Cerveza

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GASTRONOMIA • JUEVES • 10 • MAYO • 2007

■ Frederik Verkinderen ofrece amplia carta en La Folie Belge

Beber “cerveza es toda una cultura, como la del vino”

La multivariedad de cervezas del restaurante, ubicado en Polanco ■ Cristina Rodríguez PAULA MONACO FELIPE

Bélgica es, sin duda, uno de los paraísos de la cerveza, aseguran los responsables del bistro La Folie Belge, inaugurado recientemente en la colonia Polanco. Ese país ofrece cerca de mil tipos de cerveza de las más refinadas y ancestrales variedades, que lo sitúan como el principal productor, seguido de Alemania y Estados Unidos. “Es toda una cultura, como el vino, y por eso tienen que enseñar a consumirla, para que se puedan disfrutar los sabores sin emborracharse”, afirmó Frederik Verkinderen, uno de los propietarios del restaurante. “La gran variedad no está en los colores –clara, ámbar u oscura–, sino en los tipos de fermentación, que son baja, mixta, alta y espontánea”, agregó Verkinderen y explicó que este último sistema, el más antiguo, es hoy cuestionado por la Comunidad Europea, que lo considera insalubre. Aunque la cerveza cuenta con la protección de la denominación de origen, aquella realidad es diferente al caso del tequila, porque “los fabricantes están abiertos a locuras y no buscan la estandarización; para los belgas el rigor de producción no está en el dinero, sino en la diversidad”, aportó Georges Symeonidis. De este inabarcable universo, la Folie Belge trajo a México una inédita oferta de 40 variedades, como Lambic, Gouden Carlous y Saint Bernadus. Los entendidos recomiendan la Rodenbach y aquellas producidas por monjes trapenses con métodos ancestrales. Tan complicado es el mundo de las cervezas que a los responsables del lugar les tomó cinco meses capacitar a sus meseros antes de abrir al público. “A ellos les toca recomendar con base en la información que le da el cliente”, precisó Verkinderen. Situada en la avenida Masaryk, La Folie Belge, mantiene el espíritu de taberna debido a sus luces cálidas, muebles de madera, tele con fut y voces que se elevan conforme avanza el consumo de cerveza. Por precios moderados, mas no baratos, el lugar ofrece platillos desconocidos

para la cultura gastronómica mexicana. “Nada está adaptado, los platos que encuentras aquí son los mismos que cocina mi mamá”, aseguró Frederik Verkineren con orgullo. “El menú está complementado con platillos internacionales, como salmón o rib eye para no saturar”, explicó el chef Carlos Michelena, “pero la gente pide más lo ofrecido en el rincón belga de la carta. “Se superaron las expectativas, me sorprende la aceptación del menú en platos tradicionales, como los mejillones.” La lista incluye exquisiteces, como espárragos a la flamenca, mejillones marinière (orden de un kilo), papas fritas, filete con salsa holandesa y eneldo, Carbonnade a la Flamande (estofado de res con cerveza), crepas, helados y pasteles. Todos realizados con cuidadísimas materias primas, aseguró el chef mexicano, quien estudió en Suiza y trabajó en Alemania, Bélgica, Estados Unidos e Italia.

Productos de alta calidad “El lugar es informal, pero los productos son de alta calidad (…), porque en Bélgica no toman a la ligera el asunto de comer, es algo muy importante en la vida cotidiana y los alimentos tienen que ser de muy buena calidad”, explicó. Muchos insumos se importan, pero otros se consiguen aquí, con la única exigencia de que sean productos frescos. Entre la oferta tradicional se encuentran las papas fritas, que dan pie a la polémica. A la pregunta de si, ¿es verdad que las papas fritas son originarias de Francia? Respondieron un ¡Nooo¡ rotundo. Atribuyen la fama a un malentendido. La leyenda indica que durante un crudo invierno de la Primera Guerra Mundial un barco estadunidense quedó varado frente a las costas de Bélgica y los lugareños decidieron auxiliarlos y mandaron a sus mujeres a cocinar papas fritas, que causaron furor entre los gringos. Como estos no hablaban más que inglés, pensaron que sus benefactores eran franceses y volvieron a su tierra elogiando las french fries. La Folie Belge, Presidente Masaryk 513, Planta Alta (entrada por Platón), lunes a sábados de 13 a 2 horas. Reservaciones 5280-3493.

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