¿Chateos Inocentes? Inocentes? Ricardo Ricardo Chigne C. Sin duda que vivimos en tiempos de grandes avances tecnológicos como jamás soñaron apenas pocas décadas atrás los que nos antecedieron. Vivimos tiempos también cuando muchas de las relaciones personales se hacen cada vez mas impersonales, hoy llamadas “virtuales”, donde no parece necesaria o urgente, la conversación “cara a cara” entre individuos. A raíz de estos “avances” surgen nuevas maneras en que las parejas y matrimonios, aun con muchos años juntos, busquen evasivamente, formas de entretenerse emocional y hasta sexualmente. Aparece con ello también un sin numero de justificaciones para los “coqueteos” electrónicos; autoengaños que le hacen creer al infiel (hombre o mujer) que esa inocente conversación escrita, vía Internet o “chateo” como se le conoce en el mundo cibernético, con un(a) virtual desconocido(a), “no generará nunca un riesgo” para la estabilidad de su matrimonio o relación sentimental con aquella persona a la que le debe fidelidad.
La tentación en un doble clic. El gran atractivo del Ciberamorío proviene de sus propiedades altamente adictivas como son: la fantasía dirigida a rellenar algún vacío relacional, el anonimato, la accesibilidad, la inmediatez de la gratificación, el rápido incremento de la intensidad, la enorme carga sexual derivada de los comentarios explícitos, la desinhibición por la ausencia de temor al rechazo, la minimización de la culpa y las racionalizaciones. Es frecuente pensar que una relación por Internet no es una falta porque no existe contacto sexual directo. Sin embargo, más del 70% de estas relaciones (como lo señalan algunas encuestas) dejan de ser virtuales en muy poco tiempo. Con todo la “alternativa” que nos ofrecen suele ser siempre una invitación a salir de la rutina por vías virtuales; fíjense en este anuncio: “¿Desanimada tras otro fin de semana sin lograr encontrar a tu media naranja? ¿Cansado de que fracase una relación tras otra a causa de su superficialidad? Conéctate a Internet y conseguirás ligar como nunca lo has hecho. Aquí tienes algunas métodos de flirteo cibernético...”. Sugestivo verdad?, pero casi invariablemente las relaciones nunca funcionan, y menos aun, cuando la persona es alguien casado(a) que desea experimentar algo “diferente”.
¿Existe la infidelidad virtual? La respuesta es categórica, Sí existe. Existe la infidelidad virtual, real, soñada, fantaseada y en todos los ambientes que queramos plantearla. Existe. Es. Docenas de consejeros de parejas reportan destrucción de matrimonios por la causal de infidelidad “online” (en línea), modalidad hasta hace poco no conocida en los consultorios. No hace mucho, en Somerville, (Nueva Yersey, EE.UU), un hombre pudo probar que su mujer lo engañaba pese a que ésta jamás tuvo una relación carnal con otro- presentando como prueba las copias de los e-mails que ella se escribía con su ciberamante, a
quien denominaba “mi comadreja”. Pero a estas alturas el hecho sólo constituye una anécdota, pues la infidelidad electrónica se ha convertido en un tema cotidiano de los tribunales en Estados Unidos, hasta donde los dolientes traicionados están haciendo llegar las evidencias de los romances virtuales de sus parejas como causal para solicitar el divorcio. Pero hay más: diversos estudios dan cuenta de que las aventuras amorosas electrónicas se están transformando en una de las maneras más frecuentes de infidelidad. Trescientos millones de personas se lanzan cada día al espacio cibernético para relacionarse con otras, y se estima que más de la mitad busca en la red nuevas experiencias y sensaciones. Y es que al amparo de la pantalla del computador se hace posible todo tipo de extremos, pues la red actúa como un potente desinhibidor para satisfacer postergados u ocultos deseos. Según una reciente investigación realizada por la Universidad de Florida, EE.UU., el 83% de los casados que coquetean por chat creen que ello no constituye infidelidad, escudados en lo virtual del hecho, es decir, por ser intangible. El sondeo fue realizado entre los visitantes de foros de MSN y Yahoo destinados exclusivamente a personas casadas que buscan amistades, de entre 25 y 66 años. Sin embargo, hombres y mujeres reconocen que estos romances virtuales no resultan del todo inofensivos para sus relaciones de pareja. Y quienes han sido víctimas de un engaño “online” se sienten tan traicionados y sufren tanto como los que advierten que son engañados en la vida real. Un informe sobre el adulterio emitido por la CNN con fecha 14 de febrero del 2004 sostiene que las dos terceras partes de los abogados que tramitan divorcios actualmente en los Estados Unidos han escuchado mencionar el romance e involucramiento sexual posterior de uno de los cónyuges con alguien que conoció por Internet. La abogada Carol McCarthy, quien practica derecho de familia desde hace tres décadas, cree que mientras Internet puede estar sirviendo para conectar a la gente que busca pareja, también promueve de manera renovada un mal muy antiguo: la infidelidad.
Cómo Funciona el Ciberamorío Un amorío en línea (o ciberamorío) es una comunicación íntima o sexualmente explícita entre una persona casada y otra persona que no es su cónyuge, que tiene lugar en Internet. En general, esta comunicación tiene lugar a través de un servicio en línea, como América Online o Compuserve. Los participantes suelen concurrir a una sala de "chat" para comenzar una conversación grupal, y luego pasan a un modo de conversación uno a uno. Las categorías de las salas de chat van de "soltero y a gusto" a "casado y coqueteando" o "desnudo frente al teclado". Las mujeres de una sala de chat suelen sorprenderse de lo que se desarrolla en un período relativamente corto de tiempo. Al principio, la conversación es estimulante, con cierto coqueteo. Sin embargo, las mujeres se ven confrontadas rápidamente con preguntas y comentarios cada vez más sexuales. Aun cuando los comentarios no se vuelvan personales, las mujeres pronto se encuentran compartiendo información íntima acerca de ellas y sus relaciones que nunca compartirían en persona con alguien. Peggy Vaughn (autora de The Monogamy Myth “El mito de la monogamia”) dice: "Madres de
su casa en salas de chat están compartiendo todo este material personal que ocultan de sus parejas". Encuentra que la intensidad de las relaciones en línea de las mujeres puede "escalar rápidamente a pensar que han encontrado un alma gemela". Los amoríos en línea difieren de los amoríos del mundo físico en algunas cosas, pero son similares en otras. Los ciberamoríos están basados en la comunicación escrita, donde una persona puede sentirse más libre para expresarse anónimamente que en persona. Frecuentemente, la comunicación se vuelve sexualmente gráfica y pervertida, de formas que tal vez no ocurriría si una persona real estuviera escuchando esos comentarios y pudiera actuar en consecuencia. Los participantes de un amorío en línea a menudo cuentan la historia de su vida y sus secretos más recónditos. También crean un nuevo personaje, se vuelven sexualmente aventureros y simulan ser diferentes de lo que son. La simulación es un tema importante en los ciberamoríos. Los hombres dicen ser profesionales (médicos, abogados) que hacen ejercicios diariamente en el gimnasio. Y todos dicen que si su esposa supliera sus necesidades no estarían de compras por sexo en Internet. Las mujeres dicen ser delgadas, atractivas sexualmente y aventureras. El anonimato de Internet les permite divulgar (o aun crear) sus fantasías más alocadas. De hecho, la conversación franca y el coqueteo dan grandes dividendos en la cantidad de hombres en una sala de chat que quieren hablar y encontrarse con ellas. Así como Internet se ha convertido en una nueva fuente de pornografía para muchos, también parece haberse convertido en una nueve fuente de aventuras amorosas. Las relaciones en línea suelen cruzar el límite dejando una estela de dolor, congoja y también divorcio. Aun cuando estos amoríos en línea no involucren el sexo, pueden ser muy intensos y amenazar igualmente un matrimonio. Al amante virtual se le puede contar cualquier cosa, no se le encuentran defectos, no hace exigencias y así resulta un confidente ideal que, cuando la pareja está pasando por un mal trance, puede ser un aliado peligroso”. Por eso, un juego que se inició pareciendo inofensivo puede crear niveles de dependencia, tornándose arriesgado y atentando contra los compromisos que se tienen en la vida real, la pareja entre ellos. "El adulterio virtual es de una comodidad absoluta, ya que ni siquiera hay que salir de la casa para consumarlo. El anonimato alimenta esta intoxicación, porque la persona en el otro extremo de este ciberamorío es desconocida. Él o ella puede ser tan hermoso/a e inteligente como usted pueda imaginarla en sus sueños. La fantasía es alimentada por la falta de información y el anonimato. Nadie en ciberlandia tiene mal aliento, calvicie, "salvavidas" abdominales, o mal humor. El sexo es el mejor que usted pueda imaginar. Los hombres son cálidos, sensibles, amables y comunicativos. Las mujeres, osadas, sensuales y eróticas. ¿Es todo esto demasiado bueno para ser verdad? Por supuesto. Los ciberamoríos son solo fantasía. En general, cuando se encuentran los ciberamantes, hay una gran decepción. Ninguna persona real puede competir con un amante de ensoñación. Ningún matrimonio puede competir con un ciberamorío. Pero, también, un amorío en línea no puede competir realmente con una verdadera relación que brinda amistad real e intimidad marital.
No obstante, los amoríos en línea son seductores. Un adicto a Internet pide a un cónyuge "un minuto más", así como un alcohólico justifica "un trago más". Los ciberamoríos brindan una oportunidad para convertirse en otra persona y "chatear" con vecinos distantes e invisibles en el limbo de alta tecnología del ciberespacio. Se suplen necesidades sociales y emocionales, se permite y aun se alienta el coqueteo, y una ilusión de intimidad alimenta la adicción que ha atrapado a tantos navegantes desprevenidos de la Internet.
Señales Indicadoras de Peligro Existen señales indicadoras de que la pareja puede estar viviendo una relación virtual. Solo hay que prestar atención a las siguientes pistas: 1 Cambio en los horarios de sueño. Se acuesta entrada la madrugada o se levanta demasiado temprano, supuestamente para preparar algo del trabajo y mirar el correo. 2 Demanda de privacidad. Pide que no se le moleste mientras está en el ordenador, cambia de sitio la máquina hacia un lugar más privado y cambia las contraseñas. Cuando se le interrumpe puede reaccionar con ira. 3 Descuido de las tareas de la casa. 4 Evidencias de estar mintiendo. Puede esconder cuentas de la tarjeta de crédito, del teléfono, de Internet. Comprar tarjetas de teléfono. 5 Cambios de personalidad. Mayor alejamiento y distancia. Cuando se le pregunta si eso tiene que ver con Internet, tiende a culpar a la pareja y formar cortinas de humo. 6 Pérdida de interés en el sexo. Muchas interacciones incluyen, encuentros reales y llamadas telefónicas de contenido sexual. 7 Falta de inversión personal en la pareja. Menos conversaciones y salidas, más alquiler de películas de vídeo, y menos vacaciones familiares. La infidelidad virtual, a diferencia de la clásica, suele suceder a velocidad de vértigo, pero también es cierto que las parejas virtuales también se deshacen a la misma velocidad, y muchas veces debido a otra infidelidad por el mismo medio.
Un Caso “Pero, explícame qué te he hecho, si nunca he estado con nadie que no seas tú en la intimidad. Acepto que me escribo con personas que no conozco en un tono afectivo y que eso me pueda emocionar, pero nunca te he engañado de verdad con nadie”, fue la respuesta que dio Laura Fuentes, una veterinaria de 35 años que llevaba un semestre de relaciones en línea con un argentino a escondidas de su marido, cuando éste la descubrió con las manos en la masa, en pleno “acto” muy sensual con su “socio” virtual. La relación sufrió una importante fisura y él ha desarrollado una desconfianza importante hacia ella, coaccionándola a dejar cualquier actividad informática dentro del hogar.
La consulta al especialista A la consulta de los sicólogos los pacientes no llegan directamente por una infidelidad online: “Vienen porque sus parejas no andan bien, porque
tienen una necesidad o problema no resuelto y, de pasada, resulta que mantienen relaciones virtuales y manifiestan incomodidad por tener historias ocultas, pero no se sienten concretamente infieles, porque no han dado un beso, ni tenido un coito con estos amantes”. En términos estrictos, podríamos hablar de infidelidad a través de Internet en la medida en que el compromiso establecido en la pareja se quebrante y transfiera hacia afuera, hacia un tercero, aunque esto no involucre la parte física”. La infidelidad virtual es tal en la medida en que las personas están buscando algo que sienten perdido en la pareja, porque perciben que la relación ya no es lo que fue. Especifica que esta situación es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Ellas son más proclives a buscar idilios virtuales que suplan o reemplacen carencias afectivas. Ellos, en cambio, tienden más a la búsqueda de cibersexo y, en general, sólo pretenden vivir un romance pasajero, sin ninguna intención de afectar o poner en cuestión su vida de pareja.
Motivaciones para los amoríos Los amoríos suelen desarrollarse porque la relación suple varias necesidades sociales y psicológicas. Parece ser que las necesidades de autoestima suelen estar en el primer lugar de la lista. Las necesidades de autoestima se suplen a través del conocimiento, la comprensión y la aceptación. Los psicólogos dicen que esas necesidades se potencian al hablar íntimamente sobre sentimientos, pensamientos y necesidades. Esto puede tener lugar en persona o a través de Internet. Aun cuando los amoríos en línea pueden no involucrar un componente físico, el apego emocional puede ser igualmente fuerte y aun abrumador. Y, cuando terminan, este fuerte apego suele dejar a los participantes con un dolor emocional. Las mujeres dicen sentirse emocionadas por el interés de su amante en ellas, físicamente, emocionalmente e intelectualmente. También están muy fascinadas por la oportunidad de conocer a un hombre distinto (en la forma de pensar y sentir). También se sienten en intimidad con sus amantes porque pueden hablar de sus sentimientos abiertamente. Sin embargo, cuando termina la aventura amorosa, sienten mucha culpa con relación a su esposo y a sus hijos. También lamentan el engaño que acompañó el amorío. Los hombres dicen que se sienten emocionados por la experiencia sexual de la aventura amorosa. Tratan de controlar sus sentimientos en el amorío y no compiten con los sentimientos que tienen por su esposa. A menudo limitan su relación emocional con su amante. Los hombres también sienten culpa y lamentan el engaño cuando termina un amorío, pero menos que la mayoría de las mujeres.
Aventuras por razones diferentes Los hombres y mujeres tienen aventuras amorosas por diferentes razones. La investigación ha mostrado que las mujeres buscan amoríos a fin de ser amadas, tener un amigo y sentirse necesitadas. Los hombres buscan amoríos para lograr satisfacción sexual, amistad y diversión.
Parece ser que el porcentaje de mujeres que tienen sexo extramarital ha aumentado en las últimas décadas. En 1953, Alfred Kinsey encontró que el 29 por ciento de las mujeres casadas reconocieron haber tenido al menos un amorío. Una encuesta de Psychology Today en 1970 informó que el 36 por ciento de sus lectoras había tenido sexo extramarital. Un estudio de 1987 encontró que el 70 por ciento de las mujeres encuestadas había participado en una aventura amorosa. También parece que las mujeres que están empleadas a tiempo completo fuera de la casa tienen una mayor probabilidad de tener un amorío que amas de casa de tiempo completo. Varios estudios llegan a la misma conclusión. Un estudio encontró que el 47 por ciento de las mujeres que tenían empleos de tiempo completo y el 27 por ciento de amas de casa de tiempo completo habían participado en una aventura amorosa antes de cumplir los 40 años. Y la revista New Woman encontró que el 57 por ciento de las esposas empleadas que habían tenido un amorío conocieron a su amante en el trabajo. En contra de la “sabiduría” convencional, una aventura amorosa no ayudará a mejorar su matrimonio. En 1975, Linda Wolfe publicó Playing Around después de haber estudiado a veintiún mujeres que estaban teniendo amoríos para mantener sus matrimonios intactos. El razonamiento para muchas de estas mujeres era que, si podían suplir sus propias necesidades, sus matrimonios serían más exitosos. Muchas decían que estaban desesperadamente solas. Otras tenían miedo, y creían que sus esposos no las amaban o no estaban dedicados a su matrimonio. Cinco años después del estudio inicial, solo tres de las veintiuna mujeres seguían casadas. El adulterio puede destruir un matrimonio, sea en un amorío físico o en un amorío en línea.
Las consecuencias de los amoríos Cuando Dios ordena: "No cometas adulterio" (Éxodo 20:14), lo hizo por nuestro propio bien. Hay significativas consecuencias sociales, psicológicas y espirituales del adulterio. Un importante costo social es el divorcio. Un amorío que se descubre no tiene que terminar en divorcio, pero suele ser el caso. Alrededor de un tercio de las parejas siguen juntas después de descubierto una aventura amorosa adúltera, mientras que los dos tercios restantes suelen divorciarse. No es sorprendente que la tasa de divorcios es mayor entre personas que tienen amoríos. Annette Lawson (autora de Adultery: An Analysis of Love and Betrayal [El adulterio: Un análisis de amor y traición]), encontró que los cónyuges que no tenían aventuras amorosas tenían la menor tasa de divorcios. Las mujeres que han tenido múltiples amoríos (especialmente si comenzaron a principios de su matrimonio) tenían la tasa más elevada de divorcios. Un dato menos conocido es que las personas que se divorcian raramente se casan con la persona con la que están teniendo una aventura amorosa. Por ejemplo, el estudio del Dr. Jan Harper de hombres exitosos (ejecutivos, empresarios, profesionales) encontró que muy pocos hombres que tienen amoríos se divorcian con su esposa para casarse con su amante.
Solo 3 por ciento de los 4.100 hombres exitosos encuestados terminaron por casarse con su amante. Frank Pittman ha encontrado que la tasa de divorcios entre las personas que se casaron con su amante era de 75 por ciento. Las razones para la alta tasa de divorcios incluyen: intervención de la realidad, culpa, expectaciones, una desconfianza general del matrimonio, y una desconfianza de la persona con la que tuvo la aventura amorosa. Las consecuencias psicológicas son importantes también, aun cuando a veces son más difíciles de discernir. Las personas que tienen un amorío a menudo lo hacen por necesidad de autoestima, pero frecuentemente erosionan aún más esos sentimientos al violar la confianza, la intimidad y la estabilidad en una relación matrimonial. Los amoríos no estabilizan un matrimonio, sino que lo desestabilizan. Los amoríos destruyen la confianza. No es de extrañar que los matrimonios formados luego de una aventura amorosa y un divorcio tengan una tasa de divorcios tan elevada. Si su nuevo cónyuge engañó antes, ¿qué garantía tiene de que esta persona no comenzará a engañarlo a usted? La desconfianza del matrimonio y la desconfianza de la persona que participó en el amorío son temas importantes. Las consecuencias espirituales. Apenamos al Señor con nuestras acciones. Avergonzamos al Señor cuando nos convertimos en una estadística más de un fracaso moral dentro del cuerpo de Cristo. Ponemos en peligro el vínculo sagrado del matrimonio entre nosotros y nuestro cónyuge. Traemos culpa a nuestra vida y vergüenza a nuestro matrimonio y nuestra familia. Las aventuras amorosas se cobran un precio tremendo en nuestra vida y las vidas de quienes amamos y apreciamos. Consecuencias físicas. Los amoríos, por ejemplo, pueden llevar a embarazos no deseados. Según algunos informes, dan cuenta que: "Los estudios de grupos sanguíneos muestran que tanto como 1 de cada 10 bebés nacidos en Estados Unidos no es hijo del esposo de la madre". Las aventuras amorosas también pueden producir enfermedades de transmisión sexual como sífilis, herpes o aun SIDA. Muchas de estas enfermedades no son curables y durarán toda la vida. El adulterio es peligroso, al igual que los amoríos en línea. La popularidad de la reciente película “Tienes un e-mail” ha ayudado a alimentar la fantasía que uno está escribiendo a Tom Hanks o Meg Ryan. En prácticamente cada caso, nada podría estar más lejos de la verdad. Un amorío en línea podría ocurrirle a usted, y la trama podría parecerse más a Atracción fatal.
La ética de una relación virtual En los términos civiles aún no existe una adecuada definición de infidelidad vía ciberespacio. La línea divisoria entre lo lícito y lo ilícito es objeto de mucha controversia. Tal como se pudo observar durante el escándalo sexual de Bill Clinton, incluso las definiciones sobre sexualidad en personas pueden ser bastante ambiguas. Es de esperar una indefinición aún
mayor cuando se trata de la sexualidad mediante la tecnología. Tampoco la ley contempla el hecho ya que no se puede probar un adulterio sin un contacto sexual real y directo. Sin embargo, existe unanimidad entre los profesionales acerca de los destrozos del desamor: la infidelidad virtual daña gravemente la confianza y la lealtad en una pareja. Se observan cada vez más separaciones debidas a este fenómeno. Frente a la realidad de las evidencias que demuestran lo nocivo de estas practicas para una relación de pareja sana, necesitamos una vez mas mirar y atender lo que el Señor Jesús afirmaba cuando enunciaba allá en su sermón del monte: “Oísteis que fue dicho: "No cometerás adulterio". Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón."Mateo 5:27-28. Sin duda que el Señor, quien conoce el corazón del hombre, sabe que éste es proclive a desviarse naturalmente hacia rutas de la infidelidad y la injusticia en todo orden de cosas.
Sugerencias para prevenir amoríos. El esquema general para algunas de estas ideas vienen del terapeuta familiar Frank Pittman, autor de Private Lies: Infidelity and the Betrayal of Intimacy (Mentiras privadas: Infidelidad y la traición de la intimidad), si bien he agregado material adicional. Él ha aconsejado a 10.000 parejas a lo largo de los últimos cuarenta años, y unas 7.000 han experimentado infidelidad. Tienen sugerencias específicas para parejas sobre cómo evitar los amoríos. Consideremos algunas de ellas. Primero, acepte la posibilidad de ser atraído sexualmente a otra persona y tener fantasías sexuales. Frank Pittman cree que debemos reconocer que este tipo de pensamientos pueden desarrollarse, para que uno no los asuste y haga que se escondan. Pero también dice que uno no tiene que actuar de acuerdo con ellos. Segundo, debemos pasar tiempo con personas monógamas. Él dice: "Constituyen un buen sistema de soporte". Expresándolo al decir del apóstol Pablo: "No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres." (1 Corintios 15:33). Tercero, trabaje en su matrimonio. Él dice que debemos mantener nuestro matrimonio sexualmente atractivo y trabajar para tener intimidad con nuestro cónyuge. También dice que debemos hacer que el matrimonio sea una parte importante de nuestra identidad. "Lleve su matrimonio con usted dondequiera que vaya". Cuarto, sea realista en cuanto a su matrimonio. Pittman dice: "No espere que su matrimonio lo haga feliz. Vea a su pareja como una fuente de bienestar más que una causa de infelicidad". Acepte la realidad del matrimonio; no es siempre deseable cuando aparecen los problemas, pero es la mejor relación creada. También acepte que ambos son imperfectos.
Quinto, mantenga el matrimonio en igualdad. Compartan las tareas de padres. "Si no, un integrante de la pareja se convertirá en un padre de tiempo completo y el otro integrante, en un hijo de tiempo completo", sin responsabilidades y que busca ser cuidado. Y mantengan la relación en un pie de igualdad: "Cuanto más igualitario sea, más lo respetarán y valorarán ambos integrantes". Sexto, Es importante señalar que el consejo divino alienta el noble estado del matrimonio pero también advierte en no formarlo en una relación desigual de fe; esto se aplica en toda su extensión, a la fe cristiana y sus valores según la Biblia la enseña. Si aún no están casados, tenga cuidado con su elección de una pareja para el matrimonio. Por ejemplo, cásese con alguien que cree en la monogamia y tiene una historia familiar monogámica. Frank Pittman dice: "Es una mala idea convertirse en el quinto esposo de una mujer que ha sido infiel a los cuatro anteriores".. También, cásese con alguien que respeta y quiere a su género. "El carácter especial que tiene usted se le pasará a su cónyuge y, con el tiempo, lo considerará como integrante del género que desprecia". Séptimo, llame a su casa cada día cuando viaja. "De lo contrario, comenzará a tener una vida separada". Y manténgase fiel. "Si usted quiere que su pareja (se mantenga fiel), es una buena idea mantenerse fiel usted mismo". Y asegúrese de ser abierto, sincero y auténtico. Las mentiras y el engaño crean una vida secreta que puede permitir que ocurra una aventura amorosa. Finalmente, no sobrerreaccione o exagere las consecuencias de un amorío, si ocurre. Pittman dice: "No significa que habrá un divorcio, un asesinato o un suicidio. Refrénese y vuelva a meterse en el matrimonio". Los amoríos pueden destruir un matrimonio. Tómese el tiempo para hacer que su matrimonio sea resistente a las aventuras amorosas, y así evitar el dolor, la culpa y el remordimiento que resultan inevitablemente. Y, si ha caído en un amorío, ábrase camino de vuelta y reconstruya su matrimonio.
Resolviendo las crisis ¡Es un reto verdaderamente difícil para los casados MANTENER VIVO EL AMOR CONYUGAL A TRAVES DEL TIEMPO! ¿Por qué? Porque hasta en la pareja más enamorada inevitablemente se presentan crisis muy serias. Para que tu matrimonio dure conviene que tengas en cuenta que el matrimonio no es una lotería, que existen riesgos, si; están los fracasos, las alegrías y las penas. Conviene que en la pareja exista una relación positiva, de diálogo, un deseo de avanzar en común. En el proceso del matrimonio hay que ir superando diferentes etapas, resolver conflictos y situaciones adversas, luchar por mantener siempre abiertos los canales de comunicación. Cuando hablamos del coqueteo y romances a través de Internet en parejas ya constituidas, sin duda que son síntomas de alguna clase de deterioro interno en la relación; el solo hecho de que uno de los conyugues busque cierta intimidad, aunque sea virtual con otro(a), a todas luces se esta solo manifestando la inestabilidad y vulnerabilidad en la que se encuentra la
relación, y a menos que se enmiende y arreglen el o los problemas de fondo, el asunto puede irse de las manos y terminar de socavar y destruir una relación de pareja. Aunque generalmente ocultas en la intimidad del matrimonio, dificultades más o menos graves amenazan la armonía conyugal de innumerables parejas. Las situaciones conflictivas en la esfera matrimonial tienen repercusiones serias tanto en el orden espiritual como en el social. Un hombre o una mujer que no vive en buena relación con su cónyuge difícilmente podrá mantener una auténtica comunión con Dios. Como consecuencia, fácilmente caerá en la amargura o en el resentimiento, circunstancias propicias para toda suerte de crisis o deslices. Por otro lado, la tensión afectará a las relaciones con sus hijos, con sus compañeros, con la Iglesia. Incontables actitudes irascibles, de oposición sistemática, de intolerancia, de crítica negativa han tenido su origen en conflictos matrimoniales sin resolver. Cuando dos casados se distancian, las conductas negativas se multiplican; la sexualidad funciona mal y el deseo de agradarse mutuamente está perdido; a veces se tiene la impresión de que se han especializado en fastidiar el uno al otro. Las mujeres saben muy bien que un distanciamiento sexual es un modo eficaz de decirle a su marido: "¡No estoy satisfecha de vivir contigo!". El hombre también tiene su modo típico de respuesta: se vuelve seco en su relación con la esposa, impone con una decisión tajante lo que hay que hacer y restringe el dinero, algunas veces incluso, hasta la miseria. A continuación señalaremos algunas posibles causas que podrían originar en el tiempo, desajustes en la relación que entre las múltiples formas de manifestarse, están ahora el escape sentimental a través de la red electrónica, es decir, buscar suplir emociones con virtuales extraños por medio de Internet. Las directrices divinas son válidas para todos los hombres, sean creyentes o no. La obediencia a la Palabra de Dios, la Biblia, es siempre fuente de bendición. El desprecio de los principios divinos siempre acarrea consecuencias graves y a veces irreparables. No se puede salir victorioso de estos problemas contando con las propias fuerzas. El único recurso es Cristo. Sin tratar de ser exhaustivos, enumeraremos algunas de las más corrientes: 1. Ignorancia en cuanto a la verdadera naturaleza del matrimonio. Suele pensarse en el matrimonio como el estado en el que va a encontrarse una felicidad maravillosa. Pero esa felicidad no se "encuentra"; se construye a base de prolongados años de esfuerzo, de abnegación, de comprensión, respeto y amor recíproco. Antes de emprender el camino, y una vez que la pareja se encuentra ya en él, es imprescindible un mínimo de realismo y madurez. Ni ella debe ver en él el príncipe soñado en su adolescencia, ni él en ella el hada encantadora que va a convertir en dicha todo cuanto ilumine con su presencia. Ambos cónyuges son humanos, lo que implica un cúmulo de defectos y debilidades que deben ir superándose en un afán constante de seguir adelante juntos.
Las Escrituras indican que el matrimonio es un pacto. "...porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto" (Malaquías 2:14). El Señor quiere y debe tener una parte activa dentro del matrimonio; en el texto de Malaquías vemos que El está pidiendo cuentas al hombre de su conducta hacia su esposa. Dios debe estar en todos los actos de nuestro matrimonio, aun en el lecho conyugal, para que sea sin mancilla y sin pecado (Hebreos. 13:4). 2. Reconociendo las diferencias. La diferencia es que mientras que la necesidad primaria de una mujer es el amor, en el hombre es el respeto. Ambos, tanto los hombres como las mujeres necesitan de amor y respeto, pero al parecer las mujeres desean una profunda relación de amor. El amor motiva a una mujer y satisface su más profunda necesidad. Los hombres, por otro lado, anhelan ser respetados como los proveedores y protectores del hogar. Para que un hombre se sienta respetado por su esposa, necesita saber que ella lo apoya, que lo respalda y lo admira; que ella cree en él y está dispuesta a defenderle. El necesita la seguridad de que ella le va a animar y que es su mayor admiradora. Cómo demuestra amor el esposo. • Inicia reuniones familiares para leer la Biblia y orar juntos. • Le da muestras de afecto en público. • Comenta a otras personas: "mi esposa es una persona muy especial". • Hace cosas con ella que le gustan, pero a él no. • Exterioriza su amor por ella con otros. • Perdona rápidamente y muestra una aceptación y amor incondicional. • Se asegura de que tener tiempo para ella y para el Señor. • Le hace regalos especiales y sorpresas. • Se acuerda de los días especiales. • Le escucha mirándole a los ojos, en silencio y recuerda lo que le dijo. • Valora sus sentimientos, aun cuando éstos no sean ni lógicos ni racionales. • Comparte sus sentimientos y le demuestra su confianza. • Ama a sus hijos y nota todas las pequeñas cosas que ellos hacen. • Se da cuenta de cómo luce y cómo se visto. • Le halaga por las cosas especiales que hace y nota cuando ha trabajado duro en algo. • Le ayuda con trabajos de rutina en la casa, como recoger la mesa y limpiarla. • La consiente cuando esta enferma. • Tiene amor e interés en la familia de ella. • Es sensible a su temperamento y cuando esta deprimida le da ánimo y le dice cosas amables. • Es disciplinado y se fija metas.
Cómo demuestra respeto la esposa. • Ella le dice que confía en él. • Le honra, apoya y elogia en público y en frente de sus hijos. • Tiene tiempo para él y se ofrece a hacer cosas que le interesan. • Busca su consejo. • Le anima para que sea todo lo que puede llegar a ser. • Nunca le critica en público. • Le escucha atentamente. • Confía en sus decisiones y las apoya. • Ella habla de cuánto le ama y le respeta. • Le reafirma, diciéndole que otros lo buscan para pedirle consejo. • No coquetea con otros hombres. • Tiene en alta estima quién soy es el, lo que hace y lo que dice. • Prepara sus comidas preferidas. • Le permite soñar y fijar metas, y luego le ayuda a lograr esos sueños. 3. Ignorancia o desajustes sexuales. Resulta muy elevado el porcentaje de matrimonios seriamente deteriorados por este motivo. Es deplorable que tantas parejas vayan al matrimonio sin la menor orientación relativa al factor sexual y su enorme importancia en la sana convivencia conyugal. Unas veces la falta está en el marido. Porque desconoce o porque hace caso omiso de las diferencias entre hombre y mujer en el juego erótico con sus diversas fases que culminan en el orgasmo, actúa buscando tan sólo su propia satisfacción, dejando las más de las veces a la esposa en la más completa insatisfacción. Esta experiencia, si se repite con frecuencia, puede conducir a la mujer a una actitud más o menos consciente de repulsión hacia el acto sexual, sobre todo si llega al convencimiento de que ella se ha convertido en un mero objeto de placer para su marido, quien vive este momento de la relación matrimonial en un plano meramente físico, sin la aportación de toda la riqueza de sentimientos, delicadeza y ternura que tal experiencia exige. Otras veces, la causa del problema radica en la mujer. La pasividad es consustancial con la naturaleza femenina; pero a menudo se convierte en resistencia que adquiere las más diversas formas. En la conciencia de muchas mujeres subyace un gran estrato de prejuicios opuestos al coito. Esto sucede especialmente en países de tradición religiosa tradicional, donde, hasta hace poco, la unión carnal en el matrimonio era considerado por muchas mujeres como una impureza tolerada. Esos prejuicios subsisten en muchas mujeres convertidas al Evangelio que no han llegado a asimilar la enseñanza bíblica relativa al sexo y al matrimonio. ¡Ignorancia fatal! Diferente es el caso de la mujer frígida, cuya condición se debe no a prejuicios morales o religiosos sino a causas orgánicas o funcionales. Esta anomalía debe ser tratada por un especialista. Dado el hecho de que los impulsos sexuales, sobre todo en el hombre, tienen una fuerza enorme, es imprescindible que la pareja llegue a un acoplamiento sexual satisfactorio. Lo contrario es abrir de par en par la puerta a peligrosas tensiones y tentaciones. Los problemas más habituales en la relación erótica son:
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La mujer suele pasar de la rutina al hastío, el fingimiento, la negación. Ante las negativas de la mujer (para quien hay otras cosas más importantes y más satisfactorias en el matrimonio), el hombre centraliza su matrimonio en el erotismo hasta llegar a lo obsesivo. El mecanismo de compensación podrá ser una regresión a la adolescencia y sus desviadas actividades eróticas, o la búsqueda de actividad erótica fuera del matrimonio. La mujer puede utilizar la negativa erótica como mecanismo de venganza contra las incomprensiones y egoísmos del marido.
4. Falta de comunicación. La comunión exige comunicación. La falta de ésta origina situaciones deplorables en más de un cincuenta por ciento de matrimonios. Debe tenerse en cuenta, no obstante, que la comunicación no es sinónimo de hablar mucho. Hay personas que hablan mucho y no dicen nada. Pueden conversar durante horas sobre trivialidades o sobre terceras personas, pero sin hacer la menor declaración acerca de sus pensamientos íntimos, de sus sentimientos, anhelos, inquietudes, errores o pecados etc. El esposo o la esposa, o ambos, nunca llegarán a tener suficiente confianza en su cónyuge para abrirse a él plenamente si piensan que desvelar su propia interioridad es poner al descubierto defectos que pueden perjudicar más que beneficiar las buenas relaciones. Sin duda, la comunicación a nivel profundo puede tener sus problemas. Entraña el temor a la reacción de la otra persona, sobre todo si ésta es hipersensible o iracunda. Un sentimiento de inferioridad puede hacer temer la derrota en la discusión del problema. Preocupa seriamente la posible pérdida de prestigio como consecuencia de la confesión de faltas y pecados, la decepción que puede sufrir el otro cónyuge y su distanciamiento íntimo. A estos inconvenientes puede añadirse: a) La dificultad que muchas personas tienen para escuchar, para comprender, para colocarse en el lugar del otro y penetrar en los conflictos y circunstancias que pueden haber determinado sus comportamientos. b) Los rasgos temperamentales que a muchas personas inducen al retraimiento más que a la comunicación. c) El convencimiento, equivocado, de que todo esfuerzo de comunicación es inútil. Las frustraciones acumuladas a lo largo de años se ven como un muro infranqueable. A pesar de todo, la comunicación sin reservas debe practicarse con perseverancia: • No rehusando los temas de fricción o controversia, pero controlando los sentimientos de modo positivo: • Atacando el problema, no a la persona. • Esforzándonos en comprender con el mismo empeño que ponemos para ser comprendidos.
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No mezclar a terceras personas. Una discusión entre dos, exclusivamente, es más fácil de terminar que si toma parte en ella todo el pueblo o toda la familia. No mezclando temas y anécdotas del pasado en la discusión. Algunos aprovechan un momento de tensión para recordar temas del mismo viaje de boda. Perdonando y olvidando el pasado, sin tratar de resucitar muertos. Aceptando la posibilidad de que estemos equivocados y estando dispuestos a reconocer nuestros yerros. Desterrando las frases hirientes. Orando el uno por el otro, individualmente y juntos. Hay "espíritus" (actitudes, temores, resentimientos, etc.) que sólo son echados por la dinámica de una fe que recurre a Dios en oración.
Hemos estado hablando sobre la comunicación, especialmente en lo que concierne a marido y mujer. Pero ¿qué hay de la comunicación con Dios? Hemos de darnos cuenta de que en el matrimonio cristiano hay tres personas implicadas: Dios, marido y mujer. Si falta la comunicación entre uno de los miembros y Dios, esto afectará la comunicación entre dicha persona y su cónyuge. 5. El elemento laboral Cuando se valora el trabajo casi exclusivamente por su sola dimensión material, suele indefectiblemente arrastrar muchos problemas. Existen ciertos elementos en la pareja que pueden ser dañados por un mal enfoque de la cuestión laboral. Veamos algunos: a) En las grandes ciudades, el tiempo de los transportes (con su correspondiente dosis de estrés) resta horas a la vida común. Si se hacen horas extras, el problema se incrementa. b) La disparidad de horarios laborales desajusta las horas de las comidas, que no sólo tienen la función alimenticia, sino que son un momento privilegiado para la comunicación. c) Las distintas amistades laborales del hombre y la mujer cuando ambos trabajan, pueden ser fuente de tentaciones.
Qué debemos hacer. Todo lo que hemos dicho puede resumirse en las siguientes palabras: Fuera de la comunión con Dios no hay manera posible de que el amor entre un hombre y una mujer sea auténtico y duradero. En otros términos, las relaciones de un hombre y una mujer, aun aquellas de la vida física, están subordinadas a las relaciones de estos mismos dos seres con su Creador. Tenemos que admitir lo devastador del pecado en las relaciones humanas, incluidas las conyugales, y la incapacidad moral del ser humano, aunque sea creyente, para reparar por sí mismo un matrimonio dañado; y en el tema que hemos tratado vimos como en la medida que la ciencia avanza y el hombre se tecnifica, también suele ocurrir que la tentación, aunque se esconda en lo “virtual” de la tecnología, ofrece la oportunidad de pecar y corromper a quienes no se ocupen en mantener saludable su mas importante
relación, que en el caso del matrimonio, es vital para que éste se mantenga en pie de victoria. Pero, sobre ese fondo negativo, debe proyectarse la luz de las promesas de Dios a favor de quienes se someten a la acción de su Espíritu Santo. El fruto del Espíritu es "amor (el amor maravilloso descrito en 1 Corintios 13), gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio" (Gálatas 5:22 23). Contra tales virtudes, no hay obra de la carne que prevalezca. De ellas brotan la comprensión, el perdón generoso aun para los pecados u ofensas más graves, la capacidad para reemprender el camino de la esperanza. El Dios que hace nuevas todas las cosas puede hacer surgir, lo ha hecho muchas veces, de entre las ruinas de un matrimonio deshecho el edificio de un matrimonio nuevo con posibilidades insospechadas de mutua satisfacción. En el reconocimiento humilde de nuestras imperfecciones, y en el arrepentimiento y perdón mutuos que ambos cónyuges se otorgarán generosamente y por la gracia abundante que juntos buscarán del Señor, como se ha de hacer en todas las relaciones interpersonales, estriba el gran poder y el atractivo del matrimonio cristiano. (Judas 24,25) "Y a Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén".