CUADERNO DEL PROFESOR
Jerónimo Sánchez Velasco
LA BASÍLICA DE CORACHO Materiales Didácticos para el profesorado.
Contenidos del Cuaderno 1. Contexto histórico-artístico 2. La Basílica y la necrópolis, documentos para la historia de Lucena. 3. La Basílica como ejemplo de Arquitectura entre los siglos IV y VIII d.C.
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ARRIBA: fotografía aérea de las excavaciones de la Basílica de Coracho.
INTRODUCCIÓN: Este cuaderno está pensado como un instrumento para maestros y profesores, para que posean un guión de los más importantes temas a destacar durante las visitas didácticas con sus alumnos al centro de interpretación de la Basílica Martirial de Coracho. Se trata, pues, de un complemento a los carteles explicativos ubicados in situ en la basílica. Con este material se pretende que los docentes puedan preparar sus explicaciones y se conviertan, junto con sus alumnos, en protagonistas activos de las visitas.
La Basílica de Coracho. Recorrido Didáctico.
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CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO. Ideas principales a destacar. 1.
Gracias a la Arqueología se ha podido recuperar un monumento de tanta importancia, que nos habla de los orígenes de Lucena como población. La Arqueología como una rama de la Historia que recupera restos materiales que son auténticos documentos para conocer nuestro pasado.
2.
La historia de la basílica se desarrolla entre el siglo IV d.C. y el VIII d.C., y en ella se pueden ver las influencias de las tres grandes civilizaciones que dominaron España en esta época: romanos, bizantinos y visigodos.
3.
Los últimos dos siglos del Imperio Romano vienen marcados por las transformación social y política que supuso que el Cristianismo se convirtiera en la religión oficial. El primer y principal valedor de esta política será el emperador Constantino (primera mitad del s. IV d.C.), que apoyará la creación de multitud de iglesias por todo el Imperio, muchas de ellas dedicadas a mártires. Pero el Imperio Cristiano (s. IV y V d.C.) acabará sucumbiendo a las divisiones políticas, a la crisis económica y a las invasiones de pueblos bárbaros, entre ellos los visigodos, que tras un largo periplo por todo el Imperio (incluso llegarán a saquear Roma), se asientan en Hispania. Su presencia en España tiene dos fases:
4.
REINO VISIGODO DE TOLOSA (419-507): los visigodos dominan en esta época todo el noreste de Hispania y el sur de Galia (Francia), en un reino independiente con capital en Tolosa (hoy Toulouse). Se inicia la sedentarización de la población visigoda, así como el inicio de un proceso de asimilación de las costumbre romanas (vestido, comida, artes, sistema político…). Este reino desaparece ante el empuje de los francos, que derrotan a los visigodos en la batalla de Vouillé (507). Se produce así una nueva migración, esta vez hacia el sur de Hispania.
5.
REINO VISIGODO DE TOLEDO (545-711): los visigodos instalan su capital en Toledo y, desde allí, intentarán conquistar para sí toda la Península, que estaba en repartida entre suevos (al norte) y bizantinos (al sureste). El proceso fue largo, debido a divisiones internas. A estos problemas habría que unir la resistencia de vascones y cántabros en el norte y de las ciudades hispanorromanas más importantes del sur, como es el caso de Córdoba. Otro de los problemas a que se enfrentaban los visigodos era el rechazo de la población hispanorromana, ya que ésta era mayoritariamente católica y los visigodos profesaban el arrianismo, doctrina que negaba la Trinidad afirmando que Cristo, al ser Hijo de Dios, no era igual a Dios. Finalmente, los visigodos se convirtieron al catolicismo y la conquista de todo el territorio se completó en torno al 631. Esta nueva estabilidad permitió a los visigodos dedicarse a desarrollar aspectos culturales . Aparecen figuras literarias tan destacadas como San Isidoro de Sevilla y comienza una auténtica política de reconstrucción de antiguas iglesias y basílicas, destruidas en tantos años de guerras.
6.
Aprovechando las luchas civiles visigodas el Imperio Romano de Oriente, llamado luego Bizantino, conquistará el sureste de España, trayendo las influencias culturales y religiosas de Oriente. Es muy difícil saber cuánto territorio conquistaron, y sólo la Arqueología puede aportar datos en ese sentido.
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La Basílica Constantiniana. La primera de las tres fases constructivas con que cuenta la basílica de Coracho posee un ábside orientado a occidente. Esa es una característica peculiar de las primeras basílicas cristianas, especialmente de las época del emperador Constantino (303-337 d.C.). La arquitectura cristiana de este momento adopta modelos de edificios civiles romanos, como la basílica, para sus necesidades de culto. Pero la falta de una tradición arquitectónica anterior hace que el reinado de este emperador sea un auténtico laboratorio donde se ensayen multitud de modelos de edificios, todos ellos diferentes y condicionados por las tradiciones locales y el presupuesto de los mecenas o las comunidades que las costean. Estas se volcarán, especialmente, en la edificación de basílicas martiriales (martyrium) como recuerdos a los mártires de las grandes persecuciones de finales del s. III d.C., especialmente la llevada a cabo por Diocleciano. La primera fase de la basílica de Coracho cuadra perfectamente con el ambiente histórico-artístico de inicios del s. IV d.C. Se trata de un edificio rectangular de 35’40 x 18’60 m (120 x 63 pies romanos exactamente) realizado en mampostería y con el acceso en el Sur. Tiene un ábside inscrito con forma de letra omega. La nave central (27’5 pies romanos) está flanqueada por dos naves laterales (12’5 pies cada una), un deambulatorio tras el ábside para observar las reliquias de los mártires y una “cuarta nave” a los pies del templo. La nave central estaría limitada por columnas, separadas unas de otras poco más de 18 pies. Su altura sería superior a las otras naves, por lo que tal vez debió contar con ventanas para iluminar el interior. Apenas existen edificios de esta época en Hispania, pero sí en el resto del Imperio Romano. Uno de ellos, tal vez el más parecido sea la catedral gemela de Aquileia (Italia), cuya sala oriental es casi idéntica a la basílica lucentina. Igualmente, la iglesia más antigua constatada en Roma, San Crisógono, es muy similar en planta. Como en toda iglesia, la arquitectura debe adaptarse a la funcionalidad, es decir, al ritual. Veamos cómo eran los ritos cristianos antiguos. Tras el Edicto de Milán el emperador Constantino no sólo permitió la libertad de cultos, sino que protegió y concedió privilegios a la Iglesia, que pasó de la clandestinidad a ser una representante más del mundo oficial romano. Ello conllevó un cambio sustancial en la forma en la que la Iglesia expresaba sus ritos y en la manera en que se mostraba a los no cristianos. Los obispos se asimilaron a los más altos magistrados romanos y el ritual religioso adoptó formas del ceremonial de la corte imperial. Los obispos entraban en las nuevas basílicas de forma solemne, escoltados por los presbíteros. La nave central se reservaba para el clero. La misa tenía las siguientes fases: 1. Misa de Catecúmenos: en ella se rezaba y se cantaban salmos por todos los creyentes, incluidos los catecúmenos, personas no bautizadas en periodo de formación. Tenían un espacio reservado en la iglesia, el locus competentium, que posiblemente sea el gran espacio a los pies de la basílica. 2. Rito de la Oblación: en solemne procesión todos los fieles aportaban sus ofrendas. 3. Misa de los Fieles: los catecúmenos se marchaban, no podían participar de la comunión. Sólo los bautizados podía comulgar.
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ARRIBA: Planta de la Basílica de Coracho a inicios del s. IV d.C. Se trataría de una iglesia construida para venerar los restos de uno o varios mártires, que se encontrarían detrás del ábside, cuya posición permite crear tras él un deambulatorio para la visita de las reliquias. DERECHA: Así pudo ser el interior de la basílica de Coracho, similar a la Catedral de Aquileia (Italia).
IZQUIERDA: altar con arcosolio, donde se ubicarían los restos del mártir Pánfilo, en la catacumba del mismo nombre que se encuentra en Roma. Se fecha a inicios del siglo IV d.C., como la basílica de Coracho. Así pudo ser la zona tras el ábside. También es posible que, en lugar de un altar hubiera (delante del arco) un sarcófago con las reliquias. CUADERNO DEL PROFESOR
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Un elemento que apoya la teoría de que la basílica de Coracho sea una iglesia consagrada a uno o varios mártires (martyrium) sería la ubicación de ésta junto a una vía importante, en este caso la vía Corduba-Malaca. Los romanos tenían sus necrópolis junto a las vías. Por eso es posible que la basílica surgiera, como la gran mayoría de las de tipo martirial, junto a la tumba del mártir, consagrando el lugar donde fue enterrado. De ahí que se localice relativamente lejos de los núcleos de población constatados en época romana. DEBAJO: Territorio de Lucena en época romana.
Una de las pruebas de la antigüedad de la necrópolis la tenemos junto a la propia basílica. A pocos metros de ella se localizó una estructura (pág. siguiente, arriba) que se trata de una posible tumba que, a la vez, está preparada como mesa para realizar sobre ella los banquetes funerarios, típicas celebraciones del siglo IV d.C. con las que se honraba a los muertos. Una estructura casi idéntica fue encontrada cuando se excavó el suelo de la iglesia mayor de la actual ciudad de Bonn (Alemania), en el contexto de una necrópolis paleocristiana (pág. siguiente, abajo).
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Las reformas de Época Bizantina El Imperio Bizantino gobernado por Justiniano se aprovechó la ocasión que le brindó una lucha sucesoria entre facciones visigodas para desembarcar en la antigua Hispania y, así, conquistar parte de sus territorios. Las reformas que se producen en la basílica de Coracho nos indican que los bizantinos ocuparon esta zona. De hecho, esta sería una de las pocas construcciones en toda España donde se ha podido detectar con claridad elementos arquitectónicos realizados directamente por los bizantinos. Las reformas son tres:
A)
Por alguna razón que desconocemos, la cubierta se hundió y se decidió repararla, cambiando de paso las diferentes columnas. Aunque sólo hemos hallado las basas de época bizantina, es lógico suponer que la remodelación afectó a columnas y techo. Estas basas se caracterizan por tener unas molduras muy geométricas y por no asemejarse mucho a las basas clásicas romanas, aunque proceden de ellas.
B)
En el ábside se realiza un synthronon, elemento típico de la liturgia bizantina.
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Consiste en un rebanco situado paralelo al muro del ábside, y que servía para que los sacerdotes se sentaran mientras se realizaba la Misa. Este elemento es totalmente ajeno a la liturgia que se desarrollaba en Occidente. En ambos territorios, era común que los clérigos ocuparan en exclusiva la nave central de las iglesias, pero en Oriente, además, se les reservaba un lugar de privilegio junto al altar, para poder mirar de frente la celebración de los Misterios, la Transustanciación, es decir, la transformación del pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo. Hay que recordar que hasta el Concilio Vaticano II, el oficiante celebraba la Misa de espaldas a los Fieles. IZQUIERDA: Ejemplo de synthronon realizado en la basílica de San Pedro (Roma).
C) La última de las reformas consistió en monumentalizar el ábside, creando lo que se llama en Historia del Arte “un esquema de arco de triunfo”. En este caso, dicho esquema consistió en un par de columnas que sustentaban el arco del ábside, que probablemente estuvo decorado con pinturas. Un ejemplo de este tipo de decoración la encontramos en la iglesia bizantina de Le Kef (Túnez), fechada en el siglo VI d.C., como las reformas de la basílica de Coracho.
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Las Reformas de Época Visigoda Los visigodos, entre finales del siglo VI e inicios del VII d.C., lograron arrebatar los territorios del sur de Córdoba a los bizantinos. Inmediatamente iniciaron una política de reconstrucciones de ciertos edificios emblemáticos, para hacer ver a la población su respeto hacia las ellos y hacia sus tradiciones y, de paso, transformar aquellos lugares que recordaran (auque sólo fuera un poco) a los anteriores dominadores, los bizantinos.
En ese contexto hay que situar la reforma de la basílica de Coracho (fig. superior), que nos habla de un cambio importante en el uso del edificio. La primera reforma será el cierre de la nave central con un murete de apenas un metro, que usará materiales reaprovechados de la iglesia anterior, por lo que podemos suponer que, al menos en parte estaba destruida. La intención es hacer un coro, espacio cerrado reservado a los clérigos en la liturgia visigoda. Éste tenía un acceso al sur y desde él se accedía a los dos ábsides.
DERECHA: ladrillo decorado que se encontró encastrado en el muro del coro, como se ve en la fotografía donde aparece la huella de éste en dicho muro.
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Una vez que se cerró la nave central y se convirtió en coro, se procedió a construir el ábside oriental. San Isidoro de Sevilla, en su gran obra Etimologías (XV, 4, 7) insiste en que todas las iglesias deben estar orientadas hacia el Este. Tal vez por esta razón se edificó un ábside oriental, cuadrado, como es típico en la mayoría de las iglesias visigodas, que estaría cerrado por canceles (losas de piedra o mármol decoradas) y con el interior sobreelevado para situar el altar, del que desgraciadamente no tenemos restos. A los lados existen sendos accesos, que tal vez pudieron servir para aspectos litúrgicos, como el dar la comunión a los hombres (que se situaban en la nave norte) y a las mujeres (que ocupaban el sur), ya que el coro estaba ocupado por el clero y era imposible la administración de la eucaristía desde el propio ábside oriental. IZQUIERDA: recreación ideal de un santuario de época visigoda, tal y como pudo ser el ábside oriental de Coracho.
Finalmente, se realiza un edificio exento, al Este de la basílica, cuya funcionalidad es muy difícil de establecer. Hay dos hipótesis: a) que se trate de un mausoleo, para albergar los sarcófagos de una o varias personas; y b) que se trate de un baptisterio. Ambas opciones cuadran bien con la época, puesto que ahora se empiezan a generalizar los mausoleos monumentales junto a las iglesias y, en el caso de los baptisterios, el rito bautismal ha dejado de usar las piscinas (rito de la inmersión) y se empiezan a usar las pilas (rito de la aspersión), como la hallada en las excavaciones de la Mezquita de Córdoba y que se fecha, precisamente, en la segunda mitad del siglo VII d.C. (DERECHA).
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CUADERNO DEL PROFESOR AUTOR: Jerónimo Sánchez COLABORACIÓN CIENTÍFICA: Daniel Botella PLANOS: César Pérez RECREACIONES ARTÍSTICAS: Guadalupe Gómez ISBN: 978-84-96661-11-0
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