Cap9

Empieza algo

Al reflexionar sobre los procesos de aprendizaje anteriores (1 al 7) hemos mencionado la necesidad de aprender a suspender, esto, suspender Lo que creamos o lo que pensemos, al final no tiene mayor importancia. Lo único que realmente importa es lo que hacemos. John Ruskin

los

juicios,

los

a

priori,

las

certezas. También he aludido a aprender a redirigir, esto es, focalizar la atención hacia la fuente más que hacia un objeto o situación y a la necesidad de dejar ir, esto es, generar un

estado de vacío que nos permita presenciar. También, he aludido a dejar venir que consiste en dejarse cautivar, rodearse de lo que acontece, sin restricciones; es percibir el espacio de posibilidad; es escucharlo; ver/actuar desde el espacio de posibilidad futura que emerge del presente. He reflexionado sobre la necesidad de eliminar la basura que hemos acumulando en nuestro interior. Ahora, corresponde aprender a cristalizar a concretar nuestros intentos, apropiándonos del espacio de posibilidad que tenemos enfrente. Es el momento de actuar.

Sabía que la probabilidad de completar una actividad o tarea es la siguiente: •

10% si tú escuchaste la idea

•

25% si tú concientemente decidiste adoptarla

•

40% si tú decidiste cuando llevarla a la práctica

•

50% si tú planificaste como hacerlo

•

65% si tú te comprometiste con alguien que lo harías

•

95 % si tú tienes una reunión fijada con la persona que te comprometiste. En mi experiencia, muchos de nosotros hacemos bastantes

“buenos trabajos” – pero poco “trabajo excelente”. La meta es eliminar el “mal trabajo” de nuestras vidas, y continuamente aumentar el “trabajo excelente” Al respecto, unos de los libros que me ha llamado la atención es Good to Great (Bueno a Excelente), de Jim Collins. Es un libro que causó sensación en el "management". La tesis del libro es que las empresas que dan el salto "Good to Great" no lo hacen por una serie de casualidades, sino por un estilo de gestión de progresiva superación, basado en estilos de liderazgo muy concretos. El libro se apoya en una serie de datos estadísticos, pero aunque es un tema muy bien trabajado, personalmente no me resultaron necesarios para dar por buenas las tesis del autor, que diríamos se aceptan de manera directa basados únicamente en el "sentido común". Es muy interesante cómo el autor va combinando las referencias de empresas "buenas" con las análogas de Se exigente. Auto-exígete. Pero hazlo con AFECTO. Resultado: Una SINFONÍA.

las "sobresalientes", y se aprecia como actitudes gestión,

personalistas, estilos

de

errores

liderazgo

en

la

desviados,

pueden generar una mejora puntual, pero nunca sostenida, ese es el salto del "good to great".

Pero lo que más me llamó la atención fue el tipo de personas que sostienen el trabajo de calidad de una organización, se trata de personas humildes, que brindan el mismo esfuerzo, en cantidad y calidad, día tras día. No se desmoralizan por reveses temporales. Cuando las cosas van bien, le dan crédito a aquellos que los rodean. Y cuando los resultados no satisfacen las expectativas, aceptan total responsabilidad por el mal desempeño. Además, manifiestan una actitud sincera de servir a los demás. Rechazan la noción popular de que los grandes líderes tienen que tener todas las respuestas y conseguir toda la gloria. En cambio, obtienen mayor satisfacción de ayudar a los demás a obtener mayores éxitos. Se trata de personas con autonomía intelectual.

Desde este punto de vista, la persona con autonomía intelectual, por ejemplo, Tiene Claridad, Sabe focalizar, Irradia Energía Positiva, y Produce Resonancia. Dibuja un círculo grande en papel. Ahora divídelo en tres segmentos que representan la proporción de los trabajos que realizas diariamente. ¿Cuánto trabajo excelente realizas? Más de 80, menos de 20%. ¿Es cómo quieres desarrollar tu mundo de calidad? ¿Qué nos está ocurriendo? hemos dado preferencia demasiado fácilmente a lo que se puede hacer y es práctico….En el proceso hemos sacrificado la búsqueda de lo que hay en nuestro interior. Nos encontramos entregados a nuestras dudas, conformándonos con lo que sabemos hacer o podemos aprender a hacer, en lugar de buscar con afán aquello que más nos importa y vivir con la aventura y la ansiedad que ello requiere.

La cultura moderna, y por supuesto la

escolar, venera el pragmático “how-to” (cómo hacerlo), por lo cual cada días haces más y más cosas, que significan menos y menos. Los estudiantes imprimen miles de páginas en las universidades, pero no hay seguridad de lo sustantivo de esas impresiones. La pregunta

central es ¿cómo?, en lugar de ¿por qué? Es una de las grandes arbitrariedades, en un mundo paradójico: llenos de tareas, pero sin problematizar el sentido. Hace un tiempo escribí un artículo sobre el aprendizaje “just in case” (por si acaso) y el aprendizaje “just in time” (justo a tiempo), dado que detecté que predominan los ambientes educativos que veneran el por si acaso, y cuando ejercemos en la realidad, no sobra el 80%. Es decir, nos llenan de “basura” en el sentido que le doy en el capítulo 5. No se entiende que estamos motivados no por lo que “funciona”, sino por cosas importantes

de

la

vida:

idealismo,

relaciones,

intimidad,

y

compromiso, y mucho menos por la practicalidad, por más necesaria que sea. Cuando discutimos con nuestra pareja, no son las practicalidades las que nos sacan de la situación, cuando fracasamos en algo, la solución no es la respuesta, sino la pregunta: ¿qué nos pasó? Por lo tanto, he desarrollado estas ideas a partir del trabajo de Milton Glaser, quien define el trabajo como: 1. aquello que va más allá de su intención funcional y se mueve de manera profunda y misteriosa, es esto, lo que se denomina “trabajo excelente” 2. aquello que se ejecuta como trabajo elegante y riguroso, se llama “buen trabajo” 3. El resto, mucho de lo que hacemos diariamente, se llama “mal trabajo” Al referirme al trabajo, no solamente es lo que hago en la universidad, incluye cuidar a los niños, mirar la TV, preparar la comida, ejercitar, estar con mis amigos, ser yo mismo, etc. El trabajo excelente produce regocijo y terror. Uno se deleite cuando le preguntan que hace, y tienen problemas para detener que uno siga hablando. No es el trabajo eficiente, el que se necesita sino

el trabajo excelente. Es la fuente de inspiración, honra nuestras habilidades, nuestra pasión y nuestra experiencia. La crítica interna es durísima y en especial cuando se sabe que el buen trabajo es una degradación de él, por lo cual, uno permanece vigilante, sabe que significa

ser

concientemente

competente,

y

concientemente

incompetente. Indudablemente, que este tipo de trabajo significa salir de la zona de la comodidad. Con el buen trabajo, no hay nada que maldecir, es lo que nos permite vivir y seguir adelante, pero no tiene nuestra singularidad y es confortable: se sabe lo que se está haciendo, forma parte, seguramente de una rutina o un hábito. El buen trabajo ayuda a salir del paso. Recuerdo a Peter Drucker – gran hombre – decir la eficiencia es hacer las cosas correctamente, la efectividad es hacer las cosas correctas. Por último, el trabajo malo nos debería conducir a la pregunta: ¿por qué estoy perdiendo mi vida en esto? Es un test simple pero rotundo. Otro libro que me llamó la atención es Taming your Gremlin, Rick Carson. Refiere los pequeños “Gremlins” que tenemos dentro, que quieren fastidiar nuestro cada paso de nuestro camino personal. Si no lo reconocemos, no evolucionamos. Richard Carson dice, “hay un Gremlin dentro de ti. Él es el narrador en tu cabeza.” Nos dicen "deberías _________", , "sabes que no lo puedes hacer ", "nunca funciona para ti ", "es demasiado riesgo ", "estás loco!". ¿Les suena familiar?. Pero aún son más explícitos nos dicen: “Soy un perdedor,” “yo soy demasiado viejo,” “yo soy gordo,” “yo no soy bastante elegante,” “yo no tengo ningún talento,” “yo nunca lo acabaré,” “él soy demasiado atrasado,” “yo no soy bastante bueno,” y sin cesar, porque incluso trabajan cuando estamos durmiendo. No solamente es una parte de tu vida psicológica. Es la crítica personal interna. Es nuestra voz negativa que susurra y a veces grita

los “deberías”, “debes”, y “tienes que” que percibimos conciente o inconcientemente. GREMLIN y su personalidad, opera con vida propia. Pero en la medida que te transforman en un observador de él, te darás cuenta que no te controla. Esto te permitirá disfrutar lo que eres. Desde mi punto de vista, la forma metafórica que emplea Carson para interpretar nuestro mundo interior, tiene la cualidad de apuntar a lo que nos sucede día a día y por lo cual tendremos que aprender a ser competentes concientes para hacernos cargo de nuestros gremlins. ¿Qué puedes hacer? Algunas sugerencias. Primero, recordar que tu Gremlin no es tú, él es solamente un mal hábito formado hace tiempo en un esfuerzo de protegerse contra el rechazo. En segundo lugar, recordar la tercera ley del movimiento de la física: para cada acción, hay una reacción igual y opuesta. Así pues, porque cada declaración negativa te has dicho, hay una declaración positiva igual. Un ejercicio recomendable es: Tomar un pedazo de papel y doblarlo por la mitad. En el lado de la mano izquierda, anotar todos los comentarios que vengan cuando precises intentar algo nuevo o falles en algo. Darte un cierto tiempo para hacer una lista de 8 o 10 declaraciones. En el lado derecho, escribir la imagen del espejo de la negativa. Por ejemplo, si has escrito, “soy demasiado viejo,” la imagen del espejo sería, “allí soy tiempo inmóvil.” Si has escrito, “soy estúpido,” la imagen del espejo sería, “yo soy elegante.” Cuando te acaban tendrás tus el propios, lista muy personal de afirmaciones. Copia éstos sobre el papel y las fija en lugares prominentes. Mirarlos y leerlos a través del día y ver cómo se siente. Estas afirmaciones tienen tanto peso como los negativos, y mucho más energía si haces el sitio para que crezcan dentro de ti.

Recuerda: aporta lo mejor de tu ser.