LA SOCIOLINGUISTICA [Louis Jean Calvet, La sociolinguistique, París, P.U.F, 2ª ed. 1996 (capítulos I a III).
Traducción y adaptación de C.R.Luis]
“Del hecho de que la lengua es un fenómeno social resulta que la lingüística es una ciencia social, y el único elemento variable al que se puede recurrir para dar cuenta del cambio lingüístico es el cambio social” A. Meillet, 1906.
Cap. I La lucha por una concepción social de la lengua 1. Saussure/Meillet: el origen del conflicto 2. Las posiciones marxistas sobre la lengua 3. Bernstein y los handicaps lingüísticos (15ss) Basil Bernstein, en 1965, es el primero en dar cuenta a la vez de las producciones lingüísticas reales (cosa que hacían, aunque muy poco, los autores que se inspiraban en el marxismo) y la situación social de los hablantes. Él parte de la comprobación de que los niños de clase obrera presentan una tasa de fracaso escolar mucho más importante que los de las clases acomodadas. Analiza entonces producciones lingüísticas de niños y define dos códigos: el código restringido, el único que dominan los niños en los medios desfavorecidos, y el código elaborado, dominado por los de las clases acomodadas, que también dominan el primero. La ilustración más conocida de esto es un experimento en el que se pide a niños que describan una tira de historieta dibujada sin palabras. Los niños provenientes del medio desfavorecido producen un texto que tiene poco o ningún sentido sin el apoyo de las imágenes: “Juegan al fútbol, él patea, eso rompe un vidrio, etc.”; mientras que los niños de clase acomodada producen un texto autónomo: “Unos chicos juegan al fútbol, uno patea, la pelota golpea una ventana y rompe el vidrio, etc.”. Los dos códigos se distinguen además por las formas gramaticales. El código restringido se caracteriza por frases breves, sin subordinación, y por un vocabulario limitado, y los locutores son por eso muy limitados en su aprendizaje y su visión del mundo. (…) La tesis principal de B. es que el aprendizaje y la socialización están marcados por la familia en que los niños se educan; que la estructura social determina entre otras cosas los comportamientos lingüísticos. Se criticó enseguida a B. su oposición binaria entre dos códigos: ¿no habría más bien un continuo? W. Labov, que trabaja sobre el habla de los Negros americanos es quien más desarrolló la crítica, mostrando que B. no describía verdaderamente dos códigos, sino más bien dos estilos. “Habremos hecho un avance –afirma Labov- cuando lleguemos a distinguir en el estilo de la clase media aquello que responde a moda y aquello que realmente ayuda a expresar las ideas con claridad”.
4. William Bright “Es posible que la sociolingüística entre en una era de progreso rápido: podemos esperar que la lingüística, la sociología y la antropología sentirán los efectos de ese progreso.” (1966). Bright no concibe la sociolingüística sino como un enfoque de los hechos de que viene a complementar las disciplinas mencionadas. Es esta subordinación que poco a poco se va a desvanecer con Labov. 5. William Labov: la sociolingüística y la lingüística “Meillet, contemporáneo de Saussure, pensaba que el siglo 20 vendría a elaborar un procedimiento de explicación histórica fundado en el cambio lingüístico en tanto éste se inserta en las transformaciones sociales. Pero los discípulos de Saussure (…) se concentraron en rechazar esta concepción, insistiendo en que la explicación lingüística debía limitarse a las interrelaciones de los factores estructurales internos. Con eso no hicieron más que seguir el espíritu y la enseñanza saussereanos. En efecto, un examen más profundo de los escritos de S. muestra que, en él, el término “social” significa simplemente “pluri-individual” y no sugiere nada de la interacción social en sus aspectos más extendidos.” Y más adelante, después de presentar los ejemplos fonológicos de la influencia negra en el dialecto de Nueva York: “Ejemplos como estos dan peso a lo que afirmaba Meillet, que conviene buscar la explicación de la irregularidad de los cambios lingüísticos en las fluctuaciones de la composición social de la comunidad lingüística.” Cuando publica, en 1966, el estudio sobre la estratificación social de /r/ en los grandes tiendas neoyorkinas, podemos ver allí una retomada de las ideas de Meillet: “El estudio de la lengua en su contexto social”. Y este pasaje muestra claramente el vínculo que une a Labov con M.: “nuestro objeto es la estructura y evolución del lenguaje en el seno del contexto social formado por la comunidad lingüística. Los temas considerados provienen del dominio ordinariamente llamado ‘lingüística general’: fonología, morfología, sintaxis y semántica. Si no fuera necesario marcar el contraste entre este trabajo y el estudio del lenguaje fuera de todo contexto social, yo diría sin problemas que en él se trata simplemente de lingüística”. En eso está la afirmación de un principio según el cual no es posible distinguir entre una lingüística general, que estudiaría las lenguas, y una sociolingüística, que tomaría en cuenta el aspecto social de las lenguas: en otros términos, la sociolingüística es la lingüística. Labov radicaliza así a Meillet, al llevar a fondo la asunción de la lengua como hecho social. Pero a diferencia de M., comparatista que trabajó sobre todo con lenguas muertas, L. trabaja sobre situaciones concretas contemporáneas; se plantea problemas metodológicos de la encuesta; en suma: construye un instrumento de descripción que intenta superar, integrándolos, los métodos heurísticos de la lingüística estructural. De sus estudios nacerá la corriente conocida como “Lingüística varacionista”.
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Cap. II Lenguas en contacto En el mundo hay entre 4 y 5000 lenguas diferentes y alrededor de 150 países. Habría pues en teoría alrededor de 30 lenguas por país, y si la realidad no es en este punto sistemática (ciertos países tiene menos de eso, otros mucho más), no es menos cierto que el mundo es plurilingüe en cada uno de sus puntos y las comunidades lingüísticas se flanquean y superponen sin cesar. Este plurilingüismo hace que las lenguas estén permanentemente en contacto. El lugar de esos contactos puede ser el individuo (bilingüe o en situación de adquisición) o la comunidad. El resultado de esos contactos es uno de los primeros objetos de la sociolingüística. 1. Préstamos e interferencias “La palabra interferencia designa una reacomodación de estructuras que resulta de la introducción de elementos extranjeros en los dominios más fuertemente estructurados de la lengua, como el conjunto del sistema fonológico, una gran parte de la morfología y de la sintaxis y ciertos dominios del vocabulario (parentesco, color, tiempo, etc.)” (U. Weinrich, Languages in Contact, 1953). Pero Weinrich sólo utiliza este término (contacto) en referencia al individuo bilingüe —es decir, cuando son utilizadas alternativamente por la misma persona—, no al problema de las lenguas en contacto en la sociedad. Tipos de interferencia: fónicas, sintácticas y lexicales. Ejemplo de interferencia fónica: cuando un hablante de español elimina la diferencia, en inglés, de /i:/ e /i/ (sheet; shit). De interferencia sintáctica: un italiano puede decir en francés sonne le télephone, según el modelo suona il telefono. Las IL más simples son los llamados “falsos amigos”: estar direito, de los portugueses de EU, por traducción directa de to be right (tener razón). El vivoir de los francoparlantes de Quebec, por salon (living room). Pero la interferencia lexical es sobre todo frecuente cuando las dos lenguas no organizan del mismo modo la experiencia vivida. En francés de África: gagner es usado con un sentido muy amplio (tener, poseer) según el modelo de ciertas lenguas africanas que sólo tienen un verbo para esas nociones (ma femme a gagné petit). Llevada al límite de su lógica, la interferencia lexical puede producir el préstamo: antes que buscar en su un equivalente difícil de encontrar de una palabra de la otra [chauffeur], los hablantes usan esa palabra adaptándola a su propia pronunciación [chofer]. El préstamo es un fenómeno colectivo; todas las lenguas ha tomado préstamos de lenguas vecinas, aun de forma masiva (el inglés tomó del francés gran parte de su vocabulario). Tanto que podemos asistir a reacciones nacionalistas contra los préstamos. 2. Las lenguas aproximativas Cuando un locutor se encuentra en una comunidad cuya lengua no conoce, este plurilingüismo adopta formas diferentes. (1) persona de pasaje que intentará recurrir a una tercera lengua conocida por él y por la comunidad que lo rodea: lengua vehicular; (2) persona que tiene la intención de permanecer en esa comunidad y deberá adquirir la lengua de la comunidad receptora, 3
situación en la que se encuentran los trabajadores migrantes. (ejemplo, p. 27, de española que habla en francés) Esta situación puede concernir a un grupo, no ya a un individuo, confrontado a otro grupo que no habla su lengua y sólo habla la propia. Si no hay tercera lengua disponible y sí la necesidad de comunicarse, los dos grupos inventarán otra forma de lengua aproximativa. Ejemplo, la lingua franca, hablada hasta el siglo XIX en los puertos del Mediterráneo: forma lingüística a base de italiano con un vocabulario tomado en préstamo de otras lenguas de esa región. (ver texto de Molière en sabir, p. 28). Se trata de un sistema extremadamente restricto: algunas estructuras sintácticas y un vocabulario limitado a las necesidades de comunicación concretas. Pero cuando esas formas cubren situaciones de comunicación más amplias y su sistema sintáctico es más nutrido, hablamos de pidgins. El primer ejemplo es el pidgin english, desarrollado en los contactos comerciales entre ingleses y chinos, en las costas del mar de China (pidgin sería una deformación de business). Estas formas no están destinadas a desarrollarse hacia una mejor práctica de la lengua; son simples auxiliares, y se las utiliza en una situación de contacto. 3. Mezclas de lenguas (code mixing), alternacias de código (code switching) y estrategias lingüísticas Se producen en el enunciado; es decir, producen enunciados “bilingües”. Más que interferencias, son collages, pasajes de una lengua a otra en un punto del discurso. En el code mixing el pasaje se produce dentro de la frase, en el c.s., de una frase a otra. Ver los ejemplos pp. 30-33. Las mezclas y las alternancias pueden tener funciones diversas (en los ejemplos: burlarse “gentilmente” de la lengua del otro, decidir de común acuerdo cuál será la lengua de la interacción, mostrar la competencia en la lengua del otro), pero en todos los casos, el contacto lingüístico produce situaciones en las cuales el pasaje de una lengua a otra reviste una situación social. En todos los ejemplos, la comunicación se produce a pesar del multilingüismo o, mejor, bajo la forma de una “elaboración” del plurilingüismo. Pero el bilingüismo social no es siempre tan armonioso, también puede ser conflictivo. 4. La formación de lenguas criollas (creolles) Además de interferencias, alternancias y estrategias, el contacto entre lenguas genera sobre todo un problema de comunicación social. Una respuesta a este problema son las lenguas aproximativas que se caracterizan por no ser primera lengua de nadie. Pero ciertas situaciones sociales e históricas hacen que las lenguas primeras pierdan su eficacia comunicacional cuando las poblaciones se mezclan a tal punto que nadie habla la lengua del otro. Ejemplo: en los desplazamientos de esclavos de África hacia las islas, donde los negros, de orígenes diferentes, mezclados en las plantaciones, ya no podían comunicarse en sus lenguas primeras y tuvieron que crearse una lengua aproximativa, un pidgin. Para algunos, una lengua criolla es un pidgin que se tornó vernacular (es decir, la lengua primera de una comunidad y que tiene así un léxico extendido, una
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sintaxis elaborada y variados dominios de uso). Se caracterizaría por un vocabulario tomado en préstamo de la lengua dominante, la de los dueños de las plantaciones, y una sintaxis basada en la de las lenguas africanas. Otros piensan que no se pueden probar los vínculos entre la gramática de las l.c. y la de las lenguas africanas y se inclinan, entonces, por una aproximación de aproximación. Así, Robert Chaudenson, basándose en la l.c. de La Reunión, sostiene que en un primer tiempo los esclavos, reducidos en número y viviendo cerca de sus amos adquirieron un francés sumario (“aproximación al francés”); en un segundo momento, al multiplicarse el número de esclavos, los recién venidos aprendieron el “francés” de los esclavos más viejos, adquiriendo así una aproximación de aquella aproximación. Esto se habría realizado en tres fases. En la primera, los esclavos realizaron la aproximación al francés pero usando al mismo tiempo su lengua de origen. La segunda, con el desarrollo de cultivos coloniales se importa nueva mano de obra esclava, lo que disminuye la proporción de blancos respecto de la población total. Lo esclavos nuevos tienen ahora menor contacto con los blancos. Los más antiguos, domésticos o capataces, les trasmiten su conocimiento de francés. En una tercera fase, la l.c. se establece definitivamente como un código separado del francés, en el seno de una relación de diglosia. [otra explicación: Derek Bickerton propone la existencia de un “bioprograma” innato en cada individuo que se activa y da origen a una lengua criolla en las situaciones sociales como las descriptas, y cuando la lengua dominante es transmitida imperfectamente] 5. Las lenguas vehiculares En la emergencia de las lenguas criollas hay dos cosas implicadas: un grupo dominante y minoritario (y la lengua de ese grupo); una mayoría de esclavos dominados que no tienen una lengua común. Pero hay otras situaciones de plurilingüísmo que generan dificultades de comunicación; en este caso, entre grupos homogéneos que tienen sus propias lenguas. Ejemplo de Dakar (Senegal), con siete lenguas principales, todas primeras o maternas. Las lenguas minoritarias (peul, 17%; diola, 3%) son habladas por locutores que vienen de regiones donde esas lenguas son mayoritarias. Pero esos locutores ¿en qué lengua hablan cuando se encuentran? La respuesta está en un estudio hecho en el mercado central de Dakar: sólo tres lenguas son usadas en las interacciones comerciales, y de ellas el wolof, mayoritaria en la ciudad (61%), es la dominante. Es decir, gente que no tiene el wolof como primera lengua la utiliza para comunicarse con otros que tampoco la tienen como primera lengua. Esta es la definición de lengua vehicular: una lengua utilizada para la comunicación entre grupos que no tienen la misma primera lengua. Otros ejemplos: el swahili, del Este de Africa, el quechua en la cordillera de los Andes (?), etc. En todos estos casos, la emergencia de una lengua vehicular es la respuesta que la práctica social y comunicativa de los locutores da al problema planteado por el plurilingüísmo de la comunidad. Esta respuesta se puede concretar de dos formas: (1) la lengua vehicular puede ser la de uno de los grupos en situación (el wolof en Senegal); (2) la lengua vehicular puede ser una lengua “creada”, compuesta por préstamos de los diferentes códigos en situación (el munukutuba en el Congo).
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Es interesante estudiar los vínculos entre forma y función que nos revela el fenómeno vehicular. Se ha observado que las lenguas se “simplifican” cuando cumplen la función de lenguas vehiculares. La noción de simplificación, entiéndase bien, no es muy científica; la utilizamos aquí para designar el hecho de que el sistema gramatical de la lengua vehicular se reduce, se regulariza. Así, una lengua puede tener un sistema más complejo en el ambiente donde es primera lengua que en el ambiente plurilingüe donde funciona como vehículo de comunicación. El hecho de que la función de una lengua pueda influir en su forma es uno de los descubrimientos fundamentales de la sociolingüística. 6. La diglosia y los conflictos lingüísticos El concepto fue introducido por Ch. Ferguson en un artículo de 1959: coexistencia en una misma comunidad de dos formas lingüísticas que él llama “variedad baja” y “variedad alta”. Ilustra esto con cuatro ejemplos: arabófonos (dialecto/árabe clásico), Grecia (demotikí/katharevoussa), Haití (lengua criolla/francés), y la parte germanófona de Suiza (alemán suizo/Hochdeutch). Ferguson caracteriza las situaciones de diglosia por los siguientes rasgos: (1) repartición funcional de los usos: se usa la variedad alta en la iglesia, en las letras, en los discursos (públicos), en la universidad; mientras que la variedad baja se usa en las conversaciones familiares, en la literatura popular, etc. (2) la variedad alta goza de un prestigio social del que no goza la variedad baja. (3) la variedad baja es adquirida “naturalmente” (es la primera); la alta, en la escuela. (4) la variedad alta está fuertemente estandarizada (gramáticas, diccionarios). (5) la situación de diglosia es estable, puede durar siglos. (6) Estas dos variedades de una misma lengua, ligadas por una relación genética, tienen una gramática, un léxico y una fonología relativamente divergentes. Años más tarde, J. Fishman (1967) retoma el problema ampliando la noción de diglosia. Primero, distingue entre bilingüismo, fenómeno individual, y la diglosia, fenómeno social. Segundo, puede haber diglosia entre más de dos códigos, y estos no tienen necesariamente que tener un origen común, una relación genética. Es decir, cualquier situación colonial que, por ejemplo, ponga en contacto una lengua europea y una africana, produce diglosia. Luego, Fishman distingue algunas situaciones típicas: 1. bilingüismo con diglosia: todos los miembros de la comunidad conocen la forma alta y la forma baja (español y guaraní en Paraguay). 2. bilingüismo sin diglosia: hay muchos individuos bilingües en una comunidad, pero hay alternancia de código en usos específicos. 3. diglosia sin bilingüismo: hay una repartición funcional de los usos entre dos lenguas, pero un grupo sólo habla la forma alta, y el otro sólo habla la forma baja (el caso de la Rusia zarista: la nobleza habla francés, el pueblo, ruso).
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4. ni diglosia ni bilingüismo: hay una sola lengua; esta situación sólo es imaginable en una comunidad muy pequeña. Pronto surgieron críticas, ya que tanto Ferguson como Fishman tendieron a subestimar los conflictos que se dan en las situaciones de diglosia; ambos daban a entender que esas situaciones eran armoniosas y durables. Pero la diglosia está en permanente evolución. El caso de Grecia, por ejemplo: 30 años después de Ferguson, el demotikí, variedad baja, ya se había convertido en lengua oficial, y la variedad “alta” pronto será una lengua muerta. Y, en general, la historia nos muestra que muy a menudo el porvenir de las variedades “bajas” es tornarse variedad “alta”, como fue el caso de las lenguas románicas frente al latín. Para comprender el éxito del concepto de diglosia en la sociolingüística hay que tener en cuenta el momento en que fue lanzado. En la época de las independencias africanas, muchos países tenían una situación lingüística compleja: plurilingüísmo, por una parte, y dominio oficial de la lengua colonial, de otra. La diglosia tendía a presentar esta situación como normal, estable, a ignorar el conflicto lingüístico de que ella era testigo; a justificar, de alguna manera, que nada cambiara (cosa que, por otra parte, ocurrió en la mayoría de los países descolonizados). Estas relaciones entre ciencia e ideología, vemos, son algo frecuente.
Cap. III Comportamientos y actitudes Una crítica que se puede hacer a las definiciones de la lengua como “instrumento de comunicación es que dan a entender una relación neutra entre el hablante y su lengua. Hay, en efecto, todo un conjunto de actitudes, de sentimientos de los locutores frente a las lengua s, a las variedades de lengua y a los que las utilizan; esto hace superficial el análisis de la lengua como simple instrumento. Además, las actitudes lingüísticas repercuten en el comportamiento lingüístico. 1. Los prejuicios La historia está llena de proverbios y anécdotas que expresan los prejuicios de las diferentes épocas respecto de las lenguas. Se cuenta que Carlos V hablaba en francés a los hombres, en alemán a sus caballos, en italiano a las damas y en español a Dios. Otro proverbio: “la lengua alemana gruñe, la inglesa llora, la francesa canta, la italiana histrioniza y la española habla”. Sobre esto comenta un lingüista: “estamos aquí en la frontera donde los estereotipos lingüísticos y nacionalistas se confunden.” Vemos también que los juicios sobre las lenguas apuntan a otro blanco: sus hablantes. Estos prejuicios no conciernen sólo a las lenguas, sino igualmente a sus variedades geográficas, que el sentido común suele clasificar según una escala de valores. Así, la división de las formas lingüísticas en lenguas, dialectos y patois es ella misma considerada, de modo peyorativo, como equivalente de las divisiones sociales, fundadas también en una visión peyorativa: a la lengua le corresponde una comunidad “civilizada”, a los dialectos y patois comunidades de “inferiores”. 7
Otros estereotipos se refieren al “hablar bien”. En todos los países se dice que hay un lugar en el que la lengua nacional es pura (Toledo, para los españoles; Anjou, para los franceses); que existen acentos desagradables y otros harmoniosos, etc. Y por detrás de estos estereotipos se perfila la noción de buen uso, la idea de que hay maneras de hablar bien la lengua y otras que, por comparación, son condenables. Así, en todos los hablantes se encuentra una especie de norma espontánea que les hace decidir que tal forma debe ser proscripta, tal otra, admirada: no se dice así, se dice de este modo. La norma espontánea varía, como la lengua geográfica, social e históricamente de la misma manera: no son las mismas las actitudes lingüísticas de la burguesía y de la clase “baja”, las de Londres o las de Escocia, las de hoy y las de hace un siglo. Lo que interesa a la sociolingüística es el comportamiento social que la norma espontánea puede entrañar. Puede tener dos tipos de influencia en los comportamientos lingüísticos; uno concierne a la manera como los hablantes consideran su propia manera de hablar, el otro concierne a las reacciones de los hablantes respecto del habla del otro. En un caso se valoriza la práctica lingüística propia o, al contrario se intenta modificarla para adecuarse a un modelo prestigioso; en el otro, se juzga a la gente por su manera de hablar. 2. Seguridad/inseguridad Comencemos por un ejemplo simple, el de la relación que los hablantes pueden tener con determinadas pronunciaciones de su lengua. [Ejemplo del estudio de P. Trudgill realizado en la ciudad británica de Norwich sobre la diptongación o no diptongación de /u/, /ju:/ vs. /u:/. P. 48ss.] Al cruzar los datos con la variable sexo, Trudgill obtiene resultados sorprendentes [ver], que comenta de este modo: “Podemos decir que las mujeres, en muy numerosos casos, se definen a sí mismas como utilizadoras de las variantes más prestigiosas cuando no lo hacen realmente, sin duda porque querrían usarlas o piensan que deberían hacerlo o que realmente lo hacen. Es decir, los hablantes se consideran como usuarios de la forma a la que aspiran y que para ellos tienen connotaciones favorables, más que la forma que usan realmente.” Por otro lado, la variable sexo nos muestra aquí la existencia de actitudes diferentes de hombres y mujeres respecto del comportamiento social. ¿Pero que significa esa diferencia de actitudes? Veamos un sugestivo pasaje de Pierre Bourdieu (1982) : “Se entiende así que, como los sociolingüistas lo ha observado, las mujeres estén más dispuestas a adoptar la lengua legítima (o la pronunciación legítima): es decir, que son propensas a la docilidad respecto de los usos dominantes y por la división del trabajo entre los sexos, que las especializa en el dominio del consumo, y por la lógica del matrimonio, que para ellas es la vía principal, si no la exclusiva, del asenso social; vía por la que se mueven de abajo hacia arriba. Se comprende entonces que estén predispuestas a aceptar, ya desde la escuela, las nuevas exigencias del mercado de bienes simbólicos.” Si bien Bourdieu no está interesado en el problema de las actitudes tal como lo tratamos aquí, su visión muestra que el comportamiento lingüístico está vinculado con un comportamiento social más amplio. Podría agregarse, a
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ese respecto, que los hombres no sienten la necesidad de poner en cuestión su forma de hablar, al que estiman legítimo. Y estas dos interpretaciones complementarias nos llevan a la oposición seguridad/inseguridad lingüísticas. Hablamos de seguridad lingüística cuando, por razones sociales varias, los locutores no se sienten cuestionados por su modo de hablar, cuando consideran su norma como la norma. Y hay inseguridad lingüística cuando los locutores consideran su manera de hablar como poco valorizante y tienen en mente otro modelo, más prestigioso, pero que no practican. 3. Hipercorrección / hipocorrección Creer que hay una manera prestigiosa de hablar su lengua implica, si no se posee esa forma de hablar, que se intenta adquirirla. Un buen ejemplo se encuentra la obra Pigmalión de Bernard Shaw (adaptada al cine como “Mi bella dama”). Dice la protagonista: “Quiero ser una dama y trabajar en una florería elegante, en lugar de vender flores en el mercado”. Y Shaw describe, de paso, los sentimientos lingüísticos de los británicos ante una pronunciación fuertemente desvalorizada, el cockney. Ese movimiento tendencial hacia la norma puede engendrar una restitución exagerada de formas prestigiosas: la hipercorrección. Esta se manifiesta, sobre todo, en la voluntad de ciertos hablantes de imitar la forma prestigiosa y, al hacerlo, suelen “cargar las tintas”. Esta práctica puede corresponder a estrategias diferentes: hacer creer que se domina la lengua legítima o bien hacer olvidar el propio origen social. La hipercorrección puede ser testimonio de inseguridad lingüística: por considerar poco prestigiosa la propia forma de hablar se intenta imitar de manera exagerada las formas prestigiosas. Su contraparte es la hipocorrección controlada, que asocia el relajamiento y la ignorancia soberana de las reglas puntillosas con la soltura en los terrenos más riesgosos. Ambas, hiper- e hipo-, son estrategias que dejan sus huellas en el habla, pero que tienen otra función, una función social. El jugarse por la adquisición de tal o cual forma lingüística, por el control de tal o cual pronunciación, son actitudes lingüísticas sólo en apariencia. Detrás de ese dominio lingüístico hay una apuesta social, una apuesta a las ventajas que ella puede dar. Vemos, entonces, que es imposible distinguir, en el plano teórico, el objetivo lingüístico del objetivo social. [Calvet presenta a continuación un estudio sobre un fenómeno de hipercorrección en el francés de personas públicas (políticos, locutores de TV, etc.). La equivalencia para el español de América sería el fenómeno de /d/ final, en palabras como ciudad, bondad, etc. En estas, la pronunciación estándar (/ciudá/, /bondá/) puede sufrir hipercorrección; ciertos hablantes sienten el deber de pronunciar el fonema final y lo producen como un sonido relajado, o bien como /t/. La influencia de la escritura, en este ejemplo y en muchos casos de hipercorrección, es evidente.] Estos movimientos de tender hacia las formas prestigiosas o de alejarse de ellas están relacionados con el cambio lingüístico. Veámoslo en palabras de W. Labov: “Podemos considerar que el proceso de cambio lingüístico se desarrolla en tres etapas. Al principio, el cambio se reduce a una variación, entre muchas otras, en el habla de algunas personas. Después se propaga y es adoptado por tantos hablantes, que pasa a situarse en oposición frontal a la
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forma anterior. Por último se completa y llega a la regularidad por eliminación de las formas rivales.” El mismo autor nos da una presentación más rigurosa del fenómeno. 1. Un rasgo de lengua utilizado por un grupo A presenta características en relación a otro dialecto estándar. 2. El grupo A es tomado como referencia por un grupo B, que adopta dicho rasgo y exagera en su uso como signo de cierta identidad social, por reacción a presiones exteriores. 3. La hipercorrección así generada, combinada con las fuerzas de simetría que actúan sobre la estructura, llevan a una generalización de ese rasgo hacia otras unidades lingüísticas del grupo B. 4. Una nueva norma se instaura a medida que se instala el proceso de generalización. 5. Esta nueva norma es adoptada por el grupo contiguo y los siguientes, para quienes el grupo B sirve de referencia. Vemos, así, que el enfoque sociolingüístico puede enriquecer y renovar la explicación del cambio lingüístico y mostrarlo de un modo más comprensivo que la explicación basada en términos de estructura interna.
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