Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos Roa Bastos, Augusto. Yo el Supremo. México, Siglo XXI, 1982. (Primera edición: ¿Buenos Aires, Siglo XXI, 1974?). Préstamo de la Biblioteca Central de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, ref. 171-6-34 (331-3-23 sin salida).
Datos, críticas y lecturas previas. Punteo. Preguntas. Hipótesis.
Croce: en el armado del programa de Problemas de Literatura Latinoamericana del 2008, incluye a la novela en la unidad referida a las “novelas de dictadores”, junto a Tirano Banderas, de Ramón Valle-Inclán, El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias y El recurso del método, de Alejo Carpentier (agregó: La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa); menciona la cuestión del título, la inclusión de la obra en el llamado “boom” de la narrativa latinoamericana, la consideración, por parte del crítico uruguayo Ángel Rama, de la novela como “la mejor novela latinoamericana”, la mirada del autor “embelesada” por su personaje (frente a otras, que plantean distancia: ejemplo, El señor presidente, de Asturias), y la complejidad de la lectura. Rama: en “Los dictadores de América Latina”, dedica un capítulo a la novela, con buenas críticas. El título. Se escribe “Yo el Supremo”, frente a lo que convencionalmente es de esperar: “Yo, el supremo”. Así, “el Supremo” pierde el énfasis de aposición; la palabra “Supremo” aparece escrita en mayúscula, a causa de tratarse de un título político-gubernativo. Este desvío puede ser visto como un “síntoma” de la configuración de la escritura de la obra, en dos aspectos. El primero, referido al desarrollo del personaje, consiste en las referidas alusiones y escenas en las que la identidad aparece escindida entre un “yo” y un “él (el Supremo)”, afectando el estatuto del narrador de la novela (narrador en primera persona). Ejemplos: pasajes de despertares y vestires (como cuando el médico…), episodios de la calavera (tal vez el ápice de esta línea… ¿alusión a Hamlet, de Shakespeare?). El segundo aspecto reside en el avezado trabajo sobre la materialidad de la lengua, fruto de una conciencia de tal (explicitado en amplios pasajes). Si bien sería un error afirmar que preanuncia el trabajo estilístico de la obra, no lo es el incluir el desvío del título en el repertorio de aliteraciones, repeticiones, juegos de palabras, etc., que pueblan la obra. Croce ha indicado la posible identificación-confusión entre el “Yo” y el “el”, a causa del acercamiento al personaje. El narrador. Se trata de un narrador en primera persona. Esta afirmación debe matizarse por cuanto prima el uso del discurso indirecto libre; así, el narrador, que el lector pronto está a identificar con el personaje principal, reproduce parlamentos de varios personajes, creando una especie de polifonía en el seno del texto. Sin embargo, la identificación con el personaje principal es legítima, por cuanto el efecto de un discurso sin marcas habituales de límites entre
la introspección de un personaje y su relación externa con otros personajes o el ambiente, es el de volver confuso e inestable el estatus del narrador (y así, la fiabilidad de su relato). Sobre esto último debo aclarar –dejando de lado las habituales discusiones en cuanto a lo verídicoque no se trata de un recurso para que el lector reconozca lagunas, errores, mentiras, etc., del narrador (un narrador “mentiroso”); más bien es un recurso-problema cuasi insoluble, por cuanto que jaquea constantemente el pacto de lectura habitual, siendo el ejemplo más acabado de esto el grupo de escenas correspondientes a ensoñaciones (aquí menciono algunas: las de reclamos de viudas, las que aúnan a los enviados Echevarría-Herrera, Herrera-Coso-Correia – página 269, anteriores y siguientes). La intervención de la figura del “comentador”, así como las recurrentes citas a textos históricos no hace sino agregar complejidad al asunto. Lo escrito. Aquí puede leerse: imprenta, escritura, panfletos, libros, lecturas, prensa, santorales, cartas, e ideologías afines (liberalismo, romanticismo). Conforma una de las líneas argumentativas más importantes, y como tal, no deja de ser compleja. Por un lado, el personaje (de aquí en más, Supremo), es un letrado: ha concurrido y se ha graduado de abogado en la Universidad de Córdoba, maneja varios idiomas, cumple funciones públicas ligadas a su formación, etc. Por el otro, impide y persigue la propagación de medios escritos (impide – negociado, hay que aclararlo- la compra de imprentas, pena a la prensa, etc.), en tanto medios de oposición. A la vez, insiste marcadamente en la oposición entre escritura/oralidad, emparentada con la de inutilidad/utilidad, “vagancia”/trabajo, etc., cuyo polo positivo pasa siempre por el segundo término. Así, son habituales los pasajes en que se refiere despectivamente a lo escrito (siempre es menos que la realidad, nunca afecta a la realidad, cavar tiene más valor, no puede apresar lo oral…). Pero él mantiene una estructura burocrática que moviliza mediante mandatos dictados o manuscritos; obsesionado, pone un “ejército” de letrados a identificar un panfleto opositor; posee libros –y ¿se jacta de ellos?; repone en el texto documentos antiguos; lee-relee, escribe-reescribe lo que dicta, lo que piensa, etc.; hace que “los partes partan” (cosa que los demás no pueden-no saben-no quieren, etc.); dona sus libros a su muerte a la biblioteca nacional (pero, ¿no estaban prohibidos?). Episodio de la explicación de Tocqueville; imposibilidad-ridiculez. Líneas vecinas: la imprenta, los libros y las cartas-barajas; la música; el Azar. El Azar. Meteorito. Barajas. Paraguay. Genealogía, Futuro. “Madre prolífica de pueblos”. Geografía… Geografía. Líneas del Facundo: navegabilidad de los ríos, utilización del terreno en la guerra, corazón de la Confederación futura, aranceles y contrabando. Argentinos y brasileros. Comercio y contrabando. Misiones diplomáticas. Cooptaciones. Los recibimientos (de las clases acomodadas, de las clases bajas). Invasión. Belgrano. ¿Único? interlocutor-amigo. Silencios, retiros. Moreno: otro (página 221: “(Belgrano) Recuerda de seguro punto por punto las exaltadas instrucciones de Moreno. Con aquel hombre sí, no con el pedante impostor de Echevarría, me habría gustado discutir en este momento los principios del Contrato Social aplicados a nuestros países.”).
Elementos de escritura. Ver arriba. Ejemplos. Realismo mágico. Estética del boom. Ver Croce. Episodios de la calavera, de la pluma (y su prolongación en el fragmento biográfico del comentador), del traslado del aerolito (cuando éste parece dejarse conducir), la longeva vida de un anterior secretario así como su morada y costumbres… Alteraciones temporales. Episodio de la hija del virrey. Episodio de curandero indio. Burlas-simulacros: las obras teatrales, los desfiles.