Las mlnas gup mutl lan
la tnocencn Los campos minados son un enemigo invisible en los países pobres. Existen millones de artefactos activos, algunos desde la Segunda Guerra Mundial. En Camboya, dos o tres personas
al día son víctimas de la explosión de minas terrestres.
La
mayoría pierde la vida, muchos quedan mutilados. Los niños son un blanco perfecto y los esfuerzos civiles por desactivar-
las parecen inútiles: hay millones por colocar en el mundo,
c0m0 documenta
el autor en este reportaje desde
Battambang, en aquel país asiático.
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TExro y
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VIETNAM
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Golfo de Tailandia
{Abajo) Neng se cJivierte tornando fotos al autor de este reportaje. En la página siguientei, con dos de sus companeros improvisando un juego tie g:olo. Los niños aprenden materias básicas, inglés y algunos oficios para volverse autosuficientes. causó Ia muerte de entre
MALASIA
uno y tres millones de
a
sus compatriotas, de 197ó 1979. Todos metieron
SINGAPUR
a
a
las manos... y los camboyanos las perdieron. Con las piernas. Y la vida.
!s
Las minas antipersonales son armas que no respetan edad, sexo
difícil no emocionarse con una ale-
Egría tan contagiosa. Tiene toda la confianza del mundo, habla conmigo como si me conociera de siempre, trata de tomarme una foto con un celular, juega con sus
ni condición: matan
Io
mismo a amigos que
a
enemigos, a inocentes y
compañeros con entusiasmo, y salta, empuja y se carcajea con Elena, la joven
a los propios asesinos. En el fragor de la guerra, Ios ejércitos rivales están tan concentrados
médica española. Neng se hace querer por todos. Y se acerca a ella como se lo permiten sus muñones, a acariciarle el cabello con su mano de palo y a hacerse apapachar
en eliminarse mutuamente que siembran minas sin control. No
como a él le gusta. Lo admirable de su espontaneidad y buen humor es que sean tan vivos a pesar de que la tragedla que destruyó sus
sobre la cantidad de aparatos
miembros ocurrió hace sólo nueve meses.
dónde los enterraron. No
Tenía catorce años cuando pasó. Hijo de padres separados, un tío de una provincia cercana lo invitó a trabajar con él en el corte de leña. Chico esforzado, podía enviar algún dinero a casa y su hermano mayor se le sumó. Un día en que el tío estaba fuera, los dos muchachos fueron a laborara una zona que sabían que estaba minada. Neng estaba nervioso y di¡o que ya habían reunido suficiente madera. El otro quiso seguir un poco más. Cuando empezaton a limpiar el árbol que habían ürado, se escuchó la
cuando explotan bajo sus pies. Lo peor de todo es que el conflicto bélico se acaba, ios combatientes se van a casa... y las minas siguen ahí. Cuando ya nadie se acuerda de quiénes eran los que peleaban ni por qué, estas armas siguen explotando. En Libia y Egipto todavía se registran muertes causadas por minas que fueron colocadas en la Segunda Guerra
Mundial, hace seis décadas.
Pobreza y minas
explosión. El hermano quedó herido, pero completo. Neng perdió las dos piernas y un brazo.
Con diez años, Rafita es otra niña encantadora, alegre
y Un arma criminal Las guerras recientes de Camboya, que se extienden en términos generales desde 1939 hasta 2002, se encuenüan entre las más trágicas del siglo xx. Parece que todo el mundo meüó la mano aquí en un momento u otro: franceses, japoneses, estadunidenses, tailandeses, vietnamitas, chinos, rusos... también hicieron su parte 1os
movimientos políticos locales, en parücular el partido extremista del Khmer Rouge, que por cuenta propia
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se tienen cifras exactas ni datos precisos sobre se los ve. Uno se entera
entusiasta. No así su historia. Su nombre real es
Tang. Ratita es el apodo que le puso el obispo católico de Ia ciudad de Battambang, Kike Figaredo. Ella es la menor de su familia, extremadamente pobre y abandonada por el padre cuando todos eran pequeños. Su hermano mayor, Ree, solía úabajar para gente de Tailandia en la frontera con ese país. Entre sus vecinos, y a pesar de ser herederos de una cultura muy rica, los camboyanos son vistos con desprecio. Son débiles y no tienen dinero. Ree fue asesinado por el
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ejércrte'r tarl¡ndés ba;o sospecha de robo. Sin juicio, sin
A la madre, Tha, srlier ie quedó ilorarlo. Tres nresc-s después de la muerte de Ree, la hermana que le seguía en edad, Nhan, también falleció. Una mañana fue ten-lprano a recolectar basura en el bosque. La otra hermana, Gha, corrió a avisar a su madre que escuchó una explosión. El día avanzaba y no se sabía nada de Nhan Lang Tho empezó a sospechar que podía haber r-rna relación entre el evento y la ausencia. Fue a buscar a la persona que compra la basura que traen los pobres. No había r¡isto a su hi;a. Le costó encontrar ayuda para ir a revisar el sitio de Ia explosión, pues todos tenían miedo. Cuando finalmente lo hicieron, encontraron e1 cr-rerpo de la niña desangrada. Habían llegado demasrado t.rrde. La madre se volvió alcohólica de dolor. La p,,.breza obir,ea a enfrentar el peligro es inevitable. Antc' la ar-nenaza de perecer de hal-r-rbre, \'Lrilre' ron a recorrer hs espesuras. Era febre¡o de 2t-')0 j fierl¡.i pisó la mtna Perdrei e] ...u..ctrtlterttLr Lanq Thu¡ quedti gravemente herida. Por fortuna, al-{nr-rts aldeanos estaban cerca y alcanzaron a llevarlas al hosprtal. Rarir.r tenía nueve años cuando perdió la pierna. piedad. Nur-rc.r devolvieron su cuerpo. Lor-rg
N/INAS EN CAIVBOYA 51
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Hoy no pone cara de víctima. Le pido que me muestre su prótesis para fotografiarla y lo hace, muer-
ta de Ia risa. Es feliz en el Centro Arrupe
de Battambang, donde el padre Kike, Elena, el jesuita filipino Gabbi y algunos voluntarios educan a niños víctimas de Ias minas. "Yo los amo , me sorprende Ratita al hablar en castellano. Kike, de origen español, lo enseña junto con el inglés, materias básicas y oficios.
Minar el mundo Por cada 10 mil personas, Camboya tiene 2ó amputados por mina. La segunda tasa más alta del globo, después de Angola (30) y antes de Afganistán (1ó), el Kurdistán iraquí (10)y Vietnam (8). Su costo económico es enorme. pues tienden a inutilizar enormes superficies que no pueden ser habitadas ni trabajadas. En Libla, por e¡emplo, 27 por ciento de la tierra arable es zona de pehgro desde la Segunda Guerra Mundial. Se estima que hay ll0 miliones de minas activas en 70 países del mundo, esperando bajo tierra el paso de un infortunado. Esto es equivalente a una por cada 50 personas en el mundo. Otras 110 millones están
en los arsenales, esperando a ser colocadas. Cada mes, en promedio, dos mil personas son víctimas de accidentes de minas, de las que unas 800 mueren. El resto quedan mutiladas. En Camboya, el promedio es de 2.5 incidentes cada día. La mayoría de los afecta-
dos son civiles, principalmente mujeres y niños. Las campañas de desminado retiran unas 100 mil anualmente. A este ritmo, tardarían 1,100 años en liberar ai mundo de ellas. Lo peor es que, también cada año, dos millones más son plantadas. Las minas más comunes
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tienen un precio de entre 3 y 30 dólares cada una.
Extraerlas cuesta 50 veces más. Por cada cinco
mil minas
retiradas. un desminador muere. Los jesuitas tienen un proyecto propio de para saciar su hambre. Vivía siempre bajo la presión de ser humillado por los demás.
desminado en Camboya.
En 25 hectáreas, dice el
"siempre que me encontraba en un grupo de gente, me miraba a mí mismo y yo era el más feo. Ellos olían bien y estaban limpios mientras yo me arrastraba sobre mi trasero, apestaba, estaba sucio y tenía costras en la piel. Era un parásito".
obispo Kike, se demoraron cuatro meses para limpiar 140 minas, a un costo de mil dólares cada una. Al paso en que van las distintas organízac\ones que realizan esta tarea en el país (varias ONG y el gubernamental
Cambodia Anti-mine Action Center), añade
Gabbi, "vamos a tardar 200 años".
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Tal vez por la falta de experiencia de vida, los niños afectados por minas mantienen una esperanza que a los adultos les cuesta alcanzar. Hay Loeuth tuvo que enfrentar la realidad del amputado en una sociedad sin servicios de atención social, como es Camboya. "Me dañaba el corazón ver a los demás a mi alrededor, tan felices. No tenía más fuerza para Iuchar y seguir en este mundo. ¿Vivir para qué? Sólo por un poco de comtda y esperar a que terminara el día". Un granjero que encontró una mina consiguió desenterrarla y colocarla en otro sitio, por donde se metía ganado ajeno a sus tierras. La víctima no fue una vaca, sino Hay. No recuerdazzzzzzz la fecha con precisión, qero
oturió
a.
rned\adas de lqs
9Q,
cuando la gue-
tra cwi\ seguia a(asando regiones del país' Hay ioeuth perdió Ia autoestima y se llenó de cobardíá, miedo
y
desespetación. En su mente sólo
"kyum chhunpika", que en idioma sonaban las palabras "soy un amputado". No podía conseguir significa khmer
trabajo eñ el campo o las fábricas y tenía que mendigar
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Su único alivio estaba en pensar que las piernas Ie volverían a salir cuando se acabara Ia guerra. "Pero llegó lo que llamanpazy mis piernas no crecieron". Lo que sí trajo el fln del conflicto fue la relajación de las restricciones, la entrada de ONG extranjeras de ayuda social y la reaparición del turismo. Hay Loeuth fue enrolado en un proyecto de fabricación de artesanías por discapacitados. Ahora tiene
una silla de ruedas
y
gana su propio sustento.
"Recuperé la dignidad".
Lamentablemente, su caso y el de sus compañeros es excepcional. La regla es que \a gran mayoría de quienes tienen deficiencias físicas carezcan de trabajo y de atención. Las calles de Phnom Penh, la
capital del país, están llenas de niños, adultos y mayores con deformaciones congénitas o causadas por enfermedades y accidentes. Sólo mendigando pueden sobrevivir. i:,i.'¡*er V querer - ,Sot es un quinceañero, como Nieng lI":. j sus amigos le dieron una cosita metá\rca' ::de un dedo, que habían encontrado ,v cc: -' : ban jugando. Se trataba de un UXO, Ll e:'-:-:i detonar. Un proyectil que fue disparadc '.- r't = Ellos no Io sabían. A Sot se le ocurrió trli;r -: golpeándolo contra un árbo1.
-
miltln
q -ü'
que busca una pieza y se la quiero acercar Elena mueve 1o puede hacer". Cr-¡n los dos muñones de lo que queda de sus brazos, la lelanta, traslada, coloca en el sitio adecuado y acor-noda con precisión. Elena y Gabbi tienen una gran confianza en el futuro de los niños que cuidan v educan en el Centro Arrupe. Pregunto cómo r¡an a sobrevivir cuando sean adultos y tengan que enfrentarse solos a la vida en este país pobre y semidestruido. donde si algo sobra no son empleos. "Eilos pueden", sonríe Elena. "Hay gente que tiene
Ia cabeza' "Él
todos sus mler¡bros y no hace nada. Estos chicos van a salir de aquí con educación, autoestima y motivación, porque les damos amor'. Miro a los niños. Con entusiasmo y buen humor, han dejado de ¡ugar y ahora arreglan el patio. Nieng acomoda las macetas. Ratita retira la red de voleibol. Sot acomoda una escoba entre sus muñones y barre. Otros más también ayudan. Saben que pueden hacer las cosas. Lo que es
me;or, quleren hacer las cosas. Ríen tanto que yo mismo me descubro nendo sin un motivo particular. A pesar de sus tragedias, tratan de ser felices. 56 DIA SIETE 322