EL DISCURSO SOCIAL DE LA CEPAL Y LA GRAN PROMESA TECNOLÓGICA DEL INDUSTRIALISMO Autor: César A. Barrantes A. RESUMEN Se trata de un análisis de la estructura discursiva de la CEPAL durante el decenio de los años sesenta. El autor nos presenta el modelo ideal de sociedad hacia la que debían tender los países latinoamericanos. Estos se encontraban en el denominado Círculo Vicioso de la Insuficiencia Dinámica del Precapitalismo Periférico, el Subdesarrollo, el Estancamiento Económico y la Pobreza. Estaban compulsados a realizar un acelerado proceso de Desarrollo Crecimiento Económico- Industrial- Tecnológico conducente unidireccionalmente a la Opulenta Civilización Capitalista Occidental Industrialmente Desarrollada, Tecnológicamente Avanzada, Completamente Urbanizada, Socialmente Abierta y Fluida, Plenamente Productiva, Libérrima y Absolutamente Democrática. Un sistema técnico-económico pletórico de armonías, fluideces, funcionalidades, equilibrios, pesos y contrapesos, interdependencias y espontaneidades instrumentalmente ensambladas a la economía mundial, al orden económico y tecnológico transnacional. La gran promesa se encuentra en que, al margen de criterios políticos, ecológicos, ético-filosóficos o culturales, el desarrollismo productivista-incrementalista de la CEPAL subsume la imaginación sociológico en el principio de la "auctoritas" que da la fusión perfecta del poder absoluto con la Ciencia y la competencia técnica para impartir gratificaciones que organizan el interés de los consumidores. Estos, en tanto tienen capacidad de consumo son considerados ciudadanos.
INTRODUCCIÓN: Este trabajo pertenece a un análisis más amplio del discurso social de la CEPAL durante el decenio de los sesenta. Nuestro propósito es contribuir al estudio metódico de las estrategias discursivas de las diversas corrientes del pensamiento latinoamericano. Asimismo, de las imágenes societales, es decir, siguiendo el lenguaje capitalino, de la sociedad vista en su conjunto más ampliamente colectivo, ofrecidas por éstas para el consumo ideológico de las clases sociales y de las masas de académicos y políticos preocupados por imprimirle direccionalidad a los sistemas políticoeconómicos continentales. Aquí ofrecemos para su discusión los resultados del tratamiento de algunos textos oficiales u oficializados por el uso que de ellos se hizo en su oportunidad. Solo presentamos el modelo societal ideal:
La
Opulenta
Civilización
Capitalista
Occidental
Industrialmente
Desarrollada,
Tecnológicamente Avanzada, Completamente Urbanizada, Socialmente Abierta y Fluida, Plenamente Productiva, Libérrima y Absolutamente Democrática. Esta es representada por la figura del Círculo Virtuoso de la Suficiencia Dinámica del Desarrollo-Crecimiento Económico-IndustrialTecnológico, el Progreso Científico y de la Riqueza, o lo que es lo mismo, el Círculo del Desarrollo Económico social Armónico y Autosostenido que aquella imagen simboliza en el plano de las indeterminaciones absolutas.
Ponencia presentada al Sétimo Congreso Centroamericano de Sociología. Tegucigalpa, Honduras, 2-7 de noviembre de 1986. Profesor de la Universidad de Costa Rica.
Al no estar referido a una formación social específica, sino a la totalidad de la denominada Cultura Occidental de hondas raíces judeo cristianas, dicho modelo representa un orden civilizatorio (Ribeiro 1979) con vocación cósmica, en estado de perfecto equilibrio dinámico, preexistente y absolutamente autónomo de la voluntad y conciencia del género humano. Son tan portentosos sus mecanismos de precisión que todos y cada uno de sus componentes (economías altamente especializadas e individuos -átomos homogeneizados por la vía del consumo- demanda efectiva) se encuentran armónicamente ensamblados y las impersonales relaciones de mercado nacional e internacional operan con la mayor eficiencia sirviendo óptimamente las funciones de compra, venta y producción. El conocimiento científico-tecnológico es una entelequía, una esencia cuasisagrada, el "Deus ex Machina" que, propagado irresistiblemente por doquier, acarrea los imponderables beneficios del incremento compulsivo de la acumulación de capital, la maximación de la productividad y la producción, la optimización del pleno empleo de los recursos humanos, financieros, naturales y organizacionales del sistema económico-social en general. Los países latinoamericanos que se encontraban en el antinómico Círculo Vicioso de la Insuficiencia Dinámica del Precapitalismo Periférico, el Subdesarrollo, el Estancamiento Económico y la Pobreza, debían cumplir un proceso teleológico como imperativo categórico, es decir, un progresivo movimiento unidireccional, y ascendente conducente a la positividad del estudio final postulado como perfección. Nuestro trabajo se encuentra dividido en los siguientes acápites: Acumulación, opulencia, democracia y libertad; la tecnología productiva como "Deus ex Machina"; el comercio internacional, el mercado interno; la estructura distributiva del ingreso; consumo y acumulación de capital; el papel de la inversión y la capacidad productiva. 1. Acumulación, opulencia, democracia y libertad. En la versión del industrialismo denominada "enfoque de la tecnocracia" (Winner 1979, cap.4) o "versión desarrollista acrítica" (CENDES 1981, 4-5) dentro de la que ubicamos el discurso cepalino de los años sesenta, podemos delinear la imagen retrospectiva que asume la creencia de que precisamente por las virtudes omnímodas, omnipotentes, omnipresentes y omniscientes de sus propios mecanismos naturalmente automáticos y por la realidad misma del devenir histórico que trabaja a su favor, el Capitalismo cósmico representa la culminación misma del pensamiento racional, es decir, de la conducta de individuos y sociedades atenidos a reglas lógicas de coherencia que tiene su origen en la más remota y espontánea de las virtudes humanas: la actividad económica
cotidiana que produjo las dos más grandes creaciones modernas imaginadas: la ciencia experimental y el industrialismo. Es el designio natural y, por lo tanto, irresistible e imponderablemente promisorio para la felicidad humana. Habiendo absorbido luminosa y espontáneamente a las sociedades agrarias atrasadas y al resto del mundo no industrializado hacia su incorporación irreductible en el nuevo y bondadoso orden tecnológico y económico internacionales, la Cultura Occidental del hondas raíces judeo-cristianas, creó, para bien de los habitantes del planeta, un nuevo concepto de realidad y una nueva concepción de mundo y con ellos la mejor de las redefiniciones de las ideas de Dios, la Justicia, el Amor, el Poder, la Belleza, la Ciencia, los Valores, la Estética, las actitudes y las formas de relacionamiento social y de los hombres con la Naturaleza. En este sentido, más que una sociedad específica, concreta la CEPAL se refiere a las características que tipifican, en el plano universal abstracto de la indeterminaciones absolutas (Hegel 1966; Sartre 1973), las organizaciones económico-sociales cuyo sistema de relaciones comerciales conforman el dinámico comercio internacional, el orden tecnológico y económico transnacional. Evocando insistentemente al tipo de sociedades representadas por los países industrializados plenamente desarrolladas y tecnológicamente avanzados -Europa Central, Estados Unidos Inglaterra, Suecia y la Unión Soviética principalmente- el marco societal cepalino se corresponde preferentemente con aquel que declara la existencia del Círculo Virtuoso de la Suficiencia Dinámica del Desarrollo-Crecimiento Industrial-Tecnológico y la Riqueza, o lo que es lo mismo, el Círculo del Desarrollo-Crecimiento Económico y Social Armónico y Autosostenido (Prébisch 1961, 1963 y 1970; CEPAL 1961c). Dentro de éste se inscribe la copiosa y casi indiferenciada gama de caracterizaciones -por lo demás muy heterogéneas internamente- propuestas desde el segundo quinquenio de la década de los cuarenta, deslumbrada testigo del surgimiento de la "Post Industrial Society" (Bell 1976). Además, la CEPAL piensa en nominaciones tales como "Active Society" (Etzioni citado por CEPAL 1969, 168), "Afluent Society" (Galbraith 1973), "Post Modern Society", "Sociedad Industrial", "Sociedad Tecnológica", "Sociedad Posburguesa", "Sociedad de Masas", "Sociedad dominada por un medio técnico", "Sociedad Próspera", "Sociedad Elitaria", "Sociedad Constituída por Sistemas Secundarios", "Sociedad de Consumidores", "Sociedad de Gerentes", "Sociedad absorbida por la Seguridad Social", "Sociedad regida por un nuevo tipo Humano", "Sociedad nivelada de clases medidas" (CEPAL 1963C,89) o más corrientemente "Sociedad Desarrollista (CEPAL 1979,168).
Independiente del nombre asignado, el modelo societal (CEPAL 1969,15) ideal de la CEPAL durante el decenio que nos ocupa trabaja coincidentemente en el mismo sentido de aquella imagen más generalizada que muestra al Capitalismo como la más buena, moderna, productiva, eficiente y eficaz organización económico-social, altamente industrializada, tecnológicamente avanzada, completamente fluida y abierta, atravesada por "una de las revoluciones más sobresalientes de la época moderna (:) el auge de las poblaciones urbanas en todo el mundo" (CEPAL 1961b,24). Según dicha imagen, por la lógica misma de sus impresionantes mecanismos de precisión, producción y reproducción absolutamente preexistentes, ostenta por sí y ante sí la más apabullante superioridad técnica sobre cualquier otro tipo de sistema de producción no-capitalista. El capitalismo es el único sistema natural auténticamente autorreferencial que hace posible el cumplimiento de la Gran Promesa Tecnológica -por lo demás la más sensata- jamás imaginada antes por el pensamiento humano: maximizar la elevación del ingreso per-cápita y optimizar la calidad de los niveles, condiciones y expectativas de vida, libertad y democracia de la totalidad del género humano. En otras palabras, desde una óptica que podríamos denominar tecnicista en tanto representación de un sistema de mecanismos técnico-económicos o tecnocráticos en tanto el poder de su conducción está detentado por los portadores del saber científico-tecnológico, la Democracia Social es considerada un estado indeterminado en el que el buen gobierno y la certidumbre hecha verdad están completamente asegurados en virtud de que el poder técnico del sistema societal es absolutamente natural y los expertos, por su parte, siguiendo fielmente la lógica ineluctable del funcionamiento objetivo y absolutamente preexistente de aquel, satisfacen inequívoca y plenamente los deseos y expectativas de los consumidores y productores. Por la espontaneidad misma del proceso, la política y lo político y más específicamente las denominadas políticas económicas y sociales (Barrantes 1986 y 1986a) son innecesarias, desconocidas tanto como las políticas de desarrollo; esto por cuanto no se impone la necesidad de discutir ante la opinión pública acerca de la acumulación de capital en virtud de que ésta se cumple y se resuelve "por su propio impulso en la evolución capitalista" (Présbich 1963, 142, 143, 147, 148, 153, 154, 164, 167). Por obra y gracia de los superpoderes cuasidivinos de los propios mecanismos abstractos e indeterminados de precisión objetiva, las receptivas estructuras económicas y sociales se armonizan y benefician imponderablemente en coordinación con la plétora de recursos materiales, para la producción cuantitativa de bienes y servicios especializados y estandarizados de la mejor calidad para el consumo de todos los sectores de la población; de esta forma, las inversiones sociales se producen
sin detrimento alguno del consumo de las masas, por la vía de maximización del incremento sostenido de la tasa de producción, como traducción automática y necesaria de las bondades incuestionables del progresivo proceso de desarrollo industrial-tecnológico maximizado y de los portentosos mecanismos espontáneos de generación y propagación de las innovaciones de la ciencia y la tecnología. 2. El Progreso Científico Tecnológico. 2.1.
La Tecnología productiva como 'Deus Ex Machina'. Si como afirma Bernal (1981,465) el sistema newtoniano deja de la mano de la Providencia
confinada a la creación general y a la organización del conjunto cósmico, con lo cual "Dios se convirtió de hecho -al igual que los ungidos por él en la tierra- en un monarca constitucional", en el discurso cepalino del decenio de los años sesenta el monarca constitucional del cosmos civilizatorio occidental moderno es la razón y, más específicamente, la racionalidad incontestable del conocimiento científico-tecnológico y los ungidos con su verdad absolutamente buena son esa categoría especial de "hombres dinámicos" (CEPAL 1963c, 97-102): los tecnólogos y los científicos y más específicamente el economista, el ingeniero, el administrador, comandados por los empresarios industriales, los cuales al poder metafóricamente introducirse en la unidad nuclear de aquel cosmos, se apoderan, se apropian de su secreto fundamental que, ya domesticado, los capacita para el gobierno de la naturaleza misma del progreso científico-tecnológico y los imperativos sociales que de él se derivan. La mezcla casi monolíticamente indiferenciada de Ciencia, Tecnología, Investigación Aplicada y Capital es la Matriz indeterminada, inconmensurable, absolutamente autónoma, la fuente casi divina y aureolada de una atmósfera misteriosa, sobrenatural, cuya energía inagotable, autosuficiente, autoexpansiva y unidireccional se erige de principio, de hecho y de derecho en el 'Deus Ex Machina' del orden civilizatorio imaginado por la CEPAL del decenio de los años sesenta. Este supone la existencia de un sistema científico-tecnológico expansivo que cuenta necesariamente con la infraestructura técnica y organizacional moderna y sofisticada, procedimientos técnicos y los equipos y accesorios requeridos por el encadenamiento vertical, tanto de una técnica con otra como de la innovación y el conocimiento de las relaciones económicas que, en términos de provisión de recursos tales como energía, materiales, trabajo, información y capital se requieren, al menos mínimamente para facilitar y potenciar la fluidez de la propagación amplificada de la benéfica tecnología productiva y su inefable transustanciación en nuevas formas de capital.
Esta es por lo tanto, la esencia bondadosa espontáneamente generada, naturalmente acumulada y fluidamente propagada "como vasos comunicantes" (Prébisch 1961. 74-77) por todos y cada uno de los sistemas societales, estructuras económicas, sociales, política, etc., sectores productivos, elementos y factores, pero fundamentalmente por las actividades productivas en donde existe inferioridad salarial y técnicas de todas las economías que conforman el cosmos civilizatorio occidental. Como bien universal, la tecnología se encuentra libremente disponible en escala planetaria para quienes quieran y necesiten utilizarla y desplegarla. El don de su acción absolutamente benefactora de la humanidad está incorporado desde siempre en la lógica misma de su propio funcionamiento y desarrollo libre de influencias externas, es decir, no tecnológicas. Como figura altamente evolucionada del Espíritu en tanto saber absoluto, goza de una libérrima autonomía y obedece exclusivamente los designios de sus propias determinaciones. La superabundancia de sus ideas y posibilidades, el torrente de creciente bienes y servicios que emanan de su actividad creadora e innovadora, representan no sólo la óptima solución a la necesidad que compulsa el incremento progresivo de los ya altos niveles y condiciones de vida de la población mundial, sino, que superan ampliamente y en número creciente las soluciones tecnológicas que, precisamente por ser las óptimas, pasan automáticamente a las etapas de perfeccionamiento, aplicación y difusión en gran escala. Incuestionablemente impulsora de la especialización, la expansión de la industria y el incremento constante de la potencia económica de todos y cada uno de los sectores de la producción moderna -indefectiblemente interdependizados a través del funcionamiento mismo de la organización productiva en gran escala-, la tecnología, en aras de la lógica de la fluidez, de la espontaneidad, de la naturalidad de la propagación amplificada y de la diseminación irresistible de las fuerzas espontáneas de la economía, crea las condiciones necesarias y suficientes para el cambio de movimiento permanente progresivo de los sistemas societales y estructuras civilizatorias; para la optimización global y específica, microeconómica y macroeconómica, de la relación costobeneficio, capital producto y costo del trabajo-costo del capital; para el mantenimiento sostenido del pleno empleo de los recursos disponibles y para las transformaciones necesarias a la racionalidad del conocimiento científico y el progreso tecnológico. Al mismo tiempo, apareja en favor del incremento de la productividad una funcional distribución y localización geográfica de las nuevas inversiones en las diversas actividades de producción de bienes, prestación de servicios y formación y aumento constante del capital social básico. Asimismo, fortalece el ritmo de crecimiento motivado
en gran medida por la evolución favorable de la relación de precios del intercambio nacional e internacional y la acumulación de una capacidad de producción plenamente utilizada. Esto significa, ni más ni menos, el incremento automático de la tasa de inversiones productivas y el aumento de salarios concomitante. Y, en virtud del supuesto teológico del 'ceteris paribus', aumento reflejo de la capacidad de consumo y demanda interna y externa de bienes y servicios con lo cual se fortalece imponderablemente la expansión del comercio. En otras palabras, las transformaciones estructurales exigidas por la penetración de la tecnología productiva no se confinan a los mercados internos. Estos, vinculados marginalmente por el comercio exterior, logran el máximo de productividad por medio de la especialización de la producción desarrollada en escala apropiada y se benefician mutuamente con "los frutos del progreso técnico" y las ventajas comparativas que favorecen indiscriminadamente las exportaciones derivadas automáticamente del orden natural de la división internacional del trabajo. La "igualdad de posibilidades" en tales ventajas fortalece, por otro lado, la verdadera transferencia y nivelación tecnológica y contribuye imponderablemente a "la fecunda convivencia de lo nacional y lo extranjero en el ancho campo de la iniciativa privada" (Prébisch 1961, 74-75). En este sentido, la libre concurrencia de los factores en situación de competencia perfecta, es decir, en la máxima igualdad de condiciones, nivela automáticamente las actividades exportadoras e internas, la tecnología disponible y capaz de asimilarse en un determinado momento, la aptitud de formación interna de capital, la productividad, los salarios y la libre iniciativa privada nacional y extranjera. Esto quiere decir que, "El libre juego de las fuerzas económicas sólo funciona correctamente cuando se opera en un mismo nivel (de absoluta interdependencia) tanto en la tecnología como en la aptitud de formación de capital necesario para traducirla en la práctica" (Prébisch 1961, 117. Paréntesis nuestro). Precisamente, una de las características fundamentales de la sociedad capitalista industrial ideal es que el "vasto caudal de la tecnología contemporánea" es asimilado "con celeridad... para elevar el nivel de vida de las masas", gracias a que la acumulación de capital "se realiza sin mayores dificultades .. en virtud del elevado ingreso por habitante que (la) caracteriza" (Prébisch 1961, 72. Paréntesis nuestro). La alta capacidad de ahorro utilizada plenamente determina las amplias posibilidades del desarrollo de la técnica para que las innovaciones se concreten en nuevas formas de capital, para que la tecnología se introduzca aceleradamente en los procesos productivos y eleve la producción y la productividad. Esta correlaciona funcionalmente con la difusión científico-
tecnológica orientada cada vez más a la economía de fuerza de trabajo y la aptitud para manejarla y organizarla. Y cuanto más crece la productividad gracias a dicha economía por el aumento de capital por hombre, tanto más aumenta la exigencia de acumular capital, lo mismo para absolver productivamente la fuerza de trabajo economizada que para emplear la que se ofrece de continuo a las actividades productivas. Dicho de otro modo, la progresiva adopción de la tecnología, en cuanto economiza mano de obra, trae consigo la necesidad compulsiva de acelerar más el ritmo de crecimiento económico. Es decir, la acumulación de capital se realiza a un ritmo muy superior al de la fuerza de trabajo; de este forma, las actividades absorbentes cumplen a cabalidad su función de dar ocupación productiva a todo el incremento de potencial humano que dejan las actividades expelentes. Esto, por cuanto en el modelo ideal existe una relación general de equilibrio dinámico entre la proporción de capital que economiza fuerza de trabajo y el que absorbe ésta y sus incrementos; entre la absorción productiva y la demanda de empleos. Dicho equilibrio está asegurado gracias a las virtudes del libre juego de las fuerzas espontáneas de la economía y del "simple juego de la iniciativa privada", en la medida en que la acumulación de capital se desenvuelve conjuntamente con el desarrollo de la tecnología en condiciones de máxima productividad (Prébisch 1961, 102-103). Como consecuente derivación de lo anterior, la elección de métodos para incrementar la productividad agrícola e industrial y de los servicios que la acompañan, queda también "librada al simple juego de los intereses particulares". No obstante, el interés general de la economía en su conjunto cósmico se antepone al del empresario individuo que procura reducir sus costos y aumentar sus beneficios. Gracias a la capacidad dinámica del ritmo de crecimiento se eleva forzosamente al nivel de productividad de la fuerza de trabajo, se absorbe la desocupada, sea, el sobrante real, es decir, aquella que esporádicamente pudiera desempeñarse con menor productividad que la media, así como "sobrante virtual o tecnológico" que surge como consecuencia de la expulsión de factores provocada por el irresistible progreso y difusión del conocimiento científicotécnico (Prébisch 1951 y 1963, 169). Visto así, éste tiene inscritos dos propósitos inmanentes; maximizar el producto por unidad de capital, sea, aumentar al máximo posible la productividad y economizar mano de obra que solo es absorbida productivamente por el flujo creciente de nuevas inversiones y la penetración amplificada de nueva tecnología productiva. De esta forma, la escala de la producción mundial se incrementa paulatinamente en correlación directa con la especialización de las economías nacionales, la expansión progresiva de los respectivos sistemas educativos generales y técnico-
profesionales adaptados plásticamente a las necesidades del progreso económico, el crecimiento de los ingresos, la capacidad de consumo interno y las demandas externas. Como ya vimos, en el modelo ideal de la CEPAL del decenio de los años sesenta, el desarrollo industrial tecnológico tiene asignado como objetivo fundamental el mejoramiento imponderable de las condiciones materiales y el modo de vida de la población en su conjunto; esto se logra en virtud de la maximización del incremento del producto total por la vía del aumento de la productividad -verdadero 'motivo del logro' de la sociedad industrial- y en tanto y en cuanto la abundancia de capital y recursos materiales permite dotar de los equipos más modernos y productivos a la fuerza laboral en todas las actividades del proceso de trabajo. La industrialización es el fin necesario de la sociedad humana conectada directamente a una concepción tecnológica exclusivamente sustentada en premisas técnico-económicos, referidas a la maximización y optimización de la productividad y del rendimiento por unidad de capital en el macroconjunto de la economía mundial. En otras palabras, la concepción cepalina del desarrollo como sinónimo de desarrolloindustrial-tecnológico, sustentada exclusivamente en criterios económico-cuantitativos conduce necesariamente a la generación de soluciones tecnológicas naturalmente clarividentes; estas excluyen absolutamente todo criterio que no sea estrictamente económico-técnicos tales como los políticos, ecológicos, ético-filosóficos o sociales. Industria-Tecnología-Desarrollo es, pues, la triada sobre la que gira el productivismo-incrementalista del pensamiento cepalino del decenio de los años sesenta, el cual se inscribe como un imperativo tecnológico dentro del heterogéneo espectro de planteamientos denominados desarrollistas, socialistas y capitalistas, que caracterizan nuestra cultura 'occidental' hegemónica de hondas raíces judeo-cristianas. 2.2.
El Imperativo Tecnológico. El imperativo tecnológico de la CEPAL del decenio que nos ocupa es algo mucho más que
un simple requisito funcional, es el sometimiento voluntario de la conciencia social, de la normatividad moral que inequívoca sabe distinguir lo bueno de lo malo, lo racional de lo irracional, lo sensato de lo insensato; es la subsunción misma de la imaginación sociológica y las creencias en el principio utópico de la autoridad que da la fusión perfecta del poder absoluto, el conocimiento científico y la competencia técnica en la administración de las gratificaciones concretas que organizan el interés de los consumidores. De esta forma las posibilidades de instrumentación de los
descubrimientos científicos se multiplican correlativamente con la demanda efectiva de tecnología. La diversificación del progreso científico-técnico determina la multiplicidad de los medios materiales que justamente se necesitan para incrementar y acelerar el mejoramiento de los cada vez más altos niveles de vida (condiciones materiales de existencia) y felicidad de todos y cada uno de los agrupamientos sociales. El imperativo tecnológico y sus requisitos operacionales son, por lo tanto, supuestos o principios de la mayor importancia concebible para el desarrollo lógico de la estrategia discursiva de la CEPAL del decenio que nos ocupa. Solo así adquiere significación el necesario eslabonamiento de las tecnologías y su nada metafórica integración vertical en la que la terminal de una técnica y operación se articula y alimenta la generación de otras: el invento y difusión de la mecanización y la automatización tanto de la industria como de la agricultura demanda carbón y máquinas de vapor; estas requieren hierro, más carbón y energía para la fabricación de manufacturas y sistemas de desagüe y riego. De la misma manera, los productos férreos, textiles, químicos, etc., necesitan ser transportados en gran escala por tierra y mar desde las fuentes de aprovisionamiento de las materias primas hasta las fábricas y de éstas a los centros de distribución y venta en los mercados internos y externos cercanos y lejanos. En este sentido, la creación de nuevas e imponderables posibilidades de innovación y propagación de nueva tecnología -la más moderna y la más productiva- así como las oportunidades para transustanciar ésta en nuevo capital reproductivo, incrementan automáticamente la demanda efectiva de más materias primas, combustibles, nuevas manufacturas, etc., y permiten la expansión refleja del consumo y, por ende, del mercado cuyas fuerzas espontáneas se revierten en mayor acumulación de capital, nuevas y más inversiones productivas, mayores ingresos, mayores salarios y potenciación efectiva del bienestar social y de las condiciones de existencia de la población total. Y aquí nos encontramos con una cuestión de relevante importancia en la estructura discursiva cepalina. Es la participación de los ciudadanos en tanto consumidores de los bienes y servicios emanados espontáneamente del orden tecnológico. En este sentido, el consumo masivo de tecnología no es más que un objetivo implícito en el imperativo tecnológico mismo. Sus logros son tan evidentes y portentosos que la población entera convenientemente informada los acepta, los recibe de muy buena gana como beneficios que son, sin plantearse preguntas ni pedir explicaciones. Esta participa en y a través del mecanismo homogéneo y homogenizador del mercado en el cual se encuentran absolutamente previstas las variaciones compensatorias entre la escala de aplicación de las soluciones tecnológicas y las expectativas del Gran Público; asimismo, da cuenta exacta y nítida de la elasticidad de la demanda y de las necesidades sociales publicidad mediante.
Lo verosímil es que la población tiene absolutamente resuelto el problema de la satisfacción de sus necesidades básicas y se encuentra lo suficientemente adoctrinada como para interesarse en comprar las innovaciones que la empresa racional de la ciencia y la tecnología produce apriorizando sus deseos y propensiones. Los individuos en general cuyos intereses, valores y necesidades están de hecho representados en la tecnología -su promesa, su imperativo, su esperanza-, están tecnologizados, es decir, encuentran en su consumo ponderadamente entusiasta el guión del papel pre-escrito, apriorizado, para el que están adiestrados, designados. De este forma, la realización del consumo -espontáneamente funcional a la racionalidad técnica, optimiza, eficientiza, da coherencia y continuidad libre de tensiones y oscilaciones inestables al perfecto equilibrio dinámico del moderno cosmos civilizatorio capitalista industrialmente desarrollado y tecnológicamente avanzado. En fin, el individuo -el ciudadano en tanto y en cuanto consumidor- se encuentra inmerso en la certidumbre de un futuro absolutamente presente en tanto está previsto, calculado, diseñado precisamente para que se comporte de acuerdo con determinados principios técnicos, es decir, que asuma una específica "disciplina del desarrollo" (Prébisch 1970 y Medina 1972) adecuada al funcionamiento múltiplemente coordinado de una organización moderna impersonal y altamente productiva. Gracias a los poderes de la tecnología, es decir, la tecnología en tanto esencia y potencia, los problemas sociales no existen más que como problemas técnicos específicos, los cuales, si bien es cierto en general tienen múltiples resultados, sus soluciones están previstas al figurar tácitamente en los fines últimos y primigenios inherentes al progreso y difusión amplificada de la ciencia y la tecnología. Lo inalcanzable es, en consecuencia, absolutamente improbable; la imposibilidad de lo imposible no es más que la garantía del cumplimiento de la Gran Promesa Tecnológica cuya esencia, según Martín Heidegger, reside en la presencia de lo que está presente (citado por Winner 1979, 134); lo verosímil es que el cambio tecnológico significa automática y necesariamente progreso científico-técnico, crecimiento tecnológico real, incremento de la productividad y verdadera elevación de los ya altos niveles de bienestar y existencia material y espiritual de la humanidad entera. Tal es la lógica espontáneamente natural del dinamismo autónomo del cambio absolutamente progresivo y acumulativo de la ciencia y la tecnología. Su racionalidad esencial, la velocidad de su cambio interno generado por la unidad de su propio movimiento y la inconmesurabilidad de su difusión amplificada contiene, como desiderato, un corolario lógico pero asumido como exigencia natural: transformación, el cambio, es decir, en lenguaje cepalino, la
adecuación, la restauración y la integración adaptativa, sea, funcionalmente eficiente, de todos los componentes humanos y materiales y todos los segmentos de las estructuras políticas, culturales, económicas, jurídicas y sociales de todas las organizaciones societales incorporadas al orden económico tecnológico capitalista occidental para servir eficazmente de vehículo transmisor del cambio universal progresivo; cambio que es medible exclusivamente en términos de las revoluciones de su propio movimiento, un detalle técnico determinado por la velocidad y direccionalidad indicada por el cambio de movimiento del proceso científico-tecnológico, cuya racionalidad necesariamente procesa la adaptación ininterrumpida y el ajuste automático entre medios y fines. En este sentido, las determinaciones y condicionamiento de la razón técnica están interiorizadas en el compartimiento individual y naturalizada tanto las funciones previamente establecidas como las técnicas aprendidas, de la misma forma que las relaciones sociales están exclusivamente diseñadas en función de ala lógica inmanente a la moderna organización industrial-tecnológica altamente productiva. Es la explicación por la que la estrategia discursiva de la CEPAL del decenio de los años sesenta nos introduce en un mundo ideal de agregados masivos ordenados racionalmente, de componentes humanos y materiales que operan espontáneamente en actividades y transacciones precisamente coordinadas entre sí; Un reino en el que estructura organizacionales y comportamiento humano son funcionalmente armónico entre sí y perfectamente adecuado a las necesidades imperativas del progreso científico-tecnológico y su propagación amplificada. Un reino que es el Todo, sea, lo verdadero, la esencia que se completa así misma mediante su propio desarrollo (Hegel 1966, 16), un equilibrio dinámico de todas las partes en el que cada componente, elemento, factor humano y material, cada estructura, sistema o sector de estos es un "espíritu en su propio medio que no busca su satisfacción más allá de sí, sino que la posee en sí mismo, porque él mismo `es` en este equilibrio con el todo" (Hegel 1966,271). Ahora bien, según Hegel este equilibrio sólo puede ser vivo (dinámico según CEPAL) por el hecho de que nace en él la desigualdad que la justicia del "derecho `humano'" (la tecnología según CEPAL) se encarga de reducir de nuevo a igualdad. Pero, contrariamente a la justicia que reduce a lo universal el ser para sí se sale de su equilibrio, que reduce de nuevo a equilibrio a lo universal cuando se hace demasiado prepotente sobre lo singular (Hegel 1966, 271-272), la tecnología en el discurso cepalino es una esencia misteriosa que se halla en el más allá del círculo cósmico del Desarrollo y de la Riqueza. En virtud de un derecho abstracto, objetivo e impersonal, es decir, sin acepción de personas, reduce unidireccionalmente lo singular cuando éste se sale de la normativa universal, absoluta. En otra
palabras, la tecnología, en tanto potencia, ejecuta, instrumentaliza, la sentencia de equilibrio dictada por el Espíritu, el Concepto, la Ciencia, como una conexión de sentido funcionalmente eficiente al margen de toda contingencia; y al hacerlo, comete un desafuero contra el individuo, la estructura, el elemento, el sistema productivo, la organización societal misma objeto de sus aplicación, desafuero que consiste, como diría el mismo Hegel, "en que (les) `acaece' simplemente algo". Algo que no se constituye en una "obra, para que el `ser', `lo último', sea también algo `querido' y, de este modo, algo gozoso" (Hegel 1966, 272), sino todo lo contrario: hace de la conciencia una pura cosa, una noconciencia de oposición, una renuncia a la inversión de la unidimensionalidad, de la unidireccionalidad dictada por la unidad ética en la que el carácter absoluto , totalitario, de la esencia y la potencia simultáneamente coinciden en no poder tolerar ninguna inversión de su contenido; de esta forma, el tránsito de la Racionalidad "desde el pensamiento hasta la realidad" no significa otra cosa para los objetos que sufren `lo acaecido', que la acción refleja, sea, "el movimiento de una oposición carente de esencia", de momentos y contenidos particulares, singulares, es decir, distintos entre sí (Hegel 1966, 75). Más concretamente, la tecnología por la vía de la división e interconexión compleja, modifica los objetos físicos -materiales y hombres-, acciones y procedimientos segmentados, actividades humanas, relaciones sociales, etc. y les impone una nueva y mejor forma; les subsume y convierte en factores funcionales dinámicos de la defensa de la organización productiva, los moviliza y coordina deliberadamente hacia fines fundamentales productivos de vocación cósmica. 3. El mecanismo absolutamente impersonal del mercado. 3.1.- el comercio internacional. Siguiendo la lógica de la estrategia discursiva de la CEPAL es posible observar, sin necesidad de desdoblar mucho el lenguaje d que sirve este Organismo, que su modelo ideal, el del Círculo Virtuoso del Desarrollo, simboliza un sistema cósmico, infinito de relojería newtoniana en estado de perfecto equilibrio dinámico que existe por sí y ante sí absolutamente autónomo de al voluntad y conciencia del género humano. en él todos y cada uno sus componentes (economías industrialtecnológicas altamente especializadas e individuos-átomos homogenizados por la vía del consumodemanda efectiva) se encuentra tan armónica, funcional e interdependientemente ensamblados por las dinámicas relacionados de mercados nacionales y transnacionales, que operan con mayor eficiencia sirviendo óptimamente las funciones de compra, de venta y producción para las que
natural y espontáneamente están designados por la no siempre claramente visible mano de la Providencia. El conjunto de los componentes societales conforman una compleja constelación de engranajes y redes a escala mundial que automatizan la producción económica e instrumentalizan las relaciones sociales, tanto internas como internacionales. Estas se encuentran perfectamente interconectadas, interdependizadas, funcionalizadas, de forma tal, que son la base misma que racionaliza la vida moderna en todas sus dimensiones y conecta todos los componentes de orden tecnológico y económico mundial. Es decir, el funcionamiento de éste está asegurado por la fluidez impersonal de las relaciones económicas transnacionales a través de las cuales se activan todos sus elementos; la variedad de estos se ve representada por la existencia de individuos y grupos pequeños y grandes de la mayor diversidad posible. Así como el modelo ideal supone que todas las piezas del orden mundial operan eficientemente y sirven la función para las que están naturalmente creadas, de la misma manera, concibe a los individuos, grupos sociales y organizaciones económico-sociales teniendo el nivel de perfección necesario y suficiente para el nivel de especialidad requerido por la actividad correspondiente; de esta forma cada trato jerárquico ocupa y se mantiene espontáneamente en el lugar adecuado dentro del sistema de distribución de especialidades y privilegios diferenciales del orden tecnológico y económico mundial. Más precisamente, el modelo ideal trata de un sistema técnico-económico absolutamente pletórico de armonías, fluideces, funcionalidades, equilibrio, pesos y contrapesos, interdependencias y espontaneidades instrumentales ensambladas. Es algo así como un motor óptimamente afinado, preciso, sumamente productivo, económico, dinámico, potente, eficiente, diversificado y perfectamente integrado internamente entre sus partes y externamente con los otros motores que conforman la constelación cósmica de la civilización capitalista occidental: el sistema de articulaciones comerciales, el mercado internacional, el orden económico y tecnológico transnacional. En éste las economías operan esencialmente según sus propicias leyes de movimiento funcional y cohesión interna y sólo entran en relaciones de interdependencia a través del comercio exterior. Es decir, la economía mundial existen en tanto comercio internacional, como sumatoria de las exterioridades nacionales óptimamente integradas mediante relaciones absolutas interdependencia armónica, conformando un competitividad y dinámico mercado internacional.
La existencia absolutamente objetiva y abstractas de las fuerzas espontáneas de la economía, armonizadas y equilibradas perfectamente por `la mano invisible' de la Providencia, es la condición `sine qua non' para que se de la libérrima competencia y natural división internacional del trabajo, en aras de la cual se vende lo que se produce y se compra lo que se necesita. En virtud de lo anterior, los precios del intercambio e incrementos sostenidos incentivan decididamente la paliación y diversificación de las exportaciones agrícolas e industriales, pero fundamentalmente industriales, obteniéndose por su medio, crecientes ventajas comparativas. En este sistema planetario de interdependencias absolutas, las economías nacionales ostentan una capacidad externa de compra que les permite manejar los cambios en las estructuras de las importaciones y adoptar fundamentales decisiones para reorientar las asignaciones de recursos a fin de lograr mantener el incremento y diversificación de las exportaciones y examinar las diversas opciones de utilización óptima de recursos. Asimismo, le permite incrementar funcionalmente el ritmo de crecimiento del producto interno sin modificar el coeficiente de importaciones "y aun hacerlo con mayor intensidad si ese coeficiente disminuye" (CEPAL 1963a, 8-9). En síntesis, crecientes ventaja comparativas y capacidad externa de compra son dos factores fundamentales coincidentes que inciden, directa y positivamente en el proceso denominado de "capitalización espontánea" requerido por la exigencia ineludible planteada por el incremento sostenido del ritmo de desarrollo económico: "La industrialización progresiva" (Prébisch 1961, 84). Aunados estos factores a los procesos multiplicadores de la propagación amplificadas de las innovaciones científico-técnicas que corresponden con la poderosa capacidad de asimilación de las portentosas y productiva estructura industriales, ellos posibilitan el máximo aprovechamiento de las ventajas comparativas de los términos del intercambio. De esta forma, no sólo se pueden exportar cada vez más artículos industriales, sino, también, afrontar en términos de una holgada interdependencia de la competitividad de los productos provenientes de otros centros industriales (Prébisch 1961, 94 - 95). Se genera así, en consecuencia, el incremento sostenido del producto interno, el cual, en virtud de la automaticidad de los mecanismos espontáneos del desarrollo y el simple juego de las fuerzas de la economía, se desdobla en aumento progresivo del ritmo o nivel de ingreso por habitante, expansión del coeficiente global de ahorro interno, incremento de la tasa de inversiones productivas y potenciación de la capacidad de consumo tanto público como privado (CEPAL 19633a,9). El resto del producto interno va a cubrir los gastos corrientes en los que los objetivos sociales tienen la debida prelación (Prébisch 1961, 81 -82).
Esto a su vez, produce cambios favorables y concatenados en la estructura de la demanda final y determina variaciones dinámicas de pesos y contrapesos de diversa magnitud en cada uno de los sectores de la producción de bienes y servicios, según los diferentes coeficientes de elasticidad ingreso de la demanda. De esta forma la demanda interna incrementa su influencia dinámica sobre el producto y el ingreso y el proceso de crecimiento se revierte irresistiblemente hacia dentro (CEPAL 1963 a, 16). Sobre esta base de datos podemos caracterizar someramente el proceso de industrialización progresiva como sigue: toda la actividad económica se dirige principalmente hacia el mercado exterior , la elección de las industrias tiene razones de economicidad, corrige y/o fortalece las relaciones de interdependencia a la luz de los incentivos imponderables de las ventajas comparativas generada por los siguientes factores: el comercio internacional, la división interna del trabajo industrial y agrícola, y la tendencia irresistiblemente espontánea y natural hacia la homogenización de los niveles tecnológicos, las densidades de capital y la productividad expansivas (Prébisch 1961, 86). Tales, por lo tanto, las evidencias de que la aportación de recursos internacionales no es modo alguno ineludible ni, mucho menos, perentoria; al contrario, siendo libre de exportación del capital privado extranjero un esencial instrumento de "irradiación tecnológica" y de fortalecimiento de la interdependencia económica, su utilización nunca excesiva se realiza sincrónicamente con los niveles de necesidades planteadas por la homogenización tecnológica diferencial. Además su aprobación productiva inmediata contribuye eficientemente a la capacitación de la tecnología por los técnicos, empresarios y demás "elementos dinámicos" de los países receptores (Prébisch 1961, 77). En este sentido, las importaciones y el incremento de las exportaciones favorecen la maximización del desarrollo económico y de reciprocidad inspirada en los requerimientos o intereses fundamentales de las partes involucradas en el usufructo compartido de las crecientes ventajas comparativas potenciadoras del comercio internacional. 3.2.- El mercado interno. Como ya vimos la estabilidad y equilibrio dinámico es inherente al funcionamiento natural de la economía capitalista. El libre juego de las fuerzas espontáneas y expansivas, sea, el libre juego de la oferta y de la demanda y el movimiento de los precios del mercado en condiciones de la libre concurrencia de los factores, de la libre iniciativa privada y la competencia abierta, perfecta o cuasiperfecta, determina la equitativa distribución de los ingresos y beneficios crecientes de los
hombres, la sociedad humana en general y la naturaleza. La suficiencia dinámica de dicho juego es, valga la redundancia, absolutamente suficiente para guiar adecuadamente la conducta económica de los individuos y el curso que deben seguir las nuevas inversiones; asimismo, para dar las indicaciones que conciernen no sólo a una parte de las decisiones individuales, sino, también, a todas las que tienen importancia decisiva para la expansión de la acumulación del capital y de la economía en general, tal como la relación costo del trabajo-costo del capital (Prébisch 1963, 190 y 1961, 80-81) la relación costo-beneficio y la relación capital-producto. 4. La estructura distributiva del ingreso. El "esquema básico integral prevaleciente" (CEPAL 1963d, 66) de distribución funcional del ingreso se sustenta, al igual que el mercado, en la estructura económica y social misma, en la repartición democrático de la repartición de la tierra, empresa y riqueza; en la participación equilibrada y armónica entre los factores de la producción y otros recursos en el proceso productivo y de trabajo en las distintas actividades económicas; en el lento ascenso de la tasa de crecimiento poblacional y el dinámico coeficiente del ahorro requerido par el aumento de la capacidad productiva, del financiamiento de las inversiones productivas económicas y sociales futuras y de la acumulación del capital. La distribución y redistribución funcional del ingreso se realiza espontánea, automática e impersonalmente, es decir, sin acepción de personas, tanto a nivel nacional e internacional como regional sectorial, de forma tal que se favorece imponderablemente la concurrencia armoniosa y fluida entre los factores que inciden en la remuneración del trabajo, el interés del capital, la renta de la tierra y las ganancias del empresario, y entre estos y la participación contingente del gobierno en relación con la fuerza de las organizaciones sindicales y el resto de los factores socio-económicos principalmente en materia impositiva, cambiaria, crediticia y de precios. En síntesis, el dispositivo distributivo del ingreso es absolutamente funcional a la capitalización de las masas y al ahorro de los grupos de más altos ingresos (Prébisch 1961,82). Aquí la propensión al consumo es ingenua; no se traduce en capitulación ante el deseo y no excluye de ninguna manera la responsabilidad de responder a las necesidades de capitalización. 5.- Consumo y acumulación de capital. En virtud de que los individuos no están subordinados al poder del Estado, "cada uno tiene la libertad de consumir y de emplear su ahorro como quiere". Y lo mismo cabe expresar en cuanto a la
redistribución automática del ingreso: no se hace en función de las personas sino de su nivel social (Prébisch 1963, 190). El consumo está concebido como el dinamizador por excelencia de la economía, el estimulo indispensable e indiscutible para el incremento progresivo de la producción expansiva de la industria y agricultura en tanto y en cuanto a demanda de los productos que satisfacen las necesidades siempre insatisfecha del mercado interno y externo, inducidas por la propaganda comercial y la ideología del "estilo de vida occidental" (Prébisch 1970). En todo caso, como contrapartida, indefectiblemente la "propensión al ahorro" constituye un excelente contrapeso funcional (Pébrisch 1961, 73-74) de la excitación que pudiera provocar en el Gran Público la concupiscencia comunista. 6.- El papel de la inversión y la capacidad productiva. El incremento sostenido de la tasa de crecimiento económico plenamente satisfactorio, se produce como reflejo del impacto expansivo que significa el aumento progresivo de la capacidad productiva de la organización económica tecnológicamente avanzada. Lo anterior, en virtud d que en el modelo ideal una gran proporción anual del producto nacional se destina a la reposición y adquisición de nuevas maquinarias e instalaciones empresariales, a los elementos del transporte y a la construcción de edificios y obras públicas en general que integran el "capital social" básico de la sociedad. "Mientras mayor sea el ahorro que pueda traducirse en inversiones de esa clase de bienes, mayor será la capacidad de un país, para alterar la estructura de la producción y hacer frente a los cambio en la composición de la demanda interna y externa que trae consigo un proceso de desarrollo (industrial). Por otra parte, la producción anual de esas inversiones con respecto al producto nacionales, mide en cierto modo el ritmo de incorporación del progreso tecnológico en el sistema económico". (CEPAL 1962a, 31. Paréntesis nuestro). Existe una relación funcional precisa entre la elevada tasa de crecimiento del producto, el nivel absolutamente progresivo de las inversiones productivas o más productivas según su naturaleza o composición, la forma mejor en que se combinan con otros factores de la producción y al mejor grado en que reflejan los adelantos tecnológicos en sus diversos aspectos, todo lo cual correlaciona positivamente con la capacidad de acumulación de capital, las necesidades de reemplazo de bienes de capital, productividad del capital optimalidad de las peculiares condiciones en que se da la relación producto-capital (CEPAL 1962a, 35-36), costo-beneficio y costo del trabajo-costo del capital.
Recapitulando, la CEPAL supone la existencia dada de un mecanismo que asegura siempre el equilibrio dinámico del sistema societal; éste se corresponde con la posición de pleno empleo u ocupación plena de los recursos humanos y materiales la cual se encuentra determinada por la portentosa densidad del volumen de capital acumulado. En este sentido, la capacidad de absorción productiva del sistema económico es una función de la acumulación de capital realizada sin sacrificio alguno de las ganancias empresariales. Por otro lado, los individuos anónimos, ungidos con el don de las propensiones a la inversión, al trabajo, al ahorro, elevan la productividad, el incremento de la división social del trabajo y de los salarios, el incremento sostenido de la producción neta y del producto social, la justa distribución de éste y de los crecientes ingresos, todo lo cual conlleva necesariamente al progreso económico. A diferencia de Smith y los clásicos, para la CEPAL la dimensión del mercado no es una limitante de la división del trabajo. Esto, por cuanto el mercado tiene la capacidad, mediante la iniciativa de los empresarios-capitalistas, de expandirse y absorber productivamente el incremento de la tecnología productiva, de la fuerza de trabajo y responder a la creciente demanda-consumo interno y externo. En otras palabras, las existencias de capital crecen más rápidamente que la población; en consecuencia, la productividad marginal del trabajo también se incrementa más que proporcionalmente acarreando el alza de los salarios reales. Para la CEPAL, la condición `sine qua non' para el cumplimiento de esta promesa neoclásica es la existencia de las condiciones subjetivas favorablemente funcionales a la racionalidad de las fuerzas espontáneas del desarrollo económico, de forma tal que las propensiones al trabajo, a la inversión productiva y al ahorro potencian plenamente a su vez, la maximización de la productividad, de la innovación científico-tecnológica, de la acumulación del capital y, por ende de la tasa de ganancia empresarial. Ahora bien, no obstante que la CEPAL no descarta el hecho de que el progreso científico-técnico es sobre todo un medio para sustituir fuerza de trabajo por capital, insiste en mantener vigente la idea ricardiana de que la propagación de la tecnología puede aumentar de tal forma el producto neto, que todas las clases sociales sin distinción alguna resultan beneficiadas. Pero esta aparente contradicción tiene su solución en la estrategia discursiva cepalina: en un modelo ideal todo el capital, en tanto existencia inagotable, es utilizado reproductivamente de forma tal que la celeridad de la acumulación misma es mayor que la del avance científico-técnico. Es así como el denominado desempleo tecnológico es reabsorbido por el siempre creciente
incremente de capital cuyo
crecimiento y velocidad no sólo es mayor, como ya vimos, que el alcance de la técnica, sino,
también, que el aumento de los salarios. En todo caso, estos se estabilizan por el tiempo necesario aunque nunca excesivamente, con lo cual se produce un ahorro que se traduce en elevación de la tasa de ganancia e incremento de capital. Esto conduce necesariamente a la absorción de la fuerza de trabajo antes desocupada. En otras palabras, podemos decir que la estrategia discursiva de la CEPAL no admite contradicción alguna entre el incremento de la tasa de beneficio por parte de la capitalista y el alza simbólica del salario real. Finalmente, el cumplimiento de los fines humanos-sociales de la Gran Promesa del cosmos civilizatorio capitalista occidental imaginado por la CEPAL del decenio de los años sesenta, está asegurado
indefectiblemente por
su
portentosa
capacidad para combinar equilibrada
interdependientemente entre sí los ultrasensibles mecanismos de precisión espontáneos y objetivos y coordinarlos eficiente y eficazmente con los siguientes factores (CEPAL 1965b, 232):a) las ventajas comparativas crecientes de un expansivo comercio exterior, vía a través de la cual adquiere existencia el mercado internacional y el orden económico y tecnológico mundial, sustentados en la libre competencia, el equilibrio perfecto, la interdependencia absoluta y la natural división internacional del trabajo; b) la dinámica capacidad de "absorción tecnológica fundamentada en la ciencia" de las propias fuerzas naturales del desarrollo en todos y cada uno de los sectores y niveles del sistema económico, principalmente en los de la productividad, remuneración de los factores, composición sectorial y estructura de fuerza de trabajo, y la demanda interna de bienes y servicios; c)"una organización racional de la producción tanto en el sector manufacturero como en los demás sectores de la economía, lo que a su vez supone la aplicación extensiva de la ciencia y la tecnología a todo el campo de la producción de bienes y servicios"; d) las aspiraciones y demandas diferenciales de los grupos sociales, traducidas "en términos de crecientes niveles de vida individuales y colectivos, de igualdad de oportunidades y de seguridad social y economía, incluida la seguridad del empleo. e) La capacidad de la "organización económica" para responder a esas aspiraciones de la sociedad y los requerimientos para la aplicación eficaz del progreso técnico adaptando éste "a las condiciones específica del medio, de manera que aporta nuevos estímulos de crecimiento”; asimismo, para producir un excedente después de satisfacer la necesidades corrientes de consumo, excedente que se utiliza eficazmente en la expansión de la capacidad productiva para el consumo interno y para la exportación mediante la reproducción aplicada del capital; f) el libre juego de las fuerzas espontáneas del desarrollo que garantizan verdaderamente la expansión de los mercados internos y externos para absorber fluidamente el crecimiento volumen de la producción;
asimismo garantizan, por un lado, el incremento sostenido de los ingreso de los productores agropecuarios e industriales en particular y, por otro, el "reparto equitativo de los beneficios económicos" del desarrollo y el progreso científico- técnico entre la población en general, a través de la participación extensiva de ésta en el consumo de manera que los frutos del progreso tecnológico alcanzan a todos y cada uno de los grupos sociales; g) una estructura económico-social lo suficientemente fluida, absorbente, expansiva, dinámica, integrada y diversificada, sustentada firmemente en un "sistema abierto de estratificación social, apoyado (a su vez) en un sistema educacional moderno, capaz de producir el talento necesario y habilitar a toda la población para comprender y participar en la industrialización" (CEPAL 1965,232). Dicha estructura económico-social tiene la capacidad de estimular "la movilidad necesaria (de la población) para el ajuste mutuo y armonios entre en sus partes" (CEPAL 1963B,57), y adaptar con eficiencia la organización y técnicas económicas y sociales a las exigencias de una explotación intensiva de los recursos humanos y materiales que no sólo son abundantes, sino, también, adecuadamente distribuidos sectorial y geográficamente; h) los factores de la producción que se encuentran plásticamente ajustados a las modalidades de la demanda interna y externa, en virtud del sistema de precios que funciona fluida y eficazmente en todos los sectores de la actividad económica (CEPAL 1962a, 28 - 31); el conjunto organizado racionalmente de instituciones públicas o estatales que responde adoptivamente a los cambios requeridos por la actividad dinámica de las fuerzas espontáneas de la economía nacional e internacional. BIBLIOGRAFÍA: 1. Barrantes, César. El discurso del Estado y la Democracia en el pensamiento latinoamericano: La CEPAL 1960-1970. Trabajo presentado al Séptimo Congreso Centroamericano de Sociología. Tegucigalpa, Honduras,2-7 de noviembre de 1986. 2. Barrantes, César."La constitución ideológica de lo-social y sus relaciones con lo-económico en el pensamiento de la CEPAL, 1960-1970". En Revista de Ciencia Sociales de la Universidad de Costa Rica. San José, abril-junio de 1986a. 3. Bell, Daniel. El Advenimiento de la Sociedad Posindustrial. Alianza Editorial. Madrid, España,1976. 4. Bernal, John D. La Ciencia en la Historia. Editorial Nueva Imagen-UNAN. México, 1981. 5. CENDES. El Desarrollo, los Especialistas y los Planificadores. Informe del Proyecto `Formulación de una Metodología de Mediano plazo (FORMEPLAN)'.Area de Teoría y Método de la Planificación. Lourdes Yero (Coordinadora); Rafael de la Cruz (Redactor). CENDESUCV. Mimeo, Caracas 1981. 6. CEPAL:`Informe del Grupo de Trabajo sobre los aspectos sociales del desarrollo económico en América Latina".En "Boletín Económico de América Latina", Vol.VI, Nº1, marzo de 1961a. Santiago de Chile.
7. CEPAL. "La situación demográfica en América Latina". En "Boletín Económico de América Latina". Vol. VI, Nº 2, octubre de 1961, pp.13-54. Santiago de Chile. 8. CEPAL. Desarrollo Económico y Educación en Américo Latina. Conferencia sobre Educación y Desarrollo Económico y Social. Santiago de Chile, marzo de 1962a. Mimeo. 9. CEPAL. El Desarrollo Económico en América Latina en la Posguerra. Naciones Unidas. Nuevas York, 1963a. 10. CEPAL. Distribución Geográfica de la Población de América Latina y Prioridades Regionales del Desarrollo. En "Boletín Económico de América Latina", vol. VII, Nº. 1, pp.53-66. Santiago de Chile, marzo de 1963b. 11. CEPAL. El Desarrollo Económico en América Latina en la Posquerra. Editorial Solar-Hachete. Buenos Aires, Argentina, 1963c. 12. CEPAL. Estudios Económicos de América Latina. Naciones Unidas, Nueva York, 1963d. 13. CEPAL. El Proceso de Industrialización en América Latina. Naciones Unidas, No. de venta: 66.G.4 Nueva York, 1965. 14. CEPAL. El Cambio Social y la Política de Desarrollo en América Latina. Naciones Unidas. Nueva York, 1969. 15. Galbraith, John K. La Sociedad Opulenta. Editorial Ariel. Barcelona, España, 1973 (varias eds.). 16. Hegel, G.W.F. Fenomenología del Espíritu. Fondo de Cultura Económica. México, 1966. 17. Medina Echavarría, José. Discurso sobre Política y Planeación. Editorial Siglo XXI. México, 1972. 18. Prébisch, Raúl. Problemas Teóricos y Prácticos del Crecimiento económico (1951). En Adolfo Gurrieri. "La Obra de Prébisch en la CEPAL". Fondo de Cultura Económica. México, 1981. 19. Prébisch, Raúl. Desarrollo, Planeación y Cooperación (1961). En Adolfo Gurrieri. "La Obra de Pébrisch en la CEPAL". Fondo de Cultura Económica. México, 1981. 20. Prébisch, Raúl. Hacia una Dinámica del Desarrollo Latinoamericano. Documento presentado al Décimo Período de Sesiones de la CEPAL, celebrado en Buenos Aires, Argentina, 1963. En Adolfo Gurrieri. "La obra de Prébisch en la CEPAL". Fondo de Cultura Económica. México, 1981. 21. Prébisch, Raúl. Transformación y Desarrollo. La Gran Tarea para América Latina. Fondo de Cultura Económica. México, 1970. 22. Ribeiro, Darcy. El Proceso de Civilizatorio. Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, 1979. Varias Ediciones. 23. Sartre, Jean-Paul. Crítica a la Razón Dialéctica. Editorial Losada. España, 1979. 24. Winner, Langdon. Tecnología Autonóma. La Técnica Incontrolada como objeto de Pensamiento Político. Editorial Gustavo Gili, S. A. Barcelona, España, 1979.