Bonanza Y Broncaza

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Bonanza y Broncaza El auge del guano prendió la mecha en el siglo XIX. La historia del Perú es una saga de prosperidad y terribles crisis que explotaron por factores externos, como fueron las bonanzas y las crisis del guano y el salitre entre 1844 y 1879. Las lecciones del pasado también demuestran que en los flancos internos, los conflictos aumentan y las masas se enervan cuando la caja fiscal engorda y no hay visos de chorreo. En el siglo XIX, la República pudo desaparecer, luego de un periodo de opulencia –por la gran demanda exterior del guano peruano– que fortaleció la burbuja de las clases ricas y dirigentes. No surgió ningún outsider radical sino la peor de las guerras, que aún nos duele.

Presidentes José Rufino Echenique, Ramón Castilla, Mariano Ignacio Prado y José Balta, gobernaron casi tres decenios del boom. En 35 años, los ingresos por la explotación guanera se multiplicaron hasta equivaler 80 veces el presupuesto nacional.

“Alegoría representando la América durante el año de 1872” (Delfín O. Blanco, 1895). El cuadro caracteriza el progreso material y las desgracias que acaecieron al Perú hacia el final de la opulencia generada por el guano. El Palacio de la Exposición y el Ferrocarril aparecen como símbolos de la prosperidad. También están los hermanos Gutiérrez colgados en la Catedral, luego de su intentona golpista frustrada por las masas. Ese mismo año, el agotamiento de las reservas guaneras y la crisis económica internacional pondrían en serias dificultades al gobierno del civilista Manuel Pardo. La curva ya empezaba a virar a la picada.

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cluyó entre sus banderas una mejor distribución de las rentas del guano. “Exigen que no sean solo para Lima y arrastran en la revuelta a Moquegua y Puno”, anota el historiador. Un sector de la Marina se plegó, entre ellos Miguel Grau. Una flota toma las islas de Chincha y vende el guano, lo que financia la insurrección. Al año siguiente, Vivanco ataca el Callao para dirigirse a Palacio. Los chalacos derrotan a los alzados y el Congreso les confiere el título de ‘Provincia Constitucional’. Pero los más afectados con el boom fueron los chinos, llamados ‘coolíes’. Sacaban el guano en las islas o trabajaban en las haciendas costeras como si fueran esclavos. Según Zapata, llegaron 10,000 chinos en 35 años, lo que representaba entonces el 10% de la población del país. La historia registra

“Toda la imprevisión de la bonanza guanera nos estalló en la cara cuando se inició la Guerra con Chile”.

Trabajadores extrayendo el “oro blanco” en las letales islas de Chincha, año 1870.

1856. Se levantó Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa contra Ra-

món Castilla. La sublevación incluyó entre sus motivaciones la desigual distribución de las rentas del guano, que afectaba a las provincias. Se sumaron Moquegua y Puno. Una flota de la Marina, que los apoyaba, tomó las islas de Chincha. Al año siguiente, atacaron el Callao pero los chalacos los derrotaron. La ciudad fue denominada ‘Provincia Constitucional’.

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Consignatarios del guano en ácida caricatura.

FOTO: CORTESÍA: JAVIER TANTALEÁN (COLECCIÓN)

UANDO la torta crece y no comemos más, la fiesta acaba mal”, advierte el historiador Antonio Zapata. Los titulares de los diarios y las cuentas mineras atizan la alarma. Es la moraleja del siglo XIX, los años de la “la prosperidad falaz”, en palabras de Jorge Basadre. El boom del guano, el abono considerado “oro blanco” en aquella época, incubó suficiente resentimiento e imprevisión que casi acaban con la joven república. En abril pasado, el presidente Alan García declaró: “Que el momento de bonanza que vivimos no se pierda como el momento de bonanza del guano y del salitre, ni se comprometa en aventuras riesgosas. Hay que construir infraestructura, que es lo más importante”. Era la colocación de la primera piedra del nueva terminal de contenedores Muelle Sur. Hace bien AGP en recordar un episodio de la historia tan aleccionador. Porque las ingentes ganancias logradas con el guano marearon a la elite. “En 35 años, entró un equivalente a 80 veces el presupuesto de la República”, señala Zapata. El cálculo fue realizado por el economista norteamericano Shane Hunt. Es como si desde hoy hasta el 2043, ingresara al fisco más de S/. 5 billones por la explotación de un solo recurso. Pero fue una fiesta con mucho derroche, donde solo se divirtieron algunos. Los artesanos no la pasaron bien. “Ya no les compraban sus productos. La clase alta, enriquecida con el guano, empezó a importar artículos de lujo de Europa”, cuenta Zapata. En 1858, artesanos de Lima y Callao, encabezados por los carpinteros y los herreros, tomaron los barcos del muelle y destruyeron puertas y ventanas importadas. El interior del país también alzó su voz. En 1856, se levantó en Arequipa Manuel Ignacio de Vivanco contra el gobierno de Ramón Castilla. Fue una sublevación de conservadores, pero in-

FOTO: DAVID PEREDA Z.

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CORTESÍA: SUCEDIÓ EN EL PERÚ.

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1858. Cientos de artesanos tomaron los barcos del puerto del Callao y destruyeron puertas, ventanas y otros productos importados. Protestaban por la enorme caída en sus ventas, porque la clase alta había empezado a importar artículos de lujo de Europa. Esto fue posible por el aumento de riqueza, debido principalmente al guano.

En 1872, los hermanos Gutiérrez mataron a Balta; la multitud se los cobró.

varios motines de coolíes explotados. “Todo ese resentimiento se va a manifestar en la Guerra del Pacífico. Allí los chinos, liderados por Quintín de la Quintana, colaboran con los chilenos”, asevera Zapata. Mientras, la corrupción campea. El economista Javier Tantaleán, director del Instituto de Gobernabilidad de la Universidad de San Martín de Porres, sacó las cuentas. “La corrupción se puede estimar en un 25% del total de exportaciones, es decir $ 3,000 millones o grosso modo un 95% del PNB (Producto Nacional Bruto) de 1876”, asegura. Tantaleán también resalta la formación del Partido Civil, que llega al poder en 1872 con Manuel Pardo. “Nace de ese grupo beneficiado por la bo-

Javier Tantaleán inmerso en las paradojas de la bonanza del XIX.

nanza, los civiles organizados. Es el primer partido moderno de élites, financiado por los antiguos consignatarios del guano que fueron desplazados por el francés Dreyfus”, sostiene. Pero cuando los civiles ganan las elecciones, ya estábamos en crisis. “Había un ambiente de paro, el ferrocarril central fue interrumpido por falta de dinero y los obreros estaban desempleados”, indica Zapata. En ese contexto, se alzan el ministro de Guerra, Tomás Gutiérrez, y sus hermanos contra el presidente José Balta, que se negó a desconocer el triunfo de Pardo. En el fragor del golpe, matan a Balta, lo que enardece a la población. Dos Gutiérrez acabaron muertos colgados en la Catedral. El punto más álgido fue la Guerra

1869. Se firma el contrato entre el gobierno peruano y Dreyfus & Hnos. El contrato se llevó adelante a pesar de las protestas de los consignatarios peruanos. Según el acuerdo, Dreyfus compraría la mercadería establecida al término de los contratos con los consignatarios y pagaría la deuda externa hasta los S/. 5 millones cada año.

con Chile, llamada por muchos “Guerra del Guano y el Salitre”. El rótulo fue acuñado por el historiador venezolano Jacinto López. En 1842, Chile se declaró propietario de las guaneras “del desierto de Atacama y de las islas adyacentes”, entonces territorio de Bolivia. Los chilenos desistieron, pero en 1879 estalló el conflicto por el salitre, que reemplazó al guano como otro valioso fertilizante. “Toda la imprevisión de la época del guano nos estalló en la cara en la Guerra con Chile”, concluye Tantaleán. Más aún, el gobierno civilista expropió las salitreras de capitales chilenos e ingleses. La reacción fue feroz. La fiesta acabó con un país en bancarrota y recortado, una herida que aún no termi■ na de cicatrizar. (David Pereda Z.)

1872. El partido civilista gana las elecciones presidenciales con Manuel Pardo. Se alzan el ministro de Guerra, Tomás Gutiérrez, y sus hermanos contra el presidente José Balta por negarse a desconocer el triunfo civil. Matan a Balta y la población reacciona con violencia. Dos Gutiérrez terminan muertos colgados en la Catedral.

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