Cuadernoescuelasfundantes2

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ENRIQUE PICHON-RIVIÈRE

Y SU INTEGRACIÓN

DE AUTORES

Julia Franco En esta clase voy a tratar de hacer una integración que permita entender cómo Pichón-Rivière va construyendo el ECRO, tomando distintos aspectos de corrientes de pensamiento que fue articulando según su particular visión sobre, en principio, la enfermedad mental, y más tarde sobre todo comportamiento; Este recorrido partió de la psiquiatría y el psicoanálisis para arribar a lo que él denominó psicología social. Y como tal no figura en los más conocidos manuales y compilaciones sobre esta disciplina, precisamente porque (entre otras cosas): - No coincidía con el paradigma que dominaba la disciplina. - Surge como un movimiento contra-institucional. Para poder ubicarlo y entender sus desarrollos, voy a hacer una breve reseña de lo que estaba consolidado como saber científico dentro de la psicología social en ese momento. A mí me sirve conocer con quién discute un autor para poder entender su planteo; espero que a ustedes también les resulte facilitador. El origen de la psicología social se remonta a principios del siglo XX frente a la interacción individuomedio ambiente, individuo-sociedad. Diferentes teorías intentaron enfatizar algún aspecto de la relación, generando multiplicidad de ellas de corto o medio alcance que abordaron temas específicos; y algunos teóricos de la psicología social afirman que hay tantas teorías en esta disciplina como psicólogos sociales existen. Pero de alguna manera podemos agruparlas para entender sus diferencias. Si bien sus raíces dan cuenta de la tradición occidental europea, su mayor desarrollo se produjo en EE.UU., en especial en el período posterior a la segunda guerra mundial. Había necesidades críticas que requerían respuestas urgentes. Según Cartwright, Hitler fue la persona que mayor impacto tuvo tanto en el surgimiento de problemas humanos como en la búsqueda de soluciones. Contribuyó al flujo migratorio de científicos europeos a EE.UU., entre éstos los psicólogos sociales que adhirieron al paradigma conductista y a la ideología política norteamericana, la defensa de la democracia, la importancia del individuo, el progreso logrado en base a la racionalidad y la educación. Sin embargo, a pesar de la influencia de esta postura, a la que se le llamó psicología social psicológica, paralelamente se desarrolló otra corriente denominada psicología social sociológica. La psicológica deriva de la psicología general, y surge ligada básicamente al conductismo, como reacción a las teorías de la mente que se consideraba no tenían seriedad científica, según el modelo de las ciencias naturales, que era en ese momento “el modelo” por excelencia (y tal vez todavía siga siéndolo). Si el conocimiento de la mente era imposible desde los parámetros ponderados de observación, medición y cálculo, entonces había que buscar un modo “científico” de conocer y explicar los comportamientos: lo observable era la conducta, poco importaba el pensamiento o sentimiento que la motivara si no se podía conocer mediante estos procedimientos. Su método es el experimental. Esta disciplina se consolida dentro de un nuevo paradigma: había que observar y medir lo que la gente hacía. La unidad de estudio: el individuo y su forma de relacionarse con el medio.

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Posición individualista y biologista, basado en el dualismo mente-cuerpo, se apoya en este último término; consideraban que no existía una psicología de grupos que no fuera esencial y completamente una psicología de individuos. Buscaron describir procesos psicológicos en términos de interacción entre sujetos individuales. El objetivo era medir, controlar y modificar problemas cotidianos, y consideraban toda conducta como un producto de la influencia moduladora del ambiente. La fórmula que se utiliza: E-R-R, estímulo-respuesta-refuerzo, da cuenta de la concepción de sujeto considerado como un organismo que responde a un estímulo del medio. Según esta reacción o respuesta fuera deseada o inadecuada, se aplicaba un premio o castigo (refuerzo), para cristalizar el comportamiento buscado. El fenómeno psíquico solo podía ser definido por sus efectos. Y el objetivo último se orientaba hacia la predicción y el control de la conducta. Sujeto y objeto son dos entidades separadas. La sociológica: más relacionada con la sociología, y vinculada con el interaccionismo simbólico (Mead entre otros). Se supera la controversia acerca de la prioridad del individuo o de la sociedad, al explicar los procesos de conformación del sujeto social. El individuo se constituye como persona en la relación con los otros, y a la vez contribuye a la construcción y transformación del medio social en que vive. Se enfatiza la naturaleza dialéctica de la relación individuo/sociedad en una clara posición antirreduccionista. Y principalmente pone énfasis en el aspecto simbólico del mundo humano. El interaccionismo simbólico reposa en tres premisas: 1. Los seres humanos actúan hacia los objetos sobre la base de los significados que éstos tienen para ellos. 2. El significado surge en la interacción social. 3. Los significados se modifican a través de un constante proceso de interpretación. Entonces ahora podemos comprender que, dentro de esta corriente, los estímulos para un humano están cargados de sentido, de significados que harán a las diferentes respuestas individuales y colectivas; por lo tanto duda de los experimentos llevados a cabo en laboratorio con animales, cuyos resultados luego se trasladan a la interpretación de las conductas humanas. Las influencias más importantes sobre la conducta humana son las simbólicas. Esta corriente fue más tomada por la sociología que por la psicología social, debido al prestigio del paradigma positivista desde donde operaba la corriente psicológica. Y fue retomada a partir de las críticas que comienzan a surgir sobre este enfoque alrededor de los ‘70:  Ausencia de un marco conceptual unificador  Énfasis positivista anti-teoricista  Falta de sentido histórico  Aislamiento de otras ciencias sociales  Desacuerdo en cuanto al nivel micro y macro del objeto de estudio  Alejada de los problemas de la gente Como ya estarán vislumbrando, E. Pichón Rivière se ubica dentro de esta línea que se apoya en una concepción de sujeto que parte de Mead, pero enriquecida con los aportes de múltiples fuentes. Su concepción de sujeto producido le lleva a afirmar que “no hay nada en él que no sea la resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases”.1 Acá vemos la influencia de Mead en cuanto al proceso de conformación de la persona, como resultado de una trama vincular (familiar, que mediatiza el orden social) que lo produce como tal, pero que a la vez también es productor de esa realidad que lo conformó, en una relación no lineal sino dialéctica, siempre que esté abierto al aprendizaje entendido como “apropiación instrumental de la realidad para conocerla y transformarla”. La noción de “mutua representación interna” tiene su analogía con la del “otro generalizado”. Toma de Mead básicamente su concepción referida a la conformación del sujeto a partir de las relaciones concretas con el medio. “El concepto de rol, incorporado a la psicología social y desarrollado por G. H. Mead, el gran precursor de esta disciplina, que basó todo su desarrollo en el concepto de rol, su interacción, el concepto de mí, de otro 1

Zito Lema, V.: Conversaciones con E. Pichón Rivière sobre el arte y la locura, Ediciones Cinco, Buenos Aires, 1976 .pág. 107.

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generalizado, que representaría el grupo interno como producto de una internalización de los otros, adolece, sin embargo, de una limitación que hemos resuelto incorporando, a la idea de grupo interno o mundo interno del sujeto, la internalización llamada ecológica… que incluye los objetos inanimados, el hábitat en su totalidad…”2 Como ven, estamos hablando de internalización de objetos, sujetos y entorno. Todos estos elementos incorporados a nuestro mundo interno nos habitan, interactúan, traman argumentos, orientando nuestro modo de pensar, sentir y hacer. Bion no es citado explícitamente por Pichón, aunque sí lo hace quien lo acompañó hasta su muerte: Ana P. de Quiroga, en referencia a la presencia y la acción significante del otro que “tiene su paradigma en el protovínculo (experiencia del primer vínculo), en la función yoica de continencia o función materna, estudiada por Bion, Winnicott, Bowlby y otros. Desde esa función portadora del orden social se sostiene la estructuración del psiquismo”3. Además los desarrollos bionianos que teorizan sobre formaciones inconcientes específicamente grupales (supuestos básicos), se complementan sin violencias epistemológicas con la propuesta de Pichón, dado que utiliza el marco teórico del psicoanálisis pero sin trasladar la técnica del tratamiento individual al grupo, sino buscando su especificidad. Ambos plantean la presencia en todo grupo de dos niveles: grupo de trabajo o tarea explícita, y grupo de supuesto básico o tarea implícita. En ambos se mantiene la escucha psicoanalítica de indagación de lo no dicho, lo que subyace al discurso manifiesto. Sartre le aporta un modo de interpretación y operación en la realidad de su tiempo sostenido desde el materialismo dialéctico. Esta visión hace a la noción de grupo como una totalidad en proceso, nunca acabada, siempre en tensión contra la serialidad. Aporta un saber sobre el hombre que no es universal y eterno sino histórico y situado. Y las etapas que describe en el devenir de la grupalidad nos permiten abordar los momentos de organización/desorganización -que tienen su raíz en una mirada dialéctica sobre la realidad- como parte constitutiva de cualquier movimiento humano, individual o colectivo. Este método atravesará toda la construcción teórica y todas las técnicas de abordaje de la realidad desde esta perspectiva. Desde aquí se trabajará, por ejemplo, con todas las contradicciones grupales como motores del proceso en el tránsito por la tarea. Vamos a Lewin, un autor de mucha presencia en la perspectiva pichoniana. En principio la importancia de los pequeños grupos como objeto de estudio de la psicología social, entendidos como instrumentos de cambio individual y social. Dijimos que Lewin diferencia los psico-grupos (grupos de formación) de los socio-grupos (con tarea explícita). Pichón logra integrar estos dos modelos en el grupo operativo, dado que en el recorrido necesario e inevitable de acciones y tareas requeridas para el logro del objetivo propuesto por el grupo, se van a ir dando una serie de obstáculos que habrá que ir resolviendo. En el análisis de estos obstáculos se dará el aprendizaje y el cambio, la ruptura de estereotipos que rigidizan los comportamientos y dificultan el intercambio dialéctico entre sujeto y medio. De esta manera el grupo operativo siempre tiene una tarea explícita (equipo deportivo, creativo, de aprendizaje, de trabajo en organizaciones, etc.), pero además una implícita desde la cual intentaremos elucidar lo que ocurre a nivel manifiesto, comprendiendo la estructura latente que lo motiva. Ambos plantean el trabajo con pequeños grupos pensando en el cambio social planificado. Para Lewin estos grupos eran como átomos radiactivos que irían expandiendo sus efectos hasta lograr un cambio a nivel del tejido social. Para Pichón, los grupos operativos permitían trabajar los comportamientos rigidizados, estereotipados, permitiendo mayor plasticidad y apertura, analizando las matrices de aprendizaje que nos reducen el intercambio con el medio. Ambos consideraban a estos integrantes como “agentes de cambio”, facilitadores de los procesos que en el campo social se dan buscando mayor satisfacción a las necesidades de todos, promoviendo salud mental. 2

Pichón Rivière, E.: El Proceso Grupal. Del psicoanálisis a la psicología social, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1985. pág. 28. 3 Quiroga, Ana P. de: “Enfoques y perspectivas en psicología social. Desarrollos a partir del pensamiento de Enrique Pichón Rivière”, pág. 43, Buenos Aires, Ediciones Cinco, 1987, 2da. edición.

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El método propuesto por Lewin de investigación-acción es tomado por la línea pichoniana en una doble vertiente:  la freudiana, que investigando en el pasado del paciente hacía conciente lo inconciente, y en esta misma operación se iban revirtiendo los síntomas  la lewiniana: que opera sobre las fuerzas que mantienen en equilibrio al grupo, moviendo éstas y provocando el cambio buscado. También incorpora los liderazgos que plantea Lewin como estilos de conducción o coordinación, agregándole el estilo demagógico, aquél que con formas y discurso democrático logra manipular autocráticamente. Otro concepto del que seguramente ya tienen noticias, es el de la resistencia al cambio, compartido por ambos autores. Y finalmente el abordaje que incluye no sólo al individuo (aún en la terapia individual), sino la persona y su ambiente, el “campo psicológico” para Lewin. Bueno, esto es lo que en principio me resulta más evidente de las distintas fuentes que fueron nutriendo la construcción teórica de Pichón. A medida que ustedes mismos lo vayan leyendo, irán descubriendo otras similitudes y diferencias. Y por supuesto que los contenidos del ECRO no se agotan en estos autores sino que es un producto de los discursos científicos de la época, de la biografía del autor, de la coyuntura que le tocó en suerte y de su modo de transitarla. Tal como nos ocurre cuando hemos sedimentado lecturas, experiencias, recorridos conceptuales, muchas veces no sabemos si lo que pensamos sobre algún punto es nuestro o estamos “robando autoría”. Somos producto del tinte de época, de la familia en la que crecimos, de la formación específica que elegimos, de la que nos eligió, de la gente con la que compartimos trayectorias, de nuestra particular manera de relacionar, procesar y capitalizar experiencias. Y cada uno de los pensadores y hacedores que han desarrollado sus propias construcciones lo hacen sostenidos desde todo este bagaje previo. “Pichón reconstruía su propio itinerario conceptual de un modo que destacaba decididamente los rasgos únicos de su biografía. En ese sentido, en el breve "Prólogo" de 1970 4 que se ofrecía como una presentación sintética de su pensamiento y de los caminos de su formación, el componente autobiográfico quedaba muy destacado, algo que va a acentuar en 1976 en las "Conversaciones"5. Y tal relieve de la vida personal no deja de convenir a su concepción de un “esquema referencial” que debía ser a la vez “conceptual” y fruto de experiencias vividas. En ese sentido, ofrece una suerte de interpretación retrospectiva de su trayectoria que pone el acento en un conflicto infantil, pero no entre pulsiones sino entre dos culturas.”6 En síntesis, que la ciencia es una actividad, no sólo conocimiento expresado en lenguaje formal. Y por lo tanto siempre asentada sobre la base social de la cual emerge, con todos sus conflictos y sus luchas por la imposición de la “verdad”. En su aspecto referido a la génesis y estructuración de la personalidad…: Freud, Melanie Klein y G. H. Mead, entre los más importantes. En cuanto a la comprensión de los procesos sociales, particularmente los grupales, hemos tenido presente los hallazgos de Kurt Lewin. El método dialéctico fundamenta este ECRO y su particular dialéctica… Lenin señala, muy justamente, como rasgo fundamental de la dialéctica, “el desdoblamiento de lo que es uno y el conocimiento de sus partes contradictorias”… Este método es el que permite la producción del conocimiento de las leyes que rigen la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, tres aspectos de lo real comprendidos en lo que denominamos “hombre-en-situación”. Con el término “hombre-en-situación” se pretende caracterizar un objeto de conocimiento, en una tarea que reintegre lo fragmentado por un pensamiento disociado que escotomiza las relaciones entre sujetos, naturaleza y sociedad. 7 4 Pichón Rivière, E.: El Proceso Grupal. Del psicoanálisis a la psicología social, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1985. 5 Zito Lema, V.: Op. Cit. 6 Vezzetti, H.: Enrique Pichón Rivière y Gino Germani: el psicoanálisis y las ciencias sociales, publicado en Anuario de Investigaciones, N° 6, Facultad de Psicología, UBA, 1998. 7 Zito Lema, V.: O. Cit., Cap. VI, P. 107 y 111.

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Este recorte textual intenta darles una idea de los fundamentos que sostienen el desarrollo teórico de Pichón Rivière, más allá de otros aportes que podemos inferir de su lectura, teniendo en cuenta que su biblioteca era una de las más completas -aparte de las públicas- que existían en ese momento en nuestro país. Vamos ahora a ver algunas diferencias y similitudes que mantuvo con estos autores en los que se apoyó. Con respecto a Freud, reconoce que sus ideas estuvieron sugeridas por algunos de sus trabajos (Psicología de las masas y análisis del yo) pero el austríaco no tuvo continuidad en esta línea, “no pudo abandonar una concepción antropocéntrica, lo que le impidió desarrollar un enfoque dialéctico”8 Esta perspectiva intrasujetal (al interior del sujeto) es la que abandona Pichón por considerarla esencialista e idealista, para la que la naturaleza humana se determinaría desde impulsos instintivos o pulsionales que aparecen como inmodificables y universales. En esta concepción de sujeto se jerarquiza lo pulsional, y por lo tanto lo fantasmático, como principio interno que interpreta la experiencia. Para el enfoque pichoniano lo intrasujetal sería sólo un aspecto de un proceso mucho más complejo, considerando lo biológico y lo social constitutivos de los procesos psíquicos. El mundo interno es un escenario interior en donde se intenta reconstruir la realidad exterior. Esto lo lleva a ampliar el concepto de “relación de objeto” por la noción de vínculo. Estas relaciones intersubjetivas se establecen sobre la base de necesidades. Y tienen características y matices particulares en los que interviene la fantasía inconciente. Lo que se internaliza entonces no es sólo el objeto, sino la estructura vincular determinada por el sentimiento de gratificación o frustración que acompaña a la configuración inicial del vínculo, que será significado como vínculo bueno o vínculo malo (siguiendo a Klein), y que tendrá componentes reales, no sólo fantasmáticos. Las relaciones reales pasarán a ser entendidas como elementos de configuración del mundo interno del sujeto. Si bien se inspira en Klein, en este punto no coincide con ella al tener en cuenta la eficacia de la interacción, de la acción concreta del objeto en la conformación del psiquismo. Intenta demostrar desde el concepto de vínculo que no existe un innatismo de la hostilidad o del amor (perspectiva kleiniana). El siguiente cuadro es una síntesis que construí a partir de una clase de Oscar González (psicoanalista y psicólogo social argentino) y que tal vez facilite el análisis comparativo. NOCIONES

FREUD

M. KLEIN PICHON RIVIERE

Relación interno/externo

¿Cuál es el motor del psiquismo?

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 Acento en lo interno.  Lo externo tiene una influencia, pero es limitada.

 Hay pulsiones, lógicas, mecanismos, etapas,(fases, yo/ ello/super yo)  El psiquismo sigue el esquema del placer, evitando el displacer.

Zito Lema, V.: Op. Cit., pág. 104.

 Acento en lo interno.  Énfasis en lo externo.  Lo externo tiene una  Causas de la patología, no influencia, pero es en el interior del sujeto limitada. sino en la interacción del grupo familiar (emergente).  Hay necesidades que empujan a establecer  Hay pulsiones, vínculos. Enfatiza la lógicas, mecanismos, acción del otro. Rechaza la etapas, (posiciones) teoría de los instintos.  Lo que mueve el psiquismo es la ansiedad.

 Lo que mueve el psiquismo es la ansiedad (miedo al ataque y miedo a la pérdida)

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Principio ligado a las pulsiones. Configuración del  Concientepsiquismo preconcienteinconciente. Yo- ellosuper yo.

 Posición esquizoparanoide y posición depresiva.

 Posición esquizoparanoide, (patoplástica o instrumental) y posición depresiva.  Las defensas  Las defensas  Defensa fundamentales: fundamentales: dominante: la disociación y disociación, proyección e represión. proyección. inhibición. Ubicación  Infancia: hasta los  Infancia: los  Infancia: los primeros 6 a temporal del origen 5 ó 6 años. primeros 6 a 8 meses 8 meses de vida. Conflicto de las perturbaciones Complejo de de vida. Conflicto de de ambivalencia Edipo (identidad ambivalencia (sentimiento de culpa) sexual y angustia (sentimiento de de castración) culpa). Procesos  Denomina  Denomina  Denomina implícito o psíquicos inconcientes inconcienteinconciente. latente. latente Como materialista que era, no acuerda con el psicoanálisis en aquellos aspectos referidos al terreno del comportamiento que están atribuidos a la naturaleza de la especie, por ejemplo las fantasías originarias, la pulsión de vida y de muerte. “… a mi entender, el instinto de vida o de muerte son ya una experiencia en forma de comportamiento donde lo social está incluido a través de momentos gratificantes o frustradores, produciéndose la inserción del niño en el mundo social.”9

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Pichón Rivière, E.: Op. Cit. pág. 20.

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LA DIALÉCTICA

Y SUS LEYES

Leo Rambaut Dialéctica (del griego = dialektiké = el arte de razonar) El término proviene de los siglos 6 y 5 antes de Cristo. La palabra griega dialektiké, que originalmente significó "el arte de discutir", luego pasó a significar también "el arte de razonar". Pero hay muchas formas de razonar. Por ejemplo, ciertos políticos de partidos distintos y abogados de partes contrarias -hoy igual que en aquella época- razonan retóricamente, es decir, sobrevaluan lo que les conviene, y callan o desacreditan lo que no. Naturalmente, no obtienen ambas partes una única verdad, sino conclusiones completamente distintas, opuestas. Por otra parte, el ser humano tiene tendencia a razonar también por metáforas, por similitudes y coincidencias. A propósito de la tendencia a creer que cosas que coinciden o se asemejan en algún aspecto, deben estar relacionadas, Sócrates dice: «[...] cuando tiene uno opiniones contrarias a la realidad y se engaña, es claro que esta condición se ha insinuado en él a través de ciertas semejanzas»10. Los médicos de la antigüedad podían creer que una planta cuyas hojas tenían forma de corazón, con toda seguridad debía servir para curar las enfermedades cardíacas (razonamiento metafórico o poético). Este convencimiento (doxa) podía ser sostenido con fervor, aunque en la realidad los enfermos cardíacos no mejoraran. Este tipo de creencias, muchas de ellas dilemáticas o en desacuerdo con la realidad, serían hoy incluidas por la Psicología Social entre las ideologías (Schilder y Pichon-Riviére, PG: 114, 156, 211)11. Pero Sócrates —cuyo pensamiento conocemos por el registro de su discípulo Platón—, propuso una nueva dialéctica, una forma de razonar sana, que dejaba de lado la retórica y las similitudes o metáforas, y sus consiguientes "verdades" equivocadas —equivocadas porque no coincidían con la realidad— que procedían de estas formas de razonar. Esta nueva dialéctica de indagación servía para averiguar "la" verdad; se entendía por verdad (episteme) un conocimiento de la realidad que coincidiera en alto grado con esa realidad (que tuviera un mínimo bias, diríamos hoy en PS). El método consiste en 1) tomar un concepto complejo, al que normalmente vernos como un todo, como una totalidad, y dividirlo en sus partes (análisis) para considerarlas individualmente; 2) para reducir el error o bias, Sócrates nos dice: «... Es preciso después, una vez que se ha reflexionado suficientemente sobre estas cosas, observarlas en la práctica, en su realidad y actuación» (esto es el moderno concepto de feedback), «y poder seguirlas rápidamente con la percepción» (esto permite perseguir las verdades que cambian rápidamente, que no permanecen constantes a lo largo de nuestra vida)12. Es decir, la comparación entre el concepto complejo (el que gracias al análisis ahora vemos formado por sus distintas partes), con la realidad, pondrá en evidencia sus partes no verdaderas, lo que nos permitirá corregirlas (modificarse), y luego 3) reunir sus partes nuevamente (síntesis) en una visión de conjunto que se acercará más a una fiel descripción de la realidad. El proceso se repetirá una y otra vez a partir de la última síntesis; así se logrará que el concepto complejo describa cada vez con mayor exactitud la realidad. «De esas divisiones y composiciones 10

PLATÓN: Fedro; traducción por María ARAUJO. Aguilar, Buenos Aires, 1977. 262 b. A partir de ahora, en lugar de “El Proceso Grupal” escribiremos “PG”. 12 Id. 277 11

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[...], soy un apasionado, a fin de ser capaz de hablar y pensar», expresa Sócrates13. En homenaje a Fenareta, su madre partera, Sócrates llamó maiéutica (obstetricia) (PG: 76, 114, 133, 171) a su método dialéctico, es decir, el arte de hacer parir "la" verdad. Si imaginamos como una cadena la sucesión de etapas de la maiéutica o razonamiento dialéctico de indagación, es decir, de búsqueda de la verdad, el primer eslabón sería así:

En el acontecer grupal, cada una de estas etapas o eslabones se corresponde con una UT. El significado de los términos empleados aquí es: • Proposición: es una oración con sujeto y predicado, es decir, que afirma o niega algo del sujeto, y sobre la que podemos determinar su grado de verdad, según su concordancia con la realidad. Esta proposición es la verdad que buscamos perfeccionar. • Análisis: Es la separación de los elementos componentes con el propósito de considerarlos individualmente. En este caso, para compararlos entre sí y con la realidad. Si tenemos en cuenta que estos componentes estarán formados por pares contradictorios (Heráclito, Hegel, ver más adelante), podemos dividir el análisis en dos partes: tesis y antítesis. • Síntesis: Es la re-unión de los componentes que acabamos de estudiar y modificar individualmente, de manera de formar un cuerpo superior, es decir, que se acerque más a la realidad, que sea capaz de contener sus contradicciones. Esta cadena puede también representarse como un anillo dialéctico sin fin, con un comienzo pero sin una conclusión:

Si ahora imaginamos que en las sucesivas vueltas nos acercamos cada vez más a la verdad buscada, y 13

Id. 266b

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simbolizamos esta aproximación como una reducción en el diámetro, podemos representar el proceso como una espiral tridimensional cónica (estrictamente, una hélice cónica):

Espiral dialéctica que busca la verdad invariable (caso particular).

Espiral dialéctica que persigue el conocimiento de una realidad cambiante (caso general)

En la realidad que prácticamente no variará a lo largo de nuestra vida (por ejemplo, la distancia de la Tierra al Sol, o las propiedades fisicoquímicas del hierro), las vueltas de la espiral se aproximarán cada vez más a su eje, que representa la verdad-realidad (caso particular). Pero la mayoría de los asuntos de la realidad, sobre todo en lo psicológico social, se modifican bastante con el transcurso del tiempo, y la realidad que hoy coincide en alto grado con la verdad que hallamos, mañana habrá cambiado, y deberemos perseguirla (caso general) para que nuestra verdad, nuestras creencias, no se alejen demasiado de la realidad. En la PS pichoniana la espiral dialéctica se emplea en los siguientes casos: 1) En el aprendizaje (una parte de la adaptación activa a la realidad: modificarse, búsqueda maiéutica de la verdad), como acabamos de decir, se usa para representar la aproximación cada vez mayor de la verdad individual (doxa, opinión, ideologías, cosa para sí), a la verdad (episteme) que describe la realidad (cosa en sí) con un bajo bias o error. 2) En la causalidad dialéctica que describimos más adelante (la otra parte de la adaptación activa a la realidad: acción del individuo para modificar la realidad), se emplea para simbolizar el acercamiento cada vez mayor del resultado obtenido (realidad), a la modificación deseada (proyecto), es decir, aquí también hay disminución del bias o error. 3) En el esquema del cono invertido, se utiliza para representar la desocultación o explicitación que la interpretación del coordinador efectúa sobre lo implícito (existente) durante el acontecer grupal (PG: 238 a 240). Pichon-Riviére en este caso ubica lo implícito o latente en la parte inferior (vértice del cono invertido), y lo explícito o manifiesto en la parte superior (base del cono). Cada vuelta de la espiral representa una unidad de trabajo. El método científico parte de una creencia o ideología no dialéctica (en griego doxa), la que intenta explicar una observación, y que luego es corregida, modificada dialécticamente en base a la exr Jrimentación, para que coincida con la realidad (indagación combinada) Hasta aquí hemos esquematizado sucintameni la dialéctica de indagación o maiéutica, la que sirve para adecuar nuestras creencias a la realidad, es decir, para modificarnos. Pero esto sólo es una parte de la adaptación activa a la realidad (AAR), la que también exige capacidad para modificar el medio en la medida de nuestras posibilidades. Debemos aclarar que la división de la AAR en la maiéutica que acabamos de describir, y en la causalidad dialéctica que veremos a continuación, es decir, en modificarse y en modificar la realidad, es artificial en el ser humano, y sólo se hace con el propósito de facilitar su comprensión. En los seres humanos, ambas acciones, modificar y modificarse, se dan simultánea y encadenadamente en los procesos de la realidad. Unos años antes que Sócrates y Platón, hubo un filósofo llamado Heráclito el Oscuro, quien también se

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ocupó de la dialéctica. Sus teorías eran poco inteligibles, de allí su sobrenombre. Sócrates dijo de su filosofía que lo poco que había comprendido era excelente, y que probablemente lo que no había comprendido también lo fuera. Sus escritos se perdieron, pero han llegado fragmentos de su obra hasta nuestros días, citados por otros autores. Probablemente sus aportes más importantes a la dialéctica son: 1) La noción de devenir, es decir, de que nada permanece igual al transcurrir el tiempo. Su fragmento más conocido dice: «Todo pasa. No puedes bañarte dos veces en el mismo río, pues nuevas aguas corren siempre sobre ti». 2) La noción de la unidad y lucha entre fuerzas contrarias. «Todo lo que se opone se une, y todo lo que se separa está de acuerdo»; «la lucha es una ley universal», sostuvo. 3) Su enfoque de la dialéctica como algo activo, modificador de la realidad. A propósito, Paul Sandor dice en su Histoire de la Dialectique: «Heráclito desarrolla su teoría en una actitud que apunta a la modificación de lo existente; [en cambio] la teoría [maiéutica] de [Sócrates y] Platón es la justificación de lo existente [...]», es decir, dialéctica de indagación, de aprendizaje, modificación de sí mismo. La modificación activa que produce el individuo sobre el medio que lo rodea, sobre su realidad, es una relación de causalidad, porque su acción causa los cambios en la realidad. Pero generalmente los resultados obtenidos son algo distintos de los que había proyectado el sujeto, así que, en base a la información (feedback) que obtiene sobre la diferencia (bias) entre la modificación deseada (proyecto o consigna) y la que realmente ha producido (realidad), el sujeto sano varía su accionar en el sentido necesario para acercarse al resultado proyectado. Una causalidad activa, que va ajustando la acción en base a la información de error durante la marcha del proceso, es una causalidad dialéctica. Se contrapone a ella la torpe causalidad determinista, que se basa en la creencia errónea de que, si se prepara todo lo necesario antes de efectuar la acción, eso determinará que luego se obtenga exactamente el resultado deseado. Sin embargo el ser humano, al actuar sobre la realidad, emplea una causalidad combinada, ya que primero ejecuta su acción en base a su experiencia, en base a datos almacenados en sus ERs (causalidad determinista), y recién después ajusta dialécticamente su acción en base a la información (feedback) sobre la diferencia (bias) entre lo deseado y lo obtenido. Pichon-Riviére no menciona explícitamente esta causalidad combinada. Luego de Platón, la dialéctica —esta dialéctica o forma de razonar y actuar tan especial— desapareció casi por completo de las teorías filosóficas por más de dos milenios. Reapareció en los comienzos del siglo 19 con Kant y Hegel. Más tarde, filósofos socialistas como Marx y Engels la adaptaron a su particular visión política de la historia y la economía. Sus ideas han influido en la visión actual de la dialéctica; pero también han llevado a muchas personas a creer que la dialéctica es una idea política socialista, en vez de un principio científico universal conocido desde hace 2 500 años, el que sutilmente rige nuestras vidas, la química de nuestro cuerpo, nuestras relaciones de convivencia, etc. En la actualidad, diversas técnicas y ciencias se basan en la dialéctica o la emplean parcialmente sin que sus operadores tengan conciencia de ello, lo que se manifiesta en nuevos nombres para los viejos conceptos de la dialéctica. Pichon-Riviére ha tomado por su practicidad algunos de estos nuevos términos, como feedback, bias, homeostasis, etc. Entre esas ciencias y técnicas podemos mencionar la Cibernética o Regulación automática, la Robótica, la Astronáutica, el "Control de gestión", la "calidad total", la Pedagogía, la Endocrinología, la Fisiopatología. La Psicología Social de Pichon-Riviére basa explícita y totalmente su enfoque en la dialéctica; por esto es importante que las escuelas de Psicología Social se ocupen de desarrollar la visión dialéctica de sus alumnos desde los primeros años Leyes de la dialéctica La cantidad y el orden en que se enuncian estas leyes varían según los autores. Pichon-Riviére menciona la clasificación de Georges Politzer (PG: 132), que es la siguiente: 1) Ley del cambio dialéctico (nada permanece como es). 2) Ley de la acción recíproca (todo influye sobre todo).

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3) Ley de la contradicción (unidad de los contrarios y negación de la negación). 4) Ley de la transformación de la cantidad en calidad (y del progreso por saltos). Politzer enfoca la dialéctica desde el socialismo, desde lo político, y en algunos casos reúne varias leyes en una. Comete además el error de considerar dialécticos sólo a los cambios que están predeterminados por la estructura interior de la cosa (autodinamismo, sistemas cerrados), lo que, de ser cierto, dejaría fuera de la dialéctica a la maiéutica (modificarse, acercarse a la verdad), y a la causalidad dialéctica volitiva (modificar voluntariamente el medio de acuerdo con un proyecto, compensar dialécticamente tanto las influencias interiores como las exteriores). Es decir, dejaría fuera de la dialéctica a la Psicología Social completa, con sus sistemas abiertos que intercambian influencia con el medio. A continuación damos nuestra clasificación, y luego consideraremos individualmente cada ley: 1) Ley del cambio dialéctico (nada permanece como es, para siempre). 2) Ley de la unidad y lucha de los contrarios. 3) Ley de la transformación de la cantidad en calidad. 4) Ley de los saltos discretos. 5) Ley de la negación de la negación. 6) Ley de la acción recíproca (todo influye en todo). 7) Ley de la modificación activa (corrección en base a la información de error). 1) Ley del cambio dialéctico. Por ser la más general de estas leyes, la hemos ubicado en primer lugar. Esta ley sostiene que ninguna cosa permanece igual a sí misma para siempre; que todas las cosas sufren cambios a lo largo de su existencia. «Todo pasa. No puedes bañarte dos veces en el mismo río, pues nuevas aguas corren siempre sobre ti», dijo Heráclito el Oscuro, hace 2 600 años. Es oportuno aquí recordar el verbo devenir, ya que éste incluye tanto la noción de cambio como la de transcurso del tiempo. Una de las tareas de la Psicología Social es ayudar a las personas a desarrollar mecanismos dialécticos que les permitan adaptarse activamente a la realidad, es decir, 1) ajustar flexiblemente sus creencias a la cambiante realidad (modificarse, aprender), en vez de atarse a convicciones estereotipadas; y 2) que en su actuación sobre la realidad (modificarla, operar sobre ella), esos mecanismos les permitan ir corrigiendo el resultado obtenido para que se acerque lo más posible a su proyecto, a pesar de la influencia de sucesos no previstos. Por ejemplo, hasta hace setenta años los vendedores de sombreros ganaban buen dinero. Cuando comenzó el sinsombrerismo14, algunos comerciantes del ramo adecuaron rápidamente sus esquemas de referencia a la nueva realidad, y buscaron otro tipo de negocios. Otros sostenían: "siempre ha sido buen negocio, y seguirá siéndolo", posición estereotipada que los llevó a la ruina. Esta ley puede expresarse de la siguiente manera: Todo cambia, ninguna cosa de la realidad permanece igual a sí misma para siempre. 2) Ley de la unidad y lucha de los contrarios. En algún momento se habló de la "identidad y lucha de los contrarios". Al ser humano promedio le atraen los enunciados paradójicos de este tipo. Pero es demasiado evidente que si son contrarios, no pueden ser idénticos. Así que luego se reemplazó esá expresión por "unidad y lucha de los contrarios"15. Esta es considerada la ley principal de la dialéctica, ya que es casi una explicación de su mecanismo de acción. Su antecedente más antiguo conocido corresponde también a Heráclito el Oscuro, quien 600 años antes de Cristo dijo: «Todo lo que se opone se une, y todo lo que se separa está de acuerdo»; «la lucha es una ley universal». En primer lugar, debe identificarse correctamente el par de contrarios, es decir que sus efectos sean 14

ZITO LEMA, VICENTE: "Conversaciones con Enrique Pichon-Rivière sobre el arte y la locura”. Ed. Cinco. 1993. P. 127 15 Id. P. 106-107.

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efectivamente opuestos, que al unirlos formen una antinomia verdadera. En Psicología Social se consideran contrarios dialécticos los siguientes pares: lo explícito/lo implícito, lo concreto/lo abstracto, pensamiento vulgar/p. científico, mente/cuerpo, individuo/ sociedad, salud/enfermedad, organismo/medio, objeto bueno/o. malo, conducta normal/c. patológica, mundo interno/m. externo, etc. (PG: 113, 133, 134, 154, 173, 174; PNP: 354, 355). Con respecto al par teoría/práctica, Pichon-Riviére lo menciona a lo largo de sus trabajos como una antinomia que se resuelve en su síntesis, la praxis. Esto es así, excepto en alguna oportunidad en que lo ha considerado una falsa antinomia (PG: 128). En la dialéctica de indagación (maiéutica socrática, búsqueda de la verdad) el eslabón de la cadena dialéctica comienza con el análisis de la lucha (tensión dialéctica) entre los aspectos contradictorios, de la cual emergerá, no una elección entre unos u otros como la verdad (suplementariedad), sino una verdad abarcativa, la síntesis de orden superior que contendrá y conciliará los aspectos contradictorios (complementariedad), lo que cenará el eslabón. Pero, como todo cambia (primera ley), las contradicciones se manifestarán nuevamente (nueva tensión dialéctica), lo que dará comienzo a un nuevo eslabón (vuelta de espiral), y así sucesivamente. En la causalidad dialéctica (que no pretende hallar la verdad sobre la realidad, sino modificar esa realidad para que coincida con el proyecto del individuo actuante), los contrarios están dados por los efectos externos e internos cuya lucha dialéctica determina el resultado, y por las diversas acciones que ejecuta el sujeto para intentar conseguir que esa realidad se adecue a lo proyectado. En Psicología Social, en el acontecer dialéctico grupal, cada eslabón o vuelta de espiral se llama unidad de trabajo. Comienza por una situación significativa llamada existente, en la que se manifiesta la contradicción entre lo explícito y lo implícito. Ésta es puesta al descubierto por la interpretación del coordinador, y la síntesis que a continuación produce el grupo es el emergente. Esta ley puede expresarse así: Todas las cosas van modificándose a cada tnomento por la resultante de las luchas entre cambiantes fuerzas contradictorias, las que unidas, determinan conjuntamente su realidad. 3) Ley de la transformación de la cantidad en calidad. Esta ley y la siguiente (ley de los saltos discretos) suelen expresarse como una sola. Las luchas entre contrarios (cantidad) terminarán por producir la síntesis de orden superior (calidad). En la dialéctica de indagación o maiéutica, es decir en la que busca la verdad sobre la realidad, el aumento constante de la calidad sólo se cumple en las sucesivas vueltas de espiral mientras la verdad buscada no varíe (dialéctica investigativa). Por ejemplo, en el proceso de creación sucesiva de modelos en la ciencia, en la que nuevos descubrimientos muestran excepciones (contradicciones) que terminan por volver obsoleto e insuficiente el modelo que hasta allí estuvo en uso. Usualmente cada nuevo modelo no invalida el modelo anterior, sino que lo incluye como un caso particular dentro de la síntesis conciliadora, más general, que es ese nuevo y más amplio modelo; es decir, se acerca cada vez más a una realidad que por el momento es invariable. El modelo relativista del universo (Einstein) no invalidó el modelo de Newton, sino que lo incorporó como un caso especial dentro de un esquema más amplio que lo contiene, lo que concilió las contradicciones. En cambio, si la realidad se modifica, como generalmente termina por ocurrir, sucede que cuando ya casi hemos alcanzado la verdad, es decir el conocimiento de la realidad, ésta cambia y se aleja del valor hallado (disminución de la calidad). Deberemos entonces perseguirla dialécticamente a partir del último valor hallado (dialéctica persecutiva), e intentar achicar nuevamente la diferencia (bias) entre la verdad hallada y la nueva realidad (nuevo aumento de la calidad). Por ejemplo, puede suceder que tratemos de decidir si determinado proceder es legal. Investigaremos en los Códigos, en la Jurisprudencia, en las actualizaciones. Pero eso nos llevará un tiempo, así que para cuando hallemos la respuesta, es posible que las leyes hayan cambiado un poco, y entonces deberemos comenzar todo nuevamente (nueva vuelta de espiral). Podemos verlo también como que la variabilidad de la realidad tiende a disminuir la calidad, mientras que el proceso dialéctico tiende a aumentarla. Por otro lado, en los fenómenos de causalidad dialéctica (modificación de la realidad para que coincida con el proyecto), el feedback se tomará de la diferencia (bias, falta de calidad) entre lo proyectado y lo realmente conseguido. En base a esta información de error, y al conocimiento de los cambios en la realidad ajenos a su voluntad, el sujeto ajustará su proceder para acercarse lo más posible a su proyecto. Puede expresarse esta ley como sigue:

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La acumulación de contradicciones o aumento de la tensión dialéctica (cantidad) durante el transcurso de cada vuelta de espiral dialéctica, causará como conclusión la conformación de una síntesis de nivel superior (calidad) que es capaz de contener y conciliar momentáneamente sus propias contradicciones, hasta que nuevas contradicciones inicien una nueva vuelta de espiral. 4) Ley de los saltos discretos. Esta ley suele enunciarse como una unidad con la ley anterior de la transformación de la cantidad en calidad. Tanto en la dialéctica de indagación (maiéutica, búsqueda de una verdad que coincida lo más posible con la realidad), como en la causalidad dialéctica (modificación de la realidad para que coincida lo más posible con el proyecto), el proceso dialéctico es discontinuo, el tiempo empleado por cada vuelta de espiral es discreto (aquí el adjetivo discreto significa que tiene una medida determinada, que no es instantáneo). El avance se produce siempre en saltos que requieren un tiempo no infinitesimal, que puede ser grande o pequeño, pero que tiene un cierto valor mayor que cero. Esto es debido a que el proceso de análisis, a continuación el de comparación y feedback, luego el de síntesis, no son instantáneos, sino que requieren algo de tiempo, por pequeño que éste sea. Cada salto en el aumento de calidad se produce entre el comienzo y el fin de cada vuelta de espiral o eslabón de la cadena. Los ejemplos dados en la ley anterior (creación de modelos científicos y determinación de la legalidad de un proceder) sirven también para entender por qué la vuelta de espiral necesita un tiempo finito para cumplirse. En el acontecer grupal cada vuelta de espiral se llama unidad de trabajo, y la síntesis efectuada por el grupo es el emergente. En una sesión de grupo, el salto que corresponde a cada unidad de trabajo puede llegar a necesitar decenas de minutos para producirse. También el conocimiento gradual de uno mismo que propone la PS, se logra con la acumulación de sucesivos golpes de insight, que equivalen a bruscos aumentos en la calidad del autoconocimiento. En pocas palabras, esta ley puede expresarse así: El proceso de transformación de la cantidad en calidad necesita cierto tiempo, al término del cual recién se manifestará el salto dialéctico, es decir, la síntesis momentáneamente conciliadora de orden superior. 5) Ley de la negación de la negación. Esta ley describe esencialmente las alternancias entre las fuerzas contradictorias que actúan en los procesos dialécticos, ya sean maiéuticos (modificarse, dialéctica de indagación, ajustar el sujeto sus verdades para que coincidan con la realidad) o causales (modificar el sujeto la realidad de acuerdo con un proyecto, causalidad dialéctica). También el producto de cada vuelta de espiral suele oscilar a ambos lados de la verdad o de la modificación buscadas, sin coincidir nunca exactamente con ellas, es decir, siempre con la producción de un bias mayor o menor, en un sentido, o en el contrario. El individuo común y corriente suele decir: "siempre que llovió, paró; y siempre que paró, volvió a llover". «La Historia se repite», dice Arnold Toynbee, y entre dos repeticiones sucesivas se sobreentiende un momento en el que no se repite, sino que sucede lo contrario. Es decir que a un efecto de la lucha de las fuerzas que determinan cierta realidad, le sucederá tarde o temprano un cambio hacia el sentido contrario (negación), y a continuación un nuevo cambio en la dirección anterior, aunque con matices distintos (negación de la negación). Y precisamente se dice negación de la negación en lugar de decir repetición del estado anterior, porque habrá diferencias en esta cuasi repetición, las cosas no serán exactamente iguales a las de la ocasión anterior. Retomemos el ejemplo de la Historia: en la Argentina han alternado gobiernos democráticos y dictatoriales, pero ha habido diferencias notables entre los democráticos, y también entre los otros. Una dictadura será la negación de la democracia previa, y el gobierno democrático que lo sigue, la negación de la dictadura, es decir, la negación de la negación; pero este gobierno democrático tendrá varias diferencias con el gobierno no democrático anterior. El movimiento dialéctico es en espiral (hélice), no en círculos. En resumen: Dado un suceso de la realidad, determinado por la resultante de la lucha de factores opuestos, a causa de la variación de éstos le sucederá su negación, y por el mismo motivo, a ésta la seguirá la negación de la negación, es decir un retorno a un estado similar al anterior, pero no exactamente igual; y así sucesivamente. 6) Ley de la acción recíproca

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Esta ley trata de expresar la influencia mutua que existe entre las distintas partes interrelacionadas de un conjunto de la realidad, es decir, la influencia que los cambios producidos en una parte de un todo, tienen sobre otras partes de ese todo. Apunta especialmente a mostrar la artificialidad del intento de conocer una estructura compleja formada por partes interrelacionadas, si sólo se estudia cada una de esas partes por separado. Pero es válida solamente si hay interrelación (posibilidad de modificarse mutuamente) entre las partes componentes, como entre las células de un órgano, o entre los órganos de un ser vivo, o entre los integrantes de un grupo, o entre los grupos que forman el tejido social, etc. A veces esto se expresa como que "el todo es más que la simple suma de sus partes". La Psicología guestáltica y ciertos enfoques holísticos del ser humano se basan en esto. Esta ley suele enunciarse con la frase todo influye en todo. Esto es evidente en una estructura donde sus partes están vinculadas. Pero fuera de esa estructura, de ese todo, aunque la influencia también existe si es un sistema abierto que tiene intercambio con el medio, dicha influencia se atenúa a medida que la interrelación se diluye, hasta hacerse imperceptible, hasta desaparecer. Por ejemplo, si usted está sentado en un bar, y levanta su pocillo de café, y en ese momento se desploma un edificio a cinco cuadras, seria muy dificil demostrar una relación de causalidad entre ambos sucesos. "La coincidencia o sucesión de fenómenos no implica que necesariamente haya causalidad entre ellos", dice el principio científico. Usted no podría preguntarse seriamente qué influencia puede tener el color de la corbata que eligió ponerse hoy, sobre el resultado de las elecciones en Turquía. Pichon-Riviére hace referencia indirecta a esta ley cuando cita el fragmento del sacerdote y poeta inglés John Donne ("por quién doblan las campanas", PG: 170). También cuando habla de que en los grupos heterogéneos y en la didáctica interdisciplinaria el conocimiento crece en progresión geométrica y no aritmética (PG: 110, 131, 151, 157), y cuando menciona la cadena de rolespor delegación que va a dar a un grupo lejano (PG: 29; PNP: 351). Podemos enunciar esta ley de la siguiente manera: En las estructuras que funcionan como sistemas cerrados, la interdependencia entre sus componentes hace que la modificación de uno de ellos acarreeprofundas alteraciones en todos los demás. En los sistemas abiertos —que intercambian influencia con el medio—, la interacción fuera del sistema existe pero será cada vez menor a medida que aumenta el número de eslabones que se distancian del sistema de origen. 7) Ley de la modificación activa (corrección en base a la información de error). Agregamos esta ley a las tradicionales, para articular —siguiendo a Pichon-Riviére— la dialéctica de los filósofos con los conceptos científicos contemporáneos de cibernética, feedback, homeostasis, autorregulación. Ya Platón, en el siglo 5 a. C., había comparado el trabajo del gobernante de un país, el que debe modificar continuamente su acción sobre sus gobernados para adecuarla a una realidad cambiante, con el trabajo del timonel. Este tiene que corregir frecuentemente la posición del timón de su barco en base a la información (feedback) acerca de la desviación (bias) que existe entre el derrotero deseado (proyecto, consigna), y la dirección que el barco efectivamente toma en cada momento (realidad). Como timonel en griego se dice kybernetes, André Marie Ampare, en el siglo 19, había propuesto el nombre de cibernética para el trabajo de los gobernantes. Pero Norbert Wiener —ya en el siglo 20— extendió el uso del término cibernética a todo proceso autorregulado, es decir, que emplea el feedback negativo para ajustar al proyecto el resultado de su acción. Como se ve, el vocablo cibernética no tiene nada que ver con los ordenadores o computadoras, como el uso que se le da vulgarmente, sino que corresponde a la causalidad dialéctica, es decir, a la modificación de la realidad de acuerdo con un proyecto o consigna preestablecidos, lo que en Medicina se llama homeostasis, y en Ingeniería se denomina autorregulación. Pichon-Riviére casi no emplea el término cibernética con este sentido, aunque Didier Anzieu sí lo hace. Por otro lado, los seres humanos basamos nuestra comprensión de la realidad en la comparación de la información que nos llega desde los sentidos (percepción), con conceptos guardados en nuestros esquemas referenciales. Estos conocimientos almacenados, en el sujeto sano son corregidos cada tanto en base al feedback que proviene de la observación de la realidad (maiéutica, dialéctica de indagación), lo que mantiene en un nivel bajo el desajuste (bias) entre MI y ME. Esta es otra parte de la adaptación activa a la realidad. La división de adaptación activa a la realidad en causalidad dialéctica y en maiéutica, es decir, en modificar y en modificarse, es artificial, y sólo se hace con el propósito de facilitar su comprensión. En los seres humanos, ambas acciones, modificar y modificarse, se dan simultánea y encadenadamente en los procesos de la realidad. Como lo exige la dialéctica, a toda división con propósito de estudio, debe seguir la reunión de sus partes en un

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todo. Esta ley puede resumirse así: Los sistemas dialécticos, ya sean maiéuticos o causales, se acercan cada vez más a la verdad buscada o al efecto deseado, o pueden perseguirlos a medida que ellos cambian, debido a que emplean el feedback negativo o información de retorno, con el propósito de corregir el error o bias. RAMBAUT, LEO: Diccionario crítico de Psicología Social. Ed. del autor, Buenos Aires, 2002. P. 85-90 y 126133

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BACHELARD. DEL

CIENTIFISMO A LA

IMAGINACIÓN DE LA MATERIA

Por Albert Ribas Massana16. Méthode, Méthode, que me veux-tu? Tu sais bien que j’ai mangé du fruit de l’inconscient ("Método, Método, ¿qué pretendes de mí? Sabes bien que he comido el fruto del inconsciente"). Jules Laforgue. El filósofo francés Gaston Bachelard (1884–1962) se centró en sus primeros trabajos en el estudio de la historia y la filosofía de la ciencia. De este ámbito pasa a desarrollar una contribución muy original en el campo de la filosofía del imaginario. En esta vertiente destacan sus trabajos sobre la imaginación de la materia (fuego, aire, agua, tierra), estableciendo una fecunda línea de comunicación entre la epistemología y la poética. La obra de Gaston Bachelard se resiste a las clasificaciones. Y por la misma razón, probablemente, sea difícil considerarlo cabeza de una escuela filosófica –pese a que su influencia haya sido muy amplia–. Habría muchos seguidores de Bachelard, pero no sabríamos identificar ‘bachelardianos’ estrictos. La razón estriba en una rasgo de su obra, cuál es una aparente dispersión, una aparente falta de sistematicidad. Se diría que, cómo ocurre con la imaginación o la ensoñación –que son objeto de su investigación–, la materia de su obra se resiste a fijarse en una rígida retícula, en un método fijado de antemano que permitiera a sus seguidores fáciles transposiciones. Su obra, pues, está hecha más bien de meandros, de muy ricas sugerencias, que obligan a nuevos derroteros que no sean simples aplicaciones del original. Esta aparente falta de método la hemos reflejado en la cita que encabeza estas líneas, cita que Bachelard había destacado en el encabezamiento de una de sus últimas obras, La poética de la ensoñación (La poétique de la rêverie, 1960). Y, sin embargo, visto desde el significado original del término "método", o sea camino, sí hay un camino que contiene su propia coherencia. Como tantas veces se ha destacado, el "método" es el camino una vez recorrido –contra la pretensión de una previa determinación de él–; por eso, tantas metodologías son malas construcciones retóricas a posteriori. La coherencia del recorrido de Bachelard no es, pues, la coherencia de un designio previo, sino el despliegue de unas ideas que van trazando nuevos campos de aplicación, nuevos objetos de reflexión. Concretamente, y para decirlo muy resumidamente, Bachelard avanza desde el ámbito de la filosofía de la ciencia, de una epistemología, al ámbito de la poética, de una filosofía de la imaginación. Ciencia y poesía son ámbitos tan distintos que parece que hubiera dos Bachelard, pero justamente el esfuerzo y la contribución de Bachelard consiste en ponerlos en relación. La reflexión sobre las mutaciones de la ciencia

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Universidad Oberta de Catalunya (UOC).

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Bachelard, licenciado en Matemáticas en 1912, profesor de Física y Ciencias Naturales, y licenciado en Filosofía en 1920, se interesa en primer lugar por la historia y la filosofía de la ciencia. Sus tesis doctorales y sus primeras publicaciones tratan de esas cuestiones. Así por ejemplo, en El nuevo espíritu científico (Le nouvel esprit scientifique, 1934) y sobre todo luego en La formación del espíritu científico (La formation de l’esprit scientifique, 1938) profundiza en las consecuencias epistemológicas de la que ha sido una mutación fundamental en la ciencia del siglo XX. La física relativista de Einstein ha sustituido a la newtoniana, los esquemas mentales extraídos del mecanicismo (filosóficamente formulados en la epistemología cartesiana) ya no son válidos. En este contexto, Bachelard acuña la noción de ‘corte’ o ‘ruptura’ epistemológica: los avances en la ciencia no sólo requieren una acumulación, requieren una ruptura con los hábitos mentales del pasado. Los avances se producen, pues, venciendo resistencias y prejuicios, aquellos que pertenecen al cuadro conceptual y a las imágenes dominantes en la configuración epistemológica que ha de superarse. Esta noción se corresponde aproximadamente a lo que dirá luego Kuhn sobre los cambios de paradigma. Pero la reflexión de Bachelard va más allá de la identificación de los sucesivos paradigmas desde el punto de vista de su aparición histórica. En cierto modo, al profundizar en las condiciones del pensamiento científico su reflexión se hace metahistórica. La intención la formulará netamente en su Psicoanálisis del fuego (La psychanalyse du feu, 1938), al decir que pretende encontrar "la acción de los valores inconscientes en la base misma del conocimiento empírico y científico". Tal intención venía anunciada ya al reflexionar sobre las implicaciones de la nueva física. Por ejemplo, la pretensión de un sujeto observador independiente del objeto observado ya no es un supuesto válido a la luz del principio de indeterminación formulado por Heisemberg. Inevitablemente, según tal principio de la física cuántica, el observador modifica lo observado. Lo mismo cabría decir respecto a la caducidad del supuesto de la filosofía mecánica que pretende reducir todo a figura y movimiento. Pero esta constatación no es sólo el resultado de un episodio histórico en el desarrollo de la ciencia de este siglo. Bachelard la generaliza más allá de ese contexto histórico. De ahí, esa derivación desde lo más particular –la caducidad de la filosofía mecánica– hacia lo más general –descubrir los rasgos inconscientes en el propio conocimiento científico–. El estudio de ese inconsciente va más allá de un mero psicologismo, del psicologismo que consistiera en describir las condiciones o limitaciones psíquicas en que se mueve el científico en su ambiente intelectual. La derivación es más profunda: parte de la convicción de que ha de romperse con la idea tan extendida de una neta separación entre un sujeto contemplativo y un universo indiferente o independiente de esa mirada. La convicción es de orden ontológico: la imagen crea realidad, la imagen es anterior al pensamiento. Hay, pues, un continuum entre lo que llamamos ‘real’ y lo que llamamos ‘irreal’; la llamada realidad es también una construcción realizada desde las imágenes. Y ese programa, el de una filosofía de la imaginación, es el que desarrolla ese otro Bachelard, un otro que no deja de ser el mismo. La filosofía de la imaginación Que es un mismo Bachelard, el epistemólogo y el filósofo de la imaginación, lo indica un dato relevante: en 1938 publica La formación del espíritu científico, con el significativo subtítulo Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo ; y en el mismo año también publica el ya citado Psicoanálisis del fuego. Esta última obra inaugura el ciclo de sus estudios sobre la imaginación de la materia. Luego en años posteriores seguirán cruzándose las obras de filosofía científica y epistemología con las obras sobre el imaginario –aunque ciertamente este segundo tipo destacará sobre el primero. De estos estudios sobre el imaginario, destacan el citado ciclo sobre la imaginación de la materia a través de los cuatro elementos. Iniciándose en el elemento fuego, se completa con otras obras sobre los restantes elementos: el agua en El agua y los sueños: ensayo sobre la imaginación de la materia (L’air et les songes: essai sur l’imagination de la matière, 1942), el aire en El aire y los sueños: ensayo sobre la imaginación del

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movimiento (L’air et les songes: essai sur l’imagination du mouvement, 1943), y la tierra en La tierra y los ensueños de la voluntad (La terre et les rêveries de la volonté, 1948) y en La tierra y los ensueños del reposo (La terre et les rêveries du repos, 1948). Una primera indicación de la intención de Bachelard nos viene dada ya en el uso de los términos "songe" y "rêverie". El primero no sólo significa ‘sueño’: en francés es también un modo del pensar y del recordar ("songer à quelqu’un" es ‘pensar en alguien’). El segundo, traducido por ‘ensoñación’ o ‘ensueño’, quiere subrayar también ese estado intermedio entre lo consciente y lo inconsciente, entre lo real y lo imaginado, o sea un estado de duermevela. En ese intermedio se revela el valor productor de las imágenes. Al analizar, pues, el imaginario (songes y rêveries) de los cuatro elementos se ponen de relieve todo un encadenamiento de figuras, de lo que Bachelard llama complejos, de imágenes poéticas, de construcciones mentales inconscientes, en lo que es la percepción-construcción de la realidad. Son las diversas pautas del pensar y del imaginar que organizan el mundo. Un ejemplo será esclarecedor. Al analizar el elemento agua, Bachelard considera su relación con el elemento tierra, la mezcla de ambos: es la noción de pasta moldeable, ejemplificada en la arcilla. Y entonces Bachelard subraya la diferencia esencial entre lo que sería la mirada exterior a esa masa, que conduce al punto de vista contemplativo y geométrico, y lo que sería la intervención manual en esa pasta. Es la diferencia entre el punto de vista de la mano ociosa y el punto de vista de la mano trabajadora. El primero subraya esa distancia que Bachelard quiere abolir. La convicción en clave epistemológica –contra una ciencia supuestamente exterior al objeto– viene ejemplificada en esa imagen del modelar de la arcilla, aquí en clave de filosofía de la imaginación. Y como ésta, hay multitud de otras imágenes, de encadenamientos, de resonancias, que visualizan las disposiciones ante la realidad. Para descubrirlas hay que seguir esas ensoñaciones de la materia. Tal es el programa que se desarrolla en este ciclo sobre los cuatro elementos. Lo que sobresale en esta línea seguida por Bachelard es el nuevo énfasis puesto justamente en la materia, frente a lo que era más habitual, es decir el tomar la forma como supuesto objeto de la imaginación. Parecería que la materia es un ámbito que pertenece más propiamente a la "realidad", mientras la forma sería el ámbito propio de la imaginación. Bachelard subvierte esta clasificación, declarando por ejemplo que "la materia es el inconsciente de la forma". Es decir, si se quiere indagar en las imágenes hay que reconducirlas a su constitución material. En resumen, hay que ver a Bachelard como una de las contribuciones más profundas y originales a la filosofía de este siglo, particularmente en la situación de la filosofía europea de entreguerras –cuando entra en escena una nueva consideración de los aspectos inconscientes, de las variables míticas, de la referencia al imaginario–. Todo eso supone una pequeña revolución en los ámbitos de la simbología, de la estética. Pero el mérito añadido de Bachelard es el de haber relacionado este ámbito con el de la filosofía de la ciencia, rompiendo una barrera que parecía insalvable. NOTA BIBLIOGRÁFICA Gaston Bachelard (1884–1962), tras sus estudios de matemáticas y físicas, se doctoró en filosofía con la tesis Essai sur la connaissance approchée (1927). Hasta 1938, puede hablarse de una etapa centrada en los estudios de filosofía de la ciencia. En 1940 se hace cargo de la cátedra de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Facultad de Letras de la Sorbona de París. En 1938 había iniciado su ciclo sobre los cuatro elementos. Junto a él, pueden destacarse también La filosofía del no (La philosophie du non, 1940), Lautréamont (1939), La poética del espacio (La poétique de l’espace, 1957), La poética de la ensoñación (La poétique de la rêverie, 1960); y en la vertiente epistemológica El materialismo racional (Le matérialisme rationnel, 1953) y póstumamente Epistemología (Epistémologie, 1971). Tomado de PARRA, JAIME D. (Coord.), La simbología. Grandes figuras de la Ciencia de los Símbolos, Barcelona: Montesinos, 2001, pp. 121-129)

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GASTÓN BACHELARD

Y SU

EPISTEMOLOGÍA

Pedro Geltman Gastón Bachelard nació en 1884 en una pequeña ciudad del sur de Francia (Bar-sur-Aube). Su padre era zapatero. Después de terminar sus estudios secundarios, realizados en el colegio de su ciudad natal, entró a trabajar como empleado de correos. Estudiaba de noche, después del trabajo y así obtuvo su título de licenciatura en matemáticas en 1912. Al estallar la guerra, Bachelard debió enrolarse y durante 38 meses estuvo en el frente de batalla, después de lo cual fue nombrado en el colegio de Bar-sur-Aube, donde enseñó diversas disciplinas, desde física y química hasta alemán. Los interrogantes y cuestionamientos surgidos en la actividad docente, despertaron en él la vocación filosófica de modo que reinició sus estudios alcanzando la licenciatura en filosofía en 1920 y el doctorado en 1927. Una nota que lo caracteriza es el hecho de que rindió todos sus exámenes y concursos con la condición expresa de permanecer en su colegio. Así la docencia secundaria contó, durante años, con un profesor de condiciones excepcionales. Sus primeras publicaciones son de 1928 y 1929: un estudio sobre la propagación térmica en los sólidos y otro sobre el valor inductivo de la relatividad. En 1930, una delegación presidida por el decano de la facultad de filosófica de Dijon fue a verlo y le pidió que ocupara la cátedra universitaria. Bachelard siempre lamentó el haber dejado el colegió de Bar-sur-Aube. «Nunca habría que abandonar la ciudad natal”, decía, en confidencia a sus amigos. Pero en 1940, una nueva delegación, esta vez presidida por Brunschvich, el filósofo de mayor prestigio en la Francia de ese momento, le hizo abandonar Dijon y hacerse cargo en la Universidad de París del Instituto de Historia de las Ciencias, donde siguió enseñando hasta su retiro. Falleció poco después, en 1962. Bachelard siempre se sintió como un extraño en París, añorando la vida más simple de su provincia. Así escribía a un amigo a propósito de su lectura de las “Bucólicas” de Virgilio: «Sueño con una civilización de pastores. Mi vida está mal hecha. Aprendí el latín escolar demasiado tarde y naturalmente bastante mal; y abandoné demasiado temprano mis funciones de pastor. Pero recuerdo que, cuando tenía doce años, mi abuelo me confió el cuidado de una tropilla de siete vacas, una oveja y una cabra. Nunca dejé entrar una vaca en el alfalfar. Imagínese lo que hubiera sido mi vida si en aquel tiempo hubiese leído las Bucólicas .” Estos rasgos autobiográficos nos permiten comprender la extraña sucesión de sus escritos: al principio, su tema principal es el de la ciencia; le interesan los procedimientos que han conducido a descubrimientos tan asombrosos como los de la física moderna, “el nuevo espíritu científico”. Pero ya desde los comienzos aparecen algunos trabajos cuyo contenido gira alrededor de las sugerencias encontradas en unos versos, en un poema. El mundo imaginario empieza a preocuparle cada vez más, al principio en relación a la ciencia, como obstáculo, como engaño que desvía el saber, y luego en sí mismo como fuente originaria de toda creatividad. Aparecen entonces los libros dedicados a la poética que se entrecruzan a la vez con publicaciones sobre el pensamiento científico, cuyo interés no decae para él hasta los últimos años. Con todo, al final de su vida, la imaginación, lo imaginario, en especial lo que llama “la ensoñación poética”, constituyen su preocupación principal reflejada en obras de admirable belleza. Finalmente, hay que agregar que el profesor de una escuela secundaria de provincia no dejó de existir en ningún momento: en todas sus obras, en todos sus escritos aparecen las reflexiones del pedagogo que plantea sugerencias sobre la enseñanza de la ciencia, sobre la educación de la imaginación, sobre los obstáculos que debe -superar todo maestro en su tarea cotidiana. Leer a Bachelard es adentrarse en una experiencia paradójica. A la dificultad de sus escritos epistemológicos y al desconcierto frente a sus reflexiones poéticas, seguirá una etapa de creciente fascinación.

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Será necesario volver una y otra vez sobre los textos, para descubrir el hilo sutil que constituye la trama unitaria de un pensamiento que aparece escindido en dos campos antagónicos. Entonces se hará evidente que el Bachelard de la ciencia es uno y el mismo que el de la poética. Epistemólogo y a la vez pedagogo, admirador de la ciencia con mirada humanista, soñador y poeta, pero sobre todo filósofo, nos deja un legado de profundas indagaciones. Es difícil etiquetar su pensamiento. Parece beber en todas las fuentes, se abre a múltiples inquietudes, pero no se compromete con ninguna escuela, no participa de las modas. LA EPISTEMOLOGÍA Los trabajos epistemológicos de nuestro autor giran alrededor de los problemas de la nueva física que se desarrolla con los descubrimientos de Einstein, Planck y Heisenberg y los nuevos conceptos en química y matemáticas. Los cambios profundos en los modos del pensar que reflejan las nuevas teorías lo impresionan vivamente, hasta el punto que ellos constituyen el material primario para sus reflexiones. Serán para él la piedra fundamental de un "nuevo espíritu científico", de una nueva etapa del pensamiento. ¿Pero qué significa esta nueva forma del pensamiento? ¿Cuáles son sus notas características? ¿Cuál es su sentido filosófico? y, por último, ¿Cuál ha de ser su relación con los otros órdenes de la vida? A estas preguntas trata de responder la obra epistemológica de Bachelard. En primer lugar se propone describir, solamente describir, hacer una fenomenología de lo que constituye para él una versión nueva e inédita en la historia del pensamiento. Se trata de una torna de conciencia de los procedimientos y de los presupuestos implícitos que hoy utilizan los científicos de modo espontáneo, sin preocuparse por las contradicciones que surgen en relación con el sentido común y con esquemas de pensamiento largamente acuñados. Para realizar esa descripción, Bachelard no se contenta con generalidades basadas en conceptos más o menos aproximados. Para él un conocimiento objetivo de lo que es la ciencia, sólo se puede alcanzar con un estudio fino y detallado de la misma. Por eso critica a los filósofos que hablan y escriben sobre ciencia sin analizar en concreto el material empírico, las metodologías, los experimentos y las conclusiones. Por el contrario, sus libros de carácter epistemológico están llenos de ejemplificaciones detalladas y análisis minuciosos que tocan las ramas más diversas del saber. En ellos, los ejemplos constituyen el cuerpo principal de los capítulos, mientras que las ideas generales apenas se enuncian en las introducciones o en las conclusiones. Esto nos muestra una constante del pensamiento bachelardiano: la repugnancia por las generalidades no fundamentadas, por las síntesis apresuradas, por el afán de unificación prematura o de simplificación. También nos permite entrever que no se trata de un autor de fácil lectura. Sin una formación mínima en las ciencias exactas, se puede caer en errores de comprensión tomando como válidas algunas afirmaciones ocasionales sacadas de su contexto. De ahí también, la dificultad de este tramo de nuestro trabajo: tratar de resumir y presentar los conceptos epistemológicos de un autor tan complejo, en pocas páginas, de modo comprensible y sin traicionarlo. Esperamos poder aproximarnos en algo a este objetivo. 1. El Nuevo Espíritu Científico: un saber realizante En la introducción a El Nuevo Espíritu Científico dice Bachelard: “... la aplicación del pensamiento científico nos parece esencialmente realizante. Trataremos pues de mostrar en el curso de este ensayo aquello que llamaremos la realización de lo racional o más generalmente la realización de lo matemático”. ¿Qué entiende Bachelard por pensamiento esencialmente realizante? ¿Qué quiere significar cuando habla de realización de lo racional o realización de lo matemático? A primera vista aparece con claridad la conexión entre ciencia y técnica cuando afirma que "La verdadera fenomenología científica es pues esencialmente una fenomenotécnica". Es obvio, la ciencia moderna es realizante porque tiene aplicaciones técnicas a diferencias de las ciencias de la antigüedad que eran predominantemente contemplativas. Sin embargo, esta primera

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aproximación resulta imprecisa y a la larga engañosa cuando se recorre toda la obra. En realidad, lo que quiere decir nuestro autor es algo más profundo y complejo. Trataremos de precisar entonces, en la medida de lo posible qué significa el pensamiento realizante. ¿Se trataría entonces de las definiciones operacionales que se proponen en ciertas corrientes del pragmatismo? ¿Los conceptos científicos modernos no serían entonces más que definiciones que nos indican cómo hacer pero nada dicen sobre el "qué es"? Bajo ciertas condiciones Bachelard podría suscribir esta última opción, pero siempre y cuando no se la interprete en un sentido unilateral, porque para él también habría que unir a esta idea algo del pensamiento hegeliano y algo de fenomenología, e incluso, bajo algún aspecto, la praxis en sentido marxista. Así tenemos frente a nosotros un ejemplo de la complejidad paradójica de nuestro pensador, para el cual, unir los opuestos, manejarse con cierta ambigüedad deliberada (ambigüedad precisa, determinada, que no es equivalente a vaguedad) es uno de los signos de la madurez del pensamiento y una condición fundamental para el desarrollo de la plenitud humana. ¿Cómo adquiere entonces la ciencia moderna el carácter "realizante"? Veamos el planteo que hace en la Introducción a El Nuevo Espíritu Científico. Bachelard comienza su análisis señalando "la complejidad esencial de la filosofía científica". Hay dos actitudes filosóficas fundamentales asociadas en el espíritu científico moderno: el racionalismo y el realismo. A diferencia de la filosofía especulativa, la filosofía de los filósofos, el científico moderno no se interesa por la coherencia conceptual de los presupuestos que maneja en su. investigación. Hay filosofía implícita en esos presupuestos, pero la ciencia moderna se basa en una filosofía "dispersada" que adjunta principios de distintas posturas en la medida que le son útiles. Así se asocian el racionalismo y el realismo, pero esta asociación tiene características específicas. "Sin embargo - dice Bachelard -, el sentido del vector epistemológico nos parece bien neto. Va seguramente de lo racional a lo real y de ninguna manera a la inversa, de la realidad a lo general como lo profesaron todos los filósofos desde Aristóteles a Bacon”. Este predominio de lo racional, sobre el cual vuelve a insistir una y otra vez, es una idea constante que se vincula siempre al carácter "realizante" del saber moderno. Veamos más en concreto cómo funciona este saber. En primer lugar, realiza sus conceptos por medio de técnicas, de instrumentos, de aparatos. No intenta reflejar la realidad de lo que ofrece la naturaleza, sino que modifica lo que se le brinda a través del enfoque de un instrumento técnico que mide, observa sólo un aspecto, clarifica y destaca sólo un elemento angular del fenómeno que se complementará con otros ángulos. No estudia lo natural sino la naturaleza artificializada en el experimento, en la máquina observadora o en el aparato de medición. Pero además y principalmente a través de estos artificios crea un mundo de relaciones formales, de modelos abstractos que permiten transformar el mundo circundante proyectando sobre el cosmos los esquemas de una razón práctica que logra que se realice lo que previamente fue pensado. Entonces, la ciencia moderna es realizante de lo racional porque fabrica conceptos por medio de instrumentos, mediciones y experimentos, conceptos que organiza racionalmente para verificar luego su concreción experimental. Así, por ejemplo, una serie compleja de observaciones, mediciones y cálculos permiten a Einstein producir un concepto nuevo como el de la curvatura del espacio, concepto que luego encuentra su aplicación en determinados fenómenos astronómicos como la desviación de los rayos solares al pasar cerca del planeta Mercurio. Lo que distingue a Bachelard de la interpretación común de estos resultados, es precisamente el concepto de "lo realizante". El no diría que Einstein descubrió la curvatura del espacio, puesto que la ciencia no se ocupa de reflejar la realidad en sí misma; diría más bien que la ciencia produjo un concepto que permite obtener en ciertos cálculos y mediciones un fenómeno de curvatura espacial. Más claramente se puede entender el pensamiento bachelardiano cuando se leen sus reflexiones sobre la química. En El Materialismo Racional afirma: "La química de hoy ha llegado a ser la ciencia de los cuerpos que no existen. Es necesario hacer existir cuerpos que no existen. En cuanto a aquéllos que existen el químico debe de algún

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modo rehacerlos para otorgarles el status de pureza conveniente, para ponerlos en igualdad de 'facticidad' con los otros cuerpos creados por el hombre." Los cuerpos químicos, obviamente, no son los de la naturaleza. "... es por un abuso de vocabulario que se dice del fenómeno químico que es un fenómeno natural." Pero además, estos cuerpos han sido hallados, producidos a partir de una actividad racional que los concibió antes de que existieran en la realidad. "... el proceso se síntesis es... el proceso mismo de invención, el proceso de la creatividad racional por el cual el plan racional de una sustancia no hallada todavía es planteado, como problema, para su realización". Recordemos los Elementos pronosticados por Mendelejeff en su tabla periódica e incluso la existencia anticipada del planeta Neptuno en los cálculos de Le Verrier. Pero, se objetará: ¿Elementos y planeta no tenían acaso realidad antes de los razonamientos y cálculos científicos? ¿Por qué entonces hablar de realización de lo racional o de saber realizante? Porque para Bachelard la realidad, lo real, no tiene un sentido monotónico. No existe para él una Realidad una y homogénea que pueda oponerse a la Irrealidad en singular. La realidad es una función múltiple que se ofrece en distintos estratos y niveles, entre los cuales ocupa un lugar particular y diferente el de la experiencia vulgar y cotidiana. "... todo es real - dice en La Filosofía del No - el electrón, el núcleo, la molécula, el mineral, el planeta, el astro, la nebulosa." Y agrega, "Desde nuestro punto de vista, no todo ello es real de la misma manera y la sustancia no tiene idéntica coherencia en todos los niveles: la existencia no es una función monótona: no puede afirmarse dondequiera y siempre con el mismo tono." Es por eso que puede afirmar, como vimos, que "... la química de hoy ha llegado a ser la ciencia de los cuerpos que no existen." Porque frente al realismo ingenuo (que Bachelard considera como el enemigo más peligroso para el avance científico) acentúa los matices, las diferencias, evitando generalizaciones y analogías que transportan a todo nivel. En síntesis, las leyes científicas son, desde este punto de vista, reglas de construcción. Si se hace tal cosa, con tales aparatos y en tales condiciones, se obtendrán tales resultados que podrán ser medidos de tal o cual manera. La ciencia moderna es "una ciencia por completo artificialista". Para Bachelard la ciencia ha dejado de ser un saber que atañe al individuo para transformarse en un hecho socio-cultural en que se inserta cada investigador. En La Formación del Espíritu Científico dedica un largo párrafo al carácter social de la ciencia moderna. La investigación científica se ha ido especializando cada vez más al multiplicarse los problemas. Pero este aspecto, más conocido, oculta otro en el cual se reflexiona con menor frecuencia. Se trata, en primer lugar, de la dificultad para salir del error al que conduce necesariamente la imaginación como obstáculo epistemológico. La primera impresión frente al objeto de estudio, frente a los primeros resultados de un experimento, es siempre engañosa. El científico difícilmente puede salir por sí mismo de los errores que produce la primera impresión por más que acentúe los controles objetivos. Es necesario recurrir al control social. "...toda doctrina de la objetividad viene siempre a someter el conocimiento del objeto al control de otro." Pero, además, el control de los resultados no es más que el aspecto extrínseco de la socialización. La ciencia moderna trabaja "...con materiales experimentales y cuadros lógicos ya socializados hace mucho tiempo, es decir ya controlados."` El científico en su laboratorio, en su soledad, ya parte hoy de un enorme bagaje de procedimientos, de datos, de construcciones ya verificados. Bachelard propone como ejemplo las técnicas de medición. "Toda medida precisa es una medida previamente preparada." La necesidad de precisión creciente supone una instrumentalización creciente y por ende también un aumento en la socialización. Si se quiere desplazar sobre un plano un objeto y sólo se trata de moverlo un centímetro, la tarea a realizar es muy simple. Desplazarlo un milímetro ya exige un esfuerzo mucho mayor. Pero si se quiere lograr un desplazamiento de una décima de milímetro, se necesita un aparato complejo previamente fabricado. Para un desplazamiento aun menor (v. g. cuando se estudia la longitud de onda de una radiación) ya no alcanza sólo con el instrumento de precisión, sino que se necesita de toda una teoría y en consecuencia de los controles de toda una academia de ciencias que han conducido a la aprobación de esa teoría. Por eso, a mayor precisión, mayor socialización. "La ciencia del solitario -dice Bachelard- es cualitativa. La ciencia socializada es cuantitativa." En última instancia, la ciencia tiene un carácter realizante porque está socializada, por eso:

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"El comienzo cultural de la ciencia prima en lo sucesivo sobre todo comienzo natural. Ser un químico es ponerse en situación cultural, ocupando un lugar, un rango en una ciudad científica netamente determinada por la modernidad de la investigación. Todo individualismo sería un anacronismo."" Para poder obtener resultados que sean realmente realizantes es necesario aprovechar de todos los resultados anteriores logrados por la comunidad de los científicos a través de los siglos. Con todo, este carácter social de la ciencia moderna no implica un obstáculo para la creatividad. Todo lo contrario. Para Bachelard, una de las notas fundamentales del nuevo espíritu científico es el hecho de haberse liberado del realismo ingenuo y de los prejuicios clásicos de un saber contemplante, por lo cual ha podido lanzarse a la construcción de hipótesis arriesgadas, sin cuidarse de las impresiones primeras de la experiencia común. La ciencia ha pasado de la filosofía del "como si" a la del "por qué no". "Pondremos en evidencia una suerte de generalización polémica que hace pasar la razón del "por qué" al "por qué no". Haremos lugar a la paralogía frente a la analogía y mostraremos que a la antigua filosofía del "como si" sucede en filosofía científica, la filosofía del "por qué no". El "como si" corresponde a la ciencia moderna en el período clásico, todavía cartesiano, en el cual se pretende aún representar a la naturaleza por medio de modelos simplificados. La ciencia del "por qué no" es la que ha alcanzado el carácter plenamente realizante por medio de hipótesis aventuradas. Ante los fracasos del experimento de Michelson, Einstein aventura la hipótesis del carácter irrebasable de la velocidad de la luz: ¿"por qué no" suponer, contra toda evidencia, que la luz presenta una propiedad paradójica e incomprensible? "... toda verdad - afirma Bachelard - nace a pesar de la evidencia, toda experiencia nueva nace a pesar de la experiencia inmediata." El obstáculo epistemológico G. Bachelard dirigió durante muchos años el Instituto de Historia de la Ciencia de la Universidad de París. Por otra parte, según propia confesión, se interesó durante 15 años por la alquimia como problema del conocimiento. Estas circunstancias, unidas a su vocación docente, lo llevaron naturalmente a plantearse la temática del obstáculo epistemológico que para él, a su vez, debía corresponderse con los obstáculos pedagógicos que enfrentan a maestros y alumnos en la enseñanza de la ciencia. La ciencia, a través de los siglos, se había enfrentado a más de un obstáculo. El secreto de su desarrollo, el núcleo mismo de sus avances, la clave del éxito en sus investigaciones, estaba para Bachelard relacionada con la superación de esos obstáculos a través de una toma de conciencia de los engaños que se presentan a la experiencia llamada concreta y real, pero que aparece siempre velada, distorsionada o deformada por algún elemento aportado por la imaginación. Esta imaginación que deforma y engaña, que retrasa el avance del conocimiento, no era, sin embargo, para Bachelard, la libre fantasía, la imaginación poética, sino una componente más sutil que se introduce en la observación cotidiana acrítica que acompaña aún a los investigadores en su laboratorio, si no tienen la capacidad de superar el realismo ingenuo, para ascender a cierto nivel de abstracción para el cual ya no hay isomorfismo o analogía con los procesos que detecta la sensibilidad. Por eso, al subtitular su libro La formación del Espíritu Científico como “Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo”, entendía éste como un ejercicio por desembarazar la mente de falsas imágenes y representaciones, utilizando el término psicoanálisis en un sentido lato. Pero ¿cómo se ha de realizar este psicoanálisis? Bachelard no propone ninguna metodología en particular, puesto que se trata obviamente de una analogía en la cual el paciente es la ciencia misma y el terapeuta es el espíritu crítico cualquiera que se propone examinarla en sus sueños, fantasías y actos fallidos. Hay, sin embargo, una teoría previa que ha de guiar este examen, constituida por los supuestos epistemológicos del nuevo espíritu del nuevo científico, los cuales se resumen esquemáticamente y a “grosso modo” en una línea que marca los períodos del pensamiento en su ascenso desde la experiencia primera hacia los planos de la abstracción; períodos que corresponden a la vez a la historia de la humanidad, a la de cada individuo concreto y también a los momentos de aprendizaje en la formación del científico.

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Estos períodos son tres. Considerando la historia de la humanidad, Bachelard los describe de la siguiente manera: • El primero representa el estadio precientífico y abarca a la vez toda la antigüedad clásica, el renacimiento con todos sus esfuerzos por renovar el pensamiento en los siglos XVI y XVII y también el mismo siglo XVIII. • El segundo representa el estadio propiamente científico que ya se preparaba a fines del siglo XVIII, se desarrolla plenamente a través del siglo XIX y llega hasta el comienzo del siglo XX. • El tercer período se inicia, según Bachelard, con la relatividad einsteiniana y representa el nuevo espíritu científico que viene a deformar los conceptos primordiales que se creían absolutamente inmutables. Pero también hay tres períodos para la historia de cada individuo, referidos solamente al desarrollo de su pensamiento científico y que describe como estadios sucesivos: • Primero, el estadio concreto en el cual el espíritu se solaza con las primeras imágenes del fenómeno y se apoya sobre una filosofía que glorifica a la naturaleza alabando a la vez la unidad del mundo y su rica diversidad. • Segundo, el estadio concreto-abstracto donde el espíritu adjunta esquemas geométricos a la experiencia física y se apoya en una filosofía de la simplicidad, manteniéndose todavía en una situación paradojal: se siente tanto más seguro de su abstracción cuanto más claramente puede representarla por una intuición sensible. • Tercero, el estadio abstracto donde el espíritu se abre voluntariamente a informaciones que nada tienen que ver con la intuición del espacio real, desligadas de la experiencia inmediata y aún en abierta polémica con la realidad primera. De este modo, Bachelard concibe toda la historia de la ciencia y la historia personal de cada científico, como una serie de rectificaciones de la verdad a través de sucesivos errores útiles y necesarios para desarrollar un saber que sólo se abre en sucesivas aproximaciones sin agotarse jamás. Esta rectificación depende, en gran parte, de la posibilidad de superar el supuesto de continuidad entre la observación y la experimentación, supuesto que caracterizó a toda la epistemología clásica de inspiración cartesiana, impedida de ver el hiato, la escisión que existe entre ambas. En realidad no existe tal continuidad; la observación común y cotidiana nada tiene que ver con la experimentación, la cual debe apartarse en lo posible de las condiciones ordinarias de la observación. La experiencia común y ordinaria no es compuesta, es algo que se da en bloque como una totalidad y por eso, en el fondo, no puede ser verificada con efectividad. Es y permanece dada como un hecho y en consecuencia no puede ofrecernos una ley. Para confirmar científicamente la verdad, es necesario verificarla desde una pluralidad de puntos de vista diferentes como algo compuesto. Pensar científicamente una experiencia es hacer coherente un pluralismo inicial. Esto no significa, según Bachelard, que no existan para la ciencia experiencias simples y concretas que captan inmediatamente el objeto. Sin embargo, como epistemólogo se pone en guardia contra ellas, las coloca en una suerte de paréntesis provisorio. Hay que cuidarse siempre de los conocimientos demasiado familiares. Esta desconfianza con respecto a la experimentación interpretada de acuerdo a los parámetros de la observación cotidiana, tiene su paralelo en la crítica al pensamiento geométrico. “Volver geométrica la representación, es decir, diseñar los fenómenos y ordenar en serie los acontecimientos decisivos de una experiencia, he aquí la tarea primera en la que se establece el espíritu científico. Se alcanza, en efecto, de esta manera la ‘cantidad figurada’, a mitad de camino entre lo concreto y lo abstracto, en una zona intermedia donde el espíritu pretende conciliar las matemáticas y la experiencia, las leyes y los hechos. Esta tarea de geometrización que parecerá con frecuencia va realizada - sea después del éxito del cartesianismo, de la mecánica newtoniana o de la óptica de Fresnel - termina siempre por revelar una insuficiencia.” Este pensamiento geométrico, según Bachelard, se funda en el realismo ingenuo de las propiedades espaciales.

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En cambio, “La función de las matemáticas en la física contemporánea sobrepasa ... singularmente la simple descripción geométrica.” El impulso que dirige la evolución del espíritu científico va de lo geométrico más o menos visual a la abstracción completa. Esta abstracción completa ya alcanzada por la ciencia contemporánea, está, sin embargo, amenazada. En el hombre nuevo subsisten los vestigios del hombre viejo; el siglo XVIII continúa su vida oculta en nosotros y puede reaparecer en cualquier momento. Bachelard insiste generalizando su concepción de la ciencia al delinear su trayectoria para todos los casos: “... para todos los problemas, para todos los fenómenos es necesario pasar primero de la imagen a la forma geométrica, después de la forma geométrica a la forma abstracta...” Los obstáculos epistemológicos se presentan como estancamientos, retrocesos, inercia, dudas y lentificaciones que impiden el progreso. “Frente a lo real, aquello que se creía saber claramente, ofusca lo que se tendría que saber.” Así que surge el análisis de los obstáculos epistemológicos y la descripción de una “tipología del obstáculo” con abundantes ejemplos estudiados en profundidad. Están los obstáculos de la opinión aceptada sin crítica, del conocimiento que no se problematiza, de la inercia y el espíritu conservador. Aún los grandes genios pueden caer en la inercia. “... los grandes hombres son útiles a la ciencia en la primera mitad de su vida, perjudiciales en la segunda mitad...” - afirma con un poco de ironía. “Llega un tiempo en que el espíritu ama más aquello que confirma su saber que lo contradice, se aman más las respuestas que los interrogantes.” Es el vano optimismo del saber que lleva a creer que el saber sirve automáticamente para saber, que la inteligencia premiada por algunos éxitos precoces se capitaliza como una riqueza material. Es el obstáculo del narcisismo intelectual, tan frecuente en la cultura universitaria. Bachelard considera que el obstáculo epistemológico puede ser estudiado en el desarrollo histórico del pensamiento científico y también en la práctica de la educación. El obstáculo pedagógico refleja y se corresponde con el obstáculo epistemológico. “Me ha sorprendido con frecuencia el hecho de que los profesores de ciencias, más aún que los otros... no comprendan que no se comprende.” Pocos son los que han investigado la psicología del error, de la ignorancia y de la irreflexión. No tienen conciencia de que el adolescente llega a la clase con un bagaje de obstáculos provenientes de la opinión común, de la experiencia cotidiana, obstáculos que son los mismos que la ciencia tuvo que superar en un momento determinado de su historia. Puede ser útil comentar brevemente algunos de los obstáculos a los que Bachelard dedica un capítulo especial. - El conocimiento general como obstáculo. El conocimiento general es fatalmente un conocimiento vago. La generalización fácil y apresurada es siempre engañosa, supone pereza mental respecto a la distinción o diferencia, desconfianza de las variaciones, desprecio del detalle. Bachelard propone abundantes ejemplos de generalizaciones en la ciencia del siglo XVIII. -El obstáculo verbal. Muchas veces se cree haber explicado el fenómeno cuando sólo se le ha puesto un nombre. Con la palabra “esponjosidad”, con la idea de los fluidos eléctricos o magnéticos u otros términos semejantes propios del siglo XVIII, se eliminaba el misterio, desaparecían los problemas porque las metáforas seducen y engañan a la razón. -El conocimiento unitario como obstáculo. Esta tendencia, muy influida por la filosofía, dirigió durante mucho tiempo la investigación de los científicos. Así por ejemplo, hubo un tiempo en que estos creían que podían explicar todos los fenómenos del universo por la electricidad. La búsqueda de unidad a toda costa es precientífica. En todas partes se encuentran analogías y correspondencias que producen la ilusión del conocimiento. -El obstáculo sustancialista. Es la tendencia a cosificar la realidad. Los nombres dados a fenómenos parciales o aspectos particulares y relativos de la experiencia por convención o metáfora se vuelven sustantivos plenos, sustantivos cargados de sustancia. -El obstáculo de la cuantificación inadecuada. También puede transformarse en obstáculo el mismo conocimiento cuantitativo. El matematismo puede pecar por dos extremos: porque es demasiado vago o porque es demasiado preciso. Demasiado vago cuando se cree que basta con manejar algunos números para tener aprehendido el fenómeno. Demasiado preciso cuando no se tiene claridad sobre el verdadero sentido de una

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medición. La precisión de una medición debe corresponder a la sensibilidad del método o del instrumento utilizado y a las condiciones del objeto. Es necesario tener siempre en cuenta el problema del error; no se pueden utilizar números fijos para conceptos flotantes; es ingenuo pensar que se pueden establecer correlaciones entre todas las variables; es más importante conocer la sensibilidad de una medición que la medición misma; por otra parte, no toda medición es relevante; el espíritu científico es el que sabe prescindir de lo inútil. “Cualquiera sea el fenómeno considerado, hay siempre un número considerablemente grande de circunstancias que no tienen influencia mensurable sobre el mismo”. El color de un proyectil no modifica sus propiedades balísticas. Pedro Geltman: “Gaston Bachelard: la razón y lo imaginario”. Editorial Almagesto, 1996. Págs. 5-7 y 32-39

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BION

Y LA NOCIÓN DE SUPUESTOS BÁSICOS

Ana María Fernández Cierta especificidad grupal (La noción de supuestos básicos) Bion realizó una primera experiencia con grupos como psiquiatra militar inglés durante la Segunda Guerra Mundial. Estaba encargado de un hospital de unos 400 hombres donde se volvía imposible realizar abordajes psicoterapéuticos individuales y en el que reinaba la indisciplina y la anarquía. Se le ocurrió ver en ello una situación psicoanalítica en la que el “paciente” era una comunidad, considerar la actitud de los soldados como una resistencia colectiva, adoptar la actitud de no intervención del analista ante esta realidad y limitarse exclusivamente a las relaciones verbales. Su objetivo fue obligar a esta colectividad a tomar conciencia de sus dificultades, a constituir un grupo propiamente dicho y volverse capaz de organizarse a sí misma. Promulga un reglamento: los hombres se reunirán en grupos que tienen por objeto una actividad diferente; cada grupo es libre, en todo momento, de abandonar su actividad y volver al cuartel a condición de comunicarlo al vigilante jefe; la situación del conjunto se examinará todos los días a mediodía. Tras un período de vacilaciones, debido a los hábitos reinantes y a la duda sobre la buena fe del médico, los ensayos se multiplicaron hasta el punto en que un grupo logra especializarse en la organización del diagrama de las actividades que desarrollaban todos los días. Bion, al principio, denunciaba con sus propios actos la ineficacia que los soldados acusaban al Ejército; se negaba a intervenir en los problemas suscitados por los robos y abandono de obligaciones devolviendo esta situación colectiva á la colectividad. Se inició así la formación en sucesivas etapas, de un “espíritu de cuerpo”: protestas colectivas contra los irresponsables, búsqueda de actividades que elevaron el sentimiento de dignidad personal y rápida salida de los recuperados. A su vez, comenzó a observarse que este espíritu se imponía a los recién llegados y actuaba su evolución personal de manera significativa. Después de la guerra, Bion se ocupó de la readaptación de los veteranos y antiguos prisioneros de guerra ala vida civil, con un método de psicoterapia de grupo que se planteaba como objetivo “tratar de comprender las tensiones que se manifiestan en el curso de las sesiones, entre sus integrantes”. Estas primeras experiencias fueron organizando las producciones teóricas de Bion sobre lo grupal. Muy sintéticamente, enunció que el comportamiento de un grupo se efectúa a dos niveles, el de la tarea común y el de las emociones comunes; el primer nivel es racional y consciente: todo grupo tiene una tarea, que él mismo se da, el éxito de la misma depende del análisis correcto de la realidad exterior, de la distribución y ordenada coordinación de los roles en el interior del grupo, de la regulación de las acciones por medio de la búsqueda de las causas de éxitos y fracasos y de la articulación relativamente homogénea de medios y objetivos. Sin embargo, observaba que cuando se agrupa gente que individualmente puede comportarse de manera razonable frente a un problema, basta con agruparlos para que se vuelvan difícilmente capaces de una conducta racional colectiva; frente a esto Bion pensó en la predominancia de los procesos psíquicos “primarios”; llega de esta manera a la conclusión de que la cooperación consciente entre los miembros del grupo, necesaria para el éxito de sus actividades, requiere de una circulación emocional y fantasmática inconsciente entre ellos; la importancia atribuida a la misma le permitió afirmar que incluso la cooperación puede ser paralizada o estimulada por ella. Destacó que los individuos reunidos en un grupo se combinan en forma instantánea e involuntaria para actuar según unos estados afectivos que denominó “supuestos básicos”; estos estados afectivos son para Bion arcaicos, pregenitales, y se los reencuentra en estado puro en la psicosis. Describió tres supuestos básicos a los

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quemo el grupo sin reconocerlos se somete alternativamente; expresan algo así como fantasías grupales, del tipo omnipotente y mágico acerca del modo de obtener sus fines, satisfacer sus deseos; caracterizados por lo irracional de su contenido, tienen una fuerza y “realidad” que se manifiesta en la conducta del grupo; son inconscientes y muchas veces opuestos a las opiniones conscientes y racionales de los miembros que componen el grupo. Todos ellos son producciones grupales que tienden a evitar las frustraciones inherentes al aprendizaje por experiencia, en tanto esto implica esfuerzo, dolor y contacto con la realidad. Los denominó supuesto básico de dependencia, supuesto básico de ataque y fuga y supuesto básico de apareamiento. La narrativa de un grupo bajo el supuesto básico de dependencia sustenta el argumento por el cual el grupo está reunido para que alguien, de quien éste depende en forma absoluta, provea la satisfacción de todas sus necesidades y deseos; implica la creencia colectiva de que ese alguien tendrá por función proveer seguridad al grupo; es la creencia de una deidad protectora cuya bondad, potencia y sabiduría no se cuestionan. El supuesto básico de ataque y fuga consiste en la convicción grupal de que existe un enemigo y que es necesario atacarlo o huir de él, en tanto la única actividad defensiva frente a este objeto es su destrucción (ataque) o evitación (huida). Por último, cuando opera el supuesto básico de apareamiento, sus integrantes producen una creencia colectiva e inconsciente por la cual un hecho futuro o un ser no nacido resolverá sus problemas; constituyen una esperanza de tipo mesiánico; lo importante en este estado emocional es la idea de futuro más que la resolución en el presente. Para algunos autores estos aportes de Bion han resultado de gran utilidad para “ordenar” las muchas veces oscuras situaciones emocionales de los grupos, ya que al delimitar tres grandes configuraciones emocionales específicas, el coordinador dispone de un nuevo instrumento para la comprensión de los fenómenos de los que participa. Se ha considerado a los supuestos básicos como reacciones grupales defensivas a las ansiedades psicóticas, reactivadas por el dilema del individuo dentro del grupo y la regresión que este dilema le impone. Los supuestos básicos refieren a un nivel emocional primitivo que coexiste según Bion con otro nivel de funcionamiento que es del grupo de trabajo; con este término alude a otro tipo de mentalidad y cultura grupal que la que rige en los grupos de supuesto básico, ya que en los grupos de trabajo las actividades se realizan racional y eficientemente; sus líderes son aquellos integrantes que pueden ofrecer al grupo las propuestas más aptas para el desarrollo de sus tareas. Grupo de supuesto básico y grupo de trabajo coexisten, determinando un conflicto recurrente en el grupo. En síntesis, la actividad de un grupo de trabajo se ve frecuentemente interferida por la aparición de factores emocionales; esta aparición puede ser en forma de dependencia, de agresión y huida, o por la formación de un apareamiento mesiánico. Asimismo el supuesto básico predominante orienta las opiniones del grupo en un momento dado (mentalidad grupal) y da cuenta de la cultura del grupo en esa situación; así por ejemplo la cultura del grupo de dependencia, basada en el supuesto básico del mismo nombre, se organiza buscando un líder que cumpla la función de proveer las necesidades del grupo. A principio de 1948 el comité profesional de la Tavistok Clinic le solicitó que tomara a su cargo grupos terapéuticos empleando su propia técnica; es muy sugerente la forma en que el propio Bion relata esta propuesta: En realidad no tenía elementos para saber lo que el Comité entendía con esto [se refiere a su propia técnica], pero era evidente que para ellos yo había trabajado anteriormente con grupos terapéuticos. En verdad, sólo había experimentado tratando de persuadir a grupos de pacientes que la tarea del grupo fuera el estudio de sus tensiones; y supuse que el Comité deseaba que hiciera esto de nuevo. Era desconcertante que el Comité pareciera creer que los pacientes pudiesen ser curados en tales grupos. Ello me hizo pensar desde un principio que su idea acerca de lo que había sucedido en aquellos grupos en los que yo era uno de los integrantes, era muy diferente de la mía. De hecho, la única cura de que podía hablar con certeza estaba en relación con un síntoma propio, comparativamente sin importancia: la creencia de que los grupos debían tomar mis esfuerzos con simpatía. Sin embargo, consentí y, en consecuencia, después de las formalidades debidas me encontré sentado en una sala con ocho o nueve personas -a veces más, otras menos- algunas veces pacientes, otras no. Con frecuencia, cuando los miembros del grupo no eran pacientes me encontré perplejo.

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Bion sostenía que cuando un individuo en grupo tiene la creencia de que el grupo existe como algo diferente a la suma de los individuos, esto es producto de un estado regresivo de tal integrante; alimenta tales fantasías porque su regresión implica una amenaza de pérdida de su particularidad individual, esto le dificulta ver al grupo como un agregado de individuos. Un agregado de individuos, esto es el grupo para Bion. Esta aseveración parecería ser contradictoria con sus nociones, de mentalidad grupal y cultura grupal. Tal enunciación no se le escapará a Pontalis, quien apoyándose en el planteo bioniano sostendrá que el grupo es una ficción, una fantasía. Es realmente interesante esta aparente contradicción bioniana porque como dirá el autor citado, “nadie, psicosociólogo o no, puede considerar ‘científica’ la definición de un grupo como el de un agregado de individuos. Es muy cierto que un grupo puede ser objeto de observación o de análisis”. La originalidad de Bion para este autor sería entonces la de aferrarse a los dos extremos de la cadena, ya que si en el campo sociológico el grupo es una realidad específica, cuando funciona como tal en el campo de la psiquis individual -modalidad y creencia que toda la psicosociología tiende a fortificar- opera efectivamente como fantasía. Subraya este autor que desde Bion pueden distinguirse grupos reales y grupos como fantasía; Recapitulando, Bion “descubre” que la cooperación consciente entre los miembros del grupo, necesaria para el éxito en sus tareas, requiere de la circulación fantasmática inconsciente entre ellos, hasta tal punto que la cooperación puede ser regulada o paralizada por dicha circulación fantasmática inconsciente. Los individuos reunidos en grupo se combinan en forma instantánea e involuntaria para actuar de acuerdo a los supuestos básicos. Produce aquí un planteo original: los supuestos básicos, verdaderos organizadores grupales, es decir, reguladores implícitos de los comportamientos grupales que permiten pensar en la existencia de un sistema de legalidades implícito en el desorden de los hechos empíricos grupales; estos organizadores fantasmáticos regulan el accionar de los individuos en el grupo; de todos modos para Bion los tres supuestos básicos emergen como formaciones secundarias, de una escena primitiva más antigua. Los supuestos básicos serán nudos fantasmáticos colectivos en el grupo en un momento dado, así se referirá Didier Anzieu a ellos. La teoría de los supuestos básicos puntualizó, por primera vez dentro del campo psicoanalítico operadores organizacionales no individuales; aquí tal vez radique su mayor importancia, en tanto, como señala Bauleo, “consiguió producir un instrumento para entender lo que sucede al grupo como grupo”. En este sentido, pueden considerarse los supuestos básicos como esquemas subyacentes que organizan -en el sentido que se habla de organizadores en embriología- el comportamiento de un grupo orientando por ejemplo la elección sobre tal tipo de líder. Ana María Fernández: “El Campo Grupal: notas para una genealogía”. Ed. Nueva Visión, 1989. Págs. 101-106

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DINÁMICA

DE

GRUPO

wilfred r. bion Utilizando su experiencia psicoanalítica, Freud17 intentó iluminar algunos de los puntos oscuros que Le Bon, Mc Dougall y otros investigadores pusieron de manifiesto en sus estudios del grupo humano. Yo me propongo discutir los aportes que el psicoanálisis, en su evolución posterior, ofrece acerca de los mismos problemas, particularmente en aquellos aspectos vinculados con la obra de Melanie Klein. El trabajo de esta autora muestra que al comienzo mismo de la vida el individuo establece contacto con el pecho materno, y a través de una rápida extensión del primitivo grado de conciencia, con el grupo familiar; Melanie Klein enseña además que la naturaleza de este contacto pone de manifiesto cualidades peculiares, que tienen profunda significación tanto para el desarrollo del individuo como para comprender mejor los mecanismos ya demostrados por el genio intuitivo de Freud. Espero mostrar que el adulto, en su contacto con las complejidades de la vida de grupo, recurre, en forma que podría ser una regresión masiva, a mecanismos que M. Klein describió como típicos de las fases más tempranas de la vida mental. El adulto debe establecer contacto con la vida emocional del grupo en que vive; esta tarea puede parecerle tan formidable como le parece al niño la relación con el pecho, y su regresión revela el fracaso en satisfacer las exigencias de esta tarea. Una parte esencial de su regresión consiste en la creencia de que un grupo existe como algo distinto de un agregado de individuos y también son partes de su regresión las características que el individuo atribuye al supuesto grupo. Alimenta la fantasía de que el grupo existe por el hecho de que la regresión implica para el individuo una pérdida de su “particularidad individual”, que no se diferencia de una despersonalización, y, por tanto, le impide observar que el grupo es un agregado de individuos. De esto se deduce que si el observador estima que hay un grupo, los individuos que lo componen deben haber experimentado esta regresión. Recíprocamente, cuando los individuos que componen un “grupo” (usando esta palabra para designar un agregado de individuos en el mismo estado de regresión) por una razón u otra se sienten amenazados por la toma de conciencia de su particularidad como individuos, el grupo cae en el estado emocional conocido como pánico. Esto no quiere decir que el grupo se desintegre, y más adelante podrá comprobarse que no estoy de acuerdo con la idea de que el grupo pierda su cohesión a causa del pánico. En esta sección resumiré ciertas teorías a las que he llegado aplicando en los grupos las intuiciones logradas en la práctica del psicoanálisis actual. Estas teorías difieren de muchas otras, tanto por sus méritos como por sus defectos, y por haber visto la luz en las situaciones de tensión emocional que intentan describir. Introduzco algunos conceptos nuevos para el psicoanálisis, en parte porque me ocupo de un asunto diferente, en parte porque deseo comprobar si el hecho de comenzar libre del compromiso que representan las teorías previas, nos puede conducir a que mi punto de vista sobre grupos y el punto de vista del psicoanálisis sobre el individuo sean comparables. Juzgaremos de este modo si ambos son complementarios o divergentes. Hay momentos en que pienso que el grupo tiene una actitud hacia mí, y que puedo verbalizar en qué consiste dicha actitud; hay momentos en que otro de los miembros actúa como si también pensara que el grupo tuviera una actitud hacia él, y creo que puedo deducir cuál es su creencia; en otros momentos pienso que el grupo tiene una actitud con respecto a un individuo y que yo puedo decir en qué consiste. Estas ocasiones ofrecen la 17

Especialmente en Tótem y Tabú (1913) y Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1921)

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materia prima de las interpretaciones, pero la interpretación en sí misma es un intento de traducir en un lenguaje preciso lo que supongo que es la actitud del grupo hacia mí o hacia algún otro miembro, y la actitud del individuo hacia el grupo. Solamente aprovecho algunas de esas ocasiones; juzgo que el momento está maduro para una interpretación cuando ésta parece ser evidente y sin embargo pasa inadvertida. Los grupos en que intenté desempeñar este rol atraviesan una serie de complejos episodios emocionales que permiten deducir, en relación con la dinámica grupal, teorías que me resultan útiles tanto para aclarar lo que sucede como para descubrir los núcleos de futuras evoluciones. Lo que sigue es un resumen de esta teoría. EL GRUPO DE TRABAJO En cualquier grupo pueden encontrarse rasgos que revelan una actividad mental. Aunque sea en forma casual, todo grupo se reúne para “hacer” algo: cada miembro coopera en dicha actividad de acuerdo con sus capacidades individuales. Esta cooperación es voluntaria y depende del grado de habilidad sofisticada que el individuo posea. Sólo pueden participar en tal actividad los individuos que tienen años de entrenamiento y una capacidad para la experiencia que les ha permitido evolucionar mentalmente. Dado que esta actividad va aparejada a una tarea, se halla ligada a la realidad, sus métodos son racionales y, en consecuencia, aunque sea en forma embrionaria, científicos. Sus características son similares a las que Freud atribuyó al yo. A este aspecto de la actividad mental en un grupo lo llamo Grupo de Trabajo. Este término comprende sólo una actividad mental de una naturaleza particular y no a la gente que se entrega a ella. Puede comprobarse que cuando los pacientes se reúnen en una sesión de terapia de grupo, siempre se dedica parte de la actividad mental a plantear problemas para cuya solución los individuos buscan ayuda. He aquí un ejemplo de un episodio acaecido en un grupo: Seis pacientes y yo estamos sentados en rueda en una pequeña habitación. La señorita A sugiere que sería una buena idea que los miembros del grupo se pusieran de acuerdo para llamarse por sus nombres de pila. Se advierte una sensación de alivio porque ha surgido un tema de conversación; se intercambian miradas, y una breve llamarada de animación se hace momentáneamente visible. El señor B admite que se trata de una buena idea; el señor C dice que ello “haría las cosas más amigables”. La señorita A es alentada a divulgar su nombre, pero se lo impide la señorita D que dice que no le gusta su nombre de pila, preferiría que no fuese conocido. El señor E propone el uso de seudónimo; la señorita F se observa las uñas. Pocos minutos después de la propuesta de la señorita A, la discusión ha languidecido, y en su lugar aparecen miradas furtivas, que en su mayoría se dirigen a mí. El señor B se levanta para decir que de alguna manera debemos llamarnos. El humor del grupo es ahora un compuesto de creciente ansiedad y frustración. Mucho antes de que me mencionen, se ve que mi nombre se ha transformado en un motivo de preocupación. Abandonado a sus propios recursos, el grupo amenaza hundirse en la apatía y el silencio. A fin de lograr mis propósitos presentes pondré en evidencia aquellos aspectos del episodio que me sirven para ilustrar el uso que hago del término grupo de trabajo. Podría hacer lo mismo dentro del grupo, pero ello dependerá de mi apreciación del significado que el episodio tiene dentro del contexto de su vida mental, hasta donde se ha manifestado en ese momento. Primero, es evidente que si siete personas han de mantener una conversación, la discusión se vería facilitada si los miembros se llamaran por sus nombres. En la medida en que la discusión ha surgido de la comprensión de este hecho, es un producto de la actividad del grupo de trabajo. Pero el grupo ha ido más allá de la mera propuesta de dar un paso que resultaría útil en cualquier grupo, con prescindencia de su objeto. Al proponerse el uso de los nombres de pila se hizo referencia a que esto facilitaría la amistad. Creo adecuado decir que dentro del grupo del que me ocupo, la amistad se considera de importancia fundamental para las necesidades terapéuticas. En el momento en que el ejemplo fue tomado resultaría también exacto decir que tanto la objeción de la señorita D como la solución propuesta por el señor E, pueden ser consideradas como dictadas por necesidades terapéuticas; y de hecho señalo que las sugestiones se ajustaban a la teoría aún no formulada explícitamente, de que nuestras enfermedades se curarían si el grupo pudiera ser conducido de manera que sólo experimentara emociones agradables. Se verá que la demostración de la función del trabajo de grupo debe incluir: el proceso de desarrollo del pensamiento que se intenta traducir en acción; la teoría, en este caso la necesidad de amistad, en la cual se basa; la creencia en que el cambio de medio es en sí suficiente para curarse sin que se produzca un cambio

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correspondiente en el individuo; y, por último, una demostración de la clase de hechos que se consideran como “reales”. En el ejemplo que acabo de dar sucedió que luego pude demostrar que la función del grupo de trabajo, aunque no la llamé así, basada en la idea de que la curación podía lograrse en un grupo que sólo experimentara sentimientos agradables, no parecía haber producido la anhelada cura; y de hecho se veía obstruida por la dificultad de traducirla a la acción, aparentemente simple, de asignar nombres. Antes de pasar a la discusión de la naturaleza de las obstrucciones que sufre la actividad del grupo de trabajo, quisiera mencionar una dificultad en la exposición de mis teorías, que creo ya se habrá puesto de manifiesto. Describir un episodio del grupo, tal como el que he señalado, e intentar luego deducir de él algunas teorías, sólo representa para mí el decir que tengo la teoría de que sucedió tal y tal cosa y que puedo decirlo de nuevo, sólo que en diferente lenguaje. El único modo de que el lector pueda librarse del dilema, sería recordar el caso de algún comité u otro tipo de reunión en el que haya participado, y considerar hasta qué punto encuentra allí elementos que puedan apuntalar la existencia de lo que he llamado función del grupo de trabajo, sin olvidar la estructura administrativa real, director y demás componentes, como material que debe ser incluido en tal revisión. LOS SUPUESTOS BÁSICOS Las interpretaciones hechas en términos de la actividad del grupo de trabajo dejan mucho sin expresar. La sugestión sobre el uso de seudónimos ¿ha sido motivada sólo con el propósito de encarar las demandas de la realidad? Las miradas furtivas, la preocupación por la forma correcta de dirigirse al analista, que se hizo manifiesta en seguida, no pueden ser interpretadas provechosamente como relacionadas con la función del grupo de trabajo. La actividad del grupo se ve obstruida, diversificada, y en ocasiones asistida por algunas otras actividades mentales que tienen en común el atributo de poderosas tendencias emocionales. Estas actividades, que a primera vista parecen caóticas, adquieren cierto grado de cohesión si admitimos que surgen de supuestos básicos comunes a la totalidad del grupo. En el ejemplo que he dado, era fácil reconocer que un supuesto común a todo el grupo consistía en que sus miembros estaban reunidos para recibir de mí cierta clase de tratamiento. Pero la investigación de esta idea como parte de la función del grupo de trabajo, mostró que existían ideas investidas de realidad por la fuerza de la emoción ligada a ellas que no conformaban siquiera las esperanzas algo ingenuas que alimentaban conscientemente los miembros menos sofisticados. Por otra parte, aun los individuos sofisticados (uno de los miembros, por ejemplo, era un diplomado en ciencias) mostraron con su comportamiento que compartían estas ideas. El primer supuesto consiste en que el grupo se reúne a fin de lograr el sostén de un líder de quien depende para nutrirse material y espiritualmente y para obtener protección. Así establecido, mi primer supuesto básico podría ser considerado como una repetición de lo que he señalado anteriormente: que el grupo supone “que sus miembros se han reunido para recibir de mí alguna forma de tratamiento”, con la sola diferencia de estar expresado en términos metafóricos. Pero lo esencial es que el supuesto básico sólo puede entenderse si las palabras que he usado se toman en un sentido literal y no metafórico. He aquí una descripción de un grupo terapéutico en que actúa el supuesto básico de dependencia, como lo he llamado. Estaban presentes tres mujeres y dos hombres. En una ocasión anterior el grupo había mostrado señales de orientar la función del grupo de trabajo hacia la cura de las deficiencias de sus miembros; se podía suponer que esta vez los miembros habían reaccionado con desesperación, colocando toda su confianza en mí para sortear sus dificultades, mientras se conformaban con plantear problemas individuales, a los que yo debía darles solución. Una mujer había traído chocolate, y tímidamente invitó a otra mujer, su vecina de la derecha, para que lo compartiera. Un hombre estaba comiendo un sandwich. Un graduado en filosofía, que en sesiones anteriores había expresado ante el grupo su falta de fe en Dios, y en toda religión, estaba sentado en silencio, como lo hacía frecuentemente, hasta que una de las mujeres, con un dejo de aspereza en la voz, señaló que él no había hecho preguntas. El aludido contestó: “Yo no necesito hablar porque sé que lo único que debo hacer es asistir a las sesiones durante un tiempo bastante largo y todas mis interrogaciones serán respondidas sin que deba hacer nada”. Dije entonces que me había transformado en una especie de deidad del grupo; que las preguntas se me dirigían como si fuera alguien que podía saber las. respuestas sin necesidad de apelar al trabajo, que el comer era

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parte de una maniobra del grupo para alimentar una creencia que sus miembros deseaban conservar acerca de mí, y que la respuesta del filósofo indicaba una negación de la eficacia de la oración, pero por otra parte parecía desmentir sus afirmaciones anteriores donde había expuesto su descreimiento. Cuando comencé mi interpretación no sólo estaba convencido de la verdad que ella encerraba, sino que estaba seguro de que podría convencer a los otros al enfrentarlos con el conjunto del material, que puedo exponer sólo en parte dentro de este relato escrito. Cuando hube terminado de hablar sentí que había cometido algún error; me rodeaban miradas desconcertadas. La evidencia había desaparecido. Después de un tiempo, el hombre que había terminado su sandwich y guardado en el bolsillo el papel cuidadosamente doblado, miró en derredor con las cejas levemente levantadas, interrogante. Una mujer me miró con expresión tensa; otra, con las manos recogidas observaba el piso en forma meditativa. Comenzó a robustecerse en mí la convicción de que había sido culpable de blasfemia dentro de un grupo de verdaderos creyentes. El segundo de los hombres, con los codos sobre el respaldo de la silla, jugaba con los dedos. La mujer que estaba comiendo tragó con rapidez el resto de su chocolate. Interpreté ahora que me había transformado en una persona muy mala al arrojar dudas sobre la deidad del grupo, pero que esto había traído como consecuencia un aumento de la ansiedad y la culpa en la medida en que el grupo había fracasado en desligarse del acto impío. En este relato he hecho hincapié en mis propias reacciones por una razón que más adelante espero se haga patente. Puede afirmarse con justicia que las interpretaciones cuyas mayores evidencias se apoyan no en los hechos observados en el grupo, sino en las reacciones subjetivas del analista, tienen mayor posibilidad de encontrar su explicación en la psicopatología del analista que en la dinámica del grupo. Se trata de una crítica justa, una crítica que tendrá que ser confrontada a través de muchos años de trabajo cuidadoso realizado por más de un analista, pero por esta misma razón la dejaré a un lado y pasaré a plantear un argumento que sostendré a través de este capítulo. En el tratamiento de grupo muchas interpretaciones, y entre ellas las más importantes, se basan en la fuerza de las propias reacciones emocionales del analista. Creo que estas reacciones dependen de que el analista es dentro del grupo el recipiente de lo que Melanie Klein llamó identificación proyectiva, siendo este mecanismo muy importante en los grupos. Ahora bien, la experiencia de la contratransferencia, de acuerdo con mi criterio, tiene una cualidad muy distinta que capacitaría al analista para distinguir cuándo es objeto de una identificación proyectiva y cuándo no lo es. El analista siente que lo están manejando para que desempeñe un papel, aunque sea difícil de reconocer, en la fantasía de alguien, o lo sentiría si no fuese por algo que sólo puedo llamar una pérdida temporaria de “insight”, una sensación de experimentar poderosos sentimientos, y al mismo tiempo una creencia de que su existencia está adecuadamente justificada por la situación objetiva, sin recurrir a la explicación recóndita de su génesis. Desde el punto de vista del analista, la experiencia está constituida por dos fases estrechamente relacionadas: en la primera existe un sentimiento de que, sea lo que fuere lo que uno ha hecho, por cierto no ha ofrecido una interpretación correcta; en la segunda surge el sentimiento de ser una clase especial de persona dentro de una singular situación emocional. Creo que la primera condición del analista en el grupo consiste en la habilidad para sacudirse ese entorpecedor sentimiento de realidad que es concomitante a este estado. Si puede lograrlo, estará en posición adecuada para dar lo que creo que es la interpretación correcta y, en consecuencia, para ver sus conexiones con la interpretación previa, de cuya validez lo hicieron dudar. Debo volver a considerar el segundo supuesto básico. Igual que el primero, éste también se relaciona con el propósito del grupo. Mi atención fue reclamada en un principio por una sesión durante la cual la conversación fue monopolizada por un hombre y una mujer, que aparentemente ignoraban al resto del grupo. Las miradas que ocasionalmente se intercambiaban los otros miembros parecían sugerir la opinión, no tomada muy seriamente en consideración, de que la relación era amorosa, aunque apenas podría decirse que el contenido manifiesto de dicha conversación fuera muy distinto de los otros intercambios dentro del grupo. Sin embargo, quedé impresionado por el hecho de que ciertos individuos, que generalmente eran sensibles a cualquier manifestación que los excluyera de la actividad supuestamente terapéutica, que en este momento consistía en hablar y obtener una “interpretación' mía o de algún otro miembro del grupo, no parecieron dar importancia al hecho de dejar la escena enteramente a disposición de dicha pareja. Más adelante se hizo evidente que el sexo de la pareja no tenía influencia en la suposición de que se estaba produciendo un proceso de emparejamiento. Estas sesiones se dieron en una atmósfera de esperanza y expectación peculiares que las diferenciaba mucho de aquellas reuniones ordinarias

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donde el tiempo transcurría entre el aburrimiento y la frustración. No debe suponerse que los elementos sobre los que haga recaer la atención, bajo el título de grupo de emparejamiento, se manifiestan en forma exclusiva o aun predominante. En verdad existen pruebas numerosas de estados mentales del tipo que nos es familiar en psicoanálisis; resultaría realmente extraordinario si, para tomar un ejemplo, uno no viera en los individuos evidencia de reacción ante una situación de grupo que pudiera aproximarse a una representación de la escena original. Pero, en mi opinión, si permitimos que nuestra atención se vea absorbida por tales reacciones, cualquier observación de lo que es específico del grupo se vería obstaculizada; pienso, además, que una concentración de tal naturaleza puede conducir, en el peor de los casos, a una falsificación del psicoanálisis antes que a una exploración de las posibilidades terapéuticas de un grupo. Por lo tanto, el lector debe suponer que en esta situación, como en otras, habrá siempre una gran cantidad de material familiar al psicoanálisis, pero que todavía espera su evaluación en la situación de grupo. Propongo que por el momento se ignore este material, y me dedicaré ahora a una consideración de la atmósfera de expectación llena de promesas que he mencionado como una característica del grupo de emparejamiento. Con frecuencia esto encuentra expresión verbal en ideas que apoyan la opinión de que el matrimonio pondrá fin a las incapacidades del neurótico; que cuando la terapia de grupo se haya extendido suficientemente, revolucionará la sociedad; que la próxima estación: primavera, verano, otoño o invierno, cualquiera sea el caso, será más agradable; que se debería desarrollar una nueva clase de comunidad -un grupo mejorado-, y otras ideas por el estilo. Esas expresiones tienden a dirigir la atención a un acontecimiento supuestamente futuro, pero para el analista el problema a resolver no reside en un acontecimiento futuro, sino en el presente inmediato- el sentimiento de esperanza en sí mismo. Este sentimiento es característico del grupo de emparejamiento y debe tomarse como una evidencia de que el grupo de emparejamiento existe, aun cuando aparentemente no haya otra prueba. Es, a la vez, un precursor de la sexualidad y una parte de ésta. Las ideas optimistas que hallan su expresión verbal son racionalizaciones que intentan lograr un desplazamiento en el tiempo y un compromiso con los sentimientos de culpa; gozar de dicho sentimiento se justifica porque apela a un resultado que se supone como moralmente libre de toda objeción. Así, los sentimientos ligados al grupo de emparejamiento son el polo opuesto a los sentimientos de odio, destrucción y desesperación. Para que estos sentimientos de esperanza se sostengan es esencial que el “líder” del grupo, a diferencia del líder del grupo de dependencia y del grupo de ataque-fuga, no haya nacido. Será una persona o una idea la que salvará al grupo -de hecho lo librará de los sentimientos de odio, destrucción y desesperación que surjan en el propio grupo o en otro-, pero a fin de lograr esto, es obvio que la esperanza mesiánica no debe verse realizada. La esperanza sólo persiste cuando permanece como esperanza. La dificultad está en que, debido a la racionalización que el grupo hace de su naciente sexualidad, de la premonición del sexo que se impone como esperanza, haya en el grupo de trabajo una tendencia a dejarse influenciar por el sentido de producir un Mesías, sea éste una persona, una idea o una utopía. En la medida en que lo logra, la esperanza se desvanece; pues es evidente que ya entonces no hay nada que esperar, y, dado que la destrucción, el odio y la desesperación no se han visto radicalmente influidos, su presencia se hace sentir nuevamente. Esto, a la vez, aumenta el debilitamiento de la esperanza. Si, con fines de discusión, aceptamos la idea de que el grupo debiera ser manejado de manera que se mantenga la esperanza, sería necesario que aquellos que tengan un interés propio en tal tarea (tanto en función de su capacidad como de miembros de un grupo especializado de trabajo -tal como lo describiré en breve- o en función de individuos), procuren que las esperanzas mesiánicas no se materialicen. Por supuesto, existe el peligro de que tales grupos especializados de trabajo puedan pecar por un exceso de celo, y en consecuencia, interfieran con la función espontánea, creativa, del grupo de trabajo, o bien que se anticipen a sí mismos y se aboquen a la dolorosa necesidad de destruir al Mesías y recrear luego la esperanza mesiánica. El problema que debe enfrentarse dentro del grupo terapéutico consiste en capacitar al grupo para que esté conscientemente alerta a los sentimientos de esperanza y sus conexiones, y al mismo tiempo los tolere. El tercer supuesto básico es que el grupo se ha reunido para luchar por algo o para huir de algo. Está preparado para hacer cualquiera de las dos cosas indiferentemente. A este estado mental yo lo llamo grupo de ataque-fuga; dentro de un grupo en tal estado se aceptará a aquel líder capaz de obtener del grupo qué aproveche la oportunidad para escapar o para agredir. Si hace demandas que no se ajusten a esto, es ignorado. En un grupo terapéutico el analista es el líder del grupo de trabajo. El apoyo emocional que él puede brindar está sujeto a fluctuaciones en relación con el supuesto básico activo y con la medida en que sus actividades se ajusten a lo que se requiere de un líder en esos diversos estados mentales. En el grupo de ataque-fuga el analista encuentra que sus

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intentos para aclarar lo que está sucediendo se ven obstaculizados por la facilidad con que aquellas propuestas que expresan odio a toda dificultad psicológica, o bien los medios por los cuales ésta puede ser evadida, obtienen apoyo emocional. Debería señalar que dentro de este contexto, la propuesta para usar nombres de pila que mencioné en el primer ejemplo pudo muy bien haber sido interpretada como una expresión del deseo de huida dentro de un grupo de ataque-fuga, aunque, por razones ligadas con la etapa de evolución que el grupo había alcanzado, yo la interpreté en términos de la función del grupo de trabajo. CARACTERÍSTICAS COMUNES A TODOS LOS GRUPOS DE SUPUESTO BÁSICO Participar en una actividad de supuesto básico no requiere entrenamiento, experiencia ni madurez mental. Es instantáneo, inevitable e instintivo; no he sentido la necesidad de explicar los fenómenos que he observado en el grupo 1 para postular la existencia de un instinto gregario. En contraste con la función del grupo de trabajo, la actividad de, supuesto básico no demanda del individuo una capacidad para cooperar, sino que depende del grado en que los individuos posean aquello que he llamado valencia, término que tomé de la física para expresar la capacidad que poseen los individuos para combinarse entre sí instantánea e involuntariamente y compartir y actuar de acuerdo con el supuesto básico. La función del grupo de trabajo está siempre en relación con un supuesto básico, y sólo con uno. Aunque la función del grupo de trabajo pueda permanecer inalterable, el supuesto básico concomitante implícito en sus actividades puede cambiar frecuentemente. Pueden producirse dos o tres cambios en una hora, o bien el mismo supuesto básico puede predominar durante meses. Para explicar el destino de los supuestos básicos que no están en actividad he postulado la existencia de un sistema protomental dentro del cual la actividad física y mental está indiferenciada, y permanece fuera del campo que ordinariamente se considera adecuado para las investigaciones psicológicas. Debe tenerse presente que el hecho de que un campo sea adecuado para la investigación psicológica depende de otros factores además de la naturaleza del campo a investigar. Uno de ellos es la fuerza que posea la técnica de investigación psicológica. El reconocimiento del campo de la medicina psicosomática demuestra la dificultad con que tropieza el intento de determinación de la línea que separa los fenómenos psicológicos de los físicos. Por lo tanto, propongo dejar indeterminados los límites que separan el supuesto básico activo de aquellos que he dejado relegados al hipotético sistema protomental. Muchas técnicas son de uso diario para la investigación de la función del grupo de trabajo. Considero que el psicoanálisis, o ciertas extensiones de la técnica que derivan directamente de aquél, son esenciales. Pero dado que las funciones del grupo de trabajo están siempre ligadas con los fenómenos de supuesto básico, es evidente que las técnicas que ignoren a estos últimos darán una impresión equivocada de las primeras. Las emociones asociadas con el supuesto básico pueden ser descritas con los términos usuales: ansiedad, temor, odio, amor y otros similares. Pero las emociones comunes a cualquiera de los supuestos básicos se influencian entre sí en forma sutil como si constituyeran una combinación peculiar del supuesto básico en actividad. Es decir, que la ansiedad dentro de un grupo dependiente tiene una cualidad diferente de la Ansiedad que se manifiesta en el grupo de emparejamiento, y lo mismo ocurre con otros sentimientos. Todos los supuestos básicos incluyen la existencia de un líder, aunque, como lo he dicho, en el grupo apareado el líder sea no-existente, es decir, no haya nacido. Este líder no necesita identificarse con ningún individuo del grupo; no necesita en absoluto ser una persona, sino que puede estar identificado también con una idea o un objeto inanimado. En el grupo dependiente el lugar del líder puede ser ocupado por la historia del grupo. Un grupo que se queja por su falta de habilidad para recordar lo que había sucedido en ocasiones previas, se estabiliza al hacer un registro de sus reuniones. Este registro se transforma así en una “biblia” a la cual se apela si, por ejemplo, el individuo que ha sido investido por el grupo para desempeñar el liderazgo demuestra ser material refractario para ajustarse á las características propias del líder dependiente. El grupo recurre al dictado de una “biblia” cuando se siente amenazado por una idea cuya aprobación significaría evolución por parte de los individuos que constituyen el grupo. Tales ideas engendran fuerza emocional y excitan una oposición también emocional, por su asociación con características adecuadas al líder del grupo de ataque-fuga. Cuando un grupo de dependencia o de ataque-fuga está en actividad, se origina una lucha para suprimir la idea nueva, ya que se considera que la aparición de una idea nueva amenaza el statu quo. En una situación de guerra, la idea nueva -ya se trate de un tanque o de un nuevo método para selección de oficiales- se considera como una novelería, opuesta, por lo tanto, a la biblia militar. Dentro de un grupo dependiente la idea nueva se ve como una amenaza al líder de

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dependencia, sea este líder una “biblia” o una persona. El fenómeno resulta verdadero aun dentro del grupo de emparejamiento, pues, como he dicho antes, la idea o persona nueva, al ser equiparada con el genio no-existente o Mesías, no debe nacer si es que ha de llenar la función que demanda este grupo. FORMAS ABERRANTES DEL CAMBIO DE UN SUPUESTO BÁSICO A OTRO El cambio en la mentalidad del grupo no necesita obedecer a desplazamientos de un supuesto básico a otro y puede tomar ciertas formas aberrantes que dependen del supuesto básico que esté en actividad cuando la tensión aumenta. Estas formas aberrantes envuelven siempre a un grupo externo. Si el grupo dependiente está en actividad y es amenazado por la presión que ejerce el líder del grupo de emparejamiento -quizás en la forma de una idea que está teñida con esperanza mesiánica-, cuando métodos tales como el recurrir a una biblia resultan inadecuados, se conjura la amenaza provocando la influencia de otro grupo. Si está en actividad el grupo de ataque-fuga se tiende a absorber a otro grupo. Si el grupo de emparejamiento está en actividad, la tendencia es hacia la escisión. Esta última reacción puede parecer extraña, a menos que se recuerde que en el grupo apareado la esperanza mesiánica, ya se trate de una persona o una idea, debe permanecer en el plano de lo irrealizable. El núcleo de la cuestión reside en que una idea nueva amenaza reclamar evolución, y los grupos de supuesto básico están incapacitados para tolerar dicha evolución. Más adelante presentaré las razones de este fenómeno. EL GRUPO ESPECIALIZADO DE TRABAJO Existen algunos grupos especializados de trabajo, sobre los que Freud, ha llamado la atención, aunque no les diera tal nombre, cuya tarea es especialmente proclive a estimular la actividad de un determinado supuesto básico. El Ejército y la Iglesia son señalados como dos grupos típicos de esta naturaleza. Una iglesia tiende a verse interferida por fenómenos de grupo de dependencia, y un ejército muestra una propensión similar por los fenómenos del grupo ataque-fuga. Pero debe también considerarse la posibilidad de que esos grupos reciban un impulso que parta del grupo principal del que forman parte, cuyo propósito específico consista en neutralizar al grupo de dependencia y al grupo ataque-fuga respectivamente, y de esa manera impedir que la función de grupo de trabajo, del grupo principal, se vea obstaculizada por aquéllos. Si adoptamos la última hipótesis, el hecho de que la actividad del grupo de dependencia o del grupo de ataque-fuga deje de manifestarse dentro de los grupos especializados de trabajo o que por el contrario crezca hasta alcanzar un poder fuera de lo común, debe verse como un fracaso del grupo especializado de trabajo. En cualquiera de los casos mencionados, el resultado es el mismo: el grupo principal tiene que hacerse cargo de las funciones propias del grupo especializado de trabajo, y además desempeñar sus propias funciones. Si el grupo especializado de trabajo no enfrenta, o no puede hacerlo, los fenómenos del supuesto básico que son de su incumbencia, las funciones de grupo de trabajo del grupo principal estarán viciadas por la presión que ejercen dichos supuestos básicos. Si la función del grupo de trabajo consiste esencialmente en transformar los pensamientos y sentimientos en una conducta que se ajuste a la realidad, esta función está mal adaptada para dar expresión a los supuestos básicos. Estos se tornan peligrosos en la medida que se intente traducirlos en acción. En verdad, el grupo especializado de trabajo tiende a reconocer este hecho, lo que se ve a través de los esfuerzos que realiza para llevar adelante el proceso inverso, es decir, traducir la acción en términos de la mentalidad propia del supuesto básico - un procedimiento mucho menos arriesgado. Así, cuando una realización de notables características, fruto de la función del grupo de trabajo, es presentada ante una iglesia, ésta inducirá al grupo a dar gracias a su deidad y no a su capacidad para realizar una difícil tarea en el plano de la realidad, non nobis, Domine. Desde el punto de vista de facilitar el funcionamiento del grupo de trabajo, la Iglesia, próspera y triunfante, debe combinar el robustecimiento de la creencia religiosa con la insistencia de que ésta no se lleve a la acción. Si la lucha cumple exitosamente su objetivo, se favorecerá la creencia de que todo se puede lograr por la fuerza, cuidando que ésta nunca se use. En ambos casos se demuestra que la mentalidad de supuesto básico no se presta para la acción, dado que la acción requiere la función del grupo de trabajo para mantener el contacto con la realidad. Dentro del pequeño grupo terapéutico cuando el grupo de dependencia está en actividad, existe la tendencia a producir un subgrupo que toma sobre sí la función de interpretar ante el grupo al líder del grupo dependiente, representado generalmente por el analista. Dentro del

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grupo de ataque-fuga existe un subgrupo que desempeña una función similar. Si el analista resulta material reacio, está expuesto a evocar aquellas reacciones que anteriormente he descrito como asociadas con la amenaza que representa una nueva idea. He dicho que la aristocracia puede ser el grupo de trabajo especializado, que llena, para el grupo de emparejamiento, funciones similares a las de la Iglesia o el Ejército con relación a los grupos de dependencia y de ataque-fuga, respectivamente. La función que desempeña este subgrupo consiste en ofrecer una salida para sentimientos centrados en ideas de raza y nacimiento, es decir, para la esperanza mesiánica que, como he sugerido anteriormente, es precursora del deseo sexual, sin que provoque nunca el temor de que tales sentimientos originen un hecho que exija una evolución posterior. La aristocracia debe inspirar esperanza mesiánica, pero, al mismo tiempo, confianza en que, si el líder del grupo de emparejamiento se materializa, nacerá en un palacio, pero será semejante a nosotros -probablemente el término actual más adecuado para expresar la cualidad deseada, dentro del lenguaje convencional, sea el de “democrático”-. En el grupo terapéutico el subgrupo “aristocrático” contribuye generalmente a que el grupo comprenda que la idea nueva es en realidad una idea con la cual ya están completamente familiarizados. SUPUESTOS BÁSICOS, TIEMPO Y DESARROLLO Al hablar de la mentalidad del supuesto básico deberemos mencionar dos características sobre las que llamaré la atención. El tiempo no tiene que ver con ella; es una dimensión de la función mental no reconocida; por tanto, todas las actividades que reclaman conciencia del tiempo son captadas imperfectamente y tienden a provocar sentimientos de persecución. Las interpretaciones de la actividad en el nivel de los supuestos básicos revelan una relación distorsionada con el tiempo. La segunda característica consiste en la ausencia de todo proceso de evolución como parte de la mentalidad del supuesto básico; los estímulos para el desarrollo reciben una respuesta hostil. Podrá comprobarse que éste es un asunto de importancia en cualquier grupo cuyo propósito sea promover por medio del estudio del grupo un desarrollo terapéutico del “insight”. La hostilidad así engendrada tiende a determinar que la reacción ante la aparición de la persona o idea mesiánica tome una forma aberrante, y no que evolucione cíclicamente de un supuesto básico a otro. Porque, si un grupo desea impedir el desarrollo, la manera más simple de lograrlo es abandonarse a la mentalidad del supuesto básico, y acercarse así al tipo de vida mental que no requiere capacidad de desarrollo. La mayor compensación que se puede obtener por tal cambio parece consistir en el aumento de un placentero sentimiento de vitalidad. Podemos apreciar la defensa que la escisión representa contra la amenazadora idea del desarrollo en la dinámica de los grupos cismáticos, que ostensiblemente se oponen, pero que en realidad procuran el mismo fin. Un grupo se adhiere al grupo dependiente, con frecuencia en la forma de “biblia” grupal. Este grupo populariza las ideas establecidas al despojarlas de cualquier elemento que requiera esfuerzos penosos, y de esta manera se asegura la adhesión numerosa de los que se oponen al sufrimiento que significa la evolución. El pensamiento se estabiliza así en un nivel que es trivial y dogmático. El grupo recíproco, que aparentemente apoya la idea nueva, se hace tan exigente en sus demandas, que cesa de renovarse. Así, ambos grupos evitan el choque doloroso entre lo primitivo y lo sofisticado, que constituye la esencia del conflicto evolutivo. Los cismáticos superficiales, pero numerosos, se oponen así a los cismáticos profundos, pero desdeñables des de el punto de vista numérico. El resultado recuerda el temor, a veces expresado, de que eventualmente la sociedad se reproduzca abundantemente a través de sus miembros menos cultivados, mientras la gente “mejor” permanece obstinadamente estéril. RELACIÓN ENTRE UN SUPUESTO BÁSICO Y OTRO Podemos retomar ahora los tres grupos de supuesto básico y el grupo de trabajo para comprobar si no pueden resolverse en algo más fundamental. Aun concediendo que el postulado de los supuestos básicos contribuye a dar forma y significado al complejo y caótico estado emocional que el grupo descubre ante el participante dado a la investigación, no existe una explicación razonable de por qué deben existir tales supuestos. Es evidente que ninguno de los tres supuestos básicos alivia el temor del grupo y sus emociones; de otra manera no se produciría

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ningún cambio de un supuesto básico a otro, y no se formarían los correspondientes grupos especializados de trabajo que ya he descrito. Cada uno de los tres supuestos incluye la idea de un líder. El grupo ataque-fuga muestra un total desconocimiento de la comprensión como técnica. Todos sus miembros se oponen al desarrollo, que en sí depende de la comprensión. El grupo de trabajo, por el contrario, reconoce ambas necesidades: comprensión y desarrollo. Si consideramos los grupos especializados de trabajo, los tres se ocupan de asuntos que parecen residir fuera del ámbito del supuesto básico con el que se relacionan fundamentalmente. Así, el grupo especializado de trabajo que funciona de acuerdo con el supuesto básico de dependencia, no está exento de preocupaciones ligadas con ideas mesiánicas que parecerían corresponder con más propiedad al grupo de emparejamiento. En este caso los esfuerzos parecen estar dedicados a un Mesías nacido como hijo ilegítimo en un lecho de juncos o en un pesebre, uno de cuyos padres es del más elevado rango (la hija de un Faraón o la Deidad misma) y otro más humilde. En el grupo de emparejamiento el subgrupo aristocrático permite padres de elevado rango, y cuna palaciega, pero el niño es notable sólo por identificarse con el resto de nosotros. Al analizar los hechos, parece que lo difícil es combinar amor sexual, padres de igual nivel, un niño como nosotros, la esperanza mesiánica -que yo considero como componente esencial del amor sexual-, y una compulsión hacia el desarrollo que reclama en sí la capacidad de comprensión. El grupo ataque-fuga expresa un sentimiento de incapacidad para la comprensión y el amor sin el cual, por otra parte, la comprensión no puede existir. Pero el líder del grupo ataque-fuga vuelve a poner a la vista uno de los componentes temidos, una aproximación al padre temido o al niño. Por otra parte, los tres grupos de supuesto básico parecen ser, a la vez, agregados de individuos que comparten entre sí las características de uno de los personajes de la situación edípica, que son dependientes de cualquiera de los supuestos básicos que esté en actividad. Este paralelo con los personajes de la situación edípica está, sin embargo, marcado por divergencias importantes. La relación parece darse entre el individuo y el grupo. Pero el grupo es sentido como un individuo fragmentado, dentro del cual hay otro escondido, en reserva. El individuo oculto es el líder, y aunque esto parece contradecir la afirmación constantemente reiterada de que el analista es el líder, la contradicción se resuelve si recordamos que en el grupo terapéutico el analista es el líder del grupo de trabajo, y que si bien se supone que él es quien desempeña el liderazgo, aparentemente se lo percibe como líder sólo en raras ocasiones. De acuerdo con mi experiencia, muy frecuentemente se me dice que no tomo parte en el grupo o que nunca doy una oportunidad para que el grupo conozca mis opiniones, aunque probablemente yo hable más que ningún otro. Lo esencial aquí, como siempre en un grupo, consiste en el sentimiento que acompaña a la idea expresada, y vuelvo a subrayar el hecho de que, si bien se supone que soy el líder del grupo, no se me percibe como tal. He indicado ya que dentro del plano emocional, en aquellas situaciones donde los supuestos básicos son dominantes, se pueden percibir en el material las figuras edípicas tal como sucede en un psicoanálisis. Pero ellas incluyen un componente, poco tenido en cuenta, del mito de Edipo: la esfinge. En la medida en que se me considera el líder en la función de grupo de trabajo, y el reconocimiento de este hecho raramente falta, tanto yo como la función del grupo con la cual me identifico, somos investidos de sentimientos que serían completamente apropiados en relación con la enigmática e inquisitiva esfinge de la que emana el desastre. Algunas veces, cuando mis intervenciones han provocado mayor ansiedad que la usual, se emplean ciertos términos que casi no requieren interpretación para que el grupo capte la similitud. No conozco ninguna otra experiencia que demuestre más claramente el terror que suscita una actitud inquisitiva que la experiencia grupal. Esta ansiedad no sólo se dirige hacia el que interroga, sino también hacia el objeto de la interrogación y, según sospecho, es secundaria con relación al último. Pues el grupo, al ser en sí mismo el objeto de la interrogación, origina temores de una naturaleza extremadamente primitiva. Mi impresión es que el grupo se aproxima estrechamente, en las mentes de los individuos que lo componen, a fantasías muy primitivas con respecto al contenido del cuerpo materno. El intento de realizar una investigación racional de la dinámica del grupo, se ve, en consecuencia, perturbado por temores y por mecanismos que surgen a fin de enfrentarlo y que son característicos de la posición esquizoparanoide. La investigación no puede ser llevada acabo sin estimular y activar estos niveles. RESUMEN

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Antes de considerar los puntos de vista del psicoanálisis con relación al grupo, pienso que es necesario resumir las teorías que he expuesto hasta aquí. Debe recordarse que en forma deliberada intenté, en la medida en que ello es posible para un psicoanalista que admite que se ha propuesto investigar el grupo por medio de intuiciones desarrolladas psicoanalíticamente, dejar a un lado todas las teorías psicoanalíticas dé grupo precedentes, a fin de lograr una perspectiva desprejuiciada. Como resultado, he llegado a una teoría de grupo que pone en evidencia que las funciones del grupo de trabajo se dan junto a un comportamiento, con frecuencia fuertemente teñido con elementos emocionales, que sugería que los grupos reaccionaban emocionalmente a uno de los tres supuestos básicos. La idea de que tales supuestos básicos surgen en forma involuntaria, automática e inevitable, ha parecido útil para iluminar la conducta del grupo. Sin embargo, existen muchos elementos que sugieren que estos aparentes “supuestos básicos” no pueden ser considerados como estados mentales bien diferenciados. Con esto no pretendo sostener que sean explicaciones “básicas” que aclaren todo el comportamiento del grupo -lo que sería en verdad un disparate-, sino que, aun cuando sea posible diferenciar con razonable certeza un estado de los otros dos, cada uno de ellos participa de una cualidad que pareciera ser en cierto sentido el dual o la recíproca de uno de los otros dos, o quizás, simplemente, otro aspecto de lo que había sido considerado como un supuesto básico distinto. La esperanza mesiánica del grupo de emparejamiento, por ej., guarda cierta similitud con la deidad del grupo dependiente. Puede que esto sea difícil de ver, dado que el tono emocional es muy diferente. Como he dicho, dentro de cada grupo de supuesto básico encontramos ansiedad, temor, odio, amor. Es probable que se produzca una modificación de los sentimientos al combinarse con el respectivo grupo de supuesto básico, pues el “cemento”, por así decir, que los liga unos con otros está constituido por culpa y depresión, en el grupo dependiente; por esperanza mesiánica, en el grupo de emparejamiento; y por disgusto y odio, en el grupo de ataque-fuga. De cualquier manera, la consecuencia es que el contenido mental implícito en la discusión puede aparecer como un resultado engañosamente distinto dentro de los tres grupos. En ocasiones es posible apreciar que el genio nonato del grupo de emparejamiento es muy similar al dios del grupo dependiente; en verdad, en aquellas ocasiones en que el grupo dependiente apela a la autoridad de un líder del “pasado” se aproxima muy estrechamente al grupo apareado, que apela a un líder “futuro”. En ambos el líder no existe; sólo existe una diferencia de tiempo y una diferencia en la emoción. Insisto sobre estos puntos para mostrar que la hipótesis de los supuestos básicos que he formulado no puede ser considerada como una fórmula rígida. Wilfred Bion: “Experiencias en grupos”. Ed. Paidós. 1963. Págs. 115-134

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