Articulo

EL PESAMIENTO ECONOMICO, EL DESARROLLO Y CRECIMIENTO SOSTENIBLE

Econ. Baldemar Quiroz Calderón

A pesar de la existencia de evidentes signos de regresión, tales como la crisis ambiental o la polarización social en el país y en el mundo, sigue más extendida que nunca la fe en el progreso indefinido. El pensamiento económico predominante de hoy, mantiene la mitología del crecimiento y productividad y propugna las clásicas panaceas del mercado “libre”, el liberalismo frente al intervencionismo o la planificación estatal. La teoría económica estándar desempeña una función mixtificadora, conservadora y

apologética, convertida en bastión ideológico del capitalismo. La economía, entendida como ciencia social que estudia la correcta y prudente administración de los recursos escasos para producir mercancías y distribuirlas entre los individuos de una sociedad, ya no responde a la realidad actual manifestada en la crisis ambiental y las grandes desigualdades socioeconómicas en el Perú y el mundo. No se puede hablar de desarrollo sustentable cuando todavía se pretende medir la valoración monetaria del crecimiento económico de un país desvinculado del mundo físico; y nos dicen que el PIB mide el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una

economía en un período determinado. Sin embargo esta definición no refleja adecuadamente el bienestar de una sociedad en su real dimensión, por ejemplo no mide el deterioro de la calidad vida, ni incluye los servicios familiares no remunerados, ni la desigualdad en el reparto de la renta, la destrucción o pérdida de calidad ambiental; tampoco se prevé la depreciación y amortización del patrimonio natural. Posiblemente los beneficios están sobreestimados y los perjuicios infravalorados y por ello han surgido propuestas de elaboración de un PIB corregido o “verde”. Muchos son los servicios que proporciona la biosfera

y que sirven para satisfacer las necesidades humanas y aumentar el bienestar: sustento de la vida, recursos para producir bienes y servicios, sumidero de residuos, calidad ambiental; todos carecen de precio en el mercado porque estamos supuestamente ante bienes públicos o recursos comunes de libre acceso; recursos que a la fecha deben tener un valor monetario y un alto valor intangible, el mismo que nos permita comprenderlo en su real magnitud desde el punto de vista económico, político y social y evitar de una vez por todas la sobreexplotación de estos recursos, generando la contaminación ambiental y un crecimiento y desarrollo desigual; alejado del concepto y de desarrollo sostenible “satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”. El crecimiento y desarrollo actual exige, urgentemente, de «correctivos globales», o sea, de la solidaridad de todos los hombres, de todos los países y de más justicia social y el

bien común; requiere, en otras palabras, de más concientisación que devenga en amor del hombre para con la naturaleza y pide más responsabilidad moral. Vivimos como si fuéramos la última generación de la historia humana, o sea, no dejando nada a las generaciones futuras. Puesto que varios de los recursos naturales no son renovables y los que son renovables es notoria su extinción por su explotación irracional; poco a poco, sentiremos su falta y tendremos que pagar las consecuencias. En la encíclica Sollicitudo Rei Sociales, Juan Pablo II denunciaba este abuso de los recursos naturales de la siguiente manera: «Usarlos como si fueran inagotables, con dominio absoluto, pone seriamente en peligro su futura disponibilidad, no sólo para la generación presente, sino sobre todo para las futuras» (n. 34). La tierra puede y debe ser salvada a través de un desarrollo sustentable, que significa «satisfacer las necesidades humanas de todos sin sacrificar el capital natural». Los economistas ecológicos afirman que una gran parte del bienestar humano no es analizable desde un

punto de vista estrictamente económico, sugiriendo la transdisciplinariedad de las ciencias sociales y naturales como un medio para abordar el estudio del bienestar económico y su dependencia de los servicios que proporciona la naturaleza; desde su punto de vista afirman que el crecimiento económico ha beneficiado sólo a una minoría, con un costo ambiental presente y futuro muy elevado. La producción no sólo debería orientarse a la obtención de beneficio, sino a la satisfacción de las necesidades básicas evitando confundir el bienestar con la acumulación de bienes de consumo; lo que objetivamente es casi imposible de lograrlo en el corto y mediano plazo. CONCLUSIONES 1. Los investigadores de las ciencias sociales, especialmente las ciencias económicas no están siendo consistentes y exigentes en cuanto a demostrar que los sistemas económicos imperantes en el mundo ya son obsoletos. 2. El progreso indefinido es una de las ideas de la modernidad

que se viene quebrado con mayor resonancia. 3. Que el crecimiento y desarrollo sostenible tiene como bases fundamentales los modelos económicos imperantes. 4. Que de una vez por todas se tiene que entender que el problema de la tierra y el desastre del medio ambiente es un problema global y que se tiene que dar medidas globales, independientemente de los intereses particulares.