Clonacion

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Universidad Especializada de las Americas UDELAS

Reprecusiones etica de la Clonacion

Ciencias Morfologicas Profesor Mario Torraza

Grupo A de Instrumentacion Quirurgica

2009

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La Clonación Humana ¿Qué es la clonación? Hay que diferenciar el uso de la palabra clonación en distintos contextos de la biología: Si nos referimos al ámbito de la Ingeniería Genética, clonar es aislar y multiplicar en un tubo de ensayo un determinado gen o, en general, un trozo de ADN. Sin embargo, Dolly no es producto de Ingeniería Genética. En el contexto a que nos referimos, clonar significa obtener uno o varios individuos a partir de una célula somática o de un núcleo de otro individuo, de modo que los individuos clonados son idénticos o casi idénticos al original. En los animales superiores, la única forma de reproducción es la sexual, por la que dos células germinales o gametos (óvulo y espermatozoide) se unen, formando un zigoto (o huevo), que se desarrollará hasta dar el individuo adulto. La reproducción sexual fue un invento evolutivo (del que quedaron excluidas las bacterias y muchos organismos unicelulares), que garantiza que en cada generación de una especie van a aparecer nuevas combinaciones de genes en la descendencia, que posteriormente será sometida a la dura prueba de la selección y otros mecanismos evolutivos. Las células de un animal proceden en última instancia de la división repetida y diferenciación del zigoto. Las células somáticas, que constituyen los tejidos del animal adulto, han recorrido un largo camino "sin retorno", de modo que, a diferencia de las células de las primeras fases del embrión, han perdido la capacidad de generar nuevos individuos y cada tipo se ha especializado en una función distinta (a pesar de que, salvo excepciones, contienen el mismo material genético). El primer experimento de clonación en vertebrados fue el de Briggs y King (1952), en ranas. En los años 70, Gurdon logró colecciones de sapos de espuelas (Xenopus laevis) idénticos a base de insertar núcleos de células de fases larvarias tempranas en ovocitos (óvulos) a los que se había despojado de sus correspondientes núcleos. Pero el experimento fracasa si se usan como donadoras células de ranas adultas. Desde hace unos años se vienen obteniendo mamíferos clónicos, pero sólo a partir de células embrionarias muy tempranas, debido a que aún no han entrado en diferenciación (y por lo tanto poseen la propiedad de pluripotencia). No es extraño pues el revuelo científico cuando el equipo de Ian Wilmut, del Instituto Roslin de Edimburgo comunicó que habían logrado una oveja por clonación a partir de una célula diferenciada de un adulto.[1][2] Esencialmente el método (que aún presenta una alta tasa de fracasos) consiste en obtener un óvulo de oveja, eliminarle su núcleo, sustituirlo por un núcleo de célula de oveja adulta (en este caso, de las mamas), e implantarlo en una tercera oveja que sirve como "madre de alquiler" para llevar el embarazo. Así pues, Dolly carece de padre y es el producto de tres "madres": la donadora del óvulo contribuye con el citoplasma (que contiene, además mitocondrias que llevan un poco de material genético), la donadora del 2

núcleo (que es la que aporta la inmensa mayoría del ADN), y la que parió, que genéticamente no aporta nada. Científicamente se trata de un logro muy interesante, ya que demuestra que, al menos bajo determinadas circunstancias es posible "reprogramar" el material genético nuclear de una célula diferenciada (algo así como volver a poner a cero su reloj, de modo que se comporta como el de un zigoto). De este modo, este núcleo comienza a "dialogar" adecuadamente con el citoplasma del óvulo y desencadena todo el complejo proceso del desarrollo intrauterino.

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Antecedentes El intento de obtener seres vivos viables a partir de células somáticas lleva bastante tiempo en la mente de los científicos. Sin embargo, los experimentos llevados a cabo nunca habían dado resultados satisfactorios. Como máximo, se habían conseguido renacuajos insertando núcleos de células embrionarias de anfibios en sustitución del núcleo original del óvulo o del huevo, pero no se había logrado que se llegara a desarrollar un ejemplar adulto. La interpretación habitual de estos fracasos se achacaba a la pérdida de la totipotencia de las células embrionarias muy pronto en el curso del desarrollo. Durante éste, se supone que se van activando y reprimiendo partes del genoma, de modo que el estado del ADN del núcleo de una célula en un adulto es muy distinto al del óvulo recién fecundado; el del adulto resulta incapaz de expresar adecuadamente toda la secuencia de órdenes necesarias para el desarrollo y morfogénesis. Por esta razón, en los experimentos que se han llevado a cabo, se ha tendido a emplear células de embrión, mejor cuanto más precoz: se supone que dichas células tienen todavía en buena medida la totipotencia que se pierde en las células del adulto y son, por tanto, mejores candidatas para la realización de una clonación con éxito. Notas históricas Los progresos del conocimiento y los consiguientes avances de la técnica en el campo de la biología molecular, la genética y la fecundación artificial han hecho posibles, desde hace tiempo, la experimentación y la realización de clonaciones en el ámbito vegetal y animal. Por lo que atañe al reino animal se ha tratado, desde los años treinta, de experimentos de producción de individuos idénticos, obtenidos por escisión gemelas artificial, modalidad que impropiamente se puede definir como clonación. La práctica de la escisión gemelar en el campo zootécnico se fue difundiendo en las granjas experimentales para incentivar la producción múltiple de ejemplares escogidos. En el año 1993 Jerry Hall y Robert Stilmann, de la universidad George Washington, divulgaron datos relativos a experimentos de escisión gemelar (splitting) de embriones humanos de 2, 4 y 8 embrioblastos, realizados por ellos mismos. Se trató de experimentos llevados a cabo sin el consentimiento previo del Comité ético competente y publicados -según los autores- para avivar la discusión ética. Sin embargo, la noticia dada por la revista Nature -en su número del 27 de febrero de 1997- del nacimiento de la oveja Dolly llevado a cabo por los

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científicos escoceses Jan Vilmut y K.H.S. Campbell con sus colaboradores del instituto Roslin de Edimburgo, ha sacudido la opinión pública de modo excepcional y ha provocado declaraciones de comités y de autoridades nacionales e internacionales, por ser un hecho nuevo considerado desconcertante. La novedad del hecho es doble. En primer lugar, porque no se trata de una escisión gemelar, sino de una novedad radical definida como clonación, es decir, de una reproducción asexual y ágama encacaminada a producir individuos biológicamente iguales al individuo adulto que proporciona el patrimonio genético nuclear. En segundo lugar, porque, hasta ahora., la clonación propiamente dicha se consideraba imposible. Se creía que el DNA de la células somáticas de los animales superiores, al haber sufrido ya el imprinting de la diferenciación, no podían en adelante recuperar su completa potencialidad original y, por consiguiente, la capacidad de guiar el desarrollo de un nuevo individuo. Superada esta supuesta imposibilidad, parecía que se abría el camino a la clonación humana, entendida como réplica de uno o varios individuos somáticamente idénticos al donante. El hecho ha provocado, con razón, agitación y alarma. Pero, después de un primer momento de oposición general, algunas voces han querido llamar la atención sobre la necesidad de garantizar la libertad de investigación y de no condenar el progreso; incluso se ha llegado a hablar de una futura aceptación de la clonacion en el ámbito de la Iglesia Católica. Por eso, ahora que ha pasado cierto tiempo y que se esta en un periodo mas tranquilo, conviene hacer un atento examen de este hecho, estimado como un acontecimiento desconcertante.

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El hecho biológico La clonación, considerada en su dimensión biológica, en cuanto reproducción artificial, se obtiene sin la aportación de los dos gametos; se trata, por tanto, de una reproducción asexual y ágama. La fecundación propiamente dicha es sustituida por la fusión bien de un núcleo tomado de una célula somática del individuo que se quiere clonar o bien de la célula somática misma, con un ovocito desnucleado, es decir, privado del genoma de origen materno. Dado que el núcleo de la célula somática contiene todo el patrimonio genético, el individuo que se obtiene posee -salvo posibles alteraciones- la misma identidad genética del donante del núcleo. Esta correspondencia genética fundamental con el donante es la que convierte al nuevo individuo en réplica somática o copia del donante. El hecho de Edimburgo tuvo lugar después de 277 fusiones ovocitonúcleo donante. Solo 8 tuvieron éxito, es decir, solo 8 de las 277 iniciaron el desarrollo embrional, y de esos 8 embriones solo 1 llegó a nacer: la oveja que fue llamada Dolly. Quedan muchas dudas e incertidumbres sobre numerosos aspectos de la experimentación. Por ejemplo, la posibilidad de que entre las 277 células donantes usadas hubiera algunas “estaminales”, es decir, dotadas de un genoma no totalmente diferenciado; el papel que puede haber tenido el DNA mitocondrial eventualmente residuo en el óvulo materno; y muchas otras aun, a las que, desgraciadamente, los investigadores ni siquiera han hecho referencia. De todos modos, se trata de un hecho que supera las formas de fecundación artificial conocidas hasta ahora, las cuales se realizan siempre utilizando don gametos. Debe subrayarse que el desarrollo de los individuos obtenidos por clonación -salvo eventuales mutaciones, que podrían no ser pocas- debería producir una estructura corpórea muy semejante a la del donante del DNA: este es el resultado mas preocupante, especialmente en el caso de que el experimento se aplicara también a la especie humana. Con todo conviene advertir que, en la hipótesis de que la clonación se quisiera extender a la especie humana, de esta réplica de la estructura corpórea no se derivaría necesariamente una perfecta indentidad de la persona, entendida tanto en su realidad ontológica como psicológica. El alma espiritual, constitutivo esencial de cada sujeto perteneciente a la especie humana, es creada directamente por Dios y no puede ser engendrada por los padres, ni producida por la fecundación artificial, ni clonada. Además, el desarrollo psicológico, la cultura y el ambiente conducen siempre a personalidades diversas; se trata de un hecho bien conocido también entre los gemelos, cuya semejanza no significa identidad. La imaginación popular y

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la aureola de omnipotencia que acompaña a la clonación han de ser, al menos, relativizadas. A pesar de la imposibilidad de implicar al espíritu, que es la fuente de la personalidad, la proyección de la clonación al hombre ha llevado a imaginar ya hipótesis inspiradas en el deseo de omnipotencia: réplica de individuos dotados de ingenio y belleza excepcionales; reproducción de la imagen de familiares difuntos; selección de individuos sanos e inmunes a enfermedades genéticas; posibilidad de selección del sexo; producción de embriones escogidos previamente y congelados para ser transferidos posteriormente a un útero como reserva de órganos, etc. Aun considerando estas hipótesis como ciencia ficción, pronto podrían aparecer propuestas de clonación presentadas como “razonables” y “compasivas” —la procreación de un hijo en una familia en la que el padre sufre de aspermia o el reemplazo del hijo moribundo de un viuda—, las cuales, se diría, no tienen nada que ver con las fantasías de la ciencia ficción. Pero, ¿cuál sería el significado antropológico de esta operación en la deplorable perspectiva de su aplicación al hombre?

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Problemas éticos relacionados con la clonación humana La clonación humana se incluye en el proyecto del eugenismo y, por tanto, está expuesta a todas las observaciones éticas y jurídicas que lo han condenado ampliamente. Como ha escrito Hans Jonas, es “en el método la forma más despótica y, a la vez, en el fin, la forma mas esclavizante de manipulación genética; su objetivo no es una modificación arbitraria de la sustancia hereditaria, sino precisamente su arbitraria fijación en oposición a la estrategia dominante en la naturaleza” (cf. Cloniano un uomo: dall ´eugenetica all´ingegneria genetica, en Tecnica, medicina de etica, Einaudi, Turín 1997, pp. 122-154,136). Es una manipulación radical de la relacionalidad y complementariedad constitutivas, que están en la base de la procreación humana, tanto en su aspecto biológico como en el propiamente personal. En efecto, tiende a considerar la bisexualidad como un mero residuo funcional, puesto que se requiere un óvulo, privado de su núcleo, para dar lugar al embrión-clon y, por ahora, es necesario un útero femenino para que su desarrollo pueda llegar hasta el final. De este modo se aplican todas las técnicas que se han experimentado en la zootecnia, reduciendo el significado específico de la reproducción humana. En esta perspectiva se adopta la lógica de la producción industrial: se deberá analizar y favorecer la búsqueda de mercados, perfeccionar la experimentación y producir siempre modelas nuevos. Se produce una instrumentalización radical de la mujer, reducida a algunas de sus funciones puramente biológicas (prestadora de óvulos y de útero), a la vez que se abre la perspectiva de una investigación sobre la posibilidad de crear úteros artificiales, último paso para la producción «en laboratorio» del ser humano. En el proceso de clonación se pervierten las relaciones fundamentales de la persona humana: la filiación, la consanguinidad, el parentesco y la paternidad o maternidad. Una mujer puede ser hermana gemela de su madre, carecer de padre biológico y ser hija de su abuelo. Ya con la FIVET se produjo una confusión en el parentesco, pero con la clonación se llega a la ruptura total de estos vínculos. Como en toda actividad artificial se «emula» e «imita» lo que acontece en la naturaleza, pero a costa de olvidar que el hombre no se reduce a su componente biológico, sobre todo cuando éste se limita a las modalidades reproductivas que han caracterizado solo a los organismos más simples y menos evolucionados desde el punto de vista biológico. Se alimenta la idea de que algunos hombres pueden tener un dominio total sobre la existencia de los demás, hasta el punto de programar su

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identidad biológica —seleccionada sobre la base de criterios arbitrarios o puramente instrumentales—, la cual, aunque no agota la identidad personal del hombre, caracterizada por el espíritu, es parte constitutiva de la misma. Esta concepción selectiva del hombre tendrá, entre otros efectos, un influjo negativo en la cultura, incluso fuera de la práctica —numéricamente reducida — de la clonación, puesto que favorecerá la convicción de que el valor del hombre y de la mujer no depende de su identidad personal, sino solo de las cualidades biológicas que pueden apreciarse y, por tanto, ser seleccionadas. La clonación humana merece un juicio negativo también en relación con la dignidad de la persona clonada, que vendrá al mundo como «copia» (aunque sea sólo copia biológica) de otro ser. En efecto, esta práctica propicia un íntimo malestar en el clonado, cuya identidad psíquica corre serio peligro por la presencia real o incluso sólo virtual de su “otro”. Tampoco es imaginable que pueda valer un pacto de silencio, el cual —como ya notaba Jonas— sería imposible y también inmoral, dado que el clonado fue engendrado para que se asemejara a alguien que “valía la pena” clonar y, por tanto, recaerán sobre él atenciones y expectativas no menos nefastas, que constituirán un verdadero atentado contra su subjetividad personal. Si el proyecto de clonación humana pretende detenerse «antes» de la implantación en el útero, tratando de evitar al menos algunas de las consecuencias que acabamos de señalar, resulta también injusto desde un punto de vista moral. En efecto, limitar la prohibición de la clonación al hecho de impedir el nacimiento de un niño clonado permitiría de todos modos la clonación del embrión-feto, implicando así la experimentación sobre embriones y fetos, y exigiendo su supresión antes del nacimiento, lo cual manifiesta un proceso instrumental y cruel respecto al ser humano. En todo caso, dicha experimentación es inmoral por la arbitraria concepción del cuerpo humano (considerado definitivamente como una máquina compuesta de piezas), reducido a simple instrumento de investigación. El cuerpo humano es elemento integrante de la dignidad y de la identidad personal de cada uno, y no es lícito usar a la mujer para que proporcione óvulos con los cuales realizar experimentos de clonación. Es inmoral porque también el ser clonado es un «hombre», aunque sea en estado embrional. En contra de la clonación humana se pueden aducir, además, todas las razones morales que han llevado a la condena de la fecundación in vitro en cuanto tal o al rechazo radical de la fecundación in vitro destinada sólo a la experimentación. El proyecto de la “clonación humana” es una terrible consecuencia a la que lleva una ciencia sin valores y es signo del profundo malestar de nuestra

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civilización, que busca en la ciencia, en la técnica y en la “calidad de vida” sucedáneos al sentido de la vida y a la salvación de la existencia. La proclamación de la “muerte de Dios”, con la vana esperanza de un “superhombre”, conlleva un resultado claro: la “muerte del hombre”. En efecto, no debe olvidarse que el hombre, negando su condición de criatura, más que exaltar su libertad, genera nuevas formas de esclavitud, nuevas discriminaciones, nuevos y profundos sufrimientos. La clonación puede llegar a ser la trágica parodia de la omnipotencia de Dios. El hombre, a quien Dios ha confiado todo lo creado dándole libertad e inteligencia, no encuentra en su acción solamente los límites impuestos por la imposibilidad práctica, sino que él mismo, en su discernimiento entre el bien y el mal, debe saber trazar sus propios confines. Una vez más, el hombre debe elegir: tiene que decidir entre transformar la tecnología en un instrumento de liberación o convertirse en su esclavo introduciendo nuevas formas de violencia y sufrimiento. Es preciso subrayar, una vez más, la diferencia que existe entre la concepción de la vida como don de amor y la visión del ser humano considerado como producto industrial. Frenar el proyecto de la clonación humana es un compromiso moral que debe traducirse también en términos culturales, sociales y legislativos. En efecto, el progreso de la investigación científica es muy diferente de la aparición del despotismo cientificista, que hoy parece ocupar el lugar de las antiguas ideologías. En un régimen democrático y pluralista, la primera garantía con respecto a la libertad de cada uno se realiza en el respeto incondicional de la dignidad del hombre, en todas las fases de su vida y más allá de las dotes intelectuales o físicas de las que goza o de las que está privado. En la clonación humana no se da la condición que es necesaria para una verdadera convivencia: tratar al hombre siempre y en todos los casos como fin y como valor, y nunca como un medio o simple objeto.

Repercusiones éticas La aplicación de esta técnica de clonación a la ganadería y su posible aplicación al hombre, en un futuro relativamente próximo, tras un periodo 10

suficiente de experimentación, ha levantado comentarios, muchos de ellos críticos. Sin embargo, estas posibles aplicaciones no son ciencia ficción: elDr. Wilmut estima que se podrían obtener progresos significativos tras un par de años de investigación. En el caso de la aplicación a los animales, las mayores críticas se han dirigido contra la disminución de la biodiversidad de las especies clonadas: puede que se obtuviera una cabaña de cualidades inmejorables de producción de carne, leche, etc. Pero sería a costa de tener una población muy homogénea, que podría sucumbir completamente ante una epidemia, pues ésta afectaría por igual a todos los ejemplares. Sin embargo, también hay que reconocer que dicha aplicación resulta bastante problemática desde el punto de vista comercial: implica la manipulación de embriones y, por consiguiente, una menor supervivencia de éstos que en las técnicas de fecundación in vitro ya realizadas en el ganado. Estas últimas apenas se emplean por su escaso éxito, la necesidad de realizarlas en vacas jóvenes y sólo en primera preñez. Cabe, por tanto, prever muy serias dificultades antes de que la técnica llegue a ser comercialmente viable para la mejora de la producción ganadera. Cuestión muy distinta es su aplicación para clonar animales muy especiales; así, se ha propuesto clonar animales en peligro inminente de extinción. De modo más inmediato, está la posibilidad de clonar animales manipulados genéticamente de modo que produzcan en su leche algunos productos extraños a ella, pero de gran utilidad en terapéutica humana. Así, existen actualmente ovejas y cabras que producen factor VIII y otros productos de interés terapéutico en su leche. Como conseguir un animal transgénico que segregue un determinado producto en la leche es bastante difícil, la nueva técnica de clonación evitaría tener que repetir la manipulación genética: bastaría clonar algunas de sus células para tener una fuente inagotable, sin por ello someter al animal a un trato inhumano. En esta misma línea cabría incluir las investigaciones actualmente en curso para obtener animales transgénicos como donantes de órganos para trasplante al hombre: aunque todavía bastante discutible en cuanto a su aplicación práctica, es una línea de investigación prometedora, que sólo podría dar resultados a gran escala con la incorporación de técnicas de clonación de los animales transgénicos obtenidos. Otra aplicación sería la clonación de animales en los que se diera un modelo adecuado de alguna enfermedad humana, de modo que se pudieran ensayar diversos tratamientos de modo controlado, cuestión que resulta actualmente casi imposible. Igualmente, se podría reducir el número de animales de experimentación al disponer de ejemplares exactamente iguales en los que ensayar los diversos procedimientos alternativos Con respecto a la clonación humana, la opinión del propio Dr. Wilmut, como de muchos otros médicos, es firme: aunque parece técnicamente posible la realización de la clonación en el hombre, no se debería de intentar siquiera, pues parece una aberración, carente de utilidad clínica. Por otra parte, el intento de clonación humana, si pretende recuperar a una persona fallecida, no obtendría más que una persona distinta, aunque físicamente idéntica al fallecido, como un hermano gemelo nacido más tarde. Esta nueva persona estaría influida por su propia situación cultural, experiencias, familia, sus

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propias opciones en la vida, etc. Por tanto, sería pura casualidad que se consiguiera volver a tener un Einstein, un gran deportista, artista, etc., por medio de la clonación de una de sus células. Desde el punto de vista deontológico, habría que argumentar, en apoyo de esta opinión de sentido común, el respeto debido al ser humano en estado embrionario. Si la técnica empleada para la clonación se salda con tantos fracasos (muertes de seres humanos en estado embrionario), no es aceptable su aplicación hasta que estos fallos se reduzcan a un mínimo tolerable. Por otra parte, como su realización no alcanza ninguna aplicación diagnóstica ni terapéutica, parece injustificada su aplicación médica. Este punto de vista deontológico casa bien con las declaraciones realizadas en ámbitos políticos europeos, que remiten a los derechos humanos básicos como fuente para la prohibición de la clonación sobre el hombre. De hecho, numerosos países europeos tienen prohibida en su legislación la práctica de la clonación humana (España entre ellos), y la Comisión Europea ha expresado igualmente su deseo de prohibir la clonación de seres humanos a nivel europeo. El problema de su prohibición es de más difícil solución en el ámbito estadounidense. Allí, la jerarquía de valores constitucionales es distinta, en líneas generales, a las europeas, primando la libertad por encima de otros derechos humanos. Por tanto, para poder prohibir una determinada actividad, sea a nivel estatal o federal, debe probarse previamente de algún modo que ésta es nociva para el resto de los ciudadanos, o para algunos de ellos. Este es el objetivo de la Comisión que ha creado el presiente Clinton para estudiar la cuestión; mientras esta comisión decide, el presidente ha prohibido la financiación federal a la investigación que persiga la clonación humana. Dicho sea de paso, esta prohibición no ha afectado a nadie, pues esta investigación no se estaba realizando en ninguna parte. El problema que surge, en ese ambiente de exaltación de la libertad, es que son pocos los que ven el daño que se inflige al niño fabricado con ella. No se termina de distinguir entre que venga un hijo al mundo y que ese niño sea fabricado. De este modo, se difumina el derecho humano a nacer como fruto del amor de los padres, en una familia, y se terminan proponiendo manipulaciones aberrantes como lo más normal del mundo: del mismo modo que una familia tuvo un hijo más para obtener médula ósea para un trasplante para su otro hijo con leucemia, parece coherente que, dentro de esta dinámica, ya presente en los Estados Unidos, se plantee la clonación como procedimiento para poder tener órganos de repuesto, una vez que fuera suficientemente efectiva en conseguir sus resultados. Por ahora, a Dios gracias, la opinión general es casi unánime acerca de la prohibición de la clonación en el hombre, pero sólo el curso de los acontecimientos nos dirá si esta sensatez perdura Ante los derechos del hombre y la libertad de investigación

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En el ámbito de los derechos humanos, la posible clonación humana significaría una violación de los dos principios fundamentales en los que se basan todos los derechos del hombre: el principio de igualdad entre los seres humanos y el principio de no discriminación. Contrariamente a cuanto pudiera parecer a primera vista, el principio de igualdad entre los seres humanos es vulnerado por esta posible forma de dominación del hombre sobre el hombre, al mismo tiempo que existe una discriminación en toda la perspectiva selectiva-eugenista inherente a la lógica de la clonación. La Resolución del Parlamento europeo del 12 de marzo de 1997 reafirma con energía el valor de la dignidad de la persona humana y la prohibición de la clonación humana, declarando expresamente que viola estos dos principios. El Parlamento europeo, ya desde 1983, así como todas las leyes que han sido promulgadas para legalizar la procreación artificial, incluso las más permisivas, siempre han prohibido la clonación. Es preciso recordar que el Magisterio de la Iglesia, en la instrucción Donum vitae de 1987, ha condenado la hipótesis de la clonación humana, de la fisión gemelar y de la partenogénesis. La razones que fundamentan el carácter inhumano de la clonacion aplicada al hombre no se deben al hecho de ser una forma excesiva de procreación artificial, respecto a otras formas aprobadas por la ley como la FIVET y otras. Como hemos dicho, la razón del rechazo radica en la negación de la dignidad de la persona sujeta a clonación y en la negación misma de la dignidad de la procreación humana. Lo más urgente ahora es armonizar las exigencias de la investigación científica con los valores humanos imprescindibles. El científico no puede considerar el rechazo moral de la clonación humana como una ofensa; al contrario, esta prohibición devuelve la dignidad a la investigación, evitando su degeneración demiúrgica. La dignidad de la investigación científica consiste en ser uno de los recursos más ricos para el bien de la humanidad. Por lo demás, la investigación sobre la clonación tiene un espacio abierto en el reino vegetal y animal, siempre que sea necesaria o verdaderamente útil para el hombre o los demás seres vivos, observando las reglas de la conservación del animal mismo y la obligación de respetar la biodiversidad específica. La investigación científica en beneficio del hombre representa una esperanza para la humanidad, encomendada al genio y al trabajo de los científicos, cuando tiende a buscar remedio a las enfermedades, aliviar el sufrimiento, resolver los problemas debidos a la insuficiencia de alimentos y a la mejor utilización de los recursos de la tierra. Para hacer que la ciencia biomédica mantenga y refuerce su vínculo con el verdadero bien del hombre y de la sociedad, es necesario fomentar como recuerda el Santo Padre en la

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encíclica Evangelium vitae una mirada contemplativa sobre el hombre mismo y sobre el mundo, como realidades creadas por Dios, y en el contexto de la solidaridad entre la ciencia, el bien de la persona y de la sociedad. «Es la mirada de quien ve la vida en su profundidad percibiendo sus dimensiones de gratuidad, belleza, invitación a la libertad y a la responsabilidad. Es la mirada de quien no pretende apoderarse de la realidad, sino que la acoge como un don descubriendo en cada cosa el reflejo del Creador y en cada persona su imagen viviente» (Evangelium vitae, 83). 11 de julio de 1997 Repercusiones éticas y científicas de la clonación La prohibición que se imponga únicamente a la clonación “reproductiva”, sin tener en cuenta la clonación “terapéutica” ni la “experimental”, autorizaría esencialmente la creación y destrucción de embriones humanos

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La fisión embrionaria La línea más sencilla de trabajo disponible consiste en la fisión embrionaria: la división del embrión de pocas células, de modo que cada una de las células resultantes produzca un ser adulto completo. Así, ya durante la década pasada se realizó con éxito la división de embriones muy precoces de ratón, consiguiendo varios ejemplares a partir de uno solo. Esta línea (el empleo de células en estado embrionario) fue la trabajada en el experimento de Hall y Stillman en 1993, que también dio mucho que hablar, debido fundamentalmente a haberse realizado con embriones humanos. Dicho experimento no revestía especiales complicaciones técnicas. Los autores tomaron 17 embriones de dos a ocho células, sobrantes de la práctica de fecundación in vitro: no se trataba de embriones normales, sino triploides, resultado de la fecundación de un óvulo por más de un espermatozoide, fenómeno relativamente frecuente durante la práctica de las técnicas de reproducción asistida. Estos embriones triploides no son viables, y eran material de desecho. Los investigadores los retiraron de su zona pelúcida, los sometieron a micromanipulación para dividirlos, obteniendo así 48 embriones, que colocaron en un medio de cultivo con polialginato sódico, que reemplazó a la zona pelúcida original y permitió el crecimiento ulterior de los embriones divididos. Los resultados fueron los siguientes: cuando el embrión original tenía 8 blastómeros antes de la excisión, los nuevos embriones se desarrollaron como máximo hasta el estadio de ocho células. Si tenía 4 blastómeros, podían alcanzar las 16 células. Y los embriones que resultaron de la división en el estadio de dos blastómeros, alcanzaron a tener 32 células, con buen aspecto; no se sabe si estos últimos se hubieran desarrollado más. Hall y Stillman habían decidido interrumpir ahí el experimento. Habría sido necesario que se implantaran para poder proseguir su desarrollo. El experimento de Hall y Stillman perseguía dos objetivos. El primero, teórico y principal, averiguar si realmente, tal como se suponía, las células embrionarias humanas en estadio de mórula poseían la totipotencia que habitualmente se les atribuye. El experimento, aunque aparentemente parece haber confirmado esta suposición, al menos para el estado de embrión de dos células, es bastante discutible en sus conclusiones: ese experimento se realizó con embriones triploides, inviables; por tanto, realmente, no sabemos qué puede pasar con los embriones normales. Con respecto a ellos sólo tenemos la sospecha de que sucederá lo mismo que con los triploides, como ya suponíamos por nuestros conocimientos veterinarios y por los estudios de la gemelación espontánea en el hombre. En suma, el experimento no ha aportado casi ningún conocimiento relevante a la ciencia (la posibilidad de sustituir la zona pelúcida por gel de polialginato ya había sido descubierta por el equipo del propio doctor Hall en 1991). Además, una vez pasado el primer momento de fama, que les obtuvo un premio, se plantearon serias dudas sobre la corrección técnica y ética con que se realizaron dichos experimentos. Ante la ausencia de aprobación del protocolo del experimento por un comité de ética de investigación independiente, Stillman y Hall debieron devolver el premio recibido, y fueron objeto de otras sanciones.

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El segundo objetivo de su experimento era práctico: aumentar el rendimiento de la fecundación in vitro. Se sabe desde hace tiempo que algunas mujeres que se someten a las técnicas de reproducción asistida no reaccionan de modo adecuado a la estimulación hormonal, y sus ovarios producen un escaso número de óvulos. Como la eficacia de la fecundación in vitro está ligada a la transferencia de un número suficiente de embriones, se buscaba un procedimiento para mejorar los rendimientos de la técnica en esas mujeres que reaccionan pobremente a la hiperestimulación ovárica y no aceptan óvulos donados. Eso podría conseguirse mediante la clonación: dividiendo en varios el único embrión o los pocos embriones que se hayan podido obtener. Así, estos matrimonios con pocos óvulos tendrían parecidas posibilidades de tener un hijo que quienes producen muchos. Además, con la clonación de los embriones obtenidos se podría disminuir la dosis de estimulación hormonal que reciben actualmente las mujeres que se someten a la fecundación in vitro, estimulación que, al parecer, aumenta el riesgo de padecer ciertos cánceres ginecológicos y, en algunas ocasiones, produce un síndrome clínico que puede tener consecuencias graves. El problema de esta técnica aplicada para la mejora del rendimiento de la fecundación in vitro es su poca fiabilidad: dado el alto número de embriones muertos, incluso sin ninguna manipulación, el intento de clonación puede destruir las pocas esperanzas de tener un hijo: la avaricia rompe el saco. Y es sabido que los embriones humanos son mucho más delicados que los embriones de terneros, en los que se viene practicando con éxito (y también con un rendimiento muy pobre) la división de embriones de razas selectas. No parece que la clonación de embriones sea una solución clara a este problema. Además, se opusieron a la clonación argumentos de tipo ético, coincidentes en buena medida a los que se han divulgado como consecuencia del experimento de la oveja Dolly.

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El experimento de Wilmut et al. Aunque la noticia que ha dado la vuelta al mundo se refiera al último trabajo de investigación del equipo del Instituto Roslin, el éxito de su técnica fue ya publicado el año pasado, aunque, en esa ocasión, las células de partida habían sido células embrionarias. El procedimiento consistió en tomar células y ponerlas en cultivo. El medio nutritivo, en pases sucesivos, fue disminuyendo su concentración de proteínas nutritivas, desde un 10% hasta el 0,5%. De este modo, se consiguió detener la división de las células en cultivo. Por otra parte, se tomaron óvulos, y se les extrajo el núcleo aspirándolo mediante una micropipeta. Como último paso, se pusieron en contacto las células cultivadas y los óvulos enucleados, y se les sometió a un breve pulso eléctrico, con dos objetivos: por una parte, crear microporos en la membrana de ambas células puestas en contacto, y producir su fusión; por otra, abrir los canales del calcio de la membrana, provocando una reacción parecida a la que causa el espermatozoide al fecundar el óvulo, que pone en marcha todo el metabolismo celular y el desarrollo del nuevo ser. Esta técnica fue básicamente la misma cuando se emplearon como células de partida las células embrionarias o las de la ubre de una oveja adulta, variando solamente el número de pases en cultivo. El rendimiento de la técnica fue muy bajo: de la fusión de 277 óvulos enucleados con la correspondiente célula cultivada, sólo se obtuvieron 29 embriones, que fueron transferidos a ovejas; de todos ellos nació sólo un cordero, Dolly. Como puede colegirse, este experimento no es propiamente una clonación, pues no se produce el nuevo ser vivo solamente a partir de una célula de adulto, sino de su fusión con un óvulo enucleado; de todos modos, el ejemplar adulto obtenido es genéticamente idéntico a la célula de partida.

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Repercusiones científicas La propia revista Nature dedica un artículo a comentar las repercusiones que, desde el punto de vista científico, tiene el resultado del experimento. Según este comentario, su importancia reside en la demostración empírica de que la diferenciación tisular durante el desarrollo no implica cambios irreversibles en el ADN; el simple "parón" de la reproducción celular parece reprogramar el sistema genético, y ponerlo en condiciones de iniciar de nuevo todo el desarrollo embrionario hasta alcanzar el estado adulto. Es una pena que los actuales prejuicios sobre el papel del genoma en el desarrollo hayan impedido aprovechar la ocasión para ir un poco más allá en el análisis de las consecuencias teóricas del experimento. La hipótesis habitualmente sostenida acerca del desarrollo embrionario supone que éste sucede por la activación y represión programadas de diversos genes implicados en la morfogénesis y diferenciación de los tejidos. La existencia de genes activadores y represores está demostrada para unos cuantos casos muy concretos. Sin embargo, los embriólogos saben desde hace largo tiempo que, a diferencia de lo que cabría deducir de esta hipótesis puramente genética del desarrollo, la mayor parte de las diferenciaciones tisulares no requieren sustancias específicas como inductores. Simples cambios físicos o químicos banales pueden producir la diferenciación de tejidos en ausencia del inductor habitual. La acción de fármacos o agentes físicos cualesquiera puede interferir en el desarrollo embrionario, produciendo las mismas malformaciones, siempre que actúe en el momento en que el tejido es sensible a la influencia externa. Estos fenómenos son sencillamente inexplicables por medio de un intrincado juego de genes activadores, represores, programadores, homeóticos, etc., que tienen, por definición, una actividad específica. Al inclinarse por la hipótesis de la programación genética, la investigación actual ha cerrado los ojos a fenómenos simples de interacción celular, de especialización por progresión autónoma de funciones celulares, asociadas a las interacciones homotípicas y heterotípicas, bien conocidas por la embriología experimental; se pone a buscar en la programación de los genes lo que, con gran probabilidad, no se encuentra en ellos. De ahí el desconcierto actual: los genetistas cada vez saben más de los genes, pero la escena general del funcionamiento celular y del desarrollo embrionario es cada día más desconcertante y oscura.El momento actual de sorpresa es privilegiado para realizar una revisión crítica de nuestros conocimientos acerca del funcionamiento del genoma durante el desarrollo embrionario. Ojalá no nos falte valor para tirar a la basura hipótesis muy admitidas hasta hoy, pero que el experimento del Dr. Wilmut comienza a poner en jaque. Además, con una visión más objetiva del desarrollo embrionario, sin la actual obsesión por las explicaciones genéticas, son sencillamente imposibles algunas propuestas de aplicación de las recientes técnicas de clonación. Concretamente, se ha propuesto el empleo de los conocimientos que proporcionará la técnica de la clonación para inducir la diferenciación de

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ciertos tejidos a partir de células somáticas. Estos tejidos podrán ser empleados para injertos y trasplantes, por ej., de piel en quemados, de médula ósea en casos de leucemia, de tejido nervioso para el tratamiento del Parkinson. Al hacer esta propuesta no se tiene en cuenta que el único modo de inducir la aparición de los tejidos maduros a partir de los inmaduros es su interacción compleja con los demás tejidos, como saben sobradamente los embriólogos: sólo se pueden conseguir tejidos diferenciados en un embrión completo. La propuesta de descubrir las claves de la programación genética y su aplicación para la obtención de tejidos específicos es imposible, pues parte de un error sobre los conceptos básicos de la embriología.

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TIPOS DE CLONACION CLONACIÓN REPRODUCTIVA. La clonación reproductiva consiste en la generación de seres humanos mediante técnicas de clonación (reproductiva), o sea, aplicar en los humanos las mismas técnicas que se llevaron a cabo en Edimburgo con la oveja Dolly. Hasta donde se sabe, esta técnica no se ha practicado aún en el mundo, ya que existe un consenso generalizado entre varios países, considerando que es "inaceptable" ética y jurídicamente. Ha habido uno que otro anuncio aislado de haberla practicado en Estados Unidos, pero nunca se ha presentado los "supuestos" niños clonados. Existen abismales diferencias entre la clonación reproductiva y la clonación terapéutica. En este sentido, en muchos países europeos ya han elaborado un protocolo facultativo adicional que amplía la convención europea sobre bioética y en ese protocolo se prohíbe expresamente cualquier forma de clonación que implique una clonación reproductiva". No obstante, la Unesco también adhiere a este criterio generalizado mediante un documento referido al Genoma Humano y Derechos Humanos, difundido en el año 1997. CLONACIÓN NO REPRODUCTIVA Clonación no reproductiva: se realiza la manipulación celular como en la anterior, pero el embrión no se implanta en útero, sino que puede servir a distintos objetivos, principalmente de investigación: Sobre fertilidad, anticoncepción, etc. Desarrollo embrionario. Obtención de células madre e inducción de diferenciación a diferentes tejidos. Clonación humana con fines no reproductivos Investigaciones básicas de duración limitada con embriones humanos clonados. Algunos países permiten que se investigue, dentro de los plazos prescritos, con los embriones sobrantes de los programas de reproducción asistida, destinados a ser destruidos. No obstante, muchos de esos y otros países prohíben la producción de embriones humanos destinados específicamente a la investigación. En algunos casos esa restricción se aplica a las investigaciones financiadas con fondos públicos, pero no así a la investigación privada. En otros países se están estudiando medidas legislativas que afectarían tanto al sector público como al privado. Miembros de las comunidades científica y médica de distintos países y regiones se han interesado por el uso de las técnicas de transferencia nuclear con células somáticas para la obtención de clones de embriones humanos destinados a investigaciones básicas sobre el envejecimiento y las enfermedades genéticas. Es necesario determinar el valor de esas investigaciones y la probabilidad de que proporcionen información de utilidad dentro de los plazos autorizados.

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Producción de tejidos y órganos humanos clonados. Despierta interés el posible empleo de las técnicas de clonación para obtener tejidos y órganos con miras a futuras operaciones de trasplante en el donante del núcleo y quizá en otros receptores histocompatibles. El uso de técnicas de transferencia del núcleo de células somáticas para la obtención directa de células o tejidos diferenciados clonados, por ejemplo piel, no suscita problemas éticos. Sí los suscita, en cambio, el posible uso de la clonación para la obtención de órganos totalmente formados y operativos, pues es difícil imaginar de qué otro modo podrían obtenerse tales órganos si no es produciendo primero un embrión clonado y dejándolo crecer, al menos parcialmente, durante la fase fetal del desarrollo. Aplicaciones de la clonación de genes Las primeras aplicaciones prácticas de la clonación molecular tuvieron lugar en plantas, por ser más fácil su manipulación. Numerosos árboles frutales y plantas ornamentales han sido modificados mediante la introducción de genes obtenidos por clonación, con el fin de mejorar sus características y obtener una mejora en la alimentación y en la ornamentación. En otros casos, se han conseguido cultivos de cereales con mayores ventajas nutritivas y económicas; plantas con genes implicados en la resistencia a herbicidas, sin producir daños en el medio ambiente; y actualmente se investiga la posibilidad de que plantas no leguminosas, como el trigo y el maíz, realicen la fijación bacteriana del nitrógeno, fenómeno de gran importancia para la producción de alimentos. Y todo ello, utilizando las técnicas de recombinación del ADN. También mediante esta tecnología se producen actualmente grandes cantidades de productos génicos terapéuticos, a partir de genes clonados y expresados en bacterias que crecen con facilidad y producen el producto deseado en grandes cantidades. Entre esos productos se encuentran insulina, interferones, interleuquinas (un tipo de citoquina) y hormona del crecimiento, ésta última utilizada para tratar cierta forma de enanismo en los niños. Además, gracias a los procedimientos de clonación, expresión y purificación, se trata de identificar la proteína clave en un proceso patológico, aislarla en grandes cantidades, determinar su estructura tridimensional mediante cristalografía de rayos X, y finalmente diseñar moléculas que inhiban su función. La clonación molecular permite también construir nuevas bacterias para un determinado fin, y así por ejemplo, se han combinado las enzimas claves de varias rutas distintas de degradación de compuestos contaminantes del medio ambiente, pertenecientes a tres bacterias diferentes, para originar una nueva bacteria que las tiene todas, y se desarrolla sobre mezclas letales de numerosos compuestos. Clonación de mamíferos El primer mamífero superior desarrollado por clonación de una célula adulta es una oveja, a la que bautizaron con el nombre de "Dolly", obtenida en febrero de 1997 por los investigadores del Instituto Roslin de Edimburgo, Escocia.

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Este equipo de investigación ya era conocido por conseguir ovejas clónicas a partir de células obtenidas de embriones y cultivadas en el laboratorio, antes de ser implantadas nuevamente en otros animales. Sin embargo, el caso de la oveja Dolly es novedoso, por cuanto han utilizado células de seres vivos adultos, mucho más complejas que las células embrionarias para producir seres vivos genéticamente iguales. Aunque esto ya se había practicado con éxito en anfibios y ratones, el caso de las ovejas produjo una gran conmoción en la población, por tratarse de organismos superiores, de muchas más similitudes con los seres humanos. El evento tuvo lugar gracias a la aplicación de una novedosa técnica de transferencia nuclear de ADN. La oveja fue desarrollada a partir del núcleo (con su dotación completa de cromosomas) de una célula de la glándula mamaria, el cual fue extraído e implantado en otra célula (óvulo) a la que se le había eliminado su propio núcleo, la cual sería después implantada en una madre adoptiva, desarrollándose el embarazo. Las células de la glándula mamaria fueron previamente sometidas a una escasez prolongada de nutrientes, con el objetivo de que sus genes entraran en una fase de inactivación; de esta manera, se intentaba reproducir la misma fase del ciclo de división celular que tenían las células de los óvulos receptores. Una vez se produjo la transferencia nuclear, el ADN inactivado se reprogramó y recuperó así su capacidad para crear todos los órganos y tejidos diferenciados de un organismo vivo. No obstante, el experimento se llevó a cabo con éxito en tan sólo uno de los 277 óvulos utilizados para su realización, y que culminó con el nacimiento de la oveja Dolly. Por lo tanto, aún queda mucho por conocer sobre la totalidad de los factores implicados en el proceso. Los científicos opinan que los ganaderos podrían beneficiarse de esta técnica al conseguir clones a partir de animales adultos de sus ganaderías que han demostrado ser más productivos y resistentes a enfermedades que otros. La ventaja para los ganaderos de poder emplear células adultas en lugar de embriones es que permite conocer, con antelación, la capacidad productiva y de resistencia a enfermedades de los animales resultantes. El empleo de esta tecnología abre las puertas para investigar el cáncer, la biología del desarrollo y los mecanismos moleculares del envejecimiento, entre otros muchos aspectos de la ciencia. Por otra parte, unos científicos de Oregón (Estados Unidos) han conseguido clonar dos monos, uno macho y otro hembra, con una técnica diferente a la utilizada con la oveja Dolly, ya que los monos fueron clonados a partir de células embrionarias obtenidas por procedimientos de fecundación "in vitro", y no a partir de células adultas. Uno de los objetivos de esta investigación era conseguir animales exactos, eliminándose así el factor de la variabilidad genética, y poder estudiar la elaboración de nuevos medicamentos y vacunas efectivas contra el SIDA.

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Clonación y terapia génetica La clonación, combinada con otros medios utilizados en biotecnología, podría realizar importantes aportaciones a la terapia génica, y principalmente a la terapia génica de la línea germinal. Ello permitiría convertir a un embrión con fallos genéticos en un gemelo completamente sano con los defectos genéticos corregidos, y así prevenirle de enfermedades mortales o debilitantes, como por ejemplo de la fibrosis quística o la anemia falciforme. Se trata de una línea de investigación muy interesante en el campo de la biología de mamíferos, pero que todavía no es objeto de investigación en humanos. El procedimiento consiste básicamente en cultivar las células del embrión inicial, que se encuentran en un estadio temprano de desarrollo, e introducirlas un vector que porte el gen funcional que se desea corregir. Luego, el ADN de una de esas células modificadas se implantaría dentro de un óvulo al que se le ha extraído su propio núcleo, comenzando el embarazo de nuevo. De esta manera, se ha reemplazado el embrión original por un clon más sano de sí mismo. No obstante, a este respecto hay que tener en cuenta los problemas éticos que el proceso pueda conllevar, pues también podría realizarse con fines eugenésicos, racistas, etc. Además, algunos científicos piensan que crear embriones con la sola finalidad de realizar diagnósticos genéticos y destruir gemelos idénticos en beneficio de los demás puede ser moralmente sospechoso. Una aplicación de la terapia génica con perspectivas de futuro más cercanas es su utilización para combatir la hepatitis, que afecta a una gran parte de la población. En los últimos años, se están realizando importantes investigaciones sobre la posibilidad de utilizar terapia génica contra el virus de la hepatitis C, ya que no todos los pacientes responden correctamente al tratamiento con interferón. La terapia génica consiste en usar fragmentos de virus con capacidad para inhibir y que puedan multiplicarse. Los experimentos realizados en tubos de ensayo han logrado frenar al 98 % de los virus, y se espera su aplicación en humanos en pocos años. Otra línea de investigación futura consiste en la utilización de virus modificados por ingeniería genética, para ser utilizados como vectores que transporten genes específicos al interior de las neuronas, de forma que puedan aportar genes terapéuticos al cerebro humano, y así poder tratar numerosas enfermedades neurológicas, como el Parkinson o la enfermedad de Alzheimer. Algunas técnicas de este tipo ya se han puesto de manifiesto con éxito en animales de experimentación. Por otra parte, el empleo de animales de experimentación permite introducir, controladamente, genes humanos en sus células, y así conseguir información sobre la forma en que ciertos defectos génicos se traducen en enfermedad. Existen más de 5.000 enfermedades humanas, entre ellas el cáncer, atribuidas a defectos genéticos. Actualmente, la terapia consiste en la inserción aleatoria de genes sanos en los cromosomas, pero éstos no funcionan con la misma eficacia que los que ocupan su lugar correcto en el cromosoma.

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Un caso particular en esta línea de investigación es el de oveja "Polly"; una oveja clonada que, antes de la clonación, fue tratada por ingeniería genética para que portara en su genoma el gen humano que codifica la proteína factor IX, un componente de la sangre que constituye el principal tratamiento para la hemofilia. Ahora se espera que estos animales secreten la proteína terapéutica en su leche. Cabe destacar también el trabajo realizado por unos científicos de Oregón, en enero del 2001, que consiguieron la clonación de un gen de medusa en el cromosoma de un mono Rhesus, al que le pusieron el nombre de ANDi. Para ello infectaron el material genético de un óvulo no fertilizado con un retrovirus modificado para no ser infeccioso y que contenía el gen de la fluorescencia correspondiente al invertebrado, un gen muy utilizado porque hace brillar las células que lo contienen; luego el óvulo se fertilzó in vitro y se obtuvo un embrión viable que se implantó y se desarrolló en una hembra Rhesus. La importancia del mono transgénico radica en que éste es un primate, grupo animal al que pertenece el hombre; ello abre una vía para la investigación del funcionamiento de los genes, las características de las enfermedades y los posibles tratamientos.

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Repercusiones éticas, científicas y sociales de la clonación en la salud humana. Posición de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la resolución WHA50.37 se pedía al Director General de la OMS, que aclarase las aplicaciones potenciales de las técnicas de clonación en la esfera de la salud humana y sus repercusiones éticas, científicas y sociales. Habida cuenta de la diversidad de los conocimientos técnicos necesarios para abordar una gama tan amplia de cuestiones, se organizaron varias reuniones a fin de preparar el terreno para un grupo de expertos que se encargaría de estudiar el tema desde una perspectiva global. Esas reuniones preparatorias interregionales e interdisciplinarias se han centrado en las siguientes esferas: la clonación y la salud reproductiva humana, los productos biológicos, el trasplante de órganos, la investigación y la genética médica. El Director General ha establecido un grupo de estudio y ha designado dos relatores para coordinar los trabajos sobre esas cuestiones. Además, la OMS ha tomado parte en diversas reuniones sobre temas afines promovidas por órganos internacionales como la UNESCO, la Comisión Europea, la OCDE y el Consejo de Europa. Las clonaciones de las ovejas y de los monos han levantado intensos debates entre los científicos y en la sociedad en general, debido a que nunca se habían clonado especies de animales, sobre todo en el caso de los monos, tan estrechamente relacionadas con el género humano, y se temen las repercusiones éticas de una supuesta futura investigación en el hombre. Actualmente, existe una legislación establecida por 19 países, entre ellos España, que prohíbe la creación de seres humanos mediante técnicas de clonación. Las aplicaciones potenciales de la clonación humana se centrarían básicamente en el diagnóstico y curación de defectos genéticos, y ayudarían a solucionar ciertos problemas a las personas que se someten a una fecundación in vitro, pues aumentaría las probabilidades de conseguir un embarazo. Muchos científicos sólo consideran lícita esta manipulación genética si es utilizada exclusivamente para fines terapéuticos.

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Repercusiones éticas. La principal objeción al uso de la clonación humana con fines reproductivos es que sería contraria a la dignidad humana y violaría la singularidad y la indeterminación del ser humano. Se considera asimismo que viola los derechos del niño. Como paso decisivo hacia la producción artificial de seres humanos, la técnica aumentaría el riesgo de reducir a la gente a la condición de objetos. Asociada a los nuevos conocimientos sobre el genoma humano, podría utilizarse para facilitar la selección de genotipos y para fomentar la intolerancia por parte de la sociedad y de los padres hacia las discapacidades o incluso hacia los rasgos percibidos como defectos genéticos. Sin embargo, hay quienes consideran que la clonación reproductiva podría admitirse en determinados casos, por ejemplo en la infertilidad no tratable de otro modo, o como medio para evitar enfermedades genéticas heredadas. Se argumenta también que no deberían restringirse los derechos reproductivos. Desde el punto de vista de las actuales directrices éticas para la investigación biomédica con seres humanos, la clonación humana con fines reproductivos suscita preocupación en relación con la necesidad de sopesar riesgos y efectos beneficiosos, con el consentimiento informado y con el rendimiento de cuentas.

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Repercusiones sociales. Se considera que la clonación humana con fines reproductivos podría llegar a alterar las relaciones intergeneracionales y las estructuras familiares, con importantes consecuencias psicológicas, sociales y jurídicas para los individuos y comunidades interesados. Se cree que probablemente se utilizaría para reforzar más que para combatir los prejuicios de la sociedad, así como para aumentar la discriminación, por ejemplo, por razón de género, grupo étnico, casta o situación financiera. Algunos consideran también que la clonación reproductiva es una intervención de alta tecnología que tiene poco interés para las necesidades sanitarias de la gran mayoría de la población mundial. 4. Varias asociaciones profesionales internacionales relacionadas con la salud y diversos órganos religiosos han realizado declaraciones en las que se exhorta a vigilar y reglamentar atentamente los progresos científicos en el campo de la clonación y la genética humana. Las respuestas de las regiones de la OMS subrayan la necesidad de tener en cuenta los valores culturales, religiosos y sociales, así como las repercusiones jurídicas. Hacen hincapié asimismo en la necesidad de promover la enseñanza de la ética en los estudios de medicina y de implantar medidas eficaces para tratar de impedir que los países en desarrollo alberguen investigaciones expatriadas no reglamentadas con seres humanos. Existe una preocupación generalizada por lo que se refiere al papel desempeñado por los intereses comerciales en el desarrollo de esa tecnología y a las posibilidades de controlar su uso ulterior. Es necesario que las disposiciones legales en ese terreno se acompañen de medios realistas para garantizar su cumplimiento a nivel nacional e internacional. Dentro de su ámbito de competencia, la OMS puede aportar asesoramiento técnico y proporcionar información sobre los aspectos sanitarios de las cuestiones abordadas. Clonacion de embriones humanos en corea y la reacción que provocó en la clase científica. El anuncio de que un equipo de científicos surcoreanos logró clonar a 30 embriones humanos para obtener células madre desató una tormenta en la discusión ética sobre la clonación. Liderados por el profesor Woo Suk Hwang, los científicos de la Universidad Nacional de Seúl tomaron material genético de células de donantes mujeres y las combinaron con sus propios óvulos, obteniendo células madre que pueden ser utilizadas para trasplantes. De un óvulo donado por una mujer se quita el núcleo y se deshecha. Se obtiene un óvulo "limpio" de material genético. Luego, se extrae el núcleo de una célula del cúmulus, descartando el resto de la célula. Por fusión eléctrica se une el citoplasma del óvulo con el núcleo de la célula del cúmulus que aporta el código genético completo de la mujer. Por el carácter proteico del óvulo, el óvulo se reprograma e inicia la división celular, convirtiéndose en un cigoto. Cada 12 ó 15 horas continúan las divisiones. A los 5 ó 6 días se forma un blastocito, compuesto por cientos de células madre embrionarias. Estas últimas se extraen y se multiplican en un cultivo, pudiendo ser inducidas a 27

conformar cualquier tipo de células que podrían trasplantarse sin rechazo en la mujer donante. Para algunos, el anuncio señala la urgencia de una prohibición total de este tipo de prácticas. "La clonación es algo malo. Trata a los humanos más jóvenes como si fueran una propiedad, y debe ser prohibida", dijo el senador estadounidense Sam Brownback. Los mismos científicos que clonaron los embriones humanos hicieron un llamado para que se prohiba la clonación de bebés en todo el mundo. Woo Suk Hwang dijo que la clonación reproductiva está mal y todos los países deberían prohibirla. En Estados Unidos, el gobierno de George W. Bush prohibió el uso de fondos federales para experimentar con embriones humanos, exceptuando la utilización de células madre ya existentes que procedan de embriones abandonados en tratamientos de fertilidad. Para John Kilner, presidente del Centro de Bioética y Dignidad Humana en Chicago, "el experimento de Corea del Sur va mucho más allá. Produce embriones humanos con el propósito explícito de minarlos mortalmente para obtener materiales corpóreos con fines experimentales".

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Reacción de la iglesia católica El anuncio de la generación de un embrión humano por clonación por parte de un laboratorio privado en los Estados Unidos provocó una enérgica condena en el ámbito católico alrededor del mundo. Además del explícito y enérgico comunicado dado a conocer por la Sala de Prensa de la Santa Sede, Mons. Mauro Cozzoli, Profesor de Teología Moral de la Pontificia Universidad Lateranense, recordó que al ser el embrión un individuo, "la clonación es un hecho abusivo y moralmente censurable". "El hecho de que lo hayan hecho con fines terapéuticos agrava el juicio, ya que no se puede crear un individuo para después suprimirlo en beneficio de otro", agregó el Prelado, quien recordó que un embrión, aunque tenga pocas células, tiene el estatus de persona. Cozzoli agregó que la clonación "con éxito" anunciada por el laboratorio estadounidense Advanced Cell Technology (ACT) "ofende la verdad de la procreación, que debe realizarse con el encuentro de dos gametos", y recordó que el Papa Juan Pablo II había condenado los experimentos con embriones, al afirmar que no hay hombre alguno ni autoridad humana que pueda disponer libremente y de manera deliberada de una vida humana inocente, y muchos menos para después destruirla. El hombre jugando a Dios Hugo Obiglio, director del Instituto de Etica Biomédica de la Universidad Católica y miembro de la Academia por la Vida del Vaticano opina: "El hombre, en su deseo de omnipotencia, iría a la búsqueda de la réplica de individuos dotados de ingenio y belleza excepcionales. Es el dominio de unos pocos sobre la totalidad de una humanidad programada. El embrión, aun en su estadio inicial, es un hombre y cosificarlo —manipularlo— no sólo pone en peligro su vida sino que lesiona su dignidad e integridad personal. Usar la clonación como recurso terapéutico no se justifica".

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Disposiciones legales Antes del anuncio, en febrero de 1997, de la clonación de una oveja mediante transferencia nuclear a partir de células somáticas, la legislación en vigor en varios países ya impedía la clonación humana con fines reproductivos, a veces de forma implícita. Desde entonces, muchos países han adoptado decretos o promulgado medidas legislativas para prohibir explícitamente la clonación humana con fines reproductivos. Algunos países, sin embargo, abogan por una moratoria que brinde tiempo suficiente para llevar a cabo estudios multigeneracionales en animales, comprender mejor la técnica y su grado de inocuidad, y mantener un debate público informado. 7. A nivel internacional, el posible uso potencial de la clonación humana con fines reproductivos ha sido condenado por la OMS y por otras organizaciones y grupos, entre los que cabe citar el Parlamento Europeo, el Grupo Asesor de la Comisión Europea sobre las Repercusiones Éticas de la Biotecnología, la Cumbre de los Ocho en Denver, la Conferencia General de la UNESCO y el Consejo de Europa. Algunos documentos tienen carácter declarativo, mientras que otros, como el Protocolo Adicional del Consejo de Europa sobre la prohibición de clonar seres humanos (*Convención sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina), son vinculantes para los Estados signatarios.

opina sobre la clonacion Hoy en día, mucha gente califica como practicante de una reflexión ética seria. La mayoría de los sacerdotes, pastores y rabinos se consideran a sí mismos eticistas. Los periodistas, por su parte, también se consideran de la misma forma, en especial los encargados de la página editorial. Inclusive los periodistas electrónicos se vuelven eticistas después de que jubilan (por ejemplo, Walter Chronite y David Brinkley). Los doctores hacen las veces de importantes eticistas en nuestra cultura, diciéndonos cada día por la televisión o a través de los diarios como vivir, como morir, como criar a nuestros hijos, que comer y así sucesivamente. Los lectores de las páginas editoriales no se sorprenderán por los comentarios éticos "expertos" acerca de la gran problemática ética en cuanto a la clonación. Expertos en Ética en la Actualidad

Argumentos Eticistas Religiosos

Gran parte de los expertos en ética proviene de la religión. Los eticistas del Vaticano ya han tomado una fuerte postura en contra de la clonación, por ende, continúa la triste historia de sobrereacción negativa hacia el descubrimiento científico. El Obispo Sgreccia declaró que resulta incorrecto alterar una especie animal, considérese, por tanto, el caso de un simple ser humano. Otro vocero se refirió a la clonación como una violación a la integridad del matrimonio. Los expertos del Vaticano reflejan los puntos de vista del Papa y él ya ha rechazado cualquier uso de tecnologías que interfieran con la procreación sexual dentro del matrimonio o que hagan factible la destrucción de embriones humanos. Los Teólogos católicos pueden hacer uso de diferentes suposiciones de fondo desde la perspectiva del Papa y sus opiniones tienden a la falta de

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credibilidad. Algunos ven las tecnologías genéticas como una expresión de la creatividad humana y ésta como una ventaja, ya que refleja la creatividad de Dios. Crear nuevas plantas y animales mediante intervenciones genéticas es un hecho ampliamente respaldado tecnológicamente, pero aún la mayoría de los moralistas católicos demarcan sus líneas en cuanto a la clonación humana. Los eticistas protestantes tienden a buscar contribuciones provenientes de la Sagrada Escritura. Sin embargo, la Sagrada Escritura no proporciona respuestas específicas a problemas modernos. Puede proporcionar una dirección ética general la que posteriormente debe enfrentarse a una dirección contradictoria proveniente de textos diferentes. El libro del Génesis, por ejemplo, nos proporciona dos historias relativas a la creación diferentes. En el primero (Génesis, Capítulo Primero), el hombre es representado como un ser que tiene dominio sobre toda la creación. Al ejercer dominio, el hombre estaría actuando a la imagen de Dios. Esta historia puede respaldar tecnologías genéticas e incluso la clonación. En la segunda historia de la creación (Génesis, Capítulo Segundo), el rol del hombre supera al de un asistente. Debe cuidar la creación y, a su vez, protegerla. En la actualidad, la dirección ética sería justo la contraria y la clonación podría ser considerada como una violación a la administración. La Sagrada Escritura es una fuente importante de dirección ética para toda la gente que representa la religión judeo - cristiana, pero dado que la Sagrada Escritura no proporciona respuestas específicas a problemas científicos contemporáneos, los eticistas bíblicos tienen que pensar detalladamente en la problemática de la clonación mucho más que cualquier otro. Los eticistas judíos tienden a buscar dirección ética tanto de la Sagrada Escritura como del Talmud (ley y tradición judía). El rabino Moses Tendler, profesor de ética médica, analizó la clonación haciendo uso de la metáfora talmúdica de la abeja que ofrece miel y su aguijón. Preguntó, ¿estamos en el punto del árbol del conocimiento dónde renunciaríamos a la miel para evitar el aguijón? Otros rabinos no ven ninguna razón para criticar o incluso regular la clonación. Eticistas Científicos La mayoría de los eticistas religiosos consideran la clonación humana como un hecho incorrecto. Los más permisivos entre ellos instan a una gran precaución en la utilización de este tipo de manipulación genética. No obstante, la ciencia tiene sus propios eticistas y, por lo general, toman el punto de vista opuesto. Los científicos tienden a centrarse en los beneficios positivos de la clonación, descartando los peligros. Tienden a no hacer predicciones de consecuencias catastróficas seriamente. A la crítica ética proveniente de la ciencia exterior la consideran poco ilustrada y/o perjudicial. Señalan que se puede confiar en ellos como creadores de su propia ética. Incluso cuentan con sus propios héroes éticos, santos científicos de todo tipo (Galileo, Bacon). Los eticistas científicos enfatizan las posibilidades correspondientes a conquistar la enfermedad y la infertilidad. Se centran en nueva información acerca del funcionamiento celular que ayudará en la lucha contra el cáncer. Además, la clonación podría actuar como medio de protección en contra de ciertas enfermedades genéticas que resultan de la combinación de genes de ambos padres. No obstante, la ciencia cuenta con su propia historia de escándalos éticos y la idea de que la gente debería dejar hacer a los científicos lo que ellos consideren correcto ya no convence a nadie. El Dr. James Watson,

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quien ganó el Premio Nobel por descubrir la estructura del ADN, concuerda con que esta problemática no puede ser dejada en las manos de la ciencia. Eticistas Económicos Ni a la ciencia ni a la economía les gustan las restricciones éticas. Los portavoces de los intereses económicos (en la economía) apoyan a los científicos en contra de cualquier situación que restrinja la clonación. Los intereses económicos se encuentran concentrados mucho más en la clonación animal que en la humana. No quieren ver arruinadas las posibilidades económicas de la clonación animal a causa de las preocupaciones que acarrea la clonación humana. Eticistas Literarios La literatura, como la religión, constituye una importante fuente de ética. Los novelistas y los poetas proporcionan puntos de vista éticos y muchos ya han tomado posiciones muy críticas en cuanto a la clonación. El libro de Mary Shelly "Frankenstein" (1818) fue la primera evaluación negativa. Frankenstein era inteligente y articulado, pero se encontraba profundamente angustiado por su origen antinatural. En esta historia, el personaje se vuelve loco y asesina al doctor que lo creó. "Los Chicos de Brasil" fue tan aterradora como la clonación misma. Eticistas Gubernamentales A través de la influencia creada por su consolidación, el gobierno por años ha exigido controles éticos estrictos sobre la investigación genética y la terapia que involucra a los seres humanos. Inmediatamente después de las recientes noticias acerca de la clonación, el presidente Clinton prohibió temporalmente el uso de capital federal para experimentos de clonación humana. No mucho después del decreto del presidente, un diputado republicano (Vernon Elders de Michigan) propuso una prohibición en cuanto a la clonación humana, ya que ésta podría crear una reacción negativa hacia la clonación animal y, por esta razón, perjudicaría a los negocios. Sin decir lo que hará el congreso, pero incluso si el gobierno prohibe la clonación, esto aún deja al mercado como una base alternativa para actividades relativas a la clonación. Bioeticistas Los bioeticistas son actores recién iniciados en el amplio escenario de la reflexión ética. La bioética tiene sus propias teorías de fondo, principios abstractos e historias paradigmáticas, pero se desplaza desde amplias perspectivas éticas hacia normas, reglas y políticas concretas. Lo que esperamos de los bioeticistas es menos inspiración y más pautas prácticas para lo que se puede o no hacer en la ciencia y en la medicina. Los bioeticistas han estado trabajando en el área de la genética desde poco después del descubrimiento del ADN. Hacen una distinción entre célula somática e intervenciones genéticas celulares de línea germinal. La primera se refiere a tratamientos relativos a enfermedades genéticas mediante la introducción de un gen que funciona adecuadamente en una persona en la que éste es anormal. Se centra en enfermedades como Tay Sachs, Lesch Nyham y anemia de glóbulos falcoformes. La terapia de la célula somática afecta sólo a la persona aquejada de una enfermedad genética reconocida. Se distingue de la terapia de línea germinal que involucra cambios en un óvulo o un espermio y, por ende, incluye alteraciones genéticas que se traspasarán a otras generaciones. Aquí hay un ejemplo de estándares o pautas bioéticas para intervenciones genéticas celulares somáticas en los seres humanos. (1) La intervención genética se puede utilizar sólo para el tratamiento de enfermedades genéticas serias. (2) No se encuentran disponibles terapias genéticas o alternativas. (3) El defecto genético debe

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identificarse claramente. (4) Estudios animales extensivos deben preceder cualquier intervención humana con el fin de sustentar quejas acerca de la seguridad y de la eficacia. (5) Todas las intervenciones terapéuticas deben ser precedidas de elaborados procedimientos del consentimiento informado. (6) Las formas y estrategias del consentimiento deben ser aprobadas por un comité ético institucional. La clonación sería un ejemplo de la intervención genética de línea germinal. Resulta más difícil obtener la aprobación para intervenciones de línea germinal por muchas razones, incluyendo el hecho de que las alteraciones celulares de línea germinal son difíciles de transmitir y, por ende, tienen una eficacia limitada (Se realizaron cientos de intentos para clonar a Dolly). Los estándares éticos de línea germinal, además de los mencionados anteriormente, son más rigurosos. (1) La ciencia genética debe ser probada y la intervención propuesta debe contar con una tasa de éxito razonable. (2) La intervención de línea germinal debe mantener la promesa de una utilidad sustancial. (3) Éticamente, no se permite ninguna intervención que altere las características humanas fundamentales; por ejemplo: libertad, inteligencia y capacidad racional. (4) Éticamente, no se permite ninguna intervención que pueda crear un riesgo al "pool" genético o bien a la diversidad genética. Todas las pautas bioéticas puestas a disposición en la actualidad militarían contra la aprobación de la clonación en nuestros días. La reciente clonación de ovejas y monos hace una clonación humana exitosa casi con certeza absoluta y supera la objeción basada en falta de éxito. Sin embargo, ¿ofrecería la clonación humana una utilidad sustancial? El Dr. Ian Wilmut, quien clonó a la oveja, expresó su oposición ante la clonación humana. Dijo que la gente no estaba pensando cuidadosamente y que no podía ver ninguna aplicación útil de sus técnicas de clonación en los humanos. Las reservas éticas del Dr. Wilmut acerca de la clonación humana se pueden basar también en el criterio número 3. Por cierto, la clonación humana altera la relación básica entre la persona clonada y el "padre" (antecesor genético). Cualquier tipo de utilización extensiva de la clonación violaría la pauta número 4 al crear un riesgo en el "pool" genético y en la diversidad genética. Las presentes aplicaciones terapéuticas limitadas de la clonación hacen posible que ésta sea realizada con el fin de diseñar cambios en las especies humanas (eugenesia). No obstante, ¿cómo decidimos que cambios son apropiados en las especies humanas? ¿Deberíamos transformarnos en nuestros propios creadores? Estas importantes preguntas explican el porqué el Dr. James Watson (el descubridor del ADN) no podría justificar el simple hecho de dejar las preguntas éticas acerca de la clonación a los científicos. La ciencia médica y la tecnología genética, en la actualidad, nos obligan a enfrentar las preguntas básicas: ¿qué es la vida humana? ¿Qué es un niño? ¿Quién es un padre? ¿Qué es una familia? ¿Cuál es el propósito de tener hijos? ¿Existe un Dios? ¿Somos nuestros propios creadores o asistentes de la creación de Dios? Nadie tiene una respuesta definitiva para cualquiera de estas preguntas. Nosotros los seres humanos debemos continuar cuestionándonos. La lucha por el significado nunca va a terminar. Sólo los fundamentalistas religiosos y seculares tienen certeza de tener las respuestas. Sin embargo, podemos estar de acuerdo con ciertas cosas. Los seres humanos son creativos. Inevitablemente, intervenimos en la naturaleza con nuestras herramientas y tecnologías. No obstante, deberíamos respetar la estructura de la naturaleza e ingresar lentamente en

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un área tan delicada como la clonación humana. LA CLONACIÓN: UN PUNTO DE VISTA ÉTICO CRISTIANO Estamos en una época de adelantos tecnológicos vertiginosos que provocan confusión respecto a su validez ética al aplicarlos a los seres humanos. Mayor todavía es la interrogante respecto a su validez ante los principios bíblicos y la voluntad de Dios. En especial, la clonación suscita este tipo de inquietud. Los seres vivos están formados por células, y cada una de éstas tiene una serie de instrucciones genéticas completas llamadas el "genoma". Desde la primera división a partir de la concepción, el núcleo de cada célula formada en las divisiones sucesivas contiene esta información genética completa.Dentro del desarrollo embriónico, las células se especializan, es decir, van diferenciándose para ser unas células cutáneas, otras células nerviosas, otras neuronas, y así todos los tipos de células que componen un ser viviente. Cada una ejecuta diferentes funciones, basándose en una parte determinada del código genético. Este código genético es el que le dice a cada célula qué tipo de célula es, qué le toca hacer, cómo y cuándo hacerlo... es el control maestro para la vida. Las partes del código genético que no son utilizadas por una célula especializada no desaparecen, sino que se almacenan en estado latente.En la clonación, la información latente u oculta del núcleo de una célula especializada se activa para conseguir a partir de ella un espécimen idéntico: un clon. Esto es, un ser (planta, animal o humano), derivado de otro organismo, teniendo componentes hereditarios idénticos. Muchas veces los clones provienen de la misma célula (como en el caso de los gemelos idénticos o monozigóticos), o se originan de la célula de otro individuo. EL PROCESO Cuando se forma un embrión, las células están rodeadas por una capa que se llama la "zona pelúcida". Si ésta se disuelve y las células se separan antes de que inicie la especialización celular, las células individuales pueden ser clonadas, ya que contienen toda la información genética para producir un organismo completo. Un método es que a éstas células se les quite el núcleo con su ADN y se fusione por medio de una corriente eléctrica con un óvulo que se ha vaciado de estos elementos. En el caso de Dolly, la borrega clonada por científicos escoceses, el embrión resultante se implantó en el útero de la "mamá" que parió a Dolly, donde se desarrolló como cualquier otro embrión lo hubiera hecho. Es necesario tener una célula "madre" (del organismo del que se va a hacer la copia), un óvulo vacío (de una donadora), y una matriz preparada para recibir el embrión y llevarlo a término. Otro método es que a cada célula ya separada se le cubra con una "zona pelúcida" artificial para que se forme un embrión que pueda ser implantado y que se geste enteramente, también en un útero. INVESTIGACIÓN CON CELULAS MADRE Al poder controlar el desarrollo a partir de células "madre" se podría hacer crecer casi cualquier tipo de tejido, lo cual tendría aplicaciones tremendas en el campo de la medicina. Para un diabético se podría formar un páncreas saludable que sí generara insulina. No habría problema de rechazo con un trasplante en el cual el órgano sustituto se hubiera generado a partir del original. No habría necesidad de suprimir la respuesta inmunológica del organismo porque el tejido sería totalmente compatible. Sin embargo, habría

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que tener cuidado con la fuente de estas células. La manera más fácil de obtenerlas es a partir de embriones, y éstas tienen un potencial más amplio. Pero implican la destrucción del embrión. No obstante, se pueden obtener de tejidos de adultos (sangre, médula ósea, hígado), o del cordón umbilical. Si este es el caso, no hay problema moral en seguir trabajando en la investigación. Pero un embrión humano no debe ser usado con ningún propósito. No se deben usar células embrionarias primitivas. CONSIDERACIONES ETICAS DE LA CLONACION HUMANA La clonación de animales y plantas, especialmente cuando se trata de hacerle un bien a la naturaleza, es aplicable y no viola ningún principio ético. La manipulación genética con propósitos de erradicar enfermedades o aliviar el hambre es otra manera en que esto se realiza sin infringir los lineamientos morales. Pero la línea no se cruza respecto al hombre. La clonación de un ser humano es éticamente inadmisible. La Biblia marca una clara distinción entre los demás seres vivientes y el ser humano. Desde el momento de la creación, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios: ningún otro miembro del reino animal fue hecho así (Gn 1:27). Nuestra vida no es solamente vida física (bios), como la de los animales, sino también vida espiritual (zoe) (Lc 16:19-31; Fil 1:23). Además, aunque al hombre se le dio dominio sobre los animales, no se le dio ese mismo dominio sobre otros humanos (Gn 1:26). Cuando al hombre se le permite alimentarse de animales, se le prohíbe tomar la vida de otro hombre (Gn 9:2-5; Ex 20:13). El único que tiene potestad sobre la vida del hombre es Dios. Al trabajar con la clonación, necesariamente muchos embriones son sacrificados. Para producir a Dolly se hicieron múltiples intentos, 98 % de los cuales fracasaron. Una cantidad de los embriones formados no se implanta, otra cantidad muere durante la gestación o poco después de nacer. Cuando se trata de embriones humanos, el costo es demasiado alto, pues cada embrión es una persona. Eliminar embriones humanos en la experimentación es homicidio, pues se trata de seres humanos propiamente dichos, con naturaleza biológica y moral. Los clones que sobreviven a las etapas iniciales normalmente son defectuosos. Padecen de cardiopatías o inmunodeficiencia, insuficiencias en distintos sistemas y tienden a morir prematuramente. Dolly es una borrega enferma. La clonación está muy lejos de ser una técnica perfecta, y tal vez nunca lo llegue a ser. Según Ian Wilmut, el "creador" de Dolly, sería "criminalmente irresponsable" experimentar con personas. Cada intento implicaría la muerte de cientos de embriones.Además, la manera que Dios estableció para que la humanidad se multiplicara fue a través de la familia: un padre y una madre. Por tanto, la clonación artificial de un ser humano completo sería un atentado en contra de un principio bíblicos establecido, pues no se requiere ni de padre ni de madre, menos de una familia. La procreación sólo debe de darse dentro del marco de matrimonio. OTROS PROBLEMAS ETICOS Si se quisiera clonar a alguien con el propósito de conseguir un órgano para trasplante, también se estaría cruzando la línea ética, pues se trataría de un bebé creado para el bien de otro, lo cual devalúa la vida humana. ¡Sería considerarla un producto industrial más. Si se quisiera reproducir una persona que ya murió, por razones sentimentales, se crearían más problemas éticos respecto a parentescos; también menoscabaría el valor de

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la vida humana, y por último pero no menos importante, habría que tener en cuenta que aunque se pudiera copiar biológicamente a una persona, jamás se podría reproducir el conjunto de su características personales internas, como el intelecto, la compasión, el temperamento, la voluntad y demás atributos de la personalidad. El producto distaría mucho de satisfacer las expectativas (que tenderían a ser mucho más altas que las que se tendrían para un bebé concebido naturalmente--que es bien recibido como venga), porque no se comportaría ni reaccionaría igual al original, y por tanto, habría el riesgo de que fuera rechazado. Y si se originó en un laboratorio, ¿no sería fácil eliminarlo al dejar de desearlo? Tendríamos seres humanos "desechables". En el momento que no te guste, tíralo a la basura y consigue uno nuevo. No se puede desarrollar tecnología que implique la muerte de embriones humanos ni la devaluación de la vida humana. Este es un caso claro en que el bien no sobrepasa al mal. Los beneficios que se pudieran conseguir no son dignos de considerarse, pues implican el asesinato o la desvalorización de la vida humana. ¿Es moral lograr algo por medios inmorales?. La clonación de plantas y animales es correcta bajo circunstancias que conduzcan al beneficio de la humanidad, pero la clonación de humanos no es permisible bajo consideraciones bíblicas. Atenta en contra de principios claros, como el carácter sagrado de la vida humana y el propósito de la procreación (que sólo debe darse en el contexto familiar). Moralmente no es aceptable. La intención de la clonacion 1. Consideremos inicialmente quién o quiénes son o pueden ser los responsables de la acción de clonar. Desde una perspectiva personalista, el responsable de la acción de clonar es el técnico que la consuma, el científico de la reproducción que diseña, organiza y ejecuta los pasos ineludibles para proveer el objetivo decidido: una persona concreta como principal responsable, y sus colaboradores como corresponsables de la acción moral. Que los adultos que ceden sus células (la madre el ovocito, el padre la célula somática) también son responsables de la acción de clonar es obvio; lo son al identificarse su intención y su disponibilidad corporal con los objetivos propuestos. Pero, pese a tan poderosa implicación, ellos no son los ejecutores directos de la acción clonativa, y, por tanto, el grado de responsabilidad que les alcanza es menor. El agente principal es quien manipula con sus manos el genoma celular y su intención es clara: consiste en lo que hace, se identifica con el sentido del acto técnico que lleva a cabo. Es su determinación formal: el clásico finis operantis de la tradición tomista. Esta determinación en el caso de la clonación es también una elección entre técnicas, según el objetivo marcado a priori. Esto es la intención, pero no la materialidad del acto en sí mismo, sino el proceso formal por el que se elige intencionada y libremente la técnica de clonación para un objetivo que subyace siempre debajo. Diferente de la materialidad o realización técnica en sí misma, que es el objeto material del acto de clonar (finis operis). 2. Entrando en el análisis específico de la intención -del finis operantis de la teología clásica- de la elección del agente moral, como otros la denominan, hay que considerar que esa intención a que hemos aludido tiene como telón de fondo unos objetivos en el horizonte inmediato -o a la larga- es decir, unos objetivos que están presentes en la mente del investigador o del técnico y

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que determinan su intención. En el momento actual a estos objetivos transintencionales (que subyacen a la intención del agente) se les pueden considerar también como "consecuencias" o como "efectos secundarios", no necesariamente negativos. Pasemos a concretar ahora algunos de estos objetivos o consecuencias que, a la luz de nuestros conocimientos, podrían ser aducidos por el agente para justificar la clonación. Las consecuencias Es obvio que las consecuencias o los efectos secundarios u objetivos que hemos detallado están presentes en la intención, igual en el médico como en el político, lo que confiere a la decisión de clonar de una severa responsabilidad. Para hacer más sistemático este abordaje consideramos aleatoriamente dos tipos de consecuencias: 1) Consecuen-cias de teórico valor positivo y 2) Consecuencias de teórico valor negativo. Consecuencias de valor positivo o "beneficentes": La teórica resolución clínica de una esterilidad podría contar con el mayor acuerdo entre los efectos positivos. Ciertamente, se trataría de un porcentaje exiguo de casos de esterilidad los que justificarían la elección de la clonación sobre algún otro modelo de técnica de FIVET. La teórica resolución de una gestación problemática -del tipo de la aludida hemofilia o de la evitación de un hijo subnormal en el caso del "síndrome del cromosoma frágil" - y otros similares- podría constituir otro efecto de resultados gratificadores para el matrimonio con fertilidad conflictiva. La clonación ha promovido a un gran debate intelectual y ético sobre el embrión y su estatuto ontológico. También sobre el concepto de persona. Pues bien, este debate puede contribuir poderosamente a una reflexión ética sobre el principio de la vida, que hasta este momento no ofrece un acuerdo universal satisfactorio. La clonación y sus ulteriores investigaciones podrían abrir campos de conocimiento de la conducta humana hasta ahora desconocidos, como el alcance de la libertad humana en relación a la herencia biológica. Para algunos la clonación de la excelencia, fundamentada en este argumento reviste una cierta consistencia ética, pues se trataría de una reverencia por la grandeza. Una consecuencia positiva, para algunos, es la posibilidad de generar órganos, vísceras o tejidos a partir de células totipotentes desde embriones clonados. Se trataría de una utilidad terapéutica de gran ambición, a partir de la denominada "clonación no-reproductiva. El embrión moriría, pero sus vísceras podrían salvar personas. Consecuencias negativas o "maleficentes": Es de prever un alto coste en vidas embrionarias durante muchos años -décadas- antes de que pueda ser previsto un proceso de clonación "limpio", que no suponga este daño. Se ha sugerido que las técnicas de clonación, por razón de la manipulación genética, podrían provocar un incremento de anomalías genéticas, de seres hu-manos defectuosos. La expansión de la clonación podría conducir a riesgos más universales, que se experimentarían a largo plazo, consecuencia de la ruptura del fenómeno de la diversidad genética, que se estima una garantía -asegurada por la evolu-ción-como salvaguarda de la conservación de las especies vivas. Hoy, sin duda, los pasos a favor de la legitimación de la clonación

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experimentan un amplio rechazo social e institucional. Que la legalización y ulterior expansión de la clonación, de una cierta paternidad o maternidad "a la carta", pueda fomentar, a nivel privado, una mentalidad de consumo a nivel reproductivo -¡Este lo quiero, aquél no lo quiero! - desprotegiendo crecientemente al embrión humano de dignidad y de respeto social. La restricción a la libertad de investigación a los científicos de la clonación podría, según algunos, constituir un peligroso precedente para el mundo de las ciencias de la vida y del comportamiento humano. Tras la clonación asoma, hoy desdibujada mañana no sabemos, la amenaza de la eugenesia.. Porque el argumento de la excelencia posee su sentido y podría conducir de nuevo a una funesta mentalidad eugenésica. Primero sería la clonación reproductiva, después la clonación reparativa, luego la clonación de la excelencia y finalmente la clonación libre. Y en la sociedad la legitimación del "niño a la carta". Tal manipulación de la vida reduciría el "valor" de la persona y podría minar la firmeza de sus derechos humanos. El objeto de la acción moral: la clonacion y su significado El abordaje personalista de la ética asume la importancia de la intención del agente y de las consecuencias u objetivos inmediatos o lejanos de la acción juzgada, pero los considera insuficientes. La bioética personalista entiende que, además de la intención y las consecuencias, el juicio ético acerca de una acción concreta -en nuestro caso, la clonación- no puede prescindir de esta interrogante: la acción que juzgamos ¿afecta negativamente a la dignidad de la persona? Es decir, ¿agrede en alguna medida al ser humano, a la persona concreta que es objeto de la acción clonativa del profesional de la Medicina? En otras palabras: al actuar sobre un ovocito y manipular su genoma, trasplantando a su núcleo material nuclear de una célula somática humana ¿se agrede la dignidad del embrión humano que emerge de esa acción, que llamamos clonación? La pregunta incide en el núcleo esencial del dilema. Se trata de un planteamiento que no hurta el fondo de la cuestión, es decir la condición estatutaria del embrión-clon, del zigoto-clon. Este planteamiento es racional y asume una convicción: que si el embrión humano es persona, exige tratamiento de persona y no puede ser objeto de "dominio" por parte de ningún otro hombre, antes bien debe ser respetado. La persona humana y su dignidad se configuran así como un bien universal e individual al mismo tiempo, que debe ser respetado siempre. La persona se constituye en "norma" y determina el carácter deontológico del modelo. No es momento aquí de un análisis más extenso de la dignidad de la persona, a cuyo significado se presta respeto profundo, pero nos cabe indicar que por "dignidad" entendemos esencialmente la realidad de la persona y por "persona" -concepto tan debatido en nuestro tiempo- aceptamos una perspectiva fenomenológica de la misma, que considere a la corporeidad como expresión de la persona. Deliberadamente excluimos del debate la dimensión ontológica y metafísica del embrión, que incorpora un factor de desacuerdo en la ética civil, aunque ella es la que realmente fundamenta la dignidad del embrión a que estamos aludiendo. Por otra parte, la persona o la dignidad de la persona no prescribe, ciertamente, la decisión ética libérrima del agente moral, pero la normativiza en su análisis racional: le especifica el bien, el camino del bien que

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libremente debe escoger. ¿Qué es lo que falta por someter a análisis de lo hasta ahora expuesto, podemos preguntarnos? Falta hablar del objeto de nuestra manipulación técnica, y ello respondiendo a las siguientes interrogantes: ¿Qué es realmente lo que hacemos al incorporar el material genético nuclear de una célula somática a un ovocito, promoviendo a la existencia a un nuevo ser; o cuando fragmentamos delicadamente un embrión humano de 2, 3 u 8 células? Es decir, con independencia de la intención del clínico o del investigador, y de las consecuencias que se prevean, que algunas pueden ser excelentes, se trata aquí de entrar en el significado específicamente moral del objeto que se juzga, de la técnica de la clonación por sí misma, de desentrañar y juzgar el viejo finis operis de la tradición clásica. Porque en ocasiones el objeto del acto es una acción que se lleva a cabo sobre la propia corporeidad del hombre o de otro hombre, en este caso sobre la dimensión más primaria y microscópica de la corporeidad humana, sobre un zigoto. Y a este modelo de objeto acompaña siempre un significado. En el acto de clonar se trabaja sobre un embrión humano, cuyo significado es de persona y esto dota a la acción de clonar de una gravedad especial. Pero para ello deberemos reflexionar antes, aunque muy brevemente, sobre dos cuestiones: 1) ¿es el embrión persona? y 2) ¿qué cambiaría la clonación en la realidad del embrión humano clon? Con esta doble información será posible penetrar, por fin, en el juicio ético de la clonación. ¿Qué puede cambiar la clonación en la realidad del embrión humano y en el adulto clonado? Es muy importante reflexionar ahora sobre la realidad del sujeto clon. Sobre el marco biológico, la clonación por transferencia nuclear introduce en la existencia a individuos o personas con igual identidad genética y mínimas o sutiles diferencias con el padre biológico. Se rompe así algo que está en la esencia de la individualidad humana: la identidad genética. La condición de individuo de la especie humana significa una distinta e irrepetible identidad genética, que puede distinguirlo radicalmente del resto de los sujetos vivos de su tiempo. Esta identidad parece constituir un verdadero derecho natural de las personas. La identidad genética se expresa mediante una corporeidad nueva, distinta de la del resto de los mortales, que contribuirá a distinguir su identidad social. Corporeidad que incluye un sexo no elegido y de la que es testigo el sistema policial por medio de la toma de huellas dactilares. El sujeto clon pierde esa "corporeidad diferencial". Sobre el marco vivencial, la clonación situaría en el mundo a personas que habrían perdido lo que Jonas denomina el derecho a la ignorancia. Esto es, el derecho a no saberse copia de otro, especie de derecho de la esfera subjetiva, que permite a los seres naturales ignorar su devenir corporal y psíquico (las enfermedades que puede padecer, los rasgos que puede adquirir, etc.). Esta incertidumbre, como la del común de las personas, es condición previa de la libertad. Al vivir una vida en una corporeidad biológica por "primera vez", la incertidumbre determina un esfuerzo verdaderamente libre de nuestras acciones. Algo que cambiaría en el sujeto clon. Este habría de prever sus movimientos, prevenir sus enfermedades, evitar sus tendencias, etc. a la luz siempre de un precedente. Se rompería así un cierto derecho del hombre a experimentar la vida humana como un auto-descubrimiento, "el derecho a encontrar el propio

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camino y ser una sorpresa para sí mismo" (Jonas). Por otra parte, si la llegada al mundo de un clon tuvo su origen en el argumento de la excelencia, con independencia de que heredar la biología no supone heredar la personalidad del ser que se replica, se trata de saber si tal destino, impuesto por los padres, constituye un bien o un mal para el clon. Pues esto podría constituir una carga insoportable, una intolerable exigencia de emulación para el clon, siempre visto y considerado en su apariencia externa como un sujeto de circo (-Mira, aquél es Clinton, un presidente norteamericano de los años 90-). Ser clon de alguien dotado de excelencia, puede ser también grave daño para el clon durante toda su vida. Detengámos ahora, por fín, en otros dos potenciales daños que pueden acompañar al sujeto clon. En la especulativa situación de que un clon fuera adelante con los actuales conocimientos, es impredecible asegurar que una célula reprogramada dará lugar siempre a un individuo sano. La posibilidad de riesgos graves inesperados (mayor tasa de anomalías genéticas, de cáncer, envejecimiento prematuro, etc.) en el producto de la clonación no es desdeñable. ¿Qué puede se-guir de algo tan artificioso como una clonación? Y además, en el nivel actual de nuestros conocimientos, es de prever una gran pérdida de embriones humanos en el proceso de la clonación. Si en el caso de la oveja Dolly hicieron falta 277 óvulos para obtener una clonación, no cabe pensar que en el supuesto de clonar seres humanos este número fuera a ser inferior. ALGUNOS CONCEPTOS EN TORNO A LA CLONACIÓN Para una mejor comprensión del tema de la clonación, parece conveniente precisar conceptualmente los términos que se van a manejar en este contexto: Concepto genético de desarrollo: Proceso regulado de crecimiento y diferenciación resultante de la interacción núcleo-citoplásmica, del ambiente celular interno del propio organismo y del medio externo mediante el cual se produce la formación del individuo a partir de una célula inicial única: el cigoto. El proceso de desarrollo constituye, por tanto, una secuencia programada de cambios fenotípicos controlados

espacial y temporalmente que constituyen el ciclo vital del organismo. Esquema que representa el concepto genético de desarrollo 40

Diferenciación celular (citodiferenciación): Fenómeno por el cual las células genéticamente idénticas de un organismo pluricelular divergen en su función, dando lugar a células fisiológica y morfológicamente diferentes. El principal mecanismo de citodiferenciación es la actividad génica diferencial producida por mecanismos de regulación que inducen o reprimen la expresión de los genes. Totipotencia: Capacidad de una célula de originar un individuo completo; es decir, la célula totipotente mantiene todos los genes en un estado funcional potencial. Las células no diferenciadas son totipotentes. Sin embargo ¿son totipotentes las células diferenciadas?; es decir ¿podrían originar un individuo completo si las condiciones experimentales les indujeran a ello? El que una célula diferenciada sea o no totipotente es fundamental para el proceso de clonación. Clon (del griego , esqueje, retoño): Conjunto de individuos de idéntica constitución genética que proceden de un mismo individuo mediante multiplicación asexual, siendo iguales entre sí y al individuo de que proceden. Clonación: Acción y efecto de clonar. Clonación reproductiva: La que se utiliza para obtener individuos clónicos entre sí o con un progenitor. Clonación no reproductiva: La aplicación de técnicas de clonación en cultivos celulares o en embriones preimplantatorios sin intención de producir un individuo clónico vivo sino con objeto de establecer cultivos de tejidos -y si fuera posible de órganos- a partir de células troncales del embrión o células ES (por embryonic stem cells) que son células inmaduras con capacidad de autorregeneración y diferenciación. Tales cultivos pueden ser establecidos con fines de investigación básica o clínica en la reparación de tejidos u órganos dañados, en cuyo caso se puede denominar clonación terapéutica. Técnicas de clonación reproductiva En vertebrados se han hecho experimentos de clonación reproductiva en anfibios y en mamíferos, de acuerdo con los tipos siguientes: Partición o gemelación: División de embriones por bisección o separación de blastómeros en los primeros estadios de desarrollo embrionario. Los productos que se obtienen son clónicos entre sí pero diferentes a sus progenitores. Gemelación en la especie humana: Proceso de separación de un blastómero de un embrión humano en estadio de cuatro células. Transferencia de núcleos: Transferencia de núcleos diploides a ovocitos, óvulos o cigotos enucleados. La importancia del citoplasma de la célula al mandar las instrucciones moleculares a la información genética del núcleo para iniciar el proceso de desarrollo embrionario justifica el tipo de células utilizadas como receptoras.

Bibliografia

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www.multimedios.org/ www.es.catholic.net/ es.catholic.net/hispanoscatolicosenestadosunidos/584/1472/articulo.php?id=7 192 www.geosalud.com/ www.geosalud.com/Clonacion/clonacion_humana.htm

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