Casados Pero Contentos

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Casados pero Contentos Ricardo Ricardo Chigne C. A todos nos gusta soñar con un matrimonio bello y feliz. Pero para demasiada gente la realidad termina con el sueño. Su matrimonio se vuelve en un mundo de caras tristes y palabras ásperas. ¿Ha visto usted un matrimonio bello, en que el marido y su mujer viven contentos, en armonía, complaciéndose el uno al otro? ¿Existen tales matrimonios? Si, existen, pues los he visto. En un mundo de matrimonios fracasados y familias hundidas en la tristeza y desesperanza…¿Cómo se puede tener un matrimonio feliz? En el principio del mundo Dios creó a un hombre y una mujer, Adán y Eva. Entre ellos Dios formó una relación especial: el matrimonio. Esta primera pareja gozó de un matrimonio bello en el huerto de Edén. ¿Por qué era bello ese primer matrimonio? Porque Dios había planeado que fuera bello, y Adán y Eva siguieron ese plan. Así su matrimonio era lleno de gozo y satisfacción. Hoy en día, para muchos, el matrimonio es sinónimo de estancamiento cuando no de aburrimiento, esclavitud e infelicidad. Se suelen hacer bromas y chistes acerca del estado matrimonial, buscando siempre el peor ejemplo de alguna relación real o inventada: “La mujer llora antes del matrimonio; el hombre, después”; y así por el estilo. En tiempos cuando para una generación posmoderna como la actual, acostumbrada a cambios vertiginosos tanto en ciencia como en moda, el matrimonio no es sino, una institución “pasada de moda”; mientras para los que los que aun creemos en los valores permanentes, el matrimonio sigue siendo la mejor opción. Sin embargo, casarse pareciera que automáticamente tampoco garantiza la felicidad, sino que, para ser honestos, también puede ser la causa de la infelicidad de muchos. Pero esto no debiera ser así. CONSEJOS PARA UN MATRIMONIO FELIZ ¡Qué hermoso es ver a una familia feliz! Se dice que “alegría compartida es doble alegría y que tristeza compartida, es media tristeza”. El amor, es un verdadero bálsamo para el alma, en este tiempo de presiones, desilusiones y chascos. El objetivo del matrimonio debe ser la fusión de dos vidas que se aman; Dios lo llama “una sola carne”. La intención es llegar a ser “uno”. La mujer se sentirá protegida por su esposo y él se sentirá ayudado por su esposa, especialmente en la enfermedad y en los problemas. Pero lamentablemente no siempre es así, pues millones de parejas se ven frustradas en su anhelo de felicidad, y los más afectados suelen ser los hijos. En los EE.UU. se producen cerca de 6500 divorcios por día, esto es más de un millón cien mil por año. De las mujeres entre 30 y 40 años de edad se

divorcian 6 de cada 10, por lo menos una vez. El 25% de los menores de 18 años, carecen de padre o madre y se calcula que esto aumentará al 50% el próximo año. Se indica que de las parejas que se casen este año, más de la mitad terminarán en el divorcio; y que más del 60% de los niños que nazcan pasarán parte de su vida en un hogar dividido. En Francia, uno de cada dos matrimonios termina en el divorcio. En Canadá, más del 40% de las parejas unidas en primeras nupcias, se separan. En la Unión Soviética, más del 70% de los divorcios se producen en los primeros 10 años de matrimonio. África, Asia y Latinoamérica, también sufren un creciente deterioro de la unidad familiar. ¡Qué perspectivas tan alarmantes para este mundo! ¡Debemos hacer algo! Dios no desea eso, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio con el sagrado propósito de ayudarse mutuamente, de amarse, de criar hijos en un ambiente estable y sano y de permanecer unidos "hasta que la muerte los separe" (Mateo 19:6) SEIS CAUSAS DE INFELICIDAD Para entender lo que causa la felicidad en el matrimonio ayuda mucho también entender cuales pueden ser las causas que traen infelicidad al matrimonio. Entre las varias causas que suelen generar infelicidad en el matrimonio, destacan al menos seis de ellas. Consideremos las siguientes: 1 - Percepción errónea del matrimonio. Las novelas y películas que tratan temas sentimentales, son responsables de lanzar a los jóvenes a un mundo irreal. Al casarse, esas personas esperan inconscientemente de su cónyuge algo que la vida real no les puede regalar y quedan desilusionados. ¿Será que muchos están llegando al matrimonio sin que nadie les explique o al menos les de una visión mas real de lo que pueden esperar de su relación?; Que visión tienen lo jóvenes del matrimonio, y por qué? Son, entre otras, preguntas que necesitan respuestas y acciones concretas que los hogares e iglesias cristianas deberían tomar ya. 2- Desviación de los sanos principios. El adulterio, el alcoholismo y la pereza son responsables de muchos fracasos. Es seguro que la ausencia de valores éticos esta contribuyendo con la desintegración del matrimonio hoy en día; en el pasado lo fue, lo sigue siendo hoy. ¿Es que los novios, especialmente las novias, no perciben ni un rastro de conductas potencialmente peligrosas para su relación futura de pareja? ¿Es que el amor es verdaderamente ciego como dicen o la ceguera es de valores y principios? 3 - La falta de diálogo y cosas en común. ¿Que pasa cuando hay poco tiempo del uno para el otro? Se entra en la rutina conyugal y hay poco diálogo. La TV. y actualmente el chat o Internet, por mencionar de las actividades aparentemente inocentes, roba a muchas familias el tiempo que debieran dedicarse uno al otro. En realidad, pareciera

que no “hay tiempo” para comunicarse, sobre todo cuando ese tiempo va a interferir con las “necesarias” largas horas de trabajo en las que hay que invertir en la superación personal o ese “poco” tiempo sirve solo para “distraerse” un poco, y generalmente de manera individual. EL individualismo esta “matando” lo poco en común que queda en las parejas del siglo XXI. Parece que lo mejor en común que se hace (¡y no siempre!) en pareja es juntarse por necesidades sexuales, una que otra distracción familiar, algunas compras especiales, y allí se acabaron las ideas, o mejor dicho, las ganas de compartir en pareja. 4 - Problemas económicos. La incomprensión en el manejo del presupuesto por la visión distinta de prioridades en unos casos, o por la precariedad de los ingresos que se obtienen, generan desconfianza en el manejo de la economía del hogar. El distanciamiento prolongado por trabajar en lugares lejanos, así como las ya casi imprescindibles horas extras, suelen ser causantes de problemas que empiezan siendo económicos para luego convertirse en problemas que abarcan otras áreas de la relación. Si bien es cierto que un presupuesto estrecho, que apenas cubre las necesidades elementales del hogar, puede ser motivo de mutuas recriminaciones (uno porque acusa al otro de gastar mucho, y otro por no querer gastar nada--generalmente exageraciones de ambas partes--), también es cierto que existe una manifiesta falta de saber plantear inteligentemente las prioridades, en las que si no existe acuerdo, poco se puede esperar para asuntos mayores. 5 - Interferencia de terceros. "El que se casa, casa quiere", dice el refrán, aunque a veces muchas veces a fin de beneficiarse económicamente al principio, la pareja decide vivir con los padres de uno de ellos. No solo es mejor que los recién casados vivan independientes, sino que el consejo y base primordial para casarse es cuando la pareja entiende que el matrimonio empieza por obedecer el mandato divino: “dejara el hombre a su padre y su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”(Génesis 2:24). Cuando no es así, es casi inevitable que se sufran las consecuencias de experimentar interferencias a favor o en contra de uno o de los cónyuges, pero interferencias al fin, que no hacen sino perjudicar al mediano y largo plazo la madurez de la relación matrimonial y la estabilidad emocional de la familia cuando vienen los hijos. 6 - Cuando el amor se enfría. Puede haber insatisfacción emocional o sexual, expectativas del uno al otro que al no cumplirse, terminan por apagar una relación; por lo que sea, cuando una de las partes amenaza con el divorcio por alguna crisis pasajera, pueden producirse heridas profundas y una pared entre ambos. Dios desea ayudar a cada familia a ser feliz. Si en tu hogar hay problemas, si existen tensiones y está amenazada la unidad familiar, no pienses en el divorcio, sino en buscar soluciones, considerando los consejos que expondremos.

Fijémonos en el siguiente caso: Una señora fue a entrevistar a un médico amigo. - Me quiero divorciar de mi marido -fue la queja de la angustiada mujer. - ¿Por qué? Preguntó el médico. - Porque tiene otra. - Si usted se divorcia le hace un favor, pues eso es lo que él quiere. - ¿Qué puedo hacer? - Enamórelo primero y luego se divorcia, aconsejó el médico. - ¿Cómo lo puedo hacer? - Hágale tres elogios por día. ¿Viste bien? ¿Tiene buena presencia? ¿Es cumplidor? Dígaselo. La mujer se propuso hacerlo. Al cabo de algunos meses encontró a su médico amigo, quien inmediatamente le preguntó por su esposo. - ¡Lo logré! Está profundamente enamorado de mí. - Entonces, ahora déjelo. - No, ahora no, porque yo también estoy enamorada de él. La ley de la felicidad en el matrimonio Se suele oír quejas como: "Mi esposo no me hace feliz", "Mi señora debería ser distinta". Gran error. El amor se define por algo más que una simple pasión muy humana y legitima; el amor en el contexto bíblico viene siempre acompañado por una actitud, DAR. No pienses sólo en recibir, sino también en dar, pues "HACER FELIZ AL PRÓJIMO, ES HACERSE FELIZ A SÍ MISMO". Jesús dijo: "Más bienaventurado es dar, que recibir" (Hechos 20:35). Puedes proponerte hacer feliz a su cónyuge. Busca el momento apropiado para conversar y traten de identificar (sin ningún ánimo de condenarse mutuamente) las cosas que no les gustan de sí mismos. Ambos debieran colocarse objetivos, tratando de aplicar los siete siguientes principios. No pienses solo en tu felicidad, sino en la del otro. No trates de cambiar a tu pareja, proponte cambiar tú mismo, y... ¡Verás los resultados! Siete Principios Para un Hogar Feliz Los investigadores Nick Stinett y John De Fraim estudiaron 3.000 familias estables y contentas de diversas nacionalidades para establecer los puntos que tenían en común. Llegaron a la conclusión que habían siete principios que caracterizan a las familias sólidas. 1- COMPROMISO CON LOS DEMÁS Los hogares felices, valoran la familia como unidad, por encima de las necesidades y deseos individuales. No es pues casualidad, que los buenos matrimonios buscan unirse en todo; detrás de esa unidad suele lograrse una familia también unida. • Aunque cada cual tenga sus metas, deben estar dispuestos a eliminar aquellas que puedan amenazar su existencia como pareja. Tener metas propias pero con propósitos comunes: el bienestar de todos, debe ser siempre lo deseable de alcanzar. Cualquier meta individual que amenace la unidad, debe ser descartada.

Traten de comprender los deseos, sueños y sentimientos del otro. Cuando dos se aman, buscan que los sueños y deseos del amado(a) sea un placer hacerlos realidad. • Ayúdense mutuamente a desarrollar el carácter. Antes de crear a la mujer, Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). En tiempos de mucho egoísmo, que bueno es descubrir que el matrimonio es la mejor oportunidad para servirse mutuamente. La ayuda mutua en la pareja marcará por siempre la manera práctica de demostrarse el amor y dejara una huella imborrable en los hijos que llevaran esa imagen a sus propios matrimonios. Los Esposos • Considera que la opinión de la mujer es tan valiosa como la del hombre. El apóstol Pedro escribe: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente" (1ª Pedro 3:7). • Haz que ella crezca en su real valía y en gratitud, y evitarás resentimientos. La intuición de la mujer suele muchas veces, ser más exacta que la lógica del varón. Deja que exprese sus sentimientos y sus ideas. El hombre que ama a su mujer no debe encontrar mayor satisfacción que lograr en ella, su plenitud como persona. • Considera las decisiones de tu esposa en las responsabilidades que como esposa, le toca decidir. Sé sensible en esto. Sin duda que el hogar es la mejor escuela en aprender a administrar; esa administración requiere también que la mujer asuma a plenitud su rol de administradora del hogar, y para ello, tomar decisiones requieren siempre el respaldo del esposo. • Foméntese un ambiente alegre, y hagan del hogar un nido atrayente. No necesita ser grande ni lujoso, aunque sea una sola habitación, debe respirarse en él un clima de amor. La disposición a disfrutar del hogar es una decisión a tomar. Aún en los momentos difíciles, cuando se ha cultivado un ánimo de alegría y disfrute en el hogar, siempre se querrá retomar el goce después de la tormenta. • Démosle ayuda práctica, especialmente si la mujer trabaja. Trabajar y atender el hogar nunca ha sido ni será tarea fácil; la mejor ayuda del esposo cuya mujer trabaja, es colaborar en los pequeños detalles que alivian la carga, no solo física, sino también, emocional. Las Esposas. • Maneja cuidadosamente las querellas. Perder el control es lo mas fácil; controlarlo, no. De allí que se requiere cabeza fría cuando los ánimos se calientan. • No olvides que te casaste con un HOMBRE y no con un "dios", que sus imperfecciones no te sorprendan. Todo hombre, por perfecto que se vea, adolece de alguna flaqueza que lejos de ser motivo de decepción en la mujer, cuando ésta es sabia, sabe ayudar a su esposo a ser quien debe ser. • No lo atormentes continuamente pidiéndole dinero. Arréglate más bien con la suma de cada semana. Por diferentes razones, el hombre suele querer tener el control de lo que gana, al casarse se tiene que dar cuenta que hay que pagar muchas cosas y

no siempre le alcanza. Viene el descontrol cuando se ve apremiado por la esposa, que a su entender, no cesa de pedir. Es preferible ponerse de acuerdo en manejar el presupuesto compartiendo responsabilidades, tanto en dar (él, si es el único que trabaja) como en repartir (si es ella la que maneja el gasto domestico). La mujer sabia lo aprende pronto y desahoga a su esposo de la presión insistente. • Si tu marido tiene CORAZÓN, tiene ciertamente también, un estómago; trata, entre otras formas, de manifestarle tu cariño de una forma practica, cocinando platos apetitosos que a él le agraden. En estos tiempos modernos donde la mujer estudió, aprendió y se hizo de una carrera o tiene un negocio, no hay razón como para tampoco no aprender a preparar, aunque sea al menos un buen plato. Todo marido se alegra y enorgullece de que su mujer lo consiente de vez en cuando con su buen gusto para cocinar. • De tiempo en tiempo, pero no muy a menudo, déjale que tenga razón, eso le da seguridad y no te costará nada. Parece innato en el hombre el deseo de ganar. Quiere ganar en los juegos y en cualquier otra trivialidad. Quiere tener siempre la razón, aunque no siempre la tiene; pero cuando la tiene, no te opongas por orgullo o por no querer “darle gusto”, hacerlo es provocar o una pelea o una frustración personal en él. • En la prensa y televisión, ponte al corriente de lo que pasa también en el extranjero, le será agradable el poder hablar de política en casa, en vez de hacerlo en el club o en la oficina. A los hombres suelen interesarle temas de interés nacional o internacional; no es que los domine, pero sí que sepan que esta “al día”. • Sé siempre correcta con tu esposo en la discusión. Acuérdate cómo lo tratabas cuando eran novios. No lo mires nunca de arriba abajo. Las peleas y discusiones son inevitables en la relación de pareja, pero para entablar aun una discusión hay que respetar al “contendor”. Nunca menosprecies a tu esposo con palabras hirientes, hacerlo suele tener una respuesta de igual o peor calibre. Mucho del nivel de la discusión lo pone la mujer. Haz tu parte. • Déjalo a veces ser más instruido que tú, esto mantendrá el sentimiento de su dignidad y te dará la oportunidad si cedes una vez, de no ser del todo infalible. A los esposos les es de suma importancia el reflejar su instrucción ante los demás, especialmente ante su esposa e hijos. No se lo quites, apóyalo y contribuye aun en mejorar sus conocimientos. • Respeta la familia de tu marido y sobre todo honra a su madre; él la quiere de mucho antes que a ti. Error grande es contender verbalmente con la suegra, y error también hacerlo delante del esposo, y sobre todo cuando no hay motivos aparentes para hacerlo. Si hay algo que siempre admirará y reconocerá un esposo de su esposa, es que ésta respeta su familia. • No te presentes desaliñada delante de tu esposo. No descuides tus funciones femeninas. La manera mas fácil que el esposo pierda el interés, al menos en lo físico, es cuando ésta no se arregla ni le interesa lucir femenina y atractiva; los años de matrimonio no deben apagar ese interés en mostrarse siempre atractiva para su esposo, al contrario, lo resaltará. 2- APRECIO Las familias felices se aprecian mutuamente, se aman. ¿Cómo se puede alimentar ese amor?

• Demos gestos y frases que acaricien. Dando y recibiendo pequeñas expresiones de cariño, podemos alegrar a nuestros seres queridos. No siempre sabemos expresar el afecto, menos aún los hombres, que por alguna clase de precondición no escrita tales como: “los hombres, ni lloran, ni acarician” si no es solo por claros motivos de alguna necesidad, mayormente sexual. Expresar con gestos así como con palabras se hace supremamente necesario en tiempos de poco contacto, aún el visual, entre las parejas y la familia por el absorbente trabajo que hace lo suyo por distanciarnos más unos de otros. • Resaltemos las virtudes. Veamos los puntos positivos y las virtudes de nuestro cónyuge, y no solamente las flaquezas. En lugar de críticas, destáquense las buenas cualidades recíprocamente, éstas estimularán el amor y la superación. Que bien haríamos en saber resaltar las virtudes de los demás como hacemos con sus defectos. Dado que necesitamos aprender esta práctica, y todo aprendizaje cuesta, empecemos por la persona amada. Hablemos y comentemos sobre el talento que nuestro cónyuge tiene; digámosle lo útil que es para esto y aquello y que nos sentimos afortunados contar con él (ella). Alabemos también sobre alguna virtud o talento de nuestros hijos (los pobres están más acostumbrados a la critica que al reconocimiento); ciertamente se sorprenderán y se sentirán verdaderamente apreciados. Preparados así, podremos avanzar con los demás: parientes, amigos, compañeros, etc. • Reflexionemos sobre las separaciones ocasionales. Un esposo cambió su forma de pensar frente a su esposa, cuando ésta tuvo que ausentarse por tres días, dejándolo al cuidado de los niños. He aquí el recuerdo de esa aventura: “Abrir la puerta a los chiquillos que venían de la calle: 63 veces. Reñirles para que se callasen o estuviesen quietos: 22 veces. Intervenir para arreglar disputas: 8 veces. Perder los estribos: 12 veces. Atar cordones de los zapatos: 15 veces. Manchas en los pantalones: 3 veces. Comer mal: los tres días, etc.” ¡Nunca he deseado volver a ver a mi esposa tanto como ahora!, dirían también muchos esposos atribulados por la amada(o) ausente. • Evitemos las palabras ásperas y ofensivas. Cuando ambos eran novios se hablaban dulcemente. A medida que convivimos, debemos buscar de fusionar nuestra personalidad y mejorar nuestras relaciones. Mucho ayuda retomar las amables palabras que siempre hablarán de nuestro interés, respeto y amor por la persona amada. • Tomar el pleno consejo divino. El mandamiento de Dios para los esposos es: "Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” (Colosenses 3:18-19.). El principio de sujeción para la mujer manifestado aquí no es de ningún modo, humillante, sino un reflejo de la sumisión voluntaria y amante de la iglesia a Cristo.

La autoridad del marido, tal como la de Cristo, se manifestará en amor y respeto. Se revelará mediante el afecto, la lealtad y la dedicación. Feliz el hogar donde el amor gobierna y obedece. Cuán poca sensibilidad manifiestan los maridos que, olvidándose de este consejo bíblico, gobiernan sus hogares arbitraria, impulsiva e irracionalmente. El afecto y la consideración del esposo hacia su compañera no sólo aparejan la felicidad conyugal sino que contribuyen grandemente al bienestar de los hijos y a su seguridad emocional. En resumen, en la sumisión inteligente de la esposa, y el amor genuino del esposo, encontramos los elementos fundamentales capaces de salvar el hogar de una desintegración gradual y constante. 3- COMUNICACIÓN Un investigador calculó, que las parejas tienen un promedio de 17 minutos de conversación por semana. ¡La semana tiene 10.080 minutos! La televisión roba a menudo a la familia un precioso tiempo que podría utilizarse para conversar. ¡Y qué tremenda pérdida!. La comunicación es un proceso dinámico de un intercambio de acciones, pensamientos, sentimientos y que tiende a compartir algo valioso, y que aumenta la calidad de la relación. La calidad de la relación dependerá de la misma comunicación. La comunicación es un proceso, por tanto, cada vez que se emita un mensaje, se está esperando una respuesta que permita o estimule una comunicación futura. La comunicación requiere un estado de apertura (disposición para escuchar y entender) en las personas y un tema a tratar lo suficientemente común, cómo para permitir un mínimo de transmisión de ideas, sentimientos, experiencias o conocimiento. La comunicación es pues fundamental para la comprensión y para alimentar el amor. Las experiencias vividas en el trabajo, las diarias vivencias con los hijos, nuestras alegrías y preocupaciones, nuestras ideas o desilusiones vividas fuera del hogar, pueden ser temas de conversación. Cuando notemos que alguien del hogar no se comunica, veamos por qué. Hablemos y resolvamos la dificultad. Quizás la esposa se sienta acomplejada o frustrada por algo, o piensa que no sabe expresarse con la facilidad con la que lo hace el esposo. Tratemos siempre de comprender lo que piensa el otro, compenetrándonos en él. No pretendamos atemorizar, dominar, culpar, controlar ni ganarle al otro. No se griten mutuamente. Para mejorar la comunicación en el matrimonio debemos entrar en un periodo de reflexión. Este proceso de reflexión o autoevaluación puede ser realizado por cada cónyuge, a solas consigo mismo, o por los dos juntos si les parece oportuno. Esta tarea NO debe destinarse a encontrar las deficiencias en la comunicación, sino más bien a encontrar los aspectos en que cada cónyuge piensa, y decida a esforzarse a mejorar. Veamos las siguientes reflexiones: • •

"¿Al hacer mis planes y proyectos de futuro siempre le tengo en cuenta?” "¿Yo amo a mi cónyuge tal como es, con sus cualidades y con sus defectos?”

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"¿Intento compartir todo con mi esposa(o).?” "¿Pienso que mi matrimonio es para siempre?” "¿Estoy satisfecho con mi vida en general cómo para querer comunicársela a mi cónyuge?” "¿Mi carácter facilita una adecuada comunicación con mi esposa(o).? "¿Me expreso en un lenguaje fácil de captar y en un tono de voz adecuado para ser aceptado por mi esposa(o).?” "¿Encuentro los momentos y circunstancias adecuados para, con sosiego, expresar mis sentimientos, pensamientos, etc.?” ”¿Mi estado habitual de salud o ánimo me permite comunicar adecuadamente con mi esposa(o).?” "¿Estoy abierto a la información que puedo recibir de mi cónyuge?” "¿Se olvidarme de mis preocupaciones e intereses para atender a mi esposa(o)?”

4- PASAR TIEMPO JUNTOS Se les preguntó a 1.500 escolares: ¿Qué crees que hace más feliz a una familia? La respuesta más frecuente fue: "Hacer cosas juntos". Busquemos tiempo para hacer cosas juntos. Que bueno es cuando la pareja sabe divertirse y distraerse. Salir, visitar amigos comunes y otras parejas también cristianas, ayudara al desarrollo emocional y social de la pareja; no solo estemos juntos para discutir, aunque aun eso ayuda a conocerse, sino también para los ratos buenos y edificantes. Asociemos también a nuestros hijos en nuestra actividad y recreación; ellos grabaran en sus mentes, los recuerdos mas gratos de su vida cuando pudieron participar en la vida de familiar, aquella incluso que trae tanto los gustos como los disgustos, experiencias necesarias donde salir adelante unidos es la mejor vivencia que se puede heredar. Compartan los problemas y la felicidad. Aunque cada uno es bombardeado por actividades que nos absorben, debemos entonces planificar de tal modo nuestro tiempo, que podamos dedicarnos a la familia, o terminaremos dispersos. 5- UNIDOS EN LA ADVERSIDAD La adversidad y el dolor se presentan en la vida de todos. Es una realidad dura y patente ante la que caben reacciones muy diversas. Unos se crispan, maldicen y patalean. Otros se refugian en la melancolía, pero la melancolía es como una mano engañosa que se tiende hacia nosotros y que nunca logramos alcanzar: es pasajera, volátil, fugitiva. La adversidad y el dolor no deben verse como cosas tan terribles. La mayoría de los pensadores cristianos que han afrontado seriamente el problema dicen que con ellos viene una enseñanza siempre útil para nuestra vida; que cuando se saben recibir y afrontar con la siempre poderosa ayuda del Señor, pueden transformarse en algo positivo. Los golpes de la adversidad son amargos, pero nunca estériles. Los padres deben dar ejemplo de serenidad frente a los reveses de la vida, de mantener la alegría, de esos valores que se manifiestan cuando, frente a un golpe inesperado, lo sabemos aceptar con la templanza y dominio propio que da Dios a los que creen. En la adversidad suele descubrirse la fe, en la prosperidad se oculta.

El gozo y serenidad es una muestra de que va bien todo el entramado de lo que Dios esta haciendo en una persona. Es como un síntoma claro de que una vida está bien construida, que posee resortes —como decía Cervantes— para echar las penas fuera del alma y ser feliz. El dolor y la adversidad constituyen todo un espectro de contrastes en las personas. Unos, con muy poco, se desesperan. Otros, con mucho más, se crecen. El problema no está en que esas adversidades o esos dolores sean muchos o pocos, sino en la “madera” espiritual de las personas que los sufren, y en el modo en que los asumen. Por eso ha llegado a decirse que la valía de las personas suele ir en función inversa a las facilidades que han tenido en sus vidas. La familia sólida, se une para hacer frente a los desafíos de una crisis, pues hay un compromiso mutuo. Es necesario desarrollar esa capacidad de hacer frente a la adversidad. ¿Pero cómo? Dios desea tendernos sus manos de amor en medio de la tormenta más violenta. En las Sagradas Escrituras nos comunica sus promesas y ¡qué hermosas y reales son! Nuestra fe y confianza en Dios es probada, como lo fue la de Abraham y la de todo hijo de Dios. Es fácil creer en Dios cuando todo está bien; no nos cuesta mucho confiar cuando la situación es manejable. Pero cuando estamos frente a una crisis, cuando no vemos salida, cuando el panorama se torna imposible ante tus diligentes esfuerzos, es ahí cuando sabemos si realmente creemos en Dios y en Su palabra. Se necesita estar ante una adversidad para ejercitar la fe; tiene que haber un encuentro entre el problema y la palabra de Dios. Es entonces cuando nuestra fe es probada como se prueba el oro. Es fácil creer que "Jehová es mi Pastor y nada me faltará" cuando nada te inquieta, cuando no hay problemas mayores; pero cuando falta el sustento en tu hogar, cuando no hay salud, o cuando tu hijo se fue de la casa, ¿alabamos y honramos a Dios de todas maneras, y podemos dar gracias en medio del conflicto? Es eso lo que Dios espera que hagamos, que no importando cual sea el panorama que nos circunde, permanezcamos fieles a Él, confiando y creyendo en sus promesas. Veamos algunas promesas: JUAN 16:33 “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo.” SALMO 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.” SALMO 55:18 “El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos.” SALMO 40:17 “Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.” HABACUC 3:17-18 “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vaca en los corrales; Con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.” SALMO 23:4

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” SALMO 31:14 “Mas yo en Ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios.” SALMO 46:1-3 “Dios es nuestro o amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.” JEREMIAS 20:11 “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.” JOB 23:2,10 “Hoy también hablaré con amargura porque es más grave mi llaga que mi gemido. Mas El conoce mi camino; me probará y saldré como oro.” SALMO118:13-14 ”Me empujaste con violencia para que cayese, pero me ayudó Jehová. Mi fortaleza y mi cántico es Jehová y El me ha sido por salvación.” ROMANOS 8:37 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó.” ROMANOS 8:38-39 “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Si hay problemas, no busquemos culpables sino soluciones. Aunque nos cueste decir: "lo lamento" o "te perdono", hay que decirlo, y de corazón. La pareja no debe acostarse nunca enojada. Apliquemos el consejo divino: "No se ponga el sol sobre vuestro enojo" Efesios 4:26. Si sometemos a Dios las adversidades que se presenten, y pedimos que nos dé la serenidad suficiente para confiar en su poder y sabiduría para saber encararlas y encontrar una salida al laberinto, recibiremos respuesta. Jamás olvide que la paz verdadera proviene del Creador. Así lo expresó el Señor Jesucristo ante una multitud: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:29). 6- ESTRUCTURA MORAL Todos los padres queremos que nuestros hijos desarrollen el respeto y la compasión por otras personas. Queremos que sean honestos, decentes y considerados; que sepan defender sus principios, cooperar con otros y actuar de manera solidaria. Queremos que tomen decisiones responsables. ¿Cómo compartir y enseñarles a nuestros hijos los valores, normas, principios que consideramos fundamentales? Así como los niños necesitan ser guiados académicamente, también deben ser educados en los

valores de una sociedad: cómo respetar a los demás, cómo ser honestos y cómo asumir responsabilidad por las decisiones que uno toma. Es importante que los padres hablen con los adolescentes sobre la importancia de los valores, las normas, las reglas; que conversen sobre los derechos y las obligaciones que tienen como miembros de una sociedad; y que establezcan, juntos, los derechos de que gozan y las obligaciones que deben cumplir en el ámbito del hogar. En las palabras y en los hechos, los padres juegan un papel fundamental a la hora de enseñar a sus hijos a distinguir entre lo correcto y lo no correcto. Las investigaciones indican que la adolescencia es una etapa de comportamiento riesgoso (beber alcohol y manejar, fumar, tomar drogas); por lo tanto, los padres deben ayudar a sus hijos a calcular las consecuencias de las acciones que se realizan. La mayoría de los jóvenes bien guiados, quieren también compartir los valores de sus padres en sus aspectos más importantes. Sus prioridades y principios. Éstas son algunas formas en que puedes ayudar a tu hijo a desarrollar valores: • Terminar un deber difícil o un trabajo complicado es una manera de dar el ejemplo para que tu hijo se habitúe a finalizar sus deberes. • Cuidar las relaciones familiares. El modelo de los padres que se tratan con respeto es un ejemplo que el adolescente reproducirá en su comportamiento. • Respetar a los demás. Cuando un joven ve que sus padres aprecian a las personas de todas las razas y religiones, está más abierto a tener amistades diversas y a desarrollar comportamientos de solidaridad y tolerancia. • Aceptar cuando se pierde es una manera de enseñarle a su hijo que ganar no es todo. La conocida frase: "Lo importante no es ganar sino competir" la podemos poner en práctica en cualquier actividad que realicemos. • Mostrar que los fracasos son parte de la vida; que frente a la adversidad hay que seguir adelante; que las malas experiencias algo, siempre, enseñan. Así tu hijo aprenderá a superar los malos momentos y a enfrentar y resolver situaciones difíciles. • Reírse de los propios errores. De esta manera su hijo será más capaz de aceptar las propias imperfecciones. • El justo valor del dinero. La actitud de los adultos frente al dinero y las posesiones influye en la visión de los jóvenes. Demuéstrenle a su hijo que su valor como individuo y el de otros no se define en términos materiales (qué auto se tiene, en qué casa se vive, qué ropa se usa). Es probable que su hijo adopte la misma filosofía. En este sentido es importante que cumplan con las necesidades de su hijo pero guiándolo para que sepa discernir entre lo que necesita y lo que quiere. • La sexualidad. Para poder tomar buenas decisiones en el terreno de la sexualidad los adolescentes necesitan tener información. Es bueno que los padres estén dispuestos a conversar sobre el tema con sus hijos; es fundamental brindarles información desde los temas biológicos reproductivos hasta los valores, las actitudes y apreciaciones sobre la sexualidad.

Se ha comprobado que la conservación y practica de lo valores cristianos para la familia son un denominador común en las familias estables. En el cultivo de las virtudes cristianas hay bendición. La estructura moral incluye: Integridad, honradez, lealtad, responsabilidad, virtud moral y los principios de la utilidad y del amor. Los principios de los 10 mandamientos debieran estar en cada corazón, pues traen bendición. Las Escrituras Sagradas dicen: "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre" Deuteronomio 4:29. 7- DIOS EN EL HOGAR Un matrimonio feliz y un hogar lleno de amor es algo que el Señor quiere construir. Dios quiere que gocemos de ese maravilloso don en la tierra, un hogar estable y feliz. Permitir que Él lo “construya” es nuestra elección, no la de Él. Cuando se lo permitimos, y colaboramos con Él, Su Espíritu nos va guiando a saber usar las “herramientas” que Él pone en nuestras manos. Dios desea bendecir a quienes lo buscan y le aman. Solamente Él puede cambiar nuestro carácter, darnos fortaleza en las horas difíciles y guardar a nuestros hijos de los grandes peligros que enfrentan. No descuides tu vida devocional y espiritual. Haz de las Sagradas Escrituras la guía para tu vida y tu hogar. Ella nos aconseja, nos orienta, ilumina la senda de nuestra vida y nos llena de esperanza. A través de sus 2300 profecías, nos revela el pasado, presente y futuro con toda certeza. Estúdiala y recibirás grandes beneficios. Si has fracasado en tu vida conyugal, busca a Dios, pues nadie mejor que Él para cambiar el rumbo de nuestra vida. Si eres feliz dale gracias y cuida esa dicha. Pero haz tu parte, practicando los principios del amor. "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1ª Corintios 13:4-8 pp., 13.) En el matrimonio los dos ganan, o los dos pierden; dependerá si ambos se esfuerzan por continuar aquello por lo que lucharon, por lo que soñaron. Jesús dijo: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” Cuando Dios entra realmente a formar parte del matrimonio y no es sólo un simple espectador, tenemos la libertad, porque Él nos hizo libres, libres para desechar máscaras, enojos, maledicencia, etc. y volver a intentarlo. Seamos valientes. Afrontemos nuestras debilidades matrimoniales y proyectémonos a fortalecer todo lo que Dios nos ha dado y quiere seguir dando. “...despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los

ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios”.. Todo es posible si lo deseamos de corazón, porque. . . . . CON DIOS EN EL HOGAR PODEMOS TENER UN MATRIMONIO EN VICTORIA. CUIDEMOS NUESTRA CONDUCTA, NO SÓLO ANTE LOS DEMÁS SINO TAMBIÉN ANTE NUESTRO CÓNYUGE. ¡ADELANTE¡

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