El cuerpo en la histeria El CUERPO EN LA HISTERIA Mariana Davidovich El tema sobre el que me convocan a hablar, es el cuerpo en la histeria. �Hay acaso otro cuerpo del que podamos hablar? �Tiene alguna particularidad respecto al cuerpo en la neurosis obsesiva? Les pido que me acompa�en en lo que Freud fue escuchando cuando sus hist�ricas le pidieron que las deje hablar. La se�orita Elisabeth von R. es derivada a Freud en 1892. Esta joven mujer padec�a dolores y caminaba mal. Investigando en detalle sus piernas, Freud eval�a la fuerza motriz y los reflejos, y concluye que no habr�a ning�n motivo para suponer una afecci�n org�nica. De hecho, cuando pellizcaba u oprim�a la piel y la musculatura de la pierna, la paciente enrojec�a y ten�a una expresi�n m�s de placer que de dolor. La estimulaci�n afectaba as� lo que Freud denomino una zona hister�gena. No hay respuesta m�dica para el dolor porque se trata de un cuerpo distinto al cuerpo anat�mico. Es ante este l�mite de la medicina, que Freud decide avanzar historizando el padecimiento, cuando comenz� y a que significantes se enlaz�. Apuesta a que los dolores de este cuerpo son s�ntomas en el sentido de verdades amordazadas; y que entonces el dolor no estar�a causado por las inervaciones nerviosas. El Dr. Freud descubre que las par�lisis hist�ricas no siguen el trazo del cuerpo anat�mico. Freud extrae a la histeria del discurso m�dico, en la medida en que sus s�ntomas no responden a las leyes del sistema nervioso central. La anatom�a no explica las particularidades distintivas de las par�lisis hist�ricas; �la histeria se comporta como si la anatom�a no existiera o como si no la conociera�. Se altera la funci�n de la representaci�n del brazo o de la pierna, es decir que la lesi�n funcional Freud la piensa en relaci�n a la imagen narcisista, lesi�n de una parte de la imagen. M�s a�n, Freud interpreta la lesi�n funcional como lesi�n debida al lazo de una representaci�n con otra representaci�n. En ese lazo hay algo que escapa tanto del saber de la hist�rica como del m�dico, por lo cual Freud se desv�a de la cl�nica de la mirada, y decide escuchar ese saber insabido dando lugar a la palabra. As�, el anclaje del s�ntoma corporal est� en la palabra. Bajo hipnosis, o mejor, pidi�ndole que asocie, Isabel de R. va agrupando distintas escenas del estar de pie y yacer con el dolor. Estaba de pie junto a una puerta cuando trajeron a su casa al padre que hab�a tenido un ataque al coraz�n; y, aterrorizada ella quedo de pie, plantificada. Al estar de pie, �stehen�, le segu�an otros recuerdos. Se qued� parada stehen frente al lecho de su hermana muerta, as� los dolores se enlazaban con el estar de pie. La otra cadena asociativa que se abre es al estar sentada observando la felicidad de su hermana. El ardiente deseo de ser tan feliz como su hermana, la represi�n de este pensamiento, de esta idea, le habr�an provocado fuertes dolores. Estas escenas habr�an vuelto doloroso el caminar (gehen). La sensaci�n de desvalimiento, y de no avanzar un paso m�s, esa representaci�n, ese profundo dolor ps�quico del que no est� advertida, muda en dolor corporal. La representaci�n inconciliable de desear estar con el cu�ado, la excitaci�n sexual concomitante se expresa en lo corporal. Esta es la hip�tesis b�sica de Freud. Impedida la expresi�n en palabras, se expresa en el cuerpo. Entonces se escribe esa representaci�n en el cuerpo que es parte del psiquismo. El cuerpo es pues hister�geno, portador de un texto. Amordazada la palabra, comienza a hablar el cuerpo. Cuerpo que es parte del psiquismo y por ende es legible en transferencia. La paciente reprimi� la representaci�n er�tica de su cc. Y trasmud� su cantidad al cuerpo. El cuerpo sufre de reminiscencias. En ese cuerpo est�n representadas palabras no dichas, recordemos que el cuerpo no es
soma, entonces los pensamientos y deseos er�ticos reprimidos, no advertidos por la conciencia, �ahora el queda libre y t� puedes convertirte en esposa de tu cu�ado�, esas representaciones, paralizan sus piernas y le traen dolor. Entonces: de que piernas se trata? Freud da cuerpo te�rico a lo que no se localiza en el cuerpo anat�mico. Dir� que Isabel expreso en la astasia abasia su impotencia, su no tener apoyo, su imposibilidad de avanzar un paso mas. El cuerpo de Isabel llevo a este descubrimiento paso a paso. Amordazada la palabra, comienza a hablar el cuerpo. Pero entonces el cuerpo del que habla Freud es otro cuerpo que el de la medicina. Es el cuerpo que describe guiado por la doliente mano de Isabel. Quiero decir que no fue el quien llego, ni fue ella la que lo gui�. Fue su cuerpo, el cuerpo de I. el que los gui� a los dos. Freud vacila, investiga, retrocede, pregunta. Isabel duda, asocia, se entrega a las distintas propuestas de Freud. Pero es el cuerpo, esas piernas paralizadas, lo que verdaderamente los guiaba y abr�a las distintas cadenas asociativas. Hizo falta entonces la histeria para que el psicoan�lisis pudiera teorizar un cuerpo distinto al biol�gico. Hagamos un poco de historia para pensar el punto de inflexi�n que implica pensar al cuerpo como superficie de escritura. En �El Fedon� S�crates es condenado a morir, muerte que para �l es significada esencialmente como la separaci�n de un cuerpo envejecido, mientras que el alma es inmortal.Desde esa �poca entonces el alma adquiri� dignidad respecto del despojo del cuerpo, de lo perecedero del cuerpo. Y es Freud, quien al hacer hablar el dolor, restituye al sujeto la dignidad perdida dividiendo el organismo del cuerpo y uniendo a �ste con el alma. Una vez m�s, y como en tantos otros temas, Lacan lee la letra de Freud. Esto no implica que necesariamente coincida, sino que sostiene las preguntas. La pregunta por el cuerpo lo lleva a la concepci�n de la cosa gozante, rompiendo con la oposici�n res cogitans= res extensa. Recordemos que Descartes cliva la extensi�n del pensamiento. Antes de Descartes, el ser era de Dios, y el sujeto era una emanaci�n del ser de Dios. Concretamente, no nos pertenec�amos. Descartes le expropia el ser a Dios. En el mundo premoderno el ser se centralizaba en Dios, en la modernidad el ser es del hombre, aunque Dios es el garante de la verdad. Entonces, retomemos la oposici�n res cogitans- res extensa. Todo lo que no piensa es res extensa; as� el cuerpo es res extensa y por lo tanto no piensa. La cosa extensa no tiene ser. Pero nosotros hab�amos dicho que el cuerpo es parte del psiquismo, lo cierto es que es la operatoria del psicoan�lisis la que saca al cuerpo de la extensi�n situ�ndolo como pensante. Para nosotros Sujeto, goce y cuerpo son indisolubles, por eso nos resulta dif�cil ir hacia atr�s y pensar que le quedaba al oscurantismo el cuerpo. Por otro lado, si el cuerpo fuera s�lo res extensa, ser�a absolutamente l�cito cualquier manipulaci�n de la gen�tica o de la ciencia. Pero escuchando el dolor y el sufrimiento, Freud sit�a al cuerpo como hister�geno, habitado por el pensamiento y el goce. Freud articula el cuerpo y la res pensante, y Lacan cruza el pensamiento con el goce. El cuerpo subraya Lacan, es sustancia gozante, que se constituye cuando se cadaveriza el goce para el goce del Otro. Es el significante el que produce un desgarro, una hiancia entre cuerpo y goce. El objeto, resto de esa operaci�n, es en un segundo momento recuperado como plus de goce en la pulsi�n parcial. As� el yo incluye en su centro un trozo de real. Liberado de ese goce incestuoso de ser el objeto de goce del Otro, se podr�n recuperar briznas de goce en la escala invertida de la ley del deseo. Pero la negativa de abandonar ciertos goces incestuosos que no se abandonan f�cilmente, detiene, congela ese goce en s�ntomas, a la vez que el dolor hace pagar el precio del castigo por conservar ese mismo goce. Es
tambi�n el cuerpo de la hist�rica el que lo lleva a esta formulaci�n. Isabel por ejemplo, tendr�a que remover el goce de sostener al padre para poder desear un hombre. Quiero subrayar tambi�n, que en distintos momentos de su formulaci�n te�rica, Lacan compara el cuerpo de la hist�rica con el cuerpo del obsesivo. En el Estadio del Espejo el cuerpo de la hist�rica muestra la fragmentaci�n y el del obsesivo la totalidad. El uno del cuerpo se hace con mayor solidez en la neurosis obsesiva. El sujeto hist�rico en cambio, se presenta como no teniendo asegurado un lugar en el Otro, y es en relaci�n a esto que tiende a sentirse fragmentada. Lacan dir� que las l�neas de fragilizaci�n que definen la anatom�a fantasiosa, se manifiestan en los s�ntomas de escisi�n esquizoide o de espasmo de la histeria. M�s adelante, en �La agresividad en psicoan�lisis� se repite la comparaci�n y el cuerpo del obsesivo grafica la totalidad como armadura, como teniendo la estructura de la fortificaci�n al estilo de Vauban ( muralla de defensa que parece intraspasable) En �Funci�n y Campo de la Palabra� la hist�rica aparece mostrando como el objeto a puede ser portado por el semejante, cuestionando entonces la concepci�n euclidiana del adentro con el afuera. Si el objeto a circula all� en el cuerpo del otro, podr�amos decir que en la histeria el cuerpo se ordena, se organiza esencialmente en relaci�n al otro. Sucede que la hist�rica ecuacion� deficitariamente en la equivalencia pene-ni�o, a diferencia del obsesivo que ecuacion� demasiado. Se trata entonces de un cuerpo inconcluso, inacabado. Es un cuerpo doliente, er�geno, sintom�tico, fragmentado, inconcluso, gozante. Estas reflexiones le permiten a Lacan construir frases como �eso goza�. Eso goza en el padecimiento sintom�tico, eso goza en el desorganizado cuerpo de la hist�rica, en el c�lico, en la taquicardia, en el rubor, en el gemido, en el espasmo. Se tratar� de que el artificio del dispositivo anal�tico posibilite que devenga analizable el s�ntoma, esto es, literalmente �que intervenga en la conversaci�n�, (as� lo menciona Freud en el caso del Hombre de los Lobos).