CUENTOS AGUADOS JONÁS Y LA BALLENA
...el mundo es un barco empezando su viaje, y no un viaje completado; y el púlpito es la proa. Melville, Moby Dick
El cuento de Jonás, un profeta menor de los Hebreos y de los Musulmanes, que vivía unos 800 años antes de Cristo, es uno de los más poderosos del antiguo testamento. Herman Melville, escritor
americano del clásico Moby Dick, trata el cuento en su libro, relatando un sermón dado por un padre ex marinero, en una iglesia que tiene un púlpito como el castillo de un barco. El sermón solo usa una parte del cuento de Jonás y la ballena, pero es mucho más largo que todo el libro de Jonás de la Biblia. Lo convierte en una verdadero cuento de mar - el capitán aceptando una mordida de Jonás, los marineros sospechosos y supersticiosos, el movimiento del barco y el terror de Jonás. El Señor ordena a Jonás que vaya a Ninivé, esta gran ciudad, y que les reprimenda, porque de sus pecados se ha dado cuenta. Ninivé, establecida sobre el borde del Tigris, hoy día Mosul, Irak, empezó como un centro religioso para el culto de Ishtar y, en el tiempo de Jonás fue un centro importante del comercio porque quedaba sobre la ruta entre el Mediterráneo y el Océano Indico. Por qué, exactamente, Dios estaba enfadado con esta ciudad Asirio no sabemos, pero los Hebreos siempre tenían enemigos y rencores, y la Diosa Ishtar no era de sus diosas preferidas. Jonás, por alguna razón, decide fugarse. Va a Joppo, hoy día Jaffa en Israel, para busca pasaje a Tarshish. Tarshish parece haber sido un ‘lugar muy lejos’ o un barco que transportaba cargos a grandes distancias. Según Melville, era Cádiz, el punto más lejos de la tierra conocida en aquel época, o sea, a los
fines de la tierra. Jonás quiere alejarse de Dios lo más que puede.
culpable al mar. El mar se calma y los marineros rezan y ofrezcan sacrificios, etc.
Ya encuentra un barco y se aborda, pero el Señor manda una tempestad que pone en peligro al buque. Los marineros se aterrorizan y cada quien se pone a rezar a su dios mientras tiran al mar todo el cargo para tratar de aligerar el barco. Mientras tanto, Jonás duerme en su cabina.
Mientras tanto, Dios había ‘preparado’ un gran pez para tragar a Jonás, “y Jonás estaba en el vientre del pez tres días y tres noches”.
El capitán lo despierta, diciéndolo que más vale empieza a rezar a su dios para que no se ahoga. Los marineros, supersticiosos como siempre han sido los que van al mar, deciden hacer una especie de sorteo para ver quien es el culpable de su predicamento, porque ya se dan cuenta que ésta no es una tempestad normal. Jonás saca la lotería (¡vaya suerte!) y así muestra que es el culpable. Los marineros le preguntan de dónde es, y de qué pueblo, y Jonás confiese que es Hebreo y que teme al Señor que ha hecho la tierra y el mar. Le preguntan qué pueden hacer para calmar las aguas y Jonás les dice que deben echarlo al mar, porque él es responsable de la tempestad. Los marineros, sin embargo, tratan de remar el barco hacía aguas más calmadas, pero sin efecto. Al fin gritan al Señor que no es justo que mueran por la culpa de Jonás, ni quieren tener su sangre sobre sus manos, pero, cómo Dios así lo había ordenado, y Jonás esta de acuerdo, echan al
¡Dos líneas! - 16 versículos para describir los eventos y luego solo uno para culminarlo. ¿Tiburón o ballena, dragón del mar o una fabricación totalmente nuevo del Señor? ¿Quién sabe?; Dios, que había mandado a castigar a la ciudad de Ninivé, que había amenazado a todo un barco lleno de marineros con la muerte ahogada, ya manda un ‘pez grande’ para salvarlo a Jonás. ¡Bien! - ¿y los tres días y tres noches en su vientre - de que se trata? ¿Un castigo? ¿Tiempo para meditar sobre su desobediencia? ¿Una probadita del infierno? No sabemos. Hay, quizás, un eco, siglos después, en el relato de la resurrección de Cristo, quien también paso tres días y noches muerto. Ya que Jonás esta en el estómago de la bestia, empieza a rezar a Dios. Relata, en primera persona, cómo Dios escuchó su voz desde ‘el vientre del infierno’. Describe tal infierno aguado y luego dice: “Me has mandado fuera de tu vista, pero yo miraré hacía tu templo sagrado”. Claramente Jonás ve a su ordeal cómo un
castigo de Dios - debe haber sido bastante desagradable esta dentro del estómago de un pez, levantado y bajado por las olas, y, por alguna razón, con algas cubriendo su cabeza. Describe como fue al fondo de las montañas y como la tierra le encerraba con sus barras para siempre, seguramente una descripción del infierno, y que el Señor le ha levantado de tal corrupción. Dice que los que observan las vanidades mentirosas renuncian al perdón, y promete hacer sacrificios con la voz de gracias y que sí pagará lo que ha prometido hacer. Y, con esto, Dios habla al pez y Jonás esta vomitado a tierra firme. Así que Jonás, suficientemente castigado, escuche el mandado del Señor otra vez y, ahora, sí va a Ninivé y declara, en nombre de Dios, que dentro de 40 días (véase el capítulo sobre Noé) la ciudad será derrotada. La gente lo cree y empiezan un ayuno y se visten con tela de costal y hasta el rey hace lo mismo. “Y Dios vio sus actos, notó que habían rechazado sus acciones pecadoras; y Dios se repentió del mal que había dicho que iba a hacer a ellos; y no lo hizo”. Vamos a resumir: Dios manda a Jonás a castigar a Ninivé; Jonás se huye; Dios castiga al barco que lleva Jonás; los marineros, contra su voluntad, le echan al mar; Dios fabrica una ballena para salvarlo; Jonás se arrepienta y Dios le hace escupir en la tierra; le manda a hacer lo de antes y, esta vez, Jonás lo hace; se
arrepienta la gente de Ninivé incluyendo el rey; y Dios por fin esta contento, y no hace nada. ¿Esta claro? ¿Quién sabe? Seguimos... ¡Y Jonás se enoja con Dios! ¿Por qué? ¿por qué se había huido de la encomienda del Señor, sabiendo que la justicia de Dios no le permitiría destruir a la ciudad de Ninivé? ¿Acaso se huyó de la inutilidad - de la imposibilidad de entender a Dios? Tan enojado esta Jonás que pide que Dios le quita la vida - y Dios le pregunta: “¿Haces bien en estar tan enojado?” Jonás sale de la ciudad, construye un cobertizo para la sombra y se senta allí para ver que pasará a la ciudad. ¿Acaso cree que su enojo va a cambiar el propósito de Dios? - ¿Acaso cree que la ciudad merece ser destruida? Y entonces, ¿Por qué no hizo la encomienda la primera vez? - Solo podemos pensar que Jonás, enfadado por sus tribulaciones a manos (indirectamente) de los Asirios, ya los quiere ver muertos. Sin embargo, Dios, todavía omnipotente, prepara (igual que el pez) un arbusto con una calabaza para protegerlo del sol. (La cascarón de la calabaza se usaba para portar el agua). Jonás esta muy feliz con esta calabaza porque lo protege del sol. Sin embargo, la
siguiente mañana, Dios cree un gusano que derriba al arbusto con todo y su calabaza. Sale el sol y Dios todavía manda un viento asador que hace que Jonás, furioso, grita: “¡Mejor muero que seguir vivo!”. Así que Dios le pregunta: “¿Esta bien que te enojas, por lo que pasó a tu calabaza?” Y Jonás replica: “Hago bien, aunque muero”. Y el Señor le dice: “Tu has sentido lastima por una planta, para la cual no trabajaste, ni la hiciste crecer; la cual nació en una noche y murió en una noche”. “¿Y por qué yo debo de destruir a Ninivé, una gran ciudad que tiene 120,000 habitantes, que no saben su mano derecha de su mano izquierda, y que también tiene mucho ganado?” ¡Que final! ¡Que Borgiano - y digo de Jorge Luis y no Cesare! ¿De qué se trata todo esto? ¿Acaso lo leí bien? Bueno, lo siento, pero como dijo Thomas Mann, si un cuento vale la pena contar, ya no se mide en minutos, ni semanas, ni años. Ahora tenemos lo que parece un solo cuento, pero, según yo, son por lo menos tres historias diferentes. La primera es la historia clásica de un hijo rebelde a quien se le castiga. La segunda es más
Borgiano en el sentido que, dado otra oportunidad, el protagonista puede volver a hacer de deber. La tercera, más Borgiano que nunca, es que, no importa lo que hace el hombre, el resultado será de la voluntad de un Dios que se divierte con su juguete: la humanidad.