Capacitación Externa Asamblea General Modelo Regional 2009 - OAJNU Ayuda Oficial al Desarrollo “(…) En las Naciones Unidas debemos ser adalides de los ideales de la solidaridad humana y la distribución equitativa de la riqueza a nivel nacional e internacional y de la dignidad esencial de las personas (…)”. Eduardo Gálvez, consejero de la misión permanente de chile, 1999. Introducción Antes de iniciar con el tratamiento del tema, es muy importante aclarar el concepto de ayuda o asistencia oficial al desarrollo, ya que muchas veces se recurre a nociones intuitivas más que a conceptos claros a la hora de abordar este tópico tan relevante para la comunidad internacional y más aún hoy en los tiempos de crisis internacional en la que estamos inmersos. Se entiende como Ayuda o Asistencia Oficial al Desarrollo (citada comúnmente como AOD), a todos los desembolsos netos de créditos y donaciones realizados según una serie de criterios que fija la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El propósito principal de la Ayuda Oficial para el Desarrollo es lograr mejoras cualitativas en las economías de los países en desarrollo a partir de los antes mencionados desembolsos tendientes a ampliar los procesos de expansión de las economías más deprimidas y de desarrollo sustentable de políticas públicas que se traduzcan en un crecimiento para los pueblos a los que va destinada la ayuda. Existen 2 formas distintas a través de las cuales la ayuda oficial para el desarrollo puede hacerse efectiva. Por un lado, a través de los subsidios otorgados por los organismos especializados, fondos y programas de las Naciones Unidas. Por otro lado, también puede hacerse efectiva mediante préstamos de las instituciones de crédito del sistema de Naciones Unidas como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano para el Desarrollo, el Fondo Internacional de desarrollo agrícola, entre muchas otras instituciones más. La Ayuda Oficial para el Desarrollo tiene a 130 países como destinatarios de la misma, en tanto que los países que aportan los fondos son solamente 31, según datos oficiales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Humano. Abordaje histórico de la cuestión El 24 de octubre del año 1970 Naciones Unidas (ONU), con la adopción de la resolución 2626 del XXV período de sesiones ordinarias de la Asamblea General, reconoce por primera vez en el ámbito internacional el concepto de Ayuda o Asistencia Oficial al Desarrollo. Esta discusión se llevo a cabo en el marco de la estrategia internacional para el desarrollo del segundo Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y fue por entonces que los gobiernos de cada uno de los países que en ese momento conformaban la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se
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comprometieron a “seguir políticas destinadas a crear un orden económico y social mundial más justo y racional en el que la igualdad de oportunidades sea prerrogativa tanto de las naciones como de los individuos que componen una nación”. Más aún, el artículo número 43 de la resolución reza: “Como reconocimiento de la especial importancia del papel que solo la asistencia oficial para el desarrollo puede desempeñar, una parte importante de las transferencias de recursos financieros a los países en desarrollo deberá proporcionarse en forma de asistencia oficial para el desarrollo. Cada país económicamente adelantado aumentará progresivamente su asistencia oficial para el desarrollo a los países en desarrollo y hará los mayores esfuerzos para alcanzar para mediados del Decenio, una cantidad neta mínima equivalente al 0,7% de su producto nacional bruto a precios de mercado”. Sin embargo, más allá de todos los esfuerzos puestos al momento de poner en la agenda internacional estas cuestiones allá por principios de la década del 70, con el paso de los años se vislumbraba que no se estaban llevando a cabo efectivamente dichos esfuerzos con los que se había comprometido la Asamblea General y por tanto los estados miembros del sistema de Naciones Unidas. En el año 1975 y según cifras oficiales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Ayuda Oficial al Desarrollo sólo representaba el 0.36% del Producto Nacional Bruto. La situación se agravó aún más con el paso del tiempo, en el año 1992 el porcentaje de AOD fue de 0.32% del PNB y consecutivamente en 1993 alcanzó su mínimo porcentaje histórico al llegar al 0.30% del PNB, menos de la mitad de lo que se determinó en 1970. Importancia de la Ayuda Oficial al Desarrollo La Ayuda Oficial al Desarrollo tiene una notable relevancia por sí misma dado que pone en cuestión la cooperación multilateral en pos de lograr el desarrollo de los países menos adelantados, hecho que va en clara consonancia con el tercer propósito de la carta de naciones unidas y con sus artículos 55 y 56 y no termina haciendo más que ratificar la importancia que Naciones Unidas le da y que se fue acrecentando a lo largo de sus años de vida a todas las cuestiones relativas al desarrollo de los pueblos. No obstante, el principal motivo por el cual la ayuda oficial al desarrollo es un instrumento fundamental para avanzar hacia el tan preciado objetivo del desarrollo es que es una vía efectiva para llegar a las personas que se encuentran en situaciones de extrema pobreza que en definitiva no han dejado de ser los últimos destinatarios de esta ayuda. Sin embargo, durante los casi 40 años que lleva vigente citada la resolución 2626 de la Asamblea General, aún hoy se descree enormemente de la verdadera capacidad que tiene esta herramienta (la AOD) para definitivamente erigirse como una verdadera solución al problema que significa el subdesarrollo. En gran parte por la poca conciencia y compromiso de los estados responsables de la donación de los fondos de hacer efectiva la cifra del 0.7% del PBI o PBN (conceptos disímiles), discusión que a esta altura está fuera de todo parámetro, dado lo lejanas que son las cifras de asistencia al desarrollo actuales. También se le critica a la ayuda oficial al desarrollo y representa en buena medida el descrédito general que por estos días goza este compromiso, el hecho de que los países receptores de los fondos no tienen prioridades claras acerca del uso
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y aplicación de los mismos y de la enorme discrecionalidad de muchos estados para determinar el destino de los recursos. Por ejemplo, en un informe del año 2005 de la Organización para la Cooperación Internacional y el Desarrollo acerca de la composición de la mayor parte ayuda oficial al desarrollo bilateral se mostraba que el 9.6% correspondía al concepto de ayuda humanitaria y alimenticia en tanto que el 26.5% representaba condonación de la deuda o el 4.8% correspondía a gastos administrativos. Cuesta entender que el valor de condonación de deuda triplique al de ayuda humanitaria y alimenticia, o que los gastos administrativos sean la mitad de este último valor en un mundo donde millones de personas mueren de hambre a diario. Otro factor que vale tener en cuenta es el aumento vertiginoso que tuvo la gran inversión privada y los créditos de los variados actores del sector privado que han cobrado especial relevancia y han sobrepasado de modo notable la ayuda oficial. En el año 1998, por cada dólar de ayuda oficial que aportaban los diferentes estados, el sector privado aportaba alrededor de un dólar con sesenta y cinco centavos, es decir un 65% más de lo que aportaba la ayuda oficial fue aportada por el sector privado. ¿La Ayuda Oficial al Desarrollo mejora la calidad de vida? Dependiendo al ángulo por donde se trate el tema, se pueden dar diferentes tipos de respuestas a la pregunta del encabezado, todas ellas válidas. Según algunas de las corrientes más críticas la ayuda oficial al desarrollo hoy es absolutamente intrascendente en lo que a desarrollo y más puntualmente desarrollo humano refiere. El argumento subyacente de esta corriente es que la ayuda oficial al desarrollo difícilmente llega a cubrir aquellas necesidades primarias insatisfechas de muchas personas que viven en la más extrema pobreza. En el año 1992 sólo el 8.4% de la ayuda estuvo destinada al gasto en educación, gasto que no se sabe si financió la educación primaria (niños de 4 a 12 años), media (jóvenes de 13-18 años) o avanzada. Sea como sea, que el 8% del gasto sea destinado a educación representa un grave problema de prioridades de los países en vías de desarrollo y de clara irresponsabilidad de los países financiadores. Aún más grave resulta ver que solo el 3.7% en el mismo año fue destinado a sanidad. Esta tendencia de uso de los fondos de la ayuda oficial no ha cambiado hasta la actualidad. Otra corriente algo menos crítica hace referencia a la cuestión de asignación de partidas presupuestarias en conceptos de ayuda al desarrollo. Según un informe del Banco Mundial a partir del informe anual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el año 2005 Israel recibió 479 millones de dólares en concepto de ayuda oficial, mientras que un país como Burundi recibió solo 350 millones de dólares. Lo grave de esta situación es que mientras Burundi tiene el PBI per cápita más bajo del mundo con U$S 653, Israel está en el puesto número 22 del ranking mundial según PBI per cápita cuya cifra asciende a U$S 25.670 (mayor al de algunos de los países aportantes a la ayuda oficial para el desarrollo). En definitiva esta corriente del pensamiento alude al hecho de que la ayuda oficial en sí misma es la mejor herramienta para el desarrollo, pero que el gran problema está en su utilización.
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Lo que queda de manifiesto con respecto a la cuestión es que si bien la ayuda al desarrollo es un elemento importantísimo para muchos países en la actualidad las personas destinatarias de la misma, aún no han notado el gran impacto que la ayuda debería representar para sus vidas cotidianas. Algunas cifras actuales Según la OCDE hasta el año 2007 solo 5 países han cumplido con el porcentaje establecido para asistencia al desarrollo, Noruega, Suecia, Luxemburgo, Holanda y Dinamarca forman dicho grupo. Los demás 26 países que forman parte de la Comisión de Ayuda para el Desarrollo aún no han alcanzado dicho porcentaje, a pesar que en el año 2000 en la Declaración del Milenio ratificaron el compromiso de poner todos los esfuerzos para lograrlo. Lituania, Letonia, Hungría, Polonia y Corea del Sur no llegan siquiera a aportar el 0.10% del PBI y quizá podamos encontrar la razón de ello en que por ejemplo Lituania tiene la obligación de aportar aún cuando hay países receptores de la ayuda oficial al desarrollo cuyo PBI per cápita es mayor al lituano, como por ejemplo el de Argentina que no solo lo supera en índices económicos sino también en otros índices como puede ser el Índice de Desarrollo Humano a partir de los datos arrojados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El tema de los índices, su elaboración y su sustento es un tema verdaderamente muy controversial, dado que como se explicitó anteriormente las partidas de gasto a las que va destinada la ayuda oficial al desarrollo no están desagregadas o bien son muy generales, o los datos difíciles de relevar. En ese contexto se presenta una dificultad a la hora de cumplir con el objetivo propuesto hace 40 años por la Asamblea General. Muchos países basándose en ello afirman cumplir con este compromiso aún cuando hoy no lo hacen. Conclusión A 39 años de cumplirse la fecha de adopción de la resolución 2626 del año 1970 de la Asamblea General aún quedan muchas tareas pendientes para poder llegar a alcanzar la cifra de 0.7% del PBI en concepto de ayuda oficial al desarrollo. Aún más, de lograrse previo al año 2015 como se estipuló en la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas quedarían muchas cuestiones pendientes a la hora de resolver para verdaderamente tender al desarrollo de las naciones y fundamentalmente de sus pueblos. No quedan dudas de que aún con todas las problemáticas que se dan en la actualidad en torno a la efectividad de la ayuda oficial al desarrollo sigue siendo la mejor forma de llegar a la población de los países menos adelantados y una vía ineludible en las condiciones actuales para poder tender al desarrollo. Conjuntamente no hay que perder de vista el apoyo que pueda significar la inversión privada y los créditos de dicho origen en el avance hacia una construcción colectiva y plural del desarrollo. Para resolver dicha cuestión es importante no caer sistemáticamente en la disputa intrascendente del los países desarrollados vs. los países en vías de desarrollo. El principal desafío pasa por la voluntad política de los países donantes en hacer frente a las obligaciones, la inteligencia de los gobiernos de los países receptores en aplicar los fondos correctamente y lograr el máximo impacto en sus poblaciones de los mismos y fundamentalmente el compromiso de la comunidad internacional toda en buscar la forma de mejorar las vías de ayuda y establecer mecanismos más
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inteligente, efectivos y sustentables para verdaderamente lograr que la ayuda al desarrollo se convierta en una herramienta poderosa para poder construir el desarrollo humano. Citas Bibliográficas e Informáticas - Carta de las Naciones Unidas http://untreaty.un.org/cod/repertory/art56/spanish/rep_supp5_vol3art56_s.pdf - http://www.oecd.org/dataoecd/44/14/42409981.pdf - http://www.caei.com.ar/es/programas/ooii/12.pdf - http://www.guiadelmundo.org.uy/ http://europa.eu/legislation_summaries/development/general_development_ framework /r12533_es.htm
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