Sigo confiando de que la felicidad de un hombre se dibuja en el rostro de una mujer y la felicidad de una mujer se manifiesta en el rostro de un hombre. Solo quiero alguien que no finja la perfección, si no que firme su compromiso. Asimismo considero que las palabras son as que abren los caudales de avivamieto en mi prójimo, por que solo cuando hablas se que libros lees
A las mujeres en un beso entrego un amor que se vuelve cruel castigo; la verdad de un adiós está conmigo, pero les miento y ese adiós lo niego. A veces pierdo con mi propio juego cuando muere el amante y el amigo; el perdón ni con súplicas consigo y mi mentira nos apaga el fuego. Llegará una mujer con luz de abrigo, a mis entrañas le dará sosiego y de amor dejaré de ser mendigo. Le entregaré mi amor con mucho apego; todo el mundo será veraz testigo que dejaré de ser un mujeriego. He amado a las mujeres, y debo confesar que en muchas ocasiones con ellas yo pequé de pensamiento, palabra y omisión, pues con el tacto he librado tan sólo las batallas corrientes, -y alguna escaramuza, a qué mentir, de muy dudoso gusto y gloria escasa-, pero mi amor más fiel, el verdadero, el que nunca me aburre, el que termina amenazando un día mi constancia, es siempre esa mujer, esa desconocida de la que habla un amigo en un poema, y que tantos dejamos, por desidia, porque vamos con otra o por vergüenza, pasar siempre de largo, tan diferente siempre y siempre hermosa. Y cuando alguna vez nos acercamos,
vencidos los temores, con qué prisa su nombre cambia, baja y se concreta, toma su rostro forma exacta, olvidan muy pronto nuestros ojos su misterio, pues la mano lo toca, y se deshace. He amado a las mujeres, todavía las amo, y sufro mucho al verlas alejarse, espléndidas y ajenas, con sus hijos de la mano, o aún con uniforme, casi niñas -la nuca entre sudada y el olor a colonia tras los juegos-, o adolescentes casi, en esa edad en que duermen inquietas si es verano. Y todas con olores que nos hacen soñar, en su belleza crueles, pues sólo esos olores, extraños y envolventes, al cabo han de dejar, si pasan cerca, como un camino abierto en nuestras vidas. Pero fui terco en el amor de algunas, y es difícil así frecuentarlas a todas. He amado a las mujeres, y por ellas sospecho que quisiera perderme, si tuviera dinero, y ayudaran un poco
Cada gente tiene su manera de ver el mundo. A veces creemos que nuestra ideología es la correcta y es ahí donde nos cerramos en un idealismo erróneo donde caemos en la falta de concordancia para tener la mente abierta a recibir las críticas. Supongo que solo quiero emancipar la tormenta que estoy a punto de levantar. Me encantan las mujeres, son tan hermosas, vivas, alegres y por si fuera poco terminan rozando la perfección; pero ese es el problema. Me gustan muchas pero no las amo, sé que sonaré un poco tonto pero me gusta ilusionarlas para llevarlas a la cama, lo sé soy un enfermo eso es lo que piensas, pero la realidad es que solo vivo el día a día. No busco su aprobación, pero siento que tengo que contarlo y es que cada vez que me lo propongo siempre estaré ilusionando a una mujer nueva. Me gusta, lo tomo como un deporte y aunque para muchos esto es de cobardes, miserables e infelices; yo solo vivo la vida como debe de ser. Para qué casarme si puedo tener las mujeres que quiera. Con solo darles labia ellas caen a mis pies, no hace falta luchar mucho ya que no están acostumbradas a que las chuleen todo el tiempo. Y es que seamos sinceros a las mujeres les gusta que las pongan en un pedestal, pero con el tiempo sé que más de alguno entenderá el porque es bueno ser así. De qué sirve ser un hombre con valores y se entregue para amar cuando la mujer no lo aprecia, caen tan bajo cuando solo desean tenerte como amigo. Y prefieren quedarse con los bastardos o sea conmigo. Será que ellas son masoquistas y aman sufrir o tal vez ellas simplemente tienen la cabeza en otro mundo y aún creen que existe el típico príncipe azul. No tengo idea pero lo que si sé es que no hay forma más correcta de devolverle el favor a la que una vez tuvo mis sentimientos y los desechó.