Arte Barroco

  • May 2020
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TEMA 9: ARTE BARROCO. • El término “barroco” tiene en sus orígenes una connotación peyorativa: los neoclásicos del XIX

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lo llamaron así (del italiano “barocco”, irregular) para indicar las características de extravagante, raro, que encontraban en el estilo, a comparación con el Renacimiento. Durante mucho tiempo se consideró este estilo como la decadencia. La revisión de esta valoración surge en el s. XX, tras la 1º G.M, cuando una serie de estudios pusieron de manifiesto su carácter coherente y lúcido. Su cuna está en Roma, que será el centro de formación para artistas de toda Europa; desde allí irradiará al resto de Italia y a todo el continente europeo. Se trata de un movimiento muy coherente con su época: la Europa del XVII y de principios del XVIII no era equilibrada y tranquila: la Iglesia se lanzaba a la Contrarreforma y los recién consolidados estados nacionales a la lucha por la hegemonía. Las manifestaciones artísticas de este periodo son a menudo transmisión de los mensajes del poder, tanto eclesiástico como político. Los reyes buscan impresionar a sus súbditos y a otros reyes; y la Iglesia católica, tras el concilio de Trento, trata de recuperar influencia sobre los fieles de los países donde no se ha impuesto el protestantismo movilizando sus sentimientos y sus emociones, despertando así la fe. Debido a la variedad de circunstancias socioeconómicas, políticas y religiosas, que se dan en Europa, se origina la coexistencia de diversos barrocos: un barroco cortesano y católico, instrumento de propaganda de la Iglesia contrarreformista y del Estado absoluto (Italia, Francia, España y Alemania), y otro burgués y protestante, naturalista y laico (Inglaterra y Holanda) El arte barroco habla más a los sentidos que a la razón: busca impresionar, impactar, gusta de los efectos, de la creación de sensaciones. Frente al equilibrio del Renacimiento se impone la movilidad, el dramatismo, la expresividad, los valores de lo subjetivo. El barroco un arte dinámico: en el sentido de que usa elementos dinámicos (formas parabólicas, helicoidales, curvas, composiciones complicadas), de que busca la movilidad mediante los contrastes (entre lo cóncavo y lo convexo, entre lo grande y lo pequeño, entre la luz y la sombra); y también en el sentido de que intentar incluir al espectador, hacerle moverse: incluirlo en edificios que requieren ser recorridos para su comprensión, con rincones, escalinatas, pórticos.

1. ARQUITECTURA BARROCA. • La arquitectura es la principal manifestación del estilo: las demás artes se someten a ella para • • • •



conseguir el efecto de conjunto. Existe un claro predominio de la forma sobre la función. Su lenguaje, rico y peculiar, se define por la libertad, fantasía y afán de movimiento. Los materiales varían según las obras y lugares. Los más comunes son piedra, ladrillo y estuco. Los elementos constructivos presentan pocas novedades; en general se acude a los elementos clásicos, que se disponen de modo poco ortodoxo, pero también hay nuevas aportaciones, procedentes de otros estilos o creadas en este momento. En cuanto a los soportes el muro es el principal. Adquiere un carácter dinámico y gran interés estético: se ondula y modela, permitiendo plantas flexibles, o se elimina, de manera real o ilusoria. Los vanos que se abren en él son rectangulares, circulares, ovales… Los soportes exentos o adosados, se emplean mucho, pero en general con fines decorativos. Destacan: columnas y pilastras de los cinco órdenes clásicos, prefiriéndose el orden gigante. Es frecuente el uso de atlantes, cariátides y ménsulas. Aparecen dos soportes nuevos: la columna salomónica con fuste helicoidal y el estípite, pilastra en forma de pirámide truncada, con la base menor en la parte inferior. En cuanto a los elementos sostenidos, los arcos dan formas variadas, pues aparte de los de medio punto se utilizan los elípticos, ovales de doble curva y mixtilíneos. Las cubiertas suelen ser abovedadas. Las cúpulas tienen un interés especial por el espacio que crean interiormente, y por el plasticismo de sus volúmenes exteriores. Aparte de las semiesféricas, aparecen cúpulas elipsoides, de planta mixtilínea, o de crucería califal. Pueden ser verdaderas o falsas.

• Los elementos decorativos desbordan lo constructivo. Interesa más lo plástico-arquitectónico

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que lo puramente tectónico, pero ambos aspectos se funden en el conjunto. Los elementos decorativos pueden ser: – Arquitectónicos: columnas, pilastras, estípites, hornacinas, cornisas, frontones y entablamentos, que a veces se parten. – Escultóricos, en relieves o bulto redondo; los temas suelen ser vegetales naturalistas o figurativos. – Pictóricos, localizados especialmente en bóvedas y techumbres. Sus efectos se realzan con el uso del color y juegos de luz y sombra. Los valores plásticos de esta arquitectura giran en torno a dos principios: Liberación de las normas y dinamismo. Se rompe con el canon, la geometría y simetría simples, a favor de formas más complejas. No interesa la claridad, sino los juegos de volúmenes y espacios. Los volúmenes exteriores responden al modelo de edificio como totalidad, organizados en torno a un elemento central sobresaliente, normalmente la cúpula. Son volúmenes dotados de movimiento y efectos de claroscuro. Las fachadas tienen un papel muy importante. El espacio interior es unitario y fluyente, dinámico, envolvente, misterioso e infinito...a veces teatral y efectista. No tiene claras divisiones y se apoya tanto en recursos ilusionistas como en efectos ópticos: juegos de perspectivas, color, espejos que crean confusión con los límites reales. Los aspectos urbanísticos cobran gran interés. La necesidad persuasiva y retórica que motiva el barroco determinan la producción arquitectónica y da a los edificios más representativos (templos, palacios y jardines) y a la propia ciudad, el carácter de escenarios abiertos donde se desarrollan todos los recursos para extender pública y eficazmente los valores y las conductas de los nuevos gobernantes. La ciudad del barroco es la imagen del poder de éstos. --Estos cambios son más apreciables en las pequeñas ciudades centroeuropeas, en las que las realizaciones pueden llegar a modificar el carácter de toda la ciudad que en las grandes ciudades como París o Roma donde las realizaciones son parciales y a veces se quedan en proyecto. La actividad se centra en las vías de comunicación, en calles anchas y rectas que confluyen en plazas: las perspectivas monumentales contribuyen a crear la sensación de poder, permiten los desfiles militares y civiles y las masivas ceremonias religiosas. --La Roma de la Contrarreforma es un ejemplo significativo: Sixto V, al acceder al pontificado reguló la ciudad en un intento de convertirla en “un grande y único templo sagrado”, mediante la creación de una red de calles anchas y rectas que facilitaran la circulación entre las plazas y que se unieran así las siete basílicas principales y los templos, de manera que pudieran ser visitados cómodamente por miles de peregrinos, al tiempo que creaban una imagen monumental y de prestigio para la más alta sede del Occidente católico. Los lugares principales se señalan con obeliscos y fuentes, que pone el contrapunto efectista al urbanismo de perspectivas amplias. --Las plazas son uno de los elementos más importantes del urbanismo ya que embellecen la ciudad y son punto de referencia para el trazado de las calles que las unen, son un reflejo simbólico del poder civil (Plaza Royal, en París) o religioso (Plaza de San Pedro, en Roma) y escenario de fiestas y representaciones teatrales y sociales. Se articulan en torno a algún edificio principal, para resaltar su importancia. Son escenario para las estatuas que ensalzan a los reyes, para monumentos, obeliscos y arcos, y para fuentes en las que el agua, su ruido y su movimiento, se mezcla con la piedra en una combinación sorprendente.

A. ITALIA.

Roma se convirtió en el centro artístico más importante gracias a la influencia que ejercía la Iglesia romana. La arquitectura romana del siglo XVII se extendió por toda Italia, a los focos regionales, en los que sobresalieron: -Longhena en Venecia. -Guarini (s. XVII) y Juvara (s. XVIII) Los arquitectos más representativos del barroco son: Maderno, Bernini y Borromini • GIAN LORENZO BERNINI.- Es amante de la grandiosidad y de las majestuosas perspectivas. Es más clásico y monumental que Borromini. Bernini utilizó siempre los elementos de la







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arquitectura clásica en toda su pureza, aunque dándoles un sentido diferente, de fuerza, magnificiencia y contrastes. Su obra más conocida es la plaza de San Pedro, concebida en los proyectos iniciales como circular, Bernini entiende que ello no hubiera permitido destacar suficientemente la cúpula y se decide por una solución oval; y para relacionar la plaza con la fachada, crea un espacio trapezoidal delante de ésta. Los brazos abiertos de la plaza tienen un sentido simbólico, de apertura y acogida a toda la cristiandad. La elipse de columnas crea un juego de luces, una sensación de espacio cambiante al ir avanzando por la plaza, un efecto muy del gusto barroco. El Baldaquino de San Pedro, situado bajo la gran cúpula, es muy significativo del barroco. No sólo por sus elementos formales (columnas salomónicas, cubierta curva y abierta), sino por el tratamiento del bronce de manera que no se sabe si se trata de escultura o de arquitectura y por el naturalismo de la representación porque lo que parece tela también es bronce; y sobre todo por el efectismo que busca, al adaptar el baldaquino a la cúpula: la cubierta convexa contrasta con lo cóncavo de la cúpula y al tiempo que acentúa el sentido ascensional lo une a ella. En las iglesias que realiza en su madurez prefiere la planta oval. Destaca entre ellas, San Andrés del Quirinal, con capillas abiertas en el muro, alternándose las cuadradas y las cóncavas. Situada la entrada frente al altar, la sensación que se tiene al entrar es que el espacio se abre a los lados. En la fachada el barroco se desborda en el acusado contraste entre lo cóncavo de los muros laterales, como brazos abiertos, y lo convexo de la escalinata y el pequeño pórtico; igualmente acusado es el contraste entre la fachada con frontón del más puro clasicismo y el pequeño pórtico semicircular con el frontón todo curvas. Bernini es también el autor de algunas de las más espectaculares fuentes de la Roma barroca. FRANCESCO BORROMINI.- Es un arquitecto de gran ingenio e imaginación. Su obra se contrapone totalmente a la berniana. Dotado de una inmensa inventiva, rompió todas las reglas, desarrollando elementos nuevos y concibiendo la arquitectura casi en términos de escultura, ondulando los entablamentos y las cornisas, alabeando los muros, inventando formas nuevas para los capiteles y utilizando bóvedas que parecen nervadas y arcos mixtilíneos. Sus edificaciones son de plantas complejas y geométricas. Sus obras son más pequeñas que las de Bernini y de materiales más modestos, pero son de una imaginación genial, que destaca cuando tiene que jugar con espacios reducidos o difíciles. Sus obras más famosas son: San Carlos de las Cuatro Fuentes, de planta oval y fachada ondulada, San Ivo, de planta en forma de estrella mixtilínea y un curiosísimo alzado, que al exterior se remata con una linterna en espiral, y Santa Inés en la Plaza Navona, cuya fachada cóncava con dos torres y gran cúpula se funde armoniosamente con el espacio urbano.

B. FRANCIA.

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2. • •

El barroco francés se define como clasicista, prefiere la claridad, el orden y la serenidad a lo recargado y retórico. Este carácter se traduce en una arquitectura equilibrada y sobria. Los principales clientes del barroco francés son los reyes, por lo que su arquitectura es fundamentalmente civil. El palacio es el edificio más representativo. Está constituido por un cuerpo alargado de marcada horizontalidad y dos alas hacia el jardín formando escuadra. Sus techumbres, con buhardillas, forman unos característicos cuerpos prismáticos de gran altura. Un ejemplo es el Palacio de Versalles, que fue la obra más relevante del reinado de Luis XIV, y refleja la concentración del poder en su persona. También se construyeron muchas iglesias, organizadas en dos o tres pisos con cúpula y dotadas de un marcado verticalismo (Los inválidos). Los arquitectos más representativos son: JULES HARDOUIN MANSART.- fue arquitecto real, cargo con el que participó en las obras de Versalles. LE VAU.- fue el arquitecto encargado de ampliar el palacio de Versalles, dándole la forma en U. ESCULTURA Durante el Barroco la escultura tiene un gran desarrollo, tanto como decoración arquitectónica como en la faceta de escultura independiente Se cultivan indistintamente bulto redondo y relieve, combinándose entre sí y con otras artes.

• Los materiales empleados varían: piedra, madera, mármoles y alabastros para interiores. • • •



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También se usan materiales preciosos (marfil, oro, plata) o materiales pobres como el estuco. En la factura se alcanza la perfección técnica y el virtuosismo. La textura de las superficies consigue grandes efecto de calidades y expresividad, con un pulido, generalmente, moderado. Su volumen externo se caracteriza por la unifacialidad; las obras se realizan para ser contempladas en un determinado espacio, por lo que se adoptan tratamientos pictóricos. Se impone el ángulo desde donde deben ser observadas y en los relieves, se les somete a las leyes de la perspectiva. El interés por el movimiento, característico del Barroco, se manifiesta en : – Composiciones, de esquema libre, en las que predominan las diagonales, líneas serpentinatas y formas abiertas. – Dinamismo de actitudes y ropajes (extremidades que se disparan, paños volantes) – Expresiones tensas e incluso exageradas. La luz desempeña un papel plástico y simbólico muy importante. Se buscan fuertes efectos de claroscuro. Es una luz de alto poder expresivo. El color es componente importante. Procede tanto de la policromía (en las esculturas de madera), como de los postizos (ojos vítreos, lágrimas de resina, ropas reales) e incluso de los efectos tonales producidos por al luz (este procedimiento se utiliza bastante en las obras de mármol). La forma de expresión se puede definir como un naturalismo realista y, en ocasiones, efectista. Se plasma un momento fugaz. Las figuras humanas suelen ser anatómicamente correctas y de esbeltas proporciones pero llenas de pasión y movimiento que expresan con sus manos y rostros y a través de gestos enfáticos. Los ropajes, henchidos, desordenados y agitados, se abren en múltiples pliegues, ondulantes o angulosos; tienen interés las calidades. La temática es variada: – Religiosa, respondiendo al ambiente espiritual de la Contrarreforma, gusta de apoteosis, martirios milagros, santos, inmaculadas... – Mitológica, al servicio del poder político, pues está llena de contenidos simbólicoalegóricos. – Alegórica, de fines religiosos o profanos – Civil, representada por los retratos. Se cultivan los retablos, imágenes de devoción, pasos procesionales, monumentos funerarios y conmemorativos, fuentes… Su finalidad, además de decorativa como complemento de la arquitectura, es didácticopropagandística.

A. ITALIA • BERNINI.- es el máximo exponente del barroco efectista y teatral, al servicio de los más

exaltados sentimientos de la Contrarreforma. En sus primeras obras, “Apolo y Dafne”, “David”, muestra ya sus impresionantes recursos expresivos y la intensidad dramática y la captación del movimiento que son características de toda su producción. Es autor de importantes obras para la ciudad de Roma (algunas de sus espectaculares fuentes, por ejemplo) y para el papado. En el “Éxtasis de Santa Teresa” presenta a la santa en pleno arrebato místico. Insertada en un complejo marco arquitectónico y con una iluminación que procede de una ventana oculta, destacando sobre el dorado de los rayos divinos, el mármol blanco logra unas cualidades casi pictóricas. El grupo figurativo parece flotar y ofrece una visión del instante inmediatamente después de que Santa Teresa, herida por la flecha divina que lleva el ángel, cae rendida de dolor y amor divino sobre una nube de mármol más oscuro. Mientras, el cielo se abre dejando ver en la parte alta de la capilla un grupo de ángeles. La obra se expande hacia el espectador con balcones en los que aparecen fieles que parecen participar del momento.

B. ESPAÑA.

El siglo XVII fue una época de crisis en España: crisis económica, decadencia política y pérdida de la hegemonía en Europa. El abandono del gobierno por parte de los reyes en manos de validos, y la incapacidad del estado se enfrentan con el intento de mantener la tradicional supremacía sobre Francia, lo que lleva a la guerra de los Treinta Años. Al mismo tiempo, se produce un descenso en la llegada de metales preciosos de América y la mayor parte de la población arrastra una vida miserable. Pero el siglo XVII es también un período de esplendor cultural, sobre todo en la literatura y en las artes plásticas. Una de las claves para entender artísticamente este período está en el mecenazgo, casi exclusivamente religioso; ello se explica porque la monarquía española asume la defensa del catolicismo y porque la Iglesia tiene en la vida española un papel protagonista. La producción artística está, pues, destinada casi exclusivamente a las necesidades de la Iglesia, bajo un riguroso control de forma y fines, en una época en que, como en otros países católicos, la Iglesia utiliza el arte para estimular la piedad de los fieles, por la vía de la exaltación de los sentimientos. --Durante el siglo XVII, mientras en Italia y en Francia se desarrolla la gran escultura barroca en mármol y bronce, al estilo de Bernini, con amplio uso de la mitología y de la alegoría, en España se cultiva la talla de madera policromada de carácter exclusivamente religioso, que se pone por entero al servicio de la sensibilidad piadosa contrarreformista, que procura conmover al creyente extremando el realismo de las figuras y los hechos religiosos representados. --El peso de lo religioso en la vida española multiplica la demanda de retablos e imágenes de culto; y la piedad popular de las cofradías da forma al “paso” procesional. En estas obras, el deseo de realismo multiplica los efectos: primero en la pintura de las imágenes, que va poco a poco renunciando a la técnica renacentista de estofado, con abundante uso de oro, para pintar las vestiduras con colores enteros; luego llegando al empleo de telas verdaderas en las imágenes “de vestir”, que sólo tienen de talla las cabezas, manos y pies. El mismo objetivo persigue la incorporación a algunas tallas de ojos y lágrimas de cristal. --A comienzos del XVII se pueden señalar dos focos escultóricos importantes: ➢ Castilla, con Valladolid como centro y otro núcleo en torno a la corte de Madrid: La figura central de la escuela castellana es Gregorio Hernández, establecido en Valladolid: formado en la tradición de Juni, su estilo evoluciona desde un cierto manierismo a la italiana a formas de un naturalismo extremo. En las obras de su madurez se advierte un curioso convencionalismo en el tratamiento de los pliegues, que se hacen quebrados y angulosos, al mismo tiempo que se mantiene el más obsesivo realismo en la representación de lo humano. Hernández acierta además en crear tipos iconográficos de extraordinario éxito. Sus Cristos yacentes, Cristos a la columna, Crucificados, Piedades, Inmaculadas o Santa Teresas, son aciertos rotundos que se repiten infinidad de veces en su taller, y después de su muerte. Es también autor de una amplia serie de retablos de sobria arquitectura. Muy notables también, aunque con frecuencia hechos con amplia colaboración de discípulos y más descuidados en la talla, son los pasos de procesión, concebidos como escenas de teatro, llenas de vivacidad y expresión. ➢ Andalucía, con Sevilla y Granada como centros. Frente al patetismo dramático y a veces expresionista de la escuela castellana, Martínez Montañés, la figura más destacada de los escultores andaluces, produce obras llenas de serenidad, de un severo clasicismo que lo entronca con la tradición renacentista, por el perfecto conocimiento del desnudo que revela en obras como el Cristo “de la Clemencia” y la elegancia de la pose de sus inmaculadas. Sus retablos presentan una composición más compleja que los castellanos y su influencia se proyecta hacia América. Entre los discípulos de Montañés destaca Juan de Mesa, autor de crucificados de una intensidad expresiva que su maestro nunca usó, y Alonso Cano, la gran figura de la escuela granadina, pintor y arquitecto además de escultor: de Montañés recoge el gusto por la contención expresiva y el clasicismo de la forma, y avanzando aún más por el camino de la estilización y la delicadeza, su predilección por lo menudo se traduce en la realización de numerosas imágenes de pequeño tamaño, de temas femeninos (Inmaculadas, Virgen con Niño, Santas) o infantiles (Niño Jesús,

San Juanito,etc). Sus obras primeras(Virgen de Lebrija) tienen todavía un aplomo severo, montañesino; pero luego va evolucionando hacia una delicadeza y una gracia que casi anticipa el rococó. Discípulo de Alonso Cano es, Pedro de Mena autor de imágenes muy sobrias, talladas en planos muy simplificados, pero enormemente expresivas. ➢ Núcleos en Levante, destacando el de Murcia A finales del XVII, en estrecho contacto con la evolución en Italia, encontramos en Levante artistas de interés que introducen un barroquismo decorativo que en el XVIII da espléndidos frutos, destacando la obra de Salzillo: de una sensibilidad delicada, con un gusto acentuado por el movimiento y el color y por la belleza frágil, su estilo se vuelca enteramente hacia cierto “rococó”, con el que se identifica bien la devoción casera y sentimental de la burguesía del XVII; no obstante, algunos de sus pasos de procesión (Caída, Prendimiento..) presentan notable fuerza expresiva. La Oración en el Huerto es quizá el más famoso, por la bella figura del ángel, excelente estudio de desnudo juvenil. 3. PINTURA. • Las técnicasutilizadas son el fresco, en pintura mural, y el óleo sobre lienzo en la de caballete. • La factura se interesa por las cualidades físicas del medio, usándose gruesos empastes que contrastan con materia más fluida. La pincelada varía según los autores, e incluso evoluciona en la obra de un mismo artista, pero tiende a ser suelta y abierta • La línea pierde importancia en la delimitación de contornos. Se abandona el dibujismo renacentista y, en su lugar, se utiliza una línea subjetiva, vibrante y sin continuidad. • El modelado, que se trabaja con juegos de luz/sombra, muestra tendencia a contraste violentos muy teatrales (claroscurismo o tenebrismo) • La luz es uno de los valores más importantes de esta pintura, y está dotada de gran expresividad. • El color es otro de los grandes protagonistas, tanto en sí mismo- tintas- , como en su papel de definidor de formas o creando efectos especiales. • En el tratamiento espacial barroco conviene, así mismo, destacar el interés por la perspectiva aérea, conseguida con luz y color, y la utilización de una línea del horizonte baja que potencia los elementos. • La composición es dinámica, de formas abiertas y profundas: predominio de la curva, la espiral, las líneas diagonales etc. • La forma de expresión, lo mismo que en la escultura, responde aun naturalismo realista que rompe con los cánones de la belleza del XVI, orientándose a lo expresivo. • Los temas se multiplican: junto a la pintura religiosa, mitológica, histórica o retratos aparecen, como novedad, la pintura de género, bodegones, pintura de flores y de animales, paisajes urbanos o campesinos o marinas. • La función, también como en la escultura es propagandística o decorativa.

A. ITALIA. La pintura barroca italiana desarrolla, desde los primeros años del s. XVII, dos tendencias que marcan la futura evolución de la pintura y que tienen sus mejores representantes en el naturalismo de caravaggio y el eclecticismo clasicista de Carracci. Tienen en común el deseo de captar lo real y el rechazo de lo artificioso del manierismo, pero el clasicismo vuelve a “elegir” la realidad, buscando la gracia expresiva, la fuerza muscular o el uso del color de los maestros del XVI (Rafael, Miguel Ángel, Tiziano…) • CARAVAGGIO.- en cambio, lleva la realidad a sus cuadros sin ningún sistema preconcebido de representación o de conocimiento: no escoge la realidad de ninguna manera, y gusta de motivos

humildes, sin retroceder ante lo desagradable; sus obras religiosas adquieren aspecto de escenas populares, con tipos tan realistas y tan terrenales que a menudo fueron rechazadas. Este intenso realismo se combina con composiciones muy dinámicas y un peculiar tratamiento de la luz, que hará escuela: un foco de luz natural que cae sobre las formas, sobre un fondo generalmente oscuro, creando agudos contrastes lumínicos (tenebrismo), más duros aún por la técnica lisa y apretada que caracteriza a este pintor y que constituye una excepción en la época. • Junto con estas dos tendencias se desarrolla desde mediados de siglo un barroco “decorativo”, exuberante y triunfal, efectista y grandioso, interesado sobre todo en impactar, más que en conmover o convencer. Se caracteriza este estilo por expresivas y espectaculares composiciones para iglesias y palacios en las que se presenta una compleja escenografía de efectos ilusorios; son frescos en paredes y cúpulas en los que las arquitecturas fingidas llenas de escorzos, los cielos abiertos y los colores claros aumentan la luminosidad y representan auténticas apoteosis celestiales o terrenales. El pintor más destacado de esta corriente es el padre Pozzo. PINTURA BARROCA EN FLANDES Y HOLANDA. El barroco europeo presenta una variedad de manifestaciones que hay que poner en relación con las diferentes situaciones políticas, sociales y religiosas de la Europa del XVII, conflictiva y dinámica. Pero en todos los casos el arte barroco cumple una función de expresión y de divulgación de los nuevos valores de cada tipo de sociedad: así, si en los países católicos el arte es primero propaganda y luego celebración del triunfo de la fe, y para los reyes absolutos es elemento afianzador del poder, en los países protestantes constituye la expresión del gusto burgués por lo sensible y lo cotidiano. B. FLANDES. Las guerra religiosas se ensañaron con crueldad en los Países Bajos; y después de la separación de Holanda, las autoridades españolas en FLANDES (Bélgica) procuraron conseguir para estas tierras el sosiego y sobre todo la solidez religiosa que impidieran nuevos conflictos. En el terreno artístico ello se traduce en los numerosos encargos de temas religiosos y de batallas victoriosas que reciben los pintores. La separación de Holanda y la vinculación a la España católica y a Roma determinan la notable influencia del barroco italiano en estos pintores flamencos. Pero al mismo tiempo, se mantiene la vinculación a la tradición flamenca; y así, junto con la pintura religiosa se desarrollan otros géneros prácticamente ausentes en el caso español: las escenas de género, la vida de los campesinos y las tabernas, las naturalezas muertas, los bodegones abundantes y variados, las flores y los paisajes, los retratos, son ampliamente tratados por estos pintores, con el minucioso detallismo característico de la tradición flamenca. A ello hay que añadir, en el caso de Rubens, los temas mitológicos. • PEDRO PABLO RUBENS, además de pintor de fama, actuó como diplomático en las cortes de España y de Italia, de ahí el clasicismo de sus temas; y de ahí también el tratamiento cortesano de muchas de sus escenas, incluso de algunas de las religiosas. Rubens es el máximo exponente del barroco teatral, exuberante, fastuoso: crea para sus clientes aristocráticos y eclesiásticos un mundo de dioses, santos, héroes, pueblo, dominado siempre por una suprema alegría de vivir, por una desbordada vitalidad que se manifiesta en composiciones extraordinariamente dinámicas, en los cuerpos y las actitudes plenos de movimiento, en un colorido triunfante, muy vital; y al servicio de todo ello, un extraordinario virtuosismo técnico, una pincelada suelta, deshecha, toda espontaneidad. Entre sus obras destacan Las tres Gracias y El rapto de las hijas de Leucipo. • En la línea de Rubens, con quien trabajó, pero sin salir de Flandes, Jordaens se mantiene más en la tradición de su tierra y destaca por sus escenas de género, de tono humorístico y caricaturesco, muy alejadas de lo heroico y lo elegante, pero perfectamente adecuadas para los interiores burgueses. También Van Dick llegó a trabajar en el taller de Rubens, pero es en Londres donde desarrolla como pintor de la corte de Carlos I, una labor que le convierte en el iniciador de un estilo que se mantendrá en Inglaterra durante más de dos siglos: sus retratos se caracterizan por una gran elegancia, por el alargamiento de las proporciones y el retoque de los defectos, así como por el recurso de introducir elementos secundarios más informales para destacar aún más el refinamiento y la majestad de los retratados.

C. HOLANDA Holanda es una sociedad burguesa en medio de una Europa de naciones monárquicas y de aristocracias privilegiadas; una república independiente de comerciantes, de artesanos, de navegantes; y es una sociedad calvinista donde se han rechazado los lujos y las fastuosidades de los ritos católicos, y en cuyos templos se rehúsan la decoración y las imágenes. La clientela de los pintores holandeses es bien distinta a la de otros países; de ahí su interés por la vida cotidiana, por las vistas de su ciudad, por los paisajes de sus campos y de su mar, por el retrato: la pintura holandesa se ha deshecho del concepto de “decoro”, ha terminado con todo lo que sea intención retórica, celebrativa, teatral, para centrarse en la observación atenta y en la captación de la realidad concreta y cotidiana del entorno, que se desarrolla sobre todo en tres campos: los cuadros de género, entre los que destacan los interiores quietos y silenciosos de Vermeer de Delft; el retrato, con el maestro de la luz que es Frans Hals, que capta plenamente los tipos populares con una pincelada deshecha y espontánea; y el paisaje como tema protagonista en los cuadros de Ruysdael, hobbema y otros, que se caracterizan por los horizontes bajos y los cielos cambiantes, luminosos, llenos de matices. • REMBRANDT VAN RIJN, es el máximo exponente de la pintura holandesa del siglo XVII. Rembrandt conoció muy pronto la fama, con su “Lección de anatomía”, todavía de técnica apretada, pero que presenta ya una espléndida galería de retratos. En la línea de Caravaggio, su técnica, tenebrista, se centra en los problemas de la luz, una luz amarillenta que destaca las formas, pero de una manera mucho más matizada que la del pintor italiano: en 1642 pinta “La ronda de noche”, que suscita rechazo por su negativa a halagar a los personajes que aparecen en escena. Aquí el interés por el retrato de individualidades queda difuminado para dar realce al diálogo y a la atmósfera general: la composición, piramidal, viene dada por la luz, un foco de luz artificial que destaca las calidades de los ropajes y funde las figuras del fondo, en una lección magistral de perspectiva aérea. El rechazo social, problemas familiares y la pobreza marcan su etapa de plenitud artística, en la que sus cuadros van perdiendo el gusto holandés por el detalle para centrarse cada vez más en formas simples de tonalidades cálidas, cada vez más exclusivamente obra de la luz, que crea las formas o las desintegra, mediante veladuras, transparencias o toques intensos, con una pincelada que se hace más pastosa cada vez y en una atmósfera de ensueño o misterio. A diferencia de sus compatriotas le atrae el tema religioso, tratado sencillamente y sin efectismos. En sus retratos busca penetrar en el conocimiento de lo humano, presentando imágenes de viejos abrumados, en escenas cuyo dramatismo viene dado por la luz casi fantasmal.

LA PINTURA BARROCA EN ESPAÑA. • El s. XVII fue una época de crisis en España: crisis económica, decadencia política y

pérdida de la hegemonía en Europa. El abandono del gobierno por parte de los reyes en manos de validos, y la incapacidad del estado se enfrentan con el intento de mantener la tradicional supremacía sobre Francia, lo que lleva a la guerra de los Treinta Años. Al mismo tiempo, se produce un descenso en la llegada de metales preciosos de América y la mayor parte de la población arrastra una vida miserable.Pero el s. XVII es un período de esplendor cultural, sobre todo en la literatura y en las artes plásticas. • Una de las claves para entender artísticamente este período está en el mecenazgo, casi exclusivamente religioso; ello se explica porque la monarquía española asume la defensa del catolicismo y porque la Iglesia tiene en la vida española un papel protagonista. La producción artística está, pues, destinada casi exclusivamente a las necesidades de la Iglesia, bajo un riguroso

control de forma y fines, en una época en que, como en otros países católicos, la Iglesia utiliza el arte para estimular la piedad de los fieles, por la vía de la exaltación de los sentimientos. •



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CARACTERÍSTICAS GENERALES Pese a ser España un país eminentemente católico y estar ligado por muchos lazos con Italia, nunca adoptó en pintura la forma romana del barroco; la tendencia clasicista es rechazada por demasiado intelectual, y la decorativista por el sentido teatral que no cuadra con la austeridad característica de la vida española del momento: los pintores del XVII se vinculan al naturalismo, y la influencia de Caravaggio es esencial. El realismo es el rasgo más característico de la pintura española del XVII: realismo minucioso en Ribera, realismo sintético en Zurbarán, realismo ennoblecedor en Velásquez, realismo algo afectado por lo teatral y lo poético en Murillo…Este afán realista se manifiesta en el cuidado por la representación de las calidades de la materia y en la captación de personajes individuales, e incluso en el tratamiento de los temas religiosos. La pintura española se aparta bastante del rasgo general barroco de composiciones abiertas; salvo excepciones, los pintores españoles del XVII no son grandes compositores; son, en cambio, excelentes en la fluidez y la espontaneidad de la pincelada. La temática es esencialmente religiosa (la Iglesia es el principal cliente, pero los nobles encargan también cuadros religiosos); las representaciones mitológicas o históricas son escasísimas. El retrato es un género bastante tratado y a menudo con connotaciones religiosas. Los bodegones son escasos y también extraordinariamente sobrios. En el s. XVII se pueden distinguir tres etapas coincidiendo con los reinados de los tres últimos austrias: 1. 1589-1621. Felipe III. Realismo preciso y minucioso, fuerte tendencia al tenebrismo que se verá acentuada por la influencia de Caravaggio. Destacan: RIBALTA. Los pintores de la corte son aún italianos. 2. 1621-1665. Felipe IV. Desaparece el tenebrismo: pintura más colorista, más luminosa, técnica más suelta. Destacan: RIBERA, VELAZQUEZ, ZURBARÁN, ALONSO CANO. 3. 1665-1700. Carlos II. Composiciones más movidas, más recargadas más teatrales. CARREÑO, COELLO (pintores de la corte), MURILLO, VALDÉS LEAL.

• RIBALTA --En su primera etapa son evidentes rasgos manieristas en su obra como la dispersión de escenas, las actitudes algo artificiosas y los paisajes un tanto fantasmagóricos, junto con un incipiente tenebrismo que va a acentuarse tras su viaje a Italia, que le pone en contacto con la obra de Caravaggio. --En su etapa de madurez su obra se hace plenamente barroca: perfecciona el tenebrismo y desarrolla un fuerte sentido naturalista que le hace detenerse en la representación de las distintas calidades de la materia. • RIBERA --Nacido en Játiva (Valencia), hace su aprendizaje con Ribalta, pero la mayor parte de su actividad artística se desarrolla en Italia, donde adopta el tenebrismo y el naturalismo de Caravaggio: su afán de realismo es tal que incluso busca temas en los que deba trabajar rostros arrugados, cuerpos delgados, pieles ásperas, en los que la luz destaca de manera dramática. Repite a menudo cuadros de figuras aisladas, de medio cuerpo, en las que la atención se concentra gracias a la sencillez compositiva y al fuerte tenebrismo, que crea las formas. --En su segunda época la influencia de los venecianos le lleva a introducir en sus cuadros fondos más luminosos, pero sin abandonar por ello el claroscuro en las figuras, y mucho menos el naturalismo; aumenta también el número de figuras y la complejidad de las composiciones. Sólo en los últimos cuadros podemos apreciar una incipiente idealización de sus modelos. • ZURBARÁN

--Nacido en Fuete de Cantos (Badajoz), se forma en Sevilla; exceptouna breve estancia en Madrid, trabaja en Extremadura y Sevilla. Su estilo es poco evolutivo, bastante arcaizante en algunos aspectos; es, como Ribera, un pintor realista, pero a diferencia de este (preciso y minucioso) el realismo de Zurbarán es sintético: busca más la estructura, la forma general de la realidad, que el detalle. Tenebrista también, aunque no tan oscuro como Ribera, la luz le sirve para definir los volúmenes en planos netos, precisos. Con una técnica lisa y apretada, claramente dibujística, que da a sus formas un modelado duro, una rotunda cualidad plástica: todo ello da a su obra un tono geometrizante que ha sido la clave de su revalorización en el siglo XX. --Dado que no es muy hábil compositor, sus mejores obras son las de figuras aisladas, donde no tiene que plantearse problemas de profundidad o de composición de escenas y donde, en cambio, destaca su maestría en el tratamiento, muy característico, de las telas y de los blancos, y su preciso sentido de los volúmenes; junto con el ambiente de silencio y recogimiento que sabe dar a sus cuadros, son sus rasgos más destacados. • VELAZQUEZ. --Nació en Sevilla (1599), de familia hidalga, pero modesta, se formó en Sevilla pero desde 1627 es pintor de la corte de Felipe IV, y a su servicio desarrolla toda su obra de madurez. --Su posición en la corte, como pintor del rey, le permite una libertad de acción de la que carecen sus contemporáneos, sometidos a una clientela esencialmente religiosa. El rasgo más esencial de su producción es el profundo interés por el hombre y el mundo: retratista ante todo, mantiene ante sus modelos, ya sean reyes o bufones, la misma actitud serena. Incluso en los temas mitológicos se manifiesta esta actitud: sus dioses se nos presentan humanizados, los temas se revisten de sentido cotidiano y realista, alejándose de lo heroico y lo grandioso. --Su interés de observador abarca todas las criaturas: su amor por la verdad alcanza toda la realidad; por ello su pintura es profundamente naturalista. --Este interés decidido por lo real no le lleva nunca a extremos: mantiene siempre un tono de serenidad y equilibrio; no idealiza, pero da siempre a sus modelos, absolutamente reales, un tratamiento digno. Ello hace que la suya sea una pintura tranquila, en la que el movimiento, incluso el movimiento anímico, es siempre contenido y mesurado. Sin embargo, bajo la captación serena de lo real, sus obras expresan a veces una complejidad muy barroca. • La obra de Velázquez: análisis ➢ En su etapa sevillana, Velázquez conoce la obra de Ribera, a través de la cual le llega la de Caravaggio; interesado en la captación del volumen y la calidad de las cosas, Velázquez lo consigue con el tenebrismo. Los cuadros de género que se conservan de esta época (Los músicos, El aguador, La vieja friendo huevos…) son composiciones muy cuidadas, con una apasionada precisión en la representación de las calidades de la materia. -La más avanzada es la adoración de los Magos, de fuerte naturalismo. De la misma época son una serie de cuadros de tema religioso pero concebidos como cuadros de género: escena de cocina o de taberna y sólo en segundo término la escena religiosa (Cristo en casa de Marta): complejidad muy barroca ésta. ➢ A la muerte de Felipe III , el nuevo rey, Felipe IV, favorece a un noble sevillano, el condeduque de olivares, con cuya protección muchos artistas e intelectuales viajan a la corte a hacer fortuna: también Velázquez viaja a Madrid y ejecuta un retrato del rey que supone el inicio de su carrera en la corte. Estar en la corte significa el contacto diario con las colecciones reales de cuadros lo que influirá en su obra. Además su estancia en la corte le va a permitir dos cosas fundamentales: el conocimiento de Rubens y sus dos viajes a Italia. Naturalmente, tantas ventajas presentan una contrapartida: sus otros cargos palaciegos limitaron bastante su producción, que en conjunto es bastante reducida. De los primeros años en Madrid lo más destacado son algunos retratos, entre ellos varios del rey. ➢ De esta época es “El triunfo de Baco”, más conocido como “Los borrachos”; se trata de un tema mitológico tratado con una fuerte carga cotidiana y casi burlesca, con modelos tomados de la realidad vulgar con tal sentido naturalista que llega a ridiculizar el mito.





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La década de los 30 es de intensa actividad palaciega, pero también artística; se está construyendo el palacio del Buen Retiro y en su decoración trabajan numerosos pintores. Velázquez se encarga de varios retratos de la familia real (y del conde-duque) y de “La rendición de Breda”. ➢ “La rendición de Breda” representa la victoria de Ambrosio de Spínola, en la guerra contra Flandes, sobre Justín de Nassau. Es el momento en el que el vencido entrega las llaves al vencedor, que se inclina afable hacia él. Ambas figuras constituyen el centro de la composición, que se recorta en forma de “V” sobre el fondo muy luminoso; a la izquierda los holandeses, a la derecha los españoles con las lanzas en alto, que añaden profundidad al cuadro, cuya composición se complica con la disposición en círculo de los personajes: el caballo que inicia el movimiento hacia dentro y el holandés que se vuelve a mirar al espectador. La perspectiva atmosférica está perfectamente tratada, siendo la luz y la gradación del color la que da al cuadro su enorme verosimilitud. ➢ De la misma época es el “Crucificado”. Cuadro sereno, sin contrastes de luz que resalten las formas. Quizá lo más dramático sea la cabeza, con el cabello ocultando un lado de la cara. ➢ También de esta, época son una serie de retratos de enanos y bufones. Personajes tratados con mucho naturalismo y con un tono de melancolía que impone una cierta dignidad a estos seres, como el “Niño de Vallecas”. Otros cuadros de la época son “Menipo”, filósofo griego, representado como cualquier mendigo español de la época, en un tratamiento algo burlesco de la antigüedad clásica; el mismo sentido tiene “Marte” con el que sigue en la línea del tratamiento irónico de los temas mitológicos. Cuando realizó su segundo viaje a Italia por encargo del rey para comprar obras para las colecciones reales y para contratar decoradores para palacio realizó, en Roma, el retrato de León X y los cuadritos de la Villa Médicis, cuyos toques ligeros para representar el paisaje a las variaciones cambiantes de la luz, impactaron a los impresionistas del XIX. A la vuelta de Italia produce sus composiciones maestras como la “Venus del espejo” que recuerda a Tiziano en la composición y a Rubens en la maestría del tratamiento de la piel. El tema de “Las hilanderas” no está muy claro: No se sabe si es simplemente la visita de unas damas al obrador de tapices o la fábula del desafío entre Atenea y Aracne. Y en el caso de ser lo segundo no está claro si la única mitológica sería la del fondo, con Atenea en armas, o se trata de dos escenas de la fábula, el reto en primer término y la condena en el segundo. Este primer término compone una escena en “V”, acentuada por la luz del fondo; segundo foco luminoso que se abre para prolongar el espacio, haciendo que la escena principal quede en penumbra. La perspectiva aérea se presenta en este cuadro con una maestría extrema. “La meninas” presenta una apariencia simple, como algo captado por casualidad; pero la realidad es que es lo bastante compleja como para detenerse a pensar: que el lienzo presenta quizá el taller del pintor, donde se encuentra la infanta Margarita rodeada de sus “meninas”, sus enanos y su pequeña corte, en el escenario austero de palacio. Al fondo se abre una puerta en una escalera luminosa, en la que se recorta la figura de un hombre de negro que parece disponerse a marchar y se vuelve para contemplar la escena. Junto a la puerta, un espejo en el que se reflejan los reyes, que han de estar situados fuera del cuadro, en el espacio del espectador. A la izquierda, Velázquez mira al espectador más bien a los reyes, a los que debe estar pintando. El centro de la escena lo ocupa la niña, que nos mira; o más bien mira a sus padres. Esta escena está inmersa en la penumbra de la sala. MURILLO. Trabajó siempre en Sevilla, donde su fama hizo decaer la de Zurbarán. En los comienzos de su vida artística, Murillo está ligado al tenebrismo: la influencia de Ribera y Zurbarán parece decisiva, sobre todo en la serie de cuadros en la que introduce la vida de los barrios bajos sevillanos: pícaros, mendigos, ciegos, golfillos… Pero la mayor parte de su producción es de temática religiosa, y con el tiempo y el éxito, su pintura va ganando en luminosidad y dulzura, en tipos que se repiten (Vírgenes y Niños), con una ternura que puede llegar a ser excesivamente sentimental, pero perfectamente adecuado para la función que deben cumplir sus obras. VALDÉS LEAL.

Valdés Leal busca los aspectos atemorizadores, el recuerdo de la muerte, la meditación sobre la vanidad de las cosas del mundo. Su pintura es efectista y teatral; y esa preocupación básica le lleva a descuidar la composición y a una técnica deshecha, a menudo abocetada, que confiere a veces a sus cuadros un dinamismo peculiar.

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