Aquí contaremos una pequeña parte de la infinita historia de un átomo de carbono, al cual denominaremos C. Hace un año llegaste a la escuela en un transporte que utiliza gasolina, la cual se compone de muchos hidrocarburos, que son sustancias ricas en carbono e hidrógeno. C era parte de una molécula de hexano de esa gasolina, la que estaba acompañada por otros cinco átomos de carbono como él y catorce pequeños átomos de hidrógeno. Muchísimo tiempo antes, hace 100 millones de años, C formaba parte de los tejidos de un gran helecho que escapó de ser comido por un dinosaurio, pero al morir su tallo y sus frondas quedaron enterrados y se desintegraron en capas muy profundas de la Tierra. Allí se acumuló gran cantidad de materia orgánica que, mediante complejas reacciones químicas, dio origen a un yacimiento de petróleo. Una vez refinado el petróleo, C formó la molécula de hexano junto con otros camaradas carbonos que ya lo acompañaban en el tejido de las frondas del helecho. En el interior del motor, C se vio separado de sus cinco compañeros cuando una chispa de la bujía y la entrada de oxígeno provocaron la explosión que liberó la energía necesaria para que avanzara el vehículo. En esa reacción se unió a dos átomos de oxígeno y formó una molécula de dióxido de carbono. Dentro de esta molécula, C disfrutó de nuevo del estado gaseoso que ya había
experimentado a lo largo de su historia. Liberada en la atmósfera, la molécula en la que se encontraba C viajó por todo el mundo hasta que un día entró por el estoma de una planta. En los cloroplastos de las hojas se produjeron reacciones enzimáticas que lo incorporaron primero a una molécula de glucosa y después a una de almidón en un grano de maíz. En tu próximo plato elaborado a base de maíz, C te estará esperando para formar parte de tu cuerpo, quizá en una molécula de hemoglobina de tu sangre. Por lo visto C seguirá dando vueltas por el mundo aún después de que nuestra vida llegue a su fin. ¿Qué otros viajes le depara el destino a nuestro pequeño C?
La fuente principal de energía de los ecosistemas es el Sol. La radiación solar no solamente alimenta el proceso de fotosíntesis, sino que además calienta el ambiente y mantiene en movimiento al aire y al agua en sus diferentes estados. No toda la radiación solar que llega al ecosistema es utilizada por el mismo. Una importante proporción se refleja y se pierde de regreso a la atmósfera sin ser aprovechada. La cantidad de energía solar total que llega a la superficie de la Tierra es del orden de las 3400 Kcal/m2/día, en promedio, ya que la densidad del flujo es distinta en cada lugar. La máxima conversión fotosintética de esta energía absorbe unas 170 Kcal/m2/día (el 5%). Del total de energía solar que
llega a incorporarse al ecosistema, denominado radiación neta, una gran proporción (más del 80%) se consume en calentar el aire (flujos de calor sensible) y/o en evaporar el agua (flujos de calor latente). Los flujos de calor en el suelo constituyen entre un 10% y 20% de la energía disponible. Durante el día el suelo se calienta y durante la noche éste irradia el calor de regreso a la atmósfera. Estos flujos de calor son claves en la dinámica funcional del ecosistema, pues controlan el ambiente térmico del suelo, sitio de una gran actividad microbiana. Una parte de esta energía fijada, que se denomina productividad primaria
bruta,
es
consumida
por
los
propios
organismos
fotosintéticos para mantener su metabolismo. El resto es almacenada en sus tejidos o biomasa y constituye lo que se denomina como productividad primaria neta, de la cual dependen los organismos no fotosintéticos del ecosistema (los heterótrofos). Tanto los desechos de los organismos como sus restos después de morir, terminan incorporándose al suelo o a los lechos lacustres o marinos, constituyéndose así en la fuente principal de energía para una gran diversidad de microorganismos. Estos descomponedores, como se les conoce colectivamente, constituyen redes tróficas que llegan a ser, incluso, más complejas que las que se aprecian con especies menores por encima del suelo. http://educasitios2008.educ.ar/aula47