CONTEXTO EDAD MEDIA ESPAÑOLA Los historiadores generalmente asocian el comienzo de la Edad Media en el Occidente con la fragmentación del Imperio Romano en el 476, año en que abdicó el último emperador romano y las tribus germánicas comenzaron a luchar entre sí por el control de los restos del antiguo imperio. En la Europa occidental la Edad Media se considera cultural y políticamente una época híbrida en la cual se perpetúan las instituciones romanas con un fuerte añadido germánico. Sin embargo, en el caso de la Península Ibérica la invasión musulmana de estas tierras en el año 711 y la larga y continua presencia islámica en ellas complican esta interpretación. Durante la Edad Media española y europea la vida económica dependía de la tierra, ya que ésta constituía la principal fuente de producción y capital. El sistema económico que imperó durante el medioevo europeo en general fue el feudalismo. La tierra la poseía la élite eclesiástica o militar, y los campesinos vendían su fuerza de trabajo a estos señores a cambio de protección y del derecho a quedarse con un porcentaje de lo que producían. Las relaciones que se establecían entre vasallos y señores eran de muy diversa naturaleza, pero siempre respondían a los intereses económicos del dueño de la tierra. Sin embargo, el largo proceso que supuso recuperar las tierras en poder de los musulmanes por los reinos cristianos le dio un carácter decididamente particular al medioevo hispánico. En una sociedad en que la guerra era una actividad constante, el acceso a la nobleza inicialmente estaba vinculado a hechos de armas ofensivos y defensivos que los monarcas de los reinos cristianos pagaban con tierras y derechos sobre los campesinos que las habitaban. En el caso español, la incesante necesidad de fuerza militar para extender las fronteras territoriales y luego protegerlas provocó una explosión de títulos nobiliarios menores. Con el tiempo los títulos se volvieron hereditarios, y entonces los nobles les exigirán a los monarcas estatutos (llamados fueros) que certifiquen sus derechos y que los diferencien como clase social privilegiada. Pero a medida que la situación bélica de la Península se estabilice, los privilegios adquiridos por la nobleza entrarán en conflicto con el deseo de los monarcas de consolidar su poder sobre sus respectivos reinos. Estas tensiones provocarán rebeliones de la nobleza en todos los reinos hispánicos en algún momento u otro del medioevo. Por otro lado, la necesidad de poblar o repoblar los territorios ganados a los musulmanes requirió el desplazamiento de campesinos y siervos a las nuevas tierras para desarrollarlas y defenderlas. Esto motivó que los reyes también tuvieran que ceder fueros—es decir, códigos legales—a las ciudades o pueblos fronterizos en los que se establecían estos hombres comunes. Los derechos adquiridos mediante estos fueros también producirán reclamos contra la corona, los cuales se manifestarán esporádicamente desde el siglo XIII, y tendrán su manifestación más violenta en las rebeliones de los comuneros y de las hermandades contra el joven rey Carlos V a comienzos del siglo XVI. Contactos franco-hispanos Las reformas eclesiásticas promovidas desde Cluny se habían establecido definitivamente en el siglo XII y la vida monástica y religiosa de la Península Ibérica se iba pareciendo cada vez más a la de Francia, Italia e Inglaterra. Otro paso fue la creación de las nuevas universidades a principios del siglo XIII. Surgidas de las escuelas catedralicias e inspiradas tal vez en centros de estudios avanzados árabes, las universidades llegarían a dominar la vida intelectual de la Europa medieval y moderna, restándole importancia a los monasterios en su histórico papel educativo. Las primeras universidades de la Península Ibérica, en Palencia (1208 ó 1212) y Salamanca (1218) dependían de un profesorado en su mayoría proveniente de Francia e Italia o educado en esos lugares. Tras la derrota de Alfonso VIII de Castilla en Alarcos en 1195, hubo un resurgimiento de interés en una campaña coordinada contra los almohades. En 1212, ejércitos de Castilla, Navarra, Aragón y Portugal, a menudo rivales en otras ocasiones, vencieron juntos a un ejército almohade en la batalla de las Navas de Tolosa, al norte de Jaén. Esta batalla se ha señalado como un punto decisivo en las relaciones cristiano-musulmanas. De repente los reinos cristianos, en especial Castilla y Aragón, se encontraron en una situación sin precedentes: la necesidad de gobernar grandes territorios con súbditos musulmanes en poblaciones rurales y urbanas que habían sido administradas durante siglos bajo gobiernos islámicos. La política adoptada por Fernando III fue más severa: los castellanos expulsaron a todos los habitantes de Sevilla y a los campesinos que dependían de la ciudad. Los aragoneses también expulsaron a los habitantes de la ciudad de Valencia pero permitieron que los campesinos se quedaran. Alfonso X (r. 1252-1284) La figura que domina la historiografía del siglo XIII es la de Alfonso X, rey de Castilla y León. En muchos sentidos es un monarca sin igual en la Europa de su momento por sus esfuerzos de centralización burocrática y sobre todo por sus impresionantes proyectos culturales. Aunque políticamente tuvo pocos éxitos, su legado cultural fue duradero. Alfonso decidió imponer el castellano como lengua oficial para documentos jurídicos, científicos e historiográficos. Hacia 1254 supervisó la redacción del Fuero real, un código legal inspirado en el antiguo Liber iudiciorum de los visigodos. Bajo Alfonso, el Fuero realse confería como estatuto o constitución para diferentes ciudades. ( Fuero, del latínforum, era el nombre típico para este tipo de documentos mediante los cuales se concedía derechos a entidades políticas locales.) Por sus múltiples empresas culturales, Alfonso X ganó posteriormente el sobrenombre de “el Sabio”. Ya en el siglo XII se había establecido en Toledo una red intelectual entre letrados judíos y cristianos que permitió la traducción de textos fundamentales de la filosofía árabe y griega y de otras obras de índole científico, influyendo el pensamiento de Santo Tomás de Aquino (1225-74). Bajo Fernando III estas actividades siguieron siendo importantes, pero fue Alfonso
X quien promovió una renovada e intensa obra de traducción, sobre todo de textos científicos. En este proceso, el castellano siempre se había utilizado como lengua intermediaria, pero con Alfonso X, el castellano se convirtió en lengua apropiada para el discurso científico sin tener que recurrir al latín. Parece claro que, sin caer en el anacronismo, Alfonso tuvo una conciencia del valor de la lengua vernácula como elemento aglutinador de la sociedad, lo que se ha señalado como un intento de crear una “identidad nacional”. Si bien es difícil defender esta tesis en su forma más simplista, ya que la prioridad de este rey no sería la creación de una nación sino la eficiente consecución de sus ambiciones políticas en un enorme territorio, por otra parte, es cierto que, mediante el uso del castellano como lengua oficial, su empresa cultural refuerza el lugar dominante que el reino de Castilla comenzaba a adquirir en la vida política de la península. Otro punto problemático del reinado de Alfonso X es el estatus de sus súbditos no cristianos. La visión de una armoniosa coexistencia de cristianos, musulmanes y judíos se desmiente con una consideración de las ordenanzas discriminatorias de las Siete partidas o las historias antisemitas de algunos de los milagros de Las cantigas de Santa María. El hecho de que se preparara un epitafio para Fernando III en cuatro idiomas—latín, hebreo, árabe y castellano—no representa un gesto de inclusión sino una manifestación del poder del monarca sobre todos los sectores de su reino, uno de los más diversos culturalmente en la Europa medieval. El escenario para los judíos sólo empeoraría en los dos siglos siguientes y si no se molestó a los mudéjares fue porque convenían a los terratenientes como mano de obra para cultivar los campos en las zonas donde permanecían poblaciones importantes. Los siglos XIV y XV Al mismo tiempo llegan a los reinos peninsulares las nuevas tendencias estilísticas del arte europeo cristiano—el llamado estilo “gótico”—que, como el románico antes, irradian desde Francia. El apogeo del estilo gótico será en el siglo XV. Uno de sus monumentos capitales en la península es la grandiosa catedral de Sevilla. El siglo XIV en toda Europa es conocido sobre todo por la serie de epidemias masivas que a partir de 1348 asolaron las poblaciones principales de la cuenca mediterránea y grandes zonas del resto de Europa. La peste negra o bubónica provocó una aguda crisis demográfica y social en todo el continente. Se estima que murió un tercio de la población de Europa, unos 25 millones de personas. En la Península Ibérica, las zonas más afectadas fueron las ciudades portuarias mediterráneas de la Corona de Aragón y de Castilla (Sevilla, Cádiz, Cartagena), donde había grandes concentraciones de población. En las zonas rurales se notó menos el efecto de la epidemia. El propio Alfonso XI de Castilla murió a consecuencia de la peste cuando asediaba Gibraltar en 1350. En el siglo XIV también aumentaron notablemente las manifestaciones del antisemitismo, culminando en los violentos pogromos en 1391 en los que las aljamasjudías de varias de las ciudades principales del reino de Castilla (empezando por Sevilla) y algunas de Aragón, fueron atacadas por el populacho cristiano y miles de judíos murieron asesinados; otros miles sufrieron la conversión forzada y muchos decidieron exiliarse. El odio hacia los judíos fue fomentado por el rey Enrique II, que acababa de ganar el trono después de una sangrienta guerra de sucesión (13661369) y buscaba un chivo expiatorio , y también por algunos predicadores dominicos. La situación de los judíos en los reinos cristianos era muy compleja y se prestaba a tales hostilidades. Carecían normalmente del apoyo de los nobles, ya que eran súbditos directos del rey. Los reyes solían utilizar en su corte los servicios de los judíos letrados (como médicos y consejeros, por ejemplo) y como fuente de préstamos, ya que la usura era legal sólo para los judíos. En tiempos de escasez, algo muy frecuente en el siglo XIV, con la peste, las épocas de malas cosechas, y los graves problemas económicos que estos contratiempos provocaban, los resentimientos populares cada vez más se dirigían contra los judíos. En el siglo XV hubo más revueltas populares contra judíos y también contra conversos (es decir, los judíos que se convirtieron al cristianismo tras los pogromos o sus descendientes), aunque nunca tan generalizadas como las de 1391. Los conversos siguieron en los mismos oficios y carreras que sus antepasados. Además, muchos letrados educados en las universidades eran conversos, y de esta manera llegaron también a ocupar un sector significativo de la creciente burocracia real del siglo XV, una de las nuevas vías abiertas para hombres sin título nobiliario. El largo reinado de Juan II de Castilla (1419-54), el padre de Isabel, fue una época de consolidación del poder real bajo la coordinación de Álvaro de Luna, su valido (término que designa al "favorito" del monarca, el que actuaba como consejero principal). No obstante, al mismo tiempo que se consolidaba el poder real, la monarquía castellana se vio acosada por una facción noble encabezada por los llamados Infantes de Aragón, los hijos de Fernando de Antequera, el poderoso magnate castellano que había sido elegido rey de Aragón. Durante la mayor parte de su reinado, Juan II y su valido prevalecieron sobre los Infantes, aunque la facción rival consiguió finalmente que el rey abandonara a su favorito. En Castilla en la segunda mitad del siglo XV, Enrique IV, hermanastro de la que sería Isabel la Católica, sucedió en el trono a Juan II de Castilla (muerto en 1454). Pronto se formó una facción de la alta nobleza que intentó destituirlo, alegando que no era apto para gobernar, que era homosexual y que por consiguiente la hija de la reina no podía ser suya. (A esta princesa se la llamó “Juana la Beltraneja”, apodo despectivo formado con el nombre de su supuesto padre, Beltrán de la Cueva, uno de los favoritos de Enrique IV.) Cuando el joven príncipe Alfonso, hermanastro de Enrique y el que la nobleza quería poner en el trono, falleció repentinamente a los once años, la facción opuesta a Enrique abandonó su plan inicial y reclamó el trono para Isabel. Ésta llegó a un acuerdo con el rey su hermanastro sobre la sucesión, según el cual ella heredaría el trono. Éstos fracasaron ante los ejércitos de Castilla y Aragón, e
Isabel, casada con Fernando de Aragón desde 1469, se impuso definitivamente como reina de Castilla en 1479, año en el que Fernando heredó Aragón de su padre. Los Reyes Católicos Promovieron la creación de una burocracia cuyos integrantes se habían formado en las universidades. (Muchos de estos letrados eran también de origen converso.) Por último, Isabel y Fernando insistieron en nombrar a los miembros de la jerarquía eclesiástica en sus reinos, a pesar de las protestas de los papas. El éxito político de los Reyes Católicos al final fue el resultado de una estratégica manipulación de los intereses de las distintas facciones de sus reinos. Una de sus creaciones más eficaces en este sentido—y la más notoria—fue la Inquisición, para la cual consiguieron una bula del papa Sixto IV en 1478, aunque no empezó a funcionar hasta 1481. A diferencia de inquisiciones anteriores en otros lugares de Europa, la de Isabel y Fernando era novedosa porque el papa no la controlaba y los propios reyes nombraban a sus oficiales. Como las inquisiciones anteriores, el propósito de ésta era extirpar la herejía, en este caso, el supuesto mantenimiento de prácticas y creencias judías entre los conversos. La institución de la Inquisición resultó ser una de las herramientas más eficaces del poder absoluto monárquico. De hecho, la Inquisición fue la única institución establecida por Isabel y Fernando que se aplicaba a sus dos reinos por igual. Aunque se ha exagerado el número de ejecuciones llevadas a cabo por la Inquisición, se estima que varios miles murieron en las hogueras, la gran mayoría en el primer siglo de existencia de la institución. La Inquisición sirvió para provocar el miedo a la autoridad eclesiástica (y por extensión a la de la monarquía) entre todos los sectores de la población, debido a sus prácticas autoritarias—procesos secretos, torturas, y la confiscación de bienes. El poder real y eclesiástico se presentaba públicamente en el espectáculo del auto de fe (“acto de fe”) en el que los acusados eran ajusticiados ante la ciudadanía. Una de las empresas militares más importantes de Isabel y Fernando se había llevado a cabo justo antes de la expulsión de los judíos. En 1481 los reyes iniciaron las primeras campañas de la Guerra de Granada contra el último reino musulmán en la península. A lo largo de diez años, los ejércitos de Castilla fueron conquistando villas y territorios de Granada hasta la caída de la ciudad en enero de 1492. Otra innovación tecnológica que fomentó la mayor difusión de la palabra escrita fue la imprenta, una invención de mediados del siglo XV. La primera imprenta de España data de 1472, dos años antes de la sucesión de Isabel I. Para finales de siglo, había imprentas en todas las ciudades principales de la península y un vigoroso comercio de libros impresos. Uno de los primeros bestsellers fue el libro conocido popularmente como La Celestina (1499). Otro escritor que reconoció el valor difusor de la imprenta fue el humanista Antonio de Nebrija, autor de varios textos sobre la lengua, entre ellos la primera gramática de una lengua vernácula europea, publicada en 1492. El año de 1492 ha pasado a la historia española y mundial como un año mítico, definido por cuatro sucesos importantes de carácter muy diverso que ya se han mencionado: (1) la toma de Granada; (2) la expulsión de los judíos sefarditas; (3) la publicación de la primera gramática de una lengua moderna de Nebrija; y (4) el primer viaje de Cristóbal Colón. Empresas de conquista, ortodoxia, normativización y exploración, estos cuatro sucesos representan colectivamente el proyecto nacional e imperial español. Cuando murieron los Reyes Católicos (Isabel en 1504 y Fernando en 1516), dejaron una España que se proyectaba al resto de Europa y que, gracias a los viajes de Colón, comenzaba a configurar un vasto imperio trasatlántico. Se puede afirmar que la edad media entonces, abarca aproximadamente desde la caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V (476) hasta mediados del siglo XV (1453). En España inicia hacia el año 409 d.C. y finaliza con la unión de los reyes católicos, en este momento el país se encontraba dividido entre árabes (moros) y Cristianos. Para España 1492 fue un año significativo: descubrimiento del nuevo mundo , conquista de Granada expulsando de la Península Ibérica a los musulmanes. Tras la caída del Imperio Romano hasta el S. VII España estuvo integrada en la Hispania wisigothorum(Reino de Toledo). Partes de ella las dominaban los suevos, vándalos y alanos, incluso el Imperio bizantino en tiempos del emperador Justiniano I . La España visigoda aunó esfuerzos para unificarla conforme a la herencia romana y consiguió unificarla finalmente con el rey Suintila, el que expulsará a los bizantinos en el año 620. CALIFATO DE CÓRDOBA Existencia del Califato de Córdoba; principal potencia europea entre el 912 y 961, con Abd- El Rahman III. Siglo XI intensas luchas internas, llevan a dispersión del califato, en medio centenar de pequeños principados o taifas. Gobernaban en nombre de dinastías locales lo que debilita expansión árabe. La dispersión de reinos y luchas de dinastías causaron gran debilitamiento de capacidad militar y económica de cristianos. Dispersión de fuerzas y conflictos no permitían consolidación española, el Islam pasa a ocupar lugar importante. LA CORONA ESPAÑOLA No se dio la consolidación de España hasta el fortalecimiento de la Corona de Castilla. Cuando muere Sancho III, mayor rey de Navarra, en 1035. Fernando I tomó posesión de León e impuso tributos a los taifas. INVASIÓN ISLÁMICA
Durante los Siglos VII y VIII, se lleva a cabo expansión del Islamismo en España. Durante la Edad Media, se creó el Islamismo por el profeta Mahoma (610-632), lema: “el gobierno de Dios en la tierra”: una de las causas de la Invasión Islámica a España y otros países de Europa, Africa, y el Medio Oriente. El Islamismo: combinación del Cristianismo, el Judaísmo, y las propias creencias de Mahoma. Por ejemplo, se cree en Abraham y Moisés, pero a la misma vez en Jesús y en el Juicio Final. Luego de la muerte de Mahoma en 632, los árabes comenzaron sus guerras santas, o “Jihad”, batallaron por la expansión del Islamismo. En tan solo cincuenta años conquistaron a Persia, Turquestán, India, Grecia, Siria, Palestina, Egipto, Trípoli, Argelia, Túnez y Marruecos. Todo esto ocurre hasta el fortalecimiento de la Corona de Castilla, con la muerte de Sancho III el mayor, rey de Navarra, 1035 d. C. RECONQUISTA ESPAÑOLA Quien inicia la Reconquista española fue Alfonso VI, hijo de Fernando I, desarrolla política de expansión con la toma de Toledo, en 1085 d.C. además fundó el ideal de la reconquista que dominó los reinos españoles hasta expulsión de árabes, quienes fueron expulsados de Granada por los reyes Católicos, 5 siglos después definitivamente. Importante para el inicio de esta reconquista de los cristianos, la toma de Valencia por Rodrigo Díaz de Vivar “El cid campeador”. Durante el reinado de reyes católicos se produce caída del último reino musulmán. Se da expulsión de judíos y descubrimiento de América y España se convierte en potencia en occidente hacia el Siglo XVI. ASPECTOS SOCIO-ECONÓMICOS Se impone el sistema económico y político FEUDAL: El feudalismo se caracteriza por la descentralización del poder político, desde la cúspide, hasta la base. Los feudos eran tierras pertenecientes a un señor que ejercía jurisdicción sobre los territorios y sus habitantes, además de explotar sus riquezas agropecuarias. El señor Feudal debía extraer trabajo y producción suficiente de sus pueblos y aldeas. El campesino daba a su señor el diezmo acordado y no podía ser expulsado de sus tierras, aunque no le pertenecían. Los feudales ejercían las atribuciones del rey, que les habían sido atribuidas. La sociedad era principalmente rural, la mayor parte eran campesinos y el poder era heredado. Mientras el campesino pagara a su señor el diezmo acordado no podía ser expulsado de la tierra. Clases sociales, jerarquizadas: Nobleza: rey encabezaba, abajo condes, duques; baja nobleza y bajo clero: caballeros, monjes, obispos; vasallos: campesinos, soldados, siervos. A principios del siglo X Europa Occidental estaba asediada por los vikingos y árabes, parecía incapaz de organizar una defensiva efectiva. En 1347 los barcos genoveses llegados de oriente traen la peste. Conocida la “peste negra o muerte negra” acabó con el 70% de la población, que tenía aproximadamente 100 millones de personas, pero a pesar de la mortandad se repone positivamente y además al escasear mano de obra suben salarios, por consiguiente el nivel de vida de los pobres mejora. Los que no fueron víctimas de la peste disfrutaron mejores condiciones. ETAPAS: ALTA EDAD MEDIA Periodo que se extiende desde la caída del imperio romano de occidente , hasta el año 1000 aproximadamente. Época de resurgimiento económico y cultural, transformaciones del mundo romano , los distintos reinos y La cristiandad latina y los bárbaros BAJA EDAD MEDIA Baja no significa decadente, sino reciente; por oposición al alta de la Alta Edad Media, que significa antigua (en alemán alt: viejo, antiguo). Comprende entonces al periodo entre los Siglos del XI al XV. Que abarcan la época de plenitud, entre el XI y el XIII y la crisis española, en los dos últimos siglos.