Capitulo V

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Capítulo V

Discusión.

A lo largo de esta investigación se han encontrado datos muy interesantes que permiten darse cuenta de la importancia de la misma, además de resolver los cuestionamientos que al principio motivaron este trabajo. Los resultados han sido bien apoyados por la teoría, la cual dio una mejor perspectiva de lo que se iba a encontrar, y por lo tanto ayuda a corroborar muchos de los hallazgos.

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5.1 Interpretación.

La televisión y los medios audiovisuales como parte de la vida, son algunos de los principales elementos que intervienen en la formación de cualquier ser humano, debido a que éstos interaccionan con ellos desde muy temprana edad; su uso inadecuado provoca que los infantes y adolescentes pierdan el interés de hacer otras cosas por dedicarlo a la televisión y medios audiovisuales, aumentando el sedentarismo y evitando dedicar tiempo a otras actividades. Tal afirmación queda demostrada en base a que los adolescentes de la Lic. en Nutrición dedican 36 horas en promedio a la semana a ver televisión, mientras que en fines de semana se entretienen con ella de 3 a 4 horas.

El rendimiento de los educandos se ve muy perjudicado por el hecho de que ver

televisión

es

su

principal

distracción,

se

ha

podido

constatar

descontextualiza, además a través de ésta se empiezan a crear estilos de vida, estereotipos y formas de conducta que los niños adquieren como propias, que los empiezan a sumergir en lo superfluo y los convierten en simples espectadores incapaces de hacer juicios propios, como dice Sartori : "El acto de telever está cambiando la naturaleza del hombre, del homo sapiens estamos

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pasando al homo videns, al hombre para quien la imagen es lo más importante". (Bricklin Barry, Bricklin Patricia, 1971). Es decir que el tiempo que los alumnos dedican a la televisión crea una gran influencia en sus actos, decisiones y pensamientos. El hecho de ver 36 horas promedio a la semana de televisión puede moldear y crear actitudes.

Debido al tipo de programas que los adolescentes acostumbran ver, que nos son supervisados por los adultos, y por lo tanto no son aptos para ellos, se empiezan a crear una idea deformada de su entorno que los limita y es aquí cuando la televisión empieza a ser un modelo de enseñanza, por las conductas que los adolescentes empiezan a adquirir, que son fáciles de identificar en su actitud frente al estudio, repitiendo muchas veces el patrón de los programas que ven en la televisión los cuales también fomentan la violencia, inducen a la pasividad, impiden el desarrollo de la creatividad, empujan al consumismo y la alienación, los distrae del estudio personal, los induce a imitar modelos ajenos a su cultura, entre muchas otros elementos que hacer de la pantalla chica un modelo, que más que evitar hay que aprender a utilizar.

Incluso los resultados arrojan que el 62 por ciento dedica más tiempo en vacaciones a ver televisión, por tanto la tv llega a ser un modelo de formación

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como anteriormente se menciono, cambian actividades de otro tipo, por simplemente pasar tiempo frente a la pantalla chica.

Hemos podido conocer a través de este estudio y las encuestas aplicadas, datos estadísticos muy interesantes, como el hecho de que los adolescentes dedican más tiempo a la televisión que al estudio y provoca que un alto número (39 % del total) de estudiantes olviden hacer sus tareas por estar viendo la televisión.

Lo cual es preocupante porque se acercan peligrosamente a la mitad, obviamente esto provoca que bajen sus calificaciones por el incumplimiento con los trabajos y mentalmente no se encuentren al cien por ciento porque no están practicando lo visto en clase, aunado a esto el hecho de que la mayoría prefieren ver televisión por noches (70 %), su aprovechamiento en clase disminuye por no dormir lo necesario. Puesto que el 53% cuenta con televisores en sus recamaras, propiciando lo anterior. Sin embargo un punto a favor es que las actividades extracurriculares disminuyen en un 79% la convivencia con el aparato.

Cabe recalcar que los únicos programas que frenan en todo el desarrollo de los educandos son aquellos donde haya un excesivo uso de violencia y los que contengan imágenes no idóneas para ellos, de ahí en fuera, de la mayoría

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de los programas, con una buena instrucción y conciencia crítica se pueden obtener buenas ideas y conocimientos.

Uno de los puntos de ventaja que tiene la televisión frente a la escuela es que ésta maneja emociones, el aprendizaje puede ocurrir sin el objetivo de aprender. Aprender no se restringe al uso de elementos racionales. Gran cantidad de lo que los educandos aprenden es a través de las emociones. (Charles Creel Mercedes, Orozco Gómez Guillermo, 1995).

Es por esto que la escuela debe convertir al adolescente en un televidente creativo y crítico, capaz de discernir entre diversos tipos de mensajes, tomar distancia entre ellos y criticar y rechazar aquellos que así lo juzgue conveniente; capaz también de recrear y producir sus propios mensajes y significaciones, pero también a partir de los mismos mensajes transmitidos por la programación cotidiana que regularmente ve.

No se trata de satanizar a la televisión, y pregonar que es dañina para los adolescentes, el único error radica en no crear una conciencia crítica en los pequeños que empiezan su formación y no instruirles en la forma en que pueden aprender de los programas que ven.

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Por tanto la escuela está en una obligada situación de modificar su metodología de enseñanza, porque ésta representa hoy, una de las pocas instituciones donde puede desarrollarse un espacio alternativo para la reflexión y creación de mensajes que refuercen la identidad del individuo

Así pueda luchar éste contra los estereotipos que lanza la televisión y aprender de ésta analizándola y profundizando de manera crítica en sus contenidos y no ser simplemente espectadores.

La escuela tiene entonces en sus manos una gran responsabilidad, de encontrar el equilibrio entre la televisión y la educación, debe buscar formas para intervenir en los diversos elementos que integran el proceso de comunicación social: la emisión, el mensaje y la recepción, para buscar mayor congruencia en los discursos y contenidos culturales a los que se exponen los educandos.

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Lo anterior es necesario puesto que la televisión ya es como una parte integral de la familia, pero sin normas o parámetros que la regulen. El 49% de los jóvenes tiene de 3 a 4 televisores en su casa e invierten gran cantidad de tiempo en el cuarto de tv que el 44% afirma que es su lugar preferido para ver tv. Por tanto al asignar un espacio especial a la tv se le da un valor asignado.

Se debe empezar a formar adolescentes con capacidad selectiva y analítica frente a la televisión, sin que esto signifique tener que dejar de disfrutar de ella, para con esto hacer uso educativo de este medio y no sólo de la palabra escrita y hablada, sino aprovechando la imagen visual para alfabetizar.

La institución escolar tiene que reconocer que la educación es un continuo proceso que rebasa las paredes de un edificio y es resultado de la experiencia que tiene los sujetos en la gama de relaciones que establecen en los diversos ámbitos de la vida social, inmersa en ésta la televisión.

Puesto que el aprendizaje no requiere intencionalidad es imposible evitar que se adquieran nuevos conocimientos y actitudes de éste medio, ya que

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aprendemos incluso de manera inconsciente y recordar que el aprendizaje puede ocurrir sin el objetivo de aprender.

Aprender no se restringe al uso de elementos racionales; gran cantidad de lo que los educandos aprenden es a través de las emociones, por lo que la única solución es instruir en la manera de ver la misma.

Es por esto que la escuela debe convertir al adolescente en un televidente creativo y crítico, capaz de discernir entre diversos tipos de mensajes, tomar distancia entre ellos y criticar y rechazar aquellos que así lo juzgue conveniente; apto también de recrear y producir sus propios mensajes y significaciones a pesar de, pero también a partir de los mismos mensajes transmitidos por la programación cotidiana que regularmente ve.

En este contexto, si una escuela no enseña a un adolescente a ver televisión

¿para

qué

mundo

lo

educa?,

¿qué

herramientas

está

proporcionando?, ¿que armas está brindando para poder vivir en un mundo de imágenes?

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La escuela está obligada a ayudar a las nuevas generaciones de alumnos a interpretar los símbolos de su cultura y darles con esto el pase de entrada al mundo de imágenes que constantemente cambia.

Por esto es muy importante que en la escuela se organicen programas de intervención educativa curricular, haciendo incidencia en el uso de la televisión (cantidad) y en la prevención sobre todo en el apartado de la calidad. Puesto que la convivencia ya es inevitable, el 61% estudia en su cuarto don la mayoría ya goza la compañía del televisor.

5.2 Conclusiones.

Lograr que los adolescentes puedan hacer tareas prácticas en la escuela con los programas vistos en la televisión, por ejemplo: con las telenovelas de moda, se puede pedir que a los adolescentes que escriban un final, después leer los distintos finales y discutir sobre las diferentes maneras en que los personajes principales podrían solucionar sus problemas; con esto se busca que el adolescente relativice, comparando la idea de un único final feliz, con los diversos finales que ellos escribirán.

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Además de que con esto desarrollen su capacidad para expresarse, sepan buscar información, valorarla, procesarla y emplearla dentro y fuera de la escuela. Así como esta actividad, se podrían hacer otras parecidas con los programas que observan.

Crear dentro de la escuela talleres donde se enseñe a analizar los programas televisivos y cursos de verano donde además de divertirse se le inicie en la utilización de la televisión como herramienta para la educación y obtención de nuevos conocimientos

Utilizando la televisión como un medio de educación seguramente el rendimiento escolar aumentaría significativamente, ya que de una actividad que a los adolescentes les gusta hacer pueden aprender y sobre todo analizar y razonar lo que ven, comprendiendo con ello mejor la realidad. Todo esto aprovechado gracias a que las cifras marcan que las preferencias por programas educativos y series son muy parejas, de un 52% que ven los programas educativos y 52% prefiere ver series pues el 32% considera aburridos este tipo de programas.

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Sin embargo la ventaja de que un 70% considere que sí enseñan algo y un 42% aprende enseñanzas para la vida motiva a la escuela a utilizar sus estrategias para ser el orientador en cuento a su correcto uso.

Además por otro lado es muy importante que las instituciones educativas comiencen a utilizar los medios audiovisuales en la educación, como un sistema complementario, sin embargo, es necesario que esto se realice como un proceso. Pues esto ayudaría que televisión ya no fuera el causante del bajo rendimiento escolar de alumnos que se consideren de mediano aprovecha miento con un 63%.

Como cualquier medio de aprendizaje, los medios audiovisuales resultan más eficaces cuando se utilizan en un contexto apropiado de actividades de aprendizaje y se aplican sobre la misma estrategia específica de utilización.

5.3 Recomendaciones.

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La clase con televisión o medios audiovisuales debe dividirse en cuatro momentos

estrechamente

relacionados:

Preteledifusión,

teledifusión,

evaluación, actividades de extensión.

1- La preteledifusión debe comenzar por parte del profesor: Con la lectura, si existen, de los documentos impresos. Seleccionando o diseñando aquellas actividades y ejercicios que posterior a la emisión realizarán los estudiantes.

Antes de comenzar la emisión es aconsejable que el profesor recuerde a los alumnos los contenidos, para facilitar la asociación de los nuevos contenidos con los ya recibidos y reforzar el carácter significativo del aprendizaje, vinculando la nueva información con los conocimientos, experiencias o valores previos del alumno.

El profesor debe advertir a los alumnos que el propósito de la observación del programa es enseñar y no divertir, y que por lo tanto deberán prestar la máxima atención posible. Se comentarán los términos nuevos que aparezcan, o aquellos que bien siendo conocidos tengan una interpretación diferente. También debe indicar los ejercicios que posteriormente realizarán.

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Si el profesor ha podido observar antes el programa, es importante que dedique unos instantes a describirles las partes en las que se encuentra estructurada, y las que él entiende que son las más significativas y que por lo tanto deben prestarle la máxima atención. La presentación persigue crear un clima propio para que la recepción del programa sea de la forma más positiva posible. Sin embargo, en ella debemos evitar caer en diversos graves errores, como son: Crear falsas expectativas respecto al programa, enseñarlo en la introducción. que su duración sea superior a la de la clase.

2- La teledifusión: Es importante que el profesor de ejemplo con la observación atenta del programa y la toma de notas para aclaraciones y guía de las discusiones futuras que se desarrollen.

Durante la emisión es aconsejable que el profesor observe las reacciones e intereses de los alumnos, lo que sin duda le aportará algunas pistas sobre el interés general despertado por el programa en los estudiantes, y las partes del mismo que parecían no ser comprendidas.

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En la utilización de la TV debe prestarse especial atención ala disposición de los aparatos receptores en el aula. Por lo general se situarán en los ángulos y laterales de la clase, de espaldas a las entradas de luz ya unos 90 cm. de altura de la línea de visión de los alumnos sentados. El volumen, tono, contraste y brillo deben ser los adecuados, características técnicas que deben ser resueltas antes del comienzo de la emisión, para evitar molestias y desatenciones en los alumnos.

También es aconsejable que los programas no se observen a oscuras. Debe existir cierto nivel de luz que no perjudique la visión y facilite la toma de notas.

3- Evaluación y explotación del programa: Debe comenzar con la formulación de preguntas generales por el profesor, para conocer cómo ha sido percibida la emisión y las dificultades generales y particulares que han encontrado.

A la formulación de las preguntas el profesor debe de prestarle la máxima atención para que no se reduzcan a lo que el estudiante tiene del programa,

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sino que alcancen otros aspectos, como la interpretación, la aplicación, el análisis y la síntesis de los contenidos presentados.

Las estrategias a utilizar por el profesor para analizar la comprensión de los mensajes por los alumnos son diversas, por ejemplo: Cuestionarios verbales, reproducción libre verbal o por escrito a los alumnos clasificación de imágenes según el orden de aparición en el programa, gráficas e imágenes del programa.

La fase de la evaluación-explotación no debe alcanzar exclusivamente al alumno ya la información que ha sido capaz de retener, sino que también debe adentrarse en el propio medio, como por ejemplo: Calidad y adecuación de los contenidos comentados, estructura del programa, calidad de la imagen o vocabulario.

Por supuesto, no podemos olvidar la evaluación de la actuación del profesor, para modificar actuaciones en futuras proyecciones.

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4- Actividades de extensión: Para que el aprendizaje del alumno sea significativo debemos procurar que los contenidos aprendidos en el programa se extiendan a otros contenidos y facetas de la vida del alumno. Estas actividades se realizarán en las demás áreas o asignaturas que el alumno esté cursando en el momento del programa. La escuela debe aspirar a educar para la vida, es decir, a que los conocimientos, valores y actitudes que se aprendan en las aulas resulten útiles para el proceso de socialización de los adolescentes y para su integración en el medio físico, social y cultural en el que viven.

Dada la importancia de los medios de comunicación en general y de la televisión en particular, la escuela ha de plantearse con toda seriedad un dilema: o educa para enseñar a desenvolverse ante los medios y a generar un sentido crítico o correrá el grave peligro de convertirse en una institución superada por una realidad de la que la televisión forma parte y condenada a la tarea imposible de educar para el futuro con métodos, objetivos y contenidos del pasado.

De la misma forma que los niños y niñas aprenden a leer y a escribir y se denomina analfabetos funcionales a aquellas personas capaces de silabear o de firmar pero que no comprenden el contenido de lo que leen, la nueva misión

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de la escuela será enseñar a leer y escribir en los medios. Lo que podría beneficiar esta investigación es que los futuros individuos que se dispongan a utilizarla empleen también un enfoque cualitativo que les amplíe sus horizontes y puedan llegar al fondo del asunto, indagando y tomando más en cuenta la singularidad de cada persona.

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