Apunte Sobre Gramsci

  • July 2020
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Universidad de Flores Facultad de Actividad Física y Deporte Materia: Metodología de la Investigación II

Apunte sobre Antonio Gramsci Elaborado por Prof. Natalia Fiori Marzo 2006 Antes de comenzar a contarles acerca del pensamiento de Antonio Gramsci, me parece muy importante, dar algunos “consejitos” que puedan ayudar a entender cómo pensaba Gramsci y porque pensaba lo que pensaba. Lo fundamental para comprender el pensamiento de cualquier autor, sea quien sea, es poder contextualizarlo socio-históricamente. Esto quiere decir, comprender en que momento y bajo que circunstancias se produjo (y fundamentalmente, cuando se trata de pensadores de las ciencias sociales, para que tipo de sociedad escribían). Aunque algunas corrientes filosóficas sostienen que existen ideas eternas por fuera de la realidad social, lo cierto es que no hay producciones intelectuales que no estén vinculadas al contexto socio-histórico donde surgieron (Lo que queremos significar es que “cada autor es hijo de su tiempo”). No existen producciones teóricas “metafísicas”, descontextualizadas, desligadas de un contexto concreto, sino que las mismas surgen y se constituyen a partir de condiciones sociales, económicas y políticas concretas, en medio de un conjunto de relaciones sociales dadas. Tomar en cuenta este hecho es de suma importancia para lograr comprender globalmente un pensamiento (y no sólo repetir las ideas básicas de memoria). Es necesario saber que era lo que pasaba en el mundo a nivel social, económico y político, para lograr comprender la ideología de un autor. Además, otro punto muy importante es que, en los últimos años, se viene produciendo un fenónemo bastante “peligroso” que consiste en la banalización y domesticación de diversos autores que pertenecen a la vanguardia revolucionaria del pensamiento social (Marx, Lenin, Gramsci, Vigotsky, Freire, etc). Este intento por apropiarse “acríticamente” del pensamiento “crítico”, no es más ni menos que, una sutil estrategia para canalizar la construcción de una verdadera contra-hegemonía frente al pensamiento único (y hegemónico claro). Si bien, que se lean y se discutan diversos autores pertenecientes a las corrientes más críticas y contestatarias es todo un avance, no podemos jamás desligar la producción teórica (intelectual) de dichos autores de sus prácticas militantes (en especial cuando se tratan de revolucionarias). En el caso particular de Gramsci, no podemos jamás dejar de tomar en cuenta que toda su producción intelectual acerca de la cultura y la sociedad está guiada por su práctica militante política (y partidaria). Gramsci escribía pensando en una sociedad socialista, y elaboró toda su teoría a partir de las influencias del marxismo. Por lo general, sólo se estudian los conceptos aislados (como por ejemplo; el concepto de hegemonía, la filosofía de la praxis, el “sentido común”, etc) perdiendo riqueza y desvirtuando lo que Gramsci quería decir en verdad. Una posible solución que propongo frente a este problema es hacer el esfuerzo de comprender los fenónemos en su totalidad, recontextualizar adecuadamente el pensamiento de cada autor, situándolo en el preciso momento donde produjo su obra, analizando en que condiciones produjo sus obras y especialmente reflexionando para que tipo de sociedad la produjo.

Pero entonces… ¿Quién fue Antonio Gramsci? Antonio Gramsci (que nació en 1891 y murió en 1937) ha sido uno de los pensadores políticos (y militantes) más importantes dentro de la corriente de pensamiento social socialista. Gramsci nació en Cerdeña (al sur de Italia) en el seno de una familia muy humilde. Desde muy pequeño tuvo que enfrentarse con graves problemas económicos y de salud. Sin embargo, y a pesar de las condiciones sociales precarias, logró acceder a sus estudios superiores en la Universidad de Turín en 1911, pero se vio obligado a abandonarla años después debido a un problema crónico de salud. Sin embargo, su experiencia universitaria le permitió entrar en contacto con el pensamiento de K. Marx, el de Benedetto Crocce (un importante filósofo italiano muy en boga por aquel momento) y otros pensadores socialistas. En 1913, se afilia al Partido socialista Italiano. Y desde entonces, comenzó a trabajar como periodista en “Avanti!” (¡Adelante!), el periódico del partido. No olvidemos que por ese momento, se desarrollaba la primera guerra mundial, y acontecía la revolución rusa de 1917, lo cual impactará muy profundamente en todas las organizaciones socialistas y proletarias. Las lecturas que realizó acerca de Marx, Engels y Lenin lo impulsaron a rechazar el idealismo filosófico de B. Crocce. En 1919 fundó el periódico “Ordine Nuevo” (Nuevo orden), dirigido al proletariado italiano en colaboración con Palmiro Togliatti (un compañero de militancia de muchos años) junto a otros compañeros socialistas. Durante esos años, Gramsci tomo parte en el movimiento de Consejos de Fábricas (similares a los soviets de Rusia) que intentó sin éxito desafiar a la empresa de automóviles Fiat y otras compañías capitalistas de Turín. El fracaso de este movimiento, motivó a Gramsci a replantear la estrategia política de todo el movimiento obrero italiano y mundial. Ante la disyuntiva planteada por el curso que tomaba la Revolución rusa, Gramsci optó por adherirse a la línea comunista y se escindió del Partido Socialista. Siendo uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano (PCI), formado en enero de 1921 en el Congreso de Livorno. Integró el Comité Central del PCI, al que también representó en Moscú en el seno de la “Komintern” (la III Internacional comunista en Moscú y Viena) en el año 1922. La III Internacional fue lideraba por V. Lenin, hasta su muerte. Una vez que Stalin toma el poder (como su sucesor), disuelve la “Komintern” y comienza con el proceso de burocratización de la URSS y el abandono a la lucha por el socialismo internacional. Gramsci regresa a Italia en 1924 para unirse a la oposición parlamentaria enfrentada a la posición del fascismo encabezada por Benito Mussolini. Cuando en 1925 Mussolini anunció su propia dictadura, Gramsci debió pasar a la clandestinidad en medio de un opresivo clima de intimidación creado por los fascistas. Al convertirse en un abierto opositor del régimen fascista, finalmente, es arrestado en 1926 y encarcelado en 1928 por el gobierno de Mussolini. Tuvo que padecer once años de malos tratos y confinamiento, durante los cuales no volvió a ver a su esposa ni a sus hijos. Poco tiempo antes de su muerte, los fascistas deciden dejarlo en libertad (y de este modo, tratan de evitar que se convirtiera en “mártir” de los revolucionarios). Una vez liberado, falleció el 27 de abril de 1937 en Roma, a consecuencia de su deteriorado estado de salud. Durante el tiempo en que permaneció encarcelado, en las condiciones más duras, es que Gramsci fue capaz de producir una gran obra escrita (y sin dudas la más brillante de toda su trayectoria). Se trata de los 34 “Cuadernos de la cárcel”, que contienen una revisión historicista del pensamiento de Marx, con el objetivo de modernizar el legado del pensamiento comunista y adaptarlo a las condiciones de Italia y Europa del siglo XX. Los cuadernos, son una suma de relatos fragmentarios y sumamente complejos de comprender pero que explican toda su teoría en relación al estado, la cultura, los intelectuales, el movimiento obrero y la transformación de la sociedad. Estos cuadernos, fueron publicados por primera vez entre 1948 y 1951, muchos años después de su muerte, permitiendo que su influencia como intelectual pudiera extenderse hasta la actualidad.

La influencia del pensamiento de Gramsci ha continuado fundamentalmente por sus obras que tratan el análisis de las sociedades, en las que la clase dominante ejerce no sólo el poder político-militar sino también la hegemonía intelectual y cultural, lo que atrajo la atención de muchos pensadores más contemporáneos (como por ejemplo: Jean Paul Sartre, Louis Althusser y otros pensadores marxistas, algunos de los cuales criticaron su actitud militante y rechazaron la perspectiva revolucionaria implícita en toda su obra). Sus aportes como teórico influyeron poderosamente en la adaptación democrática del comunismo occidental que se produjo en los años sesenta y setenta. En la actualidad, la concepción gramsciana de hegemonía permite articular el combate contra las ideologías burguesas modernas con la práctica marxista entre las clases populares. Dentro del campo educativo en particular, el mismo concepto de hegemonía permite comprender como la escuela cumple una función social de sostener la hegemonía de la clase dominante (por medio de la construcción del consenso social). Además, Gramsci le otorga una función muy importante a la escuela dentro de la sociedad, ya que es la que permite crear a los intelectuales. Crítica la escuela burguesa porque argumenta que la misma ha sido creada con el propósito de eternizar las desigualdades socioeconómicas. (Idea que luego es retomada por algunos estructuralistas) Y sostiene, adelantándose a muchos pensadores posteriores (por ej: Bourdieu), que existe una escuela “clásica” para que las clases dominantes produzcan sus propias dirigentes y una escuela “técnica” para reproducir mano de obra barata proveniente de las clases populares. Como defensor de la escuela socialista, Gramsci sostiene que es necesario crear una nueva escuela unitaria basada en la centralización democrática, una escuela tanto creativa como profesional, una escuela de cultura general, humanista y formativa que equilibre el desarrollo del trabajo manual con el desarrollo del trabajo intelectual.

“La formación de los intelectuales” En este texto, el autor se ocupará primordialmente de explicar como surgen los intelectuales en la sociedad, que diferencias existen entre los intelectuales orgánicos y los intelectuales tradicionales y de que modo operan ambas categorías de intelectuales en el modo de producción social y en la reproducción de las condiciones sociales. Gramsci comienza el texto, diciendo que todo grupo social crea orgánicamente capas de intelectuales que confieren homogeneidad y consciencia de su propia función (no sólo en el campo económico sino fundamentalmente en el plano político y social). Cada nueva clase social al constituirse en el progresivo desarrollo de la sociedad, produce categorías de intelectuales “orgánicos”, que son justamente especializaciones de aspectos parciales de cada nueva actividad social surgida a partir de las actividades primitivas. Lo que nos esta diciendo Gramsci es que, los intelectuales orgánicos van apareciendo en función del desarrollo y la diversificación de actividades sociales económicas que surgen como especializaciones de actividades previas (más generales). Estos intelectuales orgánicos, permiten conferirle cierto grado de homogeneidad y consciencia a la clase social a la que pertenecen. Con respecto a la situación en el campo, Gramsci va a decir que, la masa de campesinos no elabora sus propios intelectuales orgánicos ni tampoco asimila ningún tipo de intelectuales “tradicionales” a pesar que los otros grupos sociales extraen mucho de sus intelectuales de las masas campesinas y gran parte de los intelectuales tradicionales son de origen campesino. Además, cada grupo social “esencial”, al surgir desde la estructura económica precedente, como expresión del desarrollo de dicha estructura, encuentra categorías intelectuales preexistentes y que además aparecen como representantes de una continuidad histórica no interrumpida por los cambios políticos y sociales. El ejemplo más típico de esta clase de intelectuales tradicionales son los eclesiásticos, por largo tiempo monopolizadores de los servicios religiosos. Las categorías de intelectuales tradicionales se sienten como autónomos e independientes del grupo social dominante. Toda la filosofía idealista se puede relacionar con esta posición asumida por el complejo social de los intelectuales. La categoría de “intelectual” no puede buscarse bajo una tajante distinción entre lo intrínseco de las actividades intelectuales de las actividades físicas sino en el conjunto del sistema de relaciones en que esas actividades se hallan (y en los grupos que las representan) en el complejo general de las relaciones sociales. En cualquier trabajo, por más mecánico y degradado

que sea, siempre hay un mínimo de actividad técnica o creativa. Todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres cumplen dentro de la sociedad la función de intelectuales. La distinción entre intelectuales y no intelectuales, hace referencia a la inmediata función social de la categoría profesional de los intelectuales, tomando en cuenta el peso de la actividad específica profesional que ocupa la elaboración intelectual o el esfuerzo nerviosomuscular. No hay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual. No se puede separar el homo faber del homo sapiens. El problema de la creación de un nuevo grupo intelectual consiste en elaborar críticamente la actividad que existe en cada uno en cierto grado de desarrollo, modificando el grado de relación con el esfuerzo nervioso – muscular en un nuevo equilibrio, y logrando que el mismo esfuerzo nervioso – muscular llegue a ser el fundamento de una nueva e integral concepción del mundo. El modo de ser del nuevo intelectual, debe consistir en una participación como constructor, organizador, superior al espíritu matemático abstracto. Se plasman históricamente ciertas categorías especializadas para el ejercicio de la función intelectual, se forman en conexión con todos los grupos sociales, pero en especial con los más importantes y sufren elaboraciones más extensas y complejas en conexión con el grupo social dominante. La característica más relevante es que cada grupo social, lucha por la asimilación y la conquista “ideológica” de los intelectuales tradicionales. La escuela es el instrumento para formar los intelectuales de diverso grado. La complejidad de las funciones intelectuales en los diversos estados se puede medir de acuerdo a la cantidad de escuelas especializadas y por su jerarquización: cuanto más numerosos son los grados verticales de la escuela, más complejo es el mundo cultural de una determinada sociedad. A la mayor complejidad cualitativa se correlaciona un incremento cuantitativo. Cuanto más refinada es la especialización técnico-cultural, mayor es la difusión de la instrucción primaria y mayor disposición para favorecer con los grados intermedios a la mayor cantidad de personas. La elaboración de los grupos intelectuales no se cumple en un terreno democrático – abstracto sino de acuerdo con los procesos históricos tradicionales muy concretos. Se forman grupos que tradicionalmente “producen” intelectuales y son esos mismos grupos los que con frecuencia se especializan en la pequeña y mediana burguesía terrateniente. La relación entre intelectuales y el mundo de la producción no es inmediata, sino “mediata”, en grado diverso en todo el tejido social y en el complejo de las superestructuras, donde los intelectuales son “funcionarios”. Se pueden fijar dos grandes planos “superestructurales” que se pueden llamar de la “sociedad civil” que está formado por el conjunto de los organismos “privados” y el de la sociedad política o “estado” que corresponde a la función de Hegemonía. Los intelectuales son los empleados del grupo dominante para las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político (el consenso espontáneo de las masas a la dirección de la vida social y la coerción “legal” en los momentos de crisis donde el consenso no es espontáneo). Los intelectuales de tipo urbano han crecido con la industria y están ligados a su destino. Su función es similar a la de los oficiales subalternos en el ejército: no tienen autonomía ni iniciativa propia para construir, solo articulan la masa instrumental con el empresario (capitalista). Los intelectuales urbanos están muy estandarizados. En cambio, los intelectuales rurales, son en gran parte “tradicionales”, están ligados a la masa social campesina y pequeño burguesa de la ciudad. Este intelectual pone en contacto a la masa campesina con la administración estatal. Tienen una gran función político – social. Tienen un nivel de vida un poco más elevado que el campesino medio por ello representa un modelo de aspiración para mejorar su condición. El punto central de esta cuestión es la distinción entre los intelectuales como categoría orgánica de cada grupo social fundamental y los intelectuales como categoría tradicional. Con respecto al partido político moderno, Gramsci realiza algunas distinciones y las vincula con las categorías de intelectuales. Para algunos grupos sociales el partido político es el modo de articular la propia categoría de intelectuales orgánicos, directamente con el campo político filosófico y no con el de la actividad productiva. El partido político es justamente el mismo mecanismo en la sociedad civil que cumple el estado en la sociedad política, consistente en procurar la unión entre intelectuales tradicionales y

orgánicos. El partido cumple esta misión en forma dependiente de su función fundamental que es formar sus propios componentes (es decir, sus propios cuadros militantes).

Bibliografía utilizada: o o o

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Engels, F; Marx, K. (1886)– Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana – Ed. Progreso – Moscú, Rusia – Ed. 1980 Gramsci, A. (1910-1937) en Sacristán, M. (comp.) - Antología Antonio Gramsci – Ed. Siglo XXI – Buenos Aires, Argentina – Ed. 2004 Gramsci, A. (1932) – Los intelectuales y la organización de la cultura – Ed. Nueva Visión (Cap 1: La formación de los intelectuales) Artículos varios sobre Antonio Gramsci en www.marxists.org.ar y www.gramsci.org.ar

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