Acerca de la Revolución de Mayo, los sucesos en Buenos Aires y sus repercusiones en Mendoza por María Celeste Aroca Para comenzar a hablar de los sucesos de Mayo de 1810, resulta indispensable recordar que estos territorios, por aquel entonces, formaban parte de la corona de España, desde el siglo XVI. 24 DE MAYO DE 2017, 16:55.
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Los eventos que tuvieron lugar en la capital del Virreinato del Río de la Plata, sin duda responden a un contexto internacional enmarcado en la crisis de la monarquía española y la consecuente ruptura del pacto colonial, la incapacidad de la metrópoli de proteger y cubrir las necesidades de sus territorios coloniales. El derrotero de esta crisis comenzó mucho antes de 1810, algunos de las contingencias que como consecuencia perjudicaron las relaciones entre la metrópoli y sus comarcas americanas fueron: La Batalla de Trafalgar en 1805, las Invasiones Inglesas a Montevideo y Buenos Aires 1806 - 1807, la Farsa de Bayana y finalmente la invasión Napoleónica sobre España en 1808. Además dentro de la sociedad colonial había comenzado a gestarse una creciente disconformidad, sobre todo en el grupo de los blancos americanos (criollos), quienes influenciados por las
ideas de la ilustración y las noticias de las revoluciones Norteamericana y Francesa, comenzaron a plantear sus aspiraciones de participar más en el gobierno colonial, donde los cargos jerárquicos estaban reservados para los peninsulares. Las Reformas Borbónicas habían marcado aún más la desigualdad existente al interior del sector blanco. Sin embargo, cuando las noticias de los sucesos en la península arribaron al Río de la Plata, no se dudó en reconocer a la Junta Central que se había formado para custodiar el poder español en nombre del Rey cautivo. La situación cambió al producirse la caída de la Junta Central del Reino en Enero de 1810. Este hecho abrió un nuevo interrogante en las colonias ¿En quién reside la autoridad si el rey se encuentra cautivo, la Junta ha caído y España se encuentra invadida por los franceses? A partir del año 1810 el sistema juntista, del mismo modo que había sido implementado en la península, comenzó a extenderse por las colonias, con el fin de formar gobiernos locales hasta el retorno del Rey Don Fernando VII. En Buenos Aires, se convocó un cabildo abierto para el día 22 de Mayo, allí convergieron mentalidades encarnadas por dos grupos opuestos: los moderados partidarios del cambio pero con el mantenimiento de formas tradicionales y aquellos liberales que buscaban un cambio más radical. Finalmente el 25 de mayo se constituyó la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Rey Don Fernando VII. Si este movimiento tuvo un carácter fidelista, entonces cabe preguntarnos ¿Qué tuvo de revolucionario el 25 de mayo? La constitución de una Junta local encierra en sí un acto revolucionario, los criollos allí reunidos tendrán en sus manos las decisiones de gobierno, estos votaron la destitución del Virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros y, más tarde, el no reconocimiento al Concejo de Regencia que se había formado en la isla de León. Dichas medidas revelan que esta revolución tuvo un carácter institucional, sin embargo no modificó sustancialmente el ámbito económico, social y cultural, al menos en lo inmediato. A partir del 25 de mayo la historia y fisonomía de lo que fue el antiguo virreinato comenzó a mutar, caminando a paso lento pero firme hacia la Independencia de las Provincia Unidas, que se concretó finalmente el 9 de julio de 1816. Para concluir este recorrido resulta interesante preguntarse qué sucedió en Mendoza frente a los eventos del 25 de Mayo. En Mayo de 1810 no ocurriónada relacionado a lo acontecido en el cabildo abierto porteño; las noticias de los eventos mayos llegaron a la provincia recién el 6 junio y se oficializaron el 13 del mismo mes con la llegada de Manuel Corvalán, quien traía el comunicado oficial de la Junta Provisional invitando a los pueblos a enviar representantes para integrar el nuevo gobierno. El cabildo de Mendoza resolvió esperar para pronunciar su reconocimiento a la Junta Provisional porteña, debido a su delicada posición. Por un lado nuestra provincia, así como San Juan y San Luis, integraban la gobernación intendencia de Córdoba, ciudad cabecera que se opuso inicialmente al movimiento revolucionario; por el otro los mendocinos siempre había aspirado a separarse de Córdoba y constituir una gobernación. Volcarse hacia Buenos Aires podría acercarlas a este
anhelo, pero claramente definir su posición implicaba enemistarse con una u otra provincia y asumir las consecuencias que esto conllevaba. Luego de varias convocatorias sin resolución alguna, el cabildo abierto del 23 de junio reconoció la Junta Porteña, no obstante, frente a los conflictos decidieron dar marcha atrás y volver a esperar para pronunciarse definitivamente a favor de la Revolución el 10 de julio de 1810. Cabe aclarar que la adhesión definitiva se produjo con el del arribo a la provincia del coronel Juan Bautista Morón y sus tropas. A partir de ese momento Mendoza pasó a integrar la órbita revolucionaria comandada desde Buenos Aires.
La Revolución de Mayo de 1810
Luego de las invasiones inglesas y de la respectiva victoria de las tropas criollas ante éstas, un sentimiento de unidad y fuerza emergió entre la población rioplatense. España vivía desde 1808 el avance de tropas napoleónicas y su poder político y económico se debilitó en poco tiempo. En efecto, sus colonias americanas se vieron desatendidas y desabastecidas durante todo este tiempo. El siglo XIX comenzaba así con grandes cambios políticos y económicos. El Virreinato del Río de la Plata ya contaba con una elite intelectual, un sector comerciante —que a su vez estaba imposibilitado para comerciar libremente con Inglaterra— y un grupo de criollos armados que cada vez fortalecían más su poder militar. El descontento entre los criollos de Buenos Aires crecía a la par de las pretensiones de organizar un gobierno autónomo y la práctica del libre comercio. Así, un proceso intelectual, comercial y militar con ideas independentistas comenzó a desarrollarse en el Virreinato del Río de la Plata. El 13 de mayo de 1810 llegó la noticia de que Sevilla había caído en manos de las tropas de Napoleón. Sevilla era el último bastión del poder español y de esta manera el virrey Cisneros se vio obligado a ceder ante la iniciativa de los criollos revolucionarios de Buenos Aires que pedían una convocatoria a Cabildo Abierto. Con una participación de aproximadamente doscientas cincuenta personas, el 22 de mayo se realizó una sesión de Cabildo Abierto en la que se decidió destituir al virrey Cisneros. El pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al Cabildo el 25 de mayo, creando una Junta de Gobierno integrada por Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; y Juan José Paso y Mariano Moreno, secretarios. Se iniciaba así el proceso revolucionario que desembocaría en la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816.
En el Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional repasamos de manera muy especial estos hechos tan importantes para nuestra historia nacional, con una mirada de lo que sucedió en Mendoza.
MAYO DE 1810... Una mirada salteña
Antes del histórico mayo de 1810 un grupo de patriotas con ideas revolucionarias se reunían en "La jabonería" de Hipólito Vieytes, en la casa de Rodríguez Peña y en la quinta de Mariano de Orma. Gestaban ideas revolucionarias que vieron la luz el 25 de Mayo. Resonaban los nombres de Belgrano, Saavedra, Alberti, Moreno, Paso. En mayo de ese año llegó a Buenos Aires la noticia de que el rey de España Fernando VII era prisionero de los franceses. Los criollos creyeron entonces que no debía gobernarlos un virrey, ya que no representaba más al rey. El 22 de mayo, el pueblo se reunió en un cabildo abierto para decidir la nueva forma de gobierno. Ese día, que se considera el más decisivo de la semana de mayo, hubo alrededor de 500 vecinos reunidos en el Cabildo, de los 40 mil habitantes que tenía Buenos Aires en la época. Apenas asomaba el alba del viernes 25 de mayo de 1810, algunos grupos esperaban en la Plaza Mayor. Dicen que hacía frío y llovía. Se distinguían por sus brazaletes y cintas blancas, cuyo uso era impulsado por los entusiastas Domingo French y Antonio Luis Beruti. Ese día los cabildantes aceptaron la renuncia indeclinable del Virrey, que aceptó el descontento popular hacia su investidura. También decidieron aceptar la Junta revolucionaria presentada, avalada por firmas y respaldada por el pueblo en la Plaza, que quedó integrada por el comandante Cornelio Saavedra, como presidente; secretarios, los doctores Juan José Paso y Mariano Moreno; vocales: Manuel Alberti, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu y Juan Larrea.
Con este primer gobierno patrio, la revolución debía hacerse conocer en el resto del territorio, sobre todo para armar un ejército ante la previsión de los futuros enfrentamientos con los españoles, que se resistirían a las ideas de independencia de esta patria incipiente.
Acontecimientos Posteriores. Ni el consejo de Regencia, ni los miembros de la Real Audiencia ni la población española proveniente de Europa creyeron la premisa de la lealtad al rey Fernando VII, y no aceptaron de buen grado la nueva situación. Los miembros de la Audiencia no quisieron tomar juramento a los miembros de la Primera Junta, y al hacerlo lo hicieron con manifestaciones de desprecio. El 15 de junio los miembros de la Real Audiencia juraron fidelidad en secreto al Consejo de Regencia y enviaron circulares a las ciudades del interior, llamando a desoír al nuevo gobierno. Para detener sus maniobras la Junta convocó a todos los miembros de la audiencia, al obispo Lué y Riega y al antiguo virrey Cisneros, y con el argumento de que sus vidas corrían peligro fueron embarcados en el buque británico Dart. Su capitán Marcos Brigut recibió instrucciones de Larrea de no detenerse en ningún puerto americano y de trasladar a todos los embarcados a las Islas Canarias. Tras la exitosa deportación de los grupos mencionados se nombró una nueva Audiencia, compuesta íntegramente por criollos leales a la revolución. Con la excepción de Córdoba, las ciudades que hoy forman parte de la Argentina respaldaron a la Primera Junta. El Alto Perú no se pronunciaba en forma abierta, debido a los desenlaces de las revoluciones en Chuquisaca y La Paz de poco antes. El Paraguay estaba indeciso. En la Banda Oriental se mantenía un fuerte bastión realista, así como en Chile. Santiago de Liniers encabezó una contrarrevolución en Córdoba, contra la cual se dirigió el primer movimiento militar del gobierno patrio. Montevideo estaba mejor preparada para resistir un ataque de Buenos Aires, y la Cordillera de los Andes establecía una efectiva barrera natural entre los revolucionarios y los realistas en Chile, por lo que no hubo enfrentamientos militares hasta la realización del Cruce de los Andes por José de San Martín y el Ejército de Los Andes algunos años después. A pesar del alzamiento de Liniers y su prestigio como héroe de las Invasiones Inglesas, la población cordobesa en general respaldaba a la revolución, lo cual llevaba a que el poder de su ejército se viera minado por deserciones y sabotajes. El alzamiento contrarrevolucionario de Liniers fue rápidamente sofocado por las fuerzas comandadas por Francisco Ortiz de Ocampo. Sin embargo, una vez capturados Ocampo se negó a fusilar a Liniers ya que había peleado junto a él en las Invasiones Inglesas, por lo que la ejecución fue realizada por Castelli. Luego de sofocar dicha rebelión se procedió a enviar expediciones militares a las diversas ciudades del interior, reclamando apoyo para la Primera Junta. Se reclamó el servicio militar a casi todas familias, tanto pobres como ricas, ante lo cual la mayor parte de las familias patricias decidían enviar a sus esclavos al ejército en lugar de a sus hijos. Esta es una de las razones de la disminución de la población negra en Argentina.
La Primera Junta amplió su número de miembros incorporando en sí misma a los diputados enviados por las ciudades que respaldaban a la Revolución, tras lo cual la Junta pasó a ser conocida como la Junta Grande.
La Revolución de Mayo fue una serie de acontecimientos revolucionarios ocurridos en la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente del rey de España, que se sucedieron durante el transcurso de la llamada Semana de Mayo, entre el 18 de mayo de 1810, fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema Central, y el 25 de mayo, fecha en que se destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y se lo reemplazó por la Primera Junta de gobierno. Revolución de Mayo
La Revolución de Mayo por Francisco Fortuny Contexto del acontecimiento Fecha
18 al 25 de mayo de 1810
Sitio
Virreinato del Río de la Plata
Impulsores
Antonio Luis Beruti Cornelio Saavedra Juan José Castelli Juan José Paso Manuel Belgrano Mariano Moreno Nicolás Rodríguez Peña Hipólito Vieytes Martín Rodríguez Juan José Viamonte
Eustoquio Díaz Vélez Domingo French Abdicaciones de
Motivos
Bayona, Invasiones Inglesas Liberalismo y contractualismo
Influencias ideológicas de los impulsores
Gobierno previo Gobernante
Baltasar Hidalgo de Cisneros
Forma de
Virreinato
gobierno Gobierno resultante Gobernante
Primera Junta
Forma de
Junta de gobierno
gobierno [editar datos en Wikidata]
Si bien inició el proceso de surgimiento del Estado Argentino no hubo una proclamación de la independencia formal, ya que la Primera Junta no reconocía la autoridad del Consejo de Regencia de España e Indias, pero aún gobernaba nominalmente en nombre del rey de España Fernando VII, quien había sido depuesto por las Abdicaciones de Bayona y su lugar ocupado por el francés José Bonaparte. Juráis a Dios nuestro Señor y a estos Santos Evangelios reconocer la Junta Provisional Gubernativa de las provincia del Río de La Plata a nombre del Sr. D. Fernando Séptimo, y para guarda de sus augustos derechos, obedecer sus órdenes y decretos, y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo pública y privadamente a sus seguridad y respeto. Todos juraron; y todos morirán antes que quebranten la sagrada obligación que se han impuesto. (Gaceta de Buenos Aires (1810-1821), 1910, p. 13)
Esta manifestación de lealtad, conocida como la máscara de Fernando VII, es considerada por algunos historiadores como una maniobra política que ocultaba las intenciones independentistas. Otros sostienen que asumir esto sería como considerar que los revolucionarios eran «cínicos, embusteros y traidores».[1] La declaración de independencia de la Argentina tuvo lugar seis años después durante el Congreso de Tucumán el 9 de juliode 1816. Causas externasEditar
La declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 inspiró movimientos similares en las colonias españolas en América. Óleo de John Trumbull (1819).
La coronación en España de José Bonaparte sembró dudas sobre la legitimidad de la autoridad virreinal.
La declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 de Gran Bretañasirvió como un ejemplo para los criollos de que una revolución e independencia en Hispanoamérica eran posibles. La Constitución estadounidense proclamaba que todos los hombres eran iguales ante la ley(aunque, por entonces, dicha proclamación no alcanzaba a los esclavos), defendía los derechos de propiedad y libertad y establecía un sistema de gobierno republicano. A su vez, desde finales del siglo XVIII se habían comenzado a difundir los ideales de la Revolución francesa de 1789, en la cual una asamblea popular finalizó con siglos de monarquía con la destitución y ejecuciones del
rey de Francia Luis XVI y su esposa María Antonieta y la supresión de los privilegios de los nobles. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyos principios eran Liberté, égalité, fraternité («libertad, igualdad, fraternidad»), tuvo una gran repercusión entre los jóvenes de la burguesíacriolla. La Revolución francesa motivó también la expansión en Europa de las ideas liberales, que impulsaban las libertades políticas y económicas. Algunos liberales políticos influyentes de dicha época, opuestos a las monarquías y al absolutismo, eran Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Montesquieu, Denis Diderot y Jean Le Rond d'Alembert, mientras que el principal representante de la economía liberal era Adam Smith, autor del libro La riqueza de las naciones que proponía el libre comercio. Aunque la difusión de dichas ideas estaba muy restringida en los territorios españoles, pues no se permitía el ingreso de tales libros a través de las aduanas o la posesión no autorizada, igualmente se difundían en forma clandestina. Las ideas liberales alcanzaron incluso al ámbito eclesiástico, Francisco Suárez (1548-1617) sostenía que el poder político no pasa de Dios al gobernante en forma directa sino por intermedio del pueblo. Éste sería entonces, de acuerdo con Suárez, el que posee el poder y lo delega en hombres que manejan al estado y si dichos gobernantes no ejercieran apropiadamente su función de gerentes del bien común se transformarían en tiranos y el pueblo tendría el derecho de derrocarlos o enfrentarlos, y establecer nuevos gobernantes.[2] En Gran Bretaña, mientras tanto, se inicia la revolución industrial, y para satisfacer ampliamente las necesidades de su propia población necesitaba nuevos mercados a los cuales vender su creciente producción de carbón, acero, telas y ropa. Gran Bretaña ambicionaba que el comercio de las coloniasespañolas en América dejara de estar monopolizado por su metrópoli. Para lograr este fin intentó conquistarlas –intentona fallida en el Río de la Plata mediante las dos Invasiones Inglesas, de 1806 y 1807– o bien promovió su emancipación. En Europa se desarrollaban las Guerras Napoleónicas, que enfrentaron al Imperio Napoleónico francés contra Gran Bretaña y España, entre otros países. Francia tuvo una gran ventaja inicial y, mediante las abdicaciones de Bayona, forzó la renuncia de Carlos IV de España y su hijo Fernando VII. Estos fueron reemplazados en el trono español por José Bonaparte, hermano del emperador francés Napoleón Bonaparte. La monarquía española intentó resistir formando la Junta Suprema de España e Indias o Junta Suprema Central y, tras la derrota de ésta, el Consejo de Regencia de España e Indias o Consejo de Regencia. Causas internasEditar El rey Fernando VII de España. Retrato de Francisco Goya (1815).
A lo largo del siglo XVIII, las reformas en el Imperio Español llevadas adelante por la Casa de Borbón —que reemplazó a la Casa de Austria a partir del 16 de noviembre de 1700— transformaron la Hispanoamérica de aquel entonces de "reinos" relativamente autónomos, en colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas en España en beneficio de ella.[3] Entre las principales reformas borbónicas en América se destacó la creación del Virreinato del Río de
la Plata en 1776, que reunió territorios dependientes hasta entonces del muy extenso Virreinato del Perú, y dio una importancia principal a su capital, la ciudad de Buenos Aires, que había tenido una significación secundaria hasta ese momento.[4] En el Virreinato del Río de la Plata el comercio exterior era un monopolio de España y legalmente no se permitía el comercio con otras potencias. Esta situación era altamente desventajosa para Buenos Aires ya que la corona española minimizaba el envío de barcos rumbo a dicha ciudad. Esta decisión de la metrópoli se debía a que la pirateríaobligaba a enviar a los barcos de comercio con una fuerte escolta militar, y ya que Buenos Aires no contaba con recursos de oroni de plata ni disponía de poblaciones indígenas establecidas de las cuales obtener recursos o someter al sistema de encomienda, enviar los convoyes de barcos a la ciudad era mucho menos rentable que si eran enviados a México o Lima. Dado que los productos que llegaban de la metrópoli eran escasos, caros e insuficientes para mantener a la población, tuvo lugar un gran desarrollo del contrabando, que era tolerado por la mayoría de los gobernantes locales. El comercio ilícito alcanzaba montos similares al del comercio autorizado con España.[5] En este contexto se formaron dos grupos de poder diferenciados: 1- Los que reclamaban el comercio libre para importar directamente con cualquier país sin tener que necesariamente comprar todas las mercaderías trianguladas por España. Dentro de este grupo del comercio libre pueden distinguirse a su vez a un grupo de poderosos contrabandistas criollos o españoles asociados a los mercaderes ingleses que fomentaban la nula protección de la manufactura local y por el otro lado a un grupo que si bien quería romper el monopolio español, no deseaba una desprotección de la manufactura y producción locales (Mariano Moreno). 2- Los comerciantes monopolistas, autorizados por la Corona española, quienes rechazaban el libre comercio y propugnaban por la continuidad del monopolio ya que si los productos entraban legalmente disminuirían sus ganancias. En la organización política, especialmente desde la fundación del Virreinato del Río de la Plata, el ejercicio de las instituciones residentes recaía en funcionarios designados por la corona, casi exclusivamente españoles provenientes de la metrópoli, sin vinculación con los problemas e intereses americanos. Legalmente no había diferenciación de clases sociales entre españoles peninsulares y del virreinato, pero en la práctica los cargos más importantes recaían en los primeros. La burguesía criolla, fortalecida por la revitalización del comercio e influida por las nuevas ideas, esperaba la oportunidad para acceder a la conducción política. La rivalidad entre los habitantes nacidos en la colonia y los de la España europea dio lugar a una pugna entre los partidarios de la autonomía y quienes deseaban conservar la situación establecida. Aquellos a favor de la autonomía se llamaban a sí mismos patriotas, americanos, sudamericanos o criollos, mientras que los partidarios de la realeza española se llamaban a sí mismos realistas. Los patriotas eran señalados despectivamente por los
realistas como insurgentes, facciosos, rebeldes, sediciosos, revolucionarios, descreídos, herejes, libertinos o caudillos; mientras que los realistas eran a su vez tratados en forma despectiva como sarracenos, godos, gallegos, chapetones, matuchos o maturrangos por los patriotas.
La coronación de Carlota Joaquina de Borbón fue brevemente considerada una alternativa a la Revolución.
Buenos Aires, la capital del Virreinato, logró un gran reconocimiento ante las demás ciudades del mismo luego de expulsar a las tropas inglesas en dos oportunidades durante las Invasiones Inglesas.[6] La victoria contra las tropas inglesas alentó los ánimos independentistas ya que el virreinato había logrado defenderse solo de un ataque externo, sin ayuda de España. Durante dicho conflicto se constituyeron milicias criollas que luego tendrían un importante peso político, la principal de ellas era el Regimiento de Patricios liderado por Cornelio Saavedra. Una alternativa considerada antes de la revolución fue el Carlotismo, que consistía en apoyar a la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana del rey Fernando VII de España y esposa y princesa consorte del príncipe regente Juan de Portugal, para que se pusiera al frente de todas las colonias españolas como regente. Estaba capacitada para hacerlo por la derogación de la Ley Sálica en 1789, y su intención sería prevenir un posible avance francés sobre las mismas. El intento no fue apoyado por los españoles peninsulares, pero sí por algunos núcleos revolucionarios que veían en ello la posibilidad de independizarse en los hechos de España. Entre ellos se encontraban Juan José Castelli, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti, Hipólito Vieytes y Manuel Belgrano; otros revolucionarios como Mariano Moreno y Cornelio Saavedra estaban en desacuerdo. Sin embargo, la propia infanta renegó de tales apoyos, y denunció al virrey las motivaciones revolucionarias contenidas en las cartas de apoyo que le enviaron. Sin ningún otro respaldo importante, las pretensiones de Carlota fueron olvidadas. Incluso después de la revolución hubo algunas aisladas propuestas de coronación de la Infanta como estrategia dilatoria, pero ésta estaba completamente en contra de los sucesos ocurridos. En una carta enviada a José Manuel de Goyeneche dijo:
En estas circunstancias creo de mi deber rogarte y encargarte que emplees todos tus esfuerzos en llegar cuanto antes a Buenos Aires; y acabes de una vez con aquellos pérfidos revolucionarios, con las mismas ejecuciones que practicaste en la ciudad de La Paz.[7]
Corrientes de pensamiento subyacentesEditar
El sacerdote jesuita Francisco Suárez, de la Escuela de Salamanca
Desde mediados del siglo XVIII en el Río de la Plata, al igual que lo que sucedía en el resto de la América española, dos corrientes de pensamiento distintas influyeron en la cosmovisión filosófica que impactó en la acción política. Estas posiciones continuaron durante el proceso que se inició en 1810 y que culminó con la emancipación.[8] La primera corriente de pensamiento era de inspiración cristiana. Ella tuvo dos principales sub escuelas. La más arraigada fue la escuela sostenida por la doctrina del sacerdote jesuitaFrancisco Suárez,[9] de la Escuela de Salamanca, que pregonó que la autoridad es dada por Dios pero no al rey sino al pueblo[10] que fue divulgada por los profesores de la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca y aprendida por sus estudiantes, muchos de los cuales fueron varios de los posteriores patriotas que impulsaron la Revolución de Mayo. La otra escuela se inspiró en la Revolución Americana que, aunque tuvo otros orígenes, acuñó para sí como lema nacional la frase In God we trust que en inglés significa: «En Dios confiamos» y que sintetiza acabadamente el pensamiento de los revolucionarios de las primitivas colonias norteamericanas.[11] La segunda corriente de pensamiento fue racionalista, laicista e iluminista que sustentó la filosofía política de Voltaire y de la Revolución Francesa.[12] Hacia principios del siglo XIX, en el Río de la Plata, ambas corrientes de pensamiento se vieron reflejadas a través de diversos patriotas que gestaron la
emancipación. Así, el militar Cornelio Saavedra, fray Cayetano Rodríguez, fray Francisco de Paula Castañeda, el presbítero Pedro Ignacio de Castro Barros, el licenciado Manuel Belgrano, Esteban Agustín Gascón, Gregorio García de Tagle, entre muchos otros, fueron defensores del pensamiento católico y de la Iglesia en contra el anticatolicismo de los grupos liderados primero por Mariano Moreno y Juan José Castelli,[13][14] y después por Bernardino Rivadavia quien se valió de políticas regalistas y laicisantes.[15] Antecedentes a la revoluciónEditar
El virrey LiniersEditar
Retrato de Santiago de Liniers (Museo Naval de Madrid).
Tras la victoria obtenida durante las Invasiones Inglesas, la población de Buenos Aires no aceptó que el virrey Rafael de Sobremonte retomara el cargo, ya que durante el ataque había huido de la ciudad rumbo a Córdoba con el erario público. Si bien Sobremonte lo hizo obedeciendo una ley que databa de la época de Pedro de Cevallos, que indicaba que en caso de ataque exterior se debían poner a resguardo los fondos reales, dicha acción lo hizo aparecer como un cobarde a los ojos de la población.[16] En su lugar, el nuevo virrey fue Santiago de Liniers, héroe de la reconquista, elegido por aclamación popular. Sin embargo, la gestión de Liniers comenzó a recibir cuestionamientos. El principal adversario político de Liniers era el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, quien los canalizó en una denuncia sobre el origen francés de Liniers: argumentaba que era inaceptable que un compatriota de Napoleón Bonaparte, en guerra con España en ese entonces, ocupara el cargo. Sin embargo, a pesar de los reclamos de Liniers, no pudo brindar pruebas concretas de que el virrey complotara con los franceses. Elío se negó a reconocer la autoridad de Liniers y formó una junta de gobierno en Montevideo, independiente de las autoridades de Buenos Aires. En ese entonces confluyeron varios sectores con diferentes opiniones sobre cuál debía ser el camino a seguir en el Virreinato del Río de la Plata. Una situación análoga a la que se estaba viviendo había sucedido un siglo antes, durante la Guerra de Sucesión Española entre los austracistas y los borbónicos, en la que durante quince años los dominios españoles de ultramar no sabían a quién
reconocer como el rey legítimo. En aquella oportunidad una vez que se instaló Felipe V en el trono español los funcionarios americanos lo reconocieron y todo volvió a su curso. Probablemente en 1810, muchos, especialmente españoles, creían que bastaba con formar una junta y esperar a que en España retornara la normalidad.[16] Asonada de ÁlzagaEditar Artículo principal: Asonada de Álzaga
El alcalde y comerciante español afincado en Buenos Aires Martín de Álzaga y sus seguidores, hicieron estallar una asonada con el objetivo de destituir al virrey Liniers. El 1 de enero de 1809, un cabildo abierto exigió la renuncia de Liniers y designó una Junta a nombre de Fernando VII, presidida por Álzaga; las milicias españolas y un grupo de personas convocados por la campana del cabildo apoyaron la rebelión. Las milicias criollas encabezadas por Cornelio Saavedra rodearon la plaza, provocando la dispersión de los sublevados. Los cabecillas fueron desterrados y los cuerpos militares sublevados fueron disueltos. Como consecuencia, el poder militar quedó en manos de los criollos que habían sostenido a Liniers y la rivalidad entre criollos y españoles peninsulares se acentuó. Los responsables del complot, desterrados a Carmen de Patagones, fueron rescatados por Elío y llevados a Montevideo. Nombramiento del virrey CisnerosEditar
Baltasar Hidalgo de Cisneros, el último virrey en Buenos Aires (Museo Naval de Madrid).
En España la Junta Suprema Central decidió terminar con los enfrentamientos en el Virreinato del Río de la Plata disponiendo el reemplazo del virrey Liniers por don Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien arribó a Montevideo en junio de 1809. La Junta Suprema Central envió al nuevo virrey con instrucciones muy precisas: la detención de los partidarios de Liniers y la de los criollos que secretamente bregaban por la independencia.[17] El traspaso del mando se hizo en Colonia del Sacramento, Javier de Elío aceptó la autoridad del nuevo virrey y disolvió la Junta de Montevideo, volviendo a ser
gobernador de la ciudad. Cisneros rearmó las milicias españolas disueltas tras la asonada contra Liniers, e indultó a los responsables de las mismas. En Buenos Aires Juan Martín de Pueyrredónse reunió con los jefes militares para tratar de desconocer la autoridad del nuevo virrey. Este plan contó con el apoyo de Saavedra, Belgrano, Eustoquio Díaz Vélez, Juan José Viamonte, Miguel de Azcuénaga, Castelli y Paso, pero no con el visto bueno de Liniers, que se mantuvo leal a los realistas. Agitación revolucionaria en el Alto PerúEditar
Pedro Murillo, por Joaquín Pinto. Artículos principales: Revolución de Chuquisaca y Junta Tuitiva.
El descontento con los funcionarios españoles se manifestó también en el interior del Virreinato del Río de la Plata, particularmente en el Alto Perú. El 25 de mayo de 1809 una revolucióndestituyó al gobernador y presidente de la Real Audiencia de Charcas o Chuquisaca, Ramón García de León y Pizarro, acusado de apoyar al protectorado portugués; el mando militar recayó en el coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales. La autoridad civil quedó en situación indecisa, de modo que fue en parte ejercida por el mismo Arenales. El 16 de julio en la ciudad de La Paz otro movimiento revolucionario liderado por el coronel Pedro Domingo Murillo y otros patriotas obligó a renunciar al gobernador intendente Tadeo Dávila y al obispo de La Paz, Remigio de la Santa y Ortega. El poder recayó en el cabildo hasta que se formó la Junta Tuitiva de los Derechos del Pueblo, presidida por Murillo. La revolución de Chuquisaca no se proponía alterar la fidelidad al rey, mientras que la revolución de La Paz se proclamó abiertamente independiente. Actualmente los historiadores tienen diversas interpretaciones sobre si la revolución de Chuquisaca tuvo motivaciones independentistas o si fue sólo una disputa entre fernandistas y carlotistas. En consecuencia, existen desacuerdos sobre si la primera revolución independentista en Hispanoamérica fue la de Chuquisaca o la de La Paz.[18]Durante el proceso instruido a raíz de las revoluciones en Chuquisaca y La Paz se mencionó a Rousseau y su libro El contrato social como cuerpos del delito.[2]
La reacción de los funcionarios españoles derrotó estos movimientos: el de La Paz fue aplastado sangrientamente por un ejército enviado desde el Virreinato del Perú, mientras que el de Chuquisaca fue sofocado por tropas que envió el virrey Cisneros. Las medidas tomadas por el virrey contra dichas revoluciones acentuaron el resentimiento de los criollos contra los españoles peninsulares, ya que Álzaga fue indultado de la prisión recibida tras su asonada, lo cual reforzaba entre los criollos la sensación de inequidad.[19] Entre otros, Castelli estuvo presente en los debates de la Universidad de San Francisco Xavier en donde se alumbró el silogismo de Chuquisaca, el cual influenció sus posturas en la Semana de Mayo.[20] Reformas económicas y medidas políticas de CisnerosEditar En el plano económico, ante las dificultades y costos del comercio con España, Cisneros aceptó la propuesta de Mariano Moreno e instauró el 6 de noviembre de 1809 el libre comercio con las demás potencias. Los principales beneficiados eran Gran Bretaña y los sectores ganaderos que exportaban cueros. Sin embargo, los comerciantes que se beneficiaban del contrabando reclamaron a Cisneros que anule el libre comercio, a lo cual accedió para no perder su apoyo. Esto provocó a su vez que los ingleses, con Mac Kinnon y el capitán Doyle como representantes, reclamaran una revisión de la medida, haciendo valer el carácter de aliados contra Napoleón de España y Gran Bretaña. Mariano Moreno también criticó la anulación, formulando la Representación de los Hacendados, la cual es considerada como el informe de política económica más completo de la época del virreinato. Cisneros resolvió finalmente otorgar una prórroga al libre comercio, la cual finalizó el 19 de mayo de 1810. El 25 de noviembre de 1809 Cisneros creó el Juzgado de Vigilancia Política, con el objetivo de perseguir a los afrancesados y a aquellos que alentaran la creación de regímenes políticos que se opusieran a la dependencia de América de España. Esta medida y un bando emitido por el virrey previniendo al vecindario de «díscolos que extendiendo noticias falsas y seductivas, pretenden mantener la discordia» les hizo pensar a los porteños que bastaba sólo un pretexto formal para que estallase la revolución. Por eso, en abril de 1810, Cornelio Saavedra les expresaba a sus allegados: Aún no es tiempo; dejen ustedes que las brevas maduren y entonces las comeremos.[21]
Cronología de la Semana de MayoEditar La Semana de Mayo es la semana que transcurrió en Buenos Aires, entre el 18 y el 25 de mayo de 1810, que se inició con la confirmación de la caída de la Junta Suprema Central y desembocó en la destitución del virrey Cisneros y la asunción de la Primera Junta. El lunes 14 de Mayo llegó al puerto de Buenos Aires la goleta de guerra británica HMS Mistletoe, procedente de Gibraltar, con periódicos del mes de enero que anunciaban la disolución de la Junta Suprema Central al ser tomada la ciudad de Sevilla por los franceses, que ya dominaban casi toda la Península, señalando que algunos diputados se habían refugiado en la isla de León, en Cádiz. La Junta era uno de los últimos bastiones del poder de la corona española, y había caído ante el imperio napoleónico, que ya había alejado con anterioridad al rey Fernando VII
mediante las Abdicaciones de Bayona. El día 17 se conocieron en Buenos Aires noticias coincidentes llegadas a Montevideo el día 13 en la fragata británica HMS John Paris, agregándose que los diputados de la Junta habían sido rechazados estableciéndose una Junta en Cádiz. Se había constituido un Consejo de Regencia de España e Indias, pero ninguno de los dos barcos transmitió esa noticia. Cisneros intentó ocultar las noticias estableciendo una rigurosa vigilancia en torno a las naves de guerra británicas e incautando todos los periódicos que desembarcaron de los barcos, pero uno de ellos llegó a manos de Manuel Belgrano y de Juan José Castelli. Estos se encargaron de difundir la noticia, que ponía en entredicho la legitimidad del virrey, nombrado por la Junta caída.[22] También se puso al tanto de las noticias a Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, que en ocasiones anteriores había desaconsejado tomar medidas contra el virrey. Saavedra consideraba que, desde un punto de vista estratégico, el momento ideal para actuar sería cuando las fuerzas napoleónicas lograran una ventaja decisiva en la guerra contra España. Al conocer las noticias de la caída de la Junta de Sevilla, Saavedra consideró que el momento había llegado.[23] El grupo encabezado por Castelli se inclinaba por la realización de un cabildo abierto, mientras los militares criollos proponían deponer al virrey por la fuerza. Viernes 18 de mayoEditar Ante el nivel de conocimiento público alcanzado por la noticia de la caída de la Junta de Sevilla, Cisneros realizó una proclama en donde reafirmaba gobernar en nombre del rey Fernando VII, para intentar calmar los ánimos. Cisneros habló de la delicada situación en la península, pero no confirmó en forma explícita que la Junta había caído, si bien era consciente de ello.[24] Parte de la proclama decía lo siguiente: En América española subsistirá el trono de los Reyes Católicos, en el caso de que sucumbiera en la península. (...) No tomará la superioridad determinación alguna que no sea previamente acordada en unión de todas las representaciones de la capital, a que posteriormente se reúnan las de sus provincias dependientes, entretanto que de acuerdo con los demás virreinatos se establece una representación de la soberanía del señor Fernando VII.[25]
El grupo revolucionario principal se reunía indistintamente en la casa de Nicolás Rodríguez Peña o en la jabonería de Hipólito Vieytes. Concurrían a esas reuniones, entre otros, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti, Eustoquio Díaz Vélez, Feliciano Antonio Chiclana, José Darragueira, Martín Jacobo Thompson y Juan José Viamonte. Otro grupo se congregaba en la quinta de Orma, encabezado por fray Ignacio Grela y entre los que se destacaba Domingo French. Algunos criollos se juntaron esa noche en la casa Rodríguez Peña. Cornelio Saavedra, quien se hallaba en San Isidro, fue llamado de urgencia y concurrió a la reunión en la que se decidió solicitar al virrey la realización de un cabildo abierto para determinar los pasos a seguir por el virreinato. Para esa comisión fueron designados Castelli y Martín Rodríguez.[26] Sábado 19 de mayoEditar Tras pasar la noche tratando el tema, durante la mañana Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de primer voto, Juan José de Lezica, y Castelli con el
síndico procurador, Julián de Leyva, pidiendo el apoyo del Cabildo de Buenos Aires para gestionar ante el virrey un cabildo abierto, expresando que de no concederse, «lo haría por sí solo el pueblo o moriría en el intento». Domingo 20 de mayoEditar
Castelli y Martín Rodríguez intiman a Cisneros a que cese en el mando del Virreinato. Bajorrelieve de Gustavo Eberlein basado en las Memorias de Martín Rodríguez. Está modificado el juego de naipes del relato original a un mejor visto juego de ajedrez.
Lezica transmitió a Cisneros la petición que había recibido, y éste consultó a Leyva, quien se mostró favorable a la realización de un cabildo abierto. Antes de tomar una decisión el virrey citó a los jefes militares para que se presenten a las siete horas de la tarde en el fuerte.[27] Según cuenta Cisneros en sus Memorias, les recordó: (...) las reiteradas protestas y juramentos de fidelidad con que me habían ofrecido defender la autoridad y sostener el orden público y les exhorté a poner en ejercicio su fidelidad al servicio de S.M. y de la patria.
Antes que los militares convocados ingresaran al fuerte, los batallones de urbanos fueron acuartelados y provistos de munición de guerra. No fue casualidad que fuera Saavedra el que hablara por todos: era el comandante del cuerpo de Patricios, la unidad militar más importante del Virreinato. En sus Memorias, escritas muchos años después de estos sucesos, Saavedra describió aquella reunión explicando que ante el silencio de sus compañeros "yo fui el que dijo": Señor, son muy diversas las épocas del 1º de enero de 1809 y la de mayo de 1810, en que nos hallamos. En aquella existía la España, aunque ya invadida por Napoleón; en ésta, toda ella, todas sus provincias y plazas están subyugadas por aquel conquistador, excepto solo Cádiz y la isla de León, como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E. en su
proclama de ayer. ¿Y qué, señor? ¿Cádiz y la isla de León son España? (...) ¿Los derechos de la Corona de Castilla a que se incorporaron las Américas, han recaído en Cádiz y la isla de León, que son una parte de las provincias de Andalucía? No señor, no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella. Esto mismo sostuvieron todos mis compañeros. Con este desengaño, concluyó diciendo: "Pues señores, se hará el cabildo abierto que se solicita. Y en efecto se hizo el 22 del mismo mayo" (Saavedra, 1960, p. 1052)
Al anochecer se produjo una nueva reunión en casa de Rodríguez Peña, en donde los jefes militares comunicaron lo ocurrido. Una anécdota, que surge exclusivamente de las Memorias de Martín Rodríguez escritas en su vejez, es decir, muchos años después de los sucesos, menciona una comisión a cargo de Castelli y Martín Rodríguez que en la noche del 20 “intimaron” a Cisneros a cesar en el mando con un plazo de cinco minutos para contestar. La respuesta de Cisneros fue “[…] hagan lo que quieran”. En este dudoso relato de la “intimación”, no figuró la reunión previa de Cisneros con los militares realizada solo minutos antes y, en contraposición, tampoco fue mencionado en el oficio muy detallado que Cisneros envió al Consejo de Regencia un mes después, el 22 de junio de 1810, ni en las Memorias de Saavedra.[28] El historiador Roberto Marfany determinó que tanto el acta del cabildo del 21 de mayo como el informe de Cisneros del 22 de junio de 1810 ocultaron y/o deformaron la verdad de los acontecimientos. La renuncia de Cisneros fue acordada con los militares en la noche del día 20. Los regidores Ocampo y Domínguez llevaron esa renuncia a la mañana del 21 para que Cisneros la firmase, pero el virrey la transformó en una solicitud de cabildo abierto y su correspondiente autorización, que fue lo que en definitiva querían el alcalde Lezica y Cisneros. Según Marfany, el congreso o cabildo abierto fue entonces un recurso oficial desesperado de Cisneros para salvar con el voto "de los buenos", "el "vecindario sensato", "vecinos de distinción" o los "principales vecinos" su autoridad en trance de sucumbir, y concluye que no fueron los juntistas civiles o militares quienes solicitaron el cabildo abierto. Es opinión aceptada como verdad que fue la Revolución quien gestiono el cabildo abierto [...]. La principal historiografía estima que en esa asamblea "se adoptarían las medidas que la critica situación aconsejaba", fórmula imprecisa que no define el móvil de la Revolución ni ha podido descubrir el verdadero origen de ese cabildo abierto. (Marfany, 1981, p. 11 y ss.)
Otra de las inexactitudes involuntarias de Saavedra —según Marfany debido a los 16 años transcurridos— fue decir que Cisneros terminó aquella reunión aceptando la realización del cabildo abierto "que se solicita". La historiografía admitió de hecho que el texto de la invitación al cabildo abierto se mandó a la imprenta el día 21, a posterioride que Cisneros firmara la autorización respectiva fijando fecha y hora para la reunión, pero Marfany descubrió que fue enviado el mismo día 20 y que, por esa razón, la fecha y hora estaban en blanco en el formulario impreso. Si hubiera sido enviado el día 21, esos dos datos, que ya se conocían, hubieran figurado impresos en la invitación y no hubiera sido necesario completarlos a mano. Lunes 21 de mayoEditar
Invitación al Cabildo Abierto del 22 de mayo
A las tres, el Cabildo inició sus trabajos de rutina, pero se vieron interrumpidos por seiscientos hombres armados, agrupados bajo el nombre de «Legión Infernal», que ocuparon la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, y exigieron a gritos que se convocase a un cabildo abierto y se destituyese al virrey Cisneros. Llevaban un retrato de Fernando VII y en el ojal de sus chaquetas una cinta blanca que simbolizaba la unidad criollo-española.[29] Entre los agitadores o "chisperos" se destacaron Domingo French y Antonio Beruti. Estos desconfiaban de Cisneros y no creían que fuera a cumplir su palabra de permitir la celebración del cabildo abierto del día siguiente. El síndico Julián de Leyva no tuvo éxito en calmar a la multitud al asegurar que el mismo se celebraría como estaba previsto. La gente se tranquilizó y dispersó gracias a la intervención de Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, que aseguró que los reclamos de la Legión Infernal contaban con su apoyo militar y quien comunicó que él personalmente iba a designar las guardias para las avenidas de la Plaza con oficiales de Patricios y que dichas guardias estarían a las órdenes del Capitán Eustoquio Díaz Vélez, de cuya adhesión, de ninguna manera, podía dudar el pueblo.[30]
El 21 de mayo se repartieron cuatrocientos cincuenta invitaciones entre los principales vecinos y autoridades de la capital. La lista de invitados fue elaborada
por el Cabildo teniendo en cuenta a los vecinos más prominentes de la ciudad. Sin embargo el encargado de su impresión, Agustín Donado, compañero de French y Beruti, imprimió muchas más de las necesarias y las repartió entre los criollos. El Excmo. Cabildo convoca á Vd. para que se sirva asistir, precisamente mañana 22 del corriente, á las nueve, sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al cabildo abierto que con avenencia del Excmo. Sr. Virrey ha acordado celebrar; debiendo manifestar esta esquela á las tropas que guarnecerán las avenidas de esta plaza, para que se le permita pasar libremente.
Martes 22 de mayoEditar De los cuatrocientos cincuenta invitados al cabildo abierto solamente participaron unos doscientos cincuenta. French y Beruti, al mando de seiscientos hombres armados con cuchillos, trabucos y fusiles, controlaron el acceso a la plaza, con la finalidad de asegurar que el cabildo abierto fuera copado por criollos. Díaz Vélez, desde la mañana del 22, controló el acceso a la reunión. ...como se les ha concedido que las guardias las den los patricios, y que las mande el joven Díaz Vélez, quedan habilitados para hacer entrar a la plaza las turbas que los siguen, y rechazar a la parte sana del vecindario; de modo que aquella será una batahola, y saldrá lo que ellos quieren y vociferan, que es la destitución del señor virrey.[31]
El cabildo abierto, según Juan Manuel Blanes.
El cabildo abierto se prolongó desde la mañana hasta la medianoche, contando con diversos momentos, entre ellos la lectura de la proclama del Cabildo, el debate, «que hacía de suma duración el acto», como se escribió en el documento o acta, y la votación, individual y pública, escrita por cada asistente y pasada al acta de la sesión. El debate en el Cabildo tuvo como tema principal la legitimidad o no del gobierno y de la autoridad del virrey. El principio de la retroversión de la soberanía planteaba que, desaparecido el monarca legítimo, el poder volvía al pueblo, y que éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno. Hubo dos posiciones principales enfrentadas: los que consideraban que la situación debía mantenerse sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey, y los que sostenían que debía formarse una junta de gobierno en su
reemplazo, al igual que en España. No reconocían la autoridad del Consejo de Regencia de España y de Indias argumentando que las colonias en América no habían sido consultadas para su formación.[32] El debate abarcó también, de manera tangencial, la rivalidad entre criollos y españoles peninsulares, ya que quienes proponían mantener al virrey consideraban que la voluntad de los españoles debía primar por sobre la de los criollos. El primer orador fue el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, máxima autoridad de la iglesia local, que sostuvo la primera postura: No solamente no hay por qué hacer novedad con el virrey, sino que aún cuando no quedase parte alguna de la España que no estuviese sojuzgada, los españoles que se encontrasen en la América deben tomar y reasumir el mando de ellas y que éste sólo podría venir a manos de los hijos del país cuando ya no hubiese un español en él. Aunque hubiese quedado un solo vocal de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo deberíamos recibir como al Soberano.[33]
Juan José Castelli habló a continuación, y sostuvo que los pueblos americanos debían asumir la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de Fernando VII de regresar al trono. Desde la salida del Infante don Antonio, de Madrid, había caducado el Gobierno Soberano de España, que ahora con mayor razón debía considerarse haber expirado con la disolución de la Junta Central, porque, además de haber sido acusada de infidencia por el pueblo de Sevilla, no tenía facultades para el establecimiento del Supremo Gobierno de Regencia; ya porque los poderes de sus vocales eran personalísimos para el gobierno, y no podrían delegarse, ya por la falta de concurrencia de los Diputados de América en la elección y establecimiento de aquel gobierno, deduciendo de aquí su ilegitimidad, la reversión de los derechos de la Soberanía al pueblo de Buenos Aires y su libre ejercicio en la instalación de un nuevo gobierno, principalmente no existiendo ya, como se suponía no existir, la España en la dominación del señor don Fernando Séptimo.[20]
Cuadro pintado por Pedro Subercaseaux por encargo, indicación y supervisión de Adolfo Carranza con motivo del festejo del Centenario de la Revolución de Mayo
Pascual Ruiz Huidobro expuso que, dado que la autoridad que había designado a Cisneros había caducado, éste debía considerarse separado de toda función de gobierno, y que, en su función de representante del pueblo, el Cabildo debía asumir y ejercer la autoridad.
El fiscal Manuel Genaro Villota, representante de los españoles más conservadores, señaló que la ciudad de Buenos Aires no tenía derecho a tomar decisiones unilaterales sobre la legitimidad del virrey o el Consejo de Regencia sin hacer partícipes del debate a las demás ciudades del Virreinato. Argumentaba que ello rompería la unidad del país y establecería tantas soberanías como pueblos. Juan José Paso le dio la razón en el primer punto, pero adujo que la situación del conflicto en Europa y la posibilidad de que las fuerzas napoleónicas prosiguieran conquistando las colonias americanas demandaban una solución urgente.[34] Adujo entonces el argumento de la hermana mayor, por la cual Buenos Aires tomaba la iniciativa de realizar los cambios que juzgaba necesarios y convenientes, bajo la expresa condición de que las demás ciudades serían invitadas a pronunciarse a la mayor brevedad posible.[35] La figura retórica de la «Hermana mayor», comparable a la gestión de negocios, es un nombre que hace una analogía entre la relación de Buenos Aires y las otras ciudades del Virreinato con una relación filial.
La postura de Cornelio Saavedra fue la que acabó imponiéndose.
El cura Juan Nepomuceno Solá opinaba que el mando debía entregarse al Cabildo, pero sólo en forma provisional, hasta la realización de una junta gubernativa con llamamiento a representantes de todas las poblaciones del virreinato. El comandante Pedro Andrés García, íntimo amigo de Saavedra, comentó al votar: Que considerando la suprema ley la salud del pueblo y advertido y aun tocado por sí mismo la efervescencia y acaloramiento de él con motivo de las ocurrencias de la Metrópoli, para que se varíe el Gobierno, que es a lo que aspira, cree de absoluta necesidad el que así se realice, antes de tocar desgraciados extremos, como los que se persuade habría, si aún no se resolviese así en la disolución de esta Ilustre Junta; repite por los conocimientos que en los días de antes de ayer, ayer y anoche ha tocado por sí mismo, tranquilizando los ánimos de los que con instancia en el pueblo así lo piden».[36]
Cornelio Saavedra propuso que el mando se delegara en el Cabildo hasta la formación de una junta de gobierno, en el modo y forma que el Cabildo estimara conveniente. Hizo resaltar la frase de que (...) y no queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando.
A la hora de la votación, la postura de Castelli se acopló a la de Saavedra. Luego de los discursos, se procedió a votar por la continuidad del virrey, solo o asociado, o por su destitución. La votación duró hasta la medianoche, y se decidió por amplia mayoría destituir al virrey: ciento cincuenta y cinco votos contra sesenta y nueve. Los votos contrarios a Cisneros se distribuyeron de la siguiente manera:[37]
Fórmula según la cual la autoridad recae en el Cabildo: cuatro votos
Fórmula de Juan Nepomuceno de Sola: dieciocho votos
Fórmula de Pedro Andrés García, Juan José Paso y Luis José de Chorroarín: veinte votos. Fórmula de Ruiz Huidobro: veinticinco votos
Fórmula de Saavedra y Castelli: ochenta y siete votos
Miércoles 23 de mayoEditar Tras la finalización del Cabildo abierto se colocaron avisos en diversos puntos de la ciudad que informaban de la creación de la Junta y la convocatoria a diputados de las provincias, y llamaba a abstenerse de intentar acciones contrarias al orden público. Por la mañana se reunió el Cabildo para contar los votos emitidos el día anterior y emite un documento: hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excmo. Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo (...) hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente. (Pigna, 2007, p. 238)
El sol se ponía en el horizonte, al mismo tiempo que una compañía de Patricios mandada por don Eustaquio Díaz Vélez anunciaba a son de cajas y voz de pregonero que el Virrey de las Provincias del Río de la Plata había caducado, y que el Cabildo reasumía el mando supremo del Virreinato por la voluntad del pueblo. (Mitre, 1960, p. 383, vol. 1)
Jueves 24 de mayoEditar El día 24 el Cabildo, a propuesta del síndico Leyva, conformó la Junta, que debía mantenerse hasta la llegada de los diputados del resto del Virreinato. Estaba formada por: Presidente y comandante de armas:
Baltasar Hidalgo de Cisneros (exvirrey, español)
Vocales:
Cornelio Saavedra (militar, criollo)
Juan José Castelli (abogado, criollo)
Juan Nepomuceno Solá (sacerdote, español)
José Santos Incháurregui (comerciante, español)
Dicha fórmula, integrada por cinco miembros, respondía a la propuesta del obispo Lué y Riega de mantener al virrey en el poder con algunos asociados o adjuntos, a pesar de que en el Cabildo abierto la misma hubiera sido derrotada en las elecciones. Los cabildantes consideraban que de esta forma se contendrían las amenazas de revolución que tenían lugar en la sociedad.[38] Asimismo, se incluyó un reglamento constitucional de trece artículos, redactado por Leyva, que regiría el accionar de la Junta. Entre los principios incluidos, se preveía que la Junta no ejercería el poder judicial, que sería asumido por la Audiencia; que Cisneros no podría actuar sin el respaldo de los otros integrantes de la Junta; que el Cabildo podría deponer a los miembros de la Junta que faltaran a sus deberes y debía aprobar las propuestas de nuevos impuestos; que se sancionaría una amnistía general respecto de las opiniones emitidas en el cabildo abierto del 22; y que se pediría a los cabildos del interior que enviaran diputados. Los comandantes de los cuerpos armados dieron su conformidad, incluyendo a Saavedra y Pedro Andrés García. Cuando la noticia fue dada a conocer, tanto el pueblo como las milicias volvieron a agitarse, y la plaza fue invadida por una multitud comandada por French y Beruti. La permanencia de Cisneros en el poder, aunque fuera con un cargo diferente al de virrey, era vista como una burla a la voluntad del Cabildo Abierto. El coronel Martín Rodríguez lo explicaba así: Si nosotros nos comprometemos a sostener esa combinación que mantiene en el gobierno a Cisneros, en muy pocas horas tendríamos que abrir fuego contra nuestro pueblo, nuestros mismos soldados nos abandonarían; todos sin excepción reclaman la separación de Cisneros.[39]
Hubo una discusión en la casa de Rodríguez Peña, lugar en que se reunieron dirigentes civiles y oficiales de los cuerpos, entre ellos: Manuel Belgrano, Eustoquio Díaz Vélez, Domingo French y Feliciano Antonio Chiclana donde se llegó a dudar de la lealtad de Saavedra. Castelli se comprometió a intervenir para que el pueblo fuera consultado nuevamente, y entre Mariano Moreno, Matías Irigoyen y Feliciano Chiclana se calmó a los militares y a la juventud de la plaza. Finalmente
decidieron deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo una modificación sustancial con una lista de candidatos propios. Cisneros no podía figurar. Por la noche, una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la residencia de Cisneros informando el estado de agitación popular y sublevación de las tropas, y demandando su renuncia. Lograron conseguir en forma verbal su dimisión. Un grupo de patriotas reclamó en la casa del síndico Leyva que se convocara nuevamente al pueblo, y pese a sus resistencias iniciales finalmente accedió a hacerlo.
Viernes 25 de mayoEditar Durante la mañana del 25 de mayo, una gran multitud comenzó a reunirse en la plaza de la Victoria, actual plaza de Mayo, liderados por los milicianos de Domingo French y Antonio Beruti. Se reclamaba la anulación de la resolución del día anterior, la renuncia definitiva del virrey Cisneros y la formación de otra Junta de gobierno. El historiador Bartolomé Mitre afirmó que French y Beruti repartían escarapelas celestes y blancasentre los concurrentes; historiadores posteriores ponen en duda dicha afirmación, pero sí consideran factible que se hayan repartido distintivos entre los revolucionarios. Ante las demoras en emitirse una resolución, la gente comenzó a agitarse, reclamando: ¡El pueblo quiere saber de qué se trata!
La multitud invadió la sala capitular, reclamando la renuncia del virrey y la anulación de la resolución tomada el día anterior. El Cabildo se reunió a las nueve de la mañana y reclamó que la agitación popular fuese reprimida por la fuerza. Con este fin se convocó a los principales comandantes, pero éstos no obedecieron las órdenes impartidas. Los que sí lo hicieron afirmaron que no solo no podrían sostener al gobierno, sino tampoco a sus tropas, y que en caso de intentar reprimir las manifestaciones serían desobedecidos por estas. Cisneros seguía resistiéndose a renunciar, y tras mucho esfuerzo los capitulares lograron que ratificase y formalizase los términos de su renuncia, abandonando pretensiones de mantenerse en el gobierno. Esto, sin embargo, resultó insuficiente, y representantes de la multitud reunida en la plaza reclamaron que el pueblo reasumiera la autoridad delegada en el Cabildo Abierto del día 22, exigiendo la formación de una Junta. Además, se disponía el envío de una expedición de quinientos hombres para auxiliar a las provincias interiores. Pronto llegó a la sala capitular la renuncia de Cisneros, «prestándose á ello con la mayor generosidad y franqueza, resignado á mostrar el punto á que llega su consideración por la tranquilidad pública y precaución de mayores desórdenes».[40] La composición de la Primera Junta surgió de un escrito presentado por French y Beruti y respaldado por un gran número de firmas. Sin embargo, no hay una posición unánime entre los historiadores sobre la autoría de dicho escrito.[41]
Los capitulares salieron al balcón para presentar directamente a la ratificación del pueblo la petición formulada. Pero, dado lo avanzada de la hora y el estado del tiempo, la cantidad de gente en la plaza había disminuido, cosa que Julián de Leyva adujo para ridiculizar la pretensión de la diputación de hablar en nombre del pueblo. Esto colmó la paciencia de los pocos que se hallaban en la plaza bajo la llovizna. A partir de ese momento (dice el acta del Cabildo), ... se oyen entre aquellos las voces de que si hasta entonces se había procedido con prudencia porque la ciudad no experimentase desastres, sería ya preciso echar mano a los medios de violencia; que las gentes, por ser hora inoportuna, se habían retirado a sus casas; que se tocase la campana de Cabildo, y que el pueblo se congregase en aquel lugar para satisfacción del Ayuntamiento; y que si por falta del badajo no se hacía uso de la campana, mandarían ellos tocar generala, y que se abriesen los cuarteles, en cuyo caso sufriría la ciudad lo que hasta entonces se había procurado evitar.[40]
El badajo de la campana del cabildo había sido mandado retirar por el virrey Liniers tras la asonada de Álzaga de 1809. Ante la perspectiva de violencias mayores, el petitorio fue leído en voz alta y ratificado por los asistentes. El reglamento que regiría a la Junta fue, a grandes rasgos, el mismo que se había propuesto para la Junta del 24, añadiendo que el Cabildo controlaría la actividad de los vocales y que la Junta nombraría reemplazantes en caso de producirse vacantes. La titulada Junta provisional gubernativa de la capital del Río de la Plata —según consta en la proclama del 26 de mayo de 1810— que la tradición y la historiografía conocen como la Primera Junta, estaba compuesta de la siguiente manera:[42]
Juramento de la Primera Junta.
Cornelio Saavedra
Vocales
Dr. Juan José Castelli
Manuel Belgrano
Miguel de Azcuénaga Dr. Manuel Alberti
Domingo Matheu Juan Larrea
Secretarios
Dr. Juan José Paso
Dr. Mariano Moreno
La Junta era un cuerpo plural que estaba integrada por nueve miembros. Desde el punto de vista de su lugar de nacimiento estaba integrada por representantes de dos continentes: siete de ellos eran americanos o criollos y dos españoles o peninsulares, estos últimos eran Matheu y Larrea. Desde el punto de vista social estaba conformada por representantes de cuatro sectores: cuatro abogados, Belgrano, Castelli, Moreno y Paso; dos militares, Saavedra y Azcuénaga; dos comerciantes, Larrea y Matheu; y un sacerdote, Alberti. Desde el punto de vista político, los tres partidos revolucionarios estaban representados por tres miembros cada uno: los moderados, Saavedra, Azcuénaga y Alberti; los carlotistas, Castelli, Belgrano y Paso; y los juntistas o alzaguistas, Matheu, Larrea y Moreno.[43] Saavedra habló a la muchedumbre reunida bajo la lluvia, y luego se trasladó al Fuerte entre salvas de artillería y toques de campana. El mismo 25, Cisneros despachó a José Melchor Lavín rumbo a Córdoba, para advertir a Santiago de Liniers lo sucedido y reclamarle acciones militares contra la Junta.
Consecuencias de la Revolución de Mayo: Corrientes la primer provincia en elegir diputado Las noticias de la Revolución de Mayo desencadenaron el primer precedente eleccionario del país. Un grupo de vecinos, designados por el Gobernador de la ciudad, eligió a su representante en la Primera Junta.
La noticia de los sucesos ocurridos el 25 de mayo de 1810 en el Virreinato del Rio de la Plata,recién llegaron a Corrientes el 16 de junio. Advertido por la Primera Junta, el entonces gobernador, Pedro Fondevilla convocó al Cabildo.
La primer medida fue prestar el debido acatamiento, como la autoridad suprema del Virreinato,a la Junta. Nuestra ciudad se incorporó a la Revolución de Mayo en el mismo instante que la conoció. El encargado de informar sobre lo que ocurría en Buenos Aires es el Coronel José Espínola y Pena. Él puso conocimiento la renuncia de Cisneros y la resolución de la Junta de Gobierno que había asumido en su reemplazo. Se invitaba al Gobernador Pedro de Fondevila que envíe un diputado por Corrientes, quien con los otros representantes de los pueblos que conformaban el antiguo Virreinato, decidirían en Congreso, la forma de gobierno a adoptar.
Imágen más antigua que se conoce del Puerto de Corrientes. La adhesión de la provincia a la Junta no cayó bien en Asunción que decidió invadir nuestro territorio en octubre de 1810.
Dos días después el Cabildo procedió a la formación de un padrón de 33 vecinos con derecho al voto. Para el 22 de junio se constituyó un cuerpo electoral y se seleccionó a diez candidatos a la diputación. En el escrutinio resultó elegido el abogado José Simón Gracía de Cosssio. Éste nació en nuestra ciudad el 22 de octubre de 1770 y forjó sus estudios en la capital del país y Perú. Fue un federalista de convicciones profundas, pero apoyó fuertemente a Buenos Aires durante los días posteriores a la Revolución. Al momento de ser elegido se encontraba en esta ciudad, ya que desde el 22 de mayo participaba activamente de las actividades defendiendo la posición de Cornelio Saavedra de reemplazar al virrey por una Junta de Gobierno. Cossio se incorporó a la Junta en diciembre de ese año. Fue, junto a Juan Francisco Tarragona, el único diputado del interior perteneciente a la Intendencia de Buenos Aires. Se unió al grupo liderado por Saavedra y el Deán Funes, y su actuación fue importante por su conocimiento legal. Sin embargo, García de Cossio sería expulsado de la Junta Grande con el resto de los diputados del interior,en diciembre del año siguiente. Con ello fue Corrientes no solamente fue la primer provincia que eligió diputado, sino que, al mismo tiempo, sentó un precedente de soberanía popular.
Edición Impresa, Opinión may 25, 2014
¿Cómo fue la Revolución de Mayo de 1810 en Corrientes? Dardo Ramírez Braschi Profesor Titular Cátedra Historia Constitucional Argentina (UNNE) Especial para época
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EN AMBOS BANDOS EXISTIERON AMERICANOS; EN AMBOS EJÉRCITOS LUCHARON INDIOS. El proceso revolucionario en Hispanoamérica a principios del siglo XIX se manifestará a través de una fuerte crisis de legalidad y legitimidad, originada por la ocupación napoleónica a España y el no reconocimiento de la entronización fraudulenta de José Bonaparte. Pero también emergerá otro detonante tan importante como el primero, que será la cuestión de la representatividad, por el cual el movimiento “juntista” peninsular no consideraba con iguales derechos representativos a los pueblos peninsulares y americanos. Sumado todo ello a la crisis económica -acrecentada por las dificultades con el comercio español-, el proceso se sintetizó en la gestación de las condiciones adecuadas para los cambios para un autogobierno. De todos modos, es conveniente mencionar que la guerra revolucionaria no se libró entre peninsulares españoles y criollos americanos, sino entre aquellos que querían un autogobierno y aquellos que prestaban fidelidad a las autoridades españolas. En ambos bandos existieron americanos; en ambos ejércitos lucharon indios. Aún más, en los ejércitos realistas abundaban en mayor
proporción los soldados indígenas. Así, por ejemplo, en Ayacucho, última batalla por la emancipación americana, el ejército realista estaba compuesto por indios en más del setenta por ciento de sus integrantes. Los movimientos políticos revolucionarios generaron, en muchos casos, una abrupta transformación de las comunidades indias y los dos bandos políticos que pugnaban por el dominio político y militar intentaron atraerlos a su causa. Los sectores realistas convocaron inmediatamente a los indígenas para manifestarles la intención de los nuevos gobiernos de establecer la igualdad de condiciones entre todos los indios, lo que traería como consecuencia la pérdida de privilegios de los caciques. Y estos argumentos consiguieron que los caciques condujeran a sus comunidades a abrazar la causa realista en numerosas oportunidades. La cuestión de Corrientes ha sido particular. Tuvo, históricamente, fuertes ligámenes tanto con Asunción como con Buenos Aires. Con la creación de la Real Ordenanza de Intendentes se diagramaron nuevas jurisdicciones administrativas y Corrientes quedó bajo la órbita de la jurisdicción de Buenos Aires. Si bien la opción por el movimiento “juntista” fue desde el primer momento, el proceso generó opiniones adversas a este concepto. Las medidas iniciales gestadas a través del cabildo abierto del 22 de Mayo de 1810 se propagaron rápidamente, generando posturas encontradas de apoyo y oposición. El Cabildo correntino fue uno de los primeros en manifestarse abiertamente en apoyo al Gobierno de la Junta Provisoria de Buenos Aires nacida el 25 de Mayo de 1810, pero esta decisión no fue unánime ya que, como en toda la región del Río de la Plata, las divergencias también se suscitaron en la sociedad correntina. La adhesión de Corrientes se manifestó a través del Acta capitular del 16 de junio, que expresó también la elección de José Simón García de Cossio como representante de la jurisdicción ante la Junta porteña. Esta elección se realizó en cabildo abierto, por “voto cantado”, obteniendo el electo 18 votos contra 11. La elección de García de Cossio recayó principalmente porque era abogado y residía desde hacía varios años en la ciudad de Buenos Aires. Corrientes, al adherirse a la Junta Gubernativa de Buenos Aires, quedaba peligrosamente ubicada entre Paraguay y la Banda Oriental, que no tomaron la misma decisión respecto al movimiento “juntista”. Buenos Aires mantuvo comunicaciones reiteradas con Corrientes para la seguridad del nuevo rumbo político, especialmente para controlar la comunicación entre Asunción y Montevideo, ciudades que continuaban simpatizando con la causa peninsular. Corrientes ubicada en mitad de camino se convertiría en escenario complejo por su extensa línea limítrofe con los territorios paraguayo y oriental.
Este proceder de los correntinos generará enfrentamiento con Asunción, ya que ésta rechazó el accionar de Buenos Aires. Consecuencia de ello, asunceños realistas deciden ocupar la ciudad de Corrientes en nombre del Consejo de Regencia. A partir de octubre de 1810 las fuerzas paraguayas hostigarán la jurisdicción correntina y en abril de 1811 seis buques paraguayos, al mando de Jaime Ferrer, amarrarán en el puerto de Corrientes y ocuparán la ciudad. La resistencia estará a cargo del teniente de gobernador Elías Galván, quien comandó las milicias defensoras. Cuando las tropas paraguayas ocuparon la ciudad, hallaron en los anaqueles del Cabildo dos ejemplares del Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau, obra que había sido difundida por la reciente traducción al castellano por Mariano Moreno y editada en la Imprenta de los Niños Expósitos de Buenos Aires. El 22 de abril de 1811 la Sala Capitular de Corrientes, impuesta por los realistas paraguayos, condenará la citada obra y ordenará su quema. Existen dudas si la incineración de los libros se concretó. Historiadores como Federico Palma afirman que fue así, realizándose el ritual en el atrio de la Iglesia de la Merced. Hernán F. Gómez sostiene que la concreción de la quema se dilató. Es muy posible que la condena no fue definida nunca, ya que el 22 de agosto de 1811, en un Informe el Cabildo, se manifestó que los ejemplares del Contrato Social estaban anexados al expediente para su estudio en los Conventos de Santo Domingo, San Francisco y La Merced. La suerte final corrida por estos libros fue incierta. Las ideas revolucionarias de Mayo se incorporaron profundamente en la sociedad de Corrientes, las que impulsarán de allí en más el compromiso por la decisión emancipadora, y a cuatro años de aquellos hechos, más precisamente en el Acta capitular del 20 de abril de 1814, se manifestará claramente la vocación correntina de soberanía e independencia, comprometida con la forma de Estado federal. Desde un primer momento los principios del federalismo y del republicanismo fueron rectores en las luchas políticas que emprenderá la Provincia.
En el marco de la política interna, los acontecimientos generados en Buenos Aires irán moldeando una construcción institucional cuyo epicentro será el Puerto, y que con el transcurrir de las décadas se profundizará. La Revolución de Mayo de 1810 fue el inicio de numerosos cambios en la región, permaneciendo intacto el poder central de Buenos Aires. La lucha entre españoles peninsulares y españoles americanos derivará en la lucha entre Buenos Aires y el interior. Aún más, en ningún momento se modificarán las estructuras políticas porteñas ni las decisiones de la ciudad-puerto para cambiar esa situación. Durante el período revolucionario, Buenos Aires continuará sosteniendo un rol hegemónico, aprovechándose de su ventaja geoestratégica de salida al mar y económica como ciudad-puerto. Las economías regionales del interior no tendrán más opción que plegarse a los designios porteños, si no querían ver ahogadas sus exportaciones e importaciones. Lógicamente, la reacción postrevolucionaria de los cabildos rioplatenses no se hizo esperar, y al llegar el momento de construir el nuevo Estado, sus reclamos estuvieron presentes. Pero la debilidad estructural del interior con respecto a Buenos Aires no permitirá que aquellas ciudades tuvieran el suficiente empuje y fuerza para hacer valer sus reivindicaciones. Los primeros años del proceso revolucionario debían haber sido los determinantes para cambiar aquella tendencia centralizadora, pero el transcurrir del tiempo demostró que los planteamientos autonomistas provinciales carecían de posibilidades reales que pudieran hacer frente a la política dictada desde Buenos Aires. Claramente, desde los años revolucionarios se acentúa una marcada configuración política en donde las decisiones emergerán desde el epicentro porteño. Durante las décadas siguientes, dominadas por el fragor de las luchas por la formación estadual, no se podrá lograr, ni a través de la construcción material de las batallas ni en la arquitectura intelectual de los pensadores, construir las vías idóneas que aseguren un equilibrio político y económico en la desigualdad natural que Buenos Aires posee respecto a las provincias argentinas. Mostrar menu
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La Revolución de Mayo. Proceso causal y repercusiones regionales Mónica Andrea Beber
1. 2. 3. 4.
Introducción El proceso revolucionario en el Río de la Plata El contexto internacional Las causas internas
5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.
Los movimientos ideológicos que fundamentaron la revolución El proyecto criollo La causa desencadenante: La invasión napoleónica a España La revolución La Junta provisional gubernativa y sus acciones de gobierno La revolución en el interior Conclusión Anexos Bibliografía Introducción
Para comprender el clima reinante en el Río de la Plata en mayo de 1810 y los hechos que contribuyeron a la revolución de mayo, debemos ubicarnos dentro del contexto de la época tanto a nivel internacional como nacional, ya que no fue un solo hecho aislado el que lleva a los criollos a iniciar dicha revolución sino que la misma es causada por varias razones que se vienen forjando y evolucionando a través del tiempo. El proceso revolucionario en el Río de la Plata Hacia comienzos del siglo XIX una multiplicidad de factores (externos e internos), pusieron en evidencia la crisis que sufría el imperio Hispano. Crisis que lanzó a América a la revolución entendida esta como un "?proceso de cambios profundos y generalmente violentos, que provocan la desaparición de un sistema de organización política, social, económica y cultural, dando lugar al surgimiento de nuevas instituciones y formas de vida." Revolución que estalla en Buenos Aires y se suma a las que caracterizaron al mundo contemporáneo abriendo un proceso que termina con la desintegración del Virreinato, la independencia política y la organización del estado argentino. El contexto internacional Para situarnos en la época y poder evaluar las corrientes ideológicas que desatan la misma debemos puntualizar y comprender los hechos mundiales acontecidos en la en los albores del siglo XIX como son:
Las Guerras Napoleónicas La Independencia de los Estados Unidos La Revolución Francesa La Revolución Industrial
Las Guerras Napoleónicas A principios del siglo XIX Francia y Gran Bretaña se disputaban el dominio de Europa y el mundo. España no pudo permanecer al margen de esta guerra y decide, basándose principalmente en la diplomacia imperial y su tradicional enemistad con Gran Bretaña; una alianza con Francia Es así como la flota británica derrota a la Franco?Española en Trafalgar y habiendo perdido España lo mejor de la suya, no puede asumir la defensa de sus posesiones en América, la que queda librada a su suerte. La independencia de los Estados Unidos Al iniciar su emancipación las colonias británicas de América del norte en 1776 y organizar así el primer Estado derivado de la colonización europea tomando como fundamento las nuevas ideas surgidas en el siglo XVIII que proclamaban el derecho de los pueblos a resistirle despotismo y cambiar los antiguos sistemas de gobierno.
La guerra de independencia de los Estados Unidos da a España y Francia una oportunidad de perjudicar a Gran Bretaña mediante la alianza con los rebeldes norteamericanos. Es así como en 1776, España aprovecha la "distracción"de Gran Bretaña (causada por esta revolución) y su imposibilidad de enviar ayuda a Portugal; para enviar una expedición al Río de la Plata con Don Pedro de Cevallos como Virrey provisorio. Mediante esta "jugada española" y con la firma (más tarde) del "Tratado de Ildefonso" se reconocen los derechos españoles en el Río de la Plata. España, advierte que con esa acción contribuía a difundir el modelo independentista dentro de sus propias colonias. La revolución francesa Movimiento que marco el fin de la "monarquía absoluta" difundiendo la doctrina de la "ciudadanía popular" basada en principios como: la libertad, la igualdad, la fraternidad y la seguridad individual. Si bien dicha revolución fue impopular entre los americanos por los excesos cometidos en nombre de ella y las persecuciones al clero; hubo entre quienes (principalmente los jóvenes de la burguesía criolla) la "Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano" tuvo una gran repercusión afianzando sus ideas en los criollos de la colonia. La revolución industrial Movimiento que se inició en Gran Bretaña durante el siglo XVIII afectando primeramente a la industria textil y minera para extenderse, en el siglo XIX a los medios de transporte. Y fue causante de una serie de cambios económicos producidos a partir de la invención de la máquina de vapor y su aplicación en el surgimiento de las fábricas de lo que resulta una transformación total el mundo contemporáneo. La misma se caracterizó por acelerar el proceso de elaboración de los diversos productos incrementando (mediante la llamada "producción en serie") y reduciendo significativamente los costos de producción. Como consecuencia de la misma; la oferta supera a la demanda y el desarrollo de la industria pasa a depender del mercado externo. Gran Bretaña, al ver la inminente desintegración del imperio Hispánico encuentra una oportunidad de obtener nuevos mercados de consumo dentro de su sistema económico. Por lo tanto, se encarga de alentar los movimientos revolucionarios desprestigiando el monopolio español y difundiendo en el virreinato los principios de librecambio. Las causas internas Varias son las causas que, internamente, llevan a los habitantes del virreinato a iniciar la mentada revolución:
La debilidad y el desprestigio de la monarquía El descontento con el sistema de funcionarios Las rivalidades entre criollos y peninsulares El enfrentamiento de intereses económicos. Los cambios generados por las invasiones inglesas Los movimientos ideológicos que fundamentaron la revolución. La invasión napoleónica a España
La debilidad y desprestigio de la monarquía española Decadencia que comenzó en el siglo XVIII con Carlos III quien, si bien revitalizó el imperio, se manejó con una centralización excesiva del poder y priorizó los intereses de la me?topolis provocando descontento entre los criollos.
El desprestigio de la monarquía se acentúa a comienzos del siglo XIX ya que Carlos IV, es incapaz de llevar adelante una política adecuada de recuperación para España y sus dominios y delega el poder en su favorito Manuel Godoy. El descontento con el sistema de funcionarios El ejercicio de las instituciones políticas en el Imperio Hispánico se hallaba organizado mediante funcionarios designados por la corona (en su mayoría españoles peninsulares) los que, por lo general, tenían pocas vinculaciones con los intereses y problemas americanos. Sumado a esta "desvinculación" nos encontramos con que, aunque legalmente no había diferencias entre españoles y criollos, en lo que hacia a la práctica, los cargos más importantes siempre recaían en los peninsulares. La burguesía criolla, revitalizada por el comercio e influida por las nuevas ideas que se respiraban en el aire rioplatense, esperaban la oportunidad para acceder a la conducción política. La rivalidad entre criollos y peninsulares En el siglo XVIII se agudizan las diferencias entre criollos y peninsulares como una consecuencia directa de la inmigración que arribando desde la madre patria logra monopolizar el comercio y enriquecerse quitando oportunidad al criollo. El enfrentamiento de los intereses económicos Económicamente, podemos decir que el sistema comercial impuesto (monopolio español) no hacia más que sembrar e descontento en el virreinato ya que privilegiaba los intereses de la metrópolis garantizando las ganancias de los intermediarios peninsulares. En tiempos de guerra, España debió permitir (por diversos factores) la apertura del comercio con neutrales. Entrando así el virreinato en contacto con norteamericanos, portugueses e ingleses (con estos últimos generalmente bajo la forma comercial del "contrabando"). Mediante estos contactos los criollos conocieron las ventajas del comercio directo y el librecambio e inician una lucha contra el monopolio que España imponía y quería mantener. Los cambios generados por las invasiones inglesas. Los ingleses invaden Buenos aires y son expulsados en dos oportunidades y son estas invasiones las que dejan en evidencia la crisis política del Imperio Hispánico y producen transformaciones políticas y económicas que preparan el camino para la revolución ya que durante las mismas la debilidad de la monarquía española queda en evidencia al no poder enviar refuerzos a defender sus posesiones. Se inicia aquí la participación del pueblo en la política ya que bajo presión de los vecinos, el entonces virrey Sobremonte, es separado del cargo al mismo tiempo que se forman milicias integradas por los vecinos de Buenos Aires creando así un nuevo factor de poder que va a resultar decisivo en la revolución de 1810. Surgen además diferentes lideres locales que se encargando tomar la conducción abandonada por Sobremonte es así como Santiago Liniers es nombrado comandante de armas y más adelante virrey. Otro de los efectos de las invasiones sobre la sociedad se da en la comprobación; por parte de comerciantes y hacendados, de las ventajas del libre comercio con Gran Bretaña. Los movimientos ideológicos que fundamentan la revolución. Son tres los movimientos que influyen en la ideología de los líderes criollos durante la gesta revolucionaria y que deben ser tenidos en cuenta al momento de tratar de comprenderla:
Las ideas hispano-indianas La ilustración El despotismo ilustrado español
Las ideas hispano ? indianas de los siglos XVI y XVII Doctrinas que surgen en España durante los mencionados siglos cuestionan el derecho absoluto del Reino de Castilla sobre las Indias. Con su principal centro de difusión en la Universidad de Chacras donde estudiaron Castelli y Moreno. Y cuyos seguidores sostenían que "? El poder procedía de Dios, fuente de toda autoridad, quien lo delegaba en el pueblo, que lo transmitía al monarca. Por lo tanto la monarquía tenía su origen en la voluntad popular, como depositaria de la autoridad divina." La ilustración o Iluminismo Movimiento cultural y filosófico europeo que se desarrolló en el siglo XVIII y buscó resolver los problemas de la humanidad e iniciar el progreso mediante la razón y la educación. Este movimiento ubicaba el hombre como el centro del universo reconociéndole "?como derechos inalienables la libertad, la igualdad, la seguridad, la propiedad, la libre expresión y la asociación." Este movimiento combatía la monarquía absoluta que otorgaba a los monarcas una soberanía sin limitaciones (fundamentada en el origen divino del monarca) y difundió la teoría de la soberanía popular indicando que el poder residía en los miembros de una sociedad y por esto, el mismo deriva del pueblo quien tiene derecho a elegir sus representantes para que lo gobierne. Algunos de sus impulsores fueron: Rousseau quien se encargo de desarrollar el concepto de "contrato social" para explicar el origen de la autoridad y Montesquieu quien fundamentó la teoría de la división de poderes como una forma de garantizar la libertad. Los monarcas intentaron evitar la entrada de estas nuevas corrientes de pensamiento mediante la veda de los libros que consideraban "peligrosos", a pesar de lo cual dichas ideas se extendieron en la burguesía colonial. El despotismo ilustrado español A medida que las nuevas ideas se comienzan a difundir por España la monarquía reacciona e impone los que se conoce como "Despotismo Ilustrado"; una propuesta de transformar la sociedad y la economía mediante la acción de los monarcas dejando a un lado los aspectos "meramente políticos"de la ilustración. Se exalta así el poder de los reyes considerándolos motor de las reformas transformadoras de la sociedad mediante el fomento de actividades útiles como la industria, los oficios, el comercio y la educación quedando sujeta la iglesia a su real autoridad. El proyecto criollo Estas corrientes ideológicas permitieron e impulsaron a los criollos a desarrollar diversos proyectos y propuestas para superar la crisis del imperio hispano las mismas se basándose según Rins y Winter en diversos enunciados: "A pesar de la diversidad el proyecto de los criollos se caracterizó por las siguiente propuestas:
América era un reino dependiente de la Corona de Castilla y no una colonia perteneciente a la nación española. Caída la monarquía española, la soberanía revertía al pueblo, quien tenía el derecho el ejercicio del gobierno propio. La soberanía popular debía reemplazar al poder absoluto de los monarcas. Los nuevos gobiernos debían adoptar el principio de la división de poderes. Los españoles americanos debían gozar de los mismos derechos que los españoles peninsulares. La sociedad debía reorganizarse bajo el principio de libertad, igualdad y seguridad. En lo religioso debían mantenerse el respeto y la adhesión por la religión católica. El librecambio era la base de la transformación económica.
Era necesario ilustrar al pueblo a través de la educación."
Proyectos que responden a distintos intereses grupales e individuales de los habitantes del virreinato cuya problemática principal esta marcada como ya adelantamos, por el comercio monopólico que constituía una traba para la expansión de la provincia de Buenos Aires y el litoral del virreinato que vivía de la exportación del cuero Trabas que se "sufren" manera doble; las impuestas por la Junta de Sevilla y las internas que están dadas en el interior del virreinato en las denominadas Aduanas Secas mientras la mercadería transita hacia los mercados de consumo (siendo la de Córdoba la más importante) que cobraban impuestos y trababan el desarrollo perjudicando a comerciantes y hacendados. Al estallar la causa política esta situación ejerce presión ya que los sectores afectados del virreinato quieren que el comercio se libere y España no lo permite. La causa desencadenante: La invasión napoleónica a España Podemos inferir, de acuerdo a los mencionados acontecimientos que se desarrollaban en Europa a fines del siglo XVIII y principios del XIX; que una de las causas desencadenantes de dicha revolución fue el conflicto anglo-francés y con él la necesidad de Napoleón de bloquear el comercio británico con el continente valiéndose para ello del sometimiento de su Aliado Continental: Portugal. Para lograrlo, Carlos IV de España (aliado a Francia) autoriza el paso de las tropas francesas por el territorio español a efectos de realizar reste bloqueo, hecho que Napoleón (no totalmente confiado de la Alianza española) aprovecha para tomar España. Asimismo, la corte Portuguesa es trasladada por los británicos al Brasil. Siendo integrante de la misma "La carlota" hermana de Fernando VII casada con el rey Juan de Portugal con el objeto de estabilizar una situación diplomáticamente precaria, resultante de las repercusiones de la revolución francesa en los países cercanos. Las tropas francesas avanzan sobre Pamplona, Barcelona y Madrid. Carlos IV abdica entonces en favor de su hijo Fernando VII y mas adelante se arrepiente de haber abdicado, por lo que reclama la corona, es entonces cuando Napoleón (ofreciéndose como mediador a la familia real) los reúne en Bayona y presiona a Fernando VII para que devuelva la corona a su padre y luego a este para que ceda sus derechos al emperador francés que designando a su hermano José Bonaparte "Rey de España e Indias." "?El pueblo español llamó a este episodio la "farsa de Bayona", considerando que la cesión de derechos había sido forzada por Napoleón y carecía de valor?" Es así como en mayo de 1808 el pueblo español reaccionó contra las tropas francesas produciéndose en todo el país levantamientos en nombre de Fernando VII y sosteniendo que desaparecida la autoridad legitima, la soberanía volvía al pueblo quien debía darse gobiernos provisionales hasta que el soberano regresara. Es así como surgen en cada ciudad o región de España las juntas supremas. Juntas que respondían a una Junta Central que en un principio se estableció en Madrid y, ante el avance francés, se trasladó a Sevilla. Este movimiento juntista llega también al virreinato del Río de la Plata y el resto de las provincias americanas las que juraron fidelidad a Fernando VII y reconocieron la autoridad de la junta central rechazando a José I como soberano. Al mismo tiempo se comenzó a librar una guerra de independencia española contra las tropas francesas, José I tuvo que retirarse de España y Napoleón se hizo cargo de las acciones en el territorio derrotando al ejército español y ocupando Andalucía al punto que la Junta central de Sevilla tubo que refugiarse en Cádiz y quedó sitiada. Hacia 1809, y como consecuencia directa de los acontecimientos europeos, el gobierno de Santiago Liniers en el Río de la Plata se debilitó; se comenzó a cuestionar su origen francés y a oponerse a las medidas que permitían el comercio con los ingleses. Y cuando arribo a Buenos Aires un representante de José I (recibido y rechazado por Liniers en el
Cabildo pero no detenido), las sospechas acerca de la fidelidad del virrey hacia la persona e investidura de Fernando VII se acentúan. En Montevideo el Gobernador de Elío organizó una junta de gobierno independiente de la autoridad virreinal para gobernar la banda Oriental. Tenemos además el hecho de que como consecuencia de la invasión napoleónica a Portugal, la corte portuguesa se encuentra establecida en Río de Janeiro y Juan de Portugal impulsa el proyecto de organizar un gran imperio enviando una misión diplomática para ofrecer protección al Río de la Plata propuesta que es rechazada por Liniers quien decide entablar relaciones diplomáticas con los portugueses para evitar una invasión. Al mismo tiempo, la infanta Carlota Joaquina de Borbón (Hermana de Fernando VII y esposa de Juan de Portugal), propone asumir la soberanía de Borbón en América estableciendo un reino con capital en Buenos Aires. Propuesta a la que las autoridades del Río de la Plata se oponen. La revolución Hacia junio de 1809, la junta central de Sevilla decide terminar con los problemas provocados por las desconfianzas que Liniers despierta en el virreinato del Río de la plata y lo reemplaza por Baltasar Hidalgo de Cisneros quien una vez instalado en Buenos Aires se propuso pacificar los ánimos y reestablecer la autoridad virreinal. Creo a estos fines un juzgado de vigilancia que se encargaba de controlar las actividades políticas de los vecinos así como la difusión de ideas y noticias. Pese a lo cual no pudo evitar que el proceso revolucionario siguiera su curso. En 1810 las tropas francesas toman Cádiz y se disuelve la Junta Central, la llegada de esta noticia al Río de la Plata termina de desencadenar el proceso revolucionario ya que con la caída de la junta no existían autoridades con derecho sobre América y al tiempo que se rechazaba la corona de José I se era consciente de que los funcionarios peninsulares carecían totalmente de un sustento jurídico que les permitiera ejercer el gobierno. El virrey Cisneros no ocultó la verdad y el 18 de mayo, mediante una Proclama en la que confirma la caída de Cádiz y la consecuente disolución de la Junta Central "? y manifestó su voluntad de luchar por Fernando VII y por la "libertad e independencia " de toda dominación extranjera ". Esta proclama no fue suficiente para calmar la inquietud de los vecinos ni de los Comandantes de Armas, algunos de los cuales se reunieron para evaluar los acontecimientos. Es así como un grupo revolucionario conformado por Castelli, Belgrano, Rodríguez Peña, Juan José Paso y Antonio Beruti entre otros. Sostuvo reuniones con Saavedra (quien era el jefe del regimiento de Patricios) para convocar a un cabildo abierto y destituir al virrey Sobremonte estableciendo al mismo tiempo una autoridad representativa de la soberanía popular en nombre de Fernando VII. Cisneros reunió a los jefes militares para pedir su apoyo, apoyo que le fue negado por lo que el 20 de mayo ante una nueva solicitud de Cabildo Abierto por parte de los patriotas debe finalmente aceptar y realizar la convocatoria para el 22 de mayo invitando a los principales vecinos (se repartieron 450 invitaciones) para deliberar acerca de la gravedad de la situación. Concurrieron al evento 251 vecinos y basaron las conversaciones en quien "debía" gobernar en nombre de Fernando VII; los peninsulares abogaban por que el gobierno quedara en manos de españoles, alegando que los criollos solo podían llegar a ejercer el poder de no quedar ningún español en el virreinato. En contraposición, los criollos, representados por Castelli fundamentaron los derechos del pueblo de Buenos Aires a ejercer la soberanía formando un nuevo gobierno ante el consabido cautiverio de Fernando VII y la reciente disolución de la Junta de Sevilla. Se sostuvo además que, al haber caducado la autoridad que lo nombró, el virrey Cisneros debía cesar en el mando y que era el Cabildo quien debía asumir el poder hasta que se designara otra persona. Durante la reunión Juan José Paso sostuvo que Buenos Aires debía establecer cuanto antes una junta gubernativa. Y Cornelio Saavedra propuso la decisión del Virrey y una
delegación interina del mando en la figura del Cabildo hasta que se conformase una junta que pudiera ejercer dicho poder basándose en la participación popular. Finalmente se decide votar incluyéndose en la misma votación dos partes: si el virrey debía o no continuar en el mando y en quien recaía la autoridad. Los votos fueron orales y públicos y hubo varios participantes que se retiraron sin votar por temor a las represalias. El recuento resultó con 132 votos a favor de la destitución del virrey y 66 pidiendo que continúe en el poder por lo que se comunicó a Cisneros que se había decidido que debía cesar en el cargo ya que la mayoría abogaba por que el cargo quedara en manos de una Junta de Gobierno en nombre de Fernando VII Fue el día 24 cuando se resuelve conformar la Junta de gobierno que el mandato solicita; la misma quedo compuesta por el virrey Cisneros (funcionario) como presidente, Solá (clérigo), Castelli (abogado), Saavedra (militar) e Inchaurregui (comerciante); junta en la que todos los factores de poder se encontraban representados. El argumento de Cisneros sobre la necesidad de que el sea quien es la necesidad de no alarmar a las provincias del interior. La junta se jura el 24 por la tarde y el pueblo porteño se comienza a inquietar ya que no quería a Cisneros. El descontento toma forma de agitación popular conocida como la "legión infernal" encabezada principalmente por French y Beruti quienes, como símbolo de unión entre americanos y españoles, repartían entre el pueblo cintas blancas. El 25 de mayo y como consecuencia de lo acontecido el día anterior, Saavedra y Castelli se unen al clamor popular renunciando a la recién conformada junta. Ante este acto, el restote los cabildantes resuelve la renuncia de la junta y aconseja al virrey tratar de imponerse por la fuerza al pueblo. Cisneros consulta a las fueras militares pidiendo su apoyo, apoyo que una vez más le es negado. Mientras tanto un grupo de patriotas entra al cabildo exigiendo "saber de que se trata". Ante la creciente presión popular el Cabildo aceptó la renuncia de la junta mientras un grupo de jóvenes encabezado por Beruti daba a conocer a quienes integrarían la nueva Junta Gubernativa. El cabildo se resistía a aceptar la junta que se había formado y por eso los cabildantes pidieron que la misma se ratifique en un petitorio firmado por 400 personas. "?El síndico Leiva se asomó al balcón y al ver solo a un pequeño grupo de vecinos preguntó: "¿Dónde está el pueblo?", a lo que los patriotas respondieron que se tocase la campana del Cabildo o que se llamara a generala y se abriesen los cuarteles." Sin mayores medios para resistir los cabildantes debieron así reconocer la autoridad de la junta revolucionaria. Finalmente dicha junta quedo conformada por: Cornelio Saavedra (comandante de Patricios) como presidente; Vocales: Dr. Juan José Castelli y Dr. Manuel Belgrano (abogados) Miguel de Azcuénaga (militar), Manuel Alberti (sacerdote) Domingo Matheu y Juan Larrea (comerciantes). Instituyéndose como secretarios a los Dres. Mariano Moreno y Juan José Paso (abogados). La Junta provisional gubernativa y sus acciones de gobierno El 25 de mayo, en horas de la tarde, La junta juró "? conservar integra esta parte de América a nuestro augusto soberano Fernando VII y sus legítimos sucesores?" prescindiendo así de las autoridades existentes en España y comenzando el gobierno criollo. Quedando sin embargo el resto de la organización virreinal intacta. La junta no se presenta entonces como una ruptura del orden preexistente sino como una continuidad de la soberanía del monarca basada en la "teoría de la retroversión de la soberanía" y en el derecho de los pueblos a conferir la autoridad en su ausencia. Estos fundamentos fueron completados con la teoría de la "subrogación" por la cual quien sustituía la autoridad virreinal asumía todas las funciones y dignidades de la misma; por lo que la autoridad de la junta debía ser reconocida por todas las ciudades y villas. Las primeras medidas que toma la junta tienden a difundir sus ideas y lograr el reconocimiento de su autoridad ante los pueblos. Es por esto que para incorporar al interior en el proceso revolucionario el 27 de mayo se envía una circular a todas las villas y ciudades del interior comunicando el cambio de gobierno y exigiendo el reconocimiento de
la misma a la vez que solicitaba la designación de representantes que se trasladaran a Buenos Aires con el objeto de integrar la misma. Mientras esto ocurría, los funcionarios españoles considerando que se había atentado contra la autoridad del monarca al destituir a Cisneros, se preparan para resistirse a su desplazamiento. Surgen núcleos de oposición en Buenos Aires (el cabildo, la audiencia y el mismo Cisneros) que tratan de alentar una reacción a su favor por parte del interior. La audiencia reconoce la autoridad del consejo de regencia y como consecuencia la Junta decide en junio del mismo año detener a Cisneros y a los miembros de la audiencia y embarcarlos hacia España. El cabildo continúa oponiéndose a la junta hasta que todos sus integrantes son reemplazados por revolucionarios. Es así como la junta logra total acatamiento en la capital. En el interior del virreinato, las autoridades de Córdoba, Potosí, Cochabamba, La Paz, Chuquisaca, Paraguay y Montevideo desconociendo el poder de la junta organizan movimientos revolucionarios. El movimiento más peligroso (dada la cercanía con Buenos Aires) resulto ser le de Córdoba dirigido por Liniers quien se contactó con las autoridades del Alto Perú a fin de reunir fuerzas para resistir. La junta trató de disuadir a los contrarrevolucionarios y al no lograrlo recurre a la acción armada y los castigos ejemplares comenzando con el fusilamiento de los contrarrevolucionarios cordobeses (con Liniers a la cabeza) acción que justificó en la necesidad de "salvar la revolución" y fue ejecutado durante la primera campaña al Alto Perú. La junta organizó tres campañas militares para terminar con la oposición de los funcionarios metropolitanos: al interior y al Alto Perú (1810- 1811); al Paraguay (1811) y a la Banda Oriental (1811- 1812). La primera crisis de gobierno A medida que la revolución era reconocida por las ciudades del interior y lograba consolidarse, Mariano Moreno (con el apoyo de Belgrano, Castelli, Paso Larrea Azcuénaga y la juventud porteña) señala la necesidad de convocar a un congreso general para organizar el estado de manera definitiva aspirando con ello a una organización constitucional basada en la soberanía popular. La posición del presidente de la junta era más moderada. Sosteniendo que se debía continuar ejerciendo la soberanía popular mediante el gobierno provisorio y postergar la definición sobre la forma de gobierno. Esta diferencia provoca la primera crisis del gobierno cuando Moreno presenta un proyecto de decreto sobre la suspensión de honores (no hacia la junta como institución de gobierno sino hacia el presidente de la misma) decreto que Saavedra debió aprobar. Las ciudades del interior envían a Buenos Aires sus representantes revolucionarios moderados que, en general, defendían el derecho de los pueblos a participar del gobierno al tiempo que recelaban de la supremacía de la capital. Mariano Moreno se oponía a integrarlos a la Junta ya que, como sabemos, pensaba que debían conformar el "congreso general de los pueblos" para sancionar una constitución estableciendo de esa manera una forma definitiva de gobierno. Aduciendo además y con justa razón, que el aumento en la cantidad de integrantes de la junta sería un atentado contra la rapidez en la toma de decisiones y la unidad de criterio. El tema fue debatido y votado ganando la integración principalmente por razones de "conveniencia pública". La revolución en el interior Sabemos que la revolución se inició en Buenos Aires y sabemos también que había en el interior, principalmente por parte de los criollos, intenciones de cambio que se encontraban trabadas por la rivalidad con la capital lo que entorpece de sobremanera el reconocimiento del nuevo gobierno. La junta fue reconocida rápidamente por Santa Fe, Concepción del Uruguay, Gualeguay, Gualeguaychú y Corrientes; adhesión que resulto altamente importante a efectos de aislar los centros contrarrevolucionarios de Córdoba, Montevideo y Paraguay.
Las distintas gobernaciones ? intendencias que conforman el virreinato van lentamente definiéndose a favor o en contra de la revolución de la siguiente manera: 1. 2. Gobernación ? Intendencia de Córdoba del Tucumán: Córdoba, capital de la intendencia y clave de las comunicaciones con el alto Perú y chile fue centro, como ya vimos, de la acción contrarrevolucionaria organizada por Liniers al que el pueblo no apoyo y quien fue muerto por el ejercito revolucionario. Al asumir Pueyrredón se envía un diputado a la junta. La rioja y San Luis: reconocen la junta. Mendoza: cuyas autoridades aspiraban a ser elevadas de rango, en un principio no reconoce la junta hasta que el Cabildo, mediante la mayoría criolla, la reconoce. San Juan: reconoce la junta y le jura obediencia. 3. Gobernación ? Intendencia de Salta del Tucumán: En Salta, capital de la intendencia; el cabildo abierto decide acatar la junta. Mientras tanto, la situación de Jujuy se encontraba muy comprometida ya que se temía la intervención de las fuerzas del alto Perú y los enfrentamientos que podían producirse en la capital de la intendencia; al avanzar las fuerzas revolucionarias jura la junta y envía un diputado. Catamarca,Tucumán y Santiago del Estero reconocen la junta. 4. Gobernación ? Intendencia del Alto Perú: las autoridades de Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y La Paz se manifiestan en contra de la revolución y organizaron fuerzas que se contactaron con los contrarrevolucionarios de Córdoba. El Virrey Abascal de Perú proclamó rebeldes a los juntistas y decide anexar a su virreinato las provincias del alto Perú disponiendo para ello el envío de tropas que debían fortalecer a las autoridades. 5. Gobernación ? Intendencia del Paraguay: resuelve jurar el consejo de Regencia y no reconocer la Junta Gubernativa de Buenos Aires. Basa su decisión en las rivalidades comerciales que existían entre las dos ciudades ya que buenos aires controlaba el comercio fluvial y fijaba los precios de la yerba mate (principal producto de la región) 6. El Gobierno Militar de Montevideo: era el puerto mercantil rival de Buenos Aires. Sus autoridades rechazan la junta y reconocen al consejo de regencia. Los cabildos de Colonia, Soriano y Maldonado se pliegan a la revolución pero las autoridades montevideanas e logran imponer en el territorio. 7. El Gobierno Militar de Misiones: el gobernador acata la junta ante una posición peligrosa por la posibilidad de un avance portugués o del paraguay. Conclusión Los criollos querían gobernarse, y vieron en la decadencia española la oportunidad de realizar dicho ideal. Al mismo tiempo se vieron en la "necesidad" absoluta de tomar las riendas del poder ante el peligro inminente de caer en manos de un nuevo "colonizador" (Portugal o Gran Bretaña) por la incapacidad de la corona Española de defender sus dominios en América. Es evidente asimismo que los peninsulares no querían perder su posición privilegiada en el virreinato, razón por la que apoyaban al virrey y su poder; asimismo surgia en los criollos la necesidad de participar activamente de las decisiones que forjarian su propio futuro, por lo que se ven impulsados a dicha revolución. He de destacar que, si bien en un principio la "independencia" no fue el causal principal de dicha revolución, el avance de los nuevos ideales hizo que la misma se convirtiera en una necesidad inmediata, necesidad que se ve satisfecha con el congreso de 1816.Anexos Mapa 1: "La situación política de Latinoamérica hacia fines el siglo XVIII" Los virreinatos: Ésta era la situación de América Latina en el siglo XVIII. Como se puede observar, todos sus territorios dependían políticamente de las potencias europeas, siendo
España (ref. 1, 2, 3, 4 y 5) y Portugal (ref. 6 y 7) quienes disponían de las mayores y más extensas colonias las que se hallaban configuradas políticamente bajo la denominación de virreinatos. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2004.
© Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. © 1993-2003 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Mapa 2:"Las Provincias Unidas del Río de la Plata" El mapa reproduce la subdivisión política de las Provincias Unidas del Río de la Plata desde 1820 hasta 1825. Como parte de las mismas, se incluyen territorios que pertenecen en la actualidad a países limítrofes con el principal Estado que habría de surgir de su evolución histórica: Argentina. La inmensa zona que aparece en el sur de las Provincias Unidas se corresponde, esencialmente, con la región de Patagonia. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2004
© Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. . © 1993-2003 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Mapa 3: "El desarrollo de las guerra de la independencia" en este mapa se sitúan las campañas ordenadas das por la primera junta, las que se desarrollaron entre 1810 y 1811. "LA ARGENTINA una historia para pensar 1776 -1996" ? W. Cristina Rins, María Felisa Winter ? Editorial Kapeluz ? Buenos Aires ? Febrero de 2004 - Página 20.Bibliografía
"LA ARGENTINA una historia para pensar 1776 -1996" ? W. Cristina Rins, María Felisa Winter ? Editorial Kapeluz ? Buenos Aires ? Febrero de 2004."LA LARGA LUCHA DE LOS ARGENTINOS y como cuentan la historia las diversas corrientes historiográficas"- Norberto Galazo ? Ediciones del Pensamiento Nacional ? Argentina ? Mayo de 2001."HISTORIA DE LA ARGENTINA según las biografías de sus hombres y mujeres" ? Tomo 1 - Bernardo González Arrili ? editorial Nobis ? Buenos Aires ? Febrero de 1966."SUDAMÉRICA un nuevo mundo" ? Kart Pahlen ? Capitulo XXII - Editorial Guillermo Kraft limitada ? Buenos Aires ? Marzo de 1953."LECCIONES DE HISTORIA ARGENTINA" - Tomo I ? Ricardo Levene ? Ediciones Corregidor ? http//www.todo-argentina.net/historia/revmayo/ Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2004. © 1993-2003 Microsoft Corporation.
Mónica Andrea Beber monicabeber[arroba]hotmail.com
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