2 DE SEPTIEMBRE DE 2008 Volumen 1, nº 1
Archipiélagos de
excepciones
Referencias 1) Reseña en Conciencia social nº 11. Diada Editorial. Sevilla. 2) Bibliografía de Bauman en
http://www.lectu ralia.com/autor/ 2331/zygmuntbauman
3) http://www.cccb.o rg/es/curs_o_conf erencia?idg=1612 2
Otra vez Bauman Acabo de terminar de leer otro libro de Zygmunt Bauman. Es curioso lo que ocurre con este autor: convertido por arte de mercado en pensador de culto o autor de moda, sus obras no dejan de aparecer en forma de torrente que amenaza con desbordar los estantes de cualquier librería que se precie de tener todo lo que de él se ha venido editando. Ya hablé de esto en otro sitio (1), pero no puedo por menos que volver a referirme a esta política editorial-comercial que, creo, no favorece demasiado a un pensador riguroso que merced a este torbellino de títulos puede acabar pareciendo alguien repetitivo, un pensamiento que da vueltas en círculo hasta amenazar con disolverse en nada. Y es que si algo hay que advertir al posible nuevo lector de la obra de Bauman es que consulte el índice y no se deje llevar por el título, pues más de alguno de sus libros (2) no deja de ser lo mismo que lo dicho en otro de distinto título. ¿Hasta qué punto es responsable el octogenario pensador polaco afincado en Inglaterra? No lo sé. No me apetece juzgar aquello que desconozco. Lo que sí se aprecia es que algunas de las obras que aparecen son transcripciones de conferencias impartidas por el sociólogo de moda, ¿a pesar de él?, que gracias a una criticable actitud editorial escamotean en la portada del libro su condición. La que he terminado de leer es una de estas conferencias, concretamente una impartida en el CCCB (11 de noviembre de 2005 dentro del ciclo “Archipiélago de excepciones. Soberanía de la
ARCHIPIÉLAGO DE EXCEPCIONES
Más allá que un título con pretensiones poéticas, lo de archipiélago de excepciones ha de ser tenido en cuenta como un concepto potente e imprescindible para situarnos críticamente en relación con nuestro mundo, con nuestro tiempo. El CCCB, un centro que osa producir pensamiento, acertó una vez más con el tema, con el concepto y con la invitación a Bauman, ya que éste le da, en su discurso, un notable protagonismo al juego de relaciones sociales que, como sabemos, implica también las políticas de exclusión. En dos de sus obras, el tema del Otro como el Excluido ocupa el espacio central del discurso: “Confianza y temor en la ciudad: vivir con extranjeros” (2006) y un año antes el excelente “Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias” (2005), libro éste que os recomiendo vivamente por lo que tiene de trampolín para trazar uno mismo sus coordenadas en torno a lo que yo mismo entiendo que es el gran problema de este tramo inicial del siglo XXI, la redefinición de las dinámicas de relaciones sociales y las políticas de inclusión-exclusión. Hubo un momento, a finales del XX, en el que se produjo un debate entre las políticas de la identidad y las políticas de la redistribución. Creo que
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Archipiélagos de excepciones
Quienes hemos vivido en un archipiélago sabemos muy bien que este en territorio especial el extrañamiento, la sensación de aislamiento se multiplica. Sabes que hay alguien cerca de ti, pero que está tan separado de eso que constituye el centro (de poder) como tú lo estás. Aislamiento de muchos no es soledad compartida.
El País, 11 septiembre 2008
“El <<progreso>>se ha transformado en una especie de interminable ininterrumpido juego de las sillas musicales, en el que un solo instante de desatención acarrea una derrota irreversible y una exclusión irrevocable”.
Referencias 4.
5.
http://es.wikipedia.o rg/wiki/Archipi%C3 %A9lago_Gulag http://www.cccb.org /es/autor?idg=1018 5
La tesis que defiende Bauman y que sirve para aproximarnos a una definición de esos Archipiélagos (cómo no recordar aquí lo de GULAG (5)) tiene mucho que ver con la viñeta de El Roto que aquí se incluye. Para el pensador polaco, la modernidad tiene como uno de sus principales rasgos identitarios la incesante producción de residuos, la búsqueda de vertederos donde colocarlos y, en algunos casos, la posibilidad de establecer sistemas de reciclaje que permitan recuperar esos residuos que dejan, así, de ser simple basura. Entre esos residuos Bauman, duro, sin paños calientes, cita los residuos humanos (los parias de la modernidad): parados, colonizados-explotados, emigrantes… De hecho para el polaco el capitalismo imperialista no fue otra cosa que un sistema complejo de, por un lado, colocar residuos humanos en vertederos distantes de la metrópoli (y donde no representaban amenaza alguna a la estabilidad del sistema) y por otro de establecer políticas de reciclaje que sirvieran para realimentar al propio sistema. Pero esto ya no es así. Ahora, dice Bauman, el gran problema es que ni nos quedan vertederos distantes ni somos capaces de reciclar a esos parias que, definitivamente, quedan excluidos como simples desechos, desperdicios sin utilidad. ¿Qué hacer con ellos? ¿Qué hacer con estos residuos cada vez más molestos? La exclusión, bien lo sabemos, genera subpolíticas de construcción de espacios de exclusión, de lugares anómalos, territorios virtualizados en la medida en que en ellos dejan de regir las más mínimas normas del Derecho, verdaderos territorios sin ley (salvo una: quien entra allí no puede, no debe salir; dentro todo vale, la única regla es que la puerta sólo tiene un sentido, se cierra para dejarte en esos limbos o más bien infiernos en vida) Archipiélagos de excepción porque en ellos, “como muy bien ha expresado Michel Agier (5), (los allí recluidos están) hors du nomos (fuera de la ley), pero no fuera de esta ley o de aquélla, ni la de este país o la de aquel otro, sino fuera de la ley como tal” (pág. 32) Archipiélagos de excepción: los campos de refugiados, los guetos e hiperguetos, y algunas barriadas de nuestras ciudades y… Archipiélagos de excepción que comienzan a salpicar de islas el mapa de este planeta moderno y global. Archipiélagos de excepción, ayer lejos de nosotros, para no molestarnos, y hoy cada vez más próximos, tan cercanos que no
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Archipiélagos de excepciones
Un texto, una posición. La crisis del mundo actual
La conferencia de Bauman es, como mucho de sus escritos, rica en ideas que actúan más como motor de pensamiento que como conclusión. Como corresponde a un texto pensado para ser expresado en público y en un tiempo limitado, el autor no se anda por las ramas y ya desde el primer momento nos sitúa en el panorama de un mundo, de una sociedad fruto del devenir histórico de la modernidad capitalista, sumida en una crisis que tiene poco de coyuntural y que no se limita a los perfiles de la crisis en boca de políticos, periodistas, empresarios y tertulianos. Y así, arranca el texto con una cita de Jacques Attali en la que afirma que esta sociedad nuestra, triunfalista, autocomplaciente, ciega e hipócrita es un Titanic que navega con el convencimiento de que en eso que llamamos futuro nos está esperando el iceberg que nos hará naufragar definitivamente. Este escenario de crisis aparece concretado, mejor sería decir bocetado, en diferentes momentos de las 134 páginas del libro. El centro de esa crisis, el ojo de ese huracán llamado liberalismo, no es otro que el debilitamiento de lo político, la sumisión del Estado a las fuerzas del mercado con sus efectos perversos de entre los que el autor destaca la quiebra del Estado del bienestar y su conversión total, especialmente desde el 11-S, en un Estado policial, en un Estado que refuerza, como recuerda Loïc Waquant (6) su intervención penal en la misma medida que reduce su función social. Este aspecto, según Bauman, explicaría la gran inversión en lo que podemos llamar políticas del miedo y su correlato, la conversión de la seguridad (contra la amenaza de un enemigo exterior) en el eje de los servicios del Estado. Como recuerda Bauman, no debemos olvidar que seguridad no significa impedir el desorden, sino la gestión del desorden (ver pág. 108) Casi podríamos decir que los agentes al servicio del Estado, que a su vez son simples vicarios de los verdaderos poderes que residen en eso llamado el Mercado, invierten todo su esfuerzo en insuflar a la sociedad continuas dosis de miedo, miedo a tantas cosas, miedo a casi todo (a la enfermedad, al enemigo, a la pérdida de poder adquisitivo y la consecuente exclusión del consumo como signo de inclusión social), un miedo que nos paraliza como sujetos en la medida en que nos devuelve a la crudeza de nuestra condición de simples súbditos sometidos sin apenas esfuerzo. En este contexto una de las primeras cosas que se viene abajo, que se derrumba sin remisión es la solidaridad que si bien siempre ha sido un principio escaso, ahora empieza a ser algo que nos queda muy, pero que muy lejos. Una quiebra de la solidaridad total y con tintes de desesperanza que le lleva a decir al sociólogo polaco que “las presiones de una competencia de mercado erosiona(n) la solidaridad de los más débiles” (pág. 96) Lo acabamos de vivir muy cerca, aquí, en Roquetas, en ese barrio llamado de las 200 viviendas (y el nombre ya es preludio de algo que ahora ya sabemos: marginalidad) y en esa guerra entre los nadie. ¿Un capítulo más de las múltiples guerras patrocinadas por el mundo rico? “El occidente rico contribuye en gran medida a la producción de ese desecho (…) directamente,, promoviendo guerras que se globalizan y desestabilizando a un número cada vez mayor de sociedades.” (ver pág. 29) Sea como fuere, esta claudicación total de los poderes políticos y la sumisión derivada de la política a las fuerzas del mercado (liberalismo total), es el núcleo de la crisis global que nos sacude y por ende, para
Referencias 6. http://sociology.be rkeley.edu/faculty/ wacquant/
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EL CERTERO ANÁLISIS DE UNA SITUACIÓN.
No olvidemos que la conferencia de Bauman tuvo lugar en noviembre de 2005, un tiempo en el que aún, y a pesar de ciertas voces que anunciaban que íbamos hacia una crisis, se vivían tiempos de euforia de mercado. De ahí que un fragmento del texto del sociólogo parezca desde el a ras de suelo del hoy como expresión de la lucidez máxima. No puedo evitar incluirlo aquí:
“El espectro de la degradación social contra el que el Estado social se comprometió a luchar es hoy reemplazado por amenazas como la del pedófilo, el mendigo
“La sociedad ya no está protegida por el Estado, o, cuando menos, es improbable que confíe en la protección que éste le ofrece; actualmente, se halla expuesta a la voracidad de unas fuerzas que el Estado ya no controla ni espera ni pretende recuperar y subyugar. Es principalmente por ese motivo por el que los gobiernos estatales, en su esfuerzo diario por capear los temporales de nuestros tiempos, van dando tumbos de una campaña ad hoc de gestión de crisis a otra y de un conjunto de medidas de emergencia a otro, sin soñar con otra cosa que mantenerse en el poder tras las siguientes elecciones, pero carecen, por lo demás, de programas o ambiciones con visión de futuro (por no hablar de proyectos de resolución radical de los problemas recurrentes de la nación).”
molesto, el atracador, el asesino en serie, el terrorista….”.
¿Nos suena? Imaginemos que usamos estas palabras para refererirnos a la actitud del gobierno Zapatero (y también de los partidos de la oposición, en especial el PP por su carácter de alternativa). ¿Desabarraríamos?
Del Estado social al Estado policial El papel de los gobiernos reducido a gestionar el miedo, un miedo inculcado a la ciudadanía, con el concurso de los medios de comunicación masivos, para lograr la claudicación total por parte de la sociedad a las políticas de destrucción de lo social, de privatización de lo social, de mercantilización de los derechos. Políticas del miedo. A lo largo de la conferencia, Bauman, nos sitúa ante esta estrategia del poder que se sirve de la creación de enemigos y de la difusión de amenazas (muchas, como sabemos, falsas o exageradas) para dar el salto desde la protección de los derechos sociales de la ciudadanía a una forma de Estado ligada a lo policíaco-judicial. Control. Mientras vigilamos para que la sombra que nos amenaza no nos ataque, nosotros, la sociedad, dejamos hacer a esos gobiernos vendidos o rendidos a los poderes del mercado. En el texto que he entresacado y he colocado en el margen, el sociólogo es explícito. El Estado nos advierte de las múltiples amenazas que nos afectan, una a una “o, mejor aún, la conjunción de todas esas amenazas en la figura del inmigrante ilegal” (pág. 98) Políticas del miedo y políticas de la exclusión van indisolublemente unidas.
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DESECHOS HUMANOS. CUESTIÓN DE RESIDUOS A veces a uno le entran las ganas de no evitar hacer uno de esos malos, por facilotes, juegos de palabras. El siglo XX fue el siglo de los Derechos Humanos, no por su cumplimiento, sino por su creación y por lo mucho que se habló de ellos. Al parecer el XXI está poniendo en evidencia que más que de derechos humanos, de lo que se trataba era de los desechos humanos. Bauman ha señalado en muchas de sus obras que uno de los rasgos típicos de la modernidad ha sido la producción de residuos, la producción y hasta cierto punto gestión de desechos. Entre estos los humanos han sido una constante permanente, por lo que no es novedoso que en la fase actual de crisis del sistema de la modernidad capitalista la producción de desechos humanos se haya disparado. El problema no está allí. El problema, como nos dice Bauman, está en la gestión, pues según el autor polaco ni encontramos ya vertederos lejanos a los núcleos donde reside el occidente rico para despositarlos, ni somos capaces de aventurar posibilidades de reciclaje de los mismos.
Roquetas de Mar. Foto uTk
Una vez más el autor da muestras de su lucidez cuando señala que en nuestro horizonte se abre una crisis ligada a los residuos, pero como bien señala esa crisis, por ahora, se reduce a una cuestión medioambiental. El deterioro del medio ambiente, la destrucción del equilibrio ecológico y la amenaza que esto representa para todos “son, ya desde hace algún tiempo, un motivo de intensa preocupación” (pág. 60); pero… “No hemos llegado aún a vislumbrar y comprender más que una pequeña parte de los efectos de largo alcance que la creciente masa de <<seres humanos de desecho>> tendrá sobre el equilibrio político y el equilibrio social de la convivencia humana a nivel planetario.” (pág. 60) Mientras nuestros gobiernos alientan el cierre de fronteras y explícita o implícitamente recargan de argumentos xenófobos y racistas la recámara de los cerebros teledirigidos de los espectadores-ciudadanos, la producción de desechos humanos no cesa y el planeta camina,
“EL OTRO DESVIACIONISTA” No quería extenderme tanto, así que dejó para el final lo más obvio y, sin embargo, el motivo central de la charla de Bauman: los habitantes de esos archipiélagos de exclusión, los desechos de los desechos (porque sí, incluso entre los residuos cabe una gradación: no es lo mismo nuestro parado que el inmigrante, ¿verdad señor Corbacho?. Para Bauman no hay duda de que son esa ingente masa de inmigrantes reales y potenciales los que asumen la condición de desechos recluidos en vertederos llamados centros de acogida, campos de refugiados, hiperguetos o guetos (barriadas sin brillo pero con nombre). Especialmente el autor se centra en el caso de los refugiados, esas personas a las que las guerras, casi todas ellas propiciadas y/o consentidas por el Occidente rico, les arrancan literalmente de la vida para situarlos en una condición que, aparentemente transitoria, acaba por recluirlos para siempre en una nada total, en un lugar donde la exclusión sin apelación posible es el único gesto recibido desde un afuera, desde esos otros lugares habitados por personas.
“Creo que la naturaleza diaspórica del planeta es el futuro de éste”.
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“Quien se convierte en refugiado lo es ya para siempre”.
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El refugiado, “heraldo de malas noticias”, cita Bauman a Brecht. El refugiado que es el residuo inútil, el que a las sociedades ricas no le sirve absolutamente para nada, salvo para recordar, a veces con mala conciencia, que hay otros mundos que están en éste y que asumen los rasgos del peor de los infiernos imaginado por ser humano alguno. El refugiado es la encarnación de la muerte en vida, pues no existe para él futuro hacia el que ir (no olvidemos que la mayoría está depositada en esos campos rodeados de alambradas y atendidos por ONGs); pero si no puede ir a ningún sitio tampoco puede volver, no existe retorno posible para él. Y Bauman, para ilustrar esto último, cita algunos casos de refugiados a los que se invita (y obliga por la fuerza) a regresar a sus países o regiones de origen cuando desde el mundo rico se decide que ya no hay peligro para ellos. No quieren regresar. Simplemente porque no tienen a dónde regresar: ¿a unas ruinas? ¿al olor a muerte? ¿a la muerte?.
PERO ESTÁN LAS ONGs Tal vez uno de los puntos más polémicos del texto, que ya había aparecido en su obra Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias, es el juicio que susurra Bauman, apoyándose en este caso en algún otro autor, sobre las ONGs. Algo que puede sonar duro, pero que, creo, es necesario pensar desde la frialdad y la distancia para no caer en la trampa de manos invisibles que, parece, resuelven problemas. “Respecto a esto último, abundan las aprensiones. ¿No es la figura misma del ayudante humanitario -ya sea voluntario o a sueldo- un importante eslabón en la cadena de la exclusión? Existen dudas acerca de si los organismos de asistencia, en su empeño por alejar a las personas del peligro, no están ayudando inadvertidamente a los promotores de la "limpieza étnica”. Agier se pregunta si el trabajador humanitario no es un “agente de exclusión con un coste menor” y, aun más importante, un dispositivo pensado para descargar y disipar la ansiedad del resto del mundo, para absolver las culpas y calmar los escrúpulos, así como para desactivar toda sensación de urgencia y todo miedo a la contingencia. Colocar a los refugiados en manos de los "trabajadores humanitarios" (y cerrar los ojos para no ver a los guardias armados en el fondo de la imagen) parece ser un modo ideal de reconciliar lo irreconciliable: las ganas apremiantes de deshacerse de ese nocivo residuo humano calmando al mismo tiempo el prurito personal de rectitud moral” (pág. 38) Palabras duras, sin duda, pero que merecen ser reflexionadas antes de descartar el horizonte hacia el que apuntan. Bauman concluye su texto sobre los excluidos de los excluidos señalando algo que no deberíamos olvidar: “creo que la naturaleza diaspórica del planeta es el futuro de éste” (pág. 133). Pero es evidente que para asegurar ese futuro habrá que tomar decisiones que supongan, de entrada, la asunción de que aquello que siempre se ha dicho sobre el capitalismo, que genera crisis graves pero que sale reforzado de ellas, es una solemne estupidez. Pensar históricamente la dinámica de la modernidad capitalista desde la genealogía de las políticas de exclusión puede ayudarnos a darnos cuenta de ello.
UNA LECTURA INCITANTE
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Reconozco que inicié la lectura del libro con no pocas dudas. ¿Sería más de lo mismo? Es evidente que muchas de las cosas que se dicen en el libro las puedes encontrar en otras obras del autor, pero no es menos cierto que la lectura del texto resulta más que atractiva. Primero por algo que no quiero dejar de citar: la claridad expositiva. Bauman es de esos autores que demuestran que el rigor conceptual, la seriedad del discurso no están reñidos con una expresión clara, purgada de jerga retorcida, de verbo especializado. En segundo lugar, y ya lo he citado antes, porque de lo dicho en esa conferencia se infieren muchas ideas para pensar la crisis del modelo de modernidad capitalista en su fase neoliberal-finaciera. Creo que Bauman apunta bien cuando traza el boceto de una de las caras de esta crisis poliédrica que, creo, tiene poco de episódica, de coyuntural. Señalar también que al final del libro se recogen, brevemente, alguno de los intercambios de ideas surgidos en el coloquio posterior.
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(Al terminar de escribir esto sobreviene la noticia del hundimiento de ese gran banco norteamericano y de, como señaló I. Gabilondo, el descubrimiento, por parte del liberalismo, de las bondades del marxismo: el Estado a salvar a los causantes de la crisis que ya no se suicidan como en 1929, supongo que una vez rescatada la empresa se van a un Spa a “Detrás de toda relajarse. Como siempre pierden los mismos. Y entonces Gabilondo va y suelta en su respuesta se esconde noticiario: la soberanía popular es una Nintendo que se la da a la gente para que se una pregunta” entretenga. Tremendo)
Roberto Bolaño
http://web.mac.com/utk1957/i Web/web_utk/PRINCIPAL.html
Portada El País. 2008