CLASIFICACIÓN Y FILOGENIA En este blog a menudo se utilizan términos relacionados con la clasificación de los seres vivos y su filogenia. Puesto que son términos que no son conocidos por todos, este artículo pretende aclarar varios conceptos para los principiantes en este campo.
INTRODUCCIÓN Antes de introducirnos de lleno en el tema, conviene dejar claros dos conceptos, que muy a menudo se confunden: la sistemática y la taxonomía. La sistemática es la ciencia de la clasificación y de la reconstrucción de la filogenia, es decir, se encarga de reconstruir el origen y la diversificación de un taxón (unidad que queremos clasificar, como por ejemplo una especie, una familia o un orden). Por otro lado, la taxonomía es el estudio de los principios de la clasificación científica, la ordenación y denominación sistemática de los organismos. En otras palabras, mientas que la sistemática se encarga de crear sistemas de clasificación, los cuales se representan en forma de árbol ramificado, la taxonomía pone las reglas y los procedimientos para identificar, poner nombre y clasificar cada especie en las diferentes categorías taxonómicas basándose en la sistemática.
SOBRE LAS ESPECIES Y MÁS ALLÁ No podemos empezar a hablar sobre cómo se clasifican las especies sin saber qué es una especie y otros niveles de clasificación de los seres vivos. A lo largo de la historia se ha intentado explicar lo que es una especie, de manera que encontramos diferentes definiciones según el enfoque que tomemos. Concepto morfológico o tipológico de especie: una especie es un conjunto de organismos que presentan características fijas y esenciales que representan un patrón o arquetipo. Este concepto está actualmente totalmente descartado, aunque la mayoría de guías se basan en explicaciones morfológicas para identificar a las especies. Aunque las guías para identificar las especies se basan en su morfología, el concepto morfológico de especie no es aceptado (Foto: Revista Viva). Concepto biológico de especie: una especie es un grupo de poblaciones naturales interfecundas y reproductivamente aisladas, la cual ocupa un nicho
específico en la naturaleza. Por lo tanto, una especie tiene una ascendencia común y comparten caracteres de variación gradual. Esta definición tiene varios problemas: sólo es aplicable a las especies con reproducción sexual y no se puede aplicar para las especies extinguidas. Concepto evolutivo de especie: una especie es un único linaje de poblaciones ancestro-descendiente que mantiene su identidad frente a otros linajes y que tiene sus propias tendencias evolutivas y su destino histórico. Este enfoque y el biológico son, de hecho, complementarios puesto que hay una duplicidad de fenómenos. Concepto filogenético de especie: según esta perspectiva, una especie es un grupo irreducible de organismos, diagnósticamente distinguible de otros grupos semejantes y dentro del cual existe un patrón parental de ascendencia y descendencia. Este criterio cubre tanto la reproducción sexual como la asexual.
Según la definición filogenética, A, B y C son especies diferentes. Todos los organismos dentro de C son también una única especie con diferentes formas (Foto: Sesbe).
MÁS ALLÁ DE LAS ESPECIES Por si no fuera suficiente el lío planteado para definir lo que es una especie, éstas se clasifican según un sistema jerárquico basado en más categorías taxonómicas. Aquellas que están por encima de la especie se llaman supraespecíficas, mientras que las que quedan por debajo son las infraespecíficas. Así pues, desde la categoría más alta a la más baja, los seres vivos se pueden clasificar en: Dominio > Reino > Filo o División > Clase > Orden > Familia > Género > Especie > Subespecie > Variedad > Forma. ¡Y que conste que aquí hemos simplificado bastante! Vamos a ver un ejemplo: imagina al perro. El perro, como el lobo, forman parte de una misma especie: Canis lupus, pero el perro es la subespecie Canis lupus familiaris. La designación de una especie se hace mediante su género (Canis) seguido del epíteto específico (lupus). Las categorías supraespecíficas del perro son: Dominio Eucariota, Reino animal, Filo Cordados, Subfilo Vertebrados, Clase Mamíferos, Orden Carnívoros y Familia Cánidos. Los perros y los lobos están incluidos dentro de la misma especie, pero están en subespecies distintas (Foto: Marc Arenas Camps).
¿CÓMO SE RECONSTRUYE EL ÁRBOL DE LA VIDA?
Para reconstruir el árbol de la vida, es decir, las relaciones que hay entre las especies vivas y extintas (filogenia) se utilizan los caracteres, es decir, los rasgos de los organismos utilizados para estudiar la variación dentro una especie y entre ellas. Así, para reconstruir la filogenia se usan caracteres compartidos entre diferentes taxones. Aquí debemos diferenciar dos tipos de semejanza: cuando la semejanza de caracteres resulta de la ascendencia común se denomina homología, mientras que cuando no es resultado de tener antecedentes comunes se llama homoplasia. Seguramente con un ejemplo quedará más clara la diferencia entre homología y homoplasia. Que las alas de una lechuza y una codorniz se parezcan es porque tienen el mismo origen (homología), pero que las alas de los insectos, las aves y los murciélagos sirvan para volar no se debe a que tengan el mismo origen (homoplasia).
Las alas de insectos, aves y murciélagos son una homoplasia (Foto: Natureduca). Hay tres grandes tipos de homoplasia:
Paralelismo: la condición ancestral de un carácter variable (plesiomórfico) está presente en el antepasado común, pero el estadio actual o derivado (apomórfico) ha evolucionado independientemente. Sería un ejemplo de paralelismo el desarrollo de un corazón formado por 4 cavidades en aves y mamíferos. Convergencia: en este caso, el carácter homoplástico no estaría presente en el antepasado común. Las estructuras originadas por convergencia se dice que son análogas. Un ejemplo serían las alas de insectos y aves. Pérdida secundaria o reversión: consiste en la reversión de un carácter determinado a uno que parece ancestral. Así, parece que sea ancestral pero en realidad es derivado.
Paralelismo, convergencia y reversión biológica (Foto: Marc Arenas Camps). Se utilizan distintos tipos de caracteres para ordenar a los seres vivos: morfológicos, estructurales, embriológicos, palenotológicos, etológicos, ecológicos, bioquímicos y moleculares.
Las especies que comparten estados derivados de un carácter forman un clado y al carácter se le conoce como sinapomorfía. Así, las sinapomorfías son los caracteres que se originaron en un ancestro común de un clado y que se conserva tanto en el ancestro como en todos sus descendientes. Así pues, las glándulas mamarias son una sinapomorfía de todos los mamíferos.
Las glándulas mamarias son una sinapomorfía de los mamíferos (Foto: Tiempo de éxito). Una vez se han seleccionado los caracteres, las diferentes escuelas de clasificación biológica los utilizan de diferentes maneras para obtener las relaciones entre los seres vivos lo más fiables posibles.
conceptos de especie El concepto biológico de especie tiene sus limitaciones (aunque funciona bien para muchos organismos y ha sido muy influyente en el progreso de la teoría evolutiva). Para abordar algunas de estas limitaciones se han propuesto muchos otros «conceptos de especie», como por ejemplo:
El concepto de reconocimiento de especie: una especie es un conjunto de organismos que se reconocen entre sí como parejas potenciales.
Aunque se haya impedido que estas dos ranas se apareen, el hecho de que se reconozcan entre sí como posibles parejas hace que sean de la misma especie bajo el concepto de reconocimiento de especie.
Concepto fenético de especie: una especie es un grupo de organismos que son fenotípicamente similares y que parecen diferentes de otros grupos de organismos.
Según este concepto, el parecido fenotípico es lo único que importa a la hora de identificar especies diferentes. Por lo tanto, dado que las ranas representadas aquí tienen el mismo aspecto (aunque no pueden aparearse entre sí), serían consideradas la misma especie de acuerdo al concepto fenético de especie.
El concepto filogenético de especie: una especie es la «punta» de una filogenia, es decir, el conjunto de organismos que comparte un antepasado y que puede distinguirse de otros conjuntos similares. Según esta definición, una especie anillo es una única especie que abarca una gran variabilidad fenotípica.
En este ejemplo, los linajes A y B de la salamandra Ensatina son especies diferentes. Cada uno de ellos tiene un antepasado común que no comparten los individuos de otras especies. Incluso aunque se haya diversificado mucho, el linaje C es una única especie según el concepto filogenético de especie. Ninguna de las subespecies del linaje C tiene un sólo antepasado común independiente de las otras subespecies. La elección de un concepto de especie por un investigador a menudo refleja el centro de interés de su investigación. Para tomar esa decisión el científico necesita comprometerse con un concepto de especie. Para la mayoría de los propósitos y para la comunicación con el público general se utiliza el concepto biológico de especie.
Valoración
En principio, y luego de leer el índice de contenidos, tal vez usted se esté preguntando ¿qué valoramos?, ¿qué entendemos por valores primarios y secundarios?, ¿en qué consiste el proceso de valoración?, ¿cuándo y quién o quiénes lo realizan? Comencemos por explorar algunas definiciones:
En definitiva, la valoración documental se concibe como una función archivística que forma parte de la gestión documental y por la cual se evalúan las series a partir de sus valores primarios y secundarios para fijar el tiempo de su conservación y destino final. En este sentido, los valores primarios se relacionan con la génesis del documento, con su finalidad o su uso (fiscal, judicial, legal, administrativo); mientras que los valores secundarios responden en términos informativos, trascienden el motivo por el cual se originó el documento (para la investigación, la historia, etc.). Podemos afirmar, entonces, que la identificación precede a la valoración y a la selección. El objeto del proceso de valoración son las series documentales, a pesar de que los documentos son los que tienen valores. Sin embargo, los valores repercuten en las series documentales, puesto que, tal como ya lo señalamos, ellas son testimonio de una misma actividad repetida en el tiempo. La evaluación deberá sustentarse a partir criterios valorativos trazados teniendo en cuenta inicialmente tanto el ciclo de vida de los documentos como el funcionamiento de la institución productora y, posteriormente, su función informativa. Al respecto, Cermeno Martorell (2011) afirma que “la atribución de valor a los documentos se realiza esencialmente mediante la asignación de criterios. Estos no son más que una medida, una norma o una pauta que se emplea para discernir las series documentales valiosas de aquellas que no lo son tanto” (p. 215 y ss.). Por lo cual, la atribución de criterios para la conservación documental resulta fundamental en materia archivística, en tanto determina la valoración de los documentos y, como alega Cermeno Martorell (2011), “serán los que acaben configurando parte de la memoria futura de nuestra sociedad” (p. 216).
En nuestro país, las herramientas legales que enmarcan la labor archivística son escasas, sin embargo, el problema mayor no está en la carencia de legislación específica o en su antigüedad, sino más bien en la falta de cumplimiento de las mismas. Sobre este punto le sugerimos la lectura de “La valoración documental: situación en la administración pública nacional de Argentina”, de Cipolleta y Pak Linares. Aun así, esencialmente, la resultante de la tarea de valoración debe ser la determinación del tiempo o de los plazos que los documentos detentan, suvalor primario y, si poseen, su valor secundario.
Valores primarios y secundarios Ya expresamos que el valor primario es “el valor que tiene un documento mientras se halla en las fases activa y semiactiva de su ciclo vital, es decir, mientras interesa a la entidad productora como instrumento y referencia para el desarrollo de la gestión institucional” (Roig Alvarado, 2008, p. 6). Esta valoración está estrechamente vinculada con la finalidad por la cual fue generado el documento; así, los valores primarios pueden ser administrativos, jurídicos, legales, fiscales, contables, técnicos, etc. Ahora bien, el valor secundario se relaciona con la finalidad histórica, científica, informativa de aquellos documentos que una vez concluida su utilidad primaria son valiosos para la historia, la investigación y/o para la sociedad en general. Observemos en un esquema cómo se relacionan los valores al ciclo vital de los documentos.
Una última observación. Roig Alvarado (2008) señala que el valor secundario, se define como el “que tiene un documento (serie o grupo) para la investigación o la historia, una vez agotado el interés que presentaba para la entidad productora. Este valor caracteriza la utilidad social que contiene la información con fines de investigación y consulta pública” (p. 8). Así, los documentos de valoración secundaria se clasifican en evidencial, informativo y testimonial. Veamos un ejemplo de valoración en un archivo público:
A propósito, lo invitamos a la lectura de un caso de valoración documental en Colombia. Allí podrá identificar las características de gestión de un programa de valoración documental, los criterios utilizados y las tablas de retención elaborada.
Luego, puede continuar analizando los objetivos y ventajas de la valoración de documentos.