Cuerpo Y Sangre De Cristo

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LEEMOS Lc.9,11-17 El texto de la multiplicación de los panes es uno de los pocos relatos que encontramos en los cuatro evangelios (ver Mc. 6, 34-44; Mt. 14, 13-21; Jn. 6, 1-13). Desde los primeros tiempos la Iglesia consideró al relato de este milagro como uno de los signos principales de la predicación de Jesús. La multitud sigue a Jesús y éste los recibe para predicarles el Reino de Dios. Jesús ofrece el mensaje del Reino a través de la palabra y las obras, les hablaba mientras también atendía a los necesitados y los curaba. La predicación del Reino debe ser integral y reducirse a un discurso. En Jesús palabra y práctica van unidas en forma indisoluble, como lo podemos apreciar en toda su predicación. Cuando atardecía los apóstoles se acercan para recomendarle que despida a la gente, de manera que puedan llegar hasta un lugar poblado para alojarse y alimentarse. La preocupación de los apóstoles es legítima, Jesús los sorprenderá con su respuesta, que es una invitación al compromiso. "Denles ustedes de comer", les propone Jesús. La respuesta nace del sentido común y expone con "lógica humana" las razones que hacen imposible cumplir el mandato de Jesús. Sólo tienen cinco panes y dos pescados, una pequeña ración que podría alcanzar para compartirla en un pequeño grupo pero nunca para tanta gente. La solución aparente estaría en comprar alimentos para todos, pero ellos saben que no está a su alcance. Se necesitaría muchos recursos para comprar tanta comida. La referencia a cinco mil hombres, que en el evangelio de Mateo se completa con la expresión "sin contar las mujeres y los niños" nos habla de un gran gentío (Mt. 14, 21). Jesús manda a sus discípulos a organizar a la gente. Formar grupos de cincuenta personas sentadas. A continuación y delante de todos Jesús muestra los panes y los pescados que le dieron los discípulos y bendice los mismos. Luego los parte y los discípulos son los encargados de repartirlo entre la gente. El versículo siguiente, final del relato, nos narra que "todos comieron cuanto quisieron y se recogieron doce canastos de sobras". Si bien la tradición ha denominado a este pasaje "la multiplicación de los panes" no existe en ninguno de los relatos evangélicos señalados algún indicio que permita afirmar que Jesús realizó una multiplicación de los mismo, como un prodigio extra-ordinario.

¿En qué consiste el milagro entonces? Recorriendo con fidelidad el texto podemos reconocer los siguientes elementos clave: - el pueblo que acompaña a Jesús sufre hambre (el testimonio de los discípulos es revelador) - los discípulos sólo tiene cinco panes y dos pescados - Jesús organiza a la gente y los reúne en grupos reducidos - Toma los panes y pescados aportados por los discípulos y los bendice y reparte (este signo sería característico de Jesús, lo podemos reconocer luego en la Ultima Cena, y también en el relato de los discípulos de Emaús) - Los discípulos reparten entre la gente los pedazos provenientes de sus panes y pescados - Todos comieron y sobró una buena cantidad Ante la necesidad del pueblo Jesús desafía a sus discípulos a que atiendan su situación. Los discípulos no alcanzan a descubrir cómo ellos, con lo poco que tienen pueden alimentar a tanta gente. Jesús organiza a la gente y da el ejemplo. Bendice lo poco que tenían los discípulos, lo parte y los instruye para que ellos a su vez, lo repartieran a los presentes. ¡El milagro del compartir! Cuántas veces hemos participado de comidas comunitarias en las cuales cada persona o familia lleva algo de alimentos para compartir con los demás, y al ponerlo en común se termina comiendo muy bien, alcanza para todos y a menudo, sobra. Jesús enseña a sus discípulos que es posible dar soluciones a las necesidades de la gente, si comprometemos nuestro propio aporte y trabajo para lograrlo. Cinco panes y dos pescados pueden resultar insuficientes para alimentar a mucha gente, pero alcanzan para enseñar el milagro del compartir. Si todos damos de lo que tenemos, por poco que parezca, habrá para todos y en abundancia. El texto de Juan nos presenta a un muchacho (un joven) aportando los panes y pescados, y también se nos dice que los panes eran de cebada (la harina de los pobres, más económica que la de trigo). A través de su ejemplo Jesús nos enseña a compartir solidariamente para que nadie pase necesidad. En la fiesta del Cuerpo y Sangre de Jesús celebramos que el Señor nos dejo su mismo cuerpo como alimento, el Pan de la Vida, para que podamos vivir como El. Si nos alimentamos con el cuerpo de Jesús debemos vivir como Jesús: acogiendo a los más pobres, atendiendo sus necesidades, preocupándonos de sus sufrimientos y carencias,

comprometiéndonos en cambiar la situación de los que menos tienen, aportando nuestros bienes, conocimientos, tiempo y trabajo para que haya más justicia, organizando al pueblo para compartir, dando el ejemplo y el testimonio práctico… así habrá para todos y se realizará la voluntad del Padre, que creó los bienes de la tierra para toda la humanidad. Te ofrecemos nuestros panes y pescados. Son poca cosa Señor, pero en tus manos y con tu Espíritu pueden ser el comienzo de algo nuevo. Ayúdanos a creer que es posible. Enséñanos a unirnos, a organizarnos, a brindar lo que tenemos. ¡El milagro es el compartir! Y es tarea nuestra hacer que se repita todos los días. Para que haya más justicia, para que nazca la solidaridad, para que alumbre el Reino.

Lo primero que llama la atención en este Evangelio tan lindo (de las páginas más hermosas), es que los discípulos han logrado vencer la tentación del miedo, se han animado a salir hasta la orilla del lago. Se animaron a volver a lo cotidiano. Para los discípulos lo cotidiano era el lago, la pesca. Se animan a salir al pueblo. Abren puertas.. . Pero siguen entristecidos, curiosamente hay una sensación de desazón. Pedro dice: "Vamos a pescar", como quien dice "hagamos algo..." Los discípulos, quizás por compañerismo, o por el liderazgo de Pedro le dicen: "Nosotros también vamos con vos". Y dice el Evangelio, que aquella noche no sacaron ni una mojarrita. Nada... Para el que pasa la noche pescando y no ha saca ni una mísera mojarrita, al final de la noche tiene una sensación de verdadera frustración. Este es, quizá, el primer símbolo hermoso y a la vez duro. Los discípulos en desolación: toda la noche intentando algo que no les salió. Toda la noche haciendo lo que además les era propio, que era la pesca, en lo que podrían haberse sentido grandes, seguros. Aquello, de alguna manera, era su especialidad... Y ni siquiera en esto tuvieron suerte... Esta oración es todo el simbolismo de todas aquellas cosas que quizás nosotros hemos intentado en el tiempo y no nos salieron. Podríamos imaginamos arriba de la barca, al final de la noche, cuando ya comienza a amanecer y volvemos con la sensación de nada, profunda sensación de nada, ¿qué habría sentido nuestro corazón...? ¿qué habría nacido en nuestro corazón en aquel momento... ? Para algunos quizás, una sensación de pesimismo muy fuerte. Esa sensación de que no valió la pena. Cuantas veces, en las cosas de nuestra vida que son probadas en el tiempo, y que a veces quizá uno tiene la sensación de que no se sacó nada, cuántas veces nos vienen al corazón o a la boca frases tan duras como decir o preguntarnos: "Habrá valido la pena ... ?", "¿Valió la pena tanto esfuerzo...?", "¿Valió la pena tanto amor...?", "¿Valió la pena tanto consejo ... ?", "¿Valió la pena tanta paciencia ... ?", "¿No habremos desperdiciado mucho en lo que se hizo...?". A quién de nosotros en algún momento no le viene al corazón esta sensación de no saber bien si no nos equivocamos al subirnos a la barca y meternos al lago... Si no nos equivocamos en el modo de planear nuestros estudios. Si no nos equivocamos en el modo de encarar nuestra situación laboral... En el modo de relacionarnos con los demás... ¿Quién de nosotros...? Sería malo incluso que nunca nos preguntáramos esto. No es que vamos a andar de derrotismo en derrotismo, lo que sería también muy feo. Pero guay del hombre o de la mujer que en algún momento de la vida no pasa por esta prueba de la desazón y de la nada (Con tal que no sea tan profunda que se hunda en el lago) Puede ser muy fecundo, aunque momentáneamente sea doloroso... Y ésta es la sensación de los discípulos en este momento. Quizá otros (imagínense, cada uno puede sentirse más identificado con uno o con otro), en vez de hundirse hubieran empezado a hablar... "Yo les dije..." El famoso "Yo les dije". "¿Vieron ... ? Yo te dije... ¿Viste, Pedro ... ?" Busca el chivo expiatorio, Pedro, el cabezón, todo entristecido: "Yo te dije, Pedro..., que no era el momento oportuno... Yo te dije que esas redes no sirven... Yo te dije que esa barca era una piltrafa.. 5 3 "Yo te dije..." Es decir, el recurso del chivo expiatorio. Siempre hay que buscar el culpable. El culpable en la familia, ... en la sociedad, ...en la iglesia. Y curiosamente siempre esta formulita "¿Vieron ... ? Yo sabía, yo les dije, no me quisieron escuchar... Ahí tienen." "Ahí tienen..." Y viene al corazón esta frase cobarde... Cobarde, porque si hubiera sido así ¿para qué se embarcó...? Una vez que usted se embarca, joróbese... y goce con los demás si le va bien y sufra con los demás si le va mal... Pero el reproche cuando la cosa ya sucedió, es muy cobarde. Hay que aprender a llorar juntos el fracaso, y juntos también a buscar la salida, fecundamente. Y no constituyéndonos en el que en realidad tenía la clave, pero no le dieron la oportunidad de ponerla en práctica... De esos "valientes" o genios cobardes,

desgraciadamente estamos plagados. Infecundamente plagados... Después tenemos de los otros. En nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestros apostolados y en nuestra Iglesia. Los que se animan a subirse a la barca en humildad. A sufrir y a gozar unidos. A lamentarse de los fracasos y a gozar juntos de los éxitos. Y esa es la primer imagen bellísima de este Evangelio. Los discípulos, a pesar de estar mal, están juntos. ¿Cuál habría sido nuestra actitud ... ? ¿El derrotismo..., el pesimismo ... ? ¿El no valió la pena ... ? ¿La crítica barata ... ? ¿Cuál es nuestra salida frente a las veces que al volver, de la pesca no hemos sacado nada en el tiempo?. Por otro lado, mientras se da todo esto en el corazón de los discípulos, una imagen bellísima que llama la atención: "Jesús estaba allí.,. " No dice: "Jesús llegó", "De golpe vieron que bajaba de la montaña". El ya estaba allí... Es muy probable que aunque los discípulos no lo vieran, el Señor ya hubiera estado allí durante la noche. Ya estaba allí. Lo reconocen simplemente cuando amanece, pero el Señor los estuvo esperando también en la noche. Como dando a entender que el Señor también está presente en los momentos de infecundidad. El también camina a la orilla del lago del corazón en los tiempos en que parece que se nos va todo al tacho. El Señor no llega tarde, está. Lo que pasa es que a veces estamos tan enceguecidos, tan ennochecidos, tan sumidos en nuestras tinieblas o en nuestros conflictos, que no tenemos la luz suficiente para darnos cuenta que en realidad El nunca dejó de estar. Somos nosotros los que apostarnos a la noche o los que no quisimos reconocerlo. Él siempre estuvo. Y aquí hay una imagen bellísima del Señor: paciente..., caminando por la orilla..., mirando de lejos, quizás recordando a cada uno de sus discípulos... Esta imagen hermosa, nos tiene que ayudar también a nosotros. En lo momentos de prueba nosotros también podemos decir: "Jesús estaba allí..., solo que yo no lo vi, solo que mi ceguera no me permitió reconocerlo, que el creer que yo tenía la solución no me permitió darme cuenta que El me esperaba en la orilla para darme la clave que yo necesitaba... Jesús estaba allí." Y este Jesús, que le tiene tanta paciencia a los discípulos, les dice unas palabras hermosísimas que nos pueden ayudar también a nosotros: "¿ Tienen algo para comer... ? Parece casi una burla. Vienen sin nada y él les pregunta si tienen algo de comer... Pero esta preguntita, está hecha con un cariño inmenso, antecedida por una palabra muy hermosa: "Muchachos ". En la traducción original, este "muchachos", se puede traducir muy bien por "hijitos", que es una palabra llena de ternura, que mueve, que empieza a abrir brechas en la dureza del corazón de los discípulos. Y la pregunta: "¿Tienen algo de comer? ", ¿algo para dar de comer?. Él, que es el pan vivo, que es la palabra hecha carne. Él, que es nuestro alimento, les pide a los discípulos, en el momento en donde tienen la convicción de que no tienen nada entre las manos, algo de comer... Y acá tenemos otra delicadeza hermosísima del Señor, ¿Cuántas veces, en los momentos de más infecundidad, aparente, es cuando hemos dado de comer más a los demás...? Cuántas veces el Señor permite que toquemos fondo, para que empecemos a darnos cuenta que hay formas de fecundidad, de dar de comer, de alimentar y de nutrir el corazón de los demás, que quizás por la noche en la que vivíamos, o en nuestra superficialidad, ni nos habíamos dado cuenta... que yo en mi nada, puedo dar de comer a mucha gente. Dar de comer significa alimentar el amor, la esperanza, la confianza, también la panza... y todas las formas de alimentar a los demás. La ternura, el silencio, la sonrisa, la capacidad de escuchar, el tiempo... Dar de comer todo esto que está en nuestro corazón, y a veces necesitamos tocar fondo y quedarnos con las redes vacías para empezar a intentar descubrir en el corazón sin nada, que quizás tenemos más de lo que suponemos, o quizá si el Señor nos lo pide nosotros vamos a poder sacar más de lo que suponemos. Y ésto es lo que el Señor les dice: "¿ Tienen algo de comer... ? " Hoy podríamos dejarnos preguntar: "¿Tengo algo de comer...?" Es decir: ¿soy capaz de alimentar el corazón de los que Dios puso a mi lado ... ? ¿Que doy de comer a mis amigos ...?. ¿Realmente alimento en casa... ? ... fortalezco en casa. ¿Conforto, animo,

corrijo, sostengo, curo, consuelo a las almas que Dios puso entre mis manos...?" Cada uno desde su puesto... Qué lindo, cuando el Señor nos pregunte, quizás poder decirle: "Señor, lo que tengo es lo que vos me has dado... porque yo ya he experimentado sobradas veces, que si dependiera de mí viviría siempre a red vacía." Que lo que he podido dar de comer es lo que vos me has dado a mí... Por eso, San Agustín, tiene aquella frase tan hermosa: "Dame lo que me vas a pedir y después pedime lo que quieras". Que Dios nos ayude en este día a ofrecerle al Señor las redes vacías, Porque sólo cuando un corazón se anima a ofrecerle al Señor las redes vacías, comienza este milagro hermoso: "Echen las redes... " Como que el Señor nos dice: "Vale la pena intentarlo una vez más..., no está todo perdido. Esa última que parece inútil, quizá tiene justamente la sobreabundancia del éxito... Vale la pena seguir esperando. Vale la pena creer que todavía puede cambiar la persona que quizás en veinte años no cambió. Vale la pena seguir conversando con el amigo descarriado o desagradecido. Vale la pena intentar una palabra de perdón. Vale la pena seguir rezando... Valió la pena toda la noche..." Que nos ayude el Señor a pedir esta gracia. Porque cada uno de nosotros tendrá que preguntarse en este tiempo y quizás en esta semana, cuál es la red que quizá el Señor nos está pidiendo que echemos una vez más y que nosotros nos resistimos a echar. Quizás por el miedo a defraudarnos de nuevo, quizás porque pensamos que ya ni vale la pena, quizás porque las hemos entregado o las hemos tirado en el mar tramposamente. ¿Cuál es la red que todavía podríamos echar ... ? ¿Cuál es el gesto que el Señor todavía podría decirnos: "Animate, todavía vale la pena otra vez". Que repasemos con sinceridad en nuestra vida y en esta barca nuestra que es el corazón, cuál es la red que el Señor espera de nosotros, para poder sacarla a la orilla, para poder curiosamente ponerla en sus manos y que el nos cocine un desayuno rico, para poder darlo a los demás. Esta pesca, para Pedro, por ejemplo, significa la reconciliación con el Señor. Lo llama aparte, le cura la triple herida de su triple negación y le predice la cruz... Tres veces le pregunta: "Pedro, ¿me amas... ? " Pero la tercera vez es muy distinta a la primera. Porque a la tercera le pregunta por el amor de amigo, de intimidad. Y a la respuesta de Pedro, el Señor le dice: "Pedro, apacienta mis ovejas. Sígueme y sabete que cuando seas grande otros te llevarán a donde tú no quieres... " Que el Señor nos haga fieles a nuestra echada de redes. Porque sólo si echamos las redes, aún sintiendo la nada y el vacío nuestro, sólo así podremos experimentar la sobreabundancia de Dios, nos podremos hacer cargo de la misión que el Señor nos de, sólo así podremos dejarnos preguntar en lo más profundo del corazón este "¿Me amas?" que el Señor tiene reservado para cada uno de nosotros... Aún con miedo, aún sintiendo que el corazón ni siquiera encuentra las palabras, que le podamos también nosotros decir: "Señor, a pesar de todo, a pesar de que ni siquiera tiré las redes, ni me metí al lago, ni te reconocí, a pesar de todo, tu sabes que yo te amo.."1

 Ponerme en la presencia de Dios... Petición:  Que descubra qué sentido tiene mi debilidad en tu plan. Composición de lugar:  Imaginémonos en el camino que va desde Jerusalén a Emaús... 1. Leo atentamente el texto "Era necesario que eso ocurriera" y subrayo aquello que me toca o ilumina más para mi vida "Era necesario que eso ocurriera" (Lc 24:13 -3 5) Pongámonos a caminar junto a estos dos amigos de Jesús, dos hombres que habían soñado, que habían pensado hacer algo grande con sus vidas, pero algo había sucedido con su ideal: había muerto. Surgió una dificultad irremediable que había vuelto imposible seguir adelante: de la muerte no se vuelve. Metámonos en sus corazones: recordando a Jesús sentían cariño, ilusión, deseos grandes. Recordando su muerte estaban tristes. Por ello se asombran cuando Jesús parecía no saber qué había sucedido, esa dificultad es de sentido común. Ellos lo habían como cordero llevado al matadero y se habían escandalizado (Is 52,1352,12). Jesús se les acerca y se les hace encontradizo, y les hace hablar de sus tristezas, les hace hablar de sus dificultades, aquellas que se han uniformado en imposibilidad de sentido común para seguir su ideal, para seguir soñando. ¿Por qué hace esto? Una respuesta posible es que esto los ayudaría a sacar afuera sus tristezas y compartirlas. Ciertamente es interesante ver la lógica de su respuesta: Podríamos también nosotros ponemos frente a nuestras dificultades para preguntamos sobre la misión de Cristo para mí, y ver cómo se han transformado en imposibilidades. "Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas En un lenguaje más moderno diríamos: "si no hubiera muerto hubiéramos Esta lógica la usamos en nuestras reflexiones de manera bastante usual. Fíjense cuántas veces se dice: "si no fuera tan chico", "si no fuera mujer ", "si tuviera más tiempo", "si no tuviera que estudiar", "si no fuera tan débil". Cada uno de nosotros tiene sus "si' condicional. Queremos, en el fondo, ser nosotros los dominadores de la situación: si soy fuerte podré; si tengo tiempo podría, si soy varón entonces, si... si...Lo cierto es que no lo somos, y utilizamos estos sí como justificativo para no plantearnos ni la posibilidad de una misión de encontrar un lugar para mi en la misión de Jesús. Como los discípulos, en imposibilidad, en algo tan de sentido común, tan obvias, que hasta nos convencemos, sin creer a los signos que ya el Señor me ha dado, igual que aquellos. Por eso muchas veces estamos tristes. Jesús comienza su enseñanza reprimiéndolos por su dureza de corazón y su lentitud para entender. Nos echa en cara, con cariño, que nuestro corazón está duro Y anquilosado porque tenemos miedo, y para no sufrir lo endurecemos. ¿Qué tenían que entender? Que era necesario que aquellas cosas sucedieran. Estaba previsto en el plan de Dios para que quedara más claro quién era Dios. La Cruz y la Pasión eran lo que tenía que pasar. Esta es la lógica de Dios y no la nuestra. Cómo nos sentiríamos si hoy viniera a cada uno de nosotros y nos comenzara a decir: "lento y duro de corazón, es necesario que vos... Para que ... ". Entender

que en la lógica de Dios, nuestros límites, nuestras debilidades tienen un lugar Preciso en orden a la misión. Y esto es ilógico, no es de sentido común. No elegiríamos como compañeros de trabajo alguien débil, alguien limitado, ¡porque queremos triunfar! ¡El mundo es de los ganadores! No nos dejamos elegir para la misión, porque en nuestra lógica no entra que el Señor quiera llamarme. En el relato de la Encarnación, es elegida una joven de un pequeño pueblito de provincia, casi ni nombrado en las escrituras. Nuevamente la lógica del abajamiento nos toca, nos invita a dejarnos tocar por la invitación de Jesús a la misión, con nuestras debilidades. A nosotros nos toca decir "¿Cómo Puedo hacerlo, yo ... ?,,, pero con la misma disposición de la virgen a salir inmediatamente caminando. En la Encarnación se Pone más en evidencia la libertad que el Señor quiere regalarnos María pudo por sentido común haber dicho que no porque era soltera porque sería apedreada porque no era reina, porque era provinciana, etc. Sin embargo dice solo: aquí estoy. Jesús nos invita a seguirlo tomando nuestra cruz negándonos a nosotros mismos y caminar detrás de él. No es nuestra misión, es la suya, por tanto las condición las pone él y no nosotros. La negación a la que nos invita es la de nuestra lógica, nuestro escudamos en el sentido común, Para no seguir su invitación. Es él quien nos devuelve la esperanza de que esto es posible en su Encarnación cuando haciéndose pequeño, poco, nada, nos dice que abandona la lógica eficientista de los perfectos, para asumir la lógica del abajamiento, de ir hasta lo más pequeño. La lógica del crecimiento de las personas, del "hacer lo que se pueda" (no de más, no de menos). Aceptar que cada persona, por más chica que sea, por más enferma que sea, tiene su valor, tiene su lugar en su corazón. Santo Tomás decía en una poesía que Él no se horrorizó del útero de una madre, por tanto mucho menos de nuestro corazón. Desde allí tengo que comenzar a mirarme. La invitación de Señor sigue su misma lógica, hacia los más pobres, hacia los más desposeídos, hacia los más hambrientos de pan y del Señor. Y esto dentro del marco de la comunidad, y de la Iglesia que es la comunidad grande. Un punto importante es que cada vez que aceptamos esa lógica, que es lógica del desafío, vamos creciendo como personas. Dejamos nuestras pequeñas seguridades y nos ponemos a caminar "a ver qué encontramos". Si queremos crecer debemos animarnos a bajar de la barca como Pedro, a ir mar adentro a pescar después de una noche infructuosa. 2. Respondo a estas preguntas:  ¿Cuáles son mi sí condicionales que le pongo al Señor? ¿Cuáles mis miedos?  ¿Cuáles son las cosas necesarias de mi vida para que Jesús pueda ser glorificado?  ¿Cuáles debilidades, limites quiero presentarle al Señor para que él los renueve aceptándolos para la misión? Para Terminar: Pongo en manos de Dios todo lo que me surge de¡ corazón, con total sinceridad, sin temor de lo que encuentre o sienta.

Me levanté temprano una mañana, y me lancé a aprovechar el día. Tenía tantas cosas que hacer, que no tuve tiempo para rezar. Se me amontonaron los problemas y todo se me volvía cada vez más difícil. «¿Por qué no me ayuda Dios?» -me preguntaba. Y él me respondió: «No me lo has pedido». Quería sentir la alegría y la belleza, pero el día continuó triste y sombrío. Me preguntaba por qué Dios no me las había dado. Y él me dijo: «Es que no me las has pedido». Intenté abrirme paso hasta la presencia de Dios, y probé todas mis llaves en la cerradura. Y Dios me dijo suave y amorosamente: «Hijo mío, no has llamado a la puerta». Pero esta mañana me levanté temprano y me tomé una pausa antes de enfrentar el día. Tenía tantas cosas que hacer, que tuve que tomarme tiempo para orar. La oración no es un proyecto ni una competición. Es tener una experiencia personal de Dios, es dejara que un amigo entre en nuestra casa. Sabemos que esto no es fácil. Hay muchas cosas atractivas que distraen nuestro corazón, que apartan nuestra atención de Dios y que lo colocan en un plano inferior, como algo que no es necesario. Sería conveniente reflexionar sobre la «teoría del corazón dividido». Muchos de nosotros tendemos a crear espacios en nuestro «corazón» lugares para cada cosa o amor. Somos lo suficientemente generosos para concederle a Dios algunos de nuestros mayores espacios (tiempo para orar, devociones, Eucaristía, obras de misericordia y caridad, solidaridad, etc.). Esto nos produce cierta satisfacción de haber cumplido nuestros «deberes religiosos». Y así, nos sentimos justificados para dedicar el «resto de nuestro corazón» a éste o a aquél otro de nuestros «amores»: una amistad, un amor, un hijo, una esposa, un hobby... Pero, para estas alturas, ya hemos visto que el verdadero reto está en darle a Dios todo nuestro corazón, y amar a todas las personas y a todas las cosas en y a través de Dios. ¿Ofreces a Dios un lugar permanente en tu «casa», o se la alquilas?,¿ Haces guardia junto a la puerta. Estas alerta a todo lo que intenta entrar: personas, afectos, actitudes, insultos, riquezas, pobrezas, deseos... ?¿ En si que es lo que siempre dejas afuera?. Pide la gracia de estar alerta a todo en la vida; y de no implicarte con personas o cosas más que en la medida en que te permitan vivir de acuerdo con la voluntad y el plan de Dios. Esta es la oración que te dirijo, Señor: Sacude, sacude las pobres raíces de mi corazón. Dame fuerza para llevar con valentía mis alegrías y mis tristezas. Dame fuerza para que mis amores fructifiquen en servicio. Dame fuerza para no abandonar al pobre y para no doblar mi rodilla ante ningún poder insolente. Dame fuerza para elevar mi mente por encima de las trivialidades de cada día. Y dame fuerza para rendir mi fuerza a tu voluntad, con amor. R. Tagore

En un crudo día de invierno, un anciano tembloroso fue llevado ante los tribunales. Se le acusaba de haber robado un pan. Al ser interrogado, el hombre explico al juez que lo había hecho porque su familia estaba con mucha hambre. - La ley exige que sea usted castigado -declaró el juez- Tengo que ponerle una multa de 200 pesos. Al mismo tiempo, metió la mano en su bolsillo y dijo: -Aquí tiene usted el dinero para pagar su multa. Y ad -prosiguió el juez-, pongo una multa de 100 pesos a cada uno de los presentes en esta sala, por vivir en una ciudad donde un hombre necesita robar pan para poder sobrevivir. Pasaron una bandeja por el público, y el pobre hombre, totalmente asombrado, abandonó la sala con 500 pesos en su bolsillo.

No amemos de palabra y con la boca, sino con obras y de verdad. Sugerencias Repasa las inspiraciones que has tenido durante los últimos días, acerca de la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en la propagación del bien en el mundo. Lee y medita Lucas 5, 1 7-20. Es la escena del paralítico a quien sus amigos ayudaron, ingeniosamente, a presentarle ante Jesús para que lo curara. Existen diferentes clases de «parálisis», diferentes maneras por las que vos, yo y los demás quedamos inmovilizados. Piensa en las estructuras injustas que hoy dejan «paralizadas» a millones de personas. ¿Piensa en aquellas circunstancias en las cuales podes ayudar en algo desde donde estas, trabajo, facultad, familia, amigos?,¿Cuáles son las parálisis que hoy dejan tu corazón inmóvil y de la cual necesitas de Dios para que las cure?? Pide la gracia de que tu amor se traduzca en un auténtico servicio.

Mientras haya gente que tiene hambre y tiene sed, Mientras haya ignorancia y enfermedad, mientras la guerra haga estragos mientras haya injusticias en alguna de las tierras de Dios, yo soy el guardián de mi hermano y no tengo derecho a

El gobierno de El Salvador había estado abusando de su pueblo durante muchos años. La rebelión trajo un baño de sangre. Los que se atrevían a hablar en favor de los pobres eran torturados, amenazados y, en muchos casos, asesinados. Tenemos ahí el caso del arzobispo Romero. Ante estas increíbles injusticias, el arzobispo habló en favor de la justicia y acusó al gobierno de opresor del pueblo. «Soy optimista... Lo que me sostiene en la lucha es mi amor a Dios, mi deseo de ser fiel al Evangelio y mi amor hacia el pueblo de El Salvador, especialmente hacia los pobres». Con su liderazgo, su celo y su amor, le recordaba al pueblo de El Salvador su verdadera herencia de hijos de Dios. Y promocionó la solidaridad mutua entre los pobres. El día 25 de Marzo de 1980, el arzobispo Romero fue asesinado mientras celebraba la Eucaristía. El día de su entierro apareció una gran pancarta sobre el presbiterio de la catedral, que decía: " Monseñor Romero, tú no has muerto; tú vives en el pueblo salvadoreño".

Dichosos cuando los odien los hombres y los destierren y los Insulten y denigren su nombre a causa del Hijo del Hombre. Sugerencias para la oración Las fuerzas del mal no toleran las conquistas del Reino de Dios. Luchar contra ellas los puede llevar a la muerte. Trae a tu memoria la contribución de los "mártires de hoy" a la causa de Cristo. ¿ Hasta qué punto te sientes capaz de dar, ante tu entorno, tus amigos, familia, trabajo, un completo testimonio de los valores de Cristo? Lee y medita Juan 8, 41-44. Pide la gracia de comprender el verdadero sentido de tu entrega a los valores del Reino y valor para luchar denodadamente bajo la bandera de Cristo.

Era la gran masa de los pobres y de los trabajadores los que eran católicos en este país, y fue este hecho el que me atrajo a la iglesia Dorothy Day

Mark Tierney, O.S.B., en sus Homilías ocasionales, pone una lista de las que él llama «Bienaventuranzas modernas»: Dichosos los que confían en sí mismos, porque saben que no necesitan de los demás. Dichosos los agresivos, porque disfrutarán pisoteando a la gente. Dichosos los que no se privan de nada, porque nunca sabrán qué es un sacrificio. Dichosos los que ponen el dinero ante todo, porque el dinero será su consuelo. Dichosos los que no se compadecen, porque sus corazones serán invulnerables. Dichosos los consumidores de sexo, porque nunca sabrán qué es la ternura. Dichosos los violentos, porque Satanás los tendrá por hijos. Dichosos los que se salen con la suya, porque de ellos es el reino de este mundo. ¡Compara estas bienaventuranzas con las de Jesús! El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24, 35 Sugerencias para la oración Lee y medita las Bienaventuranzas de Jesús (Mateo 5, 3-12). Recuerda escenas de la vida de Jesús que reflejen estas enseñanzas. Vuelve a leer las arriba citadas «Bienaventuranzas modernas»,de una manera más realista. Sustituye el «Dichosos» por «Desgraciados» los que..., etc. Los «premios» de estas bienaventuranzas nos darán una buena idea del vacío y frustración que acompañan a los que las practican. Realiza una lista de tus Bienaventuranzas personales. Comienza con "Dichoso yo...." Pide entender mejor las enseñanzas de Jesús, y valor para seguir sus huellas.

Así como las ondas de radio son captadas allí donde un receptor las sintonice, así también nuestros pensamientos de todos los días se irradian al mundo para influir para bien o par mal, en los demás. Anónimo

Las coordenadas de tiempo y espacio son, al mismo tiempo, límite de nuestra condición de seres vivos y capacidad de sorpresa frente a un Dios incansablemente nuevo. Pero si la mirada se nos empaña, sólo somos capaces de leer, en los acontecimientos de hoy, lo mismo que leímos ayer. Internamente no arrancamos la hoja del almanaque, porque pensamos que la que está debajo va a ser idéntica a la anterior, que cada persona nos va a responder exactamente como lo ha venido haciendo hasta hoy, y cada nueva situación sólo es nueva en su apariencia. Cuando la vida se nos desengancha de un pasado leído como una historia relacional y "conducida", y perdemos la tensión de un futuro habitado y cargado de promesa, el presente se nos vuelve como una planta artificial sin raíces, sin savia y sin impulso de crecimiento. Vamos y venimos, trabajamos con diligencia, hacemos y decimos cosas interesantes, pero hay una sombra de inconsistencia y de "no autenticidad" en nuestras palabras y en nuestros gestos. Como si fuéramos más parecidos a la hierba que crece en los techos, que aquel árbol bien plantado junto a corrientes de agua. Durante este momento de oración, queremos aprender a leer el PASADO COMO SABIDURÍA, como paso fecundo de Dios en la construcción de nuestro yo de hoy, y no como un cúmulo de ocasiones perdidas, como un rosario de nostalgias irrecuperables, o como un cuarto oscuro del que preferimos tener la puerta bien cerrada. Desde que la Iglesia pone en nuestros labios en la noche pascual la exclamación desmesurada y asombrosa: ¡Oh feliz culpa!, todo empieza a ser posible, todo en nosotros puede renacer y recobrar inocencia. Porque esa declaración desconcertante de felicidad, que podríamos traducir como "dichosos los que se reconocen pecadores perdonados", recoge la experiencia que Israel repitió una y otra vez y que continúa hoy en nosotros: el ofrecimiento portentoso de Dios de edificar una criatura nueva con los materiales que derribó del pasado. En esa historia de amor y desamor que es la Biblia, Dios está siempre corriendo el riesgo: el de hacernos volver a un punto cero de la relación con él para reconstruir ruinas (Am. 9,11), sanar infidelidades (Os. 14,2), rehacer vasijas estropeadas (Jer. 18), congregar dispersiones (Is. 43,5), revitalizar huesos resecos (Ez. 37), consolar aflicciones (Is. 40,1), recrear en nosotros un corazón nuevo (Jer. 33, 39). Desde ahí es más fácil vivir el PRESENTE COMO OPORTUNIDAD. Cuando nuestra conciencia se libera del ayer como de un fardo pesado de amargura o de nostalgia y de pinzamiento de la ansiedad por el mañana, se hace posible esa atención relajada que acoge el hoy. Y es precisamente esa actitud de sencilla disponibilidad la que caracteriza en la Biblia a los grandes creyentes: mientras Adán se escondía temeroso y los de Babel trepaban las torres para ganarse un nombre prestigioso (Gen. 11,4), Abraham contestaba :"Aquí estoy...", dejándose fluir confiadamente ante un Dios de caminos inéditos. Es una invitación a estar aquí y ahora en cada relación, en cada trabajo y acontecimiento, con una totalidad de presencia que nos libera, sin reservarnos para tiempos mejores, para esa vida ideal o ese momento soñado. Y guardar cuidadosamente para entonces un pan del que el presente no parece ser merecedor. Sin darnos cuenta de que se nos pudrirá mohoso en la despensa por que su destino era ser compartido entero, como el maná, con los que van cada día haciendo camino con nosotros. Y sólo así podremos vivir con esa mezcla de intensidad, naturalidad y frescura que es el verdadero talante de los hijos. Sólo así podemos ver EL FUTURO COMO SERENA CONFIANZA. Frente a la tentación de desentendernos de la construcción del futuro, bajo mil pretextos de pequeñeces e incapacidades, la Palabra nos guía en la dirección de una vigilancia que mantiene una intensa espera y una atención despierta y nos empuja a buscar mediaciones a comprometer energías a proyectar y a poner en marcha acciones creativas.

Y frente a nuestra ansiedad preocupada y dispersa ante lo desconocido nos llama a la serena audacia de confiar en que, en último término nuestra vida y la de todos los que amamos, descansa en el hueco de las manos de Alguien mayor. Alguien que nunca nos ahorra el penoso batallar en medio de dificultades y trabajos, pero que siempre responde con un " Yo estaré contigo" a todas nuestras temerosas resistencias (cf. Ex. 3,12; Jos. 1,9 ; Jer. 1,8; Mt. 28,20). ♦



Reflexiona sobre el paso de Dios por la historia, mira cómo Dios es capaz de "Hacer nuevas todas las cosas", incluida la mirada para contemplar su obra en nosotros, no sólo en el pasado sino también en nuestro presente. Escribe, aquellas cosas "viejas", las que ya "te quedan chicas", las que ya "fueron", las que no hacen a mi ser de Cristiano maduro, las que fueron "superadas" por la novedad de Dios (ruinas, infidelidades, cacharros rotos, huesos resecos). También puedes escribir las cosas del presente que te hacen sentir confianza frente a la obra de Dios.

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