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Ilustraciones
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Colombia - México
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Buitrago, Iairo. Retrato de nios con bayonetas / Iairo Buitrago ; ilustraciones Monica Betancourt. -- Bogota : Panamericana Editorial, 2017. 52 péginas : ilustraciones ; 21 cm. \ J ISBN 978-958-30-5512-6 1. Cuentos infantiles colombianos 2. Nios - Cuentos infantiles 3. Guerra - Cuentos infantiles 4. Violencia - Cuentos infantiles I. Betancourt, Monica, ilustradora II. Tit. 5
1863.6 Cd 21 ed.
A1564280 CEP-Banco de la Reptiblica-Biblioteca Luis Angel Arango
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Primera edicion, abril de 2017
Editor
© 2017 Jairo Buitrago
Panamericana Editorial Ltda.
©,)2017 Panamericana Editorial Ltda. Calle 12 No. 34-30, Te|.: (57 1) 3649000 Fax:’(57 1) 2373805 wlnT\/dbanamericanaeditorial.com1 Tlenda virtual: wvvw.panamericana.com.co Bogota D. C., Coibmbia
Edicién Luisa Noguera A.
llustraciones
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ISBN
Monica Betancourt
Diagramacion Martha Cadena, Jonathan Duque
978-958-30-5512-6
Prohibida su reproduccion total 0 parcial por cualquier medio sin permiso del Editor.
lmpreso por Panamericana Formas e lmpresos S. A. Calle 65 No. 95-28, Tels.: (57 1) 4302110 - 4300355. Fax: (57 1) 2763008 Bogota D. C., Colombia Quien solo aotda como impresor.
lmpreso en Colombia - Printed in Colombia
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CONTENIDO DESPUES DE MIL-DLAS,
la guerra terminé.
Los ninos se formaron junto al resto de
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la tropa, hambrientos... EL
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y abanicarse con e1 sombrero. interminable de tropas y el... LA. MAESFRA OBSERVQ
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largamente la foto.
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alrededor del érbol. La maestra preferia hacer clase... L03 TRES
NINOS SE SENTARON A COMER
al caer la tarde. Les dieron
10
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siempre: arroz blanco, un poco de... LA
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10$ BOGAS GIGANTES
esperaban a la orilla a sus pasajeros.
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Ya habian cargado inmensos racimos...
relato de los ninos todo quedé en silencio. E1 viento movia y hacia caer algunas... CUANDO LA MAESTRA TERN/HNO e1
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nus, la guerra termino. Los ninos se formaron junto al resto de la tropa, hambrientos y con calor. Algunos llevaban tambores 0 cornetas, otros, fusiles, igual que los soldados grandes. Un monton de caminos y tierras malas habian quedado atrz-is, hombres muertos de un bando y del otro, campos quemados, mujeres llorando y, también, el viento que hacia mover las mecedoras vacias en las entradas de sus casas. Algunos dias, cuando se podia, habian jugado entre "-
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ellos, a empujarse, a baarse y salpicarse en el rio mientras los soldados grandes llenaban sus cantimploras. Pero no podian correr libres, tenian que marchar hasta el cansancio, tenian que madrugar, podian robar una gallina a escondidas, podian cantar a escondidas, podian
decir adivinanzas
a escondidas. No
cuela.
7
tenian que
ir a la es-
Retrato de ninos con bayonetas
El acorazado USS Wisconsin estaba atracado en e1 puerto. L0 nios pudieron verlo a 10 lejos, nunca habian
visto algo mas bonito que ese barco de hierro con canones que apuntaban hacia el cielo azul. Uno de los nios recordo su pueblo y a su mama. Estaba lejos, en una montaa de tierra fria; ella, si volvia a
verla, no iba a creerle que ya habia conocido
e1
mar.
Los ociales iban y venian, los enemigos de hace unos meses se miraban con recelo 0 con simpatia, sin jar por
mucho tiempo la mirada. Los principales estaban en e1 acorazado, pero los nios no sabian qué hacian alli. Solo esperaban formados, cansados y sedientos, como todos los dias.
Hoy les darian pan y carne seca, auyama, comida enlatada bajada de alguno de esos barcos de Panama, eso decian por ahi los soldados. Seria diferente este dia, tomarian agua fresca, algunos bailarian, se estrecharian la mano con los otros, a lo mejor el cansancio y e1 calor se pasarian, las heridas se cerrarian, los recuerdos del maltrato se desvanecerian en e1 aire para siempre. La guerra habia terminado y no tendrian que volver a llorar a escondidas.
Buscaron con la vista a otros nios,
vieron reejados en otros batallones; a lo mejor, tenian suerte de estar vivos, a 10 mejor no. Habian sido ordenanzas,
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sirvientes, espias, mensajeros, soldados combatientes. Se inltraban mejor tras las lineas enemigas, porque eran pequeos y égiles, eran sombras insignicantes en el bosque, en la maraa, llevaban mensajes que no podian leer. Porque no sabian, y no habia escuela durante
la guerra. La guerra habia durado mil dia$, y algunos habian crecido en ese espacio de tiempo; eran caminantes que-
mados por el sol, soldados de uniformes raidos y zapatos rotos. Dia tras dia, batallones cle nios marchaban callados por la espesura, por los claros del bosque. Pero en los sueos 0 cuando cerraban los ojos en los caminos
interminable-s, imaginaban otra vida, un mundo mejor. Eran nios y sus huellas eran més pequeas.
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y abanicarse desle interminable de tropas y e1
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con el sombrero.
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desorden ya no le importaban. Pensaba, mejor, en tomar fotos de algiin mono, 0 un pajaro tropical. Pero tendria que pintar a mano la imagen para venderla como postal.
Habia hecho tomas de tiendas de abarrotes, procesiones, estas, un canon de artilleria tirado por una recua de mulas; hombres confundidos, envenenados por las arengas sin n; grupos estaticos con raros uniformes, los venga-
tivos, los asustadizos, en denitiva en su trabajo registro
los hechos de la guerra.
Y este dia terminaba la guerra. Algunos de los hombres se notaban impacientes, no se formaban, la disciplina se desvanecia. E1 fotografo camino por el poblado, lo recorrio observando, grabando en su memoria los lugares. Un grupo de infantes de
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marina paso marchando en orden, sus uniformes azules contrastaban con los trapos sucios y desiguales de las tropas que esperaban. Pero estaban también curtidos por las guerras en Filipinas, en Cuba, en Guam. Las tropas se miraron extraadas, lejanas, no irian a confraternizar, aunque ya nadie, quiza, querria tener un enemigo. Todos, penso, quieren volvera sus casas, ver a sus esposas, a sus madres, incluso los huérfanos, los que no sabian si tenian a alguien. Pero 1e habian dicho que hacia e1 sur ei pais era muy grande, interminable, montaoso. Y que aim habia hombres en esas montanas que no se habian enterado del n de la guerra. Entonces, de repente, vio a los nios. Estaban simplemente ahi, de pie, soportando el tedio y el calor. E1 fotografo miro alrededor, no habia nada mejor que retratar, habia visto demasiados nios en la guerra, estos eran solo tres mas. Se acerco a un sargento barbado que parecia ser
e1
responsable del batallon. Intercambiaron apenas a1gunas palabras, el fotégrafo hablaba muy poco, y e1 sargento no queria hablar con nadie. Sealo a los ninos y el sargento les hizo un gesto con
e1
brazo, los tres ninos se
acercaron. Uno de ellos sonrio timidamente y miré a los otros dos. Pero "no reaccionaron, sus caras estaban serias,
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Retrato de nios con bayonetas
mudas, golpeadas sus mejillas por el viento y
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sol. E1
fotégrafo los observé por un momento, y les indicé que se pararan en algnn lugar. El sargento barbado volvié a su asunto de no hacer nada frente a la tropa y esperar.
Con
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brazo levantado, pidié que se quedaran quietos.
Acostumbrados a recibir érdenes, obedecieron, se pusieron rmes, con las bayonetas a su lado, que eran més largas que su estatura.
E1
més bajito y que habia sonreido
timidamente se puso su corneta en el costado. E1 resto de la tropa rompié las y fueron acerczindose por detrzis con curiosidad, algunos sonreian. E1 fotégrafo apenas se dio cuenta de que esa leve e instanténea alegria de los soldados contrastaria después con la seriedad de los tres ni0's. Después de la foto, e1 sargento 10s llamé de vuelta con un grito. Mientras levantaba la aparatosa maiquina, algunos soldados se 1e acercaron, y sin que preguntara nada, 1e dijeron que los ninos no eran panameos, que venian del sur, que habian sido reclutados a la fuerza, que el abuelo de uno de ellos estaba enlistado también. El f0tégrafo sacé del bolsillo de su levita una libreta de notas, pero no pudo escribir todo. De 10 que le dijeron, solo recordaria después que e1 batallén se11amaba“Sardinas” y que esos ninos demacrados y tristes eran “rojos” del Ejército Liberal.
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largamente la foto.
Las fotos de otro tiempo son inevitablemente de otro
tiempo; Los rostros son diferentes, las miradas huidizas 0 perdidas, demasiado serios. Tampoco habia risas es-
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pontaneas, pero
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muchas poses teatrales.
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Pero esta era diferente, 10s tres nios miraban a la cai-
mara y ya. Sus rostros se grababan fécilmente en la me-
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moria.
Miré otrasz nios con cornetas en su costado, en la con soldados adultos. Los nios
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siempre habian sido
eso, tocaban cornos de viento en las batallas, 0 eran 10s »
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tambores. Otros eran abanderados, ayudantes, esplas, saboteadores. Y aunque podia verse su inocencia en esos retratosien blanco y negro, no pudo dejar de pesar que quizé estos tres ninos habrian matado a alguien en la guerra.
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Retrato de nios con bayonetas
Era una foto antigua, a lo mejor era un daguerrotipo. Los nios, se imagino la maestra, habrian esperado largamente posando con sus armas las instrucciones del
fotografo, no sabia nada de fotograa, solo que esta era muy antigua. Observo otra foto en la pantalla: un nio del gueto de Varsovia, asustado, con pantalon corto, abrigo y una boina, levantaba sus dos brazos, para que no le dispararan,
rindiéndose ante las tropas alemanas. Una mujer también con los brazos en alto, lo miraba con angustia, gAcaso se-
ria su madre? No quiso ver mas fotografias. Se quito los lentes y puso sus manos sobre los ojos claros y cansados. En su lista de canciones a bajo volumen, el poeta Allen Ginsberg recitaba y The Clash tocaba: Guatemala
Honduras Polonia 100 aos de gaerra
Invasién que se repite en la T0. Escuadrones de la muerte en El Salvador Ajfganistan ,5
Qué mas
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Esa cancién le gustaba cuando nia,
cuando iba a
la escuela en un pais de distintas violencias. Pero aun asi, habia sido feliz. Sus papés también habian vivido en
un pais asi. “¢'Qué canciones les gustarian a sus alumn0s?”, pensé de repente. En ese tiempo ella tomaba muy temprano el bus del colegio, parada en una esquina de la ciudad, envuelta en la niebla fria con los audifonos a todo
volumen. N0 pensaba, entonces, en ser maestra. Eso fue después.
Luego subia a1 bus, alguien la saludaba vagamente, la mayona iban adormilados y abrigados, con la nariz roja 1
asomada entre bufandas. N0 escuchaba las noticias que
chofer, pero sabia que estaba creciendo en un pais en guerra, donde estallaban bombas en alguna esllevaba
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quina. Subia
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volumen de su cancién.
Dejé de pensar y al n le dio sueo, habia revisado
muchas imégenes. A1 dia siguiente daria su clase bajo e1 érbol. Les mostraria a sus alumnos las fotos, hablarian y
opinarian. Recordé de nuevo cuando era nia: un soldado muy joven detuvo el automévil familiar, no habia paso, algo
ocurria. Mientras e1 coche en reversa se alejaba, vio su rostro enrojecido. Era como un nio, pero solo hasta esta noche, trabajando, se dio cuenta de que 10 habia visto asi.
Z3
Retrato de ninos con bayonetas
N0 pudo dormir bien. Todavia le daban nervios las clases, algn dia cuando fuera una maestra vieja, ya no se pondria nerviosa.
Ta1 vez 0 tal vez no.
La clase del dia
siguiente seria la primera después del n de la guerra. Finalmente cerré 10s ojos y se durmié: soné que uno de esos nios de la foto sonreia timidamente.
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\—\v-\1000; x-w‘ 51> SENTAR()N alrededor del érbol. La maestra preferia hacer clase asi, con la espalda recostada en e1 tronco, sintiendo el aire tibio, 10s péjaros arriba. Se sentia me-nos nerviosa, hablaba uidamente, y quizé podia transmitir mejor 10 que queria decirles a 10s I/0
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chicos. Sin callarse se sentaron a su alrededor, a pesar de que no podian guardar silencio ni dejar de empujarse, ni se
concentraban del todo, ella podia sentir su interés. —1]uana, siéntate aqui, lejos de Ilia! —dij0 la maes-
tra—. 1Danie1, quitate los audifonos! ITII1! (habia olvidado el nombre). 1TL'1, hazte a mi ladol A empellones, riendo, gritando... se sentaron a su al-
rededor bajo las ramas del gran érbol. —H0y vamos a hablar del poder de las imégenes —sigui('>—; vamos a ver todo 10 que nos dicen directamente
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y lo que esta oculto, lo que podemos descubrir sin necesidad de las palabras. .. —gImagenes? —interrumpio Danie1—. gNos va a po-
ner otra vez una pelicula? Siempre he pensado que cuando usted no prepara la clase, nos pone una pelicula. —gQué? —dijo la maestra—. Eso no es cierto. 1QuitaI te los audlfonosl No voy a poner una pellcula. —gUna imagen? —dij0 Fernanda—. gUna pintura? V
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gUna fotografia?
Fernanda y la maestra se miraron y sonrieron. Se entendian.
—dijo a tod0s—, vamos a ver una fotograa. Sin decir mas, la maestra saco de su carpeta la fot0grafia de los tres ninos soldados. Todos la miraron en silencio durante un rato, se la fueron pasando de mano en mano.A1gunos se detenlan mas tiempo, les costaba comprenderla, pero reconocian que esas tres guras estaban demasiado pequeas para estar cargando eso que parecia un arma. Opinaron, preguntaron, quisieron saber de donde eran, si era real, en que lugar se tomo, en cual de todas las guerras participaron esos tres nios. Se enteraron de que la foto habia sido tomada en la Guerra de los Mil Dias. Muchos de ellos no sablan que antes hab1an existido otras guerras, que habian parecido eternas, pero que un dia terminaron. ——Si
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Retrato de nios con bayonetas
preguntaron que tipo de armas eran esas,y1es parecieron extranos esos uniformes remendados. gEra un ejército de ninos?, geran campesinos?, gno iban a la esSe
cue1a?, gtenian nombre?
Se
preguntaron también gpor que la guerra?, gpor que
se odiaban?
—gQué paso con ellos después de la guerra? —pre-
gunto Fernanda, y todos permanecieron en silencio, miréndose unos a otros. La maestra quiso responder. Entonces les dijo que la historia que se ensena en la escuela no se detiene en los ninos, en sus miedos, en e1 regreso de los més sencillos a su vida diaria. Quiso entonces explicarles que volver después de la guerra puede ser dificil, que quedan dolores y rabia, pero también esperanza y nuevas ganas de vivir. Pero no supo explicar 1o del odio. N0 supo explicar como los odios se multiplican, se hacen fuertes con e1 tiempo. Los maestros, es verdad, no pueden explicarlo todo. E1
Sol se oculto por un momento y una llovizna ligera
cayo sobre los nios y la maestra, pero nadie quiso mo-
verse. Ella supo entonces que la clase podria alargarse
un poco, y que podria contarles lo que paso con esos tres ninos que sobrevivieron mil dias de guerra, de marchas forzadas y de tristezas.
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caer la tar-
de siempre: arroz blanco, un poco de
pan. Nunca llegé la carne seca, ni 10s huevos ni la chicha.
menos
calor se desvanecia, y pudieron dejar a un lado 10s fusiles.
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Casi nunca hablaban entre si, pero a veces sonreian
timidamente miréndose, cuando algo pasaba: una mula que se resbalaba, un comandante gordo y torpe que se tropezaba en las trochas. A 10s tres les gustaban 10s animales, cruzando 10s rios tremendos vieron caimanes y babillas, en los zirboles monos aulladores, uno de ellos vio a un tigre bebiendo en un riachuelo, una danta entre la maleza, aves increibles que no dejaban de aparecer. Disfrutaban de un paisaje hermoso, a pesar de tener que marchar todo e1 dia y ver morir gente en pueblos olvidados.
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Retrato de nios con bayonetas
Cuando caia la tarde un soldado trajo un monito rojizo. Todos se levantaron para verlo, los tres nios también.
El soldado se quedo mirandolos y se lo ofrecio. No podia quedarselo, se embarcaba de inmediato y a los 0f1ciales no les gustaban 10s animales. Ellos se miraron y e1 nio mas pequeo 10 tomo en sus brazos, e1 monito
instintivamente 10 abrazo. El soldado se marcho sin decirles nada. Los otros dos vieron como el monito trepaba hasta la cabeza de su compaero. Sus ojos miraban todo con curiosidad, no tenia temor a1 mundo nuevo, alas personas que ann no conocia bien, era pequeo y delicado. Uno de ellos dejo su bayoneta contra e1 muro donde se habian recostado para comer, y se acerco mas al monito. Pudo ver sus ojos amarillos que lo observaban, sus manos perfectas, sus uas. Y acercé su mano a su piel brillante, muy despacio. E1 mono se dejo acariciar cerrando los ojos, el nio nunca habia sentido nada igual, nada tan suave ni tan tibio. Miro De un salto
otros y sonrio. titi salto a su pecho y toco su cara. De
a 10s e1
nuevo todos sonrieron.
Consiguieron unas sobras de arroz pero el monito no quiso comer. En la lejania 10s comandantes daban discursos, ha-
blaban entre si, fumaban 0 mascaban tabaco, algunos
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cantaban en las hogueras recién dispuestas. Los tres, entonces, pudieron alejarse de la tropa, con cautela, mirando hacia atrés de vez en vez, como cuando atravesaban lineas enemigas en las noches, sin perderse. Se sentaron lejos de todos para ver las estrellas y descansar en esa noche sin guerra. No sabian los nombres de la estrellas;
algunas caian fugaces, recordaron que en los llanos se veian mejor que en las montaas. Recordaron también cuando e1 cielo se ponia rojo, cuando reejaba los canonazos.
Uno de ellos dijo que queria volver a su pueblo, al sur, pero que ya no sabia como. Otro dijo que queria buscar a su abuelo, en E1
algiin lugar deberia estar esperéndolo. iiltimo solamente queria cobrar un sueldo que no co-
braba desde el inicio de la guerra, comprar una mula y volver a ver a su familia. Pero una mula es cara, muy cara.
Sacaron una cantimplora y compartieron el agua. El monito también bebio. Habian perdido e1 camino de regreso a sus casas, uno de ellos perdio también a un hermano més pequeo, de , viruela, en algun lugar sin nombre. Recordaron las lluvias que caian sin n, los ruidos de la selva, el peso del fusil; las historias en los campamentos: de miedo, de animales, de mujeres. El odio y e1 resentimiento que se complicaba cada dia, las marchas, los regaos y los golpes que les 1
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Retrato de ninos con bayonetas
sargento en la cabeza, la guardia en la noche, e1 frio, 10s insectos y e1 calor. N0 vivieron otra vida distinta durante esos aos, pero estaban vivos, respiraban esa nodaba
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che bajo las estrellas. gA dénde irian después de la guerra? gCruzarian de
nuevo esos rios caudalosos donde se ahogaron tantos
hombres y caballos? gC(')m0 volver a encontrar esos caminos de herradura?V01verian a pasar por las tumbas de los fusilados, por 10s mismos ranchos saqueados e incendiados. Quiza buscarian otro camino. Decidieron entonces que 10 mejor seria viajar juntos, y con e1 monito. Se irian por e1 camino de la costa para conocer el mar, mendigarian la comida 0 pescarian. Asi verian de cerca e1 acorazado USS Wisconsin atracado en e1 puerto, apuntando sus caones hacia el cielo azul. E1 camino les podria tomar tanto tiempo como duré la
guerra. Pero de una u otra manera, regresarian a sus casas.
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esperaban a la or1-
a sus pasajeros. Ya habian cargado inmensos racimos
de platanos, una cabra, dos cajas de madera con fusiles
Winchester y Sharp y municiones. Un hombre gordo de cara colorada se aprestaba a embarcarse, otro muy aco y endeble, lo protegia del sol con una sombrilla gastada. Los tres ninos se acercaron, habian caminado mucho ale jandose del batallon, a lo mejor podrian viajar ahi, pero era demasiado pedir, no tenian dinero, no eran nadie, ni siquiera llamaban la atencion. En la alargada balsa de los bogas habia espacio, no era
mucha la carga y tmicamente esperaban a otro pasajero. gHacia donde iria? Eso poco les importaba a los tres, a
algrin lugar rio abajo seguramente, lejos de
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cian y eso bastaba. Uno de ellos se jo en que
que cono-
hombre que se protegia bajo la sombrilla llevaba una criatura con
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Retrato de ninos con bayonetas
una correa de cuero como si fuera un perro. Era un oso
hormiguero, y el monito rojizo lo miraba con recelo. Sorprendentemente los dejaron viajar ahi sin pagar. Todo parecia diferente. Ya no les pesaban sus bayonetas, porque ya no las cargaban en el hombro. El hombre gordo de cara colorada les dijo que viajaba cle pueblo en pueblo, de feria en feria, para mostrar a los naturales del pals la ultima maravilla del mundo} se llamaba cinematografo. Les sealo una caja de madera cubierta con un lienzo negro, alli estaba la magia, los vaporcitos navegando en el rio Sena, los laceadores de toros en Mexico, el sombrero magico, los cuadros de la pasion de Cristo. .. todo estaba ahi, viajaban con él desde el puerto de Colon. Los chicos lo escuchaban con la boca abierta. gTodo cabia en esa caja? El mundo habia avanzado mucho mientras duraba la guerra, pensaron en la noche mirando las estrellas. En el siguiente pueblo se detendrian a ver la proyeccion del cinematografo en algun teatro improvisado con bancas de madera prestadas de la iglesia. A lo mejor eso fue lo primero que hicieron al sentirse libres. Luego, viajaron hacia la nada, en medio de un rio que habia sido testigo de esa guerra.
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el relato de 10s nios todo quedé en silencio. E1 viento movia y hacia caer algunas hojas del gran arbol. gTenian nombre-?, volvieron r
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preguntar 10s nios. gRegresar0n a sus casas?, gcémo los recibier0n?, gse perdieron en e1camin0?, gy sus famia
1ias...? ¢'Pudier0n ver la proyeccién de cine?, gquién gané la guerra?, gatravesaron esos rios peligrosos para volver?
La maestra no pudo responder nada. Prerié que los chicos se respondieran a si mismos, les dijo que las guerras separan a las familias y afectan el espiritu humano a veces para siempre, pero que muchos de esos espiri-
tus no se doblegaban. E1 rostro perdido y serio de esos nios no debia olvidarse. Ninguno de los nios de su clase iba a olvidarlos, a1 menos era bueno creer eso. Era bueno perdonar y olvidar, y asi poder renacer1uego de una guerra. Los rios caudalosos eran 10s mismos;
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las aves del cielo, las mismas. Eran iguales las montaas,
los helechos al borde del camino; e1 dolor y el sufrimiento, los mismos. E1 largo camino que recorrieron los tres
nios era el mismo. —En alguien, en este momento —les dijo—, puede correr la sangre y la herencia de alguno de esos tres nios.
El tiempo paso pronto y la clase acabo. Se despidieron con prisa y se fueron. Fernanda se quedo un momento mirando a la maestra. Quedaba una pregunta que a ella le parecia importante y, por eso, pregunto por sus nombres. La maestra le dijo que los nios se llamaban Juan, Claudio, Pedro N el, Elias, Salvador, Cipriano,
Aurelio, Trino, N epomuceno, Efraim, Jose Maria. .. Eran nombres de otro tiempo. Ambas sonrieron. Antes de irse la maestra le dio la fotograa. Penso que Fernanda era como ella cuando nia, le brillaban los ojos, era fuerte, y no creceria en la guerra. Fernanda puso la foto dentro de un libro en su maleta y cuando llego a su casa la guardo en un cajon donde atesoraba otras cosas importantes. Los tres nios estan
ahora ahi, como recuerdo, al lado de una medalla, unos recortes, un diario, el ala de una mariposa resguardada en una bolsita de papel.
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Arno Bl_JlT}{A(’;(} es un escritor e ilustrador co1ombiano. Sus libros album han sido elegidos en varias ocasioA
nes en la Lista de Honor IBBY en diversos paises; obtuvo el Premio Ser en Brasil, el Premio ACLI en Colombia, la Medalla Colibri en Chile, el Premio a la Orilla del Viento en Mexico, y estuvo en la Lista de Honor de Junior Li-
brary Guild, entre otras distinciones. Ha sido traducido a varios idiomas y publicado en las editoriales para nios mas prestigiosas en Canada, Mexico, Japon, Corea, Espana, Chile y Colombia.
Le gusta la historia, el cine, los comics y los librosi1ustrados antiguos. Vive en Mexico. l______
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es artista visual e i1ustrado-
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