Cap 31. Scarampa Quiere Los Cuadernillos

  • May 2020
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  • Words: 1,998
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Salvador Bayona

XXXI.- SCARAMPA QUIERE LOS CUADERNILLOS El momento ha llegado –dijo él con tono deliberadamente apocalíptico-. La actitud de ese imbécil no nos deja otra salida. Susana aún se sentía sobrecogida por la violenta reacción que había suscitado en Francesco la visión del utrillo. También él había descubierto el aura de la Madonnina en la prostituta del cuadro y sólo la intervención de Susana había impedido que el lienzo y el pintor fueran aniquilados en aquel ataque de ira. De hecho, por momentos, parecía que la furia de Scarampa fuera a alcanzar a todos por igual. Había tomado el parecido como una especie de blasfemia, una afrenta personal al honor de los Scarampa al vincular, no ya el dogma, sino la imagen de su veneración, a la vulgar concupiscencia. Poco importaba que aquel icono fuera intrínsecamente blasfemo, puesto que no era una cuestión de religión, sino de honor. Por otra parte ella sabía, pues así lo habían hablado en anteriores encuentros, que tarde o temprano debería poner en marcha el plan para hacerse con los cuadernillos y no obstante, ahora que Scarampa había decidido que había sonado la hora, se le ocurrían mil y una razones por las que no deberían llevarlo a cabo. - ¿Ya?, creía que esperaríamos a vender la obra. - Ya no podemos hacerlo. Ese restaurador tuyo nos ha dejado sin tiempo. Hay demasiada gente interesada en adquirir un cuadro que ni tan siquiera podemos mostrar. Y no tenemos tiempo para hacer otro. La única salida que nos queda es desmontar la historia: tirar a la basura todo el trabajo hecho hasta ahora. ¿Crees que podemos correr el riesgo intentar corregir lo que sea que le suceda a ese cuadro cuando ni tan siquiera nosotros mismos sabemos de lo que -

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se trata?. Y aunque pudiéramos hacerlo, yo no podría olvidar que se trata de mi Madonnina, la Madonnina de los Scarampa, de que la mera existencia de ese cuadro insulta a todas las mujeres de mi familia y a todos los que alguna vez se arrodillaron frente a ella para implorar su ayuda. No. El cuadro no debe existir, y el insulto no debe quedar impune, pero todo a su tiempo. Primero tu amigo aún debe sernos de utilidad con los cuadernillos del profesor, y por eso el momento ha llegado. ¿No estás de acuerdo, querida mía? - Sí, supongo que sí. - El profesor no es tonto, y después de este fracaso habrá llegado a la misma conclusión. Si no tiene intención de vender los cuadernillos de Alt Ausee no hay nada que le impida destruirlos. Quizá lo esté haciendo en este mismo momento. Hay que ponerse en marcha cuanto antes o nos quedaremos sin ninguna de las dos cosas. ¿O es que estás dispuesta a perderlo todo?. Lo cierto es que durante los últimos tres meses tanto Susana como el profesor habían conseguido crear y extender el rumor acerca del Utrillo perdido, pero había sido sobre todo su organización, el entramado Scarampa, el que había conseguido que se generara alrededor del cuadro una expectación tal como no se había visto desde “los girasoles”, de manera que aún cuando la obra no había sido vista por nadie, aunque muchos aseguraban ya que se trataba de una obra maestra, ya se había hecho referencia al cuadro en más de quince artículos en revistas especializadas de todo el mundo, los primeros de ellos financiados por la propia organización y los últimos surgidos por iniciativa de los entendidos y críticos advenedizos que esperaban figurar como los primeros que dieron a conocer al mundo la gloria de una joya artística reencontrada Hasta tal punto había resultado exitosa su estrategia que tres representantes de diferentes grupos inversores habían contactado con Susana durante las pasadas dos semanas interesándose por la documentación que garantizaba tanto la autenticidad de la obra como la legalidad de su posesión. Él sabía que Susana acabaría admitiendo que no podían dilatar más el asunto: ellos mismos deberían anunciar pronto que la obra que habían hallado no era un auténtico Utrillo y que carecía de valor alguno, pero ahora había de tomar una decisión si deseaba realmente hacerse con el registro de Alt Ausee. Este era el momento. - 185 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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Pero Susana tenía aquellos ojos vacíos cuyos movimientos rápidos podían dar a entender que leía un mapa o descifraba un jeroglífico. Francesco solía decir de estos ojos que “estaban mirando hacia adentro”, lo cual venía a significar que eran espectadores del combate interno que en aquel instante se libraba en el espíritu de su amante. - Déjame intentarlo una vez más –dijo ella finalmente-, déjame que hable con el profesor esta tarde, otra vez. - ¿Has avanzado algo desde la última vez? - No. Todavía no. - Y el restaurador, ese Guillermo. ¿Crees que él podría sernos útil al menos en esto? - Estoy segura de que Guillermo no sabe nada. Y por otra parte ya no confío en él, ni creo que tú lo hagas tampoco. Si intentamos involucrarlo aún podría suceder algo peor. - ¿Es posible que sospeche algo? - No lo creo. De hecho no creo que se dé cuenta de nada de lo que sucede en el mundo, además de ese cuadro. Al principio parecía que volvería a ser normal, pero ahora parece completamente obsesionado. Esta vez no quiso ni que el profesor interviniera en el proceso de envejecimiento y deterioro del cuadro, como habían hecho las otras veces. Y desde que acabó la restauración ha permanecido sentado en el sillón del taller sin dejar de mirarlo. A veces creo que ni tan siquiera come. Afortunadamente ha dejado de beber, pero... - No importa –la interrumpió él bruscamente-. ¿Es útil?, ¿Es peligroso? - No. Me temo que ninguna de las dos cosas, aunque es posible que pueda organizar algún escándalo cuando descubra que su utrillo va a ser pasto de las llamas. - Entonces olvídalo hasta que llegue el momento. No me hables más de él. Lo único que importa ahora es que tu profesor todavía puede y posiblemente quiere destruir los cuadernillos, puesto que aún no les ha puesto precio. - Pero eso no quiere decir que no vaya a hacerlo. Tal vez esta tarde pueda conseguir que lo haga. - Es precisamente lo que puede hacer lo que me preocupa –dijo él con voz suave mientras se acercaba lentamente-. No sabes cuántas cosas hay en juego, y hasta qué punto nuestro futuro depende de esos - 186 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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documentos. Si el profesor los destruyera sería fatal para nuestros proyectos. Francesco pensaba de sí mismo que había recibido el don casi mágico de conocer el punto débil de las personas, y sabía de la fragilidad de ella ante palabras como “nuestro”, “juntos”, “proyectos”, y “futuro”. No le había resultado difícil averiguar que en el fondo, a pesar de su piel de enérgica mujer de negocios, era una sentimental que, bien tratada, resultaba dócil y maleable en sus manos. Pero había algo cierto en lo que le había dicho, pues su propio destino, así como el de su familia, dependía de que pudieran hacerse con los documentos que tan celosamente custodiaba el profesor. Las diferencias que separaban a las diversas facciones de la familia se habían agrandado durante los últimos meses y ahora únicamente los beneficios económicos los mantenían unidos. La familia Scarampa de Cantú había crecido ininterrumpidamente durante los últimos cuarenta años puesto que, además del increíble poder reproductor de las hembras Scarampa, habían acogido a no pocos miembros regresados de las Américas. Lo cierto es que en aquel momento el tamaño del colectivo resultaba demasiado grande como para evitar que surgieran diferencias de opinión, lo cual era lógico y aceptable hasta cierto punto, o diferencia de intereses, lo cual constituía un peligro para la propia familia. Pero la cosa se le había ido de las manos y ahora eran cada vez más las voces discordantes en el coro familiar, pues la situación se había agravado con el hundimiento accidental de un carguero con inmigrantes albaneses que había sido cabecera en todos los noticiarios. Esto había provocado que algunos de ellos parecieran encontrar inconvenientes a la forma de gestionar un negocio que habían estado ejerciendo durante los últimos años, y otros pensaban que este accidente los había puesto en peligro ante la inminente investigación, mientras otros, los menos, permanecían fieles a su criterio, el criterio de Francesco Scarampa, el todavía jefe de la familia. Él, sin embargo, sabía que no podía dejar pasar demasiado tiempo antes de iniciar un proceso de disgregación que diera como resultado un reparto de territorio y áreas de negocio, y que este proceso debería ser iniciado por él si quería conservar el liderazgo familiar. Por ello la nueva línea de negocio que era el tráfico de arte y en cuyo desarrollo jugaban un papel crucial los documentos del registro de Alt Ausee, se había convertido en la baza secreta que él habría de jugar cuando se abriera este proceso, pero había de conocer su contenido para calcular con - 187 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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exactitud la disposición del tablero de ajedrez que sería aquel reparto, y sus opciones de salir triunfante. Ahora, mientras sentía en su pecho el calor del aliento de Susana y deslizaba con suavidad sus manos por su femenina espalda, estaba decidido a intervenir directamente y utilizar todos los medios a su disposición, sutiles o brutales, para conseguir que el profesor les entregara los documentos. No obstante, habiendo subestimado su propia debilidad, no pudo menos que transigir cuando ella repitió: - Déjame intentarlo una vez más. Tal vez cuando hable esta vez con él entre en razón. - De acuerdo. Pero sólo puedo darte veinticuatro horas. No podemos dilatarlo más. Había concedido aquel margen de tiempo más por la esperanza de acabar de convencer a su indecisa amante que por la confianza en que aquella conversación con el profesor Serva arrojara resultados diferentes a las anteriores. Sin embargo, a media tarde recibió una llamada de Susana. - ¡Lo hemos conseguido! –dijo ella eufórica al otro lado de la línea-, mañana tendremos lo que queremos. - ¿Qué es lo que hemos conseguido? - ¡El registro de Alt Ausee!, el profesor revisará esta noche, en su casa los cuadernillos, y mañana pondrá un precio sobre la mesa. - Ya entiendo –dijo él con tono deliberadamente seco-. - ¿Qué te pasa?, ¿acaso no te alegra? - Tal vez sí, o tal vez no. Antes sabíamos que el profesor guardaba los documentos en algún sitio alejado de sí y que, por lo tanto, no corrían peligro, pero ahora me dices que va a volverlos a tener en sus manos. Si decide destruirlos, como en una ocasión él mismo aseguró que haría, esta noche correrán auténtico peligro. - ¿Entonces? –el titubeo de su voz indicó que comenzaba a comprender-. - Creo que no debemos esperar a mañana. La negociación habrá de llevarse a cabo esta misma noche. - Francesco, por favor... –la voz de Susana se ahogó en su propia garganta- Vamos simplemente a cerrar un trato. Si realmente va a vender, esta noche será el momento de hacerlo, pero en caso contrario... Él mismo elegirá su destino. - 188 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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Sabía, cuando colgó, que Susana lloraba, pero también estaba seguro de que no suponía un peligro, por el momento. Aquella noche, mientras Enzo se encargaba del profesor, él distraería su mente invitándola a cenar en el restaurante más lujoso de la ciudad. Pero en aquel momento debía ponerse en contacto urgentemente con Enzo si quería aprovechar aquella oportunidad.

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