Consumo Y Factores De Riesgo 0adolescencia Factores De Riesgo Y Proteccion Chile

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Mónica Lobato Concha - Psicóloga Soledad Arriagada Sánchez - Socióloga Departamento de Menores Ministerio de Justicia Julio de 2007

I. INTRODUCCIÓN Según el último Estudio Nacional de Drogas en Población General1, realizado por el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE)2, se mantiene estable la tendencia de consumo de drogas, tales como la cocaína (1,2%), la pasta base (0,6%) y los psicofármacos sin prescripción médica como tranquilizantes (3,4%), estimulantes (0,4%) y analgésicos (0,4%). Sólo el consumo de marihuana presentó un alza significativa, de un 5,3% en el año 2004 a un 7,0% en el año 2006, siendo éste el punto más alto de la serie de estudios comenzados el año 1994, en el cual el consumo marcó un 3,7%. Este aumento se presenta asociado a dos características de la población: El estrato socioeconómico y el grupo etáreo al que se pertenece. Respecto del primero de ellos, el estudio muestra que hay diferencias altamente significativas, donde el grupo de menores ingresos (menos de $200.000 familiar) presenta un consumo de 5,6%, mientras que el de mayor ingreso (sobre $1.000.000 familiar) es de un 18,8%. Este último grupo muestra un salto al doble del consumo registrado en el 2004, el que marcó un 9,2%. Por otro lado, el grupo etáreo que muestra el aumento más significativo, es el de jóvenes de 19 a 25 años, llegando a un 18,8%, seguido por la población adulta joven de 26 a 34 años, con un consumo de un 9,7%. De esta manera, se observa que la población adolescente de 12 a 18 años no es la que presenta los niveles de consumo más altos, ni el aumento 1

CONACE (2006). El CONACE es la instancia gubernamental encargada del tema de drogas ilícitas en nuestro país, dependiente del Ministerio del Interior. 2

más notable, mostrando un aumento de un 6,5% en el año 2004 a un 7,8% en el año 2006, habiendo iniciado la serie de estudios con un 6,0% en el año 1994. No obstante esta información, la sensación de la opinión pública continua siendo que son los adolescentes de los sectores marginales de nuestro país quienes presentan el mayor nivel de consumo. Junto con lo anterior, y asociado al tema de seguridad ciudadana, donde los medios de comunicación social han tenido un papel significativo, se ha puesto cada vez más en boga la inquietud de actuar sobre una probable relación entre la droga y la comisión de delitos, relación que ha puesto especial énfasis en la población adolescente. Muestra de ello, está en la incorporación en la nueva Ley Nº 20.084 sobre Responsabilidad Penal Adolescente, del tratamiento del consumo de drogas como parte integrante del plan de intervención individual en dos de las sanciones establecidas, y además de forma protagónica, bajo la modalidad de sanción accesoria, figura que, dicho sea de paso, ha sido compleja de entender, lo que ha dificultado su utilización. Bajo este contexto, las representaciones que la población pueda tener respecto del tema drogas no siempre son del todo coincidentes con la realidad. Ideas tales como que toda persona que consume drogas necesita un tratamiento, que solo los adolescentes son los que consumen drogas, que los adolescentes casi siempre cometen delitos bajo los efectos de las drogas o los cometen producto del mismo consumo, o que el consumo problemático sólo aparece cuando se tienen graves problemas o una familia no involucrada con la persona que consume, o por vivir en barrios marginales o de alta vulneración social, entre otras, suelen estar dando vueltas en el imaginario colectivo. ¿Cuánto de cierto hay en ello?, ¿Cómo se produce este fenómeno?, ¿De qué debemos

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preocuparnos?. El consumo de drogas en general, y el consumo en población adolescente en particular, es un tema que no acepta generalizaciones, por lo que es importante contar con algunos elementos que permitan aprender a distinguir. Es por ello que presentamos el siguiente documento, el que pretende ser una introducción para entender ésta temática de manera integral, considerando varias de las aristas de un fenómeno social muy complejo. En este sentido, el conocer de qué se trata y qué factores influyen en ella, específicamente cuando hablamos de población adolescente. A continuación, ponemos a vuestra disposición información básica que permita ir respondiendo, de forma cada vez más precisa, la pregunta ¿De qué estamos hablando?. II. ACERCA DEL CONCEPTO DROGA El concepto droga evoca un sinnúmero de significados, estando asociado por lo general a sustancias como la marihuana, la pasta base o la cocaína, y a conceptos como sustancias ilícitas o situaciones de alteraciones de estados de conciencia y percepción de la realidad, resultando socialmente mucho más difícil establecer su relación con sustancias legales como el alcohol y el tabaco, las que de igual forma poseen un efecto psicoactivo y la capacidad de generar dependencia La Organización Mundial de la Salud (OMS), define droga como “cualquier sustancia natural o sintética, que al ser introducida en el organismo es capaz, por sus efectos en el sistema nervioso central, de alterar la actividad psíquica y el funcionamiento del organismo”. Es posible establecer una distinción de los tipos de drogas, de acuerdo a los siguientes criterios:  



Según sus efectos: se clasifican en depresoras, estimulantes y alucinógenas o distorsionadoras. Según su origen: se pueden clasificar en drogas naturales o sintéticas. También se utiliza el tipo de precursor que le da el origen, de este modo, se distinguen las derivadas del opio (opiáceos), las del género cannabis, los anfetamínicos, benzo-diazepínicos, bebidas alcohólicas, etc. Según su status legal y aceptación social: se diferencian drogas legales e ilegales, es decir, drogas de aceptado uso social y drogas ilícitas.

Cada sociedad y/o grupo cultural, define las pautas de uso y regulaciones respecto del consumo de drogas, determinando cuáles son aceptadas y cuáles no. Así, por ejemplo, en el caso de nuestras sociedades occidentales, el alcohol y el tabaco son culturalmente aceptados, como también otras sustancias que proporcionan beneficio médico. En cuanto al concepto “drogas de uso social”3, se puede reconocer el consumo moderado o inmoderado según las situaciones, frecuencia, cantidad y efectos sobre la salud. Respecto de los fármacos, podemos establecer que utilizados bajo una adecuada supervisión médica tienen importantes beneficios para el tratamiento de distintos tipos de enfermedades. Respecto del “abuso de sustancias”4, es posible plantear que no existe uniformidad en términos sociales para definir esta condición, pero con el fin de zanjar estos aspectos, la OMS, define este término como: “el estado de intoxicación, crónica o periódica producida por el uso continuo de una sustancia”, con las siguientes características: -

Necesidad o avidez de continuar en ella y lograrla por cualquier medio. La tendencia a aumentar la dosis. La dependencia psíquica y generalmente física del uso de tal sustancia. Los perjuicios al usuario, a su círculo cercano y a la sociedad toda.

-

No obstante lo anterior, y como lo plantea Elías Neuman5, esto es poco adecuado en algunos casos concretos, puesto que la definición pierde de vista el hecho de que la sustancia ingerida entra en organismos que corresponden a personalidades psicofísicas y sociales, cuya reacción hacia y por la droga no acepta generalizaciones. La terminología que describa este fenómeno debe necesariamente hacerse cargo del fenómeno social, el espacio generacional y la patología que encierra. En este mismo sentido, y de acuerdo a lo propuesto por Edward Brecher6, es necesario plantear, en relación al efecto de una droga, que aún la más simple de ellas tiene un amplio rango 3

Concepto que se relaciona, en general, con las drogas lícitas. Bruce y Lobato. (2000). 4 Concepto que abraca drogas lícitas e ilícitas. Ibid. 5 Elías Neuman. (1984). 6 E. Brecher. (1982).

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de reacciones, dependiendo no sólo de su composición química sino también de las formas en que es utilizada, las leyes que gobiernan su uso, las actitudes y las expectativas del consumidor, las actitudes y las expectativas de la sociedad, e incontables otros factores.

Una segunda distinción que debemos realizar, es respecto al consumo. No todas las personas que consumen son dependientes a alguna(s) sustancia(s). Existen diferencias entre consumir y que dicho consumo genere problemas tanto al consumidor como a su entorno.

compulsivamente los efectos tanto físicos como psicológicos, consume aún en situaciones de riesgo para sí mismo y/o para otros, comienza a desarrollar tolerancia a la(s) sustancia(s) consumida(s)8. Por la forma de consumo que sostiene la persona, comienza a tener problemas con su entorno. Consumidor Dependiente: Alude a aquella persona que consume y que comienza a evidenciar serios problemas de descontrol hacia su conducta de consumo. Este consumidor responde positivamente a los criterios de diagnóstico9 de los manuales internacionales de clasificación CIE 10 (Consumo Perjudicial) y DSM IV (Dependencia de Sustancias).

Por ello, el CONACE utiliza la clasificación de perfiles de consumidores, donde cada uno de estos presenta características particulares en relación al compromiso que presenta con el consumo y con los problemas que dicho consumo pueda o no generar en su entorno familiar y social, esto es, su compromiso “biopsicosocial”7. Estos perfiles son:

De estos cinco tipos de consumo, los tres primeros (experimental, ocasional y habitual) son considerados no problemáticos, puesto que si bien pueden existir pautas establecidas y habitualidad en el consumo, éste no le trae mayores dificultades a la persona, la que sigue realizando sus actividades cotidianas.

Consumidor Experimental: Es aquella persona que se inicia en el consumo, generalmente acompañado de amigos, y que comienza a conocer los efectos que una determinada sustancia produce en su organismo. Por lo tanto, no conoce de calidades, lugares de venta ni gasta de su dinero en comprar. Consumidor Ocasional: Se refiere a la persona que ya ha conocido los efectos que una determinada sustancia produce en su organismo, pero que sólo consume si en una situación o evento se encuentra dicha sustancia para consumirla; es decir, no la busca, pero si la encuentra, aprovechará la ocasión y consumirá. Consumidor Habitual: La persona comienza a buscar una sustancia para consumirla; ahora distingue calidades, calcula las dosis, sabe dónde-cómo-a cuánto se compra. Este consumidor, busca activamente el consumo y gasta de su propio dinero para ello. Consumidor Abusador: El consumo se realiza a veces en grupo y principalmente en forma solitaria, la persona se vuelve selectiva de una o más sustancias, comienza a buscar

En el caso de la dos últimas formas de consumo (abuso y dependencia), nos encontramos frente a consumidores con una alta complejidad, en tanto su forma de consumo los ha disfuncionalizado en sus relaciones sociales, ya no pueden operar en su espacio social sin consumir o dejan de realizar sus actividades habituales por el consumo.

III. CONSUMO DE DROGAS Y CONSUMO PROBLEMÁTICO DE DROGAS











Este grupo de consumidores (abusadores y dependientes) son denominados “problemáticos” y es a este grupo de personas a quienes van dirigidos los programas de tratamiento, existiendo 8

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CONACE utiliza el término “compromiso bio-psicosocial” para establecer que los problemas asociados se dan no solo a nivel personal (biológico y psicológico), sino también en sus relaciones sociales (familia, amigos, escuela, trabajo, etc.).

Tolerancia: Fenómeno que se refiere a que una persona, para lograr el mismo efecto inicial que provocó una sustancia, debe aumentar la dosis o consumir más dosis seguidas para poder lograr ese mismo efecto. Algunos de los criterios diagnósticos son: Utilización de la droga en mayor cantidad o por un período de tiempo más largo de lo que la persona pretendía; las actividades relacionadas con la obtención de la droga y el consumo de la misma pasan a ser las más importantes y toman la mayor cantidad de tiempo; intoxicación frecuente; síntomas de abstinencia una vez que se suspende el consumo; reducción considerable o abandono de actividades sociales, laborales, educativas o recreativas; uso continuado de la droga a pesar de ser consciente de los problemas que ello le está causando; incapacidad de abstenerse y de detenerse; aparición de problemas físicos asociados (problemas respiratorios, adelgazamiento por no alimentarse, etc.); presencia de tolerancia.

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otro tipo de intervenciones para los demás perfiles (como por ejemplo, prevención primaria y/o secundaria, intervención psicológica, etc.).

drogas y su problemática, amortiguando o moderando la posibilidad de consumo, así como el desarrollo de una dependencia.

El tratamiento del consumo problemático de drogas impulsado por el CONACE no se refiere solamente a la conducta de consumo propiamente tal, sino que se relaciona con la integralidad de las personas, en tanto se han producido deterioros físico-biológicos, psicológicos y sociales en la persona consumidora. En este sentido, se necesita de un tratamiento integral que se implementa por un equipo interdisciplinario.

Estos factores no establecen una relación causal con el consumo de drogas, sino más bien aumentan o disminuyen la probabilidad de consumo. Los factores de protección y de riesgo actúan en forma dinámica y recíproca sobre una persona en particular.

Junto con ello, y entendiendo que los factores que han intervenido para que una persona haya llegado a esta situación son diversos, los programas implementados se deben planificar para cada individuo/a en particular, considerando además características sociodemográficas, como la edad, el género, la situación socioeconómica, el nivel de escolaridad, situación de embarazo, etc. Es así como CONACE financia programas diferenciados para: población masculina adulta, población femenina adulta, población infanto/adolescente, población Infractora de ley, entre otras. IV. FACTORES DE RIESGO Y PROTECCIÓN EN LA ADOLESCENCIA Como ya se ha mencionado, existen diversos elementos que pueden explicar el inicio del consumo de sustancias en las personas, así como su mantención. Una forma de mirar este fenómeno es a través del modelo de los factores de protección y de riesgo, el cual asume la multiplicidad y correlación de diversos factores existentes, los cuales se refieren a una serie de condiciones, características o elementos sociales, institucionales y personales que influyen en la aparición y mantención o no de la problemática del consumo de drogas en una determinada persona o población. Los factores de riesgo10 se asocian a aquellas situaciones, donde confluyen un conjunto de conductas o elementos de la persona, familia y entorno que hacen más probable el consumo. Los factores de protección son aquellos que pueden contribuir a reducir la relación con las 10

La definición de Factores de Riesgo y de Protección son los utilizados por el Plan Nacional de Drogas de España, símil de CONACE en nuestro país. Belisario Becoña. (1999).

Si bien, a continuación se presentan algunos de éstos factores, es importante reiterar que no se deben entender como elementos causales de consumo, esto es, que la presencia de alguno de ellos necesariamente significa que una persona particular caerá en el consumo. Resulta importante enfatizar que el tema de drogas es multifactorial, por lo que no debe hablarse de causas, sino de una serie de elementos que se conjugan para dar como resultado el probar una sustancia, y en algunas situaciones mantener su consumo hasta generar dependencia. Factores de la persona Estos factores se refieren a las características particulares de cada persona, es decir, carga genética, constitución física y biológica, características de personalidad, estrato socioeconómico al que pertenece, creencias y actitudes, habilidades sociales e interpersonales, conductas, situaciones de vida particulares, etc., que ponen al sujeto en una posición de mayor o menor vulnerabilidad para enfrentar las presiones hacia el consumo. Cada uno de estos factores tiene una influencia diferente según la etapa de desarrollo en que se encuentra la persona. En el caso de la adolescencia, nos encontramos con que el referente principal de identificación pasa de las figuras paternas al grupo de pares, ya sea en la escuela o en el barrio, experimentando el/la adolescente una serie de transformaciones tanto físicas como intelectuales, apareciendo muchas veces la necesidad de poner a prueba estas nuevas capacidades y habilidades. Esto en ocasiones puede llevarlos/as a buscar experiencias nuevas y/o límites para conocer hasta dónde se puede llegar (por ejemplo, conducir a altas velocidades, practicar deportes extremos o probar las drogas), enfrentando estas situaciones con una tendencia a la sensación de invulnerabilidad, en tanto creen que con sus nuevas habilidades y

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capacidades son ellos los que ahora manejan dichas situaciones.

estilo de vida particular, en las sociedades occidentales.

Es necesario resaltar que la experimentación es una forma importante de conocimiento del mundo nuevo que se abre a su consciencia, como parte del natural proceso de separación de los padres, desarrollando sentido de autonomía y adquiriendo algunas de las habilidades necesarias para funcionar efectivamente en el mundo adulto11.

De esta manera, los factores familiares se relacionan con los estilos parentales de manejo familiar, incluyendo el tipo de comunicación construida, el establecimiento de normas y el manejo de sanciones, el clima emocional familiar y la cultura en torno a las drogas.

De esta manera, existe una tendencia en esta etapa a la búsqueda de sensaciones y experiencias nuevas, así como un fuerte impulso gregario con el grupo de pares, donde la identificación con hábitos, lugares de concurrencia, vestimenta y comportamientos determinados, pasan a ser de vital importancia para el desarrollo de la propia identidad. Es así como, un concepto de sí mismo y una autoestima positivos, el aprendizaje de capacidades tales como la tolerancia a la frustración, la expresión socialmente adecuada de emociones y sentimientos y el manejo de resolución de problemas, o el desarrollo de habilidades sociales tales como la comunicación y la asertividad, y la posibilidad de asumir paulatinamente autonomía y responsabilidades acorde a la edad, son elementos que pueden transformarse en factores de protección ante el consumo de drogas.

El desarrollo y mantención de una cultura (valores, normas y pautas de conducta) de no consumo, el reconocimiento de los aspectos positivos de los/as hijos/as, pueden ser características que se transformen en factores de protección. Se ha visto que cuando los padres están involucrados en la educación y desarrollo de sus hijos/as también aportan a la prevención del consumo; hablamos de padres que saben cómo están y dónde están sus hijos/as, que mantienen el control sobre horas de llegada, comen juntos, conocen y abren el espacio a los amigos, entre otras cosas.

Por su parte, las dificultades que puedan tener los y las adolescentes para desarrollar adecuadamente destrezas y habilidades personales, así como la vivencia de situaciones que han mermado su autoestima y autoconcepto, o la baja percepción de riesgo frente al consumo de drogas y/o el manejo de poca o nula información sobre los daños o riesgos asociados a su consumo, pueden transformarse en importantes factores de riesgo.

Del otro lado, los grupos familiares que desarrollan como actividad el tráfico de drogas o bien otras actividades calificadas como ilegales, pueden implicar factores de riesgo. En cuanto a la vivencia familiar, una historia familiar que cuente con antecedentes de alcoholismo o dependencia a algún tipo de drogas, la existencia de conductas de automedicación en los padres y fomento de una actitud de valoración hacia la “solución química” que ofrecen los fármacos, también pueden ser elementos de riesgo. Una formación poco adecuada, esto es, una disciplina altamente estricta o permisiva, la ausencia de normas claras de funcionamiento familiar asociadas a sanciones inconsistentes, la poca claridad en roles y/o figuras de autoridad o el débil establecimiento de un vinculo afectivo con los/as hijos/as también pueden volverse en riesgo.

Factores de la familia

Factores del grupo de pares

La familia es el primer espacio social de inserción para la persona, siendo responsable por tanto del proceso de socialización primaria, esto es, transmitir conocimientos, creencias, valores y conductas que le permitirían a los sujetos insertarse en la escuela y en la sociedad en su conjunto. Por lo tanto constituye el principal agente formador de conductas relacionadas con un

Los amigos o grupo de pares tienen gran influencia en el desarrollo de los/as adolescentes, puesto que en su proceso de separación del mundo adulto para poder elaborar la propia identidad, los y las adolescentes necesitan identificarse entre los que sienten son sus iguales y reafirmar esta identidad frente a quienes serían diferentes, o, en otras palabras, sus “alter”. Así, el grupo de pares se transforma en el nuevo referente de identidad, actitudes y conductas.

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Botvin & Wills. (1994).

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Por otra parte, es también un espacio de aprendizaje y de compartir experiencias y conocimientos, un espacio para generar visiones alternativas a la hegemónica, de ensayo de nuevas habilidades sociales y aptitudes, y de contención, seguridad y refugio respecto del mundo adulto. En definitiva, permite elaborar una identidad social (o grupal) y, de esta manera, tener o adoptar características que los distinguen de otros (personas, grupos o los mismos adultos) lo que define su relación con la sociedad. Es tal la necesidad de mantener un espacio social de pertenencia, que el grupo tiene un fuerte impacto sobre las decisiones individuales, pudiendo tener en ciertas ocasiones, un gran poder de convencimiento sobre el sujeto, razón por la cual, algunas veces un o una adolescente esté dispuesto a realizar acciones con las que no necesariamente pueda estar de acuerdo. La pertenencia a grupos artísticos, deportivos, religiosos o que practiquen cualquier actividad que permita tener un sentido de pertenencia y usar positivamente el tiempo libre, así como el mantener una red amplia de amigos que tengan la capacidad de aceptar y acoger a personas con diferentes formas de pensar, respetando la individualidad, y que permitan la expresión de los sentimientos de amistad y cariño entre los miembros del grupo, son ejemplos de factores protectores al consumo en los grupos de pares. Por el contrario, este grupo podría transformase en un factor de riesgo cuando un/a adolescente mantiene sólo a un grupo como principal fuente de apoyo emocional y de identificación, lo que le predispone a una mayor vulnerabilidad frente a sus influencias. También puede incluirse la existencia de amigos que consuman drogas, la presión hacia el consumo por parte del grupo y/o el desarrollo de actitudes y valores grupales favorables al consumo.

porque les exige relacionarse con niños de su edad y adaptarse a nuevas normas sociales, en ausencia de los padres. En este ámbito, los factores de riesgo y protección se relacionan con las características del espacio educativo, tanto institucionales como relacionales. Son ejemplos de factores de protección, una postura clara con respecto al no consumo o abuso de drogas, un clima educativo organizado, el desarrollo de actividades que tiendan a la integración de la comunidad educativa (estudiantes, padres, profesores, administrativos, etc.), la promoción de valores educativos tales como el respeto mutuo, la solidaridad y la cooperación, el desarrollo de una relación cercana, de respeto y horizontalidad entre profesores y alumnos, entre otros. En el caso contrario, la ausencia de una política clara de prevención del consumo y abuso de drogas en la comunidad escolar, la presencia de modelos de conducta negativos en la escuela que promuevan el uso indebido del alcohol y otras drogas, la venta de droga al interior de los centros educativos o en sus alrededores, pueden ser elementos generadores de riesgo. Así mismo, instituciones educativas altamente arbitrarias e intolerantes, que tienden a excluir a quienes no se ajustan a sus normas, que promueven relaciones muy asimétricas y distantes entre profesores y alumnos, constituyen factores de riesgo al consumo para los y las adolescentes. Factores del entorno comunitario

Factores de la escuela

El ámbito comunitario se refiere al “vecindario”, al espacio donde las personas viven y desarrollan sus primeras relaciones cara a cara, fuera de las relaciones familiares, constituyendo el espacio social más cercano al individuo, donde la inserción social en las redes comunitarias y la generación de vínculos, es parte constituyente de una integración social adecuada.

La institución escolar es uno de los espacios sociales más importantes de integración, debido a que en ella se desarrolla gran parte de la socialización secundaria de los/as individuos/as, lo que determina de forma importante la relación que establecerán con la sociedad. Para las personas es significativo porque, generalmente, les ofrece la primera oportunidad de integrarse autónomamente a un grupo distinto del familiar, y

En este sentido, los factores de protección incluyen el desarrollo de una vida comunitaria activa, organizada y cohesionada, la generación de estilos de vida saludable y de relaciones positivas entre vecinos, que tiendan a la integración e inclusión social. Junto con ello, la preocupación, el apoyo social y la protección a los y las adolescentes y el facilitarles espacios de participación real, son elementos importantes. Por

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otra parte, la coordinación de la comunidad e instituciones locales en una red comunitaria que permita mejorar la calidad de vida de la población del sector, como el acceso a beneficios sociales, oportunidades sociales, laborales y educacionales, también aportan a la protección de los y las adolescentes. En la otra vereda, una calidad de vida comunitaria empobrecida, traducida en escasa organización que no favorezca un sentido de pertenencia e identidad comunitaria, disminuye la protección y las posibilidades de que la propia comunidad se haga partícipe en la resolución de los problemas que la aquejan. La existencia de problemas de inclusión e integración social o la existencia de microtráfico como forma de subsistencia, facilitando la disponibilidad y el acceso a las drogas, son elementos de riesgo que pueden preparar las condiciones a favor del consumo de drogas y su mantención. Factores del contexto social Qué duda cabe que el contexto en el que suceden las relaciones sociales entre personas se encuentra definido fuertemente por condiciones estructurales que determinan tanto a estos vínculos como a los que puedan establecerse con las instituciones sociales, instancias comunitarias u otros organismos y grupos. De esta manera cualquier análisis de fenómenos sociales no puede sustraerse de la consideración de estos elementos. La capacidad de una sociedad de ofrecer oportunidades de recreación, estudios, trabajo y de desarrollo en general para todas las personas que la conforman, junto con los valores que dicha sociedad promueve y resalta (además de la distribución social que realiza de los distintos capitales sociales), forma parte importante de los factores que inciden en el consumo de drogas. En este sentido, con respecto al capital social (económico, cultural, político) esta distribución determina las posibilidades de desarrollo en un amplio sentido para los distintos sectores sociales de nuestra sociedad y por tanto también, para las personas en particular12.

Por otro lado, también como determinación desde la sociedad normativa, se exaltan valores tales como el exitismo, la competitividad, el consumo y la inmediatez para conseguir ciertas cosas. De alguna manera esto puede condicionar un consumo de drogas en su dimensión de “muleta” o apoyo para enfrentar áreas de la vida en las cuales una persona sienta que no logra cumplir las expectativas sociales. Por ejemplo, se puede consumir para tener un mejor desempeño social y disimular la timidez, o para mantenerse despierto y poder estudiar durante la noche, etc. Las personas también pueden iniciar el consumo, buscando un estado placentero o de distracción, en este último sentido, de evasión de otros aspectos de la vida poco satisfactorios. La posibilidad de evadir preocupaciones, frustraciones y situaciones difíciles, no sólo puede relacionarse con falta de habilidades para enfrentarlas, sino también con el hedonismo y la inmediatez, valores altamente promovidos por la sociedad occidental, así como las condiciones sociales estructurales que disminuyen la posibilidad de una buena calidad de vida. Relacionado con la evasión, debemos revisar también una sociedad que promueve cada vez más, como parte de la vida, el enfrentarla mediante la utilización de una variedad de fármacos. Es la idea de las “pastillas mágicas” que alivian todos los males, los estados de malestar, dolor, depresión, etc. En este sentido, Es muy común que una persona se auto recete sustancias para diversos fines, tales como adelgazar, dormir, aumentar la concentración o reducir la angustia, sin la adecuada supervisión de un especialista. Para Ibán De Rementería13, la demanda por las drogas esta relacionada al carácter ansiógeno de la sociedad actual. Esta ansiedad aflora como sentimiento del riesgo de la catástrofe personal, producto de dos situaciones en que se encuentra el hombre contemporáneo: la exclusión del poder y la exclusión del tener. A esto podemos agregar toda la implicancia del fenómeno de las sociedades de riesgo14. 13

12

Cabe señalar que, si bien la situación socioeconómica y/o la distribución de capitales sociales no inciden en el inicio del consumo de drogas, sí lo tiene en los efectos que produce en el/la sujeto/a cuando éste está en desventaja en términos de capitales sociales, enfrentándose los efectos más dañinos y complejos frente al consumo.

De Rementería, I. (n.d.). El concepto de incertidumbre estructural asociado al de sociedad de riesgo se relaciona con la gran cantidad de riesgos que genera la propia modernidad y que no le son posibles de controlar; riesgos de tipo ambientales, sociales, técnicos, etc. Dichas contingencias son todas efectos colaterales involuntarios del mismo proyecto de modernidad industrial y son sólo posibles de manejar en 14

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En este sentido, como característica intrínseca de las sociedades actuales tenemos una importante incertidumbre estructural15 la cual deben enfrentar y aprender a administrar las personas, trayéndoles como consecuencias importantes niveles de estrés, insomnio, neurosis, abatimiento, desconcierto, entre otros síntomas. Es así como para muchas personas las distintas drogas pueden servir de efectivos estimulantes del ánimo y/o relajantes, apareciendo con ello la posibilidad de dependencia hacia esas sustancias. De este modo, el consumo de drogas puede entenderse como evasión de situaciones que no son fácilmente soportables para las personas: problemas de la vida cotidiana, incluyendo el dolor físico y el duelo ante la desgracia o la frustración. Esa sería una de las funciones de utilidad de las drogas, las que permitirían a las personas competir eficientemente en el mercado y en la vida social. Por otra parte, cabe mencionar que para algunos grupos sociales la utilización de las drogas mantiene ciertos elementos rituales o de connotación simbólica y/o gregaria, relacionados con el fortalecimiento de vínculos sociales y otros significados que los propios actores le otorguen a su utilización grupal. Podemos encontrar una amplia gama de actividades, desde la celebración o “carrete”, hasta incluso la exploración de estados de conciencia. V. COMENTARIOS FINALES De lo expuesto en este documento, es posible observar la imposibilidad de establecer relaciones de causalidad al consumo de drogas, su mantención y su eventual dependencia; la cantidad de elementos que se encuentran en juego, dentro de la diversidad de esferas que acompañan a los y las adolescentes –y a las personas en general- en su diario vivir, nos permite entender esta suerte de balanza en que se encuentran los y las jóvenes: dependiendo de cada persona, en su términos de probabilidades. En este sentido nuestras actuales sociedades imponen sobre el/la individuo/a vivencias intensas de incertidumbre, siendo todos estos riesgos imposibles de dominar para la persona particular, pudiendo sólo administrarlos en términos de probabilidad, es decir, confiar en que no ocurrirá nada excepcional. En Las consecuencias perversas de la modernidad: modernidad, contingencia y riesgo, A. Giddens Z. Barman, N. Luhmann, U. Beck; Josetxo Beriain (comp.). (1996) 15 Ibid.

contexto familiar, comunitario, escolar y/o social determinado y de la situación personal, emocional y vital en la que se encuentren. Esto es lo que hace que la situación de consumo, y/o un consumo que se ha vuelto problema, deba ser analizada en su particularidad para comprender qué es lo que ha pasado en un caso puntual y qué es lo que se necesita para realizar una intervención efectiva. Los lectores de este artículo que conozcan intervenciones o hayan revisado investigaciones respecto a temas de drogas, podrán darse cuenta que la mayoría de los programas suelen centrarse en factores personales (la relación del sujeto consigo mismo, del sujeto con su familia-escuelaentorno, del sujeto con las drogas, etc.), generando por lo tanto, intervenciones centradas en el sujeto: las creencias, valores y percepciones de la persona, en sus habilidades sociales y destrezas, en su autoestima, emociones y vivencias, entre otros elementos. No obstante, y como se ha tratado de presentar en este documento, no todos los factores de riesgo, las responsabilidades y/o las culpas son de resorte del individuo, también existen factores de su entorno social cercano, comunitario y social (político-económico-cultural). En este sentido, resulta interesante hacer el ejercicio de identificar dentro de nuestra idiosincrasia aquellos elementos que marcan fuertemente la relación con las drogas que tenemos como cultura16 y que transmitimos a las nuevas generaciones, probablemente de manera no intencionada. De esta manera, es importante conocer o reconocer que el uso de drogas ha sido parte integrante de todas las culturas humanas en su historia17. Desde las culturas más antiguas a la 16

Por ejemplo, el análisis de nuestro comportamiento con el alcohol, implica un mea culpa para asumir nuestra tendencia a proyectar el consumo problemático como un fenómeno restringido principalmente a los/as adolescentes. 17 Desde las culturas más antiguas es posible observar que las personas aprenden y reafirman su identidad cultural atravesando experiencias con alguna droga psicoactiva. Es así como Escohotado enfatiza cómo lo percibido en estados de conciencia alterada fue el corazón de innumerables cultos, teniendo éste, estatuto de conocimiento revelado, y donde las primeras hostias o sagradas formas fueron sustancias psicoactivas, como

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fecha, se han sucedido innumerables cambios en cuanto a los tipos de droga, su composición y su uso, siendo en los tiempos más recientes donde aparece el desarrollo del consumo cada vez más fuera del ámbito de la religiosidad o celebración sacra. Esto se encuentra relacionado con la colonización del mundo de la vida18 y otros fenómenos de la modernidad ligados a la preeminencia de la razón y la progresiva separación de las esferas de la vida (la razón de la emoción, la religión de la política, la magia de la medicina, etc.). En este punto, cabe destacar que muchos de los factores de riesgo y protección aquí presentados no son exclusivos de este fenómeno particular, sino que también se involucran con otras problemáticas sociales, teniendo probablemente orígenes en común.

sentido, es de suyo reconocer que las condiciones sociales y culturales son de gran importancia para una adecuada inserción social del individuo. Finalmente, resulta importante resaltar el carácter sistémico que propone el modelo de los factores de riesgo y protección, ya que los distintos actores de la sociedad son vistos como interdependientes y, por tanto, cada sector se ve afectado por los otros. De esta manera, nos parece importante ir avanzando en comprensiones más integrales sobre este fenómeno, que nos permita realizar acciones más acertadas desde nuestros particulares ámbitos de trabajo, así como la necesidad de no sindicar a los y las adolescentes como los “(i)responsables” de las conductas de consumo de drogas, de su dependencia y de sus consecuencias asociadas.

En este sentido, las políticas sociales deben ir avanzando en trabajar de manera integral en temas especialmente de prevención19, y situaciones estructurales como acceso a trabajo, salud y educación, entre otros, así como de las condiciones de calidad de las mismas. En este el peyote, el vino o ciertos hongos. Ingerir algo que es considerado como “carne o sangre” de cierto dios puede considerarse un rasgo de la religión natural o primitiva, frecuente también en ceremonias de iniciación a la madurez y otros ritos de pasaje. Escohotado, A. (1996). 18 J. Habermas considera la sociedad como una entidad compuesta de dos elementos: el sistema y el mundo de la vida. En las sociedades arcaicas ambos estaban estrechamente entretejidos, apreciándose en la actualidad una divergencia cada vez mayor entre ellos (“desacoplamiento”). La colonización del mundo de la vida describe el proceso mediante el cual los mecanismos de integración sistémicos (“medios simbólicamente generalizados de comunicación“) como el dinero y el poder, penetran en el mundo de la vida y coordinan crecientemente los procesos de reproducción sea de la cultura, la sociedad o la personalidad al margen de toda consideración discursiva del consenso comunicativamente alcanzado (es decir, de la “acción comunicativa”). Así, el sistema ejercería "violencia" sobre el mundo de la vida mediante los modos en los que restringe la comunicación. Esta violencia, a su vez, produciría "patologías" en el mundo de la vida. 19 La prevención implica “adelantarse e intervenir antes de que aparezcan los problemas”, en el caso del consumo de drogas, es intervenir antes de que se inicie un consumo (prevención primaria) o antes de que se produzcan daños importantes en la persona (prevención secundaria). En este sentido, es adelantarse a través de mejorar las condiciones sociales en que viven las personas, de manera que tengan más y mejores factores de protección.

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DROGAS

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ADOLESCENCIA. FACTORES

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RIESGO

Y

PROTECCIÓN ASOCIADOS.

http://justiciapenaladolescente.blogspot.com/

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De Rementería, I. (n.d.). El Diseño de las Políticas y Estrategias de Prevención al Consumo de Drogas. Documento de Trabajo. CONACECEPAL. Escohotado, A. (1996). Historia Elemental de las Drogas. Editorial Anagrama. Barcelona, España. Habermas, Jürgen (1987a) Teoría de la acción comunicativa: I. Racionalidad de la acción y racionalidad social. Madrid, Taurus. Habermas, Jürgen (1987b) Teoría de la acción comunicativa: II crítica de la razón funcionalista. Madrid, Taurus. Neuman, Elías. (1984). Droga y Criminología. Editorial Siglo Veintiuno, Primera Edición. México. Universidad Católica de Valparaíso. (2001). Etiología del consumo de drogas. Documento de trabajo para el Diplomado en Prevención del Consumo de Drogas en el Ámbito Escolar. Chile. Beck, Ulric. (1994). Sociología del Riesgo Barcelona, Paidós. Josetxo Beriain (comp.) A. Giddens Z. Barman, N. Luhmann, U. Beck (1996) Las consecuencias perversas de la modernidad: modernidad, contingencia y riesgo; Barcelona, Antrophos.

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DROGAS

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RIESGO

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