Cap5

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 Déjalo venir

Lo que observamos no es la naturaleza misma, sino la naturaleza expuesta a nuestros métodos de cuestionamiento.

Weiner Heisenberg, físico

Representa nacimiento, no es nada fácil, significa cambiar un curso

de

acción

con

el

que

estamos

comprometidos.

Si

lo

incorporamos, daremos nacimiento a algo – acto de creatividad - y seremos testigos de ello. Es una conexión especial con la realidad. Significa rendirnos a un nuevo compromiso, algo ocurre a través de uno. Pare esto nuestra mente tiene que estar alerta y abierta. Significa saber detenernos. Aquí es importante reflexionar sobre lo que significa el tiempo para uno (las horas, los días, los meses, los años). Hoy no es fácil apagar el celular. ¿Has contado el número de llamadas que recibes diariamente? Que decir con respecto al email, seguramente estás tan saturado como los favoritos que has marcado.

Imagínate lo difícil que sería si te digo que para “dejar venir” tienes que sacarte el reloj, además de apagar el celular. Por eso es importante la pregunta: ¿Cuál es tu posición con respecto al tiempo? Hazte un auto-diagnóstico sacándote el reloj una vez al día, una vez a la semana, y varias veces al mes. Observa que sentimientos y pensamientos emergen. Espero que no tengas que ir al psicólogo. ¿Cuántas veces te miraste la muñeca? ¿Te sientes más o menos apurado(a), más o menos ansioso(a)? ¿Qué tipo de cambio sufren tus emociones? Para

re-direccionar

rigurosamente,

modifica

tus

tiempos,

aunque sean unos pocos minutos, disminuye el ritmo de tu mente, calmándote como cuando vas a dormir. Representa aprender de lo que emerge. Tiene relación el aprender a ver y con el aprender a escuchar. Tendemos a quedar amarrados a patrones cada vez que enfrentamos una pregunta o un problema. Realizamos un proceso similar a bajar un archivo de Internet (downloading), lo bajamos de nuestra mente y lo aplicamos a la nueva situación. Esto significa que creemos que la fórmula del pasado es la correcta. No hay un cambio y bloqueamos lo que emerge. Hemos sido preparados para actuar de esta manera. Se requiere un proceso que nos otorgue más profundidad y nos “Lo más emocionante del futuro es que podemos darle forma”. (Charles Handy)

permita: ver, sentir, y darnos cuenta de

las

nuevas

posibilidades

disponibles. Es por ello que el libro The Art of Possibility, Transforming Professional and Personal Life de

Rosamund Stone Zander y Benjamin Zander. Imagínate la siguiente situación. Llevas todo el año ahorrando para irte una semana de vacaciones al Caribe. En cuanto llegas al hotel empieza a llover torrencialmente. En la radio anuncian que va haber lluvias durante toda la semana. No te hace ni pizca de gracia.

Donde esperabas encontrar sol y playa, sólo hay mares y mares de agua. Mi pregunta es, ¿cómo gestionas la situación? ¿Cómo haces frente a la lluvia y a tus sentimientos sobre la lluvia? Si no puedes conciliarlos, te puedes pasar días enteros negando la realidad, quejándote de lo injusto que es, despotricando y preguntándote por qué te ha tocado a ti. De no superar este bloqueo puedes acabar amargándote las vacaciones. También

puedes

dejar

que

caiga

la

lluvia,

sin

oponer

resistencia. No es lo que planeaste. Es decepcionante, pero así son las cosas. Cuando aceptas esta realidad, entonces empiezan a surgir todo tipo de alternativas: la posibilidad de descansar; disfrutar de la comida, la lectura, la conversación; caminar descalza bajo la lluvia… La capacidad de estar presente para cualquier cosa que suceda, sin oponer resistencia, te abre a nuevas posibilidades. ¿Cuántas veces nos bloqueamos al oponer resistencia a situaciones que están fuera de nuestro control; al querer cambiar cosas que no podemos cambiar? Cuando no nos gusta una situación tendemos a poner toda la atención en cómo las cosas «deberían» ser, en lugar de ponerla en cómo las cosas son. Entonces, perdemos nuestro poder de actuar de forma efectiva. Bajo el marco del construccionismo social los Zander nos recuerdan que una forma de superar nuestras creencias limitadoras es cambiando la forma en que nos hablamos. Y es que nuestro diálogo interior puede determinar que vivamos en un mundo de escasez, o en un mundo de posibilidades. Para desarrollar esta idea, establecen una clara distinción entre dos tipos de diálogo: el diálogo en espiral y el diálogo de la posibilidad.

El

diálogo

en

espiral

(imaginad

una

espiral

descendente) es una forma resignada de hablarnos que excluye cualquier posibilidad. Se centra en cómo deberían ser las cosas. Su combustible es el miedo. Es un lenguaje completamente reactivo a las circunstancias; circunstancias que, por otro lado, siempre son

erróneas, problemáticas y negativas. Este diálogo se centra en la abstracción de la escasez. Crea una historia inexpugnable sobre los límites de lo que es posible y nos cuenta de modo convincente cómo las cosas van a ir de mal a peor. Es un tipo de diálogo que confunde la realidad física y las abstracciones. Está repleto de una variedad de «cosas» que no tienen una existencia en el tiempo o el espacio pero que nos parecen reales. Conceptos como «bueno», «malo», «justicia» o «perfección» son algunos ejemplos típicos de este diálogo sin escapatoria. En cambio, existe otro tipo de diálogo mucho más rico, constructivo y capacitador. Es el diálogo de la posibilidad, en el cual nos hablamos desde lo que es y no desde lo que «debería ser». Es un diálogo que va más allá de las contradicciones, de los sentimientos dolorosos y de los miedos. Un diálogo con el que aprendemos a elevarnos, como un halcón clarividente, sobre todo el paisaje. El ser con las cosas tal como son significa separar nuestras conclusiones sobre los hechos de nuestra descripción de los hechos. Significa romper el dominio invisible de las abstracciones para poder hacer distinciones conscientes que nos abran a un mundo lleno de posibilidades. Con este diálogo puedes dejar atrás la lucha, llegar a un acuerdo con lo que está frente a ti y continuar avanzando. A diferencia del diálogo en espiral, que nos conduce al estancamiento, el diálogo de la posibilidad puede representarse, según los Zander, de la siguiente forma: Estar presente en las cosas como son no significa que debas ahogar tus sentimientos negativos o pretender que te guste lo que no puedes soportar; no significa pasividad, resignación o indiferencia. Tampoco significa que debas trabajar para conseguir algún «plano superior de existencia» para trascender la negatividad.

Significa,

simplemente,

estar

presente

sin

oponer

resistencia: estar presente para lo que está sucediendo y presente a tus reacciones, no importa cuán intensas sean. Significa aceptar la realidad empírica de cada momento como punto de partida para cambiar o modificar aspectos de la realidad. Atraparse en unas reglas que niegan la realidad es una fuente de dolor e insatisfacción. Puedes resistirte porque tu profesor te ha pedido un nuevo informe, porque te han cambiado la impresora de lugar, pero esa actitud te llevará al camino de la escasez. En cambio, dejar de lado los «debería» y aceptar que así son las cosas te permitirá buscar alternativas y hará que tu felicidad no dependa de algo o de alguien que no puedes controlar. La persona que logra lo anterior, ha aprendido a “dejar venir”. Pero además de mejorar la calidad de la atención, se puede mejorar la calidad de su escuchar. Se puede distinguir cuatro tipos de escuchar. En el Escuchar I la atención está en si mismo (yo-en-mí). Lo que escucho es lo que ya sé. Es poner a funcionar las imágenes mentales que se tiene. En Escuchar II la atención se mueve de uno a la periferia (Yoen-ello). Se presta atención a cada palabra que se pronuncia y enuncia. Se presta atención a todo aquello que puede diferir de mis expectativas y modelos mentales. Aunque se escucha a la otra persona, se la experimenta como “cosa” (ello), una entidad que está separada de uno; y escucho porque dice algo nuevo para mí, algo que me sorprende. En Escuchar III, la experiencia de la otra persona se cambia de “ello”, a un ser un “tú”, un ser humano (yo-en-tú). Todo diálogo supone esta perspectiva y significa aprender a ver el mundo a partir de los ojos de otro. Uno sale de si mismo y se hace uno con otra persona.

En Escuchar IV, la fuente de atención se mueve un paso más profundo aún, la separación entre el yo y el tú, colapsa trascendiendo hacia el presenciar (yo-en-ahora), sintiendo y encarnando lo que va a emerger. Se empieza a escuchar al todo, uno llega a ser otra persona. En general, las personas son buenas en Escuchar I, otras dominan Escuchar II, unas pocas tienen destrezas para el Escuchar III, y raramente hay un Escuchar IV, esto es, presenciar, que corresponde a las personas creativas, innovadoras, y eventualmente. ¿Cuáles

son

las

disposiciones

básicas

para

un

escuchar

efectivo? Aceptar que las cosas no sean como yo las pienso, aceptar y legitimar al otro, poner atención, y darme el tiempo para estar receptivo y escuchar. ¿Te has encontrado realizando una actividad en la que te olvidad del aquí (lugar) y el ahora (tiempo)? Se trata de una experiencia de “flujo”. El

psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, señala que en una

situación dada, los estados de flujo se producen cuando existe un relativo equilibrio entre desafío y capacidad. Si el desafío supera la capacidad se produce ansiedad; lo que la persona debe hacer, en este caso, es aumentar su capacidad por medio del entrenamiento. Al contrario, si existe una capacidad mayor que el desafío, sobreviene el aburrimiento; para que esto no suceda y lograr un estado de flujo, la persona habrá de aumentar su desafío. Sin embargo, las situaciones no son estables. Si la persona continúa ejercitándose, su capacidad aumentará, y deberá plantearse nuevos desafíos para lograr superiores estados de flujo. Es ésta, entonces, una situación dinámica. Uno no puede gozar la misma situación por períodos largos. Sin embargo, sería una falacia creer que es ésta una situación mecánica. Lo que cuenta no son los desafíos y las capacidades en sí, sino que la percepción que la persona tiene de los mismos. Alguien puede estar consciente de sus

desafíos y capacidades en un área específica, por ejemplo, en tocar un instrumento, pero no en otras, como podrían ser sus posibilidades como escritor. Cómo nos sentimos en cada momento de una experiencia de flujo está muy influido por nuestro mecanismo cognoscitivo, por las descripciones que nos hacemos de nosotros mismos. El "flujo" es un estado de olvido de uno mismo, el opuesto de la reflexión y la preocupación, un estado en el que la persona, en lugar de perderse en el desasosiego, se encuentra tan absorta en la tarea que está llevando a cabo, que desaparece toda conciencia de si mismo

y abandona hasta las más pequeñas preocupaciones de la

vida cotidiana (salud, dinero e incluso hasta el hecho de hacerlo bien). Dicho de otro modo, los momentos de "flujo" son momentos en los que el yo se halla completamente ausente. Paradójicamente, sin embargo, las personas que se hallan en este estado exhiben un control extraordinario sobre lo que está haciendo y sus respuestas se ajustan perfectamente las exigencias cambiantes de la tarea. Y aunque el rendimiento de quienes se hallan en ese estado es extraordinario, en tales momentos las personas están totalmente despreocupadas de lo que hace y su única motivación descansa en el mero hecho de hacerlo. Hay varias formas de entrar en estado de "flujo". Una de ellas consiste en enfocar intencionadamente la atención en la tarea que se esté llevando a cabo; no hay que olvidar que la esencia del "flujo" es la concentración. En la entrada en estos dominios parece haber un bucle de retroalimentación puesto que, si bien el primer paso necesario para calmarse y centrarse en la tarea requiere un considerable esfuerzo y cierta disciplina, una vez dado ese paso funciona por sí sólo, liberando al sujeto de la inquietud emocional y permitiéndole afrontar la tarea sin el menor esfuerzo. Otra forma posible de entrar en ese estado también puede darse cuando las personas emprenden una tarea para la que está

capacitado y se compromete con ella en un nivel que exige de todas sus facultades: "las personas parecen concentrarse mejor cuando se les pide algo más que lo corriente, en cuyo caso son capaces de ir más allá de lo normal. Si la demanda es muy inferior a su capacidad, la persona se aburre y si por el contrario, es excesiva, termina angustiándose. El estado de "flujo" tiene lugar en esa delicada franja que separa el aburrimiento de la ansiedad" El placer, la gracia y la eficacia espontánea que caracterizan el estado de "flujo" es incompatible con el secuestro emocional en el que los impulsos límbicos capturan la totalidad del cerebro. La cualidad

de

la

atención

del

"flujo"

es

relajada

aunque

muy

concentrada; es una concentración muy distinta de la atención tensa propia de los momentos en los que estamos fatigados o aburridos, o en los que nuestra atención se ve asediada por sentimientos intrusivos como la ansiedad o el enojo. Si exceptuamos la presencia de un sentimiento intensamente motivador de apacible éxtasis, el "flujo" es un estado carente de todo ruido emocional. Este éxtasis parece ser un subproducto del mismo enfoque de la atención que constituye uno de los requisitos del flujo. De

hecho,

la

literatura

clásica

de

las

grandes

tradiciones

contemplativas describe estos estados de absorción que se viven como pura beatitud como un "flujo" solamente inducido por una intensa concentración. Si observamos a alguien que se halle en este estado tendremos la impresión de que las dificultades se desvanecen y el rendimiento cumbre parece algo natural y cotidiano, una impresión que corre pareja a lo que está sucediendo en el cerebro, en donde las tareas más complejas se realizan con un gasto mínimo de energía mental. En el "flujo", el cerebro se halla en un estado "frío", y la activación e inhibición

de

todos

los

circuitos

neuronales

parece

ajustarse

perfectamente a las demandas de la situación. Cuando las personas están comprometidas con actividades que capturan su atención y la

mantienen sin realizar esfuerzo alguno, su cerebro "se sosiega", en el sentido de que hay una disminución de la estimulación cortical. Este descubrimiento es notable, puesto que el "flujo" permite abordar las tareas más complejas de un determinado dominio, ya sea jugar una partida contra un maestro de ajedrez o resolver un complejo problema matemático. Al

parecer, en

este

caso se esperaría

precisamente lo contrario, es decir que esta clase de tarea requeriría más actividad cortical, no menos, pero una de las claves del "flujo" es que tiene lugar sin alcanzar el límite de la capacidad, un estado en que las habilidades se realizan más adecuadamente y los circuitos neurales funcionan más eficazmente. La concentración tensa- en la que la preocupación alimenta la atención- aumenta la actividad cortical. Pero la zona de flujo y de rendimiento óptimo parece ser una especie de oasis de eficacia cortical en el que el gasto de energía cortical es mínimo. Tal vez la destreza práctica que permite a la gente entrar en el estado de "flujo" tenga lugar después de dominar los movimientos básicos de una determinada actividad ya

sea física (como, por ejemplo, ascender

una montaña) o mental (como elaborar un programa informático). Un movimiento bien practicado requiere mucho menos esfuerzo mental que aquél otro que está siendo aprendido o los que todavía resultan muy difíciles. Por otra parte, cuando el cerebro trabaja menos eficazmente a causa de la fatiga o el nerviosismo -como ocurre, por ejemplo, al final de una larga y agotadora jornada de trabajo-, Que no interfiera tu Zona de Preocupación con tu Zona de Logro y con tu Zona de Flujo.

disminuye

la

precisión

del

esfuerzo

cortical y se activan muchas áreas superfluas, un estado mental, un estado mental

que

se

experimenta

como

sumamente distraído, y lo mismo ocurre en el caso del aburrimiento. Pero cuando el cerebro está trabajando en la zona cúspide de su eficacia, como ocurre en el caso del estado de "flujo", existe una relación muy precisa entre la actividad cerebral y los requerimientos

de la tarea. En este estado hasta el trabajo más duro puede resultar renovador y pleno en lugar de extenuante. El "flujo" aparece en esa zona en la que una actividad exige a la persona el uso de todas sus capacidades y es por ello por lo que, en la medida en que aumenta la destreza, también lo hace la capacidad de entrar en el estado de "flujo".Si una tarea es demasiado sencilla resulta aburrida y si, por el contrario es demasiado compleja, el resultado es la ansiedad. Podría objetarse que la maestría en un determinado arte o habilidad se ve espoleada por la experiencia del "flujo" mientras se lleva a cabo. En realidad en un estudio efectuado sobre doscientos artistas dieciocho años después de que terminaran sus estudios, Csikszentmihalyi descubrió que aquellos que en sus días de estudiantes habían saboreado el puro gozo de pintar eran los que se habían convertido en auténticos pintores, mientras que la mayor parte de quienes habían sido motivados por ensueños de fama y riqueza abandonaron el arte poco después de graduarse. Durante nuestra evolución, los seres humanos hemos venido desarrollando

áreas

en

las

que

los

estados

de

flujo

son

particularmente presentes. Por ejemplo, en las artes; o en la mística. Tenemos de esto abundantes testimonios en todas las culturas. Puede que en la actualidad las experiencias de los estados de flujo tiendan a darse de un modo “secularizado”, sin resonancia religiosa o sobrenatural. Sin embargo, debemos reconocer una constante: que el deseo de obtener experiencias de este tipo es uno de los objetivos de nuestra conducta diaria, con frecuencia asociándolos a nuestra búsqueda de calidad de vida y felicidad. Talvez sean pocas las personas, hoy por hoy, que experimenten estados de flujo en relación con un trabajo dependiente, cuyas reglas no fijan ellas mismas. Pero es frecuente que esas mismas personas busquen y se construyan espacios en los que les es posible experimentarlos. Sea como sea, lo que aparece en las investigaciones que se han venido realizando acerca de los estados de flujo indica que éstos son

posibles en la vida diaria; que de hecho se dan en relación con diversas de nuestras actividades; que tienen su propia mecánica que es posible reproducir: no se trata de “estados de gracia” o dones sobrenaturales. Una mirada a las relaciones entre cuerpo, conciencia y espíritu puede ayudar a comprender mejor esa dinámica. Las principales características fenomenológicas que definen la situación de flujo, son: o

Una situación de reto o desafío.

o

Una focalización de la atención en la acción.

o

Unas metas claras.

o

Una retroalimentación sobre la acción.

o

Unos sentimientos de control.

o

Y una despreocupación sobre uno mismo.

Pero son las condiciones de la tarea, en concreto la combinación del nivel de desafío y de las habilidades percibidas, las que configuran los "canales" responsables de las experiencias asociadas a cada actividad. Los distintos niveles de la combinatoria de estas dos variables da lugar a ocho canales experienciales, que son: o

Altos desafíos y moderadas habilidades dan lugar a experiencias de activación.

o

Altos

desafíos

y

bajas

habilidades

dan

lugar

a

experiencias de ansiedad. o

Moderados desafíos y bajas habilidades dan lugar a experiencias de preocupación.

o

Bajos

desafíos

y

bajas

habilidades

dan

lugar

a

experiencias de apatía. o

Bajos desafíos y moderadas habilidades dan lugar a experiencias de relajación.

o

Bajos

desafíos

y

altas

habilidades

dan

lugar

a

experiencias de aburrimiento. o

Moderados desafíos y altas habilidades dan lugar a experiencias de control.

Altos desafíos y altas habilidades dan lugar a experiencias

o

de flujo.

Así pues, las situaciones caracterizadas por los más altos retos y desafíos, en condiciones en los que la persona crea tener en un alto grado las habilidades necesarias para enfrentarse a tales situaciones, son las que dan lugar a la experiencia óptima, es decir, al flujo. Pero para mantenerse en el tiempo esta experiencia de flujo, es necesario que a medida que se repita la actividad, vaya incrementándose simultáneamente el nivel de desafío y el de las propias habilidades de la persona, ya que en caso contrario se perdería la experiencia óptima. Así, si una vez que se ha alcanzado una meta no se aumenta el

desafío,

su

manteniéndose

repetición

presentará

una alta habilidad, lo

un

bajo

que

nivel

dará lugar

de

reto

a una

experiencia de aburrimiento. O, por contra, si se eleva bruscamente el nivel de desafío sin que se haya incrementado el nivel de las habilidades, estas habilidades serán bajas para el nuevo nivel de exigencias y, consiguientemente, producirán una experiencia de ansiedad. Por último, cuando una situación no produce ningún nivel de reto y, además, la persona cree carecer de habilidades para realizar ese tipo de actividades, se producirá la apatía. En la zona de flujo las personas describen sus experiencias como disfrutable y plenamente concentradas y enfocadas en lo que hacen, lo común es que verbalicen que todos "aman lo que hacen". Adicionalmente se mencionan varios elementos: 1. Los objetivos son claros en cada etapa del camino, "en el canal de flujo siempre sabemos lo que se necesita hacer" 2. La

retroalimentación

es

inmediata

para

todas

nuestras

conductas y sabemos que tan bien estamos haciendo nuestro trabajo, esto en contraste a un estado de 3. Existe un balance entre retos y habilidades

preocupaciones.

4. La

acción

y

la

toma

de

conciencia

emergen,

"nuestra

concentración esta enfocada en lo que hacemos, en un solo punto" 5. Las distracciones son excluidas de conciencia. 6. No hay preocupación en equivocarse..."estamos demasiado involucrados como para preocuparnos en fallar" 7. La auto-conciencia desaparece "En el canal de flujo estamos tan involucrados

en

lo

que

estamos

haciendo

como

para

preocuparnos en cuidar del ego" 8. El sentido del tiempo se distorsiona 9. La actividad se vuelve autotélica (que termina por si misma).

Muchas de las cosas que hacemos en la vida son exotélicas, es decir, las hacemos a fin de obtener posteriormente un objetivo. Es importante que comprendas cuando estás en la zona de flujo, y si no lo has hecho, empieza a practicar. Trabaja con experiencias que tengas dificultades, por ejemplo, los distractores, las interrupciones que no sacan de procesos naturales o cuando estamos concentrados en una tarea. ¿Cómo enfrentas estas situaciones? ¿Dejas que ocurran, o cierras la puerta, o no dejas que te interrumpan o tienes una manera de fijar lo que haces para después volver sobre lo que estabas haciendo? ¿Cuál es tu sistema de confianza? Lo único que sabemos es que las interrupciones pueden afectar la calidad y continuidad de tu trabajo. Hoy hay muchas herramientas tecnológicas para crear un “sistema de confianza”. Es el caso de Microsoft Outlook que tiene diversas herramientas. Sería agradable estar trabajando en un proyecto y que nadie nos interrumpiera, pero en la vida real no es así, porque además tenemos miles de compromisos que nos obligan a “detener” lo que estamos haciendo. El problema más profundo es que puedes perder muchas ideas profundas, importantes.

Es fundamental contar con un organizador que te ayude a estructuras, clasificar tu información. Por ejemplo, para construir mis apuntes, trabajo con un software que es gratuito: Helpdoc. El problema reside en la habilidad para construir una estructura de tus ideas, nada sacas con disponer de esta herramientas si no has aprendido a estructurar tu mente.

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