Bosques

  • May 2020
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reportaje tala controlada Troncos de pinos cortados en la sierra Litoral de Cataluña. Según la organización WWF/Adena, España sólo conserva el 20% de sus bosques originales. La tala indiscriminada durante siglos acabó con gran parte de la riqueza forestal.

3%

Una superficie de 1.534.542 hectáreas de masas forestales, es decir un 3% de todo el territorio nacional, se perdió en nuestro país entre los años 1987 y 2000. De ellas, 70.000 hectáreas se convirtieron en zonas artificiales de imposible recuperación.

100 millones Barreras verdes contra el cambio

climático

En la albaceteña sierra de Alcaraz se libra una peculiar batalla contra el calentamiento global. La Fundación Más Árboles y la empresa automovilística Volkswagen desarrollan en sus tierras el proyecto BlueMotion, una iniciativa pionera en nuestro país que consiste en plantar 150.000 árboles (encinas, tejos, cipreses, serbales, sabinas, pinos, enebros, fresnos...) para compensar las emisiones de CO2 generadas por la actividad industrial. Texto: Joaquim M. Pujals Fotografía: Alfons Rodríguez

Es el número de árboles que la Fundación Más Árboles (F+á) y la empresa Maderas Nobles de la Sierra del Segura (MNSS) pretenden plantar en cuatro años para frenar el avance del desierto en España.

20.000

A excepción de los dos últimos años, en España se han producido en la última década una media anual de 20.500 incendios forestales, lo que ha supuesto una pérdida de cerca de 150.000 hectáreas cada año. La mayoría fue causada directamente por el hombre.

Cultivos, áreas industriales y urbanas e infraestructuras de todo tipo han atomizado nuestros bosques hasta convertirlos en masas aisladas

S

e atribuye al geógrafo e historiador griego Estrabón (siglo I a. de C.) la afirmación de que, en su tiempo, una ardilla podía cruzar toda la península Ibérica sin pisar el suelo, tal era la espesura de los bosques que cubrían su territorio. Hoy, nuestro roedor no iría muy lejos. Cultivos, áreas urbanas e industriales e infraestructuras de todo tipo han atomizado nuestras masas boscosas, convirtiéndolas en archipiélagos totalmente aislados. Para ser justos, la deforestación había empezado muchísimo antes de que naciera Estrabón (quien, por otra parte, nunca llegó a pisar la Iberia que con tanto detalle describió). La tala y quema sistemática de los bosques peninsulares comenzó ya en el Neolítico, cuando nuestros antepasados empezaron a desarrollar la agricultura y la ganadería y a convertir las forestas en praderas donde practicar estas actividades. El carácter urbano y la intensa actividad agrícola, minera y comercial de la civilización romana dieron un gran impulso al proceso. Sus continuas guerras ayudaron lo suyo: se estima que para levantar la cerca con la que asediaron Numancia se cortaron 36.000 árboles, a sumar a los usados para construir dos campamentos, 300 torres y 400 catapultas y a la leña para cocinar y calentar a 60.000 legionarios durante nueve meses. Así que, a la caída del imperio (siglo V), los bosques debían cubrir ya apenas la mitad de la Península. El uso durante siglos de la madera

como material de construcción y de la leña y el carbón como únicos combustibles acabó con cientos de millones de árboles. Pero el ingeniero de montes Alberto Ayuso identifica tres factores clave de nuestra historia que dispararon la deforestación: “La Mesta, la Marina y las desamortizaciones”. Respecto a la primera, que tanto enriqueció a la Corona de Castilla, más de 84.000 km de vías pecuarias y unos diez millones de ovejas vagando por ellas en busca de pastos durante los siglos XVI y XVII explican la desaparición de inmensas extensiones arboladas. La expansión imperial convirtió en tablas muchísimos más troncos: las 1.200 picas de cinco metros de cada uno de los Tercios españoles habían sido antes doce hectáreas de fresnedas. Pero la construcción de la gran flota que debía asegurar las comunicaciones y la defensa de las nuevas tierras conquistadas se llevó la palma. Según los cálculos del historiador alemán Erich Bauer, las 300.000 toneladas de los barcos de la marina española de mediados del siglo XVI se sacaron de seis millones de árboles, que cubrían unas 120.000 hectáreas de montes. Un solo galeón podía requerir 12.000 árboles (robles para el casco, hayas para el interior, pinos para las arboladuras, fresnos y olmos para las cureñas de los cañones). Y el centenar de naves de la Armada Invencible se hizo con un millón de troncos que acabaron en el fondo del mar o pudriéndose en las costas británica e irlandesa. Hagan cuentas.

EL PRECIO DE LA MODERNIDAD El trazado y la ampliación de una carretera provincial en la sierra de Alcaraz han provocado la tala de ejemplares de muchos años de antigüedad. El caso se repite en muchas otras zonas de nuestro país.

DESTRUCCIÓN MECANIZADA Trabajos de limpieza del sotobosque en la Sierra Litoral Catalana, destinados a facilitar la tala posterior (a la izda, arriba).

RETOÑOS solidarios Juan Segura, responsable de plantación de Maderas Nobles de la Sierra del Segura (MNSS), observa los árboles del proyecto BlueMotion de Volkswagen.

El desierto también avanza

E

spaña es el país más árido de Europa. Según el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación, aprobado por el Gobierno el pasado verano, un 2,03% del territorio sufre un “riesgo muy alto” de convertirse en un erial; para un 15,82% el peligro es “alto” y para otro 19,20% es “medio”. La ONU considera que un 6% del país ya ha sufrido un deterioro “irreversible”. Además de toda la mitad sur, la costa mediterránea, las islas Canarias, el valle del Ebro y la meseta norte son las zonas más afectadas por este cataclismo medioambiental. La deforestación es sólo una de las causas del problema, junto con la sobrexplotación de los recursos hídricos, la agricultura intensiva, el sobrepastoreo, los incendios y la ocupación masiva del territorio por parte del negocio inmobiliario.

Según la FAO, somos el segundo país del mundo donde más creció la superficie forestal de 2000 a 2005. Hay más bosques, pero de peor calidad

brotes de vida Varios nogales crecen en las plantaciones que MNSS tiene en la sierra de Alcaraz (Albacete). Diversas empresas buscan compensar el inevitable impacto medioambiental de su actividad plantando nuevos ejemplares.

Grandes áreas de Cataluña, Aragón, Burgos, Soria, Cuenca, las sierras de Guadarrama, Cazorla y Segura, de los montes vascos y cántabros fueron arrasadas para poder dominar los mares. Los bosques que sobrevivieron tendrían que hacer frente todavía al impacto del gran crecimiento demográfico de los últimos siglos y a las desamortizaciones de finales del XIX, que pusieron en manos privadas siete millones de hectáreas de montes públicos y de la Iglesia, el destino de buena parte de las cuales fue el hacha. Aunque en el siglo XVIII se tomaron las primeras medidas para proteger los bosques de la tala indiscriminada, las grandes repoblaciones no llegarían hasta bien entrado el XX. Durante el franquismo se reforestaron tres millones de hectáreas, aunque no con los criterios ambien-

tales que hoy serían admitidos. Más que bosques, se plantaban cultivos de árboles, con frecuencia de especies no autóctonas de crecimiento rápido. Millones de eucaliptos cubrieron los montes gallegos, asturianos y cántabros, mientras los pinos radiata, originarios de California, se adueñaron de los vascos. Según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, España perdió entre 1987 y 2000 una superficie de 1.534.542 hectáreas de bosque (un 3% del total del territorio, y un 6,57% de su área forestal). De ellas, 70.000 pasaron a convertirse en zonas artificiales, lo que hizo irreversible su pérdida. Con la salvedad de unos últimos dos años especialmente benignos, España ha venido sufriendo en la última década una media de 20.500 incendios forestales que se han llevado por delante unas

150.000 hectáreas anuales, como apuntan los informes de WWF/ Adena. La mayoría fueron causados por el hombre, y sólo uno de cada mil responsables acaba en los tribunales, según denunció la organización Greenpeace. Y pese a todos estos datos, y aunque pueda parecer paradójico, “la superficie forestal aumenta de manera espectacular, debido principalmente al éxodo rural que se ha experimentado durante los últimos 50 años”, según revela el responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace, Miguel Ángel Soto. Hay una regeneración espontánea de los campos abandonados –especialmente en Aragón y las dos Castillas– a la que se suman las reforestaciones y las plantaciones de madera. El Tercer Inventario Forestal Nacional del Ministerio de Medio Am-

biente (1997-2007) identificó la existencia de 18 millones de hectáreas de monte arbolado (cifra que no incluye la superficie forestal sin árboles). En el anterior balance (1986-1996) fueron 14 millones. Eso supone unos 6.874 millones de pies mayores (troncos de diámetro superior a 7,5 cm a una altura de 1,30 metros), que habían sido 4.675 millones en el segundo estudio. Y 10.778 millones de pies menores, frente a los 7.676 millones del anterior censo. Las regiones con más árboles son Galicia, Cataluña y Castilla-León. Según la FAO (agencia de la ONU para la agricultura y alimentación), España es el segundo país del mundo (tras China) donde más aumentó la superficie forestal entre 2000 y 2005, con 296.000 hectáreas anuales. Hay más bosques, pero son de peor calidad. “Todos estos datos

mezclan churras con merinas, porque una plantación de madera no es lo mismo que un bosque”, advierte Miguel Ángel Soto. España sólo conserva el 20% de las masas forestales originales, apunta WWF/Adena. De bosque viejo, apenas tocado por el hombre, queda menos del 1% concentrado en el Pirineo navarro, aragonés y catalán (como los hayedos de Irati y Hecho, o el abetal de la Mata de Valencia). Y sólo el 6% del patrimonio forestal se gestiona de manera sostenible.

P

or suerte, cada vez hay

más ejemplos de lo contrario. En la sierra de Alcaraz, al suroeste de Albacete, se está ganando una batalla contra la desertificación que amenaza ya a un tercio de la península Ibérica. Decenas de miles de arbolillos asoman tímidamente so-

bre un paisaje adusto y desolado que un día estuvo cubierto de bosques. Pese a hallarse en la confluencia de las cuencas de cuatro ríos –Guadalmena, Guadiana, Júcar y Segura– y recibir 600 litros de lluvia por metro cuadrado al año, se trata de un entorno devastado por la aridez y la erosión, causadas por siglos de actividad humana.Y precisamente por ello fue el lugar elegido para iniciar un proyecto ejemplar. Parte de estos árboles, plantados con métodos de agricultura ecológica, están destinados a la producción sostenible de maderas de calidad. El resto, la gran mayoría, servirán para recuperar las tierras y el paisaje de este territorio fronterizo entre Castilla-La Mancha y Andalucía que fue el menos poblado de Europa. Y todos van a capturar CO2 de la atmósfera para contribuir a la lucha contra el calentamiento global.

alto riesgo Dos imágenes de agricultura intensiva (sobre estas líneas). Arriba: el uso intensivo de pastos elimina toda posibilidad de fertilidad de las zonas afectadas. España sufre un serio problema de desertificación.

proyecto ejemplar Juan Segarra (izda), subdirector de MNSS, y Javier Sánchez, presidente de la F+á, en los terrenos de la sierra de Alcaraz

agricultura ecológica Plantados con criterios ecológicos, el proyecto de MNSS y F+á busca la producción sostenible de madera de calidad y la repoblación. Izda: embalse construido por MNSS para abastecer las fincas reforestadas.

Numerosas empresas e instituciones colaboran con la Fundación Más Árboles para compensar su impacto ambiental Los responsables de la resurrección vegetal del valle de Alcaraz son Maderas Nobles de la Sierra del Segura (MNSS) y su Fundación Más Árboles (F+á). Pese a tratarse de una empresa maderera y una entidad ecologista sin ánimo de lucro, su filosofía y sus objetivos coinciden. Y también sus métodos:“La naturaleza es más sabia que nosotros, así que nuestro criterio es observarla y hacer lo posible para acelerar sus procesos. Porque es muy sabia, pero muy lenta”, explica Juan Segura, de 41 años, encargado de las plantaciones. MNSS comercializa como inversión lotes de árboles maderables que la empresa planta y se compromete a cuidar durante 20 años. Transcurrido ese plazo, el cliente podrá decidir

si se cortan o se dejan crecer más. Por su parte, F+á reforesta las tierras más degradadas de la zona y ofrece a empresas y particulares la posibilidad de financiar bosques que compensen sus emisiones de gases de efecto invernadero. Su objetivo más ambicioso es plantar cien millones de árboles en cuatro años para frenar el avance del desierto en nuestro país, más del doble que los previstos por el Gobierno (45 millones para el periodo comprendido entre 2009-2012).

N

umerosas empresas e ins-

tituciones están colaborando con la F+á para compensar su impacto medioambiental. Entre ellas están las aerolíneas Clickair

(250 árboles) y Aerosur (que los planta en Bolivia), los bancos Bankinter (3.000) y TriodosBank, la firma de sanitarios Roca (631), la de tratamiento de aguas Osmoaqua (10.000), el hospital Plató de Barcelona (400), el sindicato Comisiones Obreras de Cataluña (300) o el Ayuntamiento de Alcaraz, cuyo término reverdecerá con este proyecto. Pero sin duda la mayor apuesta pertenece a la firma de automoción alemana Volkswagen (VW) y su bosque BlueMotion. El bosque que F+á está creando en tierras del sur de Albacete para Volkswagen se enmarca dentro de las acciones del Programa CO2 Neutral que la compañía desarrolla en estos momentos. Con él pretenden que la movilidad

de sus automóviles deje de contribuir al calentamiento global. El bosque tendrá 150.000 árboles. Habrá encinas, cipreses, tejos, serbales, sabinas, pinos, enebros, fresnos, saúco, retama... hasta un total de 34 especies vegetales autóctonas. Un verdadero bosque mediterráneo, que volverá a ocupar la tierra que un día le perteneció. Aún cuesta imaginárselo, contemplando un paisaje áspero, de colinas calcinadas por el sol y suelos rojizos yermos y erosionados, carcomidos por viejas canteras abandonadas. Pero el proceso ya está en marcha, y puede ser tan irreversible como un día parecía la desolación que se adueñó hace mucho de este rincón manchego. “Un diez por ciento de los árboles

que plantamos en el bosque ha sido adquirido voluntariamente por nuestros clientes”, destaca Francisco Morer, de 34 años, responsable del proyecto del bosque BlueMotion en la multinacional alemana. Siguiendo el principio “reduce lo que puedas, compensa lo que no puedas” que guía las acciones de la marca, los motores BlueMotion de Volkswagen

FRANCISCO MORER Responsable del proyecto BlueMotion de la multinacional alemana Volkswagen

“Es difícil encontrar en el mundo un proyecto como el de F+á”

F

rancisco Morer, de 34 años, es el responsable del proyecto BlueMotion de Volkswagen, que consolida las inquietudes medioambientales de la firma. Los coches de su departamento pagaron para neutralizar las emisiones de CO2 de los primeros 20.000 km. ¿Cómo conocieron el trabajo de Maderas Nobles de la Sierra de Segura y la Fundación Más Árboles? – Fuimos al Primer Encuentro Internacional de Amigos de los Árboles que organizaron en Barcelona en 2007. Nos llamó la atención que iba a participar Al Gore. Una vez allí, nos encantó el proyecto. La responsabilidad medioambiental es uno de los pilares de la marca, y decidimos implicarnos. ¿Se plantean neutralizar las emisiones de otros modelos, y no sólo de los BlueMotion como hacen actualmente? – A partir de mayo plantaremos un árbol por cada coche Volkswagen de cualquier modelo que se venda en España. Queremos mantener nuestro compromiso, pese a que la situación de crisis que vive el sector no parezca la más oportuna. ¿Hay otras marcas del sector que desarrollen acciones similares? – Otra gente planta árboles, pero de la manera en que lo hacemos nosotros creo que no, con nuestro rigor y compromiso de cuidar el bosque durante 40 años para garantizar que los árboles crezcan y compensen de verdad las emisiones a la atmósfera. De los árboles del proyecto BlueMotion que plantarán, ¿cuántos han sido adquiridos de manera voluntaria por sus clientes mediante paquetes CO2 Neutral? – Aproximadamente un diez por ciento del total.

18 millones de hectáreas es la superficie forestal total de España, identificada por el Ministerio de Medio Ambiente de 1997 a 2007. En la década anterior la cifra fue de 14 millones.

296.000 Este es el número de hectáreas anuales que aumentó la superficie forestal en España durante el quinquenio 2000-2005.

Una inversión de futuro para el planeta

compromiso Cartel que anuncia la llegada al bosque BlueMotion.

El CO2 es uno de los principales gases causantes del efecto invernadero. Su presencia en la atmósfera provoca un efecto pantalla que reduce la emisión de calor al espacio, generando una subida de la temperatura del planeta. En los últimos años, la cantidad de CO2 emitido no ha hecho sino aumentar. Los riesgos que este incremento puede generar en nuestro entorno

Programa CO2 Neutral

L

a filosofía de Volkswagen en el proyecto BlueMotion es clara: reduce lo que puedas, compensa lo que no puedas. La marca alemana realiza esfuerzos para reducir al máximo las emisiones de CO2 (Bluemotion Technologies) en sus vehículos. Pero como la tecnología no permite todavía reducirlas a cero, Volkswagen ha creado el Programa CO2 Neutral, que se engloba dentro del movimiento Bluemotion. La idea es sencilla: Volkswagen ofrece la posibilidad de compensar la emisiones de sus vehículos a través de la plantación y el cuidado de árboles durante 40 años. El número de los que se plantan depende de los kilómetros que se quieran compensar y del modelo de coche. La marca alemana, a través de la Fundación Más Árboles, tiene una gran extensión de terreno en la sierra de Alcaraz, el Bosque Blue- Motion, donde ya tiene plantados más de 70.000 árboles. A ellos se van añadiendo los que compran los clientes y los que Volkswagen planta voluntariamente. Ejemplo de ello son los 17 árboles que la marca planta por cada Polo BlueMotion vendido en España, que hacen que el resultado de sus emisiones sea neutro durante 50.000 km. Desde mayo de 2009, Volkswagen planta un árbol por cada coche vendido (www. programaco2neutral.com).

van desde una subida del nivel del mar hasta el aumento de la desertización, pasando por un rápido ascenso del número de incendios forestales y unas considerables crecidas fluviales. Programas como el que ha puesto en marcha la firma Volkswagen permitirán retirar de la atmósfera hasta 300 kilogramos de CO2 por árbol durante 40 años. La creación de este tipo de

Coches que echarán raíces bosques es una inversión de futuro para el planeta, ya que no sólo supone el inicio de un compromiso serio y duradero por parte de las empresas, sino que además se garantiza el cuidado y conservación de los nuevos árboles hasta que se conviertan en un bosque adulto. Hoy por hoy no existe una forma más eficaz de compensar las emisiones por parte de una empresa.

Además de compensar las emisiones, el bosque BlueMotion permite ganar terreno a las zonas más áridas, evitando así el incremento de la desertización. Además, al plantar este tipo de bosques controlados se evita la extinción de numerosos animales –el 90% de las especies terrestres vive en bosques– , al tiempo que se logra garantizar la buena salud del

agua y de los terrenos circundantes. La recuperación de bosques es de vital importancia para el medio ambiente.

El bosque BlueMotion de Volkswagen está avalado por la ONU han logrado reducir el consumo energético y con ello la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. El programa CO2 Neutral está adscrito al proyecto mundial Plantamos por el Planeta, impulsado por la ONU, que se marcó como objetivo que cada año haya mil millones de árboles más en el mundo para combatir el efecto invernadero. La idea original fue de la activista keniata Wangari Maathai, fundadora en su país del movimiento social y ecologista Cinturón Verde, lo que la hizo acreedora al Premio Nobel de la Paz en el año 2004.

T

ambién en el marco de este programa, Volkswagen ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona para reemplazar un millar de árboles derribados en la ciudad por el vendaval del pasado enero, la mayor parte de los cuales cayeron en el Parc Güell, diseñado por Gaudí y declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. También se plantarán árboles para neutralizar el CO2 emitido en la organización del torneo de tenis Conde de Godó, que la multinacional patrocina en la capital catalana.

A causa del avanzado proceso de desertización que hay que revertir en los terrenos de Alcaraz, se ha tenido que echar mano de todos los recursos que la permacultura, un modelo agrícola basado en dejar hacer a la naturaleza, ha ideado para regenerar las tierras más degradadas: la preparación del terreno por las ovejas, los surcos diseñados para retener el agua y la materia orgánica, la siembra con nendo dango (bolas de arcilla con semillas), el aprovechamiento de la lluvia con embalses... Desde finales de noviembre, un centenar de ovejas entran cada dos días en la finca Las Moreras, en Alcaraz, aplicando un plan de pastoreo controlado y rotacional diseñado por Richard Wade, estadounidense de 65 años, uno de los pioneros de la agricultura biológica en España, que lleva cuatro décadas afincado en Cataluña, donde dirige el Instituto de Permacultura Montsant, en Arbolí (Tarragona). Comiendo y defecando, los animales ablandan y abonan la reseca tierra para que retenga la humedad y almacene carbono, y entierran con sus pezuñas las semillas esparcidas bajo el heno que consumen. Tras la finalización de la primera fase del

proyecto, ya están echando raíces cerca de 70.000 árboles sobre una superficie de 24 hectáreas. A lo largo de este año está previsto reforestar otras 40. Volkswagen, a través de la fundación, se compromete a cuidar del crecimiento y salud del bosque durante 40 años y a reponer los árboles que mueran. En ese tiempo, cada uno de ellos retirará hasta 300 kilos de dióxido de carbono de la atmósfera. Por todas partes se ven emerger de los surcos pequeñas matas de árboles mezclados con otras plantas. “Es lo que en esta zona llamamos matacaná: cuando crecen juntas varias encinas que salen del mismo pie porque se ha cortado un árbol gran-

CONTRA EL efecto invernadero Gráfico explicativo del proceso de neutralización de las emisiones de CO2 que generará el nuevo bosque (sobre estas líneas). Página de la izda, arriba: la vida despierta en los terrenos de la sierra de Alcaraz. Abajo: trabajadores plantando arbustos de espino negro y pinos en el cerro Cabeza Gorda, en la mencionada sierra.

300 kilogramos

de dióxido de carbono retirará de la atmósfera cada árbol plantado por la Fundación Más Árboles en la sierra de Alcaraz y que Volkswagen cuidará durante los próximos 40 años. Ya hay plantados 70.000.

control exhaustivo Enla finca Las Moreras se controlan el número de ejemplares y su fecha de plantación. LENTA RECUPERACIÓN El plan de pastoreo de ovejas es una técnica de permacultura (arriba). Abajo: los surcos swal ayudan a retener la humedad. Dcha, pino plantado en fase alveolar.

La permacultura rechaza el uso de maquinaria. La tierra debe regenerarse por sí misma de, o porque han germinado unas semillas arrastradas al mismo lugar por el viento o el agua. Nosotros, con las bolas de nendo dango, plantamos juntos varios árboles y arbustos como la adelfa o la retama, que los protegen del sol y del viento. Esto incrementa sus posibilidades de supervivencia”, explica Juan Segura, el responsable de plantaciones de la F+á.

6% Es el porcentaje de territorio español que las estadísticas de Naciones Unidas consideran que se encuentran sometidas a un proceso irreversible de desertificación.

Los clientes de Volkswagen y de otros patrocinadores de la fundación pueden visitar el proyecto cuando lo deseen y conocer sus árboles, aunque el proceso de recuperación de un bosque es muy lento, y no todos tienen la paciencia necesaria para aguardar los largos años que serán precisos para que los resultados sean evidentes. “Por eso, tenemos que plantar aquí y allá algunos árboles ya creciditos, porque cuando vienen quieren verlos”, confiesa Segura.

E

l centenar de ovejas que

rumia plácidamente en la ladera del cerro Cabeza Gorda ignora que está plantando un bosque. Mientras pace el heno esparcido por el terreno, sus pezuñas remueven la seca costra de la tierra y hunden en la misma las semillas de plantas perennes sembradas previamente bajo la paja por el personal de la F+á. Y sus defecaciones las cubren de abo-

no orgánico. Con ello, se prepara el suelo para retener el agua y el carbono y se modifica su acidez. Es la primera fase de un proceso que devolverá a estas lomas el verdor que nunca debieron perder. El uso de las ovejas es uno de los métodos basados en los principios de la permacultura. Los permacultores rechazan el uso de maquinaria o compuestos artificiales: la tierra debe regenerarse por sí misma. En Alcaraz, para prevenir las plagas se evita el monocultivo, se usan trampas con feromonas o curas foliares preventivas. Para abonar se usa humus de lombriz. La única máquina que se permiten en las fincas es una pequeña hormigonera. La usan para preparar el nendo dango, una mezcla de arcilla, abono y semillas con la que se hacen bolas que se lanzan sobre los terrenos desertizados. En japonés, su nombre significa exactamente eso: bolas de arcilla. La

idea fue de otro de los gurús de la permacultura, Masanobu Fukuoka, un granjero nipón –fallecido el pasado verano–, padre de la agricultura natural, basada en el no hacer: no arar, no usar abonos ni pesticidas, no arrancar las malas hierbas... en resumen, dejar hacer a la naturaleza. La receta del nendo dango es simple: “40 partes de arcilla, diez de estiércol y una de semillas. También echamos algo de repelente natural, como el baladre o adelfa. Como mínimo hay semillas de 40 variedades de plantas autóctonas –aunque lo ideal sería un centenar–. Son un 85% de leguminosas, herbáceas y gramíneas, un 10% de arbustos y un 5 o 10% de árboles”, explica Juan Segura. Luego toca modelar las bolas. Éstas protegen a las semillas de la sequía y los animales hasta que las lluvias las humedecen y propician la germinación. La mezcla de plantas favorece la regeneración de la tierra. Las raíces

de las hierbas, que crecen primero, retienen el agua. Y cuando mueren, sus restos alimentan el terreno. Los arbustos, de crecimiento más rápido, resguardan a los jóvenes árboles del sol y del viento. Con ello, las posibilidades de supervivencia de éstos últimos son mayores. Para recuperar las tierras muy degradadas es esencial el máximo aprovechamiento del agua, que pierden por falta de vegetación y que aún erosiona más el suelo. Para ello, se excavan unos surcos llamados swal que siguen el recorrido de las curvas de nivel y se rellenan con restos de poda y con las hojas barridas en las calles de los pueblos de la zona, que ayudan a retener la humedad y, al descomponerse, alimentan la agotada tierra. En ellos se depositan también las bolas de arcilla. “Le damos una gran importancia a los embalses”, destaca Juan Segura mientras nos muestra el mayor de

los seis que han construido, de 100.000 metros cuadrados, situado junto a la casa de labranza de la Finca Moisés, cuyo tejado ha sido cubierto de vegetación autóctona que actúa como aislante. El embalse atrae a la fauna de los alrededores: una garza real lo abandona mientras nos aproximamos. Además, puede ser empleado para recargar agua por los helicópteros en caso de incendios. “El ladrillo se hunde. La madera flota”. Tras constatar que ésta “es la única materia prima que nunca ha bajado de precio”, el matricero albaceteño Juan Valero fundó Maderas

bolas de BARRO Una mezcla de arcilla, abono y semillas, conocida con el nombre japonés de nendo dango, es utilizada para regenerar tierras muy degradadas (sobre estas líneas y arriba).

“Trabajamos con la biología, no con la química”

L

RICHARD WADE Profesor y diseñador de permacultura. Dirige el Instituto Permacultura Montsant, en Arbolí (Tarragona).

a permacultura es el diseño consciente de la integración del ser humano en el entorno natural”. Así la define uno de los mayores especialistas en la materia, el estadounidense Richard Wade, de 65 años, 40 de ellos afincado en nuestro país. Wade es el autor del proyecto del bosque BlueMotion de Volkswagen en la sierra de Alcaraz. “Se trata de una zona muy degradada, tremendamente erosionada. El trabajo que llevamos a cabo allí es a largo plazo. Lo que estamos haciendo es recuperar una zona que estaba a un paso de convertirse en un desierto.

Pero yo creo que en unos cinco años los resultados serán visibles”, señala. Antes de actuar sobre un terreno, Wade analiza el ciclo del agua en el lugar, el nivel de nutrientes del suelo y la dinámica del ecosistema. “Nos basamos en la observación de la naturaleza: la permacultura trabaja con la biología, no con la química”. El primer objetivo es “retener toda el agua posible para evitar que ésta cumpla la única ley que no te puedes saltar: la gravedad”. Después, plantamos vegetación para enriquecer el suelo y garantizar la supervivencia de los árboles”.

Se repartirán 150.000 bolas de arcilla entre los peregrinos para reverdecer el Camino de Santiago Nobles de la Sierra del Segura (MNSS) en el año 2000, convencido de que la ecología puede ser más rentable –en términos estrictamente económicos– que la industria.Y además, con beneficios ambientales. El sector elegido fue la producción de maderas caras, de las que España es uno de los mayores consumidores europeos, dependiendo totalmente de las importaciones. MNSS comercializa lotes de árboles y garantiza su cuidado durante 20 años, momento en el cual el cliente decidirá si quiere vender su madera o que siga creciendo más tiempo. Según sus proyecciones, un paquete de diez nogales, que cuesta a su propietario 3.690 euros, proporcionará una madera valorada entre los 13.000 y los 40.000. Y además, en ese tiempo habrá absorbido 10.000 kg de CO2. La madera del nogal, el árbol que domina en sus plantaciones, es especialmente apreciada por su solidez y

A salvo del hacha

N

o hay mejor manera de defender los bosques que evitar que desaparezcan. Esto es lo que hace la Fundació Territori i Paisatge de la Caixa de Catalunya, que protege espacios naturales que ocupan el 4,5% del territorio de la comunidad catalana. En total, mediante la adquisición de 24 fincas y convenios de custodia con los propietarios de otras muchas, asegura la supervivencia de los ecosistemas de 144.096 hectáreas de bosques, montañas, llanuras, ríos y humedales. Otra estrategia es la compra de derechos de tala, como han hecho con 142 hectáreas de arboledas.

resistencia a la humedad: “Con ella se construían antiguamente las hélices de los aviones”, destaca Segura. Muchos de los nogales que poblaban la zona hace un siglo acabaron girando por los cielos del mundo. Además, sus raíces retienen especialmente el agua. En 2003 se plantaron los primeros ejemplares, que ya alcanzan los cuatro metros de altura. También hay cerezos, serbales, tilos, castaños y paulonias, una especie de origen chino de rápido crecimiento y madera de gran calidad.

E

n total, han plantado ya

unos 70.000 árboles maderables, propiedad de casi 4.000 clientes de toda España y otros países, pero muy pocos son de una comarca que están ayudando a revitalizar con la creación de una quincena de puestos de trabajo. Ana Esther Fernández, de 36 años, que regenta un hostal en Riópar, pueblo situado a unos 40 km, junto al espectacular nacimiento del río Mundo, sí se dejó convencer.“Hace cinco años compré un lote de nogales, y el año pasado otros dos de diversas especies, uno para cada uno de mis hijos, de nueve y seis años. Creo que es importante que se sensibilicen. A mí antes lo del cambio climático me sonaba a chino, pero ahora lo entiendo y ¿qué mejor que ayudar a combatirlo obteniendo un beneficio económico?” En febrero de 2007 nacía la fundación, que junto con MNSS ha acuñado el concepto de Responsarbolidad y cuyo objetivo es“impulsar la cultura del árbol para contribuir a la lucha contra el cambio climático, favorecer un medio ambiente más sano y recuperar nuestros paisajes, implicando

al mayor número de sectores sociales posibles”, explica su presidente, Javier Sánchez, de 53 años. Numerosas empresas y particulares secundan ya su propuesta de “calcular, reducir y compensar, siempre por este orden” sus emisiones a la atmósfera. Han plantado bosques autóctonos en la sierra albaceteña, pero también en Cataluña, Extremadura, Galicia, Madrid e incluso Bolivia. “Queremos plantar cien millones de árboles”, dice. Entre otras acciones, piensan repartir 150.000 bolas de arcilla a los peregrinos para “reverdecer el Camino de Santiago”. Ese mismo año convocaron el Primer Encuentro Internacional de Amigos de los Árboles, celebrado en Barcelona, en el que participaron, entre otros, Al Gore, el ex vicepresidente de EE UU reconvertido en activista medioambiental; la física y filósofa india Vandana Shiva y la ex ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona. A principios de 2010 organizarán el segundo, al que han invitado a Wangari Maathai, Nobel de la Paz; Robert Kennedy Jr., abogado ambientalista que ha sentado en el banquillo a grandes empresas; el padre de la permacultura, Bill Molison; Carlo Petrini, impulsor del movimiento Slow Food; el activista antiglobalización José Bové o el naturalista Miguel Delibes.Para compensar las emisiones causadas por estos encuentros plantarán 40.000 árboles. Producir madera y oxígeno, combatir el cambio climático, frenar la desertificación, generar biomasa, favorecer la biodiversidad, restituir el paisaje y hacer ganar dinero. No se puede pedir más a una iniciativa G que empieza a echar raíces.

sensibilización social Participantes en el proyecto lanzan bolas de arcilla para regenerar la tierra (arriba). Abajo a la izda: antes de plantar árboles la tierra se cubre con paja para que retenga la humedad. Página anterior arriba: Ana Esther Fernández pasea entre los nogales que compró. Abajo, interior del nendo dango con distintas semillas.

El periodista Joaquim M. Pujals y el fotógrafo Alfons Rodríguez, colaboradores habituales de GEO, esperan poder regresar dentro de 20 años a la sierra de Alcaraz para ver cómo la zona visitada en este reportaje se encuentra por fin cubierta de densos bosques.

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