Apuntes generales sobre Barroco. Se denomina Barroco al periodo comprendido en la segunda mitad del llamado “Siglo de oro español”. Éste abarca finales del s XV, XVI y casi todo el XVII. El Barroco se ubica en el s XVI y casi todo el XVII, es un movimiento que se caracterizó por oponerse a los tópicos renacentistas y, en España, particularmente, renueva valores medievales y configura una nueva estética. Dentro de este movimiento, las artes, la pintura y la literatura ocuparon un lugar central. Se diferenció del Renacimiento porque al consabido equilibrio y armonía de la naturaleza humanista confronta múltiples desequilibrios y amaneramiento. La exageración y el contraste confluyen para expresar la sensación de angustia (vital-existencial) y la decadencia de una sociedad que ya no fluía ni brillaba como un imperio. La arquitectura, por ejemplo, abandona las líneas rectas y definidas del estilo clásico (recuperados por el Renacimiento) y se presenta recargada de líneas curvas y rebuscadas. El paisaje se dimensiona intrincado, sin simplezas (en la pintura) y domina el altisonante claroscuro que por momentos invita a lo tenebroso y lo grotesco. Son fieles representantes de ello el Greco y Velásquez. Mucho cuadros describen, en ocasiones, el drama íntimo español y por cierto, el absurdo, la ironía y la burla; todos tópicos que con frecuencia se exhiben en las obras de arte. Existe una literatura barroca característica del SXVII y sus máximos exponentes, aunque fueron influenciados con aires renacentistas, lograron destacar e individualizar propuestas muy diferentes. Es el caso de Luis de Góngora y de Francisco de Quevedo, el primero un poeta admirado y, a la vez, rechazado por sus contemporáneos y otras generaciones. Es un poeta que cultiva una forma que busca una correlación aristocrática del lenguaje, la crítica especializada dice encontrar en este autor dos estilos, uno culto u otro popular. Lo cierto es que en sus primeros tiempos, cuando Góngora aparece en el escenario literario de 1580 ya dio mucho que hablar. Nacido en Córdoba, muy bien formado en lenguas clásicas, incorpora neologismos y experimenta creando nuevas palabras. A estos escritos, dicen sus defensores, hay que agradecerle ya que mejoró y perfeccionó con belleza a la lengua castellana. Sus detractores, en cambio, le condenan toda la dificultad que incorpora a la poesía. En un principio como una forma peyorativa se habla de su estilo como gongorismo, igualando este “ismo” a los usos corrientes por ejemplo luteranismo, y haciendo burlas de “sus reformas”. Más tarde se le llamará culteranismo y se define como aquel que cuida en extremo sus formas. En la lírica de Góngora abundan las imágenes y el colorido que brilla en fondos oscuros, los usos de metáforas alegóricas son más frecuentes, casi nada se denomina directamente y las alusiones son permanentes. También se incorporan y exageran los usos perifrásticos y del hipérbaton (éstos de reordenamiento sintáctico) y las personificaciones, transposiciones y metonimias. El culteranismo como corriente estilística barroca convive con el conceptismo, representado por autores como Baltasar Gracián y el prolífico Francisco de Quevedo. Es este último quien se consagra en las diferencias y oposiciones que confronta por escrito. Nombrar a Quevedo es hablar, según Dámaso Alonso, del mejor poeta español. Según este crítico, el desengaño vital de Quevedo y el tratamiento del tema amoroso es superior a varios exponentes. Cree que este hombre (considerado, a veces, hasta misógino) reúne lo mejor de la poesía castellana y renueva sus formas hasta nuestros días. El propio José Martí lo alaba significativamente.
El mundo literario de Quevedo es multifacético, produce todo tipo de obras en prosa y en verso. Su curiosidad y agilidad son destacables. Este hombre formado cultamente reúne en sí al teólogo, al poeta y al político. Unidos estos tres cuadros en un marco profundamente nacionalista. El conceptismo, entonces, es la corriente que este autor preserva y agiganta, donde utiliza recursos tales como juegos de palabras, contrastes y paradojas conceptuales; y éstos se agitan hasta revolverse el ingenio y la sátira. Habrá que decir que ambas corrientes contienen el desengaño y la angustia de la brevedad de la vida que el hombre del barroco sufre. Ya no puede contentarse en el optimismo renacentista y busca, de forma obsesiva, evadirse de una realidad decadente. El caso de Quevedo es singular, pensando que actuó como hombre público de gobierno. Sin embargo, no escapa de las tensiones espirituales de la época. Sufre destierro y cárcel, también pobreza (igual que Góngora en su vejez) después de haber conseguido tanta fama y reconocimiento. En el Barroco se escribe también la obra cumbre del movimiento y de la literatura universal: Don Quijote de la Mancha, que fue publicada en el 1605 la primera parte y en el 1615 la segunda, un año antes de la muerte del autor, Miguel de Cervantes Saavedra, acaecida el 1616. Estamos en el primer período barroco. La intención manifiesta del autor fue "poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas historias delos libros de caballería". Consigue este propósito presentando a un hidalgo manchego casi loco (Don Quijote) y a su escudero (Sancho), un ignorante labrador. Simbolizan el primero un idealismo imaginario y el segundo un materialismo realista. Don Quijote, que imagina las hazañas más prodigiosas, no ve la realidad, sino lo que inventa su fantasía, pero siempre a impulso de un gran amor platónico (Dulcinea) y de una gran ansia de libertad y justicia. Sancho, al contrario, ignorante rústico, es el contrapeso de su señor, viendo realidades donde su amo ve sólo gigantes imaginarios. En "Don Quijote" la prosa española consigue la cumbre del Renacimiento y lo impulsa a nuevas metas del Barroco europeo con sus ideas revolucionarias, su pesimismo derrotista y su desconfianza en la naturaleza humana. Así, la forma expresiva de este movimiento, a veces grandilocuente y a veces irónica, se complace en jugar con las ideas y los conceptos (conceptismo) y otras veces recurre a expresiones lingüísticas, ricas en metáforas y latinismos de gran belleza formal, propias del "culteranismo" barroco. En síntesis, el Barroco es un movimiento exploratorio, desbordado, afanoso, que busca, artísticamente, sobrecargar la pobreza que observa en la realidad: la dureza de la vida, las urgencias económicas, las pestes, la muerte, los amores interesados, la insensibilidad… van a ser tamizados por las artes barrocas y transformados en otras expresiones recargadas y sobredimensionadas. Y quedará en la Historia como una de los movimientos más elaborados y trabajados a conciencia para elevar el arte como la máxima expresión de la que puede ser capaz el ser humano.