Anlisis Crtico # 1

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de Vicente, Antonio. (n.d.). La evolución de los microorganismos patógenos‘’¿Aprendiendo a ser malos?’’. Recuperado febrero, 2009, de http://www.encuentros.uma.es/encuentros100/patogenos.htm

La manera en que evolucionan los microorganismos patógenos es interesante. Algunos utilizan armas secretas para combatir el huésped, otros únicamente se van acostumbrando al hábitat en que se encuentren alojados y van tomados de la mano con el proceso de selección natural que el huésped lleve a cabo. Cómo surge un microorganismo patógeno, cómo se hace patógeno o de dónde viene, son cuestiones a discutir aquí, porque parece lógico asumir que el hábitat fue antes que el microorganismo adaptado a él; así que si antes fue el huésped que el agente patógeno, ¿cómo se da el paso hacia hacerse patógeno? He decidido referirme al estudio de este tema debido al gran provecho que se puede obtener si nos acercamos al amplio estudio de estos organismos tan diminutos. Podríamos hacer un cambio y nos adelantaríamos un paso en el ámbito científico puesto que son éstos quienes han culminado con la vida de muchos organismos vivos. Un aspecto importante en este estudio es el término ‘’coevolución’’ huésped-parásito, diciendo así, la evolución de ambos elementos de la interacción apoyada en los mecanismos derivados de la influencia mutua entre ambos. Comparando este aspecto, quizás habría que fijarse en ejemplos muy conocidos de simbiosis microbio-huésped, donde ambos elementos se han adaptado a la vida común y ‘’ ya no pueden vivir el uno sin el otro’’ tras un prolongado proceso de coevolución que ha llevado a que incluso compartan mecanismos bioquímicos y moléculas. Entonces, ¿era patógeno ese microorganismo de otro otro huésped y se adaptó a uno nuevo?, o ¿era comensal sobre ese huésped y se hizo patógeno?

El autor del artículo, Antonio de Vicente, recomienda basar el estudio de tal problema en relación a dos términos: patogenicidad y virulencia. La patogenicidad es la capacidad que tiene un microorganismo para producir una enfermedad, mientras que el término virulencia se usa para referirse al grado de mortalidad provocado por el patógeno. La virulencia evoluciona de acuerdo a varias vertientes, según de Vicente. Este afirma que la misma evoluciona en base a los mecanismos de variación genética y selección natural, pero se aceptaba de forma general que esta evolución del microorganismo patógeno viene dirigida fundamentalmente por la interacción con el huésped y la producción de la enfermedad. No es hasta que continúa su investigación, que consigue otro modelo de la selección de la virulencia, basándose en los cambios del huésped junto con otras características bacterianas. Encontrándose así, con que la virulencia no suele ser una función única del patógeno, sino que implica muchas propiedades. Además, propone el autor, que se debe considerar que la evolución patógena no está, en la mayoría de los casos, basa en la inducción de daño o mortalidad en el huésped, sino basada en la selección de propiedades más relacionadas a la expectativa de vida del patógeno. A veces, está directamente relacionado a la virulencia, pero en muchos casos esta relación es indirecta a través de otras propiedades de la bacteria, como la resistencia los antibióticos, la infectividad, la capacidad de evadir el sistema inmune, la capacidad de supervivencia fuera del huésped, etc. Un punto de vista fundamental, que apoya tal planteamiento, es el descubrimiento de las denominadas islas genómicas (GI), y, en el caso de que porten genes implicados en la virulencia, islas de patogenicidad (PAI). Las GI son elementos genéticos móviles, relativamente grandes ( > 10 kb) que se integran en el cromosoma o en plásmidos asociados a secuencias de ARNt. Codifican diferentes funciones, como la resistencia a antibióticos, funciones relacionadas con la expectativa de vida del patógeno, o factores de virulencia, y entonces se denominan PAI, por

asociarse con microorganismos patógenos y contribuir a introducir cambios rápidos en el potencial de virulencia. Los avances genómicos están poniendo de manifiesto cómo ciertas incorporaciones de fragmentos relativamente pequeños al genoma implican cambios importantes en la forma de vida bacteriana y en las interacciones bacteria-huésped. A modo de ejemplo, la información obtenida de la secuenciación del genoma de distintas cepas de E. Coli y otras enterobacterias con diferente hábitat y tipo de interacción bacteria-huésped, ha permitido obtener mucha información sobre ¿en qué se diferencian? y ¿qué tienen en común? El análisis del genoma de la cepa 536 de E. Coli, uropatogénica, pone de manifiesto la presencia de varias PAI, entre ellas la PAI IV, que incluye una serie de factores de virulencia, como sideróforos, hemosilina, fimbrias y resistencia al suero. Mientras que en el genoma de la cepa K-12 de E. Coli, comensal en el intestino y habitual en el laboratorio, no se ha detectado ninguna PAI. Posiblemente para que sean patógenas, deben poseer ciertos elementos adicionales. Para entenderlo mejor, el autor sugiere que se deben considerar estos procesos evolutivos como resultado de la incorporación de nuevas piezas mediante procesos de ‘’ingeniería evolutiva’’, es decir, mediante la generación de elementos genéticos nuevos, que se someten a los procesos adaptativos al instante. Estos elementos son el resultado de la combinación de tres tipos de piezas: operativas (genes de resistencia o virulencia), translocativas (secuencias, inserción, recombinansas,etc.) y dispersivas (plásmidos, GI, etc.) En fin, apoya su investigación mencionando que la lucha en contra de las enfermedades infecciosas, dependerá de la capacidad que tenga el individuo para luchar en contra de los microorganismos patógenos que tantos años llevan aquí junto a nosotros. Entonces, sugiere la búsqueda de un balance para permanecer en las inmediaciones terrestres.

Estoy de acuerdo con los hallazgos y pretensiones del autor porque considero que verdaderamente debemos mantener un equilibrio entre nosotros y los microorganismos que jamás nos abandonarán. Entonces, considero que tales recomendaciones hechas por el autor funcionarán si nos comprometemos a no creernos más que aquellos organismos que no podemos observar a simple vista. Estar a la vanguardia de tal equilibrio dependerá completamente de la fuerza de voluntad que ponga el ser humano ante tal situación. Por lo tanto, deberemos acoplarnos a lo que es irrevocable. De esto dependerán las futuras generaciones que dejemos nosotros aquí en la Tierra. Los microorganismos siempre poseerán la última palabra ya que no siempre las especies más fuertes, ni las más inteligentes, serán las más aptas para responder a los cambios.

ESTADO LIBRE ASOCIADO Departamento de Educación Escuela Especializada C.R.O.E.M.

La evolución de los microorganismos patógenos Análisis crítico entregado a la Profa. Mary C. Padilla Cruhigger como requisito del curso de Evolución

Wilfredo José Burgos Matos 27 de febrero de 2009

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