Circe, Etc.docx

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Aqueloo Aqueloo (del griego Αχελώος, ‘el que ahuyenta el pesar’) era el dios del río del mismo nombre, entre Etolia y Acarnania, y el más antiguo y poderoso de los espíritus de agua en Grecia. Conocido por atacar a Heracles transformado en toro, era un oceánida, el primogénito de Océano y Tetis, o según otras versiones, de Océano y Gea o de ésta y Helios. En un mito arcaico de Hesiodo, Poseidon o Gea le hicieron dios del río y gobernante de todos los peces y tritones que lo habitan. Su nombre es prehelénico, y su significado real se desconoce. Los griegos inventaron etimologías para asociarlo con las raíces de una palabra griega. Sin embargo, esos supuestos orígenes de la palabra son etimológicamente incorrectos, y serían muy posteriores al nombre. Aqueloo era pretendiente de Deyanira, hija de Eneo, rey de Calidón, pero fue derrotado por Heracles, que después se casaría con ella. Sófocles retrata el terror de una mujer mortal por haber sido cortejada por un dios del río. Cuando el rey Hipodamante arrojó a su hija Perimele desde un acantilado, Aqueloo la salvó y la convirtió en su esposa. Además era el padre de las sirenas, bien con la musas Melpómene o Terpsícore, o bien con su propia nieta, Estérope. Varias ninfas eran hijas suyas, siendo las más conocidas Pirene, Calírroe, Castalia y Dirce. Alojó a Teseo cuando éste volvía de la caza del jabalí de Calidón, narrándole la forma en que había creado las islas que había en la desembocadura del río. Cuando Alcmeón mató a su madre, ésta le maldijo con ser perseguido por las Erinias en todas las tierras conocidas. Por esto el matricida se refugió en unas islas que había creado Aqueloo después de su crimen y que, por lo tanto, no estaban mencionandas en la maldición. Se alojó allí y se casó con Calírroe, la hija del dios-río cuya vanidad sería fatal para su esposo. En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos musas del teatro. Inicialmente era la musa del canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la musa de la tragedia como es actualmente reconocida.

Melpómene Melpómene es hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. En algunas leyendas Melpómene aparece como madre de las sirenas, cuyo padre sería Aqueloo o Forcis, el padre de las Gorgonas. En una de sus manos sostiene un cetro y una corona, en la otra, un puñal. Se halla rodeada de fortalezas, armas y laureles y a su arrogancia se une la tristeza de la soledad. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Parténope Parténope era una sirena de la mitología griega que dio nombre a una ciudad situada en el lugar donde posteriormente se asentó Nápoles, en Italia. A veces se identifica también con el nombre Pisínoe y se la representa tocando la lira.

Al principio era humana y muy hermosa, pero la diosa Afrodita la transformó en mitad mujer y mitad pez. La leyenda cuenta que Odiseo, cuando viajaba en barco de regreso de la guerra de Troya, halló a las sirenas y para evitar su influjo ordenó a sus tripulantes, según consejo de Circe, que se taparan los oídos con cera para no poder escucharlas mientras que él se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos. De esta forma, ninguno de sus marineros sufrió daño porque no oyeron música alguna mientras que Odiseo, a pesar de que había implorado una y otra vez que lo soltaran se mantuvo junto al poste y pudo deleitarse con su música sin peligro alguno. En consecuencia, una de las sirenas tuvo que perecer y esta suerte le sobrevino a la sirena llamada Parténope. Una vez muerta las olas la lanzaron hasta la playa y allí fue enterrada con múltiples honores. En su sepulcro se instaló después un templo. El templo se convirtió en pueblo, y finalmente el lugar donde fue enterrada esta sirena se transformó en la próspera Nápoles, llamada antiguamente Parténope.

Sirenas Los nombres registrados incluyen Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta). En ocasiones se les atribuye el uso de instrumentos musicales como la flauta o la lira además de la voz.

Circe En la mitología griega, Circe (en griego Κίρκη) era una diosa y hechicera que vivió en la isla de Eea.1 Sus padres fueron Helios, el titán preolímpico del Sol, y la oceánide Perseis. Como hermanos tuvo a Eetes y Pasífae. Circe transformaba en animales a sus enemigos y a los que la ofendían mediante el empleo de pociones mágicas y era famosa por sus conocimientos de brujería, herborística y medicina. En la Odisea de Homero, el palacio de Circe es descrito como una mansión de piedra que se alzaba en el centro de la isla de Eea, en medio de un valle y un claro en un denso bosque. Alrededor del referido palacio, rondaban leones y lobos, que en realidad no eran más que las víctimas de su magia: no eran peligrosos y lisonjeaban a todos los extraños. Circe dedicaba su tiempo a trabajar en un gran telar. Cuando llegó a la isla de Eea, Ulises mandó desembarcar a la mitad de la tripulación, y él se quedó en las naves con el resto. Circe invitó a los marinos a un banquete, hechizó la comida con una de sus pociones y luego, cuando se hubieron atiborrado, empleó su vara mágica o cayado mágico para transformarlos en cerdos. Sólo logró escapar el ebrio Euríloco, que desde el principio sospechaba una traición. Avisó a Ulises y a los otros que habían permanecido en el barco. Ulises partió solo al rescate de sus hombres, pero en el camino fue interceptado por Hermes, quien le mostró la planta moly(μῶλυ), que le serviría para protegerse del encantamiento.2 Cuando Circe no pudo convertirlo en animal, Odiseo la obligó a devolver a sus hombres la forma humana. Circe acabaría enamorándose de Odiseo, y lo ayudaría en su viaje de regreso a casa después de que él y su tripulación pasasen un año con ella en su isla. Casi al final de su Teogonía (1011f), Hesíodo cuenta que Circe tuvo tres hijos de Odiseo:

Agrio (por lo demás desconocido), Latino y Telégono, quien gobernó a los tirsenos, es decir, los etruscos.4 Poetas posteriores sólo suelen mencionar a este último como hijo de ambos. Cuando alcanzó la edad adulta, cuentan, Circe lo envió a buscar a su padre, quien había regresado mucho tiempo atrás a su hogar; pero al llegar, Telégono mató a Odiseo por accidente, y llevó su cuerpo de vuelta a Eea junto con su viuda Penélope y su hijo Telémaco. Circe los hizo inmortales y desposó a Telémaco, y Telégono se casó con Penélope. En historias posteriores, Circe transformaba a Pico en un pájaro carpintero por rechazar su amor, y a Escila en una criatura monstruosa con seis cabezas serpentinas y su cintura rodeada de cabezas de perro cuando Glauco, otro objeto de los afectos de la diosa hechicera, declaraba su amor eterno a la primera.

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