El frio de una noche de sábado se había asentado en sus mejillas, de manera tranquila contemplaba las luces urbanas que le daban vida a las calles a su alrededor. Empezó a sacar un cigarrillo que tenia escondido en mis medias colegiales y me propuso a encenderlo cuando me distraje. -Pensé que habías dejado de fumar, así como habías dejado de hablarme. -Mis labios se sienten fríos, me siento frio – dije mientras encendía el cigarrillo que tenia un nombre escrito. -No hay nada que pueda hacer para detenerte, siempre fuiste dos cosas, inestable y autodestructivo. -Te sorprendería todo lo que fui este tiempo que estuviste ausente. -Francamente no, de todas formas, es una bonita vista. No recordaba la ultima vez que contemplábamos el horizonte de esta forma -Tu estas contemplando el horizonte, yo me concentro en el vacío. -Es solo un vacío, tiene un final. El horizonte no, nosotros no alcanzamos a ver el final, pero lo hay. -Es más que solo vacío. – Dije mientras soplaba hacia las estrellas. -Deberías dejar de hacerlo, puedes morir. Abrí mis ojos y en un susurro dije, el cigarrillo no me matará. -No me refería al cigarrillo.
Miro el reloj y noto que voy inusualmente a tiempo, tengo suficiente tiempo para dormir en el bus si así lo quisiera, tengo sueño pero me concentro en el camino hacia la universidad. El bus para constantemente, la hora pico de las 6:00 AM es muy concurrida. Mi asiento es el ultimo en llenarse. Las personas entran y entran y me propongo a adivinar quien deberá sentarse a mi lado, por alguna extraña razón el asiento a mi lado siempre es el último en ser ocupado pero es el primero en quedar libre.
…………………………………………………………………………………….. Otra mañana gélida dije para mis adentros al salir de mi habitación. Extrañamente la sala siempre ha sido el lugar más cálido de mi hogar. Mi madre se maquillaba en la mesa y mi padre preparaba jugo de naranja. -Buenos días, ………………………………………………………………….. Siempre he considerado que soy alérgico a mis propias lágrimas, me irritan la parte de baja de mis ojos, siempre recorren los mismos patrones, he llorado lo suficiente para que mi llanto tenga su propia coreografía, transitan las mismas riveras, son ríos de agua salada. Nacen en mis ojos, permanecen estables y calmadas mientras trato de contenerlas, la gravedad las mueve, recorren mis mejillas y desembocan en mis labios En mi mente siempre me imagine hacer las cosas de otra forma, siempre tuve esta idea de gritar, de hacerme notar, de ser mi voz la que tuviera la palabra, pero mi hogar era mi prisión personal. Por fuera de el, era libre, era un poco mas cercano a la idea de ese yo que tanto imaginaba. Toda mi vida