (1995), foüo 145.
l?Á
Garzón valdés (1994). folio Eo.
No\,'r6rBR¡ 1999
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¡e3Ftoy consideració¡'liberadora" es la fo¡iráció¡ de todos los individuos pára que lle$ren a ser ciüdada¡os con itüaldad e¡rtúAhto
toler¿ncia: en p¡ime¡ lugar f¡ente a los nacionales del propios pal5, por oestione$ lingiilsticas, econ& micas, ideológicas, etc... y en B€gu¡rdo lügar frente a los inmig¡antes, por razones ¡eligiosas, étnicas económicat etc... En cuanto a tales apreciaciones, en cuyo sust ato no nos explaya¡ros aqtd por 8u extensió¡, podemos acotar la obgervación de Fetscher'r de qúe en la sociedad moderna la tolerancia debe tender a la aceptación de la legitimidad de las diferencias aienat pa¡a lo c1ral es indispensable la igualdad de derechos y la eqúipa¡ación en cuantG a ¡espeto y conside¡ación. Si estas ci¡cünstancias no conq¡!:len y efectivamente los difurentes (por razones de nacionalida4 cultura o posición econó¡nica) sufren un trato disc¡iminatorio y p¡eiuicioso, cabe espe¡a¡ que las leyes vengan a ¡emediat la situación, ya sea atacando dircctamente et actd intolerante, o bfun educa¡rdo a Ia sociedad pata acéptar como legtimas y dignas de todo ¡espeto, las difurencias de los diversos SruPos humanos.
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(...) La condición para que la tolehncia É€a
de derechos, con crite¡io político y ético indepen-
diente.e A La |uz de lo 4nterio¡, y en su p¡opósito de formar inüviduog iguales en de¡echo y con c¡iterio polltico y ético independiente, con el obieto de que pueda s€r aceptada la legiti$idad de las diferencias dent¡o de la socieda4 se colige válidamente que debe el Estado promover la creaciór d€ Ieyes que facüten tal pfoceso. En congecuencia, si se op ta por reg¡¡la¡ el régimen de la tole¡ancia, o el de la iñtole¡ancia, que no es lo úlismotesto podla hace¡se desde dos diiecciones: 1) r¡egativamentq definiendo qué opinionert extemalizaciones de ellat de tipo intolerante, y que-dañim el bien comú& no 8€ encl¡enÍan previétás ¡tbi l¿r legislación, Por supuesto ql¡e no haceúos exclusiva referencia al de¡echo penal y 2) positivamente: rcgulando estf¡nulos pa¡a el desar¡ollo de la autonomla de la mzó¡L con mi¡as a que las difercncias que presenta el grupo humano que compone una socieda4 sean admitidas como legftimas y válidas.
Enconhamos también una importante veta pa¡a l.r tole&ncia, en el mundo académico. Los veleidosos paradigmas cientlficos se imponen unos sob¡e
ot¡os a t¡avés del tiempo, definiendo qué se va a e¡rtende¡ por ciencia, yqué seentenderá por conocimiento cientlfico, sin embatgo, quienes se salen de ta ortodoxia por no adapta¡se a la ideologfu impelante, además de ser excluidos del gÍtpo po¡ heterodoxot ¡ecib€n pe¡juicios a múltiples niveles. Ya hemos insistido lrucho en la imposibilidad de ac¡edita¡ ce¡tezas en el ámbito del conocimiento no verificativo; de ahl que resulte hatto inadrrrisible la intolerancia dentro del mundo académico, ya sea exclú)éndole valo¡ cienlfico a la epistemologfu altema, o descartando teo¡ías cien6ficas. Lo6 paradigmas cienúficos incur¡en plecisamente en la i¡congr¡¡encia de supone¡ qr¡e hay erro¡es y qüe son ellos los que conducen a la heterodoxia. En cuanlo a la tolenncia epistemológica, el defunso¡ dásico es Feyerabend¿, quien ader¡rás desar¡olla la necesidad de establecer una 'teotía del error", que po¡ el cont¡ario, al tene¡lo en cuenta como una duda metodológica sieñpre presente, que además ha llegado a sei muy en¡iquecedora en mltltiples ocasiones, debe enconúarse contemplada en cualquiei epistemolo8ía que pretenda racionalidad científica.
Finalrnente procede escuddñar el s€nüdo que puede tener hablal de tole¡ancia en el futuro. Con lo que hemos avan"ado podemos gacar en clalo que la idea de lole¡ancia tiene un ámbito de acción mucho más añplio qu€ el de la lihad de cultos reügiosos, queda muy cla¡o que su conte¡ido se extiende al de las opiniones sociales y pollHcas y, lo que es más importante, a las formas m que se manifiestan esas opiniones. Ahora bieñ, el gertrren de dicha tolerancia puede tene¡ dos lrúcleos básicos: una motivació¡r ética, la co¡respondiente a la regla o máxifia de oro de tratar a los demás como 8e desea ser katado; o bien una moüvación neutral de tipo epistemológico, debiendo acepta¡se las opiniones divergentes por no existir fo¡ma de determi¡ación de la coEección de tas opi¡riones y por ende de su incor¡ección. La inmensa mayo.ía de las "tolerancias" de qüe hemos hablado llegan a concr€tarse en alguna de egtas dos posiciones básicas.
Analiza¡ el futuro de la toleta¡cia nos obliga por ot¡o lado a esc{rdriñar cuidadogamente la sociedad moderna paÉ identifica¡ las manifestaciones de intolerancia que ameritan atención. En este sentido Jo¡dán Villacampadidentiñca en el caso conceto de la sociedad española dos foms de in39 a0
ver Fer*her (1995), folio 2s. 42 Lib!@ 6úyG múy .ono.ido s 41
Ve¡ Fetscher (1995), foüo 25. Ver lordán vill¿ompa (196), fdlío t17 y sig{i€¡les.
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'SPPrJOUOT SerJr¡¿¡alolu! sel ap aued ¡ofBr! el arnpo¡d anb uau¡e8 Ia ual -qpsuoJ /ugze¡ rl aP ugpeEqnuqo ouor or¡r 'eleuE I¿ sop€fa¡sd¿ í€a¡ue¡áIolu¡ elueü¿Jas -ú!.¡fq '6osoÉ{¡¡ sot f p¡aua8 ua sEr¡Éop so'I
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lconciencia y la autonomla de la razó$ 5) la al¡s€ncia de cefaezas en el conocimiento no ve¡ificable.
Los conceptos de tolerancia qr¡e maneia el dogmatismo religioso, asl como la Real Academia Española, tienen úna tendencia a conside-
¡at la toleranciá cotro una condescendencia con el eÍo¡ aieno. En cuanto al fu¡damento de la tolera¡cia, válidamente se puede colegir 1) que la condescendencü con el error a.ieno no lo constítuyei 2) que la libertad y las pa¡ticularidades del ertendimiento húriano impiden como viable la intole¡ancia, que además de coartar la libe¡ta4 consldñe la lib¡€ exp¡esión del pensamie¡rto racionaL 3) queel fu ndamento de la tolerancia en general es de carácte¡ ético: lá máxima de o¡o que consiste en " t¡áta¡ a los dernás coño se desea ser t¡atado", y 4) que el fundamento de la tolerancia puede tener un carácter más bien €pistemológico, como duda m€tódica segrún la cual, por s€r claro que en las ciencias no demostrativas no €xisten ce¡lezas, todos los entes ¡acionales s€ encuenban en igualdad ¿le exponer y sostener sus ideas y opiniones €n igualdad de condicionet sin ser pe¡tü¡bados e¡ su actitüd, puesto que no podrla discriminarge válidamente enlre ellas; la humildad de la naturaleza autónoma del conociniento obliga a ser tole¡ailte con las opiniones ajenas.
Como consecuencia de lo antedo¡, la mzón no obliga a tener riotivaciones éticas para adr¡iti¡ la tole¡anda como válida en la sociedad; sin embargo el concepto modemo de tolerancia adriite la duda metódica señalada en cuanto a la incerteza del conocimienlo no demost¡ativo, y además busca sihra.rse en un p¿tros ético, pot lo que el fundamento d€l concepto de tole¡alrcia tiende a se¡ bif¡onte.
La tendencia moderna, y lo que permite el ordenamiento jurfdico. es que la tolerancia opere sin obligación de reciprocidad lo que implica por su parte que la idea de reciprocidad no es consustancral al concepto de tolerancia. Se 'debe aer tolerante siempre, y que el intolemnle se vea enftentado a la ley cuando su ac-tuación d€sbo¡de los llmites del bien comú¡L siendo éste el límite fundariental de la tolerancia: el bien común. La tole¡ancia agimismo puede ser conside¡ada tanto u¡ delecho como una virtud. Una vi¡tud
cuando surge espo[táneamente en utur ¡elación ierarquizada, un derecho cuando se reivindica f¡ente a la intoleúncia. Se ha sostenida que en las democ¡acias modemas, pafiicipadvas y plu¡alistas, la tole¡ancia sencillamente ocurre de modo natu¡aL poi lo que no se trataffa de un derecho lxopiamente. La tolerancia puede y requie¡e se¡ adietivada, Pues Por eiemplo cabe dife¡encia:r u¡a tolerancia general, de la tole¡ancia religiosa; asl como cabe distinguir la tole¡ancia de Estado, Ia de los pueblos, la libefal, la política, la vedical y horizontal etc... El futsro del desarrollo de las ideas de tole¡a¡cia debe aba:rcar pdncipalmente e[ mundo aca-
démico con sus paradigmas intolerantes; abá¡car la aceptación como legltima de las difetencias hu manas que se originan en faclo¡es econó-
micos, cúlfurales, lin8üísticos y de nacionalida4 pü¡tos neúúlgicos de la intol€rancia moderna. Si se opta¡a por regutar el ¡égimen de.la tolerancia, o el de la intolerancia. que no es lo mis. mo, esüo podría hacerse desde dos dúecc¡ones: 1) ¡regativamente: definiendo qué opiniones y extemalizaciones de ellas, de fipo intolera¡te, y q¡re dañan el bien comúrL no se encuent¡an previstas po¡ la legislacióL y 2) positivamer¡te: regulando estímulos para el desarrollo de la autonomía de la raz6n, con miras a que las diferencias que p¡esenta el grüpo humano que compone uÍa socieda4 sean admitidas como legítimas y válidas.
responsabüdad de un gobieÍro esclarecido promover políticamente la formación y educación de sus ciudadanos para qúe no se pie¡dan en las sendas del fanalismo ydel dotmatismo, que indefecliblemente conducen a la intolerancia. Es
Podría en consecuencia definirse la tolerancia como un derecho, una vktud y un camino ético, que se configura con el ¡espeto por la opinión aiena y su manifestaciórL en virtud de que no existen condicioires en que se pueda afi¡mar válidamente sr¡ corrección o incor¡eccióry siendo límite el bien comúo (J¡a se entienda desde un punto de vista positivista o iusn¿turalista), yque no nece$riamenté exige reciprocidad. La tole¡ancia es así un a¡co que se asienta soble los pilares de la razón y de la libe¡tad. Valle de Mad¡id, invierno de 1999 NolBr,a¡E 1999
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