TEMA 1: APROXIMACIÓN A LA DELINCUENCIA JUVENIL. CARACTERÍSTICAS DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL EN LA DELINCUENCIA Y LA JUVENTUD. DIFERENCIAS CON CONCEPTOS AFINES. . LA DELINCUENCIA GENERAL EN CIFRAS. Según el Centro Sofía para el estudio de la delincuencia : Entre 2000 y 2004 la incidencia de delitos en España ha aumentado un 1.43% (Media nacional de aumento). - En Murcia el aumento ha sido de 9.08% - En Baleares un 49% - Madrid 13.38% - C.Valenciana 20.55% - Aragón 4.40% (ver cifras en anexo 1º) -
Existen zonas donde esta tasa ha descendido : - En Ceuta ha descendido un 23.70% - Canarias un 22.30% - Cantabria 19.31% - Cataluña 19.86% . LA DELINCUENCIA JUVENIL EN CIFRAS. Jóvenes (16 a 21 años) detenidos entre 2000 y 2004. - En 2002 el 19.78 % eran jóvenes . - En 2003 era el 18.69%. - En 2004 se produce un pequeño descenso hasta el 17%. Visto por grupos de EDAD : 2000 2785
2001 1199
2002 971
2003 907
14 y 15 años 16 y 17
7722
9390
9314
8600
16610
15915
16385
14802
Total menores
27117
26504
26670
24309
<14 años
2004 761 (-72%) 8244 (+6.76%) 14879 (-10.43%) 23884 (-11.92%)
18 a 20 años
34768
38289
43710
42336
43357 (+24.70%)
Nota : Una investigación importante para realizar en una tesis sería, a igualdad de delito si existe o no igualdad de pena. Ya que no existe un estudio de este aspecto hasta el momento.
Definición de conducta antisocial (no delincuencia) ● Dificultad en la definición: -
Incluye actos muy diversos (agresión,robo, vandalismo, absentismo escolar…) que tienen en común la violación de las normas sociales.
-
Depende de : la gravedad del acto, la edad (el factor más importante), la clase social, el sexo, el contexto sociocultural.
Definición de conducta antisocial II Puede estudiarse desde diferentes planteamientos: a)Sociológico: a)Sociológico: “transgresión, socialmente percibida, de reglas, de normas en vigor en un sistema social dado; es un comportamiento que atenta a la vez contra las normas sociales y la cohesión o la unidad del sistema” (Mugny, 1980;pág. 97) Características: Características: relatividad, contextualización en unas coordenadas socio-normativas (es decir, se tiene que representar desde el punto de vista de una época y sociedad concreta). b) Biología: Biología: la conducta antisocial está determinada por elementos constitucionales, neuropsicológicos o fisiológicos, que predisponen al individuo. Ej: hiperactividad en la niñez es un predisponente alto a la conducta antisocial futura. c) Psicología: c.1. Clínica: Clínica: Trastorno de conducta o trastorno disocial: disocial: -Sólo se puede aplicar a menores. -Violación de los derechos básicos de otros.
-Incluye: amenazas, desobediencia, agresión, robo….que suponen un deterioro de la vida cotidiana del individuo. Trastorno antisocial del la personalidad: personalidad: - Suele iniciarse en la infancia - El individuo manifiesta desprecio y violación de los derechos de los demás. - Para el diagnóstico el sujeto debe tener 18 años y haber presentado trastorno disocial antes de los 15. -Pueden presentar: impulsividad, agresividad, irresponsabilidad, falta de remordimientos… c.2. Conductual: Fenómeno amplio, que asume diferentes formas de expresión y diferentes grados d) Perspectiva legal: legal: La delincuencia juvenil: conducta antisocial que tienen una designación legal y, por lo tanto, puede ser objeto de los órganos de control social. Parte de una definición socio-normativa.
Origen de la conducta antisocial Clasificaciones: 1. Ferreiro y otros (1991-1992) - Características individuales, adquiridas o congénitas. - Factores ambientales familiares. - Factores sociales. 2. Wilson y Howel (1995): - Características individuales - Influencia de la familia y la escuela. - Influencia del grupo de pares. - Efectos de la comunidad y el vecindario
Características de la conducta antisocial (Kazdin y Buela Casal, 1994): 1. Presenta variaciones por edad y sexo (en menores de 18 años) y son siempre variables significativas o pronóstico. -
Edad : a mayor edad ............................ + probabilidad de delinquir.
Cuando la edad de inicio de la conducta antisocial es temprana, mayor será en un futuro la proporción y gravedad de los delitos. -
Sexo : proporción delictiva
♂........ 90% ♀ ....... 10%
2. Suele manifestarse a través de diferentes actividades: robo, vandalismo, absentismo….. 3. Puede estar relacionada o no con otras características de personalidad, p.e. hiperactividad. 4. Está asociada con determinadas características familiares. (punto muy importante al que se le dedicará un tema entero) 5. También se relaciona con determinantes ambientales: p.e. hacinamiento 6. Suele ser relativamente estable en el tiempo dependiendo de la edad de inicio. Nota : “Monitoring” (english) = “control vigilado”.. término inglés que hace referencia a saber donde se encuentra el niño (hijo) habitualmente, con quien va, dónde va, en quien confía, a quien aprecia y a quien desprecia... Evaluación de la conducta antisocial 1.Población 1.Población institucionalizada. institucionalizada. Problemas: Problemas: gravedad de los actos, efectos de la propia institucionalización, etiquetaje social.
2. Autoinformes. Autoinformes. Problemas: Problemas: dificultades en el recuerdo, falta de sinceridad, sobreestimación de delitos menores. Ventaja: Ventaja: mayor fiabilidad y validez, la delincuencia juvenil se puede entender como un continuo, continuo, facilita el estudio de los procesos relacionados con ella.
CRIMINOLOGÍA II Teorías explicativas de la delincuencia juvenil
TEMA 2: TEORÍAS SOCIOLÓGICAS 1. INTRODUCCIÓN. Bajo la denominación las “influencias sociales” hemos acogido un conjunto de perspectivas teóricas diversas, aunque vinculadas por algunos elementos comunes: -
Todas estas teorías realzan la importancia de los factores sociales en la explicación de la delincuencia. Más concretamente, ponen de relieve el papel explicativo que la desorganización y la falta de integración social tienen sobre la aparición de la conducta delictiva. Estas disfunciones sociales dan lugar a que existan diferentes grupos (raciales, lingüísticos, culturales, etc.) que tienen objetivos, normas y posibilidades sociales distintas.
-
De manera específica, enfatizan la influencia que las interacciones sociales negativas o problemáticas ejercen sobre la conducta delictiva. Las relaciones interpersonales problemáticas explican la delincuencia en la medida que generan en los individuos tensión y estrés y conducen a la ruptura de los vínculos sociales, o lo que es lo mismo, a la ruptura del control social informal (que es aquel que ejercen la familia, la escuela o los amigos).
-
El derivado criminológico aplicado de estas perspectivas es el desarrollo de programas juveniles, familiares o sociales de amplio espectro que reduzcan la marginación social, aumenten la integración, reduzcan la tensión social y, también, mejoren el control social informal. Todas estas estrategias propiciarán que los ciudadanos acepten las normas y los valores colectivos y que se impliquen en las actividades convencionales de la comunidad (como la educación o el trabajo). De esta manera, se favorecerá una mayor integración social y una reducción del fenómeno delictivo.
2. TEORÍAS CONSENSUALES. 2.1. TEORÍA DE LA ANOMIA Y EL FUNCIONALISMO. Etimológicamente, anomia significaría en griego la “ausencia de norma” o “sin regulación”. La idea originaria por la que nacieron las perspectivas
funcionalistas o de la anomia se derivaba también de los postulados de la escuela de Chicago1 y de su constatación del desorden social. Sin embargo, se cuestionó que la desviación y la delincuencia se debiesen interpretar como una mera falta de orden, y por el contrario se vino a considerar que se trataba de manifestaciones normales de ciertos sectores de la comunidad como reacción ante determinados problemas sociales. Además, se propugnó que la delincuencia serviría también para mantener el orden y la cohesión social. Es decir, el comportamiento delictivo funcionaría como un elemento cohesivo de la comunidad al permitir a ésta delimitar sus fronteras identificando a los que están fuera de ella. Así, violadores, ladrones y traficantes de droga sirven a la colectividad como referentes antinormativos que nos demuestran que todos nosotros estamos dentro de la norma. Robert Merton plasmó por primera vez la hipótesis de la ausencia de norma (anomia) y de la tensión que este estado social genera en los individuos en un artículo de 1.938 titulado Estructura social y anomia. En un sentido general, tanto para Durkheim (que introdujo el concepto de anomia en su obra “el suicidio”) como para Merton “la anomia surge de la discrepancia que existe entre las necesidades del hombre y los medios que ofrece una sociedad concreta para satisfacerlas”. Merton redefinió el concepto de anomia, de una forma más concreta, como aquel proceso, propio de las sociedades modernas, que resulta del cambio rápido de los valores sociales, sin que dé tiempo a su sustitución por otros valores alternativos. Como resultado de ello los individuos se quedan sin valores y normas que sirvan como referentes para su conducta. ¿Cuáles son los valores que prevalecen en las sociedades modernas? La sociedad norteamericana y otras sociedades industriales propician en muchos individuos un conflicto medios-fines en dos sentidos relacionados. El primero, por la contradicción existente entre el fuerte énfasis cultural que se asigna a la competitividad y al logro del éxito, y el más modesto acento puesto en la necesidad de utilizar medios legítimos para su consecución (se presume que los ciudadanos tenderán al éxito empleando medios legítimos pero la prioridad cultural enfatiza los fines a los que se debe tender y no tanto los medios por los que estos fines deben lograrse). En segundo lugar, existe una discrepancia entre medios y fines que tiene como punto de partida el propio sistema de clases sociales. La teoría de Merton distinguiría dos niveles de discrepancia entre medios y fines: en un nivel social, la disconformidad con los valores y normas 1
La Escuela de Chicago había sugerido a principios del SXX una vinculación estrecha entre estructura urbana y delincuencia, proponiendo la existencia en la ciudad de una serie de áreas concéntricas asociadas a distintas tasas de criminalidad. Su hipótesis Principal establecía una relación directa entre el nivel de “desorganización social” de los diferentes barrios de la ciudad y sus tasas delictivas.
imperantes, con los que ciertos grupos no coinciden, da lugar a la anomia o ausencia de normas para tales grupos; mientras que en el plano individual, la disconformidad origina tensión y sentimientos de incomodidad y rebeldía que pueden conducir a ciertos individuos a optar por la delincuencia como una solución. Es decir, Merton propondría en realidad dos hipótesis teóricas. –
La primera haría referencia a las características de una sociedad: la anomia se produciría cuando la estructura social es incapaz de ofrecer oportunidades legítimas para el logro de los valores culturales.
–
La segunda hipótesis tendría que ver con los sentimientos y emociones de frustración que pueden experimentar los individuos. Ambas hipótesis se conectarían entre ellas aduciendo que en situaciones de “tensión de la estructura social” (por la imposibilidad de logro por medios legítimos de los objetivos sociales) los individuos pueden sentirse “tensionados” y dispuestos a buscar dichos objetivos por medios no legítimos.
Merton categoriza en 5 tipos las posibles respuestas del individuo frente a este problema: -
-
Conformidad: que es el caso de la mayoría de los individuos. Aunque no puedan acceder al logro máximo de los objetivos sociales aceptan sin embargo, tanto los objetivos establecidos como los medios legítimos para llegar a ellos (se admite el trabajo y el esfuerzo personal como base del éxito). Innovación: que tendría lugar cuando el individuo acepta los fines sociales convencionales pero rechaza los medios más típicos para su consecución y busca nuevos instrumentos (delictivos o no) para el logro de sus metas. Aquí incluiría el autor a los delincuentes y desviados en su mayoría.
-
Ritualismo: cuando no se aceptan los objetivos sociales pero sí que se acepta participar en las actividades convencionales (el trabajo, la educación y una vida ordenada). Esta respuesta se manifiesta en una conducta estándar, que no da lugar a ningún tipo de innovación aunque se prescinda de los fines sociales.
-
Retraimiento: cuando ni se aceptan los objetivos sociales ni tampoco los medios para su logro, pero el individuo se limita a retraerse del juego social y, de alguna manera, se automargina. Posible ejemplo una comuna hippy.
-
Rebelión: igual que la anterior pero aquí existe una conducta combativa o activa por cambiar los valores o medios. Ej : okupas, punkys anti-globalización...
VALORES CONFORMISMO INNOVACIÓN RITUALISMO RETRAIMIENTO REBELIÓN
MEDIOS SI SI NO NO NO
SI NO SI NO NO
Ciertos paralelismos con la teoría mertoniana tiene la formulación teórica sobre la desviación y la delincuencia realizada por Talcott Parsons. Este autor concibe la desviación en relación con los conceptos de interacción y de expectativas normativas que regulan el comportamiento. La teoría de la desviación de Parsons incluye cuatro conceptos centrales: la tensión, que se halla en el origen del comportamiento desviado y delictivo; las direcciones de este comportamiento mediante las que pueden conocerse las tendencias desviadas; la estructuración de las tendencias desviadas; y el control social, o las reacciones que se suscitan frente a la desviación o la delincuencia. La confluencia combinada de estos procesos daría lugar, según los casos, a una serie de resultados o tipos de comportamiento desviado diferentes: predominio, ejecución compulsiva, sometimiento, observancia perfeccionista, agresividad social, incorregibilidad, independencia compulsiva y evasión.
2.2. TEORÍA DE LAS SUBCULTURAS. Origen y delimitación del concepto de “subcultura”: El concepto de subcultura nace en la Sociología Criminal para explicar la conducta desviada de ciertas minorías, concretamente la criminalidad de jóvenes y adolescentes de las clases bajas, organizados en bandas. Carece, pues, de pretensiones generalizadoras. Surge además, tarde, en la década de los 40 adquiriendo carta de naturaleza con la famosa obra de Cohen “Delinquent boys”. El concepto de subcultura, por de pronto, presupone la existencia de una sociedad plural, con diversos sistemas de valores divergentes en torno a los cuales se organizan los grupos desviados. Implica la necesidad de examinar desde dentro el mundo de estas minorías, desde la óptica de los propios desviados, contemplando el delito como una opción colectiva, de grupo. Y, en el caso específico de la delincuencia juvenil como una decisión simbólica de
rebeldía hacia los valores oficiales de las clases medias, muy distinta de la actitud racional y utilitaria de la criminalidad de los adultos. Por otra parte, las teorías subculturales discrepan del análisis ecológico de la Escuela de Chicago. No les interesa tanto la estructura interna de las bandas, como el origen de éstas, estrechamente ligado al problema de la estratificación social. Representan, pues, enfoques de clase social, no ecológicos ni espaciales o ambientales. Para las concepciones subculturales no son determinadas áreas (urbanas) deterioradas las que generan la criminalidad de las clases sociales bajas que habitan las mismas, sino todo lo contrario: las subculturas criminales son un producto del limitado acceso de las clases bajas a los objetivos y metas culturales de las clases medias; instrumento que ofrece a aquellas la posibilidad de obtener formas de éxito alternativas y sucedáneos en sus ghettos restringidos. Para las teorías subculturales, el delito no es consecuencia de la desorganización social, de la carencia o vacío normativo, sino de una organización social distinta, de unos códigos de valores propios o diferentes respecto a los de la sociedad oficial: de los valores de cada subcultura. En todo caso, es necesario un examen singularizado de las diversas teorías subculturales, porque la propia noción de subcultura recibe, según los autores acepciones distintas. A menudo se utiliza como sinónimo de subsociedad o, simplemente, para designar la mera diferenciación de roles. Otras sin embargo, en el sentido bien distinto de contracultura, lo que acredita la peligrosa ambigüedad de este término. A la subcultura pertenecerían las siguientes características según la opinión mayoritaria: 1. La subcultura es un grupo de rasgos diferenciales respecto a la sociedad oficial porque institucionaliza particulares formas de ver el mundo. 2. Su código axiológico o sistema de valores cuenta con una cierta autonomía, si bien no llega a independizarse por completo de la cultura dominante. 3.
La subcultura tiene también una organización interna que regula las relaciones de sus miembros. Estructuralmente se aprecia en la misma un grado de cohesión y un entramado de relaciones similar al que pueda existir en la sociedad convencional.
4.
Las subculturas surgen en un modelo de sociedad plural y heterogénea. El proceso de interacción con otras personas que padecen semejantes problemas de adaptación social genera un sentimiento de solidaridad de grupo y determinados estándares comunes. La participación en la subcultura aporta así a sus miembros el estatus que les niega la sociedad mayoritaria.. Por otra parte, la subcultura prepara al joven para una carrera criminal de adulto, razón por la que todas estas teorías relacionan estrechamente la adolescencia de los delincuentes de clases bajas, las bandas y subculturas y las carreras delictivas.
PRINCIPALES ENFOQUES SUBCULTURALES: El concepto de subcultura se utiliza por primera vez en la Sociología por A.M. LEE. Su posterior recepción por la Sociología Criminal se debió, sin duda, al hecho de que los estudiosos de la delincuencia juvenil durante los años 50 vieron en el mismo un instrumento útil para analizar y describir una de sus características más llamativas: la tendencia de los jóvenes a organizarse en bandas. Las investigaciones de los penitenciaristas sobre el mundo de las prisiones (subculturas carcelarias) propiciaron también el éxito de este concepto hasta entonces infrautilizado por las teorías de la anomia y la Escuela de Chicago. A) La aportación de KOBRIN: En 1951 Kobrin, preocupado por el problema de la delincuencia juvenil en Chicago, observó que en las áreas de más elevada criminalidad existía un auténtico dualismo de valores o normas, los de la sociedad oficial y los de ciertas minorías. Apartándose de los postulados de los ecologistas de la Escuela de Chicago concluyó que tales áreas no se caracterizaban por una ausencia de valores, sino que en las mismas coexistían ambos códigos axiológicos: el criminal y el convencional. A su juicio, “las subculturas criminales se originan en una situación de hostilidad de grupo. Son en definitiva, una expresión colectiva de las adaptaciones del individuo a las necesidades defensivas del yo. El conflicto cultural generado en esta situación se reflejaría psicológicamente en la interiorización por el delincuente de una actitud valorativa ambivalente, dualista, que acreditaría, por ejemplo, su destructividad agresiva”.
B) La teoría subcultural de COHEN:
Cohen trató de verificar por qué se observan tasas de criminalidad desproporcionadamente elevadas en las estadísticas oficiales entre los jóvenes de las clases bajas de los barrios pobres concluyendo que el comportamiento delictivo del joven refleja una protesta contra las normas y valores de las clases medias de la cultura norteamericana. Puesto que la estructura social impide al joven de las clases bajas el acceso al bienestar por vías legales, experimenta un conflicto cultural o estado de frustración que determina la integración del mismo en una subcultura separada de la sociedad o cultura oficial y que posee un sistema de valores directamente enfrentados a los de aquélla; una subcultura no utilitaria, maliciosa y negativa que toma sus normas de la sociedad convencional para darles inmediatamente la vuelta. Según Cohen la subcultura criminal se caracteriza por varias notas: 1- Es gratuita (no lucrativa; en el sentido de que los propios hechos criminales no persiguen la obtención de un beneficio económico sino otros objetivos), maliciosa (por cuanto la satisfacción deriva precisamente de la disconformidad de los otros), destructiva (porque se enorgullece de hacer aquello que es incorrecto según los estándares de las clases medias). 2- Una actitud valorativa ambivalente, cuando menos respecto a las normas de la cultura oficial. Hedonismo inmediato porque la subcultura propugna una satisfacción inmediata frente a la postergación del placer que caracteriza la actitud de las clases medias. Espíritu de grupo en cuanto intolerancia de toda restricción o limitación que trate de ejercerse desde el exterior de la propia subcultura. 3- La subcultura criminal es una subcultura de grupo y no una solución privada, individual. Admite la existencia de una pluralidad de tipos de delincuentes juveniles, algunos de los cuales vendrían determinados no ya por factores subculturales, sino psicogenéticos. Pero su enfoque es sociológico: a Cohen no le preocupa por qué un joven pasa a formar parte de una determinada subcultura, sino por qué existen las subculturas criminales y cuál es la génesis de las mismas. El problema en definitiva es cómo y por qué surgen las subculturas, y cómo se relacionan éstas con la sociedad oficial o mayoritaria. Para Cohen, una y otra clase social tienen sus respectivos códigos de valores. La clase media, por ejemplo, pone un especial énfasis en la movilidad social, en la eficiencia y en la responsabilidad individual, en la racionalidad para perseguir sus objetivos, en el respeto a la propiedad, en la constructividad en el
uso del tiempo libre y, sobre todo, en el ahorro y en la postergación o aplazamiento del placer. La clase social baja, por el contrario, concede mayor significación a la fuerza física y a la colectividad y mucho menor que las clases medias al ahorro y a la posposición del placer. El joven de las clases sociales bajas participa en buena medida de ambos sistemas de valores. Aunque pertenece a la clase trabajadora, sus propios padres se sienten atraídos por el estilo de vida y modelos de la clase media, actitud reforzada por el sistema educativo que promueve los estándares de ésta y responde a sus exigencias. Un continuo bombardeo institucional le sugiere la aceptación de la cultura convencional como requisito imprescindible del éxito y estima sociales. Pero al enfrentarse con los valores de las clases medias, se encuentra en una situación de desventaja porque no sólo no se aplican a su status, sino que disminuyen la estima de sí mismo. Según Cohen, dicho conflicto admite tres opciones: - Adaptación (college boy)2, - transacción o pacto (corner boy)3 - rebelión frente a los valores de las clases medias (delinquent boy)4.
C) La teoría de la “oportunidad diferencial” de CLOWARD y OHLIN: En su conocida obra “delinquency and opportunity, A theory of delinquent Gangs”, los autores parten de la existencia de subculturas independientes en el seno de la sociedad. Subcultura criminal, para Cloward y Ohlin es aquélla en la que ciertas formas de actividad delictiva son un requisito indispensable para el desempeño de sus roles dominantes. Como Cohen, entienden que la subcultura delincuente tiene su origen en la frustración que experimenta el joven de las clases sociales bajas al tratar de conseguir sin éxito el status económico codiciado. La subcultura criminal brota en las áreas donde aquél carece de oportunidades(estructuras de oportunidad ilegítima) para triunfar siguiendo las pautas de conducta institucionalizadas, 2
El college boy trata de asumir valores culturales y sociales de las clases medias, a pesar de las insalvables carencias escolares, sociales e incluso lingüísticas para adaptarse al estilo de vida de aquellas. 3
El corner boy representa la respuesta más común, de acomodación social.. No rompe frontalmente con la sociedad oficial, pacta y convive con ella. Acepta las limitaciones que derivan de su pertenencia de clase y trata de aprovechar las oportunidades del medio. Es fiel a los valores de su grupo, pero no opta de modo manifiesto por la vía del delito. 4
El delinquent boy resuelve su frustración de estatus enfrentándose de forma abierta a los valores convencionales de las clases medias. Como dice Cohen, la subcultura delincuente no acepta “pactar”. No tolera ninguna ambigüedad.
lícitas: “Aspirar a las metas socialmente prescritas bajo condiciones que imposibilitan el legítimo acceso a las mismas es un preludio ya de la desviación”. Aceptaron también la hipótesis de Merton de que la tensión conduce a la desviación y a la delincuencia, como resultado de la situación de Anomia. Para explicar por qué los jóvenes de las clases bajas se orientan hacia modelos criminales acuden a la teoría anómica y, concretamente, al concepto de oportunidad diferencial (diferentes grados de acceso a medios legítimos e ilegítimos), de procedencia ecológica. Según esto, el origen de la conducta desviada depende no de variables como la edad o el sexo, sino del tipo de ambiente social en el que tiene lugar: de la efectiva organización social del slum5 y del mayor o menor número de oportunidades que éste depare a sus miembros. Si el área ecológica en la que reside un individuo proporciona a éste la oportunidad de un éxito personal a través de actividades relacionadas con el crimen, sin duda alguna hará uso éste de tales oportunidades ilegítimas para obtener provecho económico. Se asociará con otros jóvenes del entorno y formará una banda. Ahora bien, la falta de modelos delictivos, de recompensas sociales por el delito y de medios adecuados para llevarlo a cabo, pueden apartar al joven de la delincuencia y en el peor de los casos reducirlo a una situación de marginalidad no delictiva. Frente al concepto unitario de subcultura de Cohen, Cloward y Ohlin distinguen tres tipos de subculturas;
5
-
La subcultura criminal nace en los slum integrados, donde existe una criminalidad adulta estratificada según la edad y con estrechos vínculos con la organización convencional de su entorno. La subcultura cumple tres funciones básicas. Hace posible el necesario aprendizaje del joven, a quienes los delincuentes adultos le enseñan las normas del mundo criminal y las técnicas adecuadas para llevar a cabo con éxito sus actividades, preparando su carrera delictiva adulta. Crea un marco efectivo de oportunidades.
-
La subcultura del conflicto va unida al slum desorganizado, donde la movilidad social y geográfica es muy elevada y existe una alta tasa de precariedad en todos los componentes de la vida social. Como falta la oportuna integración de los valores convencionales y los
Slum : barrio bajo .
delictivos, falta también una estructura estable de oportunidades ilegítimas. En consecuencia, la criminalidad en estas áreas es marcadamente individualista6, sin cobertura. -
La subcultura evasiva o abstencionista agrupa a jóvenes que no han conseguido el éxito codiciado ni siquiera a través de procedimientos ilícitos. Es producto, pues, de un doble fracaso.
El integrante de esta subcultura se refugia en las drogas, el alcohol, etc. para permanecer insensible e indiferente al mundo convencional del que se evade. Para Cloward y Ohlin los tres tipos de subcultura están sujetos a cambios, en función de las transformaciones que se operen en el slum. Por último, cuando abandonen aquellos el slum por haber logrado ya un cierto provecho económico, quedarán sólo los fracasados que volverán al uso de la violencia o se retraerán en subculturas abstencionistas. Con independencia de las objeciones que merezca la tesis de Cloward y Ohlin, lo cierto es que el modelo explicativo de la delincuencia juvenil urbana de estos autores parece más matizado y realista que el de Cohen. La complejidad del submundo juvenil urbano responde, sin duda, mejor a la existencia de una diversidad de gangs, en el sentido propuesto por Cloward y Ohlin, que al rígido esquema subcultural de Cohen. Por otra parte, el análisis de Cloward y Ohlin tiene importantes implicaciones político-criminales en orden al tratamiento y rehabilitación del delincuente, como puso de relieve el programa de “lucha contra la pobreza” de las administraciones Kennedy y Johnson.
2.3. TEORÍA GENERAL DE LA TENSIÓN. La teoría general de la tensión fue formulada por Robert AGNEW, e intenta revitalizar las perspectivas de la tensión de Merton, Cohen, Cloward y Ohlin y otros autores especialmente en la dimensión individual de estas propuestas. Según Agnew existe un conjunto muy amplio de investigación criminológica que ampara la relación entre tensión y delincuencia. 6 Bopper : El individuo jactancioso que esgrime armas para ganarse el respeto de sus rivales y atenta violentamente con personas y propiedades es el prototipo humano más
,
representativo de esta subcultura.
RELACIONES SOCIALES NEGATIVAS Y MOTIVACIÓN PARA LA DELINCUENCIA. Las teorías del control social de HIRSCHI, del aprendizaje social de Akers y de la tensión de Agnew comparten un elemento común: explican la delincuencia a partir de las relaciones que tienen los individuos con su entorno próximo. Sin embargo, Agnew establece dos diferencias fundamentales entre su teoría general de la tensión y las teorías del aprendizaje y del control social: -
la primera diferencia reside en el tipo de relaciones sociales que se enfatizan como génesis de la delincuencia, y la segunda en la motivación que se atribuye a los individuos para delinquir.
Incluso atendidas estas diferencias de partida, Agnew ha señalado que medidas de factores criminógenos específicos tales como el abuso infantil, desempeño de un trabajo marginal o residencia en barrios desestructurados, constituyen indicadores comunes a estas tres grandes teorías, y por ello la relación de tales factores con la delincuencia no puede tomarse como confirmación exclusiva de una sola de ellas. En el modelo de Agnew, las relaciones con otras personas que explican la delincuencia son de carácter negativo. Se trata de aquellas interacciones con otros que son susceptibles de producir frustración o tensión en el individuo, precipitando su conducta delictiva. Por contra, las teorías del control social o del aprendizaje social destacan las relaciones positivas que vinculan al individuo con elementos sociales próximos (familia, amigos, escuela) y le disuaden de la delincuencia (control social) o le entrenan y le motivan para delinquir (aprendizaje social). En lo relativo a la motivación para la delincuencia, según la teoría general de la tensión, los jóvenes son impelidos a la delincuencia por estados emocionales negativos, tales como la ira, la frustración o el resentimiento. De ello resulta una mala relación con su entorno que puede conducirles a la ejecución de acciones antisociales contra las fuentes que les causan tensión emocional. Con esta finalidad pueden adoptar diferentes soluciones de comportamiento: como la utilización de medios ilegítimos para el logro de sus objetivos, el ataque directo a la fuente que les produce la tensión o la evasión de la situación a través del uso de drogas. PRINCIPALES FUENTES DE TENSIÓN. Para Merton y para los teóricos de las subculturas hay una fuente única de tensión, que es la discrepancia existente entre los objetivos sociales a los
que se debe aspirar y los medios disponibles para alcanzarlos. Agnew sin embargo, identifica tres fuentes que pueden generar tensión en los individuos: 1. La imposibilidad de alcanzar objetivos sociales positivos, tales como una mejor posición económica o un mayor estatus social. En esta categoría se encontraría, por ejemplo, la discrepancia entre las aspiraciones de la gente y sus logros reales, o entre lo que uno considera que le corresponde por su esfuerzo y los resultados reales que obtiene. Esta primera fuente de tensión coincide básicamente con la ya identificada por Merton y otros teóricos precedentes. 2. La tensión se produce también por la privación de aquellas gratificaciones que un individuo ya posee o que espera poseer. Éste sería el caso de aquella persona que hubiesen despedido del trabajo por reducción de plantilla. Según Agnew, el bloqueo de las aspiraciones legítimas de un individuo puede ser un factor desencadenante de la agresión. 3. La tensión puede precipitarse, así mismo, cuando una persona es sometida a situaciones negativas o aversivas de las cuales no puede escapar. Ejemplos de estas experiencias serían el abuso de menores, las mujeres maltratadas, etc. Todas estas situaciones conflictivas son fuentes de tensión debido a que no se pueden evitar, aunque ocasionalmente la persona que las sufre intente eludirlas de diversas maneras. En este tercer supuesto, otra fuente posible de estímulos aversivos es la aglomeración y la falta de espacio, que típicamente tiene lugar en las grandes ciudades o en determinados barrios. Según la investigación psicobiológica, los individuos y las diferentes especies animales necesitan un espacio territorial suficiente para vivir de manera equilibrada. Desde la formulación inicial de la teoría general de la tensión se han realizado diversas investigaciones que han analizado la relación que tendrían con la conducta delictiva diversos tipos de tensión. Ver en libro los estudios de (Paternoster y Mazerolle) ,(Mazerolle y Piquero) ,(Aseltine, Gore y Gordon). Agnew ha resumido las fuentes de tensión más habituales en las sociedades occidentales en las siguientes: Rechazo paterno Supervisión / disciplina errática, excesiva o cruel. Abandono o abuso infantil.
Experiencias negativas en la escuela secundaria. Relaciones problemáticas con los amigos y compañeros. Trabajos marginales. Desempleo crónico. Problemas de pareja. Fracaso en el logro de objetivos deseados. Victimación delictiva. Residencia en barrios pobres y carentes de servicios. Carencia de hogar. Discriminación por razón de raza, género, etc.
CONEXIÓN ENTRE TENSIÓN Y DELINCUENCIA. La teoría general de la tensión establece una secuencia de influencias que se inicia con las fuentes de tensión y puede acabar produciendo una conducta delictiva. La sucesión de elementos teóricos es la siguiente (cuadro 6.6) libro Garrido, Stangeland, Redondo pag 244: FUENTES DE TENSIÓN
EMOCIONES NEGATIVAS
1. Imposibilidad de alcanzar objetivos sociales positivos. 2. Privación de gratificaciones que se poseen o se esperan. 3. Sometimiento a situaciones aversivas ineludibles
Disgusto. Depresión Miedo IRA (da energía a la acción)
CONDUCTAS CORRECTIVAS DE LA SITUACIÓN
Una Opción : La conducta delictiva
ALIVIO DE LA TENSIÓN
1. Fuentes de tensión: las ya descritas: impedir logros sociales positivos, privar al individuo de gratificaciones que ya posee o espera poseer, y administrarle estímulos aversivos. Los tipos de tensión que Agnew considera que pueden conducir más probablemente a la delincuencia son aquellos que: a) son percibidos como de alta magnitud, b) interpretados como injustos, c) se asocian a un control social bajo d) generan una presión o incentivo para la acción delictiva. 2. Emociones negativas: las fuentes aversivas generan emociones negativas en las personas, como disgusto, depresión o miedo. Desde
el punto de vista criminológico, la emoción más importante es la IRA, que es un paso previo a muchos delitos, ya que la ira confiere energía a la acción. 3. Conductas correctivas de la situación: el individuo, frente a estas fuentes de tensión que generan emociones negativas, puede intentar corregir la situación desagradable mediante diferentes conductas entre las cuales la delincuencia es una de las posibles. 4. Alivio de la tensión: la emisión de un comportamiento delictivo (ej. que un joven pegue a su padre para evitar que éste le maltrate) puede aliviar, aunque sea coyunturalmente, la tensión experimentada. Cada fuente de tensión constituye un elemento situacional precipitante de diferentes tipos de delitos: robo, agresión, uso de drogas, etc. A los malos tratos se puede responder con una conducta delictiva que es la agresión física. En cambio, tras el despido de un trabajo, o ante una situación de desempleo prolongada unida a graves dificultades económicas, el robo podría constituir una buena opción. Las fuentes de tensión (derivadas de las relaciones problemáticas entre los individuos) afectan a muchas personas de la comunidad que, sin embargo, no delinquen en su mayoría. ¿Por qué algunos individuos dirigen su conducta a la delincuencia y otros no? Según Agnew, hay una serie de factores que mediatizan el que los individuos lleguen o no a afrontar la tensión a través de la delincuencia. Se distinguen dos grupos principales de factores: i.
ii.
los factores impulsores que tienen que ver con la importancia de los objetivos perseguidos por el joven, con sus recursos personales, con el apoyo social con el que cuenta o con variables de tipo ambiental o cultural. los factores de predisposición, relacionados con variables temperamentales, con sus creencias o con sus previas experiencias delictivas. Asi como sus creencias favorables al uso de la violencia.
El último elemento importante de la teoría de Agnew es su afirmación de que la tensión crónica (la experiencia continuada de diferentes fuentes de tensión) puede predisponer a los individuos para el inicio de carreras delictivas de larga duración. Un joven con permanentes problemas económicos, maltratado en su casa, expulsado de la escuela y rechazado por sus amigos y por las chicas, tiene una alta probabilidad de convertirse en un delincuente de carrera.
PREVENCIÓN DE LA DELINCUENCIA. En función de su argumentación teórica central Agnew considera que para prevenir la criminalidad es necesario reducir la exposición de los individuos a tensiones, a través de medidas como las siguientes: a. Eliminando aquellas tensiones que llevan a la delincuencia, tales como los sistemas punitivos de crianza en la familia y en las escuelas, la discriminación social, laboral, etc. b. Alterando ciertas tensiones (que no pueden se eliminadas) para hacerlas menos conducentes al delito. Por ejemplo, los sistemas punitivos de justicia juvenil pueden suavizarse (ya que no pueden ser eliminados) utilizando medidas comunitarias, de justicia reparadora, etc. c. Apartando a los sujetos de tensiones criminógenas, tales como, por ejemplo, retirando la patria potestad o custodia infantil a padres que son delincuentes persistentes, cambiando a ciertos niños y adolescentes de colegios problemáticos, etc. d. Entrenando a los sujetos en riesgo en habilidades de afrontamiento de las tensiones, de modo que se reduzca la capacidad criminógena de las fuentes de tensión. e. Aumentando el control social informal. f. Reduciendo los contactos con amigos delincuentes y las creencias favorables a la delincuencia. VALIDEZ EMPÍRICA. De acuerdo con el principio de Agnew si la teoría general de la tensión fuera cierta tendría que suceder que al aumentar la tensión en los individuos aumentaran paralelamente sus conductas delictivas. A la vez, los factores explicativos propios de otras teorías de la delincuencia (como la ruptura de los vínculos sociales o el aprendizaje de conductas delictivas) deberían permanecer invariables. Un estudio de (Paternoster y Mazerolle)7 evaluó empíricamente la teoría general de la tensión de Agnew y, tangencialmente, la teoría del control social de Hirschi y la del aprendizaje social de Aker. La teoría general de la tensión propone, según acabamos de ver, que si se producen ciertos focos de tensión sobre los individuos aumentarán sus conductas delictivas. La teoría del control social de Hirschi establece que la falta de apego a los padres y a otras instituciones sociales, como la escuela o los amigos, favorece la delincuencia. Por último, la teoría del aprendizaje social afirma que la clave explicativa de la delincuencia reside en el aprendizaje de las conductas delictivas. 7
Ver Estudio (Paternoster y Mazerolle) 1994. Libro Garrido, Stangeland, Redondo pags 248-249.
RESULTADOS: Cinco de las seis medidas del constructo tensión evidenciaron una asociación positiva y significativa con el comportamiento delictivo. Esta relación se produjo incluso cuando fueron controlados los efectos de las variables de control social y de aprendizaje. También se observó relación entre algunos indicadores de control social y de aprendizaje, por un lado, y la conducta delictiva, por otro. Específicamente, aquellos jóvenes que tenían una mayor proporción de amigos delincuentes también delinquieron en mayor medida. Por el contrario, los jóvenes que manifestaban un mayor rechazo de la conducta delictiva y aquellos que obtenían mejores logros académicos cometieron menos delitos. El estudio de (Paternoster y Mazerolle) apoya parcialmente tanto la teoría general de la tensión de Agnew como las teorías del control social de Hirschi y del aprendizaje social de Akers.. (Brezina, Piquero y Mazerolle y Warner y Fowler) han sometido a comprobación empírica también la teoría general de la tensión por lo que se refiere a sus implicaciones, no individuales, sino de macro-nivel
3. TEORÍAS PLURALISTAS. 3.1. EL ENFOQUE ECOLÓGICO DE LA ESCUELA DE CHICAGO. En 1.892 se creó el Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago, que jugaría un papel decisivo en la consolidación del estudio científico de la delincuencia. Los autores de la escuela de Chicago pensaban que un contacto más directo con el objeto de estudio, mediante el uso de entrevistas y de observación participante de los ambientes criminógenos, podía aportar mayor información sobre los factores socioculturales que conducen a la delincuencia. Su teoría podría considerarse en muchos aspectos una analogía de las nuevas teorías, surgidas a finales del siglo pasado, sobre la enfermedad. Se había descubierto que el modo en que se transmitían muchas enfermedades era el contagio. Así, SHAW Y MCKAY crearon un modelo equivalente para la delincuencia: las personas que habitan en ambientes en los que han de convivir con robos, violencia y, en general, con normas distintas a las del conjunto de la sociedad, acaban contagiándose de esos comportamientos y valores criminógenos. Así pues, desde el punto de vista metodológico, los sociólogos de Chicago iniciaron una sociología más rigurosa y empírica, utilizando instrumentos como las historias de vida, los análisis demográficos y los censos de datos, para el conocimiento directo de la realidad social y de modo especial de la realidad urbana.
Algunos años más tarde, EDWIN SUTHERLAND, que pasa por ser el más ilustre heredero de la metodología y de los intereses científicos de la escuela de Chicago, realizaría un esfuerzo inédito hasta ese momento en la Criminología. Para ello, empleó metodología de campo con la finalidad de conocer exhaustivamente la descripción que un delincuente profesional efectuaba de su propia actividad delictiva, de las leyes y de la justicia. Esta información fue presentada en su obra en la que, por primera vez, un delincuente era presentado abiertamente como una persona normal, con la sola diferencia de hallarse al margen de la ley. Los primero sociólogos de la escuela de Chicago habían estudiado diferentes formas de desviación en relación con la ecología urbana. Sin embargo fueron Shaw y McKay, del Instituto de Investigación Juvenil de Chicago, quienes entre las décadas de los 20 y los 40 utilizaron la metodología de la escuela de Chicago para el estudio específico de la delincuencia juvenil. La constatación de que la distribución de la delincuencia seguía una serie de patrones a los largo de los diferentes barrios de la ciudad, condujo a los sociólogos de Chicago a proponer una teoría de la ecología urbana efectuando una analogía entre la ciudad y las comunidades de plantas o animales. Ello les permitió describir la ciudad a partir de una serie de áreas concéntricas: a. la Zona I, la city, es el distrito central dedicado a los negocios. b. la Zona II es el área de transición, habitada por los emigrantes y por las clases más desfavorecidas c. la Zona III corresponde al área de viviendas de aquellos trabajadores que han podido escapar de la deteriorada zona de transició d. la Zona IV es la zona de residencia de la clase media y la Zona V (zonas residenciales periféricas) está ocupada por las clases más adineradas. La principal conclusión de todas estas investigaciones fue que los jóvenes delincuentes no se diferenciaban sustancialmente de los no delincuentes en sus características de personalidad, inteligencia, raza u otros rasgos individuales, sino fundamentalmente en el tipo de barrios en los que vivían. Shaw y McKay dirigieron su atención al análisis de las áreas de transición. Estas áreas se caracterizaban por un gran deterioro físico de los edificios y de los espacios urbanos, por la existencia de un gran número de familias desestructuradas, por elevadas tasas de delincuencia, de drogadicción, de alcoholismo, de pobreza y de prostitución. Los residentes de las zonas de
transición eran sujetos de clases bajas con grandes deficiencias educativas y laborales. Todos los datos disponibles, tanto de la observación directa como de las estadísticas oficiales, confirmaban esta concentración de problemáticas en las zonas de transición8. Desde el punto de vista teórico, la escuela de Chicago interpretó todas estas patologías sociales como resultado de la fragmentación y la desorganización social; eran, en síntesis, el producto de la falta de orden. (cuadro 6.2) De este modo, lo que verdaderamente puso de relieve la escuela de Chicago fue, en primer lugar, la existencia en la sociedad de grupos diferentes con valores y normas distintos y, también, que en algunos de esos grupos sociales la desviación y la delincuencia eran procesos habituales.
VALIDEZ EMPÍRICA DE LA RELACIÓN ENTRE DESORGANIZACIÓN SOCIAL Y DELINCUENCIA. A través de sus estudios, los criminólogos de Chicago llegaron a la conclusión de que, puesto que en el origen de la delincuencia se hallaba la patología social resultante de la falta de orden, debían crearse programas que favoreciesen la integración social y que resolviesen los problemas asociados a la pobreza y la falta de empleo de las comunidades menos favorecidas. Según ello, para eliminar la delincuencia era necesario mejorar las condiciones de vida de las familias, eliminar las bolsas de marginación, extender la escolarización, mejorar las ofertas laborales, recreativas, etc. Desde esta perspectiva durante 25 años se desarrolló el Proyecto Área de Chicago y, posteriormente, un proyecto similar en Boston. Sin embargo, cuando estos programas se llevaron a cabo a gran escala en Chicago y en otras ciudades norteamericanas se comprobó que la delincuencia no decreció de modo uniforme y paralelo a su aplicación. En EE.UU. por ejemplo, el fuerte incremento del nivel de ingresos medios por habitante que tuvo lugar durante los años 60 fue también acompañado de un crecimiento espectacular de las tasas de criminalidad. Algo parecido sucedió en España a principios de los 80: la bonanza económica y social de esos años no se tradujo en una reducción de la delincuencia, sino en un aumento de ésta. Por tanto, las teorías que postulaban que la aplicación de medidas sociales era el principal remedio de la delincuencia no se vieron confirmadas. Pese a todo, las propuestas teóricas de la Escuela de Chicago constituyen una auténtica mina de oro que continúa enriqueciendo la criminología en la actualidad.
8
Ver cuadro (6.1)y(6.2) libro Garrido, Stangeland, Redondo pags 213 – 215.
3.2.
LA TEORÍA DE LA ASOCIACIÓN DIFERENCIAL.
El planteamiento pionero del concepto de aprendizaje aplicado a la delincuencia fue formulado por EDWIN H. SUTHERLAND durante los años 20 en su teoría de la asociación diferencial. Especialmente importantes en esta formulación fueron sus trabajos Principles of Criminology y Delincuencia de cuello blanco. La teoría de la asociación diferencial, tal y como la presentamos a continuación, quedó definitivamente diseñada por Sutherland en la última edición que éste realizó de su obra Principios de Criminología. Sutherland propone que la delincuencia no es el resultado de la inadaptación de los sujetos de la clase baja, sino del aprendizaje que individuos de cualquier clase y cultura realizan de conductas y valores criminales. Según Sutherland la Criminología ha venido explicando la conducta delictiva desde dos tipos de perspectivas diferentes. Las primeras, a partir de los acontecimientos que tienen lugar cuando se produce el hecho delictivo, esto es, a partir de la situación (explicaciones mecanicistas, situacionales o dinámicas). El segundo tipo de explicaciones se basan en aquellos procesos que han tenido lugar en la historia previa del individuo (explicaciones históricas o genéticas, ya que recurren a la historia o a la génesis del individuo). Sutherland reconoce que ambos enfoques son necesarios para explicar la conducta delictiva. Por un lado, la situación concreta ofrece a un individuo la oportunidad de delinquir. Pero lo más importante, según él, no es la situación objetiva que se produce en un momento dado, sino cómo las personas definen e interpretan esa situación. Una situación aparentemente idéntica puede ser muy diferente para dos individuos dependiendo de su historia personal Este presupuesto de la teoría de Sutherland se fundamenta en el interaccionismo simbólico desarrollado por George Herbert Mead y otros autores de la escuela de Chicago. El interaccionismo simbólico ha argumentado que “las personas construyen definiciones relativamente permanentes de las situaciones o de los significados que derivan de sus propias experiencias. Esto es, derivan significados particulares a partir de experiencias particulares pero después los generalizan de manera que se convierten en un modo personal de ver las cosas. A partir de estas definiciones individuales, dos personas pueden comportarse de maneras muy diferentes frente a situaciones muy semejantes”. La teoría de Sutherland no explica la criminalidad en su conjunto ni se plantea responder a preguntas globales del tipo de por qué hay más delitos en un país que en otro. Se centra en el proceso individual, buscando las razones concretas que hacen que unos individuos se impliquen en actividades delictivas y otros no. Sutherland sostiene que las teorías sociológicas que pretenden explicar la delincuencia en su conjunto, por ejemplo, la teoría de la
desorganización social de la escuela de Chicago, deberían ser consistentes con las teorías individuales de explicación de la conducta delictiva. La criminalidad en su conjunto sería una función del número de delincuentes que existen en una sociedad en un momento dado y del número de delitos que estos delincuentes llevan a cabo. Si no comprendemos por qué un individuo concreto se convierte en delincuente no estaremos en condiciones de explicar globalmente el fenómeno delictivo.
GÉNESIS DE LA CONDUCTA DELICTIVA. Sutherland desarrolla en su teoría dos elementos fundamentales del aprendizaje de la conducta delictiva. El primer elemento identifica el contenido de aquello que se aprende: las técnicas de comisión de los delitos, los motivos y actitudes para delinquir y las definiciones favorables a la delincuencia. El segundo elemento lo constituye el proceso mediante el que se aprende: en asociación con grupos íntimos. Más explícitamente, Sutherland describe la adquisición de la conducta delictiva de la siguiente manera: ESQUEMA DE LA TEORÍA DE LA ASOCIACIÓN DIFERENCIAL: La conducta delictiva es aprendida, no heredada ni inventada. Se aprende en interacción comunicativa con otros, ya sea verbal o gestual. Esta idea emana del interaccionismo simbólico de la escuela de Chicago En grupos íntimos, próximos al individuo. Incluye el aprendizaje de las técnicas y motivos para delinquir. Los motivos se aprenden a partir de las definiciones de los otros favorables a la violación de las leyes. Los individuos se convierten en delincuentes por asociación diferencial o contacto preferente con definiciones favorables a la delincuencia. La asociación diferencial puede variar en frecuencia, duración, prioridad e intensidad. La conducta delictiva se adquiere a través de los diversos mecanismos de aprendizaje. Los motivos y necesidades generales (como la tendencia al placer o a la mejora de estatus) no explican la conducta delictiva.
ASOCIACIÓN DIFERENCIAL Y ORGANIZACIÓN SOCIAL. La asociación diferencial de los individuos con ambientes delictivos o no delictivos viene determinada por la organización social. Por ejemplo, que un joven atlético a quien le guste el esfuerzo físico se convierta o no en delincuente puede depender de que se asocie con jóvenes que compartan con él sus aficiones deportivas pero que, además, estén en una banda delictiva, o
por el contrario, de que se haga miembro de una agrupación de montañismo en la que participen jóvenes ajenos a la delincuencia. Por tanto, el resultado final va a depender en gran medida de cómo se orienten socialmente las asociaciones de los individuos. Para dar cuenta de este componente social que condiciona las asociaciones diferenciales de los individuos en una dirección prosocial o delictiva, Sutherland propone sustituir el concepto de desorganización social (de la escuela de Chicago) por el de organización social diferencial. Él entiende que el delito no tiene su génesis en la falta de orden social sino en la existencia de una determinada organización social integrada por grupos distintos, unos favorables a las normas y otros contrarios a ellas.
3.3. EL ENFOQUE LABELLING (Tª del etiquetado social). Antecedentes. Algunos defensores de la teoría del etiquetado han encontrado un antecedente de esta teoría en Durkheim, ya que en algunos de sus textos se refirió a los procesos de construcción de la delincuencia y a la normalidad de la misma. Desde Durkheim la delincuencia ha venido a ser considerada normal en cualquier sociedad. Matza, desde su perspectiva naturalista, ha matizado: “Siendo, pues, la desviación un rasgo común a toda sociedad, por venir implicada por la organización social y moral, no necesita de una explicación extraordinaria. Extraviarse de un camino no es ni más comprensible ni más asombroso que mantenerse en él”. En 1939 FRANK TANNEMBAUM publicó un libro titulado Crime and the Community en el que introdujo el término tagging (sinónimo de labelling, etiquetado) para referirse al proceso que acontecía cuando un delincuente era detenido y sentenciado. Según Tannembaum el delito era el resultado de dos definiciones diferentes de un determinado comportamiento, la definición del propio delincuente y la de la sociedad, de la siguiente manera: “Este conflicto procede de una divergencia de valores. Cuando el problema tiene lugar, la situación es redefinida gradualmente. Se produce un desplazamiento paulatino desde la definición de determinados actos como perversos hasta la definición de los individuos como perversos, de manera que todos sus actos empiezan a ser vistos como sospechosos. Desde la perspectiva de la comunidad el individuo que acostumbra a realizar conductas malvadas y dañinas es ahora un ser humano malvado e irrecuperable”.
Una de las obras de mayor influencia sobre los teóricos del etiquetado fue el trabajo de IRVING GOFFMAN de 1961, Internados. La pretensión de Goffman fue examinar el impacto de las instituciones totales sobre la vida de los internados en ellas. La institución total es, según Goffman, un ambiente que elimina la distinción entre el trabajo, el tiempo libre y el descanso. El ciudadano normal desarrolla estas actividades en distintos ámbitos y rodeado de personas diferentes: compañeros de trabajo, amigos y familia. La institución total sustituye a todos éstos, impone su cultura propia y cambia el comportamiento y la personalidad de sus internos.
Goffman utilizó como fuente primaria de información la observación en una sola institución hospitalaria, y a partir de esta observación particular extrajo conclusiones generales sobre diversas instituciones totales: las prisiones, los monasterios, las escuelas militares, los asilos de ancianos y los campos de concentración. Analizó los cambios y las reacciones de los sujetos internados como producto de los ambientes en los que se encontraban más que como efectos de la propia enfermedad, de la patología que padecían.
LAS TEORÍAS DEL ETIQUETADO EN LA ACTUALIDAD. · La criminología oficial y el análisis de la desviación. Entre los principales autores de las teorías del etiquetado puede mencionarse a Irving Goffman, Edwin Lemert y Howard S. Becker, a los que se ha referido Matza como la Nueva Escuela de Chicago. Al igual que para los teóricos originarios de la escuela de Chicago, su metodología fundamental es la observación directa y el trabajo de campo. Dirigen su atención hacia los procesos de conversión de los individuos en desviados o, lo que es lo mismo, los procesos de creación de la desviación. Para Matza desde un punto de vista nominal o de diccionario, desviarse es “salirse fuera, por ejemplo, de un camino o de una pauta”, lo que puede implicar salirse de la “claridad del camino, la distancia al camino, los auspicios bajo los cuales el camino se construye o recomienda, según que uno se salga del camino solo o en compañía de otros, según el castigo que se le inflija, según los motivos que se atribuyan a los que se salen…; en suma hay muchos tipos de desviación y la desviación es en cierta medida, una cuestión de grado”. Esta teoría fue muy influyente a partir de los años 70 y reemplazó a las teorías de la tensión (anomia y subculturas) en la explicación del fenómeno
delictivo. Supuso, en las décadas de los 60 y 70, una reacción contra los presupuestos de la Criminología oficial, de corte positivista. Se consideró que la Criminología estaba ensimismada en pequeñas cuestiones prácticas (diagnóstico de delincuentes, tratamientos, etc.) pero distante de las cuestiones fundamentales, concernientes a la definición y construcción de la delincuencia mediante la estructuración de los mecanismos para su control. Sin embargo, la Criminología olvida, en su planteamiento, la consideración de uno de los más importantes productores de desviación: el estado, los mecanismos de control, todos aquellos estamentos que conceptualizan a ciertos sujetos como desviados. Así pues, el presupuesto central del etiquetado se contrapone al a concepción de la delincuencia como un hecho fáctico, cuya consecuencia sería el control social. La delincuencia es más bien el resultado de los procesos de control social. Según ello, el control social debe ser considerado más como una variable independiente que influye sobre la delincuencia que como una constante que resulta de la misma. La desviación en su conjunto, y la delincuencia en particular, son interpretadas no como una serie de características de ciertos sujetos y grupos, sino como procesos activos de interacción entre desviados y mecanismos de control. En estos procesos los desviados y los delincuentes se convierten en la principal fuente de etiquetamiento sobre la que operan los mecanismos y sistemas de control.
Desviación primaria y secundaria. Lemert introdujo una distinción conceptual importante en la teoría del etiquetado, diferenciando entre desviación primaria y secundaria. La desviación primaria corresponde a la primera acción delictiva de un sujeto, que puede tener como finalidad resolver alguna necesidad, por ejemplo económica, o producirse para acomodar su conducta a las expectativas de un determinado grupo subcultural, como por ejemplo ciertas formas de violencia juvenil. La desviación secundaria se refiere a la repetición de los actos delictivos, especialmente a partir de la asociación forzada del individuo con otros sujetos delincuentes como resultado de su detención, de su procesamiento y de su encarcelamiento. El proceso de etiquetado y la desviación. Conklin ha esquematizado la teoría del etiquetado tal y como aparece en el cuadro 10.1 (libro Garrido ,Stangeland, Redondo..) Autoconcepto
Desviación Desviación Primaria Primaria
Etiquetado
Oportunidades Oportunidades
Desviación Secundaria
No etiquetado
Subcultura
La perspectiva del etiquetado propone que una vez que se produce la desviación primaria (es decir, una infracción de la norma) el individuo puede ser catalogado como desviado o delincuente. El etiquetamiento puede, según la teoría, no influir sobre el individuo reforzando su propio autoconcepto como desviado y facilitándole nuevas oportunidades para el delito al incorporarle a contextos subculturales (como sucede, por ejemplo, cuando se produce su ingreso en un centro de justicia juvenil o en una prisión). Dentro de la subcultura delictiva el individuo puede cambiar su autoconcepto a través de dos mecanismos. Por una parte, mediante un proceso de asociación diferencial con otros sujetos en sus mismas circunstancias. Por otra parte, mediante la interiorización de la etiqueta de “desviado” o “delincuente” que le asigna la sociedad cuando le detiene, procesa y condena. En ambos casos se hace relevante el interaccionismo simbólico(es decir, la adscripción, mediante los símbolos verbales y de acción, de los ritos del etiquetamiento por el sistema de justicia) que destacara George H. Mead en sus estudios antropológicos. Mediante todos estos mecanismos (cambio del autoconcepto, nuevas oportunidades y marginación subcultural) el proceso de etiquetamiento puede incrementar el problema, produciendo nuevos episodios de desviación secundaria. Se considera que los mecanismos de atribución de significado tienen un gran peso en la explicación de la conducta delictiva y de la posterior reincidencia (o desviación secundaria) de algunos individuos Según la teoría del etiquetado, una vez adquirido el estatus de desviado o de delincuente es muy difícil cambiar este estatus por dos razones: - una por la dificultad de la comunidad para aceptar nuevamente al individuo etiquetado. otra porque la experiencia de ser considerado delincuente, y la publicidad que ello comporta, suelen culminar un proceso en el que el propio sujeto se percibe como tal. Los mecanismos de aprender a ser desviado o delincuente suelen ser consumados por las propias instituciones que supuestamente tienen la finalidad de erradicar la desviación, como hospitales psiquiátricos, reformatorios cárceles.
Durante los últimos años algunos teóricos han retomado la teoría del etiquetado aunque proponiendo explicaciones menos simbólicas y más pragmáticas de los mecanismos de acción criminógena. Según BERNBURG Y KROHN las intervenciones de los mecanismos de control aumentan el riesgo de desviación secundaria o futura delincuencia de los sujetos en la medida en que a los sujetos controlados se les priva, en momentos clave de su vida, de posibles oportunidades de actividades convencionales (educativas, laborales, de vinculación afectiva, etc.). Es decir, según esta perspectiva, al segregar a individuos jóvenes de la comunidad se les estaría poniendo en riesgo de desventajas estructurales para su futuro como adultos socialmente integrados.
La amplificación de la desviación. Un proceso vinculado a los mecanismos de conversión de alguien en desviado es la amplificación de la desviación. La amplificación supone una magnificación artificial de una cierta problemática social, como por ejemplo la delincuencia o ciertos comportamientos delictivos específicos. Se produce una cadena de acontecimientos que van desde la desviación primaria de un individuo o un grupo, pasando por la reacción de las agencias de control, hasta la desviación secundaria, que implica la autoconciencia del sujeto como desviado, y suele venir acompañada de nuevas acciones catalogadas como desviadas. En el terreno de la enfermedad mental fueron fructíferos los planteamientos del movimiento anti-psiquiátrico; que cuestionaron la institucionalización en centros psiquiátricos como mecanismo “medicalizado” de control social. En el ámbito de la delincuencia, deben mencionarse los trabajos de MICHEL FOUCAULT9, quien ha interpretado el nacimiento de la delincuencia como una categoría social producto de los diversos mecanismos de control social dirigidos al logro de una ciudadanía dócil y conformista, o JEFFREY REIMAN, en cuya teoría de la criminalidad ha aducido que muchas de las definiciones de la delincuencia y las estructuras de control en las sociedades modernas resultan de un sistema social competitivo que rehuya garantizar a sus miembros una vida digna. Reiman sugiere que para lograr una mayor eficacia, el sistema de justicia penal debería invertir las presiones sistemáticas y las desigualdades del sistema económico capitalista del que forma parte. Debería confrontarse abiertamente a los representantes de la justicia penal con los sectores más ricos y poderosos de la sociedad. Sin embargo, las presiones para evitar esta confrontación siempre limitan la visión de los agentes de control, que suelen concebir el delito como una característica de los pobres. De este modo, las estrategias de control típicamente reproducen la delincuencia contra la que pretendidamente se proponen luchar. 9
Tema 2 sociología del derecho.
Validez empírica. Ya a partir de la década de los 70 se produjeron diversas críticas a la teoría del etiquetado. Hubo quienes consideraron este acercamiento demasiado vago y asistemático para merecer la consideración de teoría. Un ataque importante a la teoría que nos ocupa ha sido la falta de rigor metodológico y conceptual al analizar las instituciones y los factores estructurales que constituyen sus principales objetivos. En respuesta a esta crítica, los teóricos del etiquetado se han defendido argumentando que si bien estas limitaciones son ciertas, resultan en cambio irrelevantes, ya que no puede ser criticada una teoría por no llevar a cabo aquello que no es su propósito. Esto es, los teóricos del etiquetado no han pretendido analizar, con la precisión de la metodología positiva, las situaciones y factores sociales inmersos en la desviación y la delincuencia. Más bien su propósito ha sido examinar específicas situaciones de interacción de sujetos controlados con sus correspondientes estamentos controladores, para ver los efectos que tales procesos tienen sobre los individuos concretos. Según Giddens se pueden efectuar otra crítica fundamental a la teoría de la reacción social. socialización, y las actitudes y oportunidades diferenciales de los individuos. No está totalmente claro que el etiquetado tenga per se la capacidad, que le atribuye la teoría, de fomentar la futura conducta delictiva. Cuando un individuo es detenido y condenado por un delito, son muchos los factores implicados en el proceso subsiguiente (el propio etiquetamiento, el contacto con otros delincuentes dentro de la prisión, las condiciones de cumplimiento de la condena, el truncamiento de sus relaciones sociales…), como para que puedan atribuirse, sin más a uno solo de estos factores los efectos globales observados en el individuo. Finalmente, la consideración del hecho delictivo como una construcción completamente social resulta al menos dudosa en delitos que parecen transculturalmente consistentes, como el homicidio, el robo o la violación. Que la reacción social a tales hechos cambie con el tiempo no tiene nada de particular. Pese a las críticas, muchas de ellas de cariz metodológico, realizadas a la teoría del etiquetado, resulta innegable en la actualidad su enorme aportación al estudio de los procesos de desviación y de delincuencia. Su énfasis en el influjo que tienen los mecanismos de control en la creación de desviación es un avance irrenunciable para la Criminología actual.
4. TEORÍA DEL CONFLICTO. 4.1. LA PERSPECTIVA MARXISTA.
Antecedentes históricos: conflicto social. Desde MARX hasta nuestros días, lo más genuino de las perspectivas del conflicto, que se hallan en la base de las denominadas criminologías marxista, radical crítica, ha consistido en subrayar el análisis de los fenómenos desviación y delincuencia, y su consiguiente control social, en el marco de la lucha de clases, de la confrontación entre sectores y grupos sociales diversos, con intereses encontrados. Así como la constatación del desequilibrio de poder, histórico y presente, existente a favor de los estamentos más poderosos de la sociedad, que definen y estructuran el funcionamiento social, frente a los más desvalidos, que deben someterse a él. Aunque este planteamiento ha adoptado formas y denominaciones diversas, su punto de confluencia resalta la remisión a los macrofactores económicos, políticos y culturales que estructuran las sociedades industriales modernas, de factura neoliberal. En ellas, unos pocos acumulan la mayor parte de los resortes económicos y la mayor influencia para la creación y aplicación de las leyes. En el extremo opuesto, la infraclase carece casi por entero de estos resortes e influencias, y se convierte en el objetivo de las mayores presiones sociales para la adaptación, y también, de la intervención de los aparatos e instrumentos de control. A mediados del siglo pasado el pensamiento marxista sentaría las bases en las que después beberían los teóricos del conflicto. Escribe Marx: “En la producción social de su vida los hombres se adentran en unas relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad. El conjunto de esas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se alza un edificio jurídico y político, y a la que responden unas determinadas formas de conciencia social. El tipo productivo de la vida material condiciona en definitiva el proceso vital social, político y espiritual. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino que, a la inversa, es su ser social el que condiciona su conciencia”. Según Marx el conflicto social surgiría de la siguiente sucesión de acontecimientos: “En un determinado estadio de su evolución las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de propiedad. Y entonces aparece una época de la revolución social. Con el cambio de la situación económica se transforma también todo el monstruoso edificio. Hay que distinguir entre el cambio material y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas con que los hombres toman conciencia de se conflicto y lo resuelven”.
Ni Marx ni Engels desarrollaron una teoría propia sobre la delincuencia. Aluden a problemas delictivos varias veces en sus obras, pero sin tratarlos con profundidad, y tampoco presentan un programa de política criminal. Sin embargo, en los años 70 diversos autores norteamericanos y británicos estructuraron un pensamiento criminológico marxista. Entre sus premisas fundamentales estaría que el poder utiliza todos los recursos y mecanismos a su alcance, incluida la propia ley y la justicia, para afianzar y mantener su posición dominante en la sociedad. Ello implicaría que los grupos no dominantes vendrían a convertirse en objetivo preferente del control legal. Uno de los corolarios aplicados es que eliminando la opresión y las diferencias de clases sociales, la delincuencia supuestamente desaparecería. Mientras tanto habría que reprimirla, porque los robos o la violencia indiscriminada distraen a los obreros de la lucha contra su enemigo principal: el estado capitalista. Criminólogos socialistas como FERRI Y BONGER realizaron estudios sobre la influencia de factores económicos en la conducta criminal. Bonger llegó a la conclusión de que no es la pobreza en sí, sino la distribución desigual de la riqueza la que determina el nivel de la delincuencia. Consideró la delincuencia como un acto egoísta típico de una sociedad capitalista basada en el afán individual de enriquecerse a costa de otros. Una vez llegados al poder, los líderes marxistas tenían que enfrentarse directamente con el problema delictivo. En los primeros años de la Unión Soviética, se desarrollaron programas novedosos contra la delincuencia, descriminalizando comportamientos que antes eran delictivos, como por ejemplo la homosexualidad, y basándose en la reeducación y reincorporación en la clase obrera de los delincuentes. Sin embargo, “las reminiscencias de la época capitalista” no desaparecieron y la represión estatal se consolidó. La sociedad rusa en la época de Stalin fue, probablemente, una de las más represivas que ha existido en la historia humana, con cientos de miles de penas de muerte aplicadas, a la vez que millones de ciudadanos perecieron en campos de trabajos forzados en Liberia, en condiciones extremas de hambre y esclavitud. La criminología oficial en los países comunistas asumió un rol de apoyo total al estado y a su política, algo muy alejado de los planteamientos de la criminología crítica. PERSPECTIVAS DEL CONFLICTO Y CRIMINOLOGÍAS CRÍTICAS EN LA ACTUALIDAD. Nos referimos en este apartado a las perspectivas del conflicto y no a una única teoría del conflicto. Ello es debido a que en la actualidad son diversas las manifestaciones del planteamiento conflictual. En Criminología se han diferenciado dos perspectivas fundamentales:
-
las teorías marxistas. y, en un sentido más amplio, las teorías del conflicto, que abarcan también visiones ultra-liberales y anarquista
Unas y otras comparten un punto de vista general contrario al planteamiento del consenso, según el cual la organización social estaría basada en el acuerdo sobre los valores y normas, cuyo propósito es proteger el interés general. Por el contrario, las perspectivas conflictuales sostienen que la sociedad está formada por grupos distintos con valores e intereses contrapuestos, de manera que no puede considerarse que la organización del estado represente los valores e intereses del conjunto de la sociedad. Más bien se afirma que representa los valores e intereses de grupos que tienen suficiente poder para controlar el funcionamiento del estado. El materialismo histórico enfatiza el factor económico como principal elemento del conflicto social. Según los marxistas resulta imposible imaginar el poder y el conocimiento de la realidad al margen de la influencia mediática que tiene en la vida de las personas la necesidad de asegurase la supervivencia económica y material. En la década de los 60 el surgimiento de las criminologías críticas desencadena una nueva crisis que vendrá a resquebrajar los cimientos positivistas sobre los que, hasta ese momento, se había sostenido la Criminología.. De este modo, el criminólogo, ya sea académico o profesional, es visto bajo sospecha de colaboracionismo con el sistema establecido, si su aportación no proclama la iniquidad de los de arriba y el victimismo del delincuente o marginado. Uno de los caballos de batalla preferentes de la criminología crítica ha sido su llamada permanente a la “delincuencia de cuello blanco”, a la que se atribuiría una elevada sofisticación y magnitud, sus autores pertenecerían a los estamentos más elevados de las finanzas y el poder, y ante la cual los mecanismos de control y la justicia serían permisivos y encubridores. Sin embargo, como ha puesto de relieve MAÍLLO, la investigación disponible en criminología no ampara la mayoría de los mitos académicos o populares al respecto. Los delitos de cuello blanco serían por lo general mucho menos sofisticados de lo que se dice, sus autores serían con mucha frecuencia delincuentes de características personales y sociales muy semejantes al resto de los delincuentes, y desde luego, no puede sostenerse de modo razonable que en los países democráticos sus acciones delictivas sean toleradas o encubiertas por los órganos de la justicia. Hubo cosas positivas en las criminologías críticas. Sacudieron las perspectivas establecidas desde comienzos de siglo y señalaron las
contradicciones entre las declaraciones de una justicia “igual para todos” y el hecho real de que los delincuentes de cuello blanco rara vez respondían ante la ley. También fueron particularmente perspicaces en denunciar la influencia notable de los grupos de presión en la definición de las leyes y el funcionamiento del sistema penal. El error más grave de las criminologías críticas fue su despreocupación inicial por la delincuencia común y sus víctimas. En esa época se produjo un crecimiento fuerte de la conflictividad social, un aumento de los problemas vinculados a las drogas, un incremento de la inmigración del tercer mundo y, como consecuencia de ello, surgieron nuevos problemas sociales. El resultado final de estos cambios fue una avalancha de delincuencia contra la propiedad y contra las personas. Todos los índices que tenemos para observar la evolución delictiva indican una tendencia al alza en los años 70 y 80 en toda la Europa Occidental, incluida España. Este crecimiento de la delincuencia fue un hecho conocido por toda la población, asumido por políticos de izquierdas y de derechas, y también por jueces, fiscales y policías. Sin embargo, nunca fue asumido por los criminólogos críticos, lo que les llevó a autoexcluirse del debate sobre la política criminal. MARCELO AEBI ha efectuado una fundamentada “Crítica de la Criminología Crítica”, tomando como base la obra emblemática de Alessandro Baratta Criminología crítica y crítica del derecho penal: Introducción a la Sociología jurídico-penal. Resumiendo la crítica de Aebi, haciéndola aquí extensiva al conjunto del paradigma: 1) La criminología crítica tradicional ha presentado, debido a su dogmatismo ideológico, una concepción infaltable (es decir, no susceptible de refutación a partir de la investigación científica), por lo que no puede ser considerada una teoría científica. 2) La supuesta revolución epistemológica consistente en que la criminología crítica habría de reemplazar los objetivos tradicionales del estudio criminológico no ha sido tal. Los temas tradicionales de estudio continúan tan vigentes como antes. La criminología crítica ha enriquecido, eso sí, a la criminología mediante un nuevo paradigma que pone el énfasis en el análisis del control social y los mecanismos de la justicia.
3) Es incoherente negar el determinismo de la criminología científica y a la vez proponer una explicación totalmente determinista de la delincuencia a partir e un solo factor explicativo: la pertenencia del autor del delito a una determinada clase social. 4) Se utiliza una metodología selectiva (es decir, que atiende sólo a los hechos, investigaciones y teorías que apoyan sus propios puntos de vista), lo cual contraviene el método científico, que requiere por definición la confrontación abierta de la teoría con las observaciones (tanto las que puedan ser favorables como las que no lo sean). 5) No queda claro cuáles son los criterios utilizados por las criminologías críticas para determinar la gravedad de la delincuencia, cuyo extremo más perverso suelen situar los criminólogos críticos en la delincuencia económica de los poderosos (con descuido habitual de la delincuencia violenta y del sufrimiento de sus víctimas). 6) No basta afirmar el supuesto carácter discriminatorio del sistema de justicia (en detrimento de los más desvalidos), sino que tal afirmación requiere investigación empírica que la pruebe o la refute. 7) El tono de los textos de las criminologías críticas presenta a menudos claros rasgos autoritarios e intolerantes, lo que resulta contrario al principio de igualdad y difícilmente compatible con las ideas democráticas. 8) La predicción realizada en su día de que las sociedades socialistas tendrían como resultado la abolición del sistema penal y la erradicación de la delincuencia no se ha mostrado muy acertada. 9) El ensimismamiento puramente teórico e irrealista propugnado por las criminologías críticas ante los problemas criminales reales existentes, ha sido probablemente uno de los factores responsables directos de la carencia, durante las últimas décadas del siglo XX, de políticas criminales progresistas, distintas y alternativas a la para represión penal. En tal sentido, creemos con Aebi que la criminología crítica ha sido la responsable indirecta de la generalización, en ausencia de alternativa, de políticas básicamente represivas que practican en los países occidentales tanto los gobiernos de derechas como los de izquierdas.
Frente a lo anterior, Aebi considera que al Criminología científica (la que concilia teoría y empirismo) puede aportar así un modesto pero no menos importante grano de arena para la construcción de un mundo mejor.
4.2. DE LA NUEVA CRIMINOLOGÍA A LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA. En 1984 J. LEA Y J. YOUNG, publicaron What´s to be don about Law and Order (Qué hacer con la Ley y el Orden). Se trataba de dar respuesta al movimiento derechista en Inglaterra y, concretamente, a aquellos políticos que preconizaban como solución al problema criminal más policías y la construcción de más cárceles. La respuesta de Lea y Young estaba basada en la aceptación de la delincuencia común como un grave problema para la sociedad y en la constatación de que la gran mayoría de sus víctimas, al igual que los delincuentes, procedían de la clase obrera y de los estratos sociales más humildes y marginados. Una política de solidaridad con los grupos de oprimidos existentes en la sociedad capitalista difícilmente podía olvidar a las víctimas de la delincuencia, que mayoritariamente también pertenecen a esos mismos grupos. Young ha considerado que un análisis completo del problema criminal requiere atender a los cuatro vértices de los que denomina el cuadrado del delito: el estado (con su sistema político y sus instituciones de justicia), la sociedad como un todo (instituciones sociales, opinión pública, etc.), los delincuentes y las víctimas (tanto individuos como grupos). La criminología realista busca también, al igual que había hecho ya el neoclasicismo, soluciones concretas a la delincuencia y reconoce la necesidad de una policía al servicio de la comunidad, vigilada por representantes de los ciudadanos, que ofrezca protección frente a las infracciones más graves. Sin embargo, sabemos que muchas medidas para suprimir la delincuencia suelen tener repercusiones negativas en otros aspectos de la vida humana. Los criminólogos realistas tampoco desean establecer un estado policial. En su vertiente más conservadora, los criminólogos de la criminología realista deberían ser capaces de identificar medidas de protección eficaces para ciudadanos y comercios, sugerir mejoras en la actuación policial y reformas que agilicen el proceso judicial. Otras estrategias de prevención del delito son, por ejemplo, el control de armas, el diseño de zonas residenciales más seguras, los sistemas de fiscalización que disminuyan las posibilidades de fraude y las formas de venta que ofrezcan menos oportunidades para que se produzcan atracos.
Este tipo de criminología se interesa más por el delito que por el delincuente, al establecer como premisa que siempre van a existir personas dispuestas a utilizar el engaño o la fuerza física para conseguir su objetivo. Se trata, por tanto, de identificar aquellas situaciones que conducen al delito, más que de identificar a personas dispuestas a delinquir. Esta tendencia criminológica realista se nutre en la actualidad de propuestas diversas procedentes de las teorías de la oportunidad, de las teorías situacionales o de las teorías ecológicas o ambientales. Este nuevo realismo ha heredado de la criminología clásica los conceptos básicos sobre la delincuencia. De este modo, si bien la gran mayoría de los delitos son actos impulsivos con escasa premeditación, algunos de ellos constituyen, según este enfoque, decisiones racionales, basadas en el libre albedrío. El objetivo del delito suele ser la obtención de ventajas personales de forma rápida, sin preocuparse de las repercusiones negativas ocasionadas a otras partes. Por otro lado, los realistas han heredado de la criminología positivista su vocación empírica y sus métodos de investigación, documentación y análisis de los resultados. Y, por último, han asumido de la criminología crítica el interés por el análisis del control social y la convicción de que el control puede fomentar la delincuencia igual que reprimirla. La delincuencia se entiende, al igual que lo hace la perspectiva del interaccionismo simbólico o del labelling, como una interacción entre quienes imponen normas y aquéllos que intentan violarlas, siendo necesario estudiar ambas partes para entender el proceso. En la actualidad, gran parte de la criminología europea y norteamericana podría situarse en el marco de una perspectiva realista crítica, teniendo las siguientes características principales: -
un interés preferente por los problemas criminológicos concretos para cuyo análisis recurre a distintas teorías de las disponibles en la criminología.
-
reflexión y análisis crítico del Derecho penal debido a su uso intensivo por parte de las sociedades y los gobiernos.
-
y análisis de las nuevas experiencias de castigo comunitario, tales como la mediación etc...
Además, la criminología crítica se caracterizó en el pasado y se sigue caracterizando por un cierto compromiso político con los grupos y sectores más débiles y desvalidos de la sociedad. Una de las más recientes y destacadas aportaciones a la reflexión criminológica crítica es la obra de DAVID GARLAND10 titulada “La cultura del control.” Se trata de una aproximación socio-histórica, en la que Garland repasa los grandes factores y planteamientos sociales, económicos, culturales, penales y criminológicos que han ido conduciendo el devenir de las políticas criminales desde la modernidad hasta nuestros días. Se trata de una obra compleja y comprensiva y, por ello, difícil de resumir en unas pocas líneas. Uno de sus argumentos centrales es la actual dominancia del populismo punitivo como base de las políticas criminales, a partir de un entramado de factores como la prioridad de las necesidades y deseos de las víctimas, la globalización de las comunicaciones que permite irradiar de modo inmediato y amplificado la información sobre la violencia y la delincuencia, el aumento del miedo al delito, el declive del ideal de rehabilitación, el tono altamente emocional de las demandas de punición, la idea de la protección pública como prioridad, la privatización creciente del control del delito, etc.
10
Lecturas 4 y 5 Sociología del Derecho
TEMA 4: TEORÍAS PSICOLÓGICAS. 1. APORTACIONES DESDE EL PSICOANÁLISIS. FREUD apenas se ocupó del crimen. Tal vez la referencia expresa y más significativa al mismo se encuentra en un conocido pasaje que relaciona ciertos comportamientos delictivos con un poderosos sentimiento de culpa; sentimiento inconsciente derivado del complejo de Edipo, que precedería y explicaría la propia comisión del hecho criminal; sería pues, la causa de éste, no su resultado. No obstante, el pensamiento de Freud tiene gran interés para la Criminología porque aborda aspectos y dimensiones del hecho delictivo con singular fortuna. a) Para Freud todo acto humano tiene un sustrato y connotación sexual profunda. La libido constituye la energía vital primaria del hombre, motor y referencia obligada de su comportamiento (pansexualismo). Freud potencia significativamente el papel de los instintos. A su juicio, pugnan en el individuo dos instintos contrapuestos que polarizan su existencia. Una fuerza positiva, básicamente sexual (el eros) y una fuerza negativa, de destrucción (tánatos). Dicha teoría freudiana de la destructividad o agresividad innata del individuo ofrece una sugestiva hipótesis explicativa de determinadas manifestaciones delictivas (violentas). b) Según Freud, la personalidad del individuo sigue una evolución paralela a la del instinto sexual. Hasta el punto de que la libido se va localizando progresivamente en diversas partes del cuerpo humano (zonas erógenas) haciendo de éstas, durante cada fase, el centro de interés del hombre. Las fases de desarrollo son: la oral (primer año de vida); la anal (segundo y tercer año; se configuran las tendencias activas o pasivas del individuo); la fálica (3-5 años; aparece el complejo edípico; el instinto sexual auto-erótico se orienta a los padres); la de latencia (entre los 6 años y la pubertad; atenuación del impulso sexual correlativo al desarrollo de las normas morales); y la genital (parte de la adolescencia; significa plenitud sexual). Según la teoría psicoanalítica, problemas o disfunciones en el curo natural de las cinco etapas del desarrollo de la libido determinarían la fijación del individuo en una fase o estadio anterior, bien por frustración, bien por exceso de gratificación, con la consiguiente traducción psicopatológica en su vida adulta. Tales fijaciones y regresiones explicarían, además, algunos comportamientos delictivos. Así, los individuos cuya evolución sexual se detuvo en la etapa oral, serían propensos a delitos de expresión verbal y a conductas como el alcoholismo (la boca es el centro del placer en esta fase inicial del desarrollo de
la libido). Los que se fijaron en el estadio anal, lo serían a delitos contra el patrimonio (en las simbolizaciones características del pensamiento psicoanalítico la facilidad con que el ladrón gasta lo que consiguió fácilmente se equipara al placer que obtiene el niño al defecar). Por último los sujetos fálicos tienden a la comisión de delitos sexuales porque no son capaces de orientar su capacidad sexual a la reproducción, sino al placer propio. En la teoría psicoanalítica el complejo de Edipo ocupa un lugar estelar por su estrecha relación con la neurosis y el sentimiento de culpa. Muchos delincuentes jóvenes lo son, según Freud, porque no han resuelto su problema edípico. El individuo que no fue capaz de superar éste, experimenta una necesidad de castigo con la que persigue un alivio psíquico de su complejo de Edipo por el odio a la figura paterna. Pero la aportación más significativa de Freud reside en la trascendencia que atribuye al inconsciente su famosa “división topográfica del psiquismo” (preconsciente, consciente, inconsciente), así como en el descubrimiento del aparato intrapsíquico y sus instancias (yo, ello, super-yo). 1. Freud potencia al máximo la función del inconsciente en el proceso mental. El inconsciente es la parte trascendental del psiquismo humano: la parte sumergida, invisible del iceberg que configura el sector más vasto y en muchos sentidos poderoso de nuestra mente. La acentuación del inconsciente implica, en el plano criminológico, la tesis de que todo delito tiene alguna motivación profunda, oculta para el propio autor, inconsciente. 2. Filosóficamente, la trascendencia que Freud atribuye a las fuerzas inconscientes convierte al individuo en mero instrumento, símbolo o reflejo de las mismas. Pugna con la concepción clásica del libre albedrío. Habla a favor de las tesis deterministas. La clave se halla en el inconsciente del autor que se expresa de forma indirecta, simbólica. 3. El llamado aparato intrapsíquico o división dinámica de la personalidad, merece especial consideración. Freud distingue tres instancias mentales: -
El ello: estructura básica y primaria. Integra los componentes naturales e involuntarios de la vida del individuo: impulsos innatos o instintos sexuales y agresivos. Se rige por el principio de placer.
-
El yo: se sitúa entre las demandas del ello y la realidad exterior intentando satisfacer las exigencias del mismo pero asegurando la estabilidad del individuo. Se rige por el principio de realidad y su actividad puede ser consciente, preconsciente e inconsciente.
-
El super-yo: capitaliza los valores morales inducidos socialmente a través de la identificación con los padres. Sede de las fuerzas represivas que generan autocrítica y culpabilidad, actúa sobre el yo para que éste inhiba los deseos más intolerables. Se rige por el principio del deber.
Según Freud el equilibrio de estas 3 instancias asegura la estabilidad psíquica del individuo, sus disfunciones, desajustes o falta de sincronización y armonía, los diversos procesos patológicos. Es lógico que la doctrina psicoanalítica utilice como hipótesis explicativa del delito la ausencia del super-yo. O que conceda vital importancia al concepto de neurosis. El crimen sería consecuencia bien de un fracaso en la interiorización de las normas y valores convencionales, bien de una mala estructuración del yo, incapaz de controlar las fuerzas instintivas del ello y las exigencias sociales del super-yo. A. AICHORN es probablemente el primer autor que aplica un esquema psicoanalítico puro al análisis de la delincuencia juvenil. Su aportación más destacable consiste en haber introducido en la literatura psicoanalítica el concepto de “delincuencia latente” (el desarrollo de algunos niños no sigue un curso normal, continúan siendo asociales o simulan su adaptación generándose así la delincuencia latente, la cual se dará en personalidades que reclamen una gratificación inmediata de sus instintos, que antepongan sus exigencias propias a las de los demás o satisfagan aquéllas sin atender al criterio de lo bueno y lo malo. La doctrina psicoanalítica inglesa, representada por J. BOWLBY y sus compañeros, ha seguido unas coordenadas propias. Bowlby concede una singular relevancia criminógena a la experiencia infantil de privación o separación de la madre. La hipótesis de Bowlby fue inmediatamente contestada por sociólogos (Wootton) y psicólogos (Andry, Clarke…). ANDRY pondría de relieve la necesidad de analizar la experiencia infantil de separación, tanto de la madre como del padre o de ambos. A su entender, el número de casos de privación materna detectados por Bowlby en el grupo delincuente no sólo no sería significativo, sino todo lo contrario. Demostraría que la privación materna apenas influye en la mayor parte de conductas desviadas. La hipótesis de Bowlby, según Andry, exagera la importancia de lo
que no representa más que un reducido subgrupo del total de la población criminal.
2. LAS TEORÍAS DEL APRENDIZAJE. 2.1. EL APRENDIZAJE SOCIAL EN BANDURA. Según BANDURA el comportamiento criminal es comportamiento aprendido. Si exceptuamos los reflejos elementales, las personas no están equipadas con un repertorio innato de conductas. Tienen que aprenderlas. Las pautas de respuesta nuevas pueden adquirirse por experiencia directa o por observación. Ahora bien, Carece hoy de sentido propugnar un ambientalismo radical o un constitucionalismo extremo: “Naturalmente los factores biológicos juegan un papel en el proceso de adquisición: los factores genéticos y hormonales afectan al desarrollo físico y éste a su vez, puede influir sobre las potencialidades de la conducta”. “Las personas no están impulsadas por fuerzas internas, ni en manos de los estímulos del medio. El funcionamiento psicológico se explica, más bien, en términos de una interacción recíproca y continua entre los determinantes personales y ambientales”. Pero el dato que especifica y diferencia el enfoque de Bandura es su concepto de aprendizaje (vicario u observacional, modelado). Para fundamentar su tesis, contrapone Bandura el aprendizaje operante y el aprendizaje social, analizando lo que denomina determinantes antecedentes, determinantes consecuentes y control cognitivo. Aun sin restar importancia al condicionamiento de evitación que rige los procesos de socialización, la teoría del aprendizaje de Bandura descansa sobre el mecanismo del modelado, observación o aprendizaje vicarial. Éste es indispensable para la propia supervivencia humana. Abrevia, acorta, el proceso de aprendizaje y permite asumir la experiencia de los demás (observación en cabeza ajena), haciéndola propia, sin necesidad de acudir a un tedioso sistema de ensayo-error con el riesgo y los costes inherentes a éste. Las consecuencias externas regulan en buena medida la conducta del hombre. Pero el hombre guía sus acciones, en parte, basándose en consecuencias que crea por sí mismo, esto es: las consecuencias vicarias y las autoproducidas.
El aprendizaje vicario acentúa el rol de la observación de las consecuencias del comportamiento de los demás, sirviéndose de los conceptos de esfuerzo vicario, refuerzo vicario, castigo vicario, etc. Se parte, pues, de la hipótesis de que el individuo puede comprobar a menudo en la vida diaria, las acciones ajenas, observando cómo son recompensadas, castigadas o ignoradas. A través de la observación de los éxitos y equivocaciones de los otros adquiere una experiencia propia, aprende. La observación del éxito de un comportamiento ajeno, por lo general, incrementará la tendencia a actuar en el mismo sentido, mientras que la observación del comportamiento que se castiga producirá el efecto opuesto. El refuerzo vicario se produce cuando el individuo vigoriza la tendencia a realizar una conducta determinada al haber observado cómo otros eran recompensados por realizarla. - El denominado castigo vicario es otro de los mecanismos de aprendizaje social. Con él se lleva a cabo el efecto inhibitorio de ciertas conductas a través de la observación de sus consecuencias negativas en los demás. Su impacto ha sido muy estudiado a propósito de la agresión de comportamientos violentos. Dado que el sistema de sanciones legales descansa en buena medida, en los efectos inhibitorios del castigo ejemplar, Bandura reitera el eventual impacto criminógeno de un clima generalizado de infracción e impunidad: la observación de transgresiones que no se castigan11 tiende a aumentar la aparición de la conducta prohibida en los observadores . De todo ello desprende Bandura que atendiendo a los éxitos y a los fracasos de los demás el individuo modifica sus propios pensamientos, sentimientos y acciones. -
2.2. TEORÍA DE FELDMAN. El modelo de aprendizaje social de FELDMAN es un modelo complejo e integrado, porque según el autor, en los diversos momentos del proceso de aprendizaje social intervienen factores genéticos, situacionales y conductuales. La adquisición y el mantenimiento de la conducta delictiva se hallan en función del peso específico e interacción de las citadas tres variables:
11
-
la predisposición individual (variable genética) fundamentalmente en la adquisición de las pautas criminales.
-
los factores situacionales (variable labeling) afectan ante todo al mantenimiento o perpetuación de la conducta infractora.
Posible paralelismo con las ideas de BROKEN WINDOWS
incide
-
las variables de aprendizaje (clásico, operante, observacional, etc.) son los factores criminógenos por excelencia, interactúan con los anteriores y despliegan su acción tanto en el momento adquisitivo del modelo criminal como en el de ejecución de la conducta infractora y mantenimiento del estatus criminal.
En cuanto a la predisposición individual, Feldman asume la teoría de la personalidad de Eysenck . La socialización exitosa, a su juicio, dependerá e un óptimo encuentro de las técnicas pedagógicas adoptadas y los atributos de la personalidad del individuo. La teoría del aprendizaje de Feldman distingue dos supuestos: se puede aprender a delinquir y se puede aprender a no delinquir. El individuo aprende a no delinquir debido a la socialización temprana, de modo que un entrenamiento deficiente en conductas socialmente aceptadas puede generar un repertorio dominado por actividades legalmente prohibidas. Otro mecanismo de mantenimiento de los modelos criminales es, desde luego, el refuerzo que deriva de los propios actos antisociales. Prueba de la importancia de la observación como mecanismo de aprendizaje social es el papel relevante que Feldman asigna a la televisión como procedimiento adquisitivo de modelos criminales violentos. “La televisión es un tutor estupendo. Enseña cómo agredir y en consecuencia describe el valor funcional de la conducta agresiva”. Las variables situacionales operan fundamentalmente una vez adquirido el modelo criminal, decidiendo la ejecución del comportamiento aprendido y la conservación o perpetuación de dichos modelos. Las variables situacionales precipitan la comisión, dando la señal oportuna. Ello sucede tanto en los delitos contra el patrimonio como en los delitos contra la vida.
2.3. TEORÍA DE AKERS. La teoría del aprendizaje social incluye 4 constructos principales: (Akers,1997) 1. ASOCIACIÓN DIFERENCIAL : es aquel proceso “mediante el cual uno es expuesto a definiciones normativas favorables o desfavorables a la conducta ilegal”. Se traduce en la directa asociación o identificación con otras personas que actúan ilícitamente, ya sean cercanas al individuo o lejanas a él (identificación con deportistas, actores, famosos o a través de mass media..). Las asociaciones
diferenciales –favorables o contrarias a la conducta desviada- pueden producirse en los grupos primarios (familia,escuela) como en los secundarios y de referencia.. Tendrán una mayor influencia sobre las personas aquellas asociaciones diferenciales que poseen mayor frecuencia,mayor duración, mayor prioridad y mayor intensidad, es decir, las provenientes de las relaciones más importantes para el individuo. 2. DEFINICIONES : son “los propios significados o actitudes que una persona vincula a determinada conducta”. Se trata de racionalizaciones y de actitudes morales o evaluativas que orientan los comportamientos y los valoran como adecuados o inadecuados, como buenos o malos, justificables o no justificables...según akers estas definiciones pueden ser de dos clases : Generales, suelen consistir en creencias morales o religiosas, valores y normas, que acostumbran a ser favorables a la conducta pro-social. “no se debe robar”, “hay que trabajar o ir al colegio” . Específicas, orientan conductas concretas. Ejemplo, pueden haber personas que tengan firmes convicciones en contra del tráfico y consumo de cocaína, y sin embargo consideran que el consumo esporádico de cocaína (sábado noche, trabajo duro) es un comportamiento aceptable. El comportamiento humano según Akers guardaría una mayor relación con las definiciones específicas que con las generales, y la conducta delictiva operaría sobre todo a partir de creencias específicas. Las definiciones pueden influir sobre la conducta también de dos formas : i)
Cognitivamente : ciertas definiciones pueden hacernos más complacientes y tolerantes ante las oportunidades delictivas que se presentan, con argumentos como “yo no he robado la cartera sino que me la he encontrado tirada, así que para que se la quede el policía me la quedo yo..”
ii)
Conductualmente : las creencias o definiciones pueden precipitar algunos comportamientos delictivos, operando como estímulos facilitadores. Si alguien tiene la creencia o convicción de que le están pagando una miseria por su trabajo, esta convicción podría precipitar que si se le presentara la oportunidad de sustraer algún dinero lo hiciera.
3. REFORZAMIENTO DIFERENCIAL : es aquel proceso de balance entre los refuerzos y castigos anticipados o reales que siguen o son consecuencias de la conducta. Cuanto mayor cantidad, probabilidad y frecuencia de refuerzo obtiene una persona como resultado de su conducta delictiva, mayor probabilidad tiene de delinquir. Los refuerzos (al igual que los castigos) pueden ser de 3 tipos :
i)
NO Sociales : aquellos que provienen de estimulaciones físicas directas que producen sensaciones agradables. Ej los efectos placenteros que experimenta una persona tras el consumo de alguna droga.
ii)
Aquellos que son resultado de características individuales : aquellos que confieren a ciertos sujeos una mayor predisposición para ciertas conductas que les resultan a sí mismos ciertamente apetecibles. Ej un rasgo de personalidad denominado “búsqueda “búsqueda de sensaciones” muy presente en multitud de investigaciones sobre conducta delictiva sobre todo en adolescentes.
iii)
Sin embargo, la inmensa mayoría de los refuerzos y los castigos que experimentan los seres humanos como resultado de su conducta son producto del intercambio social : consisten en palabras, en respuestas, en la presencia de otros y en la conducta de otros, que siguen al comportamiento y lo refuerzan o lo castigan. Cuando alguien que acaba un trabajo le decimos “te ha quedado perfecto” estamos reforzando su esfuerzo y aumentando la probabilidad de que en el futuro realice tareas semejantes a ésta. Y viceversa. En resumen, todos los presentes influyen en nuestra conducta con gestos, palabras, opiniones o cualquier otra estimulación, incluida la mirada.
El autoreforzamiento : incluye todos aquellos supuestos en los que un sujeto ejerce control o autocontrol sobre su propia conducta castigándola o reforzándola. Los seres humanos somos capaces de en ausencia de otros, irnos dando pautas para detrminadas conductas y reforzándolas o castigándolas mediante la autocrítica.
4. IMITACIÓN : consiste en involucrarse en alguna “conducta tras la observación en otros de una conducta semejante”. La imitación depende de tres 3 aspectos básicos :
i)
Las características del modelo : no todos los modelos son imitados de la misma manera, con la misma fuerza. Se ha de mantener una cierta identificación con ellos como poseedores de gratificaciones a las que nosotros también aspiramos.
ii)
De las características de la propia conducta observada : es decir de nuestra capacidad para reproducirla adecuadamente. Ha de ser poco compleja y útil .
iii)
Las consecuencias observadas en el modelo : de los frutos que éste obtiene con su conducta.
Esquema del proceso de aprendizaje de la conducta delictiva : secuencia y efecto Feedback ..........................Akers (1997)
REPETICIÓN Resultado de balance entre :
APRENDIZAJE INICIAL Resultado de balance entre: • • •
Definiciones aprendidas Imitación de modelos Refuerzos anticipados
............................
• Refuerzos reales • Castigos reales En este balance influye también : • Las definiciones aprendidas, manteniéndolas o modifica..
3. TEORÍAS BIOLÓGICO-CONDUCTUALES. Refieren el comportamiento criminal a la socialización del individuo y dicha socialización a procesos de condicionamiento. 3.1. TEORÍA DE EYSENCK. Modelo de condicionamiento de Eysenck. Según EYSENCK el comportamiento social se adquiere a través de un proceso de condicionamiento cuyo resultado final depende básicamente de tres 3variables:
•
La condicionabilidad de cada individuo: para Eysenck guarda una estrecha y significativa relación con la introversión (a mayor introversión mayor condicionabilidad). Los delincuentes por ello serán personas más extrovertidas –peor condicionadas- que la población general
•
El grado de condicionamiento
•
El modelo de condicionamiento: el modelo de condicionamiento de Eysenck reconoce que la conducta delictiva se halla fuertemente influenciada por factores genéticos, como lo está también otras variables de personalidad.
Según este autor el niño va asociando el castigo (estimulo incondicionado) a las conductas prohibidas (estimulo condicionado) y de este modo, poco a poco forma y desarrolla una “conciencia” o reacción condicionada de miedo o ansiedad llamada “consciencia moral” ante comportamientos semejantes en el futuro. Esto es, una instancia de control interno autónoma (capaz de recibir castigo desde el propio SNA), que actuará en lo sucesivo como factor disuasorio. Puede parecer poco eficaz y sin embargo no lo es, el condicionamiento explica un importante sector de la conducta socializada del ser humano. Por ello el defectuoso condicionamiento del individuo desempeña un papel decisivo en la génesis de la conducta delictiva. La calidad de los condicionamientos, el propio grado de condicionabilidad del individuo y las técnicas de educación empleadas con el mismo (permisividad vs rigidez, por ejemplo) explican que unos inhiban los comportamientos delictivos y otros no. Considera – Eysenck- más efectivo el condicionamiento clásico (por asociación de estímulos) que el condicionamiento instrumental . A su juicio el denominado condicionamiento instrumental es poco eficaz como mecanismo de disuasión contra el comportamiento criminal porque la consecuencia aversiva (pena) que sigue a aquél se aplaza considerablemente (imposición no inmediata, espacio temporal grande) con lo que se inflinge una de las reglas elementales de la efectividad del condicionamiento operante. La conducta delictiva por otra parte guarda estrecha relación con la personalidad : la variable de personalidad que más influye en el comportamiento antisocial es el mayor o menor grado de activación cortical (AROUSAL) del individuo, arousal que es más elevado en las personas introvertidas que en las extrovertidas. Pr ello los extravertidos se condicionan y sociabilizan peor que los introvertidos en rapidez e intensidad, y la predicción apunta a más elevados índices de conductas criminales en los extravertidos.
La segunda “dimensión” el Neuroticismo se asocia a labilidad emocional, inquietud e hipersensibilidad. El neuroticismo según Eysenck provoca un genuino supercondicionamiento reforzando tanto los hábitos antisociales en el extravertido como los hábitos sociales en el introvertido. Existe también una tercera dimensión, el psicoticismo : los individuos con elevada puntuación en esta dimensión exhibirían perfiles semejantes a los de un psicópata, sujetos solitarios, insensibles, inhumanos, hostiles, crueles, necesitados de sensaciones fuertes... Finalmente otra variable a tener en cuenta siempre es los factores situacionales que determinan el tipo y grado de condicionamiento. El modelo de Eysenck es rico en consecuencias para prevención de la criminalidad y tratamiento del delincuente. Para el autor el sistema educativo desempeña un rol decisivo en la prevención del delito. Una educación permisiva – por ejemplo- reduce el numero de ensayos de condicionamiento (en comparación con otra más estricta) lo que incide en la eficacia del aprendizaje. En cuanto al tratamiento del delincuente sugiere el autor tres criterios : •
•
•
La conveniencia de incidir de modo directo en el sistema nervioso del penado (mediante drogas, etc..) o con idénticos procedimientos cuando este padece alguna disfunción endocrina. Acudir a técnicas de modificación de conducta sobre la base del denominado condicionamiento operante (si bien esto pierde su eficacia cuando el recluso vuelve a su medio originario) Situar los programas de tratamiento rehabilitador en el marco de los regímenes abiertos, donde parecen ser más eficaces y operativos.
Para este autor parece obvio que existe una relación inequívoca entre comportamiento delictivo y puntuaciones elevadas en extraversión, neuroticismo y psicoticismo.
4. EL ENFOQUE COGNITIVO 4.1 TEORIA DEL DESARROLLO MORAL Y COGNITIVO : KOHLBERT Afirma que la forma en que una persona organiza sus razonamientos en torno a leyes y normas, genera patrones de conducta eventualmente delictivos. Mantiene el autor la existencia de seis estadios en el proceso de formación del
razonamiento moral del individuo, durante los cuales se perfilan sus decisiones y juicios sobre el concepto de lo justo y lo injusto de distinta manera. Tales estadios del desarrollo moral se reconducirían a 3 grandes etapas: •
La etapa preconvencional o premoral : se buscan gratificaciones inmediatas, tratando el individuo de evitar el castigo. Ej. Sujeto que no ha interiorizado las normas básicas, es hedonista. Necesita que le estén diciendo continuamente lo que está bien y mal, necesita que lo corrijan.
•
La etapa convencional : mero acatamiento formal de las reglas y respeto a la autoridad por en hecho de serlo.
•
Etapa de moralidad autónoma : caracterizada por el profundo respeto a los derechos y opiniones de los iguales y a los principios morales universales.
Clasificando los delincuentes y no delincuentes de acuerdo con su grado de evolución moral en el estadio oportuno, kohlbert y colaboradores hallaron diferencias significativas : a) La mayor parte de los sujetos no criminales pertenecen a los estadios 3º y 4º. b) Los delincuentes exhiben un nivel relativamente bajo de razonamiento moral en comparación con los no delincuentes de su mismo medio social y “background”, encuadrándose por lo general entre los estadios uno y dos (preconvencional o como mucho convencional). c) De lo anterior desprende la teoría del desarrollo moral o cognitivo que los individuos que obedecen la ley sólo para evitar el castigo o que piensan sólo en sus propios intereses (razonamiento moral característico de los estadios menos avanzados) son más proclives al delito que aquellos otros que ven en la ley un instrumento positivo para toda la sociedad y que simpatizan con los derechos de los demás. d) La mejor terapia preventiva contra el delito consiste en inmunizar al sujeto con un elevado razonamiento moral.
Crítica a esta teoría : es demasiado individualista.
4.2 DESARROLLO MORAL Y COGNITIVO Y DELINCUENCIA JUVENIL: • JURKOVICK Y PRENTICE: Estudio con muestra de 120 jóvenes institucionalizados que arrojan los siguientes resultados : -
Existe una diferencia significativa entre el desarroollo moral de delincuentes y no delincuentes. Los modos más graves de comportamiento antisocial se asocian con modos primitivos de desarrollo moral.
• HAINS Y MILLER : Estudio con 96 delincuentes juveniles y un grupo de control y sus resultados: •
Los delincuentes presentan una evolución menor en el desarrollo cognitivo y en el moral. Presentan una baja resistencia a la tentación. Dificultad para adoptar roles
GIBBS Y OTROS:
- Los delincuentes juveniles tienen dificultades para identificar la perspectiva de los otros y , por lo tanto, de anticipar las consecuencias de sus actos. • MCDONALD : -
•
Los delincuentes juveniles tiene mas dificultades para ponerse en el lugar de los otros (falta de empatía).
DODGE : -
Los niños con conductas antisociales perciben las situaciones ambiguas (aquellas que no entienden su significado)como hostiles
•
KAGAN : -
•
Los niños impulsivos tienen una mayor probabilidad de incurrir en conductas antisociales
SPIVAK Y OTROS : los niños antisociales : -
Generan menos soluciones alternativas a los problemas interpersonales.
-
Se concentran más en los medios y fines que en los pasos intermedios.
-
Prevén menos consecuencias vinculadas a su conducta.
-
No reconocen las consecuencias de la onducta de otras personas
-
Son menos sensibles a los problemas interpersonales de los demás.
TEMA 5 : TEORIAS INTEGRADORAS 5.1
TEORÍA INTEGRADORA DE FARRINGTON:
En un trabajo realizado en 1996, David Farrington presentó una teoría integradora que ha sido incluida en las denominadas “teorías de las etapas vitales”. Este autor comienza distinguiendo, al igual que lo habían hecho otros autores (Gottfredson, Hirschi...), el desarrollo en los individuos de una serie de tendencias antisociales por un lado, y por otro la concreta ocurrencia de los delitos. Se puede seguir la explicación de esta teoría a partir del esquema que aparece en el siguiente cuadro. Cuadro : Teoría Integradora de Farrington TENDENCIAS ANTISOCIALES Procesos energizantes (o motivación) - Bienes y estatus. - Excitación - Frustración/Ira - Consumo de alcohol Direccionalidad antisocial del comportamiento - Falta de habilidades convencionales para el logro de objetivos Procesos inhibitorios - Creencias y actitudes contrarias al delito - Supervisión adecuada - Empatía - Ausencia de impulsividad o de baja inteligencia
DECISIÓN DE COMETER UN DELITO *Oportunidades. *Costes / beneficios anticipados
INICIO, PERSISTENCIA Y DESESTIMIENTO DE LA DELINCUENCIA * Inicio (sobre todo por la mayor influencia de los amigos): - Aumento de la motivación - Elección de métodos ilegales - Mayores oportunidades - Mayor utilidad esperada
*Consecuencias (refuerzos / castigos) del delito que pueden modificar: - Las tendencias * persistencia : antisociales - Estabilidad de la - Y el calculo de tendencia antisocial costes/beneficio s * Desistimiento: - Mejora de las habilidades lícitas - Influencia inhibidora de la pareja - Menores oportunidades - Menor utilidad esperada
EL GRADO DE LA TENDENCIA ANTISOCIAL Según Farrington existen tres tipos de factores y procesos de los que depende que niños y jóvenes desarrollen propensiones antisociales y delictivas. En primer lugar, los procesos energizantes o motivadores de estas conductas entre los que encontraríamos : el nivel de deseo de bienes materiales y de prestigio social, sus deseos de estimulación, el nivel de frustración y de estrés y el posible consumo de alcohol. En segundo lugar se hallan los procesos que imprimen al comportamiento una direccionalidad antisocial . ello depende fundamentalmente de si el joven suele optar –como hábito- por la utilización de metodos ilícitos, como resultado de una falta de habilidades lícitas para el logro de los objetivos anteriormente mencionados. En tercer lugar, la mayor o menor tendencia antisocial dependerá también de si el joven posee o no las adecuadas inhibiciones que le alejen del comportamiento delictivo. La mayor o menor presencia de mecanismos inhibitorios internalizados (creencias, actitudes, empatía..) son el resultado sobre todo de la capacidad de los padres para realizar una adecuada supervisión educativa mediante una disciplina equilibrada. Si el joven posee una alta impulsividad, una baja inteligencia y se halla en contacto con modelos delictivos, se dificultará la internalización de los procesos inhibitorios.
LA DECISIÓN DE COMETER UN DELITO Farrington12 considera que, finalmente, la ocurrencia o no de delitos tiene lugar en la interacción del individuo con la situación concreta. Así pues, cuando se hallan presentes las tendencias antisociales mencionadas, el delito ocurrirá dependiendo de las oportunidades que se presenten y de la valoración de costes y beneficios anticipados del delito (materiales, castigos penales..). es menos probable que los individuos impulsivos tomen en consideración las consecuencias posibles de sus actos (sobre todo aquellas que se demoran en el tiempo como son las sanciones penales, etc..).
12
Survey (english) = encuestas a gran escala
INICIO, PERSISTENCIA Y DESISTIMIENTO DE LA DELINCUENCIA Farrington sitúa prioritariamente el inicio de la conducta delictiva en la mayor influencia que ejercen sobre el joven los amigos, amigos, que adquiere su punto más álgido durante la adolescencia. Esta influencia determina un aumento de la motivación para la obtención de dinero, de una mayor consideración dentro del grupo y de mayores niveles de estimulación. Aumenta también la probabilidad de que si los amigos utilizan métodos ilegales para los anteriores objetivos, el joven los imite. La persistencia va a depender esencialmente de la estabilidad que presente la tendencia antisocial, como resultado de un prolongado proceso de aprendizaje. Por ultimo se va a producir el desistimiento o abandono de la carrera delictiva ya iniciada en la medida en que el joven mejore sus habilidades para la satisfacción de sus objetivos y deseos por medios legales y aumenten sus vínculos sociales con personas no alegales o antisociales (lo que suele ocurrir en las primeras etapas de la edad adulta pasadas la adolescencia). Farrington sintetiza las ideas anteriores de la siguiente manera : “la prevalencia de la conducta delictiva puede aumentar al máximo entre los catorce y los veinte años debido a que los jóvenes (especialmente los de clase baja que fracasan en la escuela) tienen en esas edades una alta impulsividad, grandes deseos de actividades estimulantes, de poseer determinadas cosas y de mayor consideración social, pocas posibilidades de lograr sus objetivos por medios legales, y poco que perder(en la medida en que las sanciones legales son suaves y los amigos aprueban estas conductas). Sin embargo después de los veinte años sus deseos se vuelven menos imperiosos o más realistas, es más posible su logro legalmente, y los costes del delito son mayores (ya que los castigos legales son más severos y las personas más allegadas –esposas o novias- desaprueban el delito)”
La teoría integradora de Farrington (1992-1996) se basa: - Estudio longitudinal. - Datos recogidos en el Cambridge Study - Objetivo: estudiar las características propias de los individuos implicados en la conducta antisocial - Muestra : 441 chicos londinenses, las medidas se repitieron desde los 8 años hasta los 32 años.
5.2
TEORÍA DEL CONTROL SOCIAL O DE LOS VINCULOS SOCIALES DE HIRSCHI.
Se trata de una de las teorías más importantes de la criminología moderna y que más investigación ha producido en las ultimas décadas. Fue formulada por Travis Hirschi en 1969 en su obra causas de la delincuencia juvenil. El presupuesto central de la teoría del control social o de los vínculos sociales de Hirschi establece que la existencia de vínculos afectivos con personas socialmente integradas constituye el principal elemento que retiene a los jóvenes de implicarse en actividades delictivas. En esta teoría la delincuencia no es el producto de determinadas creencias u otros factores que llevan a delinquir , sino que resulta de la ausencia de creencias, de normas y de vínculos sociales que prohíban o impidan delinquir “ las acciones delictivas se producen cuando al vinculacion de los individuos a la sociedad es débil o está rota”
MECANISMOS DE VINCULACIÓN SOCIAL Hirschi considera que son 4 los elementos estrechamente unidos entre sí, que unen a los jóvenes a la sociedad y que los disuaden de cometer delitos:
• APEGO : aquel conjunto de lazos emocionales que se establecen con otras personas y que se traducen en afecto, admiración, e identificación con ellas. Es el primer lazo social que une al niño con sus padres, por tanto muy importante la variable apego en las primeras etapas de la niñez.
• COMPROMISO : define el grado en el que los individuos están ubicados o encuentran su sitio en la sociedad convencional, especialmente su relación con la escuela u otras actividades juveniles convencionales. Las personas que tienen más cosas que perder si delinquen (trabajo, posesiones, familia, amigos..) tienen más frenos a la hora de delinquir.
• PARTICIPACIÓN : nivel de implicación de un individuo/s en las diversas actividades convencionales (escolares,familiares, laborales, deportivas) establecidas socialmente. Cuanto mayor es la participación menores son las probabilidades de implicarse en conductas delictivas.
• CREENCIAS : es el conjunto de convicciones que tienen las personas favorables a los valores establecidos socialmente. en la medida en que los individuos son consonantes con su contexto social en el que se desenvuelven y consideran por ejemplo, que el respeto a la vida es un valor supremo o que no está bien apropiarse de cosa ajena, menor será la probabilidad de implicarse en actividades delictivas .
Todos estos elementos de control social se adquieren durante el proceso de socialización. Son más efectivos cuando los refuerzos se aplican inmediatamente y provienen del contexto próximo del individuo.
CONTEXTOS DE LA VINCULACIÓN SOCIAL Según Hirschi, la ruptura de los mecanismos de vinculación social informal que se han descrito (apego, compromiso, participación y creencias) puede producirse principalmente en 4 contextos de la vida de las personas: • Falta de vinculación a los padres. • Falta de vinculación a la escuela. • Falta de vinculación a las pautas de acción convencionales (familiares, educativas, deportivas....) • Falta de vinculación al grupo de iguales.
Falta de vinculación a los padres
Falta de vinculación a las pautas de acción convencionales (familiares, educativas, deportivas....)
DELINCUENCIA
Falta de vinculación al grupo de iguales. Falta de vinculación a la escuela APEGO A LOS PADRES En esta teoría se concede una especial relevancia al apego afectivo que el niño o joven tiene a sus padres.
Una de las evidencias criminológicas mejor documentadas por los investigadores es que los jóvenes delincuentes se hallan menos vinculados a sus padres que los jóvenes no delincuentes. Los vínculos emocionales entre padres e hijos vendría a ser el vehículo que facilita los procesos de socialización, a través de los cuales los hijos reciben las ideas, las expectativas y los valores paternos. El apego emocional o mejor aún la falta de apego, es según Hirschi la variable más relevante en la etiología de la conducta delictiva.
VALIDEZ EMPÍRICA Desde su formulación originaria en 1969 se han llevado a cabo numerosos estudios13 para evaluar la teoría del control social de este autor. VOLD (2002) ha concluido al respecto lo siguiente: • De los 4 mecanismos de vinculacion social propuestos por Hirschi, muchos estudios apoyan la relevancia teórica de los constructos “apego”, “compromiso” y “creencias” mientras que, de acuerdo con el grueso de la investigación, no quedaría claramente avalada como mecanismo de vinculación social “la participación”. • En muchas investigaciones se han encontrado correlaciones entre la conducta delictiva y alguna de las variables incluias en esta teoría. Sin embargo tales variables fueron operacionalizadas y medidas de muy distintas maneras, lo que no permite extraer conclusiones claras e inequívocas sobre los constructos nucleares de la teoría de Hirschi.
5.3
TEORÍA GENERAL DEL CRIMEN DE GOTTFREDSON Y HIRSCHI
También conocida como teoría del AUTOCONTROL , surge tras un importante trabajo criminológico llevado a cabo por estos autores en 1990 titulado “A “A general theory of crime”. crime”. Esta teoría combina conceptos de las perspectivas biosociales, psicológicas, de las actividades rutinarias y de la elección racional.
13
Leer Paginas 226 y siguientes..........................Garrido, Stangeland y Redondo.
GOTTFREDSON Y HIRSCHI (1990) consideran imprescindible diferenciar entre acciones delictivas (el delito como acción) e individuos con tendencias delictivas (o criminalidad como tendencia). En una sociedad las tasas de delincuencia pueden variar debido a las oscilaciones de las oprtunidades delictivas, pese a que el numero de individuos con predisposiciones delictivas no varíe. Se asume por tanto que las restricciones que impiden que un individuo delinca tienen tanto un carácter social como individual. El concepto clave de esta teoría es el autocontrol. autocontrol. Estos autores consideran que esta característica, cuya ausencia aumenta la probabilidad de delito, está presente desde la primera infancia y constituye una característica bastante estable a lo largo de la vida del sujeto. No obstante esta falta de autocontrol puede ser contrarrestada por otras características propias del sujeto o factores situacionales del entorno. LOS ELEMENTOS DEL AUTOCONTROL En general, el comportamiento delictivo produce una gratificación inmediata de los propios deseos (dinero, venganza, sexo..) gratificación que se obtiene sin demasiado esfuerzo, implica actividades excitantes y arriesgadas, requiere de poca habilidad y planificación, supone un dolor para las victimas y puede implicar un cierto dolor físico para el propio delincuente, aunque sabemos que el riesgo de detención y castigo es muy bajo. Pues bien las personas con un elevado nivel de auto-control presentan características contrarias al modo de funcionamiento delictivo que acabamos de describir: - saben diferir las gratificaciones. - Suelen ser esforzadas. - Tienden a ser prudentes en su conducta. - Desean beneficios a largo plazo - Suelen planificar sus acciones, y no son ajenas al sufrimiento de otras personas - Sopesan los riesgos de su comportamiento. En cambio los individuos con escaso autocontrol tienden a ser todo lo contrario. Todas estas características individuales (propias de la falta de autocontrol) se adaptan más fácilmente al modo de vida delictiva. Estos autores han sintetizado su concepto de Auto – control de la siguiente manera: “ en síntesis, las personas que carecen de autocontrol tenderán a ser impulsivas, insensibles, físicas (en oposición a mentales) asumidoras de
riesgo, imprevisoras...y tenderán por lo tanto a implicarse en conductas antisociales o delictivas....” delictivas....” LAS DIVERSAS MANIFESTACIONES DEL AUTO-CONTROL Es evidente que el delito no es una consecuencia automática de la falta de auto-control, sino que este puede manifestarse de formas diversas tales como la bebida incontrolada, consumo abusivo de drogas, conducción arriesgada de vehículos... LAS CAUSAS DEL AUTOCONTROL Estos autores afirman que la ausencia de autocontrol no es, en ningún caso, fruto de los procesos de maduración o socialización, tal y como proponen otras teorías criminológicas. En suma la falta de autocontrol se manifiesta en ausencia del esfuerzo activo para crearlo : “ No se conoce ningún grupo social, ya sea delictivo o no, que activamente o intencionadamente intente reducir el auto-control de sus miembros. La vida social no es mejorada por el bajo auto-control y sus consecuencias. Por el contrario la manifestación de estas tendencias socava las relaciones armoniosas de grupo y la capacidad para lograr fines colectivos. Estos hechos niegan explícitamente que la delincuencia sea el producto de la socialización, de la cultura o del aprendizaje positivo de cualquier parte “
Todos los delitos comportan un objetivo placentero y por otro lado un riesgo de sufrir castigo (ya sea social o legal). Aunque existe poca variabilidad individual en la percepción de las consecuencias gratificantes, esta variabilidad es elevada en la capacidad para calcular las consecuencias negativas del comportamiento. Es decir, aunque la gente desea poseer más dinero, no todos temen por igual las consecuencias derivadas del robo. Entonces ¿cómo es posible prevenir la delincuencia? Según estos autores existen 2 importantes fuentes de desviación: • las diferencias individuales entre los niños en el grado en que manifiestan rasgos característicos de la falta de autocontrol. • Las diferencias que existen entre los cuidadores o educadores de los niños en su capacidad para reconocer y corregir la falta de auto-control.
“Obviamente, no sugerimos que las personas son delincuentes natos, que nacen con un gen criminal o heredan algo parecido, por el contrario, explícitamente rechazamos tales planteamientos. Lo que nosotros sugerimos es que las diferencias individuales pueden tener un impacto sobre los planteamientos necesarios para lograr una socialización efectiva (o control adecuado). La socialización efectiva es, pese a todo, siempre posible, con independencia de la configuración de los rasgos individuales” VALIDEZ EMPÍRICA En general, existe amplia evidencia criminológica que relaciona las variables impulsividad y conducta delictiva (SIEGEL 1998). El rasgo impulsividad puede discriminar entre delincuentes reincidentes y no reincidentes. Incluso en algunos estudios las medidas de auto-control han resultado han resultado buenos predictores de la futura conducta ilícita de muestras de jóvenes en distintas muestras culturales y raciales. Pese a todo, la teoría del autocontrol ha recibido las siguientes críticas importantes: • La teoría puede resultar tautológica. Esta crítica se basa en la explicación que supone que todos los que delinquen lo hacen por falta de auto-control y paralelamente argumentar que aquellos que carecen de él, cometen actos delictivos. • Diferencias individuales / contextuales. La teoría presta poca atención e importancia a la presencia de factores culturales, ambientales o económicos en su relación con el delito. • Creencias morales : ignora las influencias de las creencias individuales sobre la conducta (algo fundamental para Hirschi) • La teoría presupone la estabilidad a lo largo del tiempo de ciertos rasgos individuales. Sin embargo existe abundante investigación sobre el desarrollo evolutivo que contradice esta supuesta estabilidad. • Diferencias transculturales : la teoría asume una serie de estereotipos muy norteamericanos de lo que constituye o no una conducta de riesgo o ilícita. Por ello Gottfredson y Hirschi reiteradamente mencionan como comportamientos ilícitos fumar o
mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Es evidente que esta perspectiva limita culturalmente la teoría.
TEMA 7: LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN LA CONDUCTA DELICTIVA JUVENIL. 1. INTRODUCCIÓN. La familia el contexto más importante. Por familia entendemos la unión de personas que tienen una razón de parentesco y que suelen convivir en el mismo hogar. Además, en el caso de que haya hijos, es el agente de socialización más importante porque en la familia se trasmiten normas culturales y sociales. Desde un punto de vista antropológico, podemos decir que la familia española es una familia nuclear y neolocal, es decir, que suele estar formada por la pareja o un progenitor con los hijos que viven en el mismo hogar. Debido a los cambios en la sociedad occidental, las familias son donde las transformaciones se iniciaron más tarde y en el caso de España estos cambios han sido más acelerados. Entre los cambios familiares más importantes que se han sucedido en España, destacan los siguientes: - Incorporación de la mujer al mercado laboral. - Reducción del tamaño de la familia. - Descenso de la nupcialidad y aumento relativo de la cohabitación. - Descenso de la natalidad. - Aumento del número de separaciones y divorcios; así como de segundas nupcias. - Aumento de familias monoparentales. Ha habido transformaciones a nivel social y económico que también afectan a las familias y las formas familiares. Básicamente porque hay una nueva forma de entender las relaciones personales y sociales; las cuales están más basadas en la autonomía y el individualismo.
2. FUNCIONES DE LA FAMILIA. Actualmente se dice que la familia como agente de control social está en crisis. Ha dejado de ser la principal fuente de apoyo y de control social. Esta pérdida de ese valor de la familia se ha asociado tradicionalmente con la aparición de la conducta antisocial. Las funciones básicas de la familia con respecto a los hijos son cuatro: 1. Hacer posible la supervivencia de los hijos. Son responsables de que el niño crezca adecuadamente y sea socializado correctamente en conductas básicas de comunicación y simbolización.
2. Dar a los hijos un clima de apoyo y afecto para un adecuado desarrollo psicológico. 3. Estimular a los niños para el desarrollo de su capacidad para relacionarse con el mundo social y físico que le rodea. 4. Inclusión de los hijos en otros contextos diferentes del familiar, como puede ser el escolar. La familia es un sistema con un continuo intercambio con el entorno y consigo misma. Van a influir en ella diferentes fuerzas: - Interacción de la familia con su entorno social, físico, económico y político. - Grupo social al que se pertenece (étnico o religioso); van a influir en los valores y normas que se tienen en la familia. - La propia personalidad de cada miembro de la familia. - Maduración biológica de los miembros de la familia. - Estructura interna y organización de la familia. 3. ANTECEDENTES FAMILIARES DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL. La familia en la investigación, tradicionalmente se ha asociado a la aparición y desarrollo de la conducta antisocial. Es importante tener en cuenta los antecedentes familiares porque: · Hace posible elaborar modelos causales respecto a la conducta antisocial. · Permite identificar a niños que están en alto riesgo social. · Permite desarrollar programas de intervención. La mayoría de modelos teóricos introducen a la familia, pero la influencia exacta de la misma en la conducta antisocial es difícil de estimar. Las variables que se suelen tener en cuenta son: - Hogares rotos. - Alguna característica negativa de los padres (alcoholismo, psicopatía…). - Relaciones poco afectivas tanto entre padres como entre padres e hijos. - Falta de supervisión de los padres o uso de prácticas educativas inadecuadas. Según Triana y Rodrigo, las características que suelen presentar los padres de niños antisociales son: o Un número considerable de los niños procede de familias rotas. o En un alto porcentaje, los padres tenían o habían tenido contacto con algún tipo de drogas (normalmente con el alcohol). o Suele haber presencia de malos tratos, abuso y abandono.
o Las prácticas disciplinarias de la familia de origen de los padres suelen ser incoherentes, con excesivo control o bien abandono y negligencia. o Suelen vivir en situación continua de estrés. o Respecto a la personalidad de los padres, son personas inseguras, depresivas, con alto grado de dependencia y baja autoestima y excesiva tendencia a trastornos psicopatológicos y al retraimiento social. o Si son los padres varones los que tienen algún tipo de problema, suele darse una pérdida de su rol tradicional de autoridad que es asumido por la madre. o Si la que presenta el problema de conducta es la madre, el grado de desestructuración familiar es mayor, porque quien asume el cuidado de los hijos es la familia extensa, no el padre. o También presentan en ocasiones problemas físicos y psíquicos con pérdida de la capacidad laboral y por tanto adquisitiva.
4. PSICOPATOLOGÍA Y ANTECEDENTES DELICTIVOS DE LA FAMILIA. En numerosas investigaciones se ha documentado que tanto la conducta delictiva como el abuso de drogas de los padres se relaciona con la conducta antisocial de los hijos. Los estudios longitudinales han puesto de manifiesto que hay transmisión intergeneracional de la conducta delictiva y de la agresividad; pero no sólo en los padres sino que la transmisión puede llegar hasta los abuelos. Las principales consecuencias de la exposición de los menores a las conductas drogodependientes de los padres son: 1. Presencia de problemas de conducta como alteraciones psicosomáticas o psicopatológicas. En chicas es más común la depresión y la ansiedad, y en los chicos la aparición de conducta inadaptada o antisocial. 2. Pérdida de motivación por los estudios bien por falta de apoyo de los padres o bien por el estrés por los conflictos de la familia. 3. Búsqueda de apoyo entre el grupo de pares. 4. Alteración de la autoimagen, se percibe de forma muy negativa. 5. Muestran mucha inseguridad; autoestima muy baja. 6. Problemas afectivos como labilidad emocional y retraimiento social. 7. Perciben su ambiente familiar de forma muy negativa; lo perciben de forma menos cohesiva aún de lo que es. 8. Sentimientos negativos hacia los padres como figuras de autoridad (no les hacen caso). 9. Los menores se caracterizan por patrones de conducta inadaptada, porque el clima de hostilidad en la familia es muy alto, porque los
patrones educativos son muy incoherentes o muy rígidos, y cuando es la madres la que es drogodependiente suele acentuarse toda la problemática, con un escaso vínculo entre madre e hijo. Las áreas más afectadas en el desarrollo de los hijos con progenitores que abusan de drogas o con conductas delictivas son: - Área escolar. - Acaban consumiendo sustancias. - Problemas de relaciones sociales. - Problemas afectivos y emocionales. - Comportamientos hiperactivos, agresivos, anti-sociales o delictivos. - Desarrollan el locus de control externo (la culpa de todo la tienen los demás).
5. EFECTO DEL TAMAÑO FAMILIAR Y ORDEN DE NACIMIENTO. En general existe correlación positiva entre el tamaño familiar, el orden de nacimiento y la conducta antisocial. Aunque hay que decir que ningún estudio explica con suficiente amplitud los efectos concretos del tamaño ni del orden de nacimiento sobre la conducta antisocial. Hay variables como los estilos de educación, el cariño manifestado por los padres, la comunicación familiar, etc. que están más relacionados con la conducta antisocial que el tamaño o el orden de nacimiento. Lo que sí parece cierto es que un tamaño familiar elevado se va a asociar con la conducta antisocial. La explicación es que el gran tamaño familiar implica un aumento significativo del estrés y la privación económica. Además esto tiene relación significativa entre criminalidad paterna, tamaño familiar y delincuencia. Otras desventajas familiares relacionadas con la asociación entre gran tamaño familiar y conducta antisocial son: que las madres suelen ser muy jóvenes; que ambos progenitores suelen tener bajo nivel educativo; que suele haber escasez de ingresos económicos; conflictos conyugales; y muchas veces dependencia de los Servicios Sociales. Hirschi afirma que el tamaño familiar elevado se relaciona con la conducta antisocial de los hijos porque la capacidad de los progenitores para educar a sus hijos es menor, porque el tiempo y las fuerzas disponibles también son menores. Respecto a la relación entre orden de nacimiento y delincuencia el estudio de Glueck y Glueck encontró suficiente apoyo para afirmar que la conducta antisocial aparece con más probabilidad en los hijos intermedios; así mismo encontraron que el aumento del tamaño familiar hace aumentar la delincuencia.
6. PROCESOS DE DESESTRUCTURACIÓN FAMILIAR. Son muchos los factores socioeconómicos que explican el aumento de divorcios y separaciones, como la incorporación de la mujer al mercado laboral con la consiguiente mejora económica de su situación. También es importante el cambio en la mentalidad pública acerca del concepto de divorcio. Estos cambios en la estructura familiar afectan al desarrollo de los menores favoreciendo la aparición de problemas externos de conducta. También suelen ser menores con menores niveles de competencia y habilidades sociales. Además suelen tener problemas en las relaciones con los miembros de su familia y con sus pares. Pueden presentar problemas internos de conducta (ansiedad, estrés…), sobre todo en los meses más próximos al divorcio. Para que todo vuelva a la normalidad pueden transcurrir 2 o 3 años. Estos cambios familiares afectan al menor porque cambia el contexto familiar en una serie de facetas: - Hay un progenitor que ya no está en casa y eso repercute a nivel afectivo y económico. - Se alteran las pautas normativas establecidas. Suele haber un incremento de la coerción y de la incongruencia. - Disminución de las interacciones basadas en la comunicación y el afecto y de las habilidades de resolución de problemas. - Los conflictos y peleas no acaban siempre tras el divorcio sino que muchas veces aumentan por la custodia, horarios de visitas, pensión y con los derechos y deberes de los padres. La respuesta que da la familia al divorcio y cómo afecta al menor va a depender de las relaciones que se tenían antes del divorcio. Pero es muy importante también qué motivó la separación y los cambios que siguieron a dicha separación. El deterioro del clima familiar y los cambios de conducta en los padres suelen ser importantes predoctores de la futura conducta inadaptada de los hijos. Específicamente las consecuencias de estos cambios sobre la conducta antisocial, en numerosas ocasiones, es porque los chicos que delinquen proceden de familias rotas.
7. DESESTRUCTURACIÓN FAMILIAR Y CONDUCTA ANTISOCIAL. La relación entre las dos variables hay muchas investigaciones que la constatan.
Fundamentalmente el que falte uno o los dos progenitores (separación, divorcio, muerte o abandono) se relaciona directamente con la aparición de la conducta antisocial en la adolescencia y en la infancia. McCord hizo varios estudios en Gran Bretaña y Estados Unidos; dice que si se comparan niños procedentes de familias pobres, aquella muestra que provenía de un hogar roto, presentaba mayor incidencia de conducta antisocial que los que provenían de familias intactas. En sus investigaciones había una variable que modulaba la relación, y es qué provocó la ruptura en la familia. La autora dice que los hogares rotos por la muerte de los cónyuges son menos criminógenos que los rotos por divorcio y separación. Los más criminógenos de todos eran los hogares rotos por el abandono de uno de los dos progenitores. Glueck y Glueck realizaron un estudio con 500 delincuentes y 500 no delincuentes. Aproximadamente el 60% de los delincuentes procedían de hogares rotos; en los no delincuentes la cifra bajaba al 30%. Otros autores han investigado la influencia conjunta de la estructura y de las relaciones familiares partiendo de la idea de que niños que han nacido en situaciones de desventaja (hogares rotos), son los que más probabilidad tienen de manifestar conducta antisocial. La estructura familiar que con más frecuencia se asocia a problemas de conducta antisocial es la formada por la madre y el hijo, pero con una rotación continua de cuidadores auxiliares. En general parece que la monoparentalidad influye sobre la conducta antisocial porque en ella se dan las relaciones más pobres y negativas entre madre e hijo o padre e hijo. Una problemática directamente relacionada con la familia rota era la formada en segundas nupcias. En general los chicos que crecen en estas familias tienen un peor ajuste psicosocial porque están obligados a afrontar cambios importantes que afectan a las normas y relaciones familiares. Aunque también es cierto que frente a los divorcios, las familias en segundas nupcias se caracterizan por que económicamente hay una relajación de la tensión, pero normalmente los padrastros o madrastras no suelen implicarse en la relación emocionalmente con el niño, lo que afecta a las relaciones familiares. Un estudio de Anderson comparó longitudinalmente durante 2 años a 202 familias divididas en: estructura intacta, monoparentales, y segundas nupcias en las que la madre era la que contrajo de nuevo matrimonio. Los resultados afirman que la conducta antisocial de jóvenes cuyas madres
volvieron a casarse era superior al resto de estructuras. La intensidad de esa conducta antisocial era mayor durante los primeros cuatro meses tras el matrimonio de la madre. A mayor desestructuración familiar, mayor probabilidad de conducta antisocial pero el grado de dicha conducta antisocial depende del motivo que provocó la desestructuración. 8. RELACIONES FAMILIARES. La familia se caracteriza por estar formada por miembros que tienen relaciones que se presuponen estables, tanto entre los miembros de la pareja, como entre hermanos, como entre padres e hijos. Este compromiso en las relaciones es físico pero también afectivo y todo ello conduce al “clima familiar”. El clima familiar es una variable típica en los estudios de conducta antisocial porque tiene la función principal de que los hijos desarrollen sentimientos de confianza y seguridad en sí mismos. Además permite que los padres lleven a cabo correctamente la función educadora y socializadora, en los valores y normas sociales y culturales. Además del clima familiar, si estudiamos relaciones familiares y conducta antisocial hay que tener en cuenta siempre el apego, que es el vínculo afectivo que una persona establece con su sistema familiar. Es un lazo emocional que lleva consigo la proximidad y el contacto. El vínculo del apego se desarrolla desde el nacimiento, y si este vínculo es bueno permite que los niños acepten las normas y valores de los padres, además de la conducta social apropiada. En la adolescencia, el adolescente se independiza de la figura de apego, y esto puede llevar consigo conflictos importantes en las dinámicas familiares, o bien que sea un proceso paulatino. Además cuando esto pasa, el adolescente intensifica las relaciones con su grupo de iguales y puede llegar a convertirse en su sistema de relaciones central. 9. RELACIÓN FAMILIARES.
ENTRE
CONDUCTA
ANTISOCIAL
Y
RELACIONES
Los padres de jóvenes con problemas de conducta antisocial, en general se caracterizan por mantener con los niños relaciones de rechazo, poco afecto y escaso apoyo emocional. También en los estudios aparece relacionada la aplicación de castigos físicos con la falta de una identificación positiva con los progenitores.
9.1. COHESIÓN FAMILIAR Y CONDUCTA ANTISOCIAL. La cohesión se entiende como lazo emocional entre padres e hijos y entre los padres. Se manifiesta con sentimientos positivo entre los miembros y también por relaciones de cooperación. En casi todos los estudios se refleja que a mayor cohesión familiar, menor conducta antisocial. La cohesión es un protector frente a la delincuencia juvenil y es lo contrario al conflicto familiar. La percepción que tienen los menores de la falta de apoyo y de cariño se asocia con la aparición de conducta antisocial porque en un contexto emocional negativo, la probabilidad de que los padres usen prácticas educativas ineficaces, se incrementa. Al contrario, las relaciones positivas entre padres e hijos protegen a estos últimos de la delincuencia aún en condiciones económicas y ambientales muy adversas. Para algunos autores la cohesión también se asocia con la autoestima, con la obediencia, además de que estas familias suelen estar más organizadas, son más expresivas, comparten el tiempo de recreo y de ocio, se orientan más a actividades intelectuales y culturales; y los niños de estas familias suelen desarrollar un autoconcepto más positivo y un comportamiento orientado a metas además de que toleran mejor la frustración. 9.2. CONFLICTIVIDAD FAMILIAR. La conflictividad se puede estudiar desde dos perspectivas: - Conflicto entre padres e hijos. - Conflictos que afectan a la dinámica familiar en su conjunto. Respecto a los conflictos entre padres e hijos, los temas que más conflicto suscitan en la adolescencia y pre-adolescencia son: · Los amigos. · Las salidas especialmente de noche. · Las calificaciones escolares. · Los gastos. · El tiempo libre. · El modo de vestir. Además los conflictos aumentan al tiempo que la edad de los menores también aumenta. Parece que la exposición a los conflictos entre los padres afecta al desarrollo de conductas desadaptadas, antisociales y agresivas en el caso de los chicos, y a problemas de conducta internalizada en las chicas. Aunque hay factores que pueden modular estas relaciones como por ejemplo la frecuencia de los conflictos que se asocia a conductas desadaptadas tanto en chicos como en chicas.
9.3. CONSECUENCIAS DE LA EXPOSICIÓN A LA VIOLENCIA FAMILIAR. La influencia de la violencia familiar depende del nivel evolutivo del niño. En la primera infancia, los niños que son expuestos a la violencia familiar suelen presentar estrés emocional, inmadurez, quejas somáticas, regresión en el lenguaje y enuresis nocturna. Durante la edad escolar los niños son más capaces de entender las intenciones de un acto violento. Suelen pensar que ellos podían prevenirlo o evitarlo y pueden llegar a manifestar síntomas de estrés postraumático. Además pueden llegar a presentar conducta externalizada como agresión o delincuencia, o conducta internalizada como ansiedad o depresión. Durante la adolescencia, aquellos chicos que han sido expuestos a la violencia a lo largo de su vida suelen manifestar conducta agresiva. En muchos casos pueden mezclarse con pares y bandas que sustituyen a la familia de origen afectivamente. La exposición a la violencia familiar siempre lleva consigo el aprendizaje de la conducta agresiva y violenta que suele manifestarse durante la adolescencia o edad adulta. Además estos chicos aprenden las condiciones bajo las cuales la agresión puede ser aplicada en las relaciones íntimas; lo que estaría en consonancia con el ciclo intergeneracional de la violencia. Los niños aprenden que la violencia es una forma aceptable e incluso pueden llegar a aprender que es la única forma que hay de resolver conflictos, y por tanto racionalizar su uso. Los conflictos y peleas entre los padres pueden influir en el hijo con independencia de que el niño también sea maltratado; porque el niño observa malos tratos y en esa observación aprende primero la propia conducta violenta, en segundo lugar cuándo es efectiva, y en tercer lugar también aprende que es una forma de controlar a otra persona. Incluso puede ocurrir que la compasión inicial hacia la madre (si es ella la que sufre maltrato) se transforme en hostilidad llegando sobre todo en el caso de los hijos varones a agredir a su madre. En resumen podemos decir que cuanto más frecuentes sean las manifestaciones de hostilidad entre los padres, más probabilidad de que la conducta violenta se transmita a los hijos, porque la observación de modelos y de educación recibida, influye en la representación cognitiva de las relaciones interpersonales de los niños. Esta representación hace que se inclinen más a la violencia como forma de relacionarse, de hecho está constatado que los
delincuentes juveniles convictos hacen referencia a uan relación entre los padres muy conflictiva. 10. ESTILOS EDUCATIVOS Y APARICIÓN DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL. Teniendo en cuenta los estilos educativos14 también podemos recoger las relaciones familiares. Los estilos educativos o de crianza, son importantes porque se vinculan al desarrollo del niño en general y específicamente a la conducta antisocial. Hay un número considerable de lo que llamamos tipologías de familias. Las tipologías se hacen para recoger toda la variabilidad interfamiliar e intrafamiliar. Hay algunos autores que sostienen que en las familias hay patrones educativos estables y otros que sostienen que esos patrones van a depender de la situación específica, de la conducta del niño y del desarrollo del niño. Baumrind es la principal autora de elaboración de tipologías y desde el año 66 propone tres tipos de disciplina diferentes: - Estilo autoritario: se caracteriza por una manifestación muy rígida y severa del control que se ejerce sobre los hijos. Los padres suelen evaluar las conductas y actitudes de los hijos usando estándares absolutos (no relativizan nada). Básicamente los padres lo que más valoran es la obediencia, por eso restringen demasiado la autonomía del niño; son las familias que más usan el castigo físico y las prohibiciones. Normalmente los niños tienen muy pocos derechos pero muchas obligaciones. - Estilo autoritativo: se basa en la presentación de argumentos y de razonamiento sobre determinadas normas. Los padres respetan la autonomía la individualidad del niño. El objetivo de la educación es lograr acuerdos usando la negociación y la toma conjunta de decisiones. Los padres autoritativos suelen ser coherentes y consistentes y adecuan la disciplina a la realidad evolutiva del menor. Lo que intentan es promover en el niño la tendencia al comportamiento positivo, manteniendo la reciprocidad entre padre e hijo pero manteniendo claramente el rol de padre y el rol de hijo. En principio es el estilo más positivo para educar y suelen ser familias cohesivas. - Estilo permisivo: es el polo opuesto al autoritario. Hay ausencia de castigos, muy poco control por parte de los padres, se aceptan las conductas impulsivas de los hijos, se permite que sea el propio niño el que regula su comportamiento y no se exige el cumplimiento de normas. A los niños se les dan los mismos derechos que a los 14
Parenting (english): estudios sobre influencia de la educación familiar en la conducta antisocial.
adultos pero no tienen obligaciones. Este es el que abunda hoy en día. En realidad Baumrind sostiene que los estilos parentales se pueden resumir en estilos basados en la aceptación y el afecto y estilos basados en el control. El control se divide a su vez en: o Control comportamental o conductual: hace referencia a aquellas conductas de los padres dirigidas a controlar la conducta del hijo. Tiene consecuencias positivas y negativas para el desarrollo del niño. o Control psicológico: es el control de los padres al hijo influyendo en su desarrollo psicológico y emocional. Siempre tiene consecuencias negativas. Las investigaciones dicen que el control psicológico tiene un efecto muy importante en las conductas internalizadas (depresión, baja autoestima…) y en algunos casos en la conducta externalizada (delincuencia). El control conductual se asocia con conducta externalizada y también con la delincuencia. Otra clasificación de tipologías es la realizada por Maccoby y Martin. En 1983 redefinen los estilos de Baumrind y hablan del estilo democrático (el mismo que el autoritativo); estilo autoritario (igual que el autoritario anterior); estilo indulgente y estilo negligente (se asocia al maltrato y refleja el estado anímico de los padres). El indulgente y el negligente surgen de desglosar el estilo permisivo de Baumrind. BAUMRIND MAC COBY/ MARTIN Autoritario …………………………………………………………….. Autoritario Autoritario ……………………………………………………………….. Democrático Permisivo ................................................................... Indulgente Negligente AFECTO CONTROL
ALTO BAJO
ALTO Democrático Indulgente
BAJO Autoritario Negligente
Esta categorización permite diferenciar entre familias cuya permisividad tiene su origen en criterios de democracia, confianza, es decir, una orientación ideológica; de las que cuya permisividad se asocia a la falta de responsabilidad y de interés por el cuidado y protección del niño.
10.1. PAUTAS EDUCATIVAS MÁS ADECUADAS EN LA ADOLESCENCIA. -
Las que establecen normas nítidas sobre cuál ha de ser la conducta adecuada. Las que no utilizan sanciones punitivas. Las más congruentes. Las que se basan en explicaciones y en razonamiento. Las que permiten el intercambio de opiniones entre padres e hijos. Las que promueven actividades cotidianas adaptadas. Las que fomentan el desarrollo de ideas propias y opiniones en el adolescente siempre que el clima familiar sea cohesivo.
10.2. CONSECUENCIAS DE LOS ESTILOS EDUCATIVOS. Los hijos de padres autoritarios tienen un patrón de conducta que se llama conflictivo-irritable que se caracteriza por que el niño es miedoso y aprensivo, se enfada con mucha facilidad, alterna la conducta agresiva con la resentida, es melancólico y triste. Los hijos de padres autoritativos suelen tener un patrón conductual llamado energético-amistoso. Se caracteriza por que el niño confía en sí mismo, tiene un alto nivel de energía, se autocontrola, es alegre y amistoso, coopera con los adultos y soporta bien el estrés. Los hijos de progenitores permisivos tienen un patrón conductual que se llama impulsivo-agresivo que se caracteriza por que es poco confiado, tiene poca confianza en sí mismo, muestra un escaso control, es agresivo, es impulsivo y no persigue un fin. 10.3. INFLUENCIA ESPECÍFICA DE LOS ESTILOS DE EDUCACIÓN EN LA APARICIÓN Y DESARROLLO DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL. En términos generales podemos decir que las prácticas educativas severas, incongruentes, basadas en el castigo físico, las amenazas, la negligencia, la escasa supervisión, el rechazo, el abuso, el maltrato y la indiferencia se asocian con la conducta antisocial. Algunos factores de la familia como los antecedentes delictivos de los padres, las psicopatologías, los conflictos entre padres o entre padres e hijos, la desventaja social, etc. median en la utilización de determinadas prácticas educativas sobre otras. Diversos autores establecen que la disciplina muy rígida es un factor que influye en el desarrollo de la conducta agresiva y antisocial, pero llegan a la conclusión de que este efecto depende de la rigidez de la disciplina, del grupo
cultural al que pertenezca familia, del contexto de interacción entre padres e hijos y del sexo del padre y del hijo. Respecto a la influencia del grupo social y cultural, hay una variación en la relación entre disciplina física y problemas de conducta externalizada a través de diferentes grupos étnicos y culturales. No está claro de qué depende, pero parece que el significado de la conducta paterna depende de su grupo cultural. En los grupos culturales en los que el castigo físico es aceptado, la asociación entre castigo físico y delincuencia no es significativa. Sin embargo en grupos sociales en los que el castigo físico está prohibido socialmente, la disciplina física es rechazada y se considera negativa y existe correlación entre conducta antisocial y disciplina física. Respecto al contexto de interacción entre padres e hijos, sus características van a determinar la interpretación que el niño dé ala educación que recibe. Si el contexto de interacción se caracteriza por la frialdad y la falta de calidez en las relaciones, los efectos de la disciplina física pueden verse aumentados con respecto a la conducta antisocial. Pero una disciplina física que no llegue al abuso y que es admitida en un contexto cálido de interacciones puede tener un efecto menor o no tener efecto sobre la conducta antisocial. Aunque el efecto del castigo físico nunca es inofensivo. La internalización de las normas morales y sociales es efectiva cuando el castigo físico forma parte de un estilo educativo autoritativo; o cuando se acompaña de explicaciones racionales y se vincula a la situación específica. En este contexto el niño entiende que el castigo físico es posible siempre que hablemos de castigo físico dentro de un estilo autoritativo (no hablamos de palizas, sino de algo puntual). Respecto al sexo del padre y del hijo, en las díadas del mismo sexo, los efectos de la disciplina física sobre la conducta antisocial son mayores. Con relación a las actitudes que los padres manifiestan con respecto a los hijos parece que los niños agresivos y antisociales sufren manifestaciones de exasperación y rechazo frente al placer y satisfacción que manifiestan los padres de niños adaptados. Esta influencia de las actitudes es más importante en las madres. El apoyo paterno se asocia al ajuste social de los jóvenes y a la prevención de la conducta antisocial. De hecho, una alta percepción de rechazo y una baja percepción de calor en la relación padre-hijo, se asocia con la delincuencia. Posiblemente porque el rechazo dificulta la internalización de la norma social porque el niño no se identifica con sus padres ni tiene buena relación con ellos.